Brimarcos (Relato)

Soy un pibe común y corriente, vago y sin ningún talento. Mis viejos, para los que era una evidente decepción y fracaso, me apodaban "pajero", ya se imaginarán la razón. Desde pendejo siempre tuve la leche al palo y nunca me rescaté en mi actuar, siempre terminaba expulsado de las escuelas por tocarle el culo a compañeras o profesoras, o porque me pajeaba en los recreos, y cosas así.

Tengo una importante adicción al porno, como habrán deducido. Aunque lo que más me gustaba era imaginarme garchando a minas ricas de redes sociales que eran promiscuas pero que no mostraban de más, que no pasaban la raya de enseñarse desnudas o cogiendo directamente, digamos. Una de esas, y con la que quedé obsesionado, fue Brimarcos. Si son igual de pajeros que yo es evidente que la conocen. La cantidad de leche que solté por esa puta no es normal.

Obviamente mis oportunidad de cogermela eran menores a 1, o al menos eso pensaba yo. Resulta que durante vacaciones, mis viejos me pegaron una patada en el orto y me mandaron al sur a ayudar a mi tío con sus cabañas para que de paso hiciera algo de plata en vez de quedarme en mi habitación pajeándome a dos manos o robándole plata a mi vieja para pagarme escorts.

Llegué un día nevado y mi tío me recibió, me mostró el lugar, un complejo al aire libre con varias cabañas repartidas por el paisaje y cerca de un lago. Me explicó que iba a trabajar en recepción con uno de sus empleados, y bla, bla, bla. Fue durante ese período, que ocurrió lo increíble.

Vestida con un abrigo negro y unos pantalones bien ajustados del mismo color, una colorada se acercó hasta la recepción para pagar una cabaña. Mis ojos se levantaron impactados (aunque no más que mi pija) al presenciar frente a mí a la mismísima Brimarcos. No estaba delirando, y cuando comprobé su DNI todas las dudas se fueron. Era ella.
Brimarcos (Relato)

En cuanto se dio la vuelta le fiché el orto ajustado y se me inundó cada resquicio de la verga con sangre. Estas vacaciones se habían vuelto un sueño, y uno bien húmedo. Justo cuando terminó mi turno fui disparado a espiar la cabaña en la que se había hospedado la colorada. Era una alejada del resto y bastante cara, con jacuzzi y otras cosas del estilo incluídas. Se ve que ganaba bien pelando el orto en redes la muy trola.

Desde la ventana la pude ver con poca ropa y mirándose en el espejo. Tenía puesta una tanguita blanca bien metida entre las dos preciosas nalgas rosadas. Se me puso durísima de tan solo pensar lo que sería meter la poronga en ese melocotón, o tan siquiera olerlo. Era tal y como lo imaginaba. Me bajé el cierre y me empecé a pajear como hijo de puta mientras ella se sacaba las típicas fotos de puta que pueblan sus redes. Con cada pose o movimiento de caderas suyo la leche iba subiendo más y más. Ya la tenía casi en la punta cuando vi que se fue a otro lado y la perdí de vista. No podía irse y dejarme así, ¿quién se creía que era la prostituta de mierda para dejarme con la wasca a punto?
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No podía dejar las cosas así. Me acerqué hasta una ventana frontal para ver mejor el interior de la casa. Era muy arriesgado, pero la lujuria me pudo. Justo a la entrada del baño estaba ella, sin ropa. Casi se me cae la mandíbula al piso, no lo podía creer. Me pajeé fuertísimo hasta que me salió toda y manché la ventana con varios lechazos. Se me escapó un jadeo fuerte y la colo me escuchó, dándose la vuelta.
Historia

Brisa: ¿Eh? *dijo asustada, se tapó el cuerpo y gritó.*

Yo salí cagando y rezando que no me hubiese visto la cara, me metí por la arboleda con la chota todavía colgando entre las patas y me escabullí hasta llegar a la cabaña donde mi tío y yo estábamos. Entré, me limpié la pija y me cambié de ropa para que no me reconociera nadie.

Afortunadamente quedó en eso, Brisa nunca se quejó con recepción, parecía haberlo dejado pasar. Las noches siguientes me maté a pajas con la imagen de ella desnuda, pensando que me la cogía por todos lados. No me volví a acercar a su cabaña, pero la espiaba de lejos. Tenía que hacer algo, esta seguramente iba a ser la única vez que la vería. Compré unas pastillas para adormecerla. Era la oportunidad de cumplir mi sueño. Un día ella salió de noche, y yo la seguí con la camioneta prestada de mi tío. Entró a un boliche, y yo la seguí.

Adentro estaba todo explotado, lleno de ortos de milipilis. Pero yo tenía la vista puesta en uno solo, un único ojete colorado, jugoso y bostero. Ella estaba en el VIP con otras trolas, le pagué unos pesos a un rugbier de por ahí para que le pusiera los puntos a un pelotudo cualquiera y así hizo, y mientras se cagaban a trompadas me colé al VIP.

Mientras miraban la pelea le metí una pastilla a la colo en el vaso y me cagué de risa viendo como se diluía en el alcohol. Al rato y cuando ya se la había tomado me acerqué a hablar. Ella me reconoció y me saludo, y empezamos a charlar. La pastilla me jugó a favor, y fue más fácil concretar. Mientras las otras putas de sus amigas se chapaban unos tinchos, me llevé a la colorada al baño.
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Entramos y le manoseé todo el orto. Ella claramente no quería, pero estaba tan drogada que no podía hacer nada. Estaba amasijándole el culo a Brimarcos, me sentía un ganador de la gran puta por primera vez en años. No me daban las manos para rodearle todo ese culo, era increíble. Le comí toda la boca hasta mancharme entero con su labial, la di vuelta y le levanté el vestido negro brillante. Se me hizo agua la boca al ver que la putita ni bombacha traía.

Tenía todo blanqueadito y sin un pelo, perfectísimo. Empecé a lamer y chupar como perro tomando agua. La conchita rosadita y perfecta sacaba líquido como fuente y yo me la tragaba toda. Le chupé la concha y clitorís hasta que tembló entera, y ahí la puse de rodillas y me bajé la bragueta. Le puse la verga dura en toda la cara, tapándole algunas pecas y un ojo.

Brisa: Qué pedazo de poronga... Dios. Me encantan así, es gigantesca *me dijo mientras me la agarraba con su manito*

Lo único bueno que heredé de mi viejo, me dije a mi mismo. Claramente le gustaba, igual que todas las prostitutas. Ella no era distinta, era otra trola del montón amante de las pijas largas y gruesas. Brisa se pegó en la jeta repetidas veces con mi verga, se la pasó por los labios y me lamió levemente la cabeza. Ya me estaba hartando, así que tomé el control. Me agarré todo el escroto y lo levanté por encima de su boca.

Yo: Abrí putita, y sacá la lengüita.

Y así hizo. Le encajé mis dos pelotas en la boca, y aunque fueran bastante gordas, le entraron. Tenía los cachetes como una ardilla la colo, y mientras me chupaba los huevos también me pajeaba. Me pasó la lengua entre medio de las bolas, se veía que sabía la putita. Le saqué el escroto todo babeado de la boca, ella abrió bien grande y me miró con esos ojitos de sucia.

No pude decir que no. Me sostuve la verga y se la estrellé en la boca como avión en las Torres Gemelas. Le entró mi gorda cabeza y ella empezó a chupar. La mismísima Brimarcos, la colorada puta de TikTok, me estaba haciendo un pete. No podía creerlo, Dios bendiga las drogas.

Al principio parecía costarle, pero estaba equivocado. De un momento a otro empezó a usar la lengua, dándome vueltas con ella por toda la cabeza. Chupaba como una campeona la colo, y cabeceaba hermoso. La putita estaba hambrienta de leche, succionaba como aspiradora industrial, sentía que me estaba drenando la chechona directo de los huevos. Se la metí todavía más y ella abrió la garganta, mi poronga pasó de largo. La puta de mierda hasta garganta profunda sabía hacer, era incluso más puta de lo que alguna vez pensé.

Yo: ¿Cuántas pijas has chupado prostituta de mierda? Tan joven y tan usada, tendrías que ser mía nada más.

Le mandé toda la verga en la boca, hasta que mis bolas le pegaron en la pera. Me clavó las uñas en las piernas, pero no cedí. Le agarré la cabeza y la mantuve firme contra mi pelvis, con todo mi pedazo adentro suyo. Se le corría el maquillaje a la putita con las lágrimas, y hasta la piel le cambió por la falta de aire. Le empecé a coger la boca y garganta, disfrutando los ruidos de ahogada que hacía. La zarandeé de los pelos y le garché la boca todavía peor, ya estaba a puntito de salir la wasquita.

Con un último empujón, la metí bien hasta el fondo y la sostuve de los pelos a la coloradita. Solté un par de lechazos potentes directo al fondo, para que le llegasen a la pancita. La saqué de ese agujero calentito toda ensalivada y le acabé con dos lechazos más en la cara a Brisa. Algunos los atajó con la boca y otros simplemente se estrelláron contra su jetita hermosa. Aproveché a sacarle una foto. Mientras ella tosía leche yo me exprimí la poronga y me apareció un poquito más de chele en la puntita. Miré a Bri, toda waskeada, con el maquillaje en la mierda y llorando. Ella me miró también, y aunque se quiso hacer la rebelde, terminó separando sus labios y terminando de chuparme la chechona espesa de la punta. Después de que me limpiara la verga y se tragara todo el semen como buena trola, salimos y nos fuimos al carajo del boliche.

La subí a la camioneta conmigo porque estaba muy en la mierda como para conducir ella sola. Ni bien se subió, la promiscua del orto se sacó el vestido y se desnudó porque tenía mucho calor. Debía ser culpa de la droga, claramente. Decidí no poner el aire y que se quedara así, aunque podría hacerme chocar involuntariamente. Ese cuerpecito perfecto me la ponía al palo, y ella se dio cuenta. Afortunadamente para mí, la camioneta era automática, así que ella se acostó entre su asiento y el mío, me bajó el cierre y me agarró la pija mientras manejaba.

Me sentía un completo alfa, manejando una Hilux 4x4 y con una famosa haciéndome un pete en pleno manejo. Claro que ni la Hilux ni la puta eran de mi propiedad, lamentablemente, pero era lindo vivir la experiencia. Estaba cerquita de acabar otra vez cuando llegamos a las cabañas. Brisa dejó de mamarme la verga y se puso su vestido de nuevo como pudo, para después despedirse con un beso y salir caminando con dificultad. Otra vez, la trola reventada me dejaba con la leche al palo. Pero no lo iba a permitir de nuevo. Iba a hacerlo aunque tuviese que violarla.

Me bajé y la seguí hasta su cabaña, y cuando abrió la puerta la agarré por atrás. Le rompí el vestido a la mierda, cerré la puerta y la llevé alzada hasta la cama. La tiré con fuerza en ella, y me saqué toda la ropa.

Brisa: Gritaría...

Yo: Gritá y te hago mierda, ni tu cadáver encuentran puta de mierda.

Brisa: Gritaría, pero en verdad quiero tener esa pija adentro mío. Mi novio con suerte me hace sentir algo.

Yo: Sos una hembra exigente, solo un macho dotado puede atravesarte esas cachas. Después de probar mi poronga no vas a querer otra jamás.

Brisa: Demostrámelo.
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Ella se abrió de piernas y mostró toda la conchita rosita. Yo salté como un animal con la verga durísima, la agarré de los muslitos y se la apoyé encima. Hasta más allá del ombligo le llegaba mi miembro, y ella se mordía el labio. Empecé a frotarle el clitorís con la pija hasta que estuvo lo suficientemente húmedo, metí un par de dedos y me sorprendió lo apretada que estaba para ser una trola. Ella gemía mientras yo aplicaba todo lo aprendido en el porno y con las escorts. Y cuando ya sentía que estaba lista, deslicé mi chota y le ensarté despacito la cabeza en la concha.

Yo: Esto es lo más cercano a un parto que vas a vivir, te voy a partir en dos putita.

Brisa: Dios...

Con cada empujón se la fui metiendo más y más, hasta que a la mitad ella tenía la cajeta tan mojada que fue fácil seguir entrando. Toda su vagina me absorbía, era tan hermoso como en mis fantasías más profundas. Me estaba garchando a Brimarcos. Todavía no lo procesaba. Hasta mi viejo me hubiera felicitado.
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Me la cogí en todas las poses, le comí la boca y le chupe las tetas como un crack. La manejaba como muñequita, y en su abdomen flaquito veía mi poronga moviéndose adentro de ella. Hasta en el aire la levanté y me la garché, viendo como estaba toda roja y con los pelos rojos desparramados por todos lados.

Llevábamos como dos horas cogiendo, la cabaña olía a puro sexo. Ya estaba cerquita, así que la puse en cuatro y la contemplé. Le metí un dedo por el orto, y ella se quejó.

Brisa: Para, para. Ese no. Usame la concha, no uses el otro.

Le ensarté la pija de nuevo en la cajeta y me la seguí empomando algo decepcionado. Me lo repetía a mi mismo en la poca conciencia que me restaba "No uses el otro". Sin embargo, y por mucho que lo intentase, dejar de mirarlo me resultaba imposible. Con cada empuje y con cada gemido, mis deseos no hacían más que crecer; tenía frente a mi uno de los ojetes más alabados de la República Argentina, y mi verga estaba a unos pocos centímetros de ese blanco, lampiño, pulcro y reluciente ano. Mis pensamientos se trasladaron en forma de más sangre a mi miembro, y Brisa lo notó, gimiendo de sobresalto. Al gemido lo acompañó el muy notable palpitar de su ojete; presenciar eso fue la gota que colmó el vaso. No me iba a ir sin probar ese orto.

Tan rápido como fui capaz, deslicé difícilmente la pija afuera de la apretada concha de Brisa, quién se giró y me miró.

Brisa: ¿Pasó algo? *preguntó jadeante.*

Le manoteé los cabellos colorados con fuerza hacia atrás, y cuando esta volvió a mirar al frente, mi verga se estrelló contra aquel deseado nudo de carne como un kamikaze contra un buque yankee. La cadera entera de Bri se sacudió bruscamente en defensa, sus nalgas redondas acompañaron el movimiento.

Brisa: ¡PARÁ PELOTUDO! ¡¿QUÉ HACES?! me gritó desesperada.

Pero yo venía a cien por hora, a mi no me paraba nadie. Habían entrado tres cuartos del glande, que estaba gordísimo de tanta sangre que le llegaba. Le revoleé la cabeza desde los pelos rojos de los que la tenía agarrada, le encajé una nalgada que hasta en la Cordillera de los Andes se debió haber escuchado, y que le dejó toda mi mano marcada al rojo vivo sobre su pálida piel. Ella chilló y yo embestí con la cadera, logrando meter toda la cabeza y parte del pene adentro de ese cálido agujero. Decir que simplemente se sentía apretado no le haría ni la más mínima justicia, era como tener innumerables prensas de carne lubricadas masajeando y succionando uniformemente mi verga y arrastrándola hacia adentro con la fuerza de un océano tempestuoso.

Brisa: ¡AY PARÁ! ¡SACÁLA TARADO! bramó entre lágrimas.

Era evidente, nadie le había usado la cola hasta ahora. Y yo era el primero, el primero en testear el recto virgen de Brisa Marcos. Eso me la puso incluso más dura, saber que de mí no se iba a olvidar jamás esta putita colorada, que siempre recordaría quién la hizo debutar por atrás.
Ella me rasguñaba los brazos como podía, no cedí ni ante sus súplicas ni ante sus agresiones físicas, ni diez hombres juntos me hubieran podido sacar de ahí. No pararía hasta acabar, había encontrado el Edén de la lujuria y por nada lo iba a abandonar. Empujé otra vez, casi media chota entró a la par de sus sollozos y gemidos, su culo redondo rebotaba hipnotizante contra mí pelvis y sus secreciones se filtraron y gotearon por el pene que la penetraba.

Brisa: *puteadas inentendibles, jadeos, sollozos y gemidos.*

Embestí de nuevo, casi toda mi pija se filtró en su recto y gemí de placer sintiendo como su cavidad me jalaba hacia adentro furiosa. Brisa no se quejó, es más, tenía la lengua afuera y repleta de espesa saliva, la cabeza contra el colchón y la mirada perdida. Llegué a dudar si ella tan siquiera estaba consciente, aunque no me importó realmente. Podría haber estado muerta y yo me la hubiera seguido cogiendo hasta que se le pudrieran los agujeros. No fue el caso, Brisa tomó una bocanada de aire; su dolor transmutó en placer, y su llanto en gemidos.

Yo: ¿Ahora te gusta putita? Me imaginaba que ya te habrían usado el orto por lo trola que sos, pero se ve que no.

Ella parecía querer responderme, pero solo gemía, chillaba y se mordía el labio. Le pegué otro manotazo en el culo y la tiré del pelo; seguía sin hablar. Lo tomé como desobediencia. La tironeé del cabello con todo hacia atrás, ella se quejó por el dolor gritando. Dejé de mover la cadera y retiré un poco la pija del culo colorado. Le metí tal cachetada en la cara que quedó llorando y sangrando por el labio, y después la ahorqué.

Yo: Escucháme puta de mierda, a mí me contestás cuando te hablo, ¿me escuchaste? *le apreté tan fuerte el cuello que pasó de roja a azul* ¡¿ME ESCUCHASTE TROLA REVENTADA?! *ella asentía con la cabeza* ¿Querés que te rompa el orto? ¡¿EH?! *ella volvió a asentir más rápido* Pedímelo a gritos entonces colorada prostituta, dale *le estrellé la cabeza contra el colchón* ¡A GRITOS PEDÍMELO!

Brisa: ¡ROMPÉME EL ORTO POR DIOS! ¡HACÉME MIERDA!

Yo: No se escucha, rogáme puta, ¡ROGÁME!

Brisa: ¡¡¡¡¡ROMPÉME EL OJETE POR FAVOR!!!!! ¡¡¡¡¡TE LO SUPLÍCO!!!!!

La muy prostituta empezó a tirar chorros de la cajeta cuando se la metí hasta los huevos completita. Con cada empujón mis bolas gordas le cacheteaban la concha salpicante. Le agarré las gomas por abajo y se las apreté hasta que chilló. Se la metí hasta lo más profundo que pudo llegar mi larga verga. La empecé a nalguear hasta dejarle moretones, pero a ella ya no le importaba, estaba perdida en el placer.

Yo: Te voy a dejar marcado este culo gordo para que sepan vos y los pajeros que ven tus fotos quién es el dueño.

Y así hice. Agarré ese par de nalgas jugosas y jugué con ellas todo lo que quise. Metí y saqué mi chota a placer de su apretadísimo ojete, grabé su carne rebotando y mi pija entrando y saliendo con mi celular mientras ella no veía. Ya pensaba en la de pajas que me iba a hacer recordando este momento, aparte de reírme por dentro porque obviamente lo iba a difundir por redes junto a la foto de su cara waskeada para que todos vieran a la colotrola de Brimarcos.

Tanto ella como su recto me suplicaron leche, hacían fuerza para tratar de sacarme hasta la última gota. Me apreté los huevos para no acabar, primero me lo tenía que rogar.

Yo: ¿Querés la leche colo? Pedímela dale.

Ella estaba tan en la mierda que a duras penas pudo asentir levemente. Le encajé una trompada de mano abiera en la jeta y volvió del trance.

Brisa: Si... dame...

Yo: ¡PEDÍLO A GRITOS PUTA DE MIERDA!

Brisa: ¡DAME LECHE! ¡POR FAVOR! *tenía la voz rasposa.*

Yo: ¡A GRITOS DIJE!

Brisa: ¡¡¡¡¡LLENÁME DE LECHE!!!!! ¡¡¡¡¡POR FAVOR HACÉLO!!!!!

Le aplasté el cuerpo entero contra el colchón y penetré aún más profundo. Me solté los huevos y los masajeé para que corriera la waska, sentía como toda mi fuerza se iba ahí. Iba a salir una barbaridad.

Yo: Viene mucha bebé, abrí bien el orto así te llega a la pancita.

Ella me hizo caso, aflojó y mi pija entró de lleno en el tuje colorado hasta las bolas, que quedaron entre esos dos manjares de orto redondos y machucados de tantos golpes. La chele me recorrió la poronga de la base a la punta, y con su gemido llegó el primer lechazo, tan fuerte que hasta al colon le debió llegar. Después vino el segundo todavía más fuerte, me dolían los huevos de la cantidad de leche que salía, era impresionante. Al tercero ya empezó a escurrirse por los costados del ano, la saqué y el cuarto lechazo entró directo por el agujerito abierto y palpitante. Hubo un quinto, tuve que hacer fuerza para que saliera, y le cayó en todas las nalgas. Me apreté la verga y salió otro chorrito, esta vez se lo apunté a la concha. Mis huevos se movían de arriba a abajo, doloridos. En mi vida había sacado tanta leche.

Me desplomé sobre Brisa, con la pija adormecida entre los cachetes de su cola. La obligué a darme un beso y le escupí la cara. Terminamos dormidos en esa misma pose. Suspiré, sabiendo que había tenido posiblemente el polvo de mi vida, y ya deslechado, descansé como un bebé y soñé con la prostituta pelirroja debajo mío. Con Brimarcos.
oral

5 comentarios - Brimarcos (Relato)

Daks12 +2
Jajajaja yo quería las fotos
Zire2017 +2
Si eso fuese cierto cuando te mueras habria que enterrarte junto al Grl San Martin, y dedicarte varios monumentos