Videollamada inesperada hasta con ducha...

Casi respondiendo a su pedido, le mandé lo que había escrito sobre ella sobre el encuentro que habíamos tenido, para que sepa cuales habían sido mis impresiones, para que sepa lo bien que lo había pasado, pero por sobre todas las cosas, para que sepa las ganas que tenía de volver a tenerla entre mis manos.

No me contestó nada. Un día me dejó esperando. Hasta que me mandó un mensaje:

-“¿Podés videollamada?”

Le dije que sí, por suerte estaba solo en casa. Y entró la llamada. Vi su cara sonriente, en un primer plano, y pidiéndome silencio con el dedo índice. Me guiñó un ojo, y vi que apoyaba el celular en algún lugar frente a la ducha.

Caía el agua de la lluvia, bien regulada, fuerte. y recibí esa imagen por unos cuantos segundos, durante los que, imaginé, se estaba desvistiendo.

La muy perra sabía que yo estaba hipnotizado, sabiendo que algo estaba por pasar, hasta que en un primer plano, entró una imagen, la de una tanga negra, preciosa. Sí. La tanga que yo le había comprado, suave, muy suave en su parte delantera, y con transparencias muy sugerentes en la trasera.

La dejó caer, y allí entró ella en escena, casi se diría, irrumpió con su piel morena, resaltada por el vapor de la lluvia caliente de su ducha, pero también por el sudor que la cubría. 

Evidentemente, venía de su clase de yoga, relajada, sonriente.

Una vez me había mostrado como hacia su shavasana y sabía que en esa posición, de relajación total, escondía algo. Es que todo en ella resuma erotismo, y yo no puedo sino imaginarme más cosas sobre lo que hace con su cuerpo. Normalmente acierto.

Se puso de espaldas cuando se metió en la ducha. Ví como el agua tibia le mojaba el pelo, y recorría su espalda, hasta caer en su cola. La hija de puta sacaba culito para afuera, se abrió las nalgas solo porque sabía que me estaba provocando. Aluciné cuando vi que el agua de la espalda encontraba su rescoldo entre las nalgas, y se le metía en el ojete. 

Ahora, la imagen que vi en la videollamada fue la de su cuerpo, que se cruzó, y apenas un segundo de su cara seria. Se demoró un poco más exhibiendo sus pechos con los pezones duros, excitados. 

Es increíble como el chorro de agua caliente puede estimular sus pezones negros y sensibles… se me hizo agua la boca. 

Debería decir que ya en este punto estaba pasando lo que ella quería provocar: que la sola imagen de su cuerpo me excitara. Sin tocarme, sentía una erección estupenda, y ya podía sentir como de  la punta de mi pija brotaba miel. 

Me sonreí pensando en dos cosas: que la muy perversa lograría hacerme acabar a la distancia, pajeándome para ella… y la segunda, que debía  quedarme callado y concentrándome en un pensamiento, como si fuera un … qué no corte, que no corte, que no corte. 

La cámara descendió aún más, hasta lograr un primer plano de su concha. Esa concha hermosa que disfruté con mis labios, y que moría de ganas de volver a tenerla en mis dedos, y apoyó el celular en un lugar firme porque ahora podía ver sus dos manos.

Aquí me tengo que detener un segundo, porque tengo que confesar algo. 

Sus manos me calientan. Son mi fetiche. Ella es morena, tiene la piel canela. Pero sus manos no, sus manos son de negra. Y me encantan. Yo le pedí fotos de sus manos, y ella me las regaló. Y me calientan tanto como cuando me manda las nudes sugerentes. 

No hay mucho para imaginar entonces, si digo que esas manos me calientan de por sí, si ahora entran en escena, para rozar el vientre, para acariciarse la cintura, para llevársela hacia los contornos de sus profundidades, y ver cómo el chorro de agua caliente caía en un lugar exacto, preciso, buscado.

Se había ubicado de modo tal,  que su pelvis no solo entraba en el exacto centro de la pantalla que yo disfrutaba con hambre, sino que también, en una sincronicidad perfecta, el chorro caía en el centro de su ser, en el clítoris.

Como si fuera necesario, como si acaso no me hubiera dado cuenta de eso, con sus manos abrió sus labios, y allí estaba, su centro del placer, exuberante, morado de calentura, recibiendo toda el agua caliente.

Y ella empezó a murmurar sus “si, si, si”, mientras movía las caderas como embistiendo el chorro contra la corriente.

Se estaba cogiendo el chorro de agua caliente. 

Y casi me hace llegar al orgasmo sin tener que tocarme cuando comencé a escuchar su voz gutural, de hembra en celo 

-Agus… es como si te estuviera viendo entre mis piernas, comiéndome la concha, 
Agarrándome las nalgas… chupame puto, quiero sentir tu lengua… no pares, no pares, si… quiero tus dedos, en mi concha, en mi culo, que los muevas como vos sabés, siguiendo mi ritmo… dale, dale… sí, sí….




Videollamada inesperada hasta con ducha...





Y de repente el silencio. Vi como su cuerpo se tensaba. Y un gemido animal brotó… 

-aaaaaghhhhhh! Siiii! Te acaboooooo 

Y como si fuera una película, de la que no quedó ningún registro, una película de una sola proyección, y para un único espectador, el siguiente plano fue el de su cara, de cogida, de acabada, sonriente, con “ojos chinos”, murmurando apenas, pidiéndome

-mostrame como la tenés ahora

Lo que vio fue mi pija, con la cabeza morada, toda húmeda, lista para recibir mis caricias.

1 comentario - Videollamada inesperada hasta con ducha...

mdqpablo +2
Muy buen relato . Nos encantó
VoyeaurXVII
cuanto me alegro!