mi hija me hace cojer

Pasados unos días arreglamos con mi hija para ir a cenar afuera, en un restaurante que tiene una cocina fantástica, propiedad de un amigo.
Cenamos opíparamente, bien regado con unas copas de buen vino tinto que nos obsequió Ezequiel, el propietario, un hermoso hombre, de cuarenta y ocho, muy bien puestos, años, que en alguna ocasión había estado enredado con Clara (mi hija) digamos… amigos con derechos.
Nos quedamos los tres hablando y compartiendo hasta el cierre, entre risas, postres y vino.
Al echar llave a la puerta de entrada, Ezequiel ofreció llevarnos a casa, cosa que aceptamos gustosas, clara me hizo sentar en el asiento del acompañante mientras que ella fue en el trasero.
Lo que duro el viaje íbamos riendo producto de anécdotas y ayudado por el exceso de alcohol, Ezequiel, no paraba de tocarme la pierna.
Al llegar, Clara lo invita a tomar un último café, aceptando.
Luego de otra media hora de charla, Ezequiel se despide y antes que se retire me disculpo y voy al baño, al salir el ya no estaba.
- Clara, que te pareció la salida, la pasamos lindo ¿no?
- Si mama, la verdad que hermoso, encima Ezequiel es maravillosa persona, muy agradable.
- Si, agradable y muy buenmozo.
- Esta para darle y darle.
- Hay Clara, que cosas decís.
- Mama, te puedo asegurar por experiencia que te puede elevar al cielo.
- Bueno hija, me voy a dormir.
- No mami, la noche está en pañales.
Se levantó y me beso apasionadamente, obvio que no me resistí, quería volver a experimentar lo vivido recientemente.
Besándonos fuimos a la pieza, mientras nos íbamos sacando la ropa de camino. Al llegar a la cama estábamos solo con ropa interior.
- Ahora , tu hijita te va a llevar a conocer otra cosa que te va a encantar. Hoy vas a hacer cositas que ni lo tenías en mente.
- Dale Clara, estoy entregada a tus experiencias.
Apagando todas las luces del cuarto me recostó en la cama acariciando y besando mi cuerpo, al llegar a la tanga ya húmeda de la “emoción” casi de un tirón me la arranco, al tiempo que ella se sacaba la suya. Su lengua comenzó a hurgar mi vagina deseosa de orgasmos.
Al darse cuenta que yo estaba por acabar, dejo de hacerlo, se subió encima de mi poniendo su vagina en mi cara, hice lo mismo que había hecho Clara, el sabor agridulce de sus jugos invadían mi boca, cosa que me excitó mucho más, rodamos de costado quedando ambas de lado gozando nuestros sexos, lo que luego me entere se llama sesenta y nueve.
Clara, deja de hacer su “trabajo”, haciéndose a un lado, imaginando que quería ocupar todos sus sentidos en su vulva, introduje, tal cual ella lo había hecho la otra vez, dos dedos dentro, cuando de repente siento otra boca besando mi sexo y lamiendo vorazmente, dejo lo que estaba haciendo y veo a Ezequiel ¡¡¡no se había ido!!! Estaba allí desnudo, aplicándose a mi vagina ardiente, lo deje hacer.
Ya no respondía de mis actos.
Al ver su pene palpitante, no era más grande que el de mi marido, pero se veía rico. Clara me tomo de la cabeza y me arrimo hacia esa verga palpitante, mientras me decía al oído que debía hacer y cómo.
La comencé a lamer tal cual un helado, para besar ese capullo puntiagudo, la introduje en mi boca aprisionándolo entre el paladar y mi lengua, tratando de no hacer daño con los dientes, iba y venía por toda la extensión de ese aparato magnifico, sabroso. Mientras tanto con una mano masturbaba a mi hija y ella hacia lo mismo conmigo, con la otra mano acariciaba y a veces daba pequeños apretones a los testículos de Ezequiel.
No sé cuánto tiempo pasamos los tres dándonos sexo oral, hasta que mi hija corrió a nuestro caballero hacia un lado. Poniéndome como si fuera un perro, lo coloco detrás de mí y guiando el miembro con su mano hasta los labios de mi vagina, le dijo.
- Ahora es el momento Ezequiel, dale duro.
- Si Clarita, no me voy a negar, hace rato que la deseaba.
Sin más, y de un empujón entro toda esa verga caliente dentro de mi cavidad vaginal, pegue un grito, no sé si de placer o dolor, lo único que sabía es que tuve una vida sexual totalmente desperdiciada hasta ahora.
Me bombeaba duro, sus testículos pegaban en mis labios vaginales, calara se recostó debajo mío, mientras el frenesí de mete y saca se hacía más y más violento, ella lamia mi vagina y parte de su vigoroso aparato.
Otra vez esa hermosa sensación recorrió todo mi cuerpo, mis piernas comenzaron temblar y tuve un orgasmo impresionante, más intenso que el provocado por Clara. No me terminaba de reponer que tuve otro y otro, no lo podía creer, estaba extasiada, hasta que sentí como golpeaba en mis entrañas ese líquido caliente que salía a espacios intermitentes. Mi hija se tomaba todo lo que salía de mi vagina, o eso creí, porque luego de “tomar” todo, se acercó a mi boca y me lo paso para que también probara el sabor de tremendo macho, cosa que me gusto e instintivamente me fui a terminar de limpiar su falo aun erecto una vez que lo saco de su encierro, volviendo sentir su exquisito sabor. Clara se unió a la fiesta, le chupábamos entre las dos, alternando una boca y otra.
Mientras yo, fascinada chupando ese miembro que no perdía erección, Clara le ofreció su concha para que se hiciera un banquete de almeja más joven, chupándola como si fuera la última vez.
Deje lo que estaba haciendo para sentarme sobre esa pija que me estaba dando placer, mientras subía y bajaba por toda su extensión, no paraba de darle sexo oral a mi hija.
- Bueno mamita, suficiente, creo que me toca a mí disfrutar de un paseo en verga.
- Si Clara, lo tenés más que merecido.
Se puso sobre ese palo brillante de jugos y lo vi cómo se perdía de poco en la depilada vagina de Clara.
No podía más de la excitación, nunca había visto una película porno, y menos a dos personas cogiendo en vivo y en directo. Me masturbaba como podía, hasta que me pare frente a la cara de mi hija y le ofrecí mi concha para que hiciera lo que sabía hacer, no solo la chupo, si no que volvió a meter sus dedos y le pego un pequeño mordisco suave al clítoris.
Al unísono pegamos un grito, habíamos llegado al orgasmo los tres la vez.
Rendidos, agotados, exprimidos y yo feliz, nos recostamos en la cama.
- Gracias hija, cuanto me he perdido de disfrutar, en estos días aprendí lo que debía haber sabido a lo largo de mis cincuenta años.
- Bueno mama, creo que aún falta aprender un poco más, con Ezequiel estamos dispuestos a ayudar.
- Es cierto yo soy materia dispuesta, hacía rato que deseaba compartir cama con vos, lo que no me esperaba era estar con las dos.
- Es cierto, ¿Cómo es que entraste en escena?
- Clara lo organizo todo.
- ¿Es verdad hija?
- Si totalmente verdad.
- Si piensan que voy a enojarme, están en lo cierto.
- ¿Por qué?
- ¿tan mal la pasaste?
- Me enojo porque no se les ocurrió antes.
Nos quedamos dormidos hablando.
Al otro día, cuando me levante, Clara no estaba y Ezequiel dormía aun, (o eso creí) así que aproveche y me fui a bañar. Cuando estaba enjabonada, siento que dos fuertes manos me toman por los pechos y su duro miembro se apoya en mis nalgas, restregándolo por la línea que divide los glúteos, desde mi clítoris hasta el ano, deslizándolo en varias oportunidades.
Me di la vuelta arrodillándome engullendo su cipote, para chuparlo desenfrenadamente, que cosa más rica.
Ezequiel, tomándome de los brazos me levanta y ya depie, me pone de espaldas a la pared, eleva hasta su cintura mi pierna izquierda asestando una estocada a fondo, sentí esa gruesa punta tocar mi útero, ese acto me hizo acabar a los dos o tres bombazos de su miembro, siguió haciéndolo, hasta que vi que comenzó a revolear sus ojos, no me lo quería perder, me arrodille nuevamente y justo alcance a meterlo en mi boca para recibir todo su semen en el mismísimo fondo de mi garganta tomándolo todo, sin desperdiciar una gota, saboreando eso, que ahora era para mí sola.
Nos terminamos de bañar y fuimos a preparar algo para desayunar.
Al llegar Clara, que había ido a comprar unas facturas, le contamos todo, con lujo de detalles, a lo que me dijo…
- ¡¡¡Mama “la que no es puta no disfruta”!!!
Entendí el sentido de la expresión.
Después de desayunar Ezequiel se retiró y nos quedamos a solas con Clara.
- Otra vez gracias hija querida, en un principio estaba atónita pero me deje llevar, cosa que también me gradezco.
- Bueno ma, te veía triste y sabia de tu vida sexual con papa, no te olvides que era íntimo amigo de Ezequiel y varias veces, pasado de copas le contaba cosas que después me las transmitía.
- Bueno hija, en estos días entendí que hay un antes y un después de tu padre y me está gustando el después, muchísimo más.
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2 comentarios - mi hija me hace cojer

nivus2022 +2
Que gran frase...la que no es puta no disfruta....brillante...