Aislado Entre Mujeres [62].

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Aislado Entre Mujeres [62].
Capítulo 62.


La Sentencia.


Me hubiera gustado que el cuarto estuviera en silencio, pero las últimas declaraciones de Fernanda calentaron el ambiente. Ahora solo podía escuchar el bullicio causado por mis cuatro hermanas. Todas hablaban a la vez, protestando y exigiéndole una disculpa. Incluso Cristela se había sumado al bullicio; pero ella pedía calma. Fernanda se defendía de cada comentario con evasivas. 
Los únicos en silencio éramos mi mamá, Brenda y yo. Observábamos todo el asunto esperando que se calmara por arte de magia. Obviamente esto no iba a ocurrir. Tuvo que ser Alicia quien le puso final a esta discusión de la que no se podían sacar ni dos frases en limpio.
—Bueno, basta! —Exclamó—. No quiero que se peleen. No les conté esto para que odien a su abuela. Lo único que pretendía era decirle lo que yo pienso. Lo que llevo atragantado desde hace más de veinte años. Ya está, ya lo dije. Los problemas que yo tenga con ella no tienen por qué afectarles a ustedes. Y a mí no me importa que no admita la culpa de nada. Yo sé que actué mal, y ahora también sé que no todo fue culpa mía. Gracias a ustedes conseguí entender eso. En especial gracias a vos, Nahuel. Me ayudaste un montón. 
—Em… creo que las que más ayudaron fueron Macarena y Gisela.
—Es cierto, a ellas también les agradezco mucho. Lo único que quiero es que seamos una familia feliz. Estoy harta de peleas, discusiones y… de todo esto. —Nos señaló—. Me parece que ya llegamos a un punto donde el sexo se nos fue de las manos. ¿No les parece? Antes hacía lo posible para que se mantengan lejos del sexo, ahora entiendo que eso no tiene sentido y solo pretendo que lleven una vida sexual sana… y esto no es sano. No es sano que estemos cogiendo entre nosotros. Se tiene que terminar. Ya mismo.  
—Eso te lo entiendo, mamá —dijo Macarena—. Yo también creo que es algo que tiene que terminar, porque a la larga va a traer muchas consecuencias negativas. Pero no podés pedir que se termine de un día para el otro. No va a ser tan fácil dejarlo atrás. 
—No. Se termina ya mismo —insistió Alicia. En ese momento me di cuenta que nuestra madre se había despertado de su letargo, y ahora era más fuerte que nunca—. Lo digo en serio. Vamos a llevar una vida normal. 
—¿Eso significa que ya no vamos a tener sexo entre nosotras? —Preguntó Cristela.
—Así es. La pasé bien con vos, hermana… fueron muchos grandes momentos. Ya los disfrutamos un montón. Nos dimos el gusto. Creo que ya es momento de dejarlo en el pasado. Y con esto también me refiero a que ya no podés coger con Nahuel… ni con ninguna de mis hijas. Quiero que tengan una tía normal. 
—Yo la entiendo perfectamente —dijo Gisela. Sus hombros estaban caídos, incluso sus pechos ya no parecían tan erguidos, así supe que habíamos recuperado a la Gisela de siempre—. No podemos estar todo el día pensando en coger. Sino vamos a terminar peor que la abuela. Ella, además de adicta al sexo, ni siquiera es capaz de ver el daño que causa en los demás. No quiero que nosotros terminemos igual que ella. Además, pronto terminará esta cuarentena de mierda, y esto te lo digo a vos, mamá… el día en que vamos a salir de casa se acerca cada vez más. Por más miedo que le tengas al virus, nosotras queremos salir a hacer nuestras vidas… y estoy segura de que Nahuel también querrá hacer lo mismo. 
—Lo sé —dijo Alicia, cabizbaja—. Me da mucho miedo salir… y que salgan. Pero entiendo que tendrá que ocurrir algún día. Solo prométeme que lo harán cuando ya todos estemos vacunados. Si cumplen con eso, les prometo que haré todo mi esfuerzo para no joderlos más.
—Por mí está bien —dijo Pilar. Todos estuvimos de acuerdo con ella.
—Entonces —continuó Gisela—. Si alguien quiere coger, tienen dos alternativas: esperar al momento de salir, para encontrarse con alguien que no sea de la familia… o se cogen a Brenda. 
Todas las miradas se centraron en ella. Estaba preciosa, toda desnuda, con los pezones duros y las mejillas sonrosadas. Parecíamos una jauría de lobos mirando a un corderito. 
—Em… por mí está bien —dijo Brenda, con una risita nerviosa—. Yo encantada. 
—Bueno, las dos partes ya contaron su versión y supongo que ya tenemos un veredicto —dijo Pilar, parecía disfrutar mucho de los elementos teatrales del asunto—. Creo que todos estamos de acuerdo en que la abuela Fernanda es culpable.
—Sí, de eso no tenemos dudas —dije, tajante—. El veredicto es unánime. 
—Muy bien, entonces solo queda pensar en la sentencia. 
—¿Y qué van a hacer? ¿Me van a encadenar y me van a dar latigazos?
—Mmm… no sería mala idea —dijo Gisela, con una sonrisa macabra—. Tengo un lindo látigo que, hasta ahora, solo usé con Brenda. A esa putita le encanta —la aludida mostró una sonrisa tímida y se puso aún más roja, parecía un tomate—. Pero a los castigos con látigos me los estoy reservando para otra persona. No te olvides que vos y yo todavía tenemos asuntos pendientes, Alicia.
—Sí, lo sé muy bien… y me gustaría aclararlos cuanto antes. Estoy a tu disposición, para lo que pidas. Te lo debo, por todo lo que hiciste por mí… y por todo el mal que te causé.
—Ok, pensemos en una buena sentencia para la abuela —dijo Macarena.
—Hey, eso lo quería decir yo —protestó Pilar. 
—Perdón… no sabía que vos eras la jueza —Maca puso los ojos en blanco. 
—Vamos a proponer ideas para la sentencia, no tiene por qué ser algo muy elaborado. Lo importante es que sea justo y efectivo. Ahora sí, la corte descansa….   
Fernanda parecía tener ganas de protestar, sin embargo se quedó callada. Creo que se dio cuenta de que protestar no serviría de nada, solo empeoraría su situación. Se puso de pie y fue la primera en salir del cuarto. Luego empezaron a seguirlas las demás.
—Nahuel, ¿puedo hablar con vos un momento? —Me preguntó mientras todas se retiraban. 
—Sí, claro.
Nos quedamos solo y fue muy difícil apartar de mi mente los pensamientos sexuales que me invadían, al fin y al cabo mi madre estaba prácticamente desnuda frente a mí, vistiendo un conjunto de sadomasoquismo. Por un momento llegué a pensar que me pediría que se la metiera bien duro, lo cual iría totalmente en contra de su postura. 
—¿Sobre qué querías hablarme?
—Sobre tus hermanas. 
—Ah, ya sé… me vas a pedir que no me acerque tanto a ellas, porque no querés que me entren ganas de coger.
—Emm… más o menos; pero al revés. Yo sé que puedo confiar en vos, siempre lo supe. Sé que si te pido que ya no tengas sexo con tus hermanas, vas a mantener tu palabra. En realidad no confío tanto en ellas…
—¿Ni siquiera en Pilar y Gisela?
—No, ni siquiera en ellas. Pilar anda muy… 
—¿Puta?
—Experimental. Está con muchas ganas de probar cosas nuevas, y eso la tiene con las hormonas alteradas todo el día. Y Gisela… bueno, ya viste cómo se pone cuando se excita. 
—Sí, lo sé muy bien.
—Por eso te pido que tengas cuidado con ellas. No creo que puedan aguantar ni una semana sin probar pija… en especial Macarena. Y como la tuya es la única disponible en la casa… 
—Sí, sí… ya entendí. Me van a buscar a mí. Voy a intentar mantenerlas a raya. 
—Y a la tía Cristela también… a ella en especial.
—¿Y vos, mamá? ¿También tengo que cuidarme de vos?
Alicia miró fijamente mi verga, ya estaba flácida pero aún mantenía parte de su vigor.
—No. Quedate tranquilo que yo no te voy a buscar. La pasamos bien cuando estuvimos juntos; pero no quiero criar a un hijo que no sea capaz de relacionarse con otras mujeres por estar todo el día cogiendo con la mami. Eso sería…
—¿Patético?
—Sí, y bastante enfermizo. Espero que lo sepas entender.
—Te entiendo perfectamente. Te pasaron muchas cosas malas con tu mamá y solo nos estás cuidando. Sé que mis hermanas también lo entendieron. Te prometo que ya no voy a volver a coger con ellas.
Alicia sonrió y luego me dio un fuerte abrazo. Mi verga se movió un poco cuando sentí sus grandes tetas sobre mi pecho.
—Gracias, hijo. Te quiero un montón. Perdón por terminar todo esto de forma tan brusca, pero es necesario hacerlo así.
—De nada. Por cierto… te queda muy sexy ese conjunto. No me imaginaba que te gustaran esas cosas.
—Uy… no quiero hablar de esto ahora. Pero gracias… —me mostró una tenue sonrisa como diciendo: sé que me queda muy sexy.  

—--------------

Me pasé todo el día dentro de mi pieza dándole vueltas a todo lo que había ocurrido. Tenía demasiada información que asimilar. No me molesta saber que mi madre se prostituyó ni que muchos hombres usaron su cuerpo, porque ella también lo disfrutó. Lo que sí me jode es la forma en que la trató mi abuela y cómo insiste en culparla de todos los males de la familia. 
Estaba pensando cómo hacer para que Fernanda reconociera su parte de la culpa cuando alguien llamó a mi puerta.
—¿Quién es?
—Tefi… ¿puedo pasar?
—Em… sí, dale. 
Me cubrí rápidamente con las sábanas, porque estaba completamente desnudo. Cuando ella entró pude ver que tenía puesta solo una camiseta sin mangas, que le marcaba mucho los pezones, y una sencilla bombacha blanca. “Bueno, al menos no está desnuda”, pensé. 
—¿Cuánto tiempo te vas a quedar encerrado? —Me preguntó.
—No sé… apenas pasó un día, no creo que haya sido mucho tiempo. ¿Dónde más podría ir?
—Y, no sé… por ejemplo, podrías visitarme en mi cuarto. No te olvides que somos prácticamente vecinos —se sentó en el borde de la cama—. Y yo tengo la PlayStation. ¿En serio no querés que te la devuelva?
—A veces la extraño un poco, pero vos la usás más que yo…. epa! —Su mano se metió bajo la sábana y agarró mi verga con firmeza—. ¿Qué hacés? 
—¿Y a vos qué te parece que hago? —Preguntó con una sonrisa picarona.  
—Se supone que ya no podemos coger.
—¿Y quién está cogiendo? Yo tengo la ropa puesta —sentí cómo sus dedos estrujaban mi verga. Fue maravilloso—. Igual… quería hablar sobre eso —Tefi se sentó encima de mí y comenzó a menear su cadera. Su concha (aún protegida por la bombacha) se deslizó justo sobre mi miembro, el cual estaba ganando rigidez—. ¿De verdad vamos a dejar de coger?
—Em… se lo prometimos a mamá.
—Yo no le prometí nada, al menos no de forma directa. 
—Bueno, vos no… pero yo sí. Ella confía en mí.
—Uy, siempre fuiste “el nene de mamá” —puso los ojos en blanco—. Podrías tomar decisiones por vos mismo. ¿Vamos a dejar de coger juntos?
—Sí, creo que es lo mejor. Además las cosas con Gisela ya se estaban poniendo demasiado raras.
—No hablo de Gisela, ni de las demás —se sacudió con más fuerza, ya podía sentir mi verga casi completamente dura. Es increíble cómo Tefi es capaz de despertar al monstruo en tan solo unos segundos—. Te estoy hablando de mí. ¿Querés dejar de coger… conmigo?
Esta última palabra la dijo mirándome a los ojos, a pocos centímetros de mi cara, justo antes de darme un beso en la boca. Esa acción generó un impacto tan fuerte en mí que me aferré a su cintura y comencé a acompañar el meneo de sus caderas. 
—Eh… no sé… la verdad es que… —tenía la mente nublada—. Deberíamos dejar de hacerlo porque puede traer consecuencias negativas a futuro. Ya sabés lo que le pasó a mamá y a la tía Cristela.
—Sí, lo sé… pero me parece injusto que mamá decida por nosotros. Ella y la tía cogieron durante años, se dieron ese gusto. ¿Nosotros no podemos hacer lo mismo? Además… ¿quién dice que nuestra relación tiene que ser igual de tóxica que la de ellas?
—Em… ¿y de qué tipo de relación estaríamos hablando?
—Sexual, boludo —y soltó una risita—. Decime la verdad, Nahuel. ¿No te da más morbo coger conmigo a escondidas? —Dijo esto mientras movía a un lado su bombacha. Su concha húmeda hizo contacto directo con mi verga, aunque no entró.   
¿Así que de eso se trata? Ella persigue el morbo. Soy la única pija disponible en la casa y le calienta coger a escondidas. Es como si yo fuera su juguete erótico favorito. Aunque… tampoco puedo enojarme con ella. Debo admitir que a mí también me calienta mucho la idea de coger a escondidas. Durante unos días creí estar harto del sexo, y en realidad lo único que necesitaba era un buen incentivo… y Tefi me lo está dando ahora mismo. 
No pude resistirme. La agarré, con un rápido movimiento hice que ella quedara acostada en la cama, y le quité la bombacha. Sujeté sus piernas en alto y apunté mi verga, ya erecta, hacia su concha. La penetré lentamente, para no hacerle doler; pero ella dijo:
—Metela fuerte… me estuve dando con un dildo antes de venir… ya la tengo bien dilatada.
Escuchar eso me alegró muchísimo, estaba ansioso por metérsela, no quería perder tiempo con los preparativos previos… y evidentemente ella tampoco. Se la metí  hasta la mitad, retrocedí y volví a meterla, yendo cada vez más adentro. Cada penetración se hacía más fuerte que la anterior. 
Pensé que esto no ocurriría en muchos meses, porque aún no me resigno a la idea de que ya no tendré más sexo con mis hermanas. No me imaginé que fuera a ocurrir tan rápido y mi cerebro me dijo: “Aprovechá ahora, porque esta podría ser la última vez que cogen juntos, al menos en varios meses”. 
Y sí que lo disfruté. Me moví con gran entusiasmo, dándole duro, sin parar. Aunque la idea de que esto no volvería a pasar en meses no me la creía ni por un poquito. Algo en la actitud de Tefi me decía que seguiríamos cogiendo juntos, aunque tuviéramos que hacerlo a escondidas. 
Recuerdo pensar que extrañaba las interrupciones de Alicia cuando ella estaba sumida en una profunda depresión. Necesitaba volver a escucharla desafiante, activa. Bueno… a veces hay que tener cuidado con lo que se desea, porque se puede cumplir. 
—Nahuel… ¿puedo pasar? —dijo mi madre, luego de golpear la puerta.
Esa fue la parte que más me sorprendió. A pesar de que la tranca no estaba puesta, ella golpeó y pidió permiso, cosa que casi nunca hace. 
—Ehh… este… esperá…
Miré a Tefi asustado, la situación era imposible de disimular, solo teníamos unos segundos.
—¿Qué hacemos? —Le pregunté.
—Dame tu celular, rápido… 
—Está en la mesita de luz.
Mi hermana estiró la mano y agarró mi teléfono. Apuntó hacia el centro de sus piernas, como si estuviera intentando sacar una foto.
—Dale, podés decirle que pase.
—¿Estás segura?
—Sí, sí… confiá en mí.
—Muy bien… Podes pasar, mamá! —Exclamé.
La puerta se abrió de par en par y la mirada de Alicia se desdibujó al instante.
—Hey… ¿se puede saber qué están haciendo ustedes dos? ¿Acaso no hablamos sobre esto? —Cerró la puerta, creo que no quería que nadie más nos viera—. Creí que podía confiar en ustedes.
—No te enojes, mamá —dijo Estefanía—. Entendemos perfectamente tu postura; pero hay algo más que deberías tener en cuenta: nuestro futuro económico. —Alicia se quedó de brazos cruzados y miró a su hija mientras se mordía el labio inferior, luego su mirada bajó hasta mi verga, estaba más que claro que se la estaba metiendo—. Estamos sacando fotos, y de paso grabamos algunos videos cortos, ya sabés para qué. 
—¿Y es necesario que participe tu hermano en todo esto? ¿No podés grabarte vos sola?
—Como poder, puedo… y es lo que vengo haciendo desde hace varios días. Sin embargo… el material que más ingreso me genera es el que incluye una pija… y la única pija disponible, por el momento, es la de Nahuel. Y entiendo que algún día esto se tendrá que terminar, no queremos abusar de esta situación. Por eso mi idea es acumular la mayor cantidad de material posible, para tener reservas durante un buen tiempo… hasta que encuentre otra persona que pueda ayudarme con los videos. 
Esas palabras fueron como un gancho al hígado. No había pensado en la posibilidad de que Tefi recurriera a otros hombres para generar material porno; pero… tiene todo el sentido del mundo. No puedo oponerme, hacerlo sería estúpido e infantil. A pesar de eso… me duele el hecho de imaginarla con otro hombre. Por alguna razón no me pasa lo mismo con mis otras hermanas. 
Alicia estaba muda, a pesar de que estábamos haciendo justamente eso que nos prohibió, debió entender que ahora mismo el dinero que gana Tefi es nuestro ingreso económico más importante. La tía Cristela también está aportando algo, y seguramente más adelante podrá ganar tanto dinero como Tefi, solo tiene que hacerse más conocida en redes. 
—Tenés dos opciones, mamá —dijo mi hermana—. Podés enojarte con nosotros y no aportar nada bueno, o nos podés ayudar. ¿Qué decís?
—Mmmm… esto no me gusta nada. Preferiría que este tipo de prácticas se terminen de una vez y para siempre; pero… tenés razón. Ahora mismo no podés generar estas imágenes sin la ayuda de tu hermano. Dame el celular. 
—Muy bien… —Tefi se lo alcanzó, con una gran sonrisa—. La cámara ya está prendida, empezá a grabar cuando quieras. 
—Ok… —apuntó el teléfono hacia nosotros, procurando enfocar principalmente a su hija y teniendo mucho cuidado de que a mí no se me viera la cara—. Dale, Nahuel… no te quedes quieto. Mientras más demores, peor es.
—Eh… sí, sí… claro.  
Alicia hizo un gran trabajo grabando toda la secuencia, incluso me pidió varias veces que se la metiera más fuerte, para que pareciera más real, más erótico… y Tefi agradeció estos comentarios, abrió más las piernas y me permitió cogerla a buen ritmo. 
Se grabaron varias tomas, desde distintos ángulos. Siempre tomando en cuenta que la actriz principal era Tefi. Y fue la propia Alicia quien propuso pasar al anal.
—¿No te molesta que me de por el culo? —Preguntó Tefi.
—Ah… ya sé por qué lo decís. Es cierto que hubo una época en la que pensé que el sexo anal era una aberración. Algo que solo las putas hacen; pero ahora no lo veo así. Me da mucho gusto que todas mis hijas puedan disfrutar del placer del sexo anal. Y si te gusta, hacelo.
—Sí… tengo que reconocer que, una vez que me acostumbré a la pija de Nahuel, empezó a gustarme mucho.
Así fue que nos organizamos para grabar una escena de sexo anal. Yo me coloqué debajo y Tefi apoyó la espalda en mi pecho. Separó las piernas y permitió que la verga entrara poco a poco en su culo. Alicia, por su parte, se encargó de sacar varias fotos de este proceso.
—Dios, qué linda estás —dijo mi mamá, cuando por fin la verga entró.
—¿Te calienta verme así? —Le preguntó Tefi.
—Obvio… y ese es mi problema. Me calienta mucho ver cómo le meten la verga a mis hijas… y vos, sos especialmente hermosa. Bueno, todas lo son, a su manera. El problema de verte así es que me dan muchas ganas de chuparte la concha.
—¿Y por qué no lo hacés?
—Acordamos que ya no haríamos esas cosas.
—Lo sé; pero… podés tomarlo como parte de pago, por ayudarme a grabar estas imágenes.
—Mmm… si lo ponés de esa manera… ¿en serio no te molestaría que lo haga?
—Al contrario, me gustaría mucho… me ayudaría a entrar más en clima sexual. La verga de Nahuel me está haciendo doler un poquito, es muy grande… y me vendría bien relajarme… que me chupen la concha siempre me ayuda a relajarme.
—Entonces no se diga más…
Alicia se lanzó sin preámbulos y empezó a chupar la concha de su hija. Tefi agarró el celular y grabó toda la secuencia, me imagino que lo hizo para tenerlo como recuerdo… o quizás pensó en que, en algún futuro, mi mamá también podría necesitar esta clase de material.     
—Dios… qué rica la tenés —dijo Alicia, mientras lamía entre los labios vaginales—. Esto es un verdadero problema, no te puedo explicar el morbo que me da chuparle la concha a mi propia hija… mientras te la están metiendo en el culo.
—Lo entiendo —dijo Tefi, entre jadeos—, porque a mí me pasa lo mismo.
Esto me incentivó a metérsela con más énfasis, me moví poco, pero fue suficiente como para que mi verga comenzara a hundirse profundo en ese culo. 
De vez en cuando la lengua de mi madre daba una visita a mis testículos, me gustó que no se olvidara de mí… de lo que sí se olvidó por completo fue de la verdadera tarea que debíamos cumplir. Luego de unos largos segundos comiéndole la concha a su hija ya no hizo comentarios sobre la cámara. 
—Me alegra que hayas descubierto el placer del sexo anal —le dijo a Tefi—, y espero que algún día descubras lo rico que es chupar una concha. 
—¿Lo decís en serio, mamá? 
—Sí… sé que no te entusiasma mucho la idea; pero ahora no veo el sexo lésbico como algo malo… y me daría mucho gusto que todas mis hijas puedan experimentarlo cada vez que les de la gana. 
—Ay… no sabés lo importante que es para mí que digas eso… porque, si soy sincera… sentí curiosidad de hacerlo un montón de veces. Si no lo hice fue porque creí que te molestaría, que ya no me verías de la misma manera… y eso me dio un poquito de miedo. 
Esto cambió mucho el asunto. Hasta el momento yo creí que Tefi no cogía con mujeres simplemente porque no le calentaba. Ahora sé que no sé todo sobre ella, es una chica que aún se reserva varias sorpresas, tanto para mí como para los demás miembros de la casa.
—Ay, hija, perdón si te hice creer eso. Te aseguro que no te voy a mirar distinto si chupás concha, y de verdad, ya no creo que sea algo malo. El error fue mío, y no quiero que por mi culpa se queden sin disfrutar de los placeres de la vida. Si vos tenés ganas de chupar una concha, entonces hacelo… experimentalo, después sabrás si te gusta o no. Eso sí, hacelo cuando estés preparada…
—Mmm… ahora mismo estoy tan caliente que, si te bajás el pantalón, te chupo la concha.
—Wow… ¿de verdad? —Es difícil explicar la emoción que percibí en el rostro de mi madre en ese momento. 
—Sí, sí… te juro que sí. Estuve a punto de chupársela a Brenda en más de una ocasión; pero no me animé. Y… si lo voy a hacer, me gustaría hacerlo con vos. 
—Me haría muy feliz que lo pruebes por primera vez conmigo.
—Entonces, ¿a qué estás esperando?
Debo reconocer que lo de Tefi me sorprendió mucho, aunque ahora veo que su curiosidad no es el único motivo que la lleva a hacer esto. Ella entiende perfectamente que para Alicia este sería un gran momento, algo que le haría sentirse mejor acerca de todas las cosas que vivió con su madre. Lo que está haciendo Tefi es terapéutico, y la apoyo por eso. 
El siguiente paso fue que mi hermana se pusiera en cuatro en la cama, y yo me posicioné detrás de ella. Me pidió que se la metiera sin miedo, que podría soportarlo. Me aferré a su cintura y la penetré por el culo. Fue mucho más fácil meterla esta vez. Entretanto Alicia se quitó toda la ropa y volvió a acostarse en la cama, con las piernas bien abiertas. Tenía la concha mojada y lo demostró acariciándola, para que sus dedos se llenaran con sus flujos.
—Uf… ¿estás así de mojada por mí? —Preguntó Tefi.
—Sí, te dije que me calienta mucho chuparte la concha… y más me va a calentar que me hagas lo mismo a mí. ¿Estás lista?
Pensé que Tefi se tomaría su tiempo, que lo pensaría mejor, que dudaría. Evidentemente no la conozco tan bien como yo creo, porque se lanzó sin el menor atisbo de duda, como si lo hubiera hecho muchas veces en el pasado.
Su lengua se movió firme y sensual sobre los húmedos labios vaginales de mi madre. La imagen me calentó tanto que empecé a darle más fuerte por el culo, y a su vez esto la incentivo a lamer con más ganas. Éramos parte de un círculo vicioso de placer. Alicia comenzó a gemir suavemente, vio que el celular había quedado sobre la cama y como nadie lo estaba usando, lo tomó. Apuntó hacia su entrepierna y comenzó a grabarlo todo. Supongo que a Tefi le vendrá muy bien tener material lésbico para ofrecer a sus seguidores; pero esta vez estoy seguro de que Alicia lo grabó para quedarse con un recuerdo en alta definición de este momento tan morboso. 
—Así, mi amor… seguí… lo estás haciendo de maravilla —dijo mi madre, mientras acariciaba el pelo de su hija.
No sé si Tefi será una buena chupadora de concha, imagino que Gisela lo debe hacer mucho mejor… pero sí sé que le puso muchas ganas. Se prendió a la concha de Alicia como si fuera una ventosa y succionó todos los jugos que salieron de ella. 
La escena se extendió durante largos minutos de extremo placer. Los tres la estábamos pasando de maravilla. Justo antes de acabar le pedí el celular a mi madre. Quería grabar el momento en que retiraba mi verga del culo de Tefi y el semen salía de ese agujero. Y así lo hice. Fue una toma fantástica. Estoy seguro de que será un exito entre sus seguidores. Muchos deben fantasear con llenarle el culo de leche a mi hermana… pero bueno, de momento yo soy el único que puede hacer realidad esta fantasía.
Terminé muy satisfecho y decidí que lo mejor era dejarlas juntas y solas. Se merecían este momento. Yo ya estaba de más. 
Me puse el pantalón y salí de mi cuarto, dejando atrás los gemidos de mi madre. Me alegró saber que ella la estaba pasando tan bien. 

—------------
     
Al día siguiente me sentía mucho más animado, pude ver que mi mamá volvió a ser feliz y que Tefi, por la razón que sea, quiere seguir cogiendo conmigo. De momento tenemos la excusa de las fotos y hasta Alicia está de acuerdo con eso. 
Fue esta calma mental la que me permitió dar con la clave para la sentencia que merece mi abuela Fernanda. La respuesta era tan sencilla que me sentí un idiota por no haberlo pensado antes. Pero a mis hermanas tampoco se les ocurrió, así que si yo soy idiota, ellas también lo son. 
Reuní a toda mi familia (excepto a Ayelén) en el living-comedor. Fue raro que estemos todos en un mismo lugar, con la ropa puesta. Como si en ese hecho se escondiera la frase: “No tenemos que tocarnos entre nosotros”. 
—Y bien, Nahuel —dijo Macarena—. ¿Cuál es la sentencia para la abuela?
—Muy simple —dije, mientras todas me miraban, expectantes—. Le vamos a pedir que se vaya a su casa hoy mismo… y ya no vamos a hablar con ella, nunca más. Si quiere reuniones familiares, que la llame a Ayelén… aunque algo me dice que Ayelén tampoco va a ir a visitarla. ¿Por qué lo haría, si ya no le sirve para nada?
Antes de dictar esta sentencia, hablé con mis hermanas y les expliqué el plan completo. Sabían que ésto era solo la primera parte, y que era muy importante que todas estuvieran de acuerdo conmigo, aunque la sentencia les pareciera demasiado dura.
—Me parece bien —dijo Gisela—. La abuela queda permanentemente expulsada de la familia. 
—Así es, que se muera sola, por ser tan hija de puta —añadió Macarena, dejando entrever cierto resentimiento en su voz.       
—No, no… por favor, no —dijo Fernanda, con terror en su mirada—. Me parece que están siendo muy excesivos.
—¿Excesivos? —Preguntó Tefi—. Hiciste sufrir tanto a mi mamá que terminó odiando el sexo, y eso nos afectó a todos nosotros… en especial a Gisela. Básicamente vos sos la culpable de todos los males de esta familia.
En realidad no era la culpable de todo, pero solo porque también estaba Ayelén. Aunque no hice ninguna aclaración, era mejor que se quedara con el duro comentario de mi hermana. 
—Pero… pero… ¿en serio no me van a visitar nunca más? ¿Van a dejar que me muera sola? ¿A su propia abuela?
Este era el punto al que quería llevarla. Por todo lo que aprendí de ella en los últimos días, sé muy bien que a Fernanda le aterra estar sola. También sé que no tiene amigos o amigas. Solo le queda su familia, y si nosotros cortamos todo vínculo con ella, no le quedará más nadie. Obviamente no quiero que mi abuela se muera sola y olvidada. No soy tan mala persona. Me basta con que ella entienda que hay consecuencias por sus actos. Llegó el momento de ofrecerle una segunda alternativa.
—Todo sería mucho más fácil si admitieras tu parte de la culpa. Lo que más nos molesta es que sigas insistiendo que todo fue culpa de Alicia. Ahora sabemos que no es así. 
—Pero no lo vas a admitir, porque sos muy orgullosa. Por eso te vas a quedar sola el resto de tu vida —lo de Pilar fue como darle una patada en el suelo.    
Fernanda agachó la cabeza y estrujó sus dedos, nerviosa. Se mordió los labios y miró a los ojos a su hija mayor. Alicia le devolvió la mirada con seguridad y con la frente en alto. 
—Está bien, lo admito. Yo tengo la culpa de muchas de las cosas que pasaron. 
—Vamos a necesitar más que eso, abuela —le dijo Macarena—. Queremos la verdad. 
—Uf… bien… reconozco que empecé a revisar a Alicia todas las noches porque necesitaba una excusa para tocarla. Llevaba meses admirando su cuerpo, en especial por la ropa provocativa que estaba usando últimamente, y me estaba volviendo loca. Empecé a sentir una fuerte atracción sexual hacia ella. Aunque… no crean que lo hice a consciencia. Me tomó años entender que estos fueron los verdaderos motivos…
—Y aún así, seguiste echándole la culpa de todo a ella —dijo Cristela, parecía enojada.
—Lo sé, lo sé… es que… me duele mucho tener que reconocerlo. Siempre quise ser una buena madre, y saber que fracasé en eso por ser… una degenerada, me pone sumamente mal. Me hace sentir una horrible persona.
—Más horrible es criar a tu hija echándole la culpa de todo a ella —le recordé.
—Sí, tenés razón. Y pido perdón por eso. Sé que no va a bastar con que lo diga una sola vez, voy a tener que pedir perdón muchas veces, pero… estoy dispuesta a hacer todo lo necesario para que entiendan lo mucho que lamento esta situación. —Noté que Alicia estaba llorando, seguramente ella había esperado muchos años por este momento—. Solo díganme lo que tengo que hacer, pero… por favor, no me dejen sola. No aguanto tanta soledad, mucho menos sabiendo que tengo tantas nietas… y un nieto. 
—Mamá, estás bien? —Le preguntó Macarena.
—Sí, solo… necesito estar sola por un momento. Gracias a todo por esto, realmente necesitaba saber que yo no tengo la culpa de todo. Y vos, mamá… por ahora te podés quedar. Espero que te esmeres por hacer las paces.
—Te prometo que de ahora en adelante te voy a tratar mejor.
—No, conmigo no. Conmigo ya perdiste. A mí no me vas a recuperar nunca. Hacé las paces con tus nietas… y con Nahuel. Quizás ellos aún puedan perdonarte por todo lo que hiciste, porque yo no lo voy a hacer. Y no es el sexo lo que me duele, esa parte estuvo bien… lo que realmente me duele es que me hayas echado la culpa a mí, durante tantos años. Eso es imperdonable.
Alicia se retiró al cuarto de Gisela y cerró la puerta detrás de ella. 
Nunca vi a Fernanda tan abatida.  




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3 comentarios - Aislado Entre Mujeres [62].

sleepmaster +2
Excelente relato Nokomi!!! Sigo esperando ansioso por el castigo a Ayelén!!!
Xabier05 +2
Excelente!!! Un capítulo mejor que el otro!! van otros 10 😀
nesthor1220 +1
¿Cómo que aislado entre mujeres termina en el capítulo 66? 💔😔