Cambio de casa parte 18

Una vez que pasamos el filtro de seguridad Arturo y yo nos empezamos a tratar como novios, íbamos caminando de la mano, llegamos a la sala de espera y nos sentamos, el y yo nos empezamos a besar en la sala de espera, parecíamos novios adolescentes.
Llegó la hora de abordar el avión, empezamos a subir y tomamos nuestros asientos.
El avión despegó y todo bien, como ya era noche el avión se quedó oscuro, las luces las apagaron dejando el avión con una luz tenue.
Yo iba viendo por la ventana, cuando en eso empiezo a sentir que Arturo mete su mano entre mis piernas y empieza a frotar en donde está mi vagina, yo volteé a verlo y me incliné para besarlo, empezamos a besarnos.
Fue explorando mi tanguita y empezó a acariciar mis muslos con mucha delicadeza. Yo ya estaba a cien y notaba mis flujos saliendo de mi coñito. No se decidía a entrar y seguía notando sus cálidos dedos explorando mis muslos hasta que acarició mi coño y comprobó que estaba depilado, lo había hecho especialmente para la noche con él . Espero que los de la fila de atrás no estuvieran despiertos, pero la verdad es que me estaba dando un morbo tremendo esa situación sabiendo que estaba rodeada de gente.

Se decidió y tras juguetear con mi clítoris me metió un dedo. Rápidamente lo sacó como para pedir mi consentimiento, pero no hice nada, apoyando tácitamente su maniobra. Volvió a la carga y me llevé la manta a la boca para ocultar mis gemidos, mi coño estaba chorreando. Comenzó a masturbarme metiendo su dedo en forma de gancho. Yo no le miraba a la cara sino que miraba al techo y mi excitación crecía por momentos. En medio del vuelo y de un dormido avión de pasajeros un hombre me estaba haciendo un dedo delicioso. Un crujido de nuestras butacas era podría haber desencadenado una catástrofe así que nos quedamos rígidos, él empezó a meterle velocidad y mi empapado coño estaba a punto de explotar. No pasó mucho tiempo hasta que me arrancó un delicioso orgasmo, tuve que ocultar la cabeza en la manta para poder jadear a gusto, de hecho di un gritito ante la intensidad de mi corrida. Cuando saqué la cabeza de la manta estaba sudando del orgasmo que había tenido pero comprobé aliviada que la gente seguía dormida.
El sacó su dedo de mi encharcado coño y me lo dio a probar, me encantó chupar mi caliente flujo.

Ahora me tocaba a mí, deslicé mi mano por debajo de su manta y le abrí la bragueta del pantalón. Manoseé sus calzoncillos y comprobé asombrado que tenía un aparato de buen tamaño como lo había visto la última vez, que además crecía a un ritmo acelerado. La situación estaba desbordada así que se los bajé y su espléndido rabo saltó como un muelle. Apenas podía abarcarlo con mis dedos. Empecé a masturbarle con mucha dedicación, una cosa que a mi marido le gustaba era pajearle a distintos ritmos, así que alternaba las fases rápidas y otras en las que iba muy despacio, le miré a la cara y estaba en el cielo.
Mientras le estaba masturbando escuché ruidos en el pasillo. Mi corazón se aceleró y vi que una azafata se dirigía hacia nosotros. Escondí mi mano debajo de la manta y le seguí pajeando poco a poco, vimos como venía directa a nosotros pero yo no podía parar la masturbación, los dos estábamos excitadísimos. Estaba a escasos cinco metros y le di más velocidad a la paja. En ese momento dio señales de que iba a correrse. Le apreté la base de la polla para retrasar la eyaculación hasta que comprobamos con alivio que la azafata pasaba de largo, pero fui buena, le liberé y le quité la manta rápidamente. Sus chorros de lefa le llegaron hasta su barbilla y pringaron la manta y su camiseta. No pude evitar reírme viendo esa imagen.

A los pocos segundos oímos como la azafata volvía y pasó de nuevo a nuestro lado con una almohada en la mano, nosotros nos quedamos petrificados pero por suerte no vio nada, no me quiero ni imaginar que hubiera dicho si llega a ver a un pasajero con el pene fuera del pantalón y con toda la camiseta llena de semen.
Él se limpió el semen cuando un pasajero giró la cabeza hacia atrás . Casi se me sale el corazón por la boca, pero me di cuenta que había dado un cabezazo porque se había quedado dormido. Respiré aliviada.

Después de habernos masturbado mutuamente los dos sabíamos cual era el siguiente paso a dar.
Tomé su pene y lo metí a mi boca, empecé a chuparlo rápido y escupiendo mucha saliva.
Seguí comiéndolo hasta el fondo, bajaba y subía con mi boca, el estaba bufando, me agarró de la cabeza y me enterró su pene en la garganta.
Cambio de casa parte 18
Seguí subiendo y bajando, hasta que se corrió en mi garganta, me quité de su pene y me trague toda su leche, todavía estábamos calientes.
Arturo se levantó del asiento y se fue directamente al baño. Yo miré hacia atrás por si veía a alguien despierto. Dos filas más atrás había un señor leyendo que parecía no haberse dado cuenta de nada. Me levanté siguiendo a Arturo, una vez pasado ese tipo me quedaban unas diez filas hasta llegar a la cola del avión y a los baños. Vi como Arturo me esperaba en la puerta con cara de estar cachondísimo. Para darle más morbo a la situación hice algo con lo que siempre había fantaseado: me desnudé completamente y me dirigí hacia los baños completamente desnuda y con la ropa en la mano por el pasillo del avión, sólo me quedé con mi tanga. La sensación de saberme desnuda en medio de un avión lleno de pasajeros, por suerte todos dormidos, fue la más excitante de mi vida. Pasar al lado de tanta gente sin ropa, enseñando mi cuerpo desnudo hizo que mis pezones se pusieran erectísimos y que mis flujos brotaran de nuevo de mi coño. Arturo se quedó alucinado y se empezó a frotar el paquete mientras esperaba que llegara hasta él.
Tras mi sesión de exhibicionismo nos metimos en el baño y cerramos el pestillo. Nos fundimos en un tórrido beso y aproveché para desnudarle y tocar su cuerpazo. A pesar de la estrechez del sitio conseguí sentarme en el lavabo y ofrecía mi chorreante coño a mi amante. Sin dudarlo un segundo guió sus 24 cm. de carne hacia él y me lo metió de una sola vez, era la primera vez que Arturo metía su pene en mi vagina, por fin ya lo tenía adentro, la sensación fue de dolor en un primer momento hasta que mi vagina se adaptó a ese aparato que dejaba en mal lugar al de mi marido. Comenzó la follada a un ritmo vertiginoso, el ruido de los motores consiguió ocultar nuestros gemidos iniciales, pero conforme la follada se hacía más intensa llegamos casi a gritar.
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Era insuperable la sensación de estar siendo follada en un habitáculo tan estrecho y angustioso por ese semental por lo que no tardé mucho en correrme, mis alaridos fueron tan intensos que Arturo tuvo que tirar de la cadena del retrete para ocultarlos y no despertar a todos los pasajeros.

Cambiamos de posición. Se sentó en el retrete y yo me puse de espaldas a él. Lentamente me fui sentando sobre su verga y me la introduje apretándola contra mi coño, sintiéndola en su totalidad. Una vez que estaba ensartada comenzamos con el polvo otra vez a un ritmo acelerado por el morbo de la situación, vi como mis tetas botaban y encadené tres orgasmos bastante seguidos. Él no daba señales de cansancio cuando oímos dos golpes en la puerta del baño.
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-¿Oiga? ¿Está usted bien?
Era la voz de una de las azafatas. Hicimos caso omiso y seguimos follando, no podíamos parar a pesar de que ella siguió llamando a la puerta, en ese momento sentí la polla de Arturo inflándose dentro de mi coño, en unos segundos se corrió echando cantidades enormes de leche en mi vagina mientras jadeaba y gemía fuertemente.

-¿Pero que están haciendo allí dentro? Abran o aviso al piloto.

Nos quedamos unos segundos en la misma posición yo sintiendo como su semen inundaba mi coño y él disfrutando de su orgasmo pero me levanté para evitar un escándalo. Cuando abrí la puerta me di cuenta de que estaba desnuda, sudada y con el maquillaje escurrido y expulsando semen por mi coño, y así me vio la azafata.

-¿Tiene usted algún problema?-le espeté.

Su cara de sorpresa fue total al verme de esa manera, no supo como reaccionar y cerró la puerta.

Arturo y yo nos reímos y nos limpiamos como pudimos en ese sitio tan pequeño. Nos vestimos y salimos del baño. Vimos que por suerte todavía era de noche y mientras nos dirigíamos a nuestras butacas nadie se giró y la gente seguía dormida. A lo lejos vimos a la azafata que nos había pillado hablando con otra y señalándonos, pero no nos dijo nada.

Me tumbé en mi asiento y ni que decir tiene que dormí como una bendita después de aquella sesión de sexo duro, seguía botando semen mi vagina, pero así me iba a quedar, estaba sudada y con el maquillaje escurrido.


-Ya hemos llegado cariño, me despertó Arturo.
Me levanté, cogimos las bolsas y salimos del avión, el contacto con el clima de Cuba junto con el cansancio de la noche anterior me provocaron un intenso dolor de cabeza, pero no me arrepiento de los bien que me lo pasé a bordo de ese avión.

Continuará....

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