Joven e ingenua esposa seducida por el jefe del esposo 1

Las lluvias atípicas de ese año, habían ocasionado el derrumbe de un cerro y la destrucción de la carretera que comunica con el municipio, sin embargo para algunos hombres del pueblo, eso significaba que podría haber una oportunidad de trabajo, entre ellos estaba mi esposo.

Al tercer día del derrumbe, llego a la comunidad un grupo de ingenieros, después de un encuentro con el presidente municipal, se escucho el sonido local del pueblo, llamando a quienes desearan trabajar durante la reconstrucción de la carretera.

Mi esposo fue de inmediato, yo me sentía feliz, pues las carencias eran evidentes, y cuando menos pasaríamos algunas semanas en mejores condiciones, pues en la comunidad solo hay trabajo de campo y en temporadas.

Cuando mi esposo regreso a casa, se miraba muy feliz, le escuche con atención y lo que me dijo me dio mas alegría.

Tengo el trabajo, pero hay algo mas Olga… el ingeniero que esta a cargo de la obra, quiere que le rente la cabaña de la colina, le dije que tengo que hacer algunos arreglos, y me dio dinero para hacerlo, el llegara el lunes con algunas cosas, así que tenemos el resto de la semana para arreglar la cabaña.

La cabaña de la que mi esposo hablaba, se trataba de nuestro primer hogar, una pequeña cabañita que se encuentra en lo mas alto de nuestras tierras, la cual habíamos dejado cuando mi esposo construyo la casita donde ahora vivimos y que se encuentra a unos 300 metros de la cabaña.

Cuando terminamos de arreglar la cabaña, sentimos nostalgia por los momentos que pasamos ahí, quizá cuando el ingeniero se marchara, recordaríamos nuestras primeras noches de amor.

En ese momento, estaba lejos de imaginar lo que estaba por ocurrir, si… nuevamente pasaría noches de placer, pero no con mi esposo, seria con el ingeniero, quien termino por seducirme y enseñarme a disfrutar de cosas que jamás había experimentado.

El día lunes por la mañana, una camioneta se detuvo frente a nuestra propiedad, un hombre alto y entrado en años, descendió me miro y con una sonrisa cautivadora, pregunto por mi esposo.

¡Buenos días! ¡Busco a Arturo soy el ingeniero Román! ¿Eres su hermanita?

Buenos días ingeniero, Román esta en la cabaña, y no… no soy su hermanita, soy su esposa.

¡Que pena, señora! Le ofrezco una disculpa, voy a donde Arturo, ¡que tenga buen día!

Visiblemente apenado se alejo caminando hacia la cabaña, después de casi una hora los mire regresar a ambos.

Mire ingeniero, le presento a Olga mi esposa.

Es un gusto señora, y bueno… pues aprovechando la ocasión, ¿podría hacer el aseo de la cabaña? Claro le pagare un sueldo por semana.

No dude en aceptar la oferta, sin saber lo que ya planeaba el ingeniero Román.

En la camioneta, traía una cama, un sillón viejo, y una meza de madera, después de llevarlos a la cabaña, ambos se fueron a la obra, y no llegarían hasta entrada la noche.

La primer semana paso sin ningún incidente, cuando el ingeniero pasaba por mi esposo, yo me dirigía a limpiar la cabaña, pero al siguiente lunes sucedió algo inesperado, mientras cambiaba las sabanas de la cama, cayeron al piso unas revistas, la curiosidad me despertó y mire la revista, en ella había mujeres y hombres desnudos teniendo relaciones.

Había algunas escenas que me parecían ilógicas, por ejemplo donde dos hombres penetraban a una mujer, o donde le chupaban su vulva a la chica, ingenua pensaba que no se podía hacer tales cosas.

Deje las revistas en una caja de cartón y decidí olvidar el asunto, no mencione a mi esposo nada de lo ocurrido.

Al siguiente día, nuevamente encontré otras revistas, estas eran mas explicitas en cuanto a posiciones, pero lo que mas me atraía sin duda era mirar como les chupaban las vulvas a las chicas, me estaba obsesionando con esas imágenes, pero pese a todo, jamás paso por mi mente que el ingeniero dejara las revistas a propósito.

El día miércoles, amaneció haciendo un calor atípico, apenas estaba saliendo el sol, pero ya se sentía el bochorno, me fui a la cabaña e hice la limpieza, esta vez no hubo revistas… pero esa misma tarde, miraría algo que me dejaría por varios días sin poder apartar de mi mente esa imagen.

Mire con curiosidad cuando llegaron por la tarde y se detenían frente a la casa, algo que no habían echo antes, mi esposo bajo y se dirigió a mi con las siguientes palabras.

¡Olga! Te llama el ingeniero.

Dígame ingeniero.

Olga, quiero pedirte que pases por mi ropa mas tarde, me gustaría que la lavaras mañana, ¿podrás hacerlo?

Si, yo paso mas tarde por ella ingeniero… después de acordar el precio se marcho y entre a la casa con mi esposo, le serví la cena y después se recostó en la cama, mientras yo me dirigía por la ropa del ingeniero.

Tenía la costumbre de caminar con los pies descalzos, y como había crecido el pasto, era difícil que se escucharan mis pasos, a eso atribuí el haber sorprendido al ingeniero en tan bochornosa situación.

La cabaña al igual que nuestra casa, solo esta rodeada por una barda de piedras sobrepuestas, y fue justo cuando traspase la barda que me tope de frente con el ingeniero, quien estaba parado en la puerta, completamente desnudo y sosteniendo su verga en la mano derecha, mientras orinaba.

Sentí que mi rostro enrojecía por la sorpresa, en cambio el ingeniero actuando con total naturalidad me sorprendió con sus palabras.

¡Vamos Olga pasa! ¿O es que nunca has visto a un hombre desnudo que no sea tu esposo?

No respondí una sola palabra, me quede ahí de pie, mientras el sacudía su verga y entraba a la cabaña, para enseguida regresar con una maleta de ropa, la cual me entrego, el tenerlo ahí frente de mi completamente desnudo, me hizo alejarme de prisa, sin decir una sola palabra.

Al regresar a casa, trate de controlar mi turbación, fingí que no pasaba nada, el calor que sentía me hizo ir a darme un baño con agua fría, y después fui a la cama, trate de convencer a Arturo para que hiciéramos el amor, pero estaba muy cansado y casi de inmediato se quedo dormido.

Yo daba vueltas en la cama sin lograr conciliar el sueño, las imágenes del ingeniero pasaban como una película en mi mente una y otra ves, logrando inquietarme, mentalmente compare el tamaño de su verga con la de Arturo, no podía haber comparación, mientras Arturo la tiene delgada y cortita, el ingeniero la tiene larga y gruesa, y además la mire que es curveada.

Mi ingenuidad me hacían creer que solo había sido algo accidental, así que trate de olvidar el asunto, y continué con mis labores cotidianas, sin pensar mas en el asunto, afortunadamente los días siguientes no se repitió el asunto, pero yo por las noches seguía pensando en el ingeniero, me sentía mal por pecar de pensamiento, pero no podía evitarlo.

Los días pasaron y llego el fin de semana, el sábado por la tarde, mire que el ingeniero regresaba solo en su camioneta, se detuvo frente a la casa, al mirarme parada en la entrada, se bajo y me dijo las siguientes palabras.

Olga, tu esposo se quedara esta noche en el campamento, me pidió te avisara.

¿Por qué se quedara?

Ah lo que pasa es que llegara un camión con material y el se encargara de recibirlo, le tengo mucha confianza, y bueno al rato ve a la cabaña y podrás hablar con el por el radio… ¿quieres?

¡Gracias ingeniero, si iré mas tarde!

Jamás imagine ni pensé nada malo, sin embargo esa confianza excesiva terminaría por hacerme caer en los brazos del ingeniero, esa misma noche.

La tarde era agradable, un delicioso fresco invadía el ambiente, después de bañarme me puse un vestido rojo el cual me queda por debajo de las rodillas, no puedo decir que soy una mujer con un cuerpo extraordinario, soy muy pequeña de estatura, apenas mido 1.45, mi cuerpo es delgado, soy de piel morena como la mayoría de las personas de mi rumbo.

Mis pechos son medianos, los pezones si son un poco mas grandes de lo normal, eso por que desde que me case, Arturo se ha encargado de hacerlos crecer pues le encanta chuparlos casi a diario.

Cuando estaba por obscurecer camine a la cabaña, mi cabello aun estaba mojado, negro y largo me caía hasta las nalgas, apenas traspase la barda y nuevamente me quede de pie y con la sorpresa en el rostro.

¡Hola Olga! Pasa enseguida te comunico con Arturo.

Sentí morir de vergüenza, nuevamente le sorprendí completamente desnudo, pero ahora el se aproximo y tomándome de la mano, me llevo al interior de la cabaña.

¡Estas roja Olga! ¿Qué te sucede? ¿Es por mi desnudez? Vamos tu no te mortifiques, mira aquí esta el radio, habla con Arturo.

Tome el radio y hable con mi esposo, parecía estar bien, el me recomendó cerrara bien la casa por dentro, pero jamás pensó que al estar sola con el ingeniero, pudiera pasar algo, el confiaba mucho en el, mientras seguía la conversación, el ingeniero se acomodo en su viejo sillón, seguía desnudo y no dejaba de mirarme, me sentía incomoda por la situación.

Al despedirme de Arturo, trate de despedirme y salir de inmediato de la cabaña… ¡gracias ingeniero! Ya me voy.

¡Espera Olga! Quiero platicar un poco contigo, siéntate en la cama.

Sin oponerme obedecí a sus palabras, me senté en la cama tratando de no mirarlo de frente.

¿Te molesta que este desnudo?

No, solo que… me siento apenada.

El calor de estos rumbos, hacen que la ropa se moje de sudor y creo que es mejor estar así desnudo, ¿puedo decirte algo personal?

Si, dígame le escucho.

Bien te lo diré, pero quiero que me mires mientras hablo, vamos no seas pudorosa.

Veras yo, quede viudo hace un par de años, y paso mucho tiempo en lugares como este pueblo, siempre a solas, sin compañía alguna, pero aquí en este pueblo el calor me hace sentirme mas solo, y me preguntaba… si tu ¿me dejarías mirar tu cuerpo desnudo?

Me quede en silencio, sin saber que responder, pero deseando que continuara hablando.

¿Sabes? Jamás estuve tan cerca de una mujer tan joven y con un color de piel como el tuyo.

¿Cuántos años tienes Olga?

19.

¿Me dejas mirar tu cuerpo desnudo?

Las palabras se negaban a salir de mi garganta, y fue cuando el aprovecho mi turbación para ponerse de pie y caminar hasta donde yo estaba sentada.

Me tomo de la barbilla y levanto mi rostro.

¿Tienes miedo? ¡Estas temblando Olga!

Me tomo de la mano y me ayudo a ponerme de pie… me quede en silencio y sin moverme, sus manos bajaron para buscar la orilla del vestido, lo fue subiendo lentamente y lo saco por arriba de mi cuerpo, se aparto y me recorrió con la mirada, se paro tras de mi y soltó el broche de mi sostén, por ultimo se arrodillo y tomando los costados de mis pantaletas las deslizo hacia abajo.

¿Lo ves? ¡No pasa nada! Ahora siéntate en el sillón, platicaremos mientras observo tu cuerpo.

Camine al sillón y me senté, pese a ser un sillón viejo, era muy confortable, parecía que me hundía en el, mi pequeño cuerpo parecía ser tragado por el sillón.

¿Cuánto tiempo llevas casada?

2 años.

Dime algo… ¿te gusta el sexo oral?

¿Oral? O sea ¿con la boca?

Si. Con la boca.

Nunca lo he hecho así.

¿Te gustaría probarlo?

Nuevamente las palabras se negaban a salir.

¿Me dejas enseñarte un poco de sexo oral? Si no te gusta, no lo hacemos. ¿Quieres?

Olga, te deseo tanto, pero si te incomodo, olvido el asunto, y podrás irte a tu casa.

Algo dentro de mi, no deseaba que ese momento terminara, así que armándome de valor le respondí aun con el pudor visible.

No… no quiero ir a casa, ¡por favor! Perdóneme, me siento una tonta sin saber que responderle… pero si deseo hacerlo.

Mis palabras fueron lo que el esperaba escuchar, se puso de pie y camino para ponerse de rodillas frente de mi.

Tomo mis pies y los llevo a los laterales del sillón, quede abierta, mi concha estaba cubierta por mis vellos púbicos, que debo decir que es mucho vello el que me cubre.

Lo único que se me ocurrió fue cerrar los ojos cuando aproximo su boca a mi conchita, como si fuera de fuego su lengua paso por mi concha y termino rozando ligeramente mi botoncito, sentí una descarga eléctrica recorrer todo mi cuerpo.

No se cuantas ocasiones paso su lengua, pero fueron las suficientes para que hiciera de lado mi pudor y ahora yo misma trataba de abrir mas las piernas, esperando que su lengua lograra entrar en mi concha.

Cuando se aparto de mi lado, me tomo por la cintura y con facilidad me cargo y me sentó en la meza, ahí podía tener mas expuesta mi concha, nuevamente chupo, para ese momento mi cuerpo sudaba igual que el.

Ponte en cuatro patitas Olga.

Di la vuelta sin poner obstáculo, esta ves su lengua se deslizo por mi ano, la caricia me gusto, pero nuevamente el pudor regreso y le suplique, ¡por favor! ahí no… no lo chupes, por favorrrrrr.

Sin hacer caso, siguió chupando y con la punta de su lengua picaba mi ano, es difícil de describir lo que sentía, pero si puedo decirles que esas caricias, me hicieron gemir algo que jamás había logrado mi esposo.

¿Te gusta?

Siiiiiiii, mucho, no te detengas por favorrrrrrrrrr… a, a, a, a, a, a, a, a, a, es algo muy hermoso lo que me hacesssssssssssss.

Espera por favor… ¡quiero orinar!

Claro.

Con asombro lo mire caminar tras de mi con una lámpara en la mano.

¡Yo voy sola! Le sugerí.

No, yo quiero mirarte orinar.

Salí y apenas me dio tiempo sentarme y soltar un chorro de orina, la cual corría como rio por la tierra, regrese a su lado y ahora sus palabras me hicieron temblar de deseo.

¿Habías sentido esas ganas de orinar con tu esposo cuando lo hacen?

No… la verdad nunca lo había sentido. ¿No es normal?

Sentirlo si es normal, eso se llama orgasmo, y ahora te lo voy a demostrar, ven ponte de pie aquí junto a la meza y separa las piernas, ¿ya no deseas orinar?

No.

Bien, voy a hacer que tengas un orgasmo mas, sientas lo que sientas, no te detengas, deja salir tus jugos vaginales, disfrútalo mucho.

Dirigió su mano derecha a mi conchita, metió dos dedos mientras que su dedo anular presionaba mi clítoris, inicio a meter y sacar primero con suavidad, y después con rapidez, la fricción en mi clítoris era deliciosa, sentí que las fuerzas abandonaban mis piernas y estuve a punto de caer, pero el me tomo de la cintura con la otra mano, en segundos sentí que caía en un gran abismo, sin poder contenerme deje salir un chorro de liquido vaginal.

¿Te gusto?

Siiiiiiiiii… a, a, a, a, a, a, a, a, dios jamás había sentido algo igual. A, a, a, a, a, a, a, a, a,

Ahora, es tu turno de darme un poco de placer.

Tomo una almohada y le puso en el piso.

Arrodíllate, ahora tú mamaras mi verga.

¡Pero, nunca lo eh echo! Creo que no podre hacerlo.

Vamos Olga, cuando le tomes gusto, no querrás dejar de hacerlo.

Me arrodille y abrí mi boca, el dirigió su verga flácida y la metió en mi boca, no me dio asco, por el contrario la suavidad de su piel me hacia sentir algo extraño, parecía de terciopelo, muy suavecita y sin duda acostumbraba a ponerse perfume pues tenia un sabor agradable.

Demasiado tarde me di cuenta que empezaba a cobrar vida y poco a poco crecía llenando mi garganta, sentí miedo de ahogarme pero no quería sacarle, verdaderamente me estaba gustando tenerla dentro de mi boca, por instinto fui haciendo movimientos de entrada y salida, sus venas se estaban hinchando peligrosamente, el gemía dándome a entender que lo estaba disfrutando.

Espera Olga, sácala por favor.

¿Te lastime?

No amor, por el contrario, jamás me habían mamado de esa forma… pero ahora disfrutemos los dos al mismo tiempo es justo.

Jalo una cobija y la tendió en el piso, se recostó y me pidió me sentara sobre su rostro, le obedecí y ahora el chupaba mi concha una ves mas, comprendí de lo que se trataba, recordé una imagen de las revistas, así que me agache y chupe su linda verga, ambos gozábamos con esa posición, de momentos sacaba su verga de mi boca para gemir pues no podía evitar hacerlo.

Mi concha estaba muy mojada, sentía que mis labios vaginales estaban hinchados al igual que mi clítoris, sus labios lograron hacerlo crecer como nunca lo habían estado, el momento sublime estaba por llegar.

Ahora siéntate sobre mi verga, quiero que te penetres tu solita, demuéstrame que sabes hacer.

Obedecí y cuando estaba por sentarme, tome su verga con mi pequeña mano para ponerla en la entrada de mi concha, la tenía bien erecta, sus venas le palpitaban y parecían a punto de reventar.

Su verga fue abriendo mis labios vaginales, amoldándose sentí un poco de dolor, sin duda era mucho mas grande y gorda que la de mi esposo, poco a poco me fui sentando hasta lograr tenerla toda dentro de mi, por primera ves me sentí llena, inicie a levantarme suavemente, subía y bajaba, metiendo y sacando, sus manos aprisionaron mis pezones y les daba ligeros pellizcos, ambos gemíamos el éxtasis era mutuo.

Me sorprendí de mirar pasar los minutos y que no terminara, como sucedía con mi esposo. Por el contrario su verga parecía ponerse mas dura.

Después de un rato me pidió me pusiera de pie, cuando salió su verga me asombre estaba embadurnada de un liquido espeso y blanco.

¿Lo estas gozando Olga?

Si, lo disfruto mucho.

Bien, ahora voy a recostarme en la cama, antes de que subas y te ensartes nuevamente… quiero que chupes mi verga, límpiala con tu boquita y disfruta de la mezcla de nuestros líquidos.

Abrí mi boca y metí la verga dentro, disfrute del sabor agridulce, trague sin pudor alguno el liquido espumoso que había sobre ella, cuando la deje limpiecita, subí y me senté nuevamente solo que esta ocasión, dándole la espalda.

Sin darme tiempo de reaccionar, paso sus largos brazos por mis piernas y se puso de pie, manteniéndome ensartada, sentí sus testículos chocar con mis nalgas, la penetración era mas profunda en esa posición.

Con sus manos me subía y bajaba en un rico vaivén, mis gemidos fueron enloquecedores, a, a, a, a, a, a, a, a, siiiiiiii que ricooooooooo. Diossssssssssssss, a, a, a, a, a, a, a, a,

En una perfecta sincronización, ambos terminamos en un delicioso orgasmo, su leche corría dentro de mí, como lava hirviente.

Con asombro mire como me ponía en el piso y ahora tomaba una de mis piernas, la levanto a todo lo alto y ahora me penetro en esa posición, su verga parecía no estar satisfecha, cobraba vida nuevamente, metía y sacaba con rapidez.

a.a.a.a.a.a.a.a.a.a.a.a lance un gemido, al tiempo que sentí como apenas sacaba su verga de mi concha y yo dejaba salir un torrente de líquidos vaginales, perdí las fuerzas y el me apoyo tomándome en brazos, me abrace de su cuello y salió de la cabaña conmigo en sus brazos.

Lentamente recorrió el camino hasta mi casa, al entrar me recostó en la cama, y se alejo sin decir palabra alguna. No había necesidad de decirlas, desde ese momento yo le pertenecía.

Al siguiente día muy de mañana lo escuche ir a la casa y llevándome mis ropas.

¿Esta contenta?

Si.

Olga, buscare la forma de pasar otras noches juntos, pero claro si tú lo deseas.

Si, lo deseo mucho.

En ese caso, yo te avisare cuando será… pero me gustaría preguntarte algo. La próxima ves, ¿me dejaras cogerte por tu ano?

Solo le respondí con un movimiento de cabeza, no podía negarle nada al hombre que me había echo sentir una verdadera mujer

1 comentario - Joven e ingenua esposa seducida por el jefe del esposo 1

Ukisnefsar
Para cuando la segunda parte?