XXII Su mejor amiga. No sé el porqué pero sí el cómo.

Los días fueron pasando. No existió una normalidad como siempre. De hecho, en mí caso la tensión aumentaba cada vez que Paula hablaba de que Macarena había desaparecido. 
  Debía acomodarme en el trabajo porque estaba por demás atrasado y mi jefe ya estaba bastante intenso. No lo culpo. Lo cierto es que Volví a dormir en la misma cama con Pauli, después de una semana. Tampoco voy a mentirles. Cogimos pero casi como antes, cuando nada de todo esto estaba en nuestras vidas. 
  Ese segundo fin de semana, ella me prometió que iba a preparar una rica cena, que me vaya durante la tarde, que me distraiga. Me vino bien. Me fui a ver un gran amigo que hacía tiempo que no nos veríamos. Bebimos de más, me contó sus conflictos con su mujer y sus hijos y que no me case porque todo se va a la mierda. Nos reímos y no indagué mucho más en el tema. Hubiese querido contarle algo de todo pero suelo ser más reservado. 
 Regresé a casa a la hora que me pidió Pauli. Me obligó a cerrar los ojos y me llevo hasta la ducha para que logre sacar un poco la borrachera. No era mucha pero ella quería que esté lo mejor posible. Me bañé y me había dejado la ropa para cambiarme. Salí y escuché el timbre. Se me hizo un nudo en la garganta. Unos minutos después, la ví ingresar a Pauli, con un vestido bien pegado al cuerpo, corto. Muy corto. Un escote pronunciado y estaba hermosa. Detrás de ella, un joven de no más de 20 años entraba unas bolsas.

- Gracias, que amable...- La escuché a Pauli, mientras la veía y cerraba la puerta.
- Gracias a usted, señorita...- Dijo. - ¿Qué me miras, tonto?- Sonrió.
- Cómo no te va a agradecer si estás hecha una bomba.- 
-Ay, gracias amor.- Empezó a arrastrar las bolsas.
- ¿Así las tuviste que entrar?-
- ¡Y si! Pesa muchísimo.-

 Cuando se giró para guiarlas a la cocina, se le veía una colaless negra bien metida. Me le acerque y me agache atrás, como para ayudar y le froté un dedo en la concha. 
- ¡Ay!- Saltó.- ¿Qué haces?¡Ayudame!- Se rió y se acomodó el vestido.
- Te dije que al pibe le alegraste el día, se te ve todo.-
- Yo sentía que él estaba contento.- Me dijo, bromeando.

 Ya estaba caliente. Quizás era el alcohol o no sé pero no daba más.Acomodé las cosas que había traído. Todo alcohol, se ve que estaban en oferta.

 Nos sentamos a cenar y ella se había lucido. Comenzamos a beber, uno, dos y tres vinos. 

- ¿Le hubieses entregado el culo al chico?- 
- ¿Qué decís, amor?-
- Dale, Pauli...- Tomé un poco más de vino y me serví.
- Ya estás borracho.-
- Eso no cambia nada. 

Nos reímos.

- Amor, le mostraste toda la colaless aproposito.- Le dije.
- No me di cuenta. - Se rió y tomó.
- Decime la verdad...-
- Si, me di cuenta. Me calienta, perdón. No lo controlé, yo...- Se puso nerviosa.
- Está bien. Estem... hablemoslo.- 
- Nada... Es algo que me calienta. -Agachó la mirada.
- ¿Qué cosa te calienta?-
- ¡Ay! Mostrar la bombachita...- Lo dijo como nena, cómo con Lucio. Viejos fantasmas.
- ¿La mostras mucho?-
- No, tanto.- Sonrió.
- ¿Dónde más la mostraste? ¿ En la verdulería? - Presioné. Un poco en broma, un poco en serio. Un poco con enojo.
- Si. Sin querer.-
- ¿Esta semana?-
- Basta...- Tomó un sorbo y yo la miré. - Fue sin querer, ya te lo dije.-
-Paula, no hay sin querer.-
- Si, fui con el vestido, me agaché a levantar un tomate que de iba a la calle y me di cuenta que el vestido era corto y listo.-
- El verdulero te va a coger.-
- ¿Cómo?- 

Miré hacia afuera, bebiendo mi copa.

- ¿Cómo que va a cogerme?-
- Que quiere cogerte.-
- Dijiste que va, no que quiere...- Recalcó ella.
- Estoy borracho, no quise decir eso -

Dejamos de mirarnos y no hablamos por unos minutos.

- ¿Y como fue todo con Lucio?- 
- ¿ En serio? ¿Ahora?- Contestó ofuscada.
- Pauli, en algún momento ,para estar bien hay que saber toda la verdad.-
- Sin detalles.-
- Con...-
- ¿Seguro?-
- Bueno, depende.- Hice una pausa y tomé impulso. - ¿Con él empezó eso de mostrarle la tanga?-
- Si. eso lo supiste.-
- Y cuando ibas a la casa, ¿ Cómo se dió todo?-
- No, Juan. Basta, ya es el pasado.-
- Quiero y necesito saber. Contame.-

 -Se fue dando. Cada día me animaba un poco más. -
- ¿Cuándo fuiste a la casa le mostraste la tanga?-
- No, la primera vez no. Eso pasó un par de semanas después.- 
- ¿Cómo fue?- Le serví más vino. 
- Yo sabía que venía mirándome el culo y estaba con tanta adrenalina que esa mañana, me agaché por un segundo más.... y bueno, cada vez era un segundo más que el día anterior.-
- ¿Esto pasaba cuando jugábamos a qué el vecino nos miraba?-
- Si.-
- ¿Y? ¿Qué más?-
- ¿Qué querés saber?- Se levantó a traer más vino.
- Todo, qué pasó después de que le mostrabas el culo.-
- Al principio, nada. Me quedaba ahí, cómo tonta, diciendo que se me caían las cosas. Hasta que en un día escuché que se sentó con fuerza. -
- ¿Y?-


Esa mañana lo miré y yo estaba súper nerviosa.
- ¿Qué pasa?- Le dije.
- Seguí, por favor. Justamente, cómo si no pasara nada.-
- ¿De qué habla?- Me asusté y me enderece.
- No, por favor. Por favor. Seguí haciendo como que se cae todo. Por favor.- Me suplicó.

- ¿Y? ¿Qué hiciste?-
- Me agaché un poco y salí corriendo.- Pauli se rió, nerviosa.
- ¿Cómo fue que él se hizo el boludo cuando ocurrió todo eso?-
- Lucio era muy perverso. -
- ¿Qué pasó antes?-
- ¿Esto te calientam?- Sonrió.
- No se trata de calentarme. se trata de la verdad.-
-Después de esa vez, cuando nos cruzabamos en la verdulería, iba a la casa.-
- ¿Todas las veces?-
- Si, pero no lo veía todos los días.-
- ¿Y como fue?-
-Y yo seguía yendo a la casa pero sin disimular. Él se sentaba y yo me agachaba. A veces me sentaba en la silla, abierta de piernas y dejaba ver bien mi culo entangado y otras, me tiraba casi en la mesa. Él al principio miraba y después comenzó a pajearse.-
- ¿Entonces cuando yo fui e hice todo ese papel de pelotudo para que él te toque y todo eso, ya había pasado algo?-
- Para, Juan. No es tan así.-
- ¿ Y cómo es?-
- Él me cogió después de que vos lo permitiste.-
- ¿ Y antes? Contame.-
-Si. Me tocó. Una mañana estábamos en la misma situación y él se estaba pajeando por arriba del pantalón y un día, sentí sus dedo tocando mi culo. -
- Paula, no entiendo cómo la última vez que yo los vi dijo de todo. Entonces, ¿En qué quedamos? ¿Cómo surgió todo eso?-
-¡Ay!-
- Contame y listo.-

 Después de que empezamos a hacer todo eso. En un momento, me lo crucé en la calle y me pidió hablar. Ya habíamos hecho de todo. Fuimos a su casa. Se sentó, un poco nervioso.
- Estoy mal, nena.- Me dijo.
- ¿Qué pasa?-
- Lo de estos días, me trae un poco loco.-
- Escuche. Es algo que no supimos cómo manejarlo, queríamos pedirle disculpas. No quiero que mi marido se entere de todo esto.-
- Tranquila, nena. - Tocaba mí brazo, casi como algo paternal. - Yo sé guardar secretos, pero...-
- ¿Qué pasa?-
- Mirá, cómo yo no sé cuándo suceden estas cosas, yo tomo un poco de la pastillita, ¿Sabés?-
 Miró hacia abajo. - Y yo hoy tomé la pastilla pero eso me puede hacer mal.-

 No voy a mentirte. Yo ya estaba caliente. Yo venía caliente todo el día.

- Bueno...- Le respondí.

Me giré, me bajé la calza y abrí mis piernas.

- Sólo masturbese.-
- ¿Puedo pajearme con tu culo?-

Cuando dijo eso, ya tenía ese pedazo de carne entre las nalgas y sentía como escupía y frotaba.


-¿Sigo?-
- Si.- Respondí. - tírate en la mesa.- Le ordené a Pauli. Ella hizo caso. Corrí su tanga y comencé a comerle la concha. 
- Ahg... Ahg ...-
- Seguí...- 


-Bueno. Esa mañana sólo se pajeo con mi culo y empezó a ser recurrente. Tampoco tanto pero ocurrió algunas veces. Yo sabía a qué iba. Llegaba, me abría y él se pajeaba. Un día, él no acababa y la verdad yo estaba tan caliente porque vos estabas tapado de trabajo y... ¡No, no estoy justificándome! Además, le toqué la pija y estaba hirviendo. Me di vuelta y se la empecé a chupar. No, no fue lo habitual. No lo hice muchas veces. Alguna que otra vez.-
- ¿Y el culo?-
- Lo mismo. Me lo cogió un poco. No muchas veces. Tal vez dos, tres.-

Yo continuaba chupándole la concha.

- Y me podía, que me domine. Cómo vos ahora.- 

Salí y comencé a cogerla. 

- Sabes que me cagaste, ¿no?-
- Ahg, Ahg... si... Ahg, perdón, perdón...-

empecé a darle fuerte.

- ¿ Sabes que ahora te voy a empezar a coger por puta?-
- Ahg, ¿cómo?-
- Te voy a tratar siempre como una puta.- Le decía en cada embestida, cada vez más rápido.
- Ahg, si... Ahg... trátame como puta, siempre, Ahg...-
- Las veces que te cogió el culo sin mí, ¿Qué pasó?-
- Ahg... ¿Qué?-

 Le daba fuerte, para que entre en razón.

- Aaahg... Ahg... me empezó a pedir que lleve determinadas tangas, Ahg... y me cogía...-

 Salí, la agarré del brazo y la lleve a la ventana. 
- ¿Te gustaba que tarde mucho en acabar?- Le pregunté y se la volví a meter, está vez más fuerte, con enojo.
- Ahg... me gustaba que me controle... Ahg... seguí que acabo.-
- ¿Te gustaba que me humille?-
- Ahg... perdón, ahhhg... seguí, perdón, perdón amor.-
- ¡Contesta, puta!-
- Ahg... un poco, Ahg...-

Salí, la hice arrodillar y la obligué a qué abra la boca. Le tiré toda la leche en la cara.

 Parecía que todo volvía a la normalidad. Los fines de semana, me enteraba nuevos detalles. 
 Había pasado un mes. Llegué a casa y estaba el verdulero. Lo saludé, sorprendido. La miré a Pauli que estaba compungida, casi llorando. 

0 comentarios - XXII Su mejor amiga. No sé el porqué pero sí el cómo.