La amiga de mi hermana - Capítulo 5

Metí el coche en el patio esperando lo peor. Mi mente repasaba lo que hicimos la noche pasada. Estaba casi seguro de que no habíamos dejado nada que delatara todo lo que paso. El alcohol sí, pero por eso no nos dirían nada nuestros padres. Al entrar, la casa estaba llena del agradable olor a comida y el sonido de la televisión. Mi padre estaba sentado en el sofá. Le salude y el solo levanto la mano como respuesta. Fui para la cocina y allí estaba mi madre cocinando.

- Buenos días. Me saludo al verme y me dio dos besos.
- Buenos días. ¿Qué hacéis aquí? ¿No teníais trabajo?
- Sí, pero hemos conseguido unos días libres antes de que nos tengamos que ir de nuevo de viaje.
- Ahmm. - dije mientras me sentaba al borde de la mesa de la cocina.
- ¿Cómo esta tu hermana?
- Mejor. Le ha sentado bien venir aquí y desconectar un poco. ¿Cuándo os vais de viaje?
- Me alegro. Mañana por la noche sale el vuelo.
- Llevad cuidado.
- Muchas gracias, cariño.

Me metí a la habitación, cogí un par de toallas y salí de nuevo hacia el patio. Como supuse, mi hermana y Sandra aún estaban allí, con sus diminutos bikinis y los pareos transparentes que poco hacían por ocultar sus figuras. Me acerqué a ellas y les extendí las toallas, las que habíamos llevado a la playa estaban llenas de arena.

- Gracias. - me dijo Sandra con media sonrisa y mirando aun hacia dentro de la casa.
- ¿Están los dos aquí? - me pregunto mi hermana.
- Sí, al parecer se van a quedar hasta mañana y se vuelven a ir de viaje.
- Fenomenal. - dijo irónicamente. - Se acabo la diversión.
- Vamos, no seas así. Aun podemos ir a la playa y todo eso.
- Con el par de halcones encima de nuestro hombro.
- Bueno, al menos no se han enterado de la fiesta de ayer. - dije con una sonrisa en la cara.

Mi hermana puso los ojos en blanco y, echándose la toalla por encima de los hombros, se dirigió a la casa. Sandra, que al parecer si le había hecho gracia, la siguió riéndose. El resto del día paso sin incidentes. Comimos con mis padres y luego decidieron que pasaríamos la tarde en la playa, un plan del que no pudimos escaparnos. Al final, coincidiendo con mi hermana en que se había acabado la fiesta, así que los tres pactamos volver esa tarde al pueblo. Se lo dijimos a nuestros padres con la excusa de que yo tenía otro partido con mis amigos. Ni siquiera insistieron en que nos quedáramos y para las ocho de la tarde ya estábamos en la carretera de nuevo.

Durante el camino de vuelta iban hablando entre ellas, casi como en el viaje de ida. Casi, porque Sandra se colocó entre los asientos delanteros con la excusa de hablar mejor con ella mientras iba metiéndome mano a mí. Mas de una vez tuve que darle con el codo para que me dejara algo de espacio para poder cambiar de marchas.

- Déjalo anda, que nos vamos a matar. - le recrimino Sara en una de esas veces.
- Venga, si es solo por agradecerle un poco por el viaje.
- Para ya y ponte el cinturón, que como nos estrellemos vas a salir volando por el parabrisas.
- Que aguafiestas. - le respondió sacándole la lengua.

Se calmo un poco tras esto, pero a los cinco minutos ya la tenía tocándome otra vez. A mí me tenía caliente con tanto juego y, por suerte, no tuvimos ningún accidente. Al llegar a su casa, me baje a ayudarle con la maleta que tenía en el maletero. Al bajarla me dio un beso con lengua a la vez de que me agarro la polla por encima del pantalón.

- Para que te acuerdes de mi en el camino a casa. - me susurro al oído.

Se fue hacia la ventanilla de mi hermana mientras yo me volvía a meter al coche. Mi hermana me miro y mi cara lo decía todo.

- Adiós guapo. No aprovechéis demasiado de la casa vacía e invitarme si vais a montar alguna fiesta. - Se despidió Sandra de nosotros guiñándonos un ojo de manera cómplice.

Mi hermana se ruborizo ante estas palabras y no le respondió. De hecho, ni hablo en lo que nos quedaba de camino. Cuando llegamos a casa, descargamos el coche y ella se encerró en su habitación. Ni siquiera la oferta de salir a cenar fuera consiguió que saliera de ella. Por la noche me llego un WhatsApp de Sandra:

Sandra: “Tan agota has dejado a tu hermana que ni ve los wasaps?”

Yo: “Que va. No hemos hecho nada.”

Sandra: “Ya claro. Con el calentón que llevabas vas a dejar pasar la oportunidad de volver a liarte con ella.”

Yo: “Es que no ha habido oportunidad.”

Yo: “En cuanto hemos llegado se ha metido a su habitación y no ha querido salir”

Yo: “Ni diciéndole de salir a cenar por ahí.”

Sandra: “Emoticono de carita pensando.”

Sandra: “Puede que se esté arrepintiendo de lo que ha pasado.”

Sandra: “A ver si mañana hablo con ella.”

Sandra: “Ahora que la habíamos animado.”

Yo: “Ya. No me apetece nada volver a verla deprimida.”

Sandra: “Descuida, ya me encargo yo.”

Sandra: “Toma, para que te bajes un poco el calentón de antes.” “Emoticono guiñando un ojo y sacando la lengua.”

Tras ese último mensaje me llego una foto de ella tumbada en la cama solo con un tanga y agarrándose una teta mientras se lamia el pezón. Al abrir la imagen se me puso dura al instante. Enseguida me llego una segunda foto, esta vez apartando el tanga y abriéndose con los dedos el coño para la cámara. 
 
Me quite toda la ropa y me heche lubricante en la mano embadurnando toda mi polla con él. Cogí el móvil, me tumbé en la cama y me hice una foto sujetándola por la base. En la foto estaba enorme, parecía aún más grande de lo que era. Le envié la foto a Sandra, junto a un emoticono de un beso. La única respuesta que obtuve fue el emoticono de la carita de una diablesa. Volví a abrir la foto en la que se estaba lamiendo el pezón y me terminé la paja a su salud.






Al día siguiente me levante tarde, a las once de la mañana, y mi hermana ya no estaba en casa. Supuse que habría salido con Sandra y lo tome como algo bueno, al menos no había vuelto a la fase de quedarse encerrada. Aproveche el día y quede con algunos amigos para tomar algo y ponernos al día. Cuando volví a casa, por la tarde, la puerta de la habitación de mi hermana estaba cerrada, por lo que ya había vuelto. Que tuviera la puerta cerrada no es algo inusual, los dos siempre la tenemos así.

Por la noche, toque a su puerta para preguntarle si quería algo en especial para cenar. No me respondió, pero oí unos leves sollozos viniendo del otro lado. Lentamente, abrí la puerta y me encontré la habitación completamente a oscuras y mi hermana acostada en la cama, abrazando la almohada y llorando casi en posición fetal.


- Hey. ¿Qué ha pasado? - le pregunte mientras me sentaba en la cama y le ponía una mano en el hombro.

Mi hermana se giró hacia mí al sentir el contacto, mirándome con una cara de extrañeza. Posiblemente ni me hubiera oído cuando le había llamado desde la puerta. Se incorporo y se abalanzo sobre mi abrazándome. Hundió la cara en mi hombro y siguió llorando. La envolví entre mis abrazos, dándole pequeñas palmadas en la espalda y acariciándole la cabeza. Al cabo de un rato, cuando se calmó lo suficiente, se separó de mí, quedando sentada sobre sus talones en la cama.

- ¿Qué ha pasado? - volví a preguntarle.
- He discutido otra vez con Joaquín.
- ¿Otra vez estas llorando por él?
- Esta mañana, cuando me he despertado tenía un mensaje de él. Que quería hablar y solucionar las cosas. Así que he quedado con él. Al principio iba todo bien, se estaba disculpando, jurando que había sido solo una vez y que no volvería a pasar, pero entonces le ha sonado el móvil y al mirarlo se ha quedado blanco.
 
Mi hermana se interrumpió para secarse las lágrimas que empezaban a brotar en sus ojos antes de continuar.

- Sandra le ha enviado las fotos que tomo la otra noche. Ya sabes... Cuando... tuvimos aquella pequeña fiesta... - dijo bajando la vista y enrojeciendo un poco.
- Le tenía que haber dicho que las borrara.
- Sí, pero bueno, ya no se puede hacer nada. Tras verlas, ha perdido los papeles y me ha puesto de puta para arriba en medio del bar.
- ¿Te ha pegado?
- No, cuando se ha puesto así le han dicho que iban a llamar a la policía y se ha largado.
- Lo siento mucho. ¿Quieres algo, o necesitas algo? Hay helado en el congelador.
- No. Solo... - dijo callándose a mitad de frase.
- ¿Sí?
- ¿Te... ¿Te puedes quedar un rato aquí conmigo? - Dijo mirándome con unos ojitos a los que no podía negarme.
- Por supuesto.

Poniendo la almohada bien en la cama, me acosté a su lado y encendí la televisión, dejándola con el volumen bajado, más por tenerla de fondo que por ver algo de verdad. Mi hermana se recostó casi sobre mí, pasando su pierna izquierda sobre la mía, abrazándome y apoyando su cabeza en mi pecho. Estaba temblando y sollozando un poco. Al cabo de un rato de estar así, mi hermana ya se había calmado un poco. Su respiración se había ralentizado y, en ese momento, creía que se había quedado dormida.

Me hice hacia delante para comprobarlo y, casi al mismo tiempo, mi hermana levanto la cabeza. Nos quedamos mirando el uno al otro y, sin decir nada, nos juntamos en un tímido beso al principio que fue ganando pasión y ganas poco a poco. Cuando nos separamos, abrí la boca para hablar, pero mi hermana me puso un dedo en los labios.

- Shhh. No digas nada. Solo dejémonos llevar.

Mi hermana se levantó y se puso a horcajadas sobre mí, yo me hice hacia arriba, quedándome más erguido y con la espalda apoyada en la pared. Nos volvimos a juntar en otro beso, más apasionado que el de antes. Mis manos fueron a su culo, el cual pude tocar por entero gracias a la falda y el tanga que llevaba mi hermana. Ella mientras estaba con una mano sujetando mi cabeza por el pelo, deslizo la otra entre sus piernas hasta tocar mi paquete por encima del pantalón corto de pijama que llevaba yo.

Mi polla comenzó a reaccionar a sus toqueteos y ya iba pidiendo el ser liberada. Mi hermana deshizo el nudo del pantalón y consiguió bajarlo lo justo y suficiente como para sacar mi polla y empezar a acariciármela lentamente. Yo subí una mano metiéndola por debajo de su camiseta hasta llegar al aro de su sujetador. Fui hacia la espalda, buscando el broche para deshacerme de tan molesta prenda, pero con solo una mano me fue imposible de soltarlo. Tuvimos que parar de besarnos para que ella, entre risas por mi fracaso, se quitara la camiseta y el sujetador. Yo aproveché y me deshice de mis pantalones, quedándome desnudo de cintura para abajo mientras que mi hermana lo estaba de cintura para arriba.

Volvió a ponerse encima de mí y, mientras nos uníamos en otro beso, comenzó a rozarse sobre mi polla, aun con el tanga de por medio. Mis manos fueron a sus tetas, amasándolas y pellizcando los pezones que tenía completamente duros. Los movimientos de su cadera se hacían cada vez más agresivos y llego un momento en que se separó de mi boca tirando la cabeza atrás y soltando un largo gemido. Aproveche el momento para abrazarla por la espalda y traerla hacia mí, metiéndome un pezón en la boca y lamiéndole las tetas.

Mi hermana se levantó un poco, lo justo para poder apartar el tanga empapado de su coño y orientar la cabeza de mi polla hacia su interior.


- ¿Estás segura...?

Mirándome a los ojos, mi hermana comenzó a bajar lentamente, clavándose poco a poco mi polla dentro de ella. Al pasar la cabeza, comenzó a gemir de nuevo entrecerrando los ojos, pero siguió bajando hasta que nuestras caderas se juntaron. Se quedo quieta y sentí como las paredes de su coño me apretaban fuertemente. Cerro completamente los ojos y tiro la cabeza hacia atrás abriendo la boca como si fuera a gemir, pero sin soltar ningún tipo de sonido. Al final, un gemido grave fue haciendo acto de presencia, como si se estuviera gestando en lo más profundo de su garganta y saliera poco a poco. Conforme el gemido iba ganando volumen, los espasmos que me apretaban la polla se iban haciendo cada vez más fuertes y, entre espasmos y ligeras convulsiones, se corrió sobre mí.

Cuando las convulsiones por el orgasmo cedieron, mi hermana me miro con una ligera sonrisa en la cara y nos volvimos a fundir en un beso. Lentamente, mi hermana subió la cadera hasta casi sacarse mi polla por completo y volvió a dejarse caer con ímpetu. Siguió repitiendo esto cada vez más rápido mientras nuestras lenguas se encontraban en una húmeda danza. Ella corto el beso y se echó sobre mi sin bajar la intensidad de la follada. Con su cabeza sobre mi hombro, comenzó a gemirme en la oreja, con la que empezó a jugar lamiéndola y mordiéndola.

Cuando sentí que empezaba a cansarse y a disminuir la velocidad, la sujeté por las caderas, levantándola para dejarme algo de espacio para maniobrar. Comencé a penetrarla rápidamente y tan fuerte como podía. Sentí unos pequeños calambres en mis huevos, estaba a punto de correrme, por lo que la sujeté entre mis brazos y, girando sobre mí mismo, tendí a mi hermana sobre la cama quedándome yo encima de ella en la postura del misionero.

- Dios, tenía muchas ganas de que esto pasara.
- Yo también, hermanito.

Volví a besarla, aprovechando para descansar un poco y no correrme tan rápido, y enseguida reanudé la follada. Ella subió las piernas, agarrándose los pies con las manos, para darme más espacio. Sus tetas quedaron apretadas entre sus muslos dándome una vista magnifica. Me agarre a una de ella, pellizcándole el pezón y arrancándole más gemidos a mi hermana. Teníamos suerte de que la casa estuviera vacía y no compartiéramos ninguna pared con los vecinos, porque estábamos montando tremendo escandalo entre sus gemidos y los húmedos sonidos de nuestras caderas chocando entre sí.

Busque sus ojos con mi mirada y los tenía abiertos, clavados en mí. La cara entre gemidos, completamente roja, pero con los ojos abiertos y sin apartarlos de los míos. Y pensar que hace unos días, ambos teníamos nuestras reservas incluso con vernos desnudos y ahora estábamos follando sin intentar impedirlo siquiera. En parte, quise culpar a Sandra por habernos empujado a esto, pero en ese momento no haría otra cosa más que darle las gracias.

- Me voy a correr. - le avisé cuando sentí que estaba cerca del orgasmo.
- Aguanta. Aguanta un poco. Estoy muy cerca.

Intentando aguantar lo máximo posible seguí con la follada mientras volvía a darle otro beso. Las sensaciones eran cada vez más intensas y no podía retrasarlo más.

- ¡Me corro!


Cuando iba a sacarla para no correrme dentro, mi hermana rodeo mi cintura con sus piernas y provoco que la clavara profundamente.

-Dentro. Córrete dentro. - dijo entre jadeos.

Al oír esas palabras, me dejé llevar y comencé a disparar potentes chorros de semen dentro de mi hermana. Tan intensa fue la corrida que hasta se me nublo un poco la vista.

- Sí. Dios. ¡Sí! ¡Me corro! - termino gritando mi hermana entre gemidos y jadeos.

Con su orgasmo, comenzó de nuevo a apretarme la polla en su interior, como si quisiera ordeñarla y asegurarse de que ni una gota de semen se quedaba en mis pelotas. Cuando los efectos de su orgasmo iban remitiendo, por fin libero su presa hacia mí. Yo me deje caer hacia el lado, quedando acostado al lado de ella. Mi hermana se giró hacia mí y volvió a pasar una mano y una pierna sobre mí, quedando con la cabeza recostada en mi pecho.

- Muchas gracias. Susurro mi hermana tras un rato de silencio, tan bajo que me costó oírlo.
- No tienes por qué darlas, ha sido un placer también para mí.
- No me refiero solo a esto. Por todo. Por estar ahí e intentar animarme con toda la movida de Joaquín.
- No hay de que. - le respondí estrechándola un poco más entre mis brazos.
- ¿Puedes quedarte esta noche aquí conmigo?
- Sí, por supuesto.

Deshicimos la cama y, quedando completamente desnudos, volvimos a colocarnos en la misma posición que teníamos, nos echamos las sábanas por encima y nos quedamos en silencio, disfrutando del calor y la compañía del otro, hasta que el sueño nos venció.


Al día siguiente, al despertar, me costó unos segundos reconocer la habitación que me rodeaba. Recordé todo lo que había pasado la noche anterior y me giré para ver a mi hermana, pero estaba solo en la cama. Era algo tarde, aunque temprano para alguien que no tiene nada que hacer en el día, las diez y diez de la mañana. Me levanté y vi que mi ropa no estaba por ningún lado. Fui a mi habitación a vestirme con unos pantalones cortos solamente, hacia algo de calor esa mañana.

Oí unos ruidos en la cocina, que supuse que sería mi hermana, y me encaminé hacia allí. Al entrar a la cocina me quede de piedra. Mi hermana estaba lavando algo en el fregadero, pero solo llevaba un pequeño tanga negro y un sujetador deportivo de Calvin Klein que no hacia otra cosa más que apretar y levantar sus generosas tetas. Estaba con unos auriculares inalámbricos y moviendo el culo de lado a lado al compás de la música que estaba escuchando. Embobado con esa vista, mi polla reacciono al instante endureciéndose y marcándose en mis pantalones. Mi hermana debió verme por el rabillo del ojo, pues se giró quitándose un auricular mientras terminaba de fregar.

- Buenos días. ¿Has dormido bien?
- Mejor que bien. - le respondí, sin poder apartar la vista de sus tetas.
- Me alegro. Voy a salir con Sandra, no me esperes para comer ni, posiblemente, cenar.

Al pasar a mi lado, mientras se dirigía a su habitación para vestirse, se dio cuenta de mi erección y, pasando una mano por todo mi paquete, me dijo:

- ¿Ya estas así? Encárgate de eso, no vayas a sacarle un ojo a alguien.


Antes siquiera de que pudiera responderle, salió de la cocina con una ligera risa por su ocurrencia. Aun atónito con la situación, busque algo para desayunar. Al poco, vi pasar a mi hermana vestida con un vestido verde que le hacia un muy buen escote y le quedaba a medio muslo. El resto del día paso sin nada que destacar. Mis amigos estaban ocupados, por lo que pase el día con el ordenador, jugando y viendo alguna serie. Pensé en hacerle caso a mi hermana y masturbarme, pero quizá esta noche había alguna posibilidad de que pasara algo más entre nosotros, por lo que decidí reservarme.

Por la noche, tras cenar, me llego un WhatsApp de Sandra, que abrí al instante en cuanto vi la notificación.

Sandra: “Serás perro.”

Sandra: “Te follas a tu hermana y no me dices nada.”

Sandra: “Ya te vale.”

Sandra: “Encima de que te la dejo en bandeja.”

Yo: “Que querías que te dijera?”

Sandra: “Al menos haberme invitado.”

Sandra: “Emoticono de cara guiñando un ojo y sacando la lengua.”

Yo: “Surgió en el momento.”

Yo: “No tuve tiempo de mandar invitaciones.”

Sandra: “Emoticono llorando de la risa.”

Sandra: “No te preocupes.”

Sandra: “Hoy vas a enmendar tu error.”

Sandra: “Date una ducha y estate preparado para cuando lleguemos a casa.”

Sandra: “Emoticono de cara de diablo.”

Yo: “Ya me imaginaba algo así.”

Yo: “No me he pajeado en todo el día.”

Sandra: “Así me gusta.”

Sandra: “Que vayas bien cargado.”

Sandra: “Come algo de piña. Emoticono de cara guiñando un ojo y sacando la lengua.”

Con esto, Sandra se desconectó y me dejo pensando en que iba a pasar esa noche. La idea de follarme a las dos a la vez me estaba volviendo loco.
 
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2 comentarios - La amiga de mi hermana - Capítulo 5

EDAG24
Cuando La otra parte. Me quedé picado