Cuerpos calientes y romance de verano con mi amigo🔥🍑

Hacía dos días habíamos llegado a Villa Gesel, recién comenzaba a llover cuando yo me desperté y el sonido de los relámpagos me quitó el sueño. Cuando bajo a la cocina vi que estaba mi amigo Ezequiel en cuero y un pantalón gris tomando su desayuno y mirando el celular. Pasé por al lado y nos saludamos.


Desde hace rato él era el dueño de mis fantasías sexuales. Lo conozco desde mi infancia, hasta cursamos la escuela primaria y secundaria juntos. Pero desde el 4° año de cursada comencé a masturbarme imaginándolo desnudo.

Yo ya venía un poco erecto por las erecciones al despertar que tenemos todos los hombres, pero el pensar en los recuerdos de mi imaginación, se me ponía mucho más dura. 

Tenía que cogérmelo en ese momento, era mi oportunidad. De pronto se me ocurrió una idea para obligarlo a desnudarse y yo aprovecharme de esa oportunidad.

Cuando preparé el café, vi que el elástico de su ropa interior estaba fuera; resaltando su cintura y su enorme culo.

Me acerqué y derramé apropósito el café sobre su pantalón, logrando manchar también su ropa interior.
-Uyy disculpa, boludo... 
Entre risas él me dijo -jaja, que ciego que sos chabón, -¿en qué andabas pensando? jajaja.

Esa última pregunta me sonrojó un poco, como si él leyera mis pensamientos y supiese de que deseaba tenerlo desnudo en la cama.

De pronto subió a cambiar su ropa manchada. Yo le dije que le alcanzaba un pantalón y un boxer limpio de los que se estaban secando en el baño desde el día de ayer.

Tomé las vestimentas y subí. Cada paso al acercarme a la puerta me hacía temblar de ansiedad y con la pija cada vez más dura. Me costaba golpear la puerta. Tomé aire y lo hice, el ruido de la manija abriéndose se hizo presente en mis oídos y en la habitación.

Al abrir, extendió su brazo derecho y le coloqué las prendas en su mano, pero prepotentemente abrí la puerta y sin percatarse quedó desnudo ante mi mirada. Yo, atraído por su belleza y sensualidad, me balanceé sobre su ser, lo tomé de la cintura y lo acomodé sentado de perfil hacia mi en la cama.

Él sin reacción parecía no entender nada. Aproveché que no ejercía resistencia para comenzar a besar y chupar cada parte de su piel. A medida que saboreaba su entrepierna y mi saliva escurría como manantial entre sus testículos y piernas, llegando hasta mojar la raya de su culo y lubricando su ano, el pene de Ezequiel comenzó a segregar sangre y a ser cada vez más grande.





Eran 16 CM que comencé a rozar con mi lengua sintiendo cada milímetro de la carne de sus genitales. Lo miraba a los ojos, y sus expresiones eran de placer pero más que nada de satisfacción mental y emocional.

Él siempre desde su infancia sufrió problemas familiares y desprecio escolar que lo llevaron a tener baja autoestima y sentirse invisible ante la sociedad. Yo sin querer me estaba convirtiendo en la primer persona en hacerlo sentir deseado, y generar en él un sentido de sensualidad e importancia sobre su cuerpo.

Todavía de frente subí y lo besé, él subía su cintura para frotar su pene junto al mío. Espadeamos un poco. Su respiración se hacía más agitada.

Luego lo di vuelta quedando él en cuatro. Pasaba mi lengua saboreando desde su pierna, pasando por su culo y terminando en sus caderas, así, abarcando amabas nalgas con saliva. 



Ante su sufrimiento siendo enmascarado por mi accionar sensual, su mente comenzó a transportarlo a una ilusión. Se sentía sexy y deseado, se sentía realizado, un empoderamiento que lo notaba en su lenguaje corporal. Su espalda bajaba hasta tocar con el pecho el colchón, su cintura y nalgas se elevaban mostrando lo grande y redonditas que eran. Yo ya era dueño de su cuerpo.

Como su jefe en la cama me arrodillé sobre el colchón, y apreté con mis manos sus nalgas recubierta de diminutos pelos.

Lo tomé del cuello y lo subí con fuerza, puse su rostro junto al mío, metí mis dedos en su boca y con su saliva lubricaba mi poronga de 21 CM de largo. Él quedó todo babeado ya no podía controlar su salivación de lo alzado que estaba.



Luego lo penetré, su agujero estaba virgen y apretado, vi que su reacción fue de apretarme fuerte con sus manos en la cintura y su boca abierta por el dolor. Pero no le importaba nada, el deseaba hacerse mío.

Cada penetrada nos hacía transpirar. El colchón de resortes nos hacía saltar y se mojaba con nuestro sudor. Ezequiel con una pierna sobre mi hombro mientras lo penetraba y castigaba con mis manos y cinturón, dejaba escurrir gemidos.

Acorralado su cuerpo al mío por la penetración, la lluvia seguía sonando afuera y caía como las gotas de sudor de mi sudor sobre el cuerpo de mi amigo, bañando y regando su sensualidad traviesa, adictiva y obediente. 

Luego de una exponencial conexión carnal y mental entre los dos, decidí marcarlo para siempre con la erupción de semen dentro de su culo. Al sacar mi pene, la leche se escurría en su ano. Él untaba entre sus dedos mi fluido que escapaba de su acalorado cuerpo y lo llevaba hacia su boca para saborearlo mientras se masturbaba.



Yo estaba exhausto, pero a gusto de que pude apoderarme de su cuerpo y cumplir mi fin, que era usarlo para sentir el placer que siempre fantaseé. 

Ezequiel continuaba penetrando sus dedos en su cola para extraer todo mi néctar y excitarse más. Hasta que acabó con un gemido desgarrador y fuerte, dejando ir todas sus penas corporales.



Cansado y sin vitalidad alguna, con un poco de vergüenza, él sabía que yo era su remedio ante tantos huecos emocionales. Así que solo deseaba haberme complacido y haberme hecho adicto a su cuerpo, para que esta historia de tanta sensualidad continúe para siempre.