Gran masaje de la Escort trans Dalila

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Conocí aesta señorita por recomendación de un amigo que es más gatero que yo. Realmentenecesitaba unos buenos masajes, venía con un tirón que no me podía sacar del trapecioy dorsal derecho de un mal movimiento del gimnasio, justo el brazo con el queme mastu-, dijo, con el que escribo, jaja. De todos modos, ese dolor, más undolor que se repite de mi espalda baja que me ataca con la humedad por seralto, me encontraba a la miseria. Había ido con una masajista común, pero laverdad que no me llegó a lo profundo que necesitaba y además siempre prefieroun masaje con final feliz que uno con final neutral, jaja.
Mi amigo legusta encamarse con cualquier cosa que camina y conoce a todos los gatos pagosde cada recoveco de la ciudad, me dijo que si quería el mejor final feliz teníaque ir con tal y tal chica, pero si quería un buen masaje descontracturante, nohabía nadie mejor que Dalila. Yo no puedo decir que tengo muchas experienciascon trans (nada comparable con mi amigo que le gusta pasivo/activar con todaslas trans que pueda), pero fue efusivo en la calidad de la señorita y no iba adespreciar por un detalle tan menor.
Coordinorápido con Dalila, le cuento por arriba mis problemas y me dijo que no hayproblema, que tenía muchos aparatos para tratarme también. Mejor dije yo.Coordino para la semana, ella está en Pompeya, me quedaba medio lejos, peronada que mi amigo Uberto no pueda ayudar, encontré el edificio pautado como unlugar humilde y pulcro.
Cuando suboal departamento me abre ella con una sonrisa serena y una voz muy delicada meinvita a pasar adentro, noto a una señorita en sus cuarenta, muy refinada ycortés en sus manerismos y su forma de hablar, bonita, vestida con un sobretodode masajista celeste lavado, esa sonrisa serena la seguía en sus pasos y hastacuando se rio por el clima caluroso que teníamos. Me invitó al baño, por siquería ir, accedí, más que nada porque en verdad era un día de mucho calor yestaba chivando un poco, no me gusta que tengan una impresión de sucio de miparte.
Entre a lahabitación en donde trabajaba con una camilla, todo el depto tenía un aroma asahumerio casi frutal, se escuchaba una música casi aurea saliendo de unparlante que nunca precisé a encontrar haciendo el lugar como un templo.
Sin muchaspalabras me recosté boca abajo en la camilla y le señalé bien donde me dolía ydebido a que, ella asentía y me empezó a pasar aceite caliente, suave pero confirmeza por todo el torso, me decía que tenía un cuerpo hermoso y que había queayudarlo que se siga desarrollando, yo avergonzado solo le agradecía.
Me pusounas bolsas de hielo en las pantorrillas porque le mencioné que las tenía mediocontracturadas de jugar a la pelota, era muy lindo la forma de tocarme, ya queiba delicada con la yema de los dedos desde los pies hasta la espalda, pasandopor la cola muy cerca de mis huevos. En un momento se concentró, sin ningunodiciendo ninguna palabra y empezó a masajear fuerte toda la espalda ayudada porlo que llamó como una “pistola masajeadora”, algo que me sorprendiópositivamente, ya que nunca le vi en el arsenal de ninguna masajistaconvencional que haya conocido. Esta pistola tenía varios cabezales, uno quemencionó tenía forma de horquilla que eran como una cuellera con dos puntas queusó para relajarme bien el cuello, poniendo esas dos puntas entre mi cuello,como también la utilizó un poco por mi espina dorsal. Usó también una, que novi, pero parecía más redonda y agarraba más parte del cuerpo y finalmente elque logró el objetivo, el cabezal tipo bala, me reí cuando lo mencionó por másde una razón, pero fue perfecto, se me hundía en el omoplato y atacaba lacontractura, por un momento pensé que me iba a hacer doler por la fuerza quetenía, pero Dalila nunca dejaba la máquina más de lo que debía, además de quesiempre complementaba todo lo que hacía con un masaje con sus incansablesmanos.
Luego de loque considero fue una media hora, ya me quitó el hielo de las pantorrillas ylas masajeó con aceite para aceitar la última parte de mi espalda que faltaba.Me di vuelta para el momento de la verdad, su hermosa y cautivante sonrisaserena seguía allí y me hizo sonreír por lo que venía. No estoy seguro si mehabía ofrecido algún servicio superior para finalizar, pero como dije, no estabaacostumbrado a estar con una señorita trans y además para mí los masajes sehacen con la mano y tienen que terminar con la mano (quizás a veces ayudadoscon la boca) así que Dalila lentamente me empezó a pasar la yema de los dedossensualmente por todo el cuerpo, concentrándose cada vez más y más en laentrepierna, que iba concentrando cada vez más sangre para ponerme la pija al100%. Me preguntaba si me gustaba y yo le decía que mucho, le pedí de chuparlelos pechos y ella sacó uno de sus pechos para que los succionara, eran medio flácidos,pero estaban bien.
El momentoque llegó a abrazar el tronco de mi pija con la mano, fue cuando sentí el únicomomento realmente masculino de Dalila, pero por todas las buenas razones. Estoyseguro que puedo estar de acuerdo con todos los hombres de esta página en quelas mujeres no nos hacen la paja tan bien como nos la hacemos nosotros mismos,más allá de que tienen el beneficio de tener una mano delicada y femenina,pocas saben realmente exprimirlas y sacarles bien la leche; no es su culpaobviamente, nosotros tenemos muchísimas horas más de experiencia,especializados en nuestros propios penes y las mujeres tienen mejores formas desacarnos la leche que con la mano, pero aquí es cuando supe sin duda alguna queDalila alguna vez tuvo pene (o lo sigue teniendo, la verdad que no la vi sinpantalones) La paja fue buenísima, tenía manos chiquitas, con una me masturbabay con la otra me frotaba la cabecita, sabía exactamente como y cuanto apretarmientras me la sacudía; intenté resistirme porque me daba cosa acabar ensegundos, pero no tuve chance, ella se rio un poco por lo bajo, creo quetambién sabiendo que no tenía chance, y acabe un manantial de leche mientrasella me iba exprimiendo para que le caiga en la mano hasta la última gota.
“Que rico”dijo ella al terminar y pronto se limpió la mano con una toallita húmeda, sindecir mucho pase devuelta al baño, estaba demasiado aceitado, y aunque habíaatardecido un poco, el Sol seguro seguía refulgente como cuando llegué. Cuandovolví al cuarto para ponerme la ropa, me preguntó como la había pasado y ledije que estupendo y que iba a volver sin dudas si volvía el dolor, ella sepuso contenta, me dijo “Mi intención no es que vengas, sino que vuelvas” yseguro volveré.


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4 comentarios - Gran masaje de la Escort trans Dalila

PsyMonk +1
Que buena está ¿la podés pajear? O solo masajes y ya
LexySteele +1
No le pregunté, seguro que sí