Dos hermanitas andes

A la tarde reposaba, tranquilo, recostado sobre el sofá. Desacalorandome para tomar la ducha. Cuando en esa pasa un automóvil mini van, pitando y, cuando me asomo veo que son todos los compañeros del laburo, como dicen los argentinos. En la jornada del día habíamos participado de un taller de construcción en barro, a lo que llaman bioconstrucción.

El taller consistía en pisotear a pie limpio el barro, y para esa ocasión habían llegado dos invitadas de la universidad de los andes. Las dueñas de la van. Una se llama Ariadna, delgada y con un rostro suave y nariz respingada. No había parado de verle el culo durante el taller, porque estaba con un legins negro que le hacía resaltar las bragetas. Una delicia de culo. Bien paradito, firme, y con una buena cantidad de carne. La curvatura de la espalda por su cuerpo delgado hacían ver su cuerpo toda una escultura. De verdad llamaba la atención. Ella y su hermanita junto a otros amigas de ellas que habían ido al taller como acompañantes, jugaban a tirarse el barro y a poner la marca de la mano en ambas partes del culo.
Si Ariadna estaba muy buena, con cuerpo prototipico de paja, pues su hermana Lau no se quedaba atrás. Aunque era totalmente diferente. El rostro mucho más bello, ojos angelicales color miel y los parpados alargados. Un fino y delicado rostro, junto con una voz muy suave que compensaba su cuerpo robusto. Es gorda, pero por contestura más no por descuido. Su vientre totalmente plano, sus brazos anchos lo mismo que sus piernas gordotas, gigantes. El culo, sin descripción, una maravilla de esas del modelaje curvy, o gordibuena que llaman.
Las dos me hicieron la fiesta y me traían re caliente, sus imágenes de sus culos saltando, mientras posaban el barro. Las nalgadas que se daban. Toda esa carne en movimiento, la voluptuosidad de Lau y la finura del cuerpo de Ariadna. Una locura.
Cuando pasaron en su auto por mi casa, iban camino al río, querían bañarse y quitarse todo ese barro que se les había metido en todas partes. Y querían que yo les guiará. Por supuesto, acepte y me dispuse a salir con ellas y los otros compañeros, dos más y un muchachito.
Mientras ya casi entrabamos a la zona de baño en el río, una sola pregunta me inundó la cabeza. En relación a la apertura de Albert Camus al mito de Sísifo, dónde dice que la pregunta fundamental de la filosofía es saber si vale o no la pena vivirse, yo me pregunté si Ariadna me iba a mostrar el culo. Y afirme que esa era en realidad la pregunta más fundamental de todas.
¿Será que Ariadna me va a mostrar el culo? Esa es la pregunta fundamental de la vida. Meditaba en el corto camino que ya nos quedaba.
Entramos todos al charco del río para bañarnos y fuimos haciendo pasadas por una pequeña cascada, lavandonos el cuerpo. Pero las hermanitas Ariadna y Lau se estaban bañando y mojando en el río justo igual que en el barro, con la licra y la blusa puestas.
Nada especialmente nuevo salvó la ropa mojada que les marcaba transparentemente las tetas. No había jabón, pero afortunadamente yo llevé uno. Que al cogerlo Lau se le resbaló y lo perdió. Comenzamos a buscarlo en el fondo del agua con resignación. Cuando por sorpresa Ariadna, la delgada de rostro lindo pero nariz brusca, con un culo sumamente bien parado y abultado, se agacha y saca el jabón y dice con inmensa alegría lo encontré. Lo alza con su mano con una sonrisa enorme en su rostro, sus dientes blancos, divina sonrisa divinos labios que se mueven y exclaman las palabras, "ahora sí a bañarnos".
Y la veo que se quita la licra en frente de todos, con rapidez casi con euforia como si fuera a follar frenéticamente y no aguanta las ganas de liberar ese culo al viento y que la vean, lo buena que está. No tenía bikini ni ropa de baño o piscina. Tenía su ropita interior puesta, normal una braga azul aguamarina metida entre las nalgas, toda a dentro y las caderas abrazadas por esa tela. Buaffff! Quedó en shock ante el espectáculo y me cuestiono seriamente si la pregunta y la meditación que hice tiene algo que ver con esa quitada repentina del pantalón. Y dejar así su culo expuesto con esos calzoncitos azules claros, azul cielo, metidos entre toda esa carne tan lisa y tan bien puesta. Quería disimular pero ese culo en frente mío tan curvo tan bien delineado. Esa espalda tan perfectamente finalizada en el lomo.
Le penetre el culo con mi mirada le recorrí las bragas y aspire por sus muslos marcados hasta orgasmear en su entrepierna. Triangulo del deseo y del amor. Fue unos segundos un instante, cuando Lau, abre los ojos con cara de sorpresa al ver el acto de su hermana. Y lo repetí casi como instintivamente. En una emulación extrahumana. O muy humana. Mimesis pura. Se saca la licra también Lau y nos deja a todos en infarto . Una gorda que este buena mata con su voluptuosidad a cualquiera.

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