¿Y si siempre te toca a vos?

¿Y si siempre te toca a vos?

Esto pasó una vez que me contactó por Tinder un chico curioso que quería sacarse las ganas de chupársela a una trans, y ver qué pasaba a partir de ahí. Le contesté que sí, ¿por qué no? Me preguntó si me pintaba juntarnos a tomar una cerveza o dos, y quedamos para vernos en un bar del centro. No soy particularmente delicada, así que cualquier cerveza por mí está bien. Pedimos dos pintas de IPA para tomar mientras charlábamos de esto y de aquello, y para la tercera ya nos estábamos riendo de cualquier pavada, una clara señal de que ya iba siendo hora de ir a algún lugar más privado. Me dijo que tenía la casa sola, y como no vivía demasiado lejos no valía la pena ir a un hotel. Ni bien llegamos a su departamento, sacó otra botella para compartir y un porro que tenía ya armado en la mesa del comedor.

Me senté al borde del sofá para fumarlo con él, y así como se lo sacó de entre los labios, pegué mi boca a la suya para que pudiera pasarme el humo. Mientras con una mano fumaba una seca, con la otra iba desabrochando los botones y el cierre de sus jeans.

—Qué linda pija tenés —le dije, mientras le bajaba los pantalones.

No perdí un segundo y bajé a chupársela enseguida, mojándosela bien con mi saliva para poder pajearlo después. Lo escuché gemir mientras su verga soltaba unas gotitas de líquido preseminal directo al interior de mi boca. Conseguí metérmela más allá de lo que normalmente aguanta mi reflejo de arcadas y así seguí durante varios minutos, buscando ver si podía tragármela toda hasta la garganta. Era bastante grande y me hizo atragantar un par de veces, pero finalmente llegué a devorársela por completo a intervalos de 10 a 15 segundos. Probablemente por la calentura del momento, llegó a parecerme el manjar más delicioso que había probado en mucho tiempo, y después de un buen rato acabó varios chorros de leche caliente y espesa. Me la tragué toda, salada y exquisita. Volví a incorporarme en el sofá, prendí lo que quedaba del porro, tomé un trago de birra directo del pico y fumé una buena seca.

Nos relajamos un rato mientras él recuperaba las fuerzas, y entonces me preguntó: ¿mesa o pared? Me decidí por la pared, y sin darme tiempo a nada me empujó contra la que estaba junto al sofá y me bajó los pantalones. Se escupió en la mano, me embadurnó bien el agujero (aprovechando para manosearme las nalgas a lo bestia en el proceso) y empezó a meterme la pija de a poco. Lo sentí penetrar mi culito centímetro a centímetro, y por un momento hasta me pareció que no iba terminar más. Consiguió meterla toda después de un par de bombeos, y entonces le pedí que me cogiera como si me odiara...

Mi cuerpo ya convulsionaba al minuto de estar recibiendo semejante cogida. Estaba que temblaba como una hoja, mientras mi propia verga llegaba a la conclusión de que hoy el agujero era yo, y se achicaba hasta volverse poco más que una pasa de uva. Me cogió durante unos quince minutos como si estuviéramos en el Titanic a punto de hundirse. Entonces me la sacó y me llevó hasta la mesa, donde me inclinó y me cogió despacio durante los próximos cinco minutos, más o menos. Volví a orgasmear, y acabé sin siquiera darme cuenta de que mi verga estaba ahí - nomás eyaculé un par de chorros directo al piso, como quien no quiere la cosa.

Sentí como su pija se ponía cada vez más dura adentro de mi culo, que a estas alturas estaba tan bien lubricado que podría habérmelo cogido durante otra hora... pero de repente se dejó caer encima mío y se vació en mi interior, embestida tras embestida, me llenó el culo de leche. Cuando ya no tuvo más para darme, me la sacó y se volvió a sentar en el sofá.

—Qué buena cogida —le dije. Podía sentir cómo mis nalgas resbalaban por la mezcla de su saliva y su leche, que empezó a caer por mis muslos mientras caminaba hasta un barcito que tenía armado con un par de botellas ahí en el comedor—. Voy a necesitar algo más fuerte después de eso.

Agarré una botella de whisky y le hice una seña. Él dio el visto bueno.

Serví dos vasos y le dejé el suyo en la mesa sobre la que me acababa de pegar la cogida del siglo. Me sentía espectacular con lo que podía aguantar de su leche en el interior de mi culo y en mi estómago.

—Salud —dijo, chocando su vaso contra el mío—. La próxima te toca a vos.
—Bueno... —le dije yo, haciendo una mueca—. ¿Pero y si siempre te toca a vos?

Me arrodillé ante él y se la volví a chupar hasta que se le puso dura en un abrir y cerrar de ojos. Me cogió la cara durante unos diez o quince minutos hasta que acabó un último chorrito de leche en mi boca, la cual volví a tragar ansiosa.

Me preguntó si me bancaba otra ronda, pero la verdad es que estaba cansada y ya había recibido la cogida y la leche que había venido a buscar. Intercambiamos números de teléfono y lo besé en los labios. Quedamos en volver a vernos...

2 comentarios - ¿Y si siempre te toca a vos?

Tigreer
uff me encanta unas ganas que me pase yna exp similar. van 10