Amar es compartir 11 ( paint it black)

Amar es compartir 11
Vivida la experiencia con un stripper rentado todo volvió a la normalidad
Después de la “paliza” que le dio Braulio no hicimos el amor por varios días. A ella le costaba mucho sentarse y comer. Le dolía el maxilar y el ano, y no sabíamos bien si había tenido una lesión que revistiera algún nivel de gravedad. Tuvimos que ir al médico.
Fué incómodo para mí porque le consultaron si había sufrido “violencia de género”. Me miraron con malos ojos al principio. Por suerte solo tenía algunas contusiones leves.
Esa garchada le había aplacado el deseo totalmente, no le interesaba nada que tuviera que ver con cogerse a alguien. La sesión brutal con el toro la había dejado “fuera de combate” Había sido demasiado, incluso para una perra en celo como ella.
Esos días posteriores no tocamos el tema. Ella tampoco estaba afectiva conmigo. En el fondo creo que sospechaba que ya estaba pensando en dejarla.
Un día por la tarde cuando la busqué por la facu me pidió que la llevara a merendar a “Sweet” una confitería muy paqueta chiquita pero elegante donde a ella le gustaba pedir magdalenas y tomar café frío con crema.
─Hacía varios días no salimos, bebito. Extrañaba hacer ésta vida con vos, volver a ser tu novia.
Por dentro me cagaba de risa, la hija de puta quería dejarse coger por cualquiera mientras a mi me marginaba al papel de novio contenedor. Pero andáte a la concha de tu madre (pensaba en mis adentros).
─¿Seguro que me seguís queriendo? Fue fuerte lo que pasó el otro día. ¿Seguro estás bien?─me dijo mirándome a los ojos, no queriendo evadir lo que había pasado, cuestión que yo venía haciendo hace rato. ─prosiguió─ decíme si no me seguís amando, yo lo voy a entender. No es fácil estar con una mina así de caprichosa. Sé que siempre priorizo mi deseo, y en ésta relación podría haberme contenido.
─Te quiero, si ─dije completamente desganado. Todo mi lenguaje corporal traducía lo contrario.
─Estuve pensando en dejar esto de las fantasías con terceros, que volvamos a ser dos. Hacer nuestras cositas. Podemos usar los juguetes pero solo en plan de fantasía, no quiero meter nunca más gente extraña en la casa. Es peligroso. Lo de Braulio tomalo como una despedida de soltera. Ahora mi alma es tuya.
De repente sentí un hormigueo en la cabeza, de todo lo que me dijo esa bala si que me rozó el corazón. Empecé a preguntarme si todavía la amaba. Era imposible olvidar nuestros primeros meses, los juegos en la playa, las salidas al cine, las caminatas tomados de las manos. Había una guerra interna en mí, entre el novio devoto y el macho herido que buscaba revancha.
Pero me quebré y todo mi odio se disipó, al menos por unos segundos en que le hablé francamente.
─Mirá Paula, no sé si quiero seguir con esto. Siento que algo se rompió. Al principio me gustaba jugar con vos y hasta me calentaba la idea de que te cojas a otros tipos, pero no te puedo bancar caliente todo el día, todo el tiempo hablando de que te va a coger tal o cual. No te importo yo ni la relación, ni tu familia. La vida no es solamente cogerte tipos.
Después de eso empezó a llorar como una desquiciada, se arrodilló, me pidió perdón, me prometió que nunca más iba a estar con otra persona. Que iba a ser más atenta, cocinarme todos los días, limpiar mejor la casa, dormir temprano etc.
Le dije que necesitaba tomarme un tiempo, pero me pidió una última oportunidad. No sé si porque estaba jugado, o porque en el fondo ya no sentía casi nada y me importaba muy poco, o por qué pero decidí dársela, solo que tomando precauciones, no era un perdón ciego.
La primera precaución, debía hablar con su ex, Camilo, ese que aparentemente había sido capaz de hacer cosas mucho más humillantes que las que yo había aceptado y preguntarle con total franqueza que es lo que no había funcionado.
Lo contacté por facebook, al principio no entendió bien quien era, le expliqué y me dijo que no quería saber nada con Paula, que había terminado en terapia por su culpa. Le pedí que nos juntaramos a hablar tranquilos en una cervecería lejos de donde Paula pudiera vernos, porque eso si que me iba a dejar totalmente expuesto.
Mientras esperaba veo venir un hombre de estatura muy baja, ligeramente guapo de ojos azules, pero con algún problema de crecimiento, realmente parecía un niño de ocho años.
Me contó la historia de su vida y obviamente todo acerca del noviazgo con Pau, me dijo que era un pibe consciente de su altura deficitaria, que eso le había jugado en contra a la hora de conquistar mujeres, que tenía apenas metro cincuenta y nueve y con un pene de once centímetros, por sus condiciones disfrutaba ser humillado por tipos enormes con penes grandes pero que Paula había cruzado limites para los cuales el no había prestado su consentimiento total y eso le había afectado muchísimo en su salud mental.
─¿Cómo que?¿Que te pidió?
─Quería traer a uno de sus amantes a mi casa, un obrero de la construcción; José y que entre los dos le chuparamos la pija y nos hiciera el culo a los dos también. José ya había venido a casa a cogerla pero yo me sentaba en una silla y los miraba. A veces me pajeaba, otras no. A veces le abría las piernas o las nalgas para que entre mejor. No soy homosexual y nunca me excitó chuparle la pija a otro hombre y menos dejarme romper el orto, por eso no se lo permití. José encima es un mono, no sé si lo llevó a tu casa pero es enorme. Tiene las manos como dos guantes para la nieve, es alto, la pija es tan grande que no se le para totalmente, solo se le pone dura. Como si fuera una manguera de bombero. Y eso es solo el principio, ella cebaba a los tipos para que me insultaran, le gustaba que me dijeran que me iban a cagar a trompadas, que si quería nos cogían a los dos, se reían de mí, comparaba las pijas, y decía que esas eran cuatro veces mi tamaño, lo cual era practicamente cierto pero aún así llevaba muy lejos las humillaciones y esto de la dominación, cuckolding o como se llame. Cuando lo hablé con ella, me dijo que estableciera los límites y que como pareja estaba bien discutir éstas cosas pero al poco tiempo cayó con tres tipos, se me reían en la cara, me pedían que les trajera bebidas. A mí me gustaba algo más tranquilo. Ella no respetó eso.
─Lo mismo me pasa, bro.
─Es una mina enferma, no tiene limites, si seguís con ella vas a terminar pegándote un corchazo. A mí me amenazó mucho tiempo, con que si la dejaba iba a llevar a mi laburo un video de ella cogiendo con tipos y yo pajeandome.
─Que bajón, pero eso no me pasaría, sé marcar muy bien mis límites.
─Yo también pensaba lo mismo, pero Paula es muy manipuladora, te va llevando para el lado que se le da la gana. Mi consejo de “amigo”, es que te separes urgente, antes de que te queme la cabeza.
─¿Alguna vez te propuso dejar esa vida?
─Nunca.
─Porque a mi sí, vos viste lo que es esa mina, es hermosa, yo me siento privilegiado de que sea mi pareja. Nunca me imaginé estar con una Dua Lipa, que se yo. Toda la vida estuve con minas de un atractivo normal, y me subia el autoestima sentir que tenía una modelo de novia. Sus gustos sexuales no me molestarían tanto si no los llevase al extremo. No sé que pensar.
─El precio a pagar por lo buena que está no lo vale, vos sos ingeniero, te podés pagar mejores putas y sin que te coman la cabeza. Creo que es una narcisista típica, solo te dijo eso porque la arrinconaste. Si querés seguí con ella, hacélo, pero no digas que no te avise.
Agregué a Camilo a mis contactos con otro nombre, pero no volvimos a hablar.
Pasaron unas semanas y Paula empezó a volver a “su normalidad”. Andaba caliente, deambulaba sin corpiño por toda la casa y me rozaba con los pezones parados, me apoyaba el culo, andaba en tanga por la casa, hacía comentarios sobre actores de la tele que la calentaban.
Una noche me dijo que quería coger, que estaba que no daba más, salió del baño en toallón. Nos besamos y se abrió de piernas. Estuvimos más de media hora con el mete saca pero ella no acababa, entonces en un momento me dice.
─Traéme el consolador negro, el grande.
─¿Estás segura?
─Si, porfa bebé.
Entonces me corrió a un costado, me dijo que después me iba a hacer una paja y se empezó a meter el juguete enorme en la concha, era precioso ver como abria de par en par sus labios y como entraba y salía como si fuera un gusano gigante.
Empezó a gritar como desesperada. Después de diez minutos, paró.
─Amor, no quiero que te enojes, pero no puedo acabar, necesito algo más fuerte. No puedo venirme y me duele la vagina. ¿Te jode si lo traigo a Bassembo a la casa? Es un amor, chico trabajador, no creo que sea capaz de nada malo.
─No, Paula, ya habíamos hablado de esto. Si esto es lo que querés acá se termina.
─No amor, voy y vengo, dale.
Se puso las botas, y una calza, estaba sin bombacha y en tetas, solo con una campera arriba salió corriendo a la calle como si el departamento se estuviera incendiando. Claro, la que se estaba incendiando era ella.
En una hora estaba el africano en mi casa.
Abrió la puerta y entró con el tipo de la mano, era altísimo, realmente impactaba. Yo estaba tomando mates escuchando la radio. Me saludaron como si fuera un vecino, y se fueron a la pieza.
Paula le gritaba que pelara la pija, que tenía hambre. Y el negro, que parecía un pan de Dios, resultó ser mucho más agresivo de lo que me hubiese imaginado nunca.
─E´ guta el chocolati a la siñora. Shupe shupe.
Y se escuchaban los sonidos guturales de la tremenda chupada de pija que le estaba pegando.
Slurrppppp sluprppppphjdsgrrrrr, era obvio que se la estaba tragando “a lo Tusam”. Era la calentura que venía acumulando desde Braulio. Se escuchaba como succionaba todo, como escupía, parecía que hacía el mayor ruido posible para que escuchara, pero era muy obvio que estaba buscando calentarme.
─Cogeme la garganta negrito. ¿Te acordás cuando me confundiste con una puta y me querías pagar? Ahora me estás cogiendo gratis y con mi marido en la casa.
─ Sempr supi qui la muquer era un troia. Qui gostaba crne negro
─Sacáme la ropa, desnudame y cógeme la concha, Bassembo, hoy soy tu chica, tu novia, tu mujer, tu señora. Hacéme lo que se te de la gana.
Empecé a escuchar gritos y no pude evitar acercame a la habitación en la que estaba la puerta completamente abierta. Bassembo se la escaba cogiendo a lo misionero mientras la ahorcaba y le metía los dedos en la boca. La pija era larguísima, ancha, pero no se erectaba del todo, no entraba toda así que metía solo un poco más de la mitad. A los diez minutos llegó el orgasmo que tanto se le había dificultado a Paula.
No sé si ellos me ignoraban, o sólo no habían notado mi presencia.
Después ella lo cabalgó hasta que llegó el segundo orgasmo. Los ojos se le iban para atrás peor que la nena del exorcista. Después de un rato, me llamó. Era como decía su ex, era una mina sin remedio. Dolía pero tenía que asumirlo.
─¿Amor, me traés el lubricante? Parece que Bassembo me dijo que me iba a romper el culo, re atrevido está. Decíle algo. Retálo. ¡Mirá lo que me dice delante de tuyo!
Fui hasta el comedor y le acerque el lubricante al muchacho, el sacó una cantidad importante y se la puso en la pija y también le puso en el culo a Paula. Evidentemente era un especialista. Le había metido un dedo, según él no necesitaba más. Me dijo con su español deficiente que el culo de Paula estaba acostumbrado a comer porongas, que no hacía falta tratarlo con tanta delicadeza.
Ella empezó a mirarme todo el tiempo. Me miraba de reojos, me guiñaba el ojo, hacía caras de sorpresa, de disfrute, de placer, de dolor.
─¿Te gusta romperme el orto, Bassembo? Decíle a mi novio que soy tuya ahora, que sos mi macho. A el le gusta mirar, la próxima lo vamos a invitar a que vea todo desde el principio. Decíle Bassembo que soy una puta, que su novia es bien puta y necesita vergas grandes.
El chico no dijo nada, el nivel de depravación de Paula era mucho para cualquiera. Solo le siguió reventando el culo, serruchando de una forma tan bestial que hubiese querido filmarlo para que la humanidad atestigue lo que es el sexo anal nivel Dios.
─Vení, amor, besame mientras Bassembo me hace el culo. Está timido pero bien que me sigue matando.
No sé que me pasó pero me dejé llevar, chapamos mientras el negro le castigaba el culo como si fuese la última cogida de su vida.
Después escucho que el negro está por acabar y Pau, le grita.
─Bassembo, llenáme el culo de leche. ─orden que no tuvo problemas en cumplir. Paula se tocó la concha para acabar por tercera vez.
Yo no aguanté y me senté en una silla y me hice la paja, ella me miró todo el tiempo, lo cual lo hizo mil veces mas humillante.
─¿Nene, no te animás a limpiar la leche de nuestro amigo? ─dijo Paula. Habiendo acabado tres veces empecé a entender que Paula llegaba al orgasmo más humillándome que cogiendo.
Le dije que ni en pedo me iba a poner a chupar leche de otro tipo de su culo. Lo cual hizo que con un poco de fastidio recogió con sus dedos y se lo comió todo relamiéndose. Antes de que Bassembo se pusiera el pantalón lo llamó y le limpió toda la pija recogiendo con su lengua todos los restos de semen, decía que se iba a manchar la ropa y que a ella no le costaba nada pasarle la lengua.
No recuerdo bien en que momento se fue Bassembo. Si recuerdo cuando ella me dijo.
─Amor, chapame, saboreemos juntos la leche de Bassembo mientras me toco, me quedó el último orgasmo a la mitad.
Chapamos un par de minutos hasta que acabó y me gritó “así cornudo, comete la leche del macho”, ya había tragado pero tenía un sabor ácido en la boca. Aparentemente ese era el sabor de la pija y la leche. Yo me hacía la paja mientras tanto, hasta que acabé de nuevo.
Sabía que me tenía que separar, pero se estaba haciendo cuesta arriba.
─Bebé, si me decís que no te gustó estás mintiendo. No te vas a enojar conmigo.

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