Teresa se encontraba en el sofá de su casa y pensaba a lo que había pasado ese día. La mañana se levantó al sonido de su celular que señalaba un mensaje de Marcelo y ella como soldadito se lanzó a ver de lo que se trataba. El bully quería verla nuevamente.
Con su familia puso la mascara de buena madre y se ofreció para acompañar a sus hijos a la escuela. Primero dejó a Jonás y después a Pedro.
-Adiós mamá.
-Asta más tarde Pedrito.
Vio como su hijo entraba en el edificio y pisó el acelerador, dio una vuelta lenta alrededor de la escuela para encontrarse nuevamente donde primero pero esta vez Marcelo la estaba esperando.
El muchacho vestía con una polera negra, jeans azules viejos y gastados, unos lentes de sol que parecían costosos y en los labios un cigarrillo. Teresa no sabía porque pero verlo así la prendió mucho.
Él la miraba sin moverse y ella entendió. Dio una rápida mirada a su alrededor asegurándose que no hubiera mucha gente y salió de su auto en su lindo vestido negro.
La banda del chico que estaba viendo de lejos a la mujer que el jefe se estaba para follar se puso a hacer ruido como una banda de monos en jaula.
-Puta madre que diosa!
-Si, no lo creía verdad. Como carajo lo logra yo no se.
-Ya viste viejo…te toca pagar.
El viejo conserje escuchó con molestia la voz de los chicos de la banda con los cuales estaba en ese momento; le impedían de gozar de la vista de la madre de Pedro que movía sus magníficas curvas caminando al rededor del auto.
-Esta bien, esta bien, toma! En mis tiempos minas como esa no existían y si existían no se metía con unos mocosos como ese.
-Jajaja, no te pongas envidioso viejo verde que se te explota una vena.
Lucas, el conserje de mala gana pagó la apuesta perdida con los chicos mientras Marcelo lanzó una mirada de orgullo a su banda mientras entraba en el vehículo de la mujer para manejar.
-Buenos días.
Dice Teresa pero el bully no responde; solo pone el cigarrillo entre sus dedos, enciende el motor y pone sus manos en el volante.
-Donde vamos a ir?
Marcelo como para decirle que se quede callada abre su pantalón y deja salir su miembro parcialmente erecto.
Teresa no tarda en mamarlo y saborearlo por completo por todo el viaje mientras el conducía el auto sin importarles de los límites de velocidad o de los semáforos.
Ella sentía su boca llena del vergon de Marcelo y cada 5 minutos se escuchaban las otras autos que se dejaba atrás sonar el clacson a causa de su modo de manejar. Su coño estaba mojadisimo en esa situación. El peligro, la sensación de estar haciendo algo malo y el no saber lo que pasaría después la volvían loca de extinción.
Marcelo paró el auto y empujó la cabeza de Teresa más abajo mientras se corrió en su boca. El miembro del joven le entró asta el fondo de su garganta asfixiándola y haciéndole venir ganas de vomitar. Ella sentía el semen caliente bajar por su garganta mientras las lágrimas arruinaban su maquillaje que con mucho atención había puesto en su cara esa mañana.
Finalmente la dejó ir la cabeza y ella se levantó rápidamente tomando un gran bocado de aire y tosiendo al mismo tiempo.
-Ya llegamos.
-COFF, COFF…QUE?
Teresa por unos instantes había olvidado donde estaba ya que la reciente experiencia la había dejado asustada y confundida. El chico casi la hacia desmayar por la falta de oxígeno; su rudeza y su desconsideración por ella eran algo preocupante pero eso no le impidió que continúe a estar mojada.
Marcelo baja primero y mientras ella se ajustaba como podía, él hace el giro del auto y le abre la puerta como si nada hubiese pasado.
Teresa se encontraba delante de un edificio de dos pisos el cual tenía una grande letrero que decía “Gatita Rosa” con luces al neón y la silueta de una mujer al lado.
-Que es este lugar? Porque estamos aquí?
Pedía nerviosa la mamá de Pedro. El bully no le respondió, solamente le puso un brazo alrededor de su cadera y juntos fueron a la puerta de entrada.
-Estamos aquí para ver a Tulio.
El hombre que estaba delante de la puerta bajó sus lentes de sol para darle una mirada de arriba abajo a Teresa y después de hacer una sonrisa que nada de bueno preanunciaba los dejó entrar.
Las luces del local eran tenues y rosadas, no había mucha gente siendo pleno día, solo unas 6 o 7 personas repartidas en dos mesas jugando a cartas con vasos de alcohol y botellas de cerveza en las manos. Al centro de ese local había una pasarela rodeada por unas cuantas sillas y mesas.
Teresa al ver los dos palos encima de la pasarela apretó el brazo de su acompañador y pidió casi con tono suplicante.
-Porque estamos aquí?
-No te preocupes linda, tu nomas haz lo que te digo.
La situación no era para nada tranquilizante pero sentir el brazo de Marcelo alrededor de su cintura apretarla más fuerte la hico sentir protegida cerca de él. Subieron unas escaleras que daban al segundo piso, caminaron por el pasillo y llegaron delante de una puerta roja con manilla de oro.
Marcelo golpea la puerta dos veces, espera unos dos segundos y entra.
-Que carajo…Marcelo, chico…uff me asustaste jaja.
-Hola Tulio.
El hombre detrás de la grande escribanía estaba nerviosos abrochándose el pantalón mientras una chica de pie a su lado se ajustaba su polera.
-Que te parece viejo?
Tulio examina atentamente Teresa y se rasca su barba como si estuviera pensando.
-Uff…Chico, tu si que sabes como elegirlas.
-Entonces?
-Si, se puede hacer…200, 300 cada vez.
Teresa se asustó al escuchar lo que ese hombre decía pero primero que lograse decir algo Marcelo habló.
-Linda…déjanos un momento solos.
Le indica la puerta. “En qué diablos me he metido? Esto no puede ser posible. Teresa eres una estúpida!” Teresa esperaba afuera de la puerta roja llena de miedo por lo que pensaba pasaría. Que podía hacer? Escapar no era una opción ya que el bully podía encontrarla cuando quería o peor contar todo a su familia.
Ella no lograba capacitarse de lo que pasaba. Marcelo parecía quererla vender como si fuese un objeto o un animal. Los pensamientos pasaban rápido por la cabeza de la mujer, su corazón latía a mil y sus piernas no paraban de temblar. Apenas logró imaginarse a sí misma a la merced de pervertidos que el chico abrió la puerta.
-Ven conmigo linda.
-Marcelo...por favor, no me hagas esto, no puedo hacer esto, yo…
-Ya para de ladrar perra!
-…
-Escúchame bien…Ahora mi amiga te acompañará a un lugar para que te cambies y después lo único que quiero que hagas es que bailes.
-Baile?
-Si, quiero que bailes por mi, Tulio y unos amigos nuestros.
-No entiendo Marcelo…yo creía…
-Lo se que creías pero hoy será diferente. No te preocupes yo estaré ahí cerca para gozar de él espectáculo. No me decepciones linda.
Dicho eso Marcelo la lleva cerca de el y la besa como nunca lo había echo primero. Teresa se deja llevar por ese beso asta que nuevamente su coño comienza a mojarse.
-Vamos?
Pide la chica que primero estaba con Tulio.
-Pórtate bien y te daré un regalito.
Marcelo la despide dándole golpe en sus nalgas y la ve alejarse en compañía de Ofelia. Ella le explica a Teresa lo que tenía que hacer y rápidamente le da una repasada de maquillaje. Teniéndola ahí de cerca Teresa puede ver bien la cara de la chica. Debía tener unos 25 años, rubia, ojos azules, piel clara y limpia con acento ruso. Ofelia era un poco más alta que ella y más flaca pero con unas buenas curvas que resaltaban dentro de su ropa tan osada. Solo sus ojos tenían un defecto, parecían cansados; tristes como si fuese alguien con un pasado que quiere olvidar el pasado.
-Ya esta. Ahora apúrate y ponte linda…bueno, más linda jeje.
La ropa que le dio Ofelia no era algo que ella hubiera pensado nunca de ponerse. Era un corpiño y una falda de cuero brillante, muy apretados y acompañados por unos altos tacos rojos. Parecía una verdadera puta.
Teresa estaba nerviosa, muy nerviosa; como si fuera el primer día de escuela o como si estuviera para dar un examen. Ofelia se dio cuenta de eso y sacó de un cajón una botellita de vodka casi vacía.
-Toma.
Consciente que necesitaba toda la ayuda posible, Teresa dio un grande sorbo para después regresarlo a la chica mientras tosía. Ofelia la miraba para hacerle entender que quería que la terminase toda.
Para la madre de Pedro la vodka era algo nuevo; asta ese momento solo había tomando vino y cerveza así que era normal que comenzara a sentir el efecto casi de inmediato.
Ofelia la llevo a un pasillo oscuro que daba a la pasarela y con un gesto final de amistad la abrazó y le dio un beso en su mejilla, cerca de sus labios.
-Buena suerte.
Mientras caminaba en el pasillo con esos tacos altos se recordó que Ofelia estaba en la oficina de Tulio dándole seguramente una mamada con la misma boca que recién la besó. Eso le hizo recordar de todo lo que había pasado en su vida. Nació en una buena familia de altos valores, creció como buena hija y estudiante modelo, se casó y tuvo hijos con un hombre dulce y maravilloso…fue una mujer, esposa y madre perfecta asta que llegó Marcelo. Marcelo la obligó a hacer eso. La introdujo al adulterio, a la droga y a un mundo de placer que no creía posible.
-Que estas haciendo Teresa? Esta no eres tu.
Dijo a si misma. Después se escuchó la voz de Tulio al micrófono que saludaba a sus “amigos” en el público y comenzaba su presentación.
Teresa pensaba a su amado esposo que trabajaba duramente para darle una buena vida, a su hijo Jonás que siempre estaba lleno de felicidad y a su hijo Pedrito, que por tanto tiempo fue atormentado por el bastardo de Marcelo y que ahora tenía a su madre en su completo control. Más pensaba a eso y más su extinción aumentaba. Una mujer casada, una madre tan ejemplar como ella ahora estaba para exhibirse para el placer de unos pervertidos que nunca había visto.
Las luces al final del pasillo cambiaron color y se volvieron rojas. Era el momento de dar espectáculo.
Continúa…
Con su familia puso la mascara de buena madre y se ofreció para acompañar a sus hijos a la escuela. Primero dejó a Jonás y después a Pedro.
-Adiós mamá.
-Asta más tarde Pedrito.
Vio como su hijo entraba en el edificio y pisó el acelerador, dio una vuelta lenta alrededor de la escuela para encontrarse nuevamente donde primero pero esta vez Marcelo la estaba esperando.
El muchacho vestía con una polera negra, jeans azules viejos y gastados, unos lentes de sol que parecían costosos y en los labios un cigarrillo. Teresa no sabía porque pero verlo así la prendió mucho.
Él la miraba sin moverse y ella entendió. Dio una rápida mirada a su alrededor asegurándose que no hubiera mucha gente y salió de su auto en su lindo vestido negro.
La banda del chico que estaba viendo de lejos a la mujer que el jefe se estaba para follar se puso a hacer ruido como una banda de monos en jaula.
-Puta madre que diosa!
-Si, no lo creía verdad. Como carajo lo logra yo no se.
-Ya viste viejo…te toca pagar.
El viejo conserje escuchó con molestia la voz de los chicos de la banda con los cuales estaba en ese momento; le impedían de gozar de la vista de la madre de Pedro que movía sus magníficas curvas caminando al rededor del auto.
-Esta bien, esta bien, toma! En mis tiempos minas como esa no existían y si existían no se metía con unos mocosos como ese.
-Jajaja, no te pongas envidioso viejo verde que se te explota una vena.
Lucas, el conserje de mala gana pagó la apuesta perdida con los chicos mientras Marcelo lanzó una mirada de orgullo a su banda mientras entraba en el vehículo de la mujer para manejar.
-Buenos días.
Dice Teresa pero el bully no responde; solo pone el cigarrillo entre sus dedos, enciende el motor y pone sus manos en el volante.
-Donde vamos a ir?
Marcelo como para decirle que se quede callada abre su pantalón y deja salir su miembro parcialmente erecto.
Teresa no tarda en mamarlo y saborearlo por completo por todo el viaje mientras el conducía el auto sin importarles de los límites de velocidad o de los semáforos.
Ella sentía su boca llena del vergon de Marcelo y cada 5 minutos se escuchaban las otras autos que se dejaba atrás sonar el clacson a causa de su modo de manejar. Su coño estaba mojadisimo en esa situación. El peligro, la sensación de estar haciendo algo malo y el no saber lo que pasaría después la volvían loca de extinción.
Marcelo paró el auto y empujó la cabeza de Teresa más abajo mientras se corrió en su boca. El miembro del joven le entró asta el fondo de su garganta asfixiándola y haciéndole venir ganas de vomitar. Ella sentía el semen caliente bajar por su garganta mientras las lágrimas arruinaban su maquillaje que con mucho atención había puesto en su cara esa mañana.
Finalmente la dejó ir la cabeza y ella se levantó rápidamente tomando un gran bocado de aire y tosiendo al mismo tiempo.
-Ya llegamos.
-COFF, COFF…QUE?
Teresa por unos instantes había olvidado donde estaba ya que la reciente experiencia la había dejado asustada y confundida. El chico casi la hacia desmayar por la falta de oxígeno; su rudeza y su desconsideración por ella eran algo preocupante pero eso no le impidió que continúe a estar mojada.
Marcelo baja primero y mientras ella se ajustaba como podía, él hace el giro del auto y le abre la puerta como si nada hubiese pasado.
Teresa se encontraba delante de un edificio de dos pisos el cual tenía una grande letrero que decía “Gatita Rosa” con luces al neón y la silueta de una mujer al lado.
-Que es este lugar? Porque estamos aquí?
Pedía nerviosa la mamá de Pedro. El bully no le respondió, solamente le puso un brazo alrededor de su cadera y juntos fueron a la puerta de entrada.
-Estamos aquí para ver a Tulio.
El hombre que estaba delante de la puerta bajó sus lentes de sol para darle una mirada de arriba abajo a Teresa y después de hacer una sonrisa que nada de bueno preanunciaba los dejó entrar.
Las luces del local eran tenues y rosadas, no había mucha gente siendo pleno día, solo unas 6 o 7 personas repartidas en dos mesas jugando a cartas con vasos de alcohol y botellas de cerveza en las manos. Al centro de ese local había una pasarela rodeada por unas cuantas sillas y mesas.
Teresa al ver los dos palos encima de la pasarela apretó el brazo de su acompañador y pidió casi con tono suplicante.
-Porque estamos aquí?
-No te preocupes linda, tu nomas haz lo que te digo.
La situación no era para nada tranquilizante pero sentir el brazo de Marcelo alrededor de su cintura apretarla más fuerte la hico sentir protegida cerca de él. Subieron unas escaleras que daban al segundo piso, caminaron por el pasillo y llegaron delante de una puerta roja con manilla de oro.
Marcelo golpea la puerta dos veces, espera unos dos segundos y entra.
-Que carajo…Marcelo, chico…uff me asustaste jaja.
-Hola Tulio.
El hombre detrás de la grande escribanía estaba nerviosos abrochándose el pantalón mientras una chica de pie a su lado se ajustaba su polera.
-Que te parece viejo?
Tulio examina atentamente Teresa y se rasca su barba como si estuviera pensando.
-Uff…Chico, tu si que sabes como elegirlas.
-Entonces?
-Si, se puede hacer…200, 300 cada vez.
Teresa se asustó al escuchar lo que ese hombre decía pero primero que lograse decir algo Marcelo habló.
-Linda…déjanos un momento solos.
Le indica la puerta. “En qué diablos me he metido? Esto no puede ser posible. Teresa eres una estúpida!” Teresa esperaba afuera de la puerta roja llena de miedo por lo que pensaba pasaría. Que podía hacer? Escapar no era una opción ya que el bully podía encontrarla cuando quería o peor contar todo a su familia.
Ella no lograba capacitarse de lo que pasaba. Marcelo parecía quererla vender como si fuese un objeto o un animal. Los pensamientos pasaban rápido por la cabeza de la mujer, su corazón latía a mil y sus piernas no paraban de temblar. Apenas logró imaginarse a sí misma a la merced de pervertidos que el chico abrió la puerta.
-Ven conmigo linda.
-Marcelo...por favor, no me hagas esto, no puedo hacer esto, yo…
-Ya para de ladrar perra!
-…
-Escúchame bien…Ahora mi amiga te acompañará a un lugar para que te cambies y después lo único que quiero que hagas es que bailes.
-Baile?
-Si, quiero que bailes por mi, Tulio y unos amigos nuestros.
-No entiendo Marcelo…yo creía…
-Lo se que creías pero hoy será diferente. No te preocupes yo estaré ahí cerca para gozar de él espectáculo. No me decepciones linda.
Dicho eso Marcelo la lleva cerca de el y la besa como nunca lo había echo primero. Teresa se deja llevar por ese beso asta que nuevamente su coño comienza a mojarse.
-Vamos?
Pide la chica que primero estaba con Tulio.
-Pórtate bien y te daré un regalito.
Marcelo la despide dándole golpe en sus nalgas y la ve alejarse en compañía de Ofelia. Ella le explica a Teresa lo que tenía que hacer y rápidamente le da una repasada de maquillaje. Teniéndola ahí de cerca Teresa puede ver bien la cara de la chica. Debía tener unos 25 años, rubia, ojos azules, piel clara y limpia con acento ruso. Ofelia era un poco más alta que ella y más flaca pero con unas buenas curvas que resaltaban dentro de su ropa tan osada. Solo sus ojos tenían un defecto, parecían cansados; tristes como si fuese alguien con un pasado que quiere olvidar el pasado.
-Ya esta. Ahora apúrate y ponte linda…bueno, más linda jeje.
La ropa que le dio Ofelia no era algo que ella hubiera pensado nunca de ponerse. Era un corpiño y una falda de cuero brillante, muy apretados y acompañados por unos altos tacos rojos. Parecía una verdadera puta.
Teresa estaba nerviosa, muy nerviosa; como si fuera el primer día de escuela o como si estuviera para dar un examen. Ofelia se dio cuenta de eso y sacó de un cajón una botellita de vodka casi vacía.
-Toma.
Consciente que necesitaba toda la ayuda posible, Teresa dio un grande sorbo para después regresarlo a la chica mientras tosía. Ofelia la miraba para hacerle entender que quería que la terminase toda.
Para la madre de Pedro la vodka era algo nuevo; asta ese momento solo había tomando vino y cerveza así que era normal que comenzara a sentir el efecto casi de inmediato.
Ofelia la llevo a un pasillo oscuro que daba a la pasarela y con un gesto final de amistad la abrazó y le dio un beso en su mejilla, cerca de sus labios.
-Buena suerte.
Mientras caminaba en el pasillo con esos tacos altos se recordó que Ofelia estaba en la oficina de Tulio dándole seguramente una mamada con la misma boca que recién la besó. Eso le hizo recordar de todo lo que había pasado en su vida. Nació en una buena familia de altos valores, creció como buena hija y estudiante modelo, se casó y tuvo hijos con un hombre dulce y maravilloso…fue una mujer, esposa y madre perfecta asta que llegó Marcelo. Marcelo la obligó a hacer eso. La introdujo al adulterio, a la droga y a un mundo de placer que no creía posible.
-Que estas haciendo Teresa? Esta no eres tu.
Dijo a si misma. Después se escuchó la voz de Tulio al micrófono que saludaba a sus “amigos” en el público y comenzaba su presentación.
Teresa pensaba a su amado esposo que trabajaba duramente para darle una buena vida, a su hijo Jonás que siempre estaba lleno de felicidad y a su hijo Pedrito, que por tanto tiempo fue atormentado por el bastardo de Marcelo y que ahora tenía a su madre en su completo control. Más pensaba a eso y más su extinción aumentaba. Una mujer casada, una madre tan ejemplar como ella ahora estaba para exhibirse para el placer de unos pervertidos que nunca había visto.
Las luces al final del pasillo cambiaron color y se volvieron rojas. Era el momento de dar espectáculo.
Continúa…
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