Tus amigos, son leales si soy tu hembra?🤔2

Por suerte había muchas latas y botellas, tomé una de esas botellas chicas para tomar sola, y comencé a beber directamente del pico. Los cuatro hombres se quedaron mirando como mis labios apretaban la boca de la botella.


—Las cosas que debés hacer con esa boca —dijo Juan Carlos.


—Gracias a esta boquita me ahorré de pagar varios meses en el gimnasio —tenía la mente algo nublada por el alcohol y me sentía sumamente atrevida—. Cuando el dueño del gimnasio descubrió mi talento, me permitió pagar la cuota en petes —le guiñé un ojo a Juan Carlos. Mi novio se limitó a sonreír, tal vez creyendo que yo estaba bromeando.


Me sentí un poco mal por él, porque no lo estaba diciendo en broma. Eso pasó de verdad. Hubo un mes en el que me atrasé con el pago de la cuota del Gimnasio y Rodolfo, el dueño, me hizo una propuesta que no pude rechazar. Me llevó a su oficina y se bajó el pantalón, mostrándome el tremendo pedazo de poronga que le colgaba entre las piernas. Quise explicarle que yo tenía novio y que no podía hacer una cosa así; pero antes de que mi sentido de la ética se activara, yo ya estaba de rodillas, comiéndome esa pija. Rodolfo se sorprendió cuando yo permití que me acabara en la cara… incluso me tomé buena parte de su leche. Desde ese día ya no tuve que pagar la cuota del gimnasio, al menos no con dinero. Siempre que le chupé la verga a Rodolfo me sentí culpable; pero no podía dejar de hacerlo. El tipo simplemente tiene una pija que me vuelve loca. 


Tus amigos, son leales si soy tu hembra?🤔2




—Hace muy buenos petes —dijo mi novio, devolviéndome a la realidad—. Se la traga entera, tiene mucho talento para eso.


Tal vez su intención era que yo me avergüence; pero de ser así, no consiguió su objetivo. Lo único que logró fue que se me moje más la concha. 


—Conmigo no podría hacer eso —aseguró Juan Carlos, entre risas.


—¿Por qué? —pregunté, y al instante me sentí una boluda. El motivo era obvio, pero mi cerebro estaba funcionando un poco más lento de lo habitual. Le eché la culpa a la cerveza.


—Lo que pasa es que el pibe viene bien equipado —dijo César, señalando el bulto de su amigo.


—Ah, mirá vos. El dueño del gimnasio también viene bien equipado —solté una risa estridente—. Sin embargo yo siempre me las ingenio para tragármela toda. 


—Para esto vas a necesitar algo más que ingenio —dijo Juan Carlos, agarrándose el bulto.


—No te agrandes —me fui acercando a él, mientras caminaba todos me miraban la concha. Cuando estuve cerca de Juan Carlos, le agarré el bulto. Era cierto, si venía bien equipado; pero tampoco me pareció algo gigante—. Vas a ver que sí puedo. Yo no me achico ante un desafío.


Le pasé la botellita de cerveza y le bajé el cierre, sin quitarle el pantalón saqué su verga. Era de buen tamaño, tenía la piel seca y bien suave. Empecé a pajearlo lentamente, para que se le pusiera dura. Ante la mirada expectante de los presentes, me arrodillé delante de Juan Carlos. Ya estaba muy alegrona y no me importó nada. Abrí grande la boca y me metí la verga, al principio solo la punta; la fui humedeciendo con mi lengua y de a poco comencé a tragarla. Noté que se le iba poniendo más y más dura, y eso me calentó aún más. Me estaba entrando bien en la boca y sentía que podría retenerla cuando el miembro hubiera alcanzado todo su tamaño.


Retrocedí un poco y volví a tragarme un buen pedazo, ya tenía media verga en mi boca y con cuidado me fui comiendo el resto. A pesar de mi corta edad ya tengo bastante experiencia en petes, en parte por la cantidad de veces que se la chupé al dueño del gimnasio; pero también comí unas cuantas más. Antes de conocerlo a Esteban ya tenía por costumbre terminar una noche de sábado con una buena pija en la boca… y no me quejaba si me daban de tomar la leche. 


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Pero esas cosas siempre las hice sin que nadie se enterase. Ahora tenía testigos de mi comportamiento de puta… y era la primera vez que lo hacía ante tantos hombres. 


A medida que me iba tragando entera la verga de Juan Carlos, él presionaba mi cabeza, ayudándome en la tarea. Cuando llegué hasta el final, la mantuve en mi boca unos segundos moviendo la lengua como podía, luego la saqué y me puse de pie, con altanería.


—Te dije que iba a poder —le dije, con aire triunfante. Le arrebaté mi botella de cerveza, y tomé un largo trago. 


Juan Carlos se limitó a sonreír, parecía confundido, como si mi osadía lo hubiera reducido a un manojo de nervios. 


—Tiene talento la chica —afirmó César.


Le sonreí.


Caminé de regreso al sofá y me senté en el centro, me siguieron César y Mauro. se sentaron uno a cada lado. Empezaron a felicitarme por lo que había hecho y cada uno me acarició una pierna. Al cabo de unos segundos me di cuenta que ambos llevaban una pierna hacia su lado. Su intención era separarlas. 


Sus manos comenzaron a buscar mi concha, sentí sus dedos jugueteando con ella mientras mantenían mis piernas bien abiertas. Instintivamente estiré la mano hacia el bulto de César y le agarré la verga, aún la tenía dura. La liberé del pantalón y comencé a pajearlo, mientras él me hacía lo mismo. 


—La tenés bastante abierta —dijo César, refiriéndose a mi concha.


—Será por todas las pijas que me metieron —dije, con una calentura que me llenaba el cuerpo.


A pesar de la excitación, todo este jueguito ya estaba llegando demasiado lejos. Al parecer mi novio estaba demasiado borracho como para enojarse de que yo me hiciera la putita con sus amigos. Por lo que decidí ponerle fin a todo.



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Me puse de pie… y César me tomó por la cintura.

No me dio tiempo a nada. Me obligó a sentarme sobre él y toda la pija se me metió bien hondo en la concha.

—¡Uf… me la re clavaste! —Exclamé, con una mezcla de morbo y vergüenza.

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Miré a mi novio y él seguía manteniendo esa sonrisa estúpida, como si estuviera diciéndome: “Te hiciste la puta y ahora vas a pagar las consecuencias”.


Ahí fue cuando me di cuenta de que había llegado a un punto sin retorno. Los amigos de mi novio estaban decididos a meterme la pija.


César comenzó a moverse rápidamente sobre mí. Cerré los ojos y disfruté, yo misma acompañé los movimientos. Nunca me había dejado coger por otro hombre frente a mi novio, y descubrí que eso me llenaba de morbo. 


Mauro se puso de pié frente a mí y liberó su pija, que ya estaba bien erecta. 


—A ver si te podés tragar esta también —me dijo.


Si el chico antes había mostrado un poco de timidez, ésta se había desvanecido por completo. Me agarró de los pelos y yo, por acto reflejo, abrí la boca. Me metió la pija y empezó a moverse, como si me estuviera cogiendo.


Siempre imaginé que si algún día chupaba una verga mientras alguien me cogía, una de esas dos vergas sería la de mi novio. Él estaba presente, pero no me estaba metiendo nada. Se limitó a mirar cómo sus amigos me usaban.


Quise decir “Bueno, chicos, terminen con esto, que ya llegó demasiado lejos. Esto ya no es una bromita. Me están garchando”; pero no pude, porque tenía la boca ocupada. Esos segundos que me mantuvieron chupando verga fueron decisivos, para que mi cabeza hiciera click. La calentura se hizo tan potente que yo misma le agarré la verga a Mauro y empecé a comérmela. Mientras tanto di saltos sobre la pija de César. Estaba decidida: si me van a garchar, entonces pienso disfrutarlo.

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Después de unos segundos, Mauro se alejó de mí. Supuse que aún no quería acabar, y lo iba a hacer si yo seguía succionándola de esa forma.


—A esta ya la probaste por la boca. ¿Ahora por dónde la querés probar? —me preguntó Juan Carlos, agarrándose la pija. 


—A mí me gusta probarlas por la cola. —Fue una de las cosas más atrevidas que dije en mi vida.


—¿Estás segura? —Preguntó, sin dejar de masturbarse—. Mirá que es mucha pija…


—Mejor, porque yo tengo mucho culo.


Me levanté solo para acercarme a uno de los sillones individuales, allí me puse en cuatro y separé mis nalgas, esperando por Juan Carlos.



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—Dale, ¿o ahora me vas a decir que te arrepentiste? —Le pregunté, desafiante.


—No vaya a ser que la que se arrepienta sea otra.



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Yo ya estaba jugada, pero no se lo dije. 


Se acercó a mí, agachándose un poco y Mauro apuntó derecho al agujero de mi culo. Tengo que admitir que me asusté. Imaginé que primero me abriría el agujero usando los dedos; pero al parecer quería entrar directamente con la pija. 


Se la lubricó bien con saliva y sentí una leve presión, que de a poco se fue haciendo más intensa. 


Cuando noté que el glande estaba entrando, mis ojos empezaron a lagrimear. Pude decirle que no me atrevía, que era demasiada pija para mi culo; pero mi orgullo me obligó a mantener la boca cerrada… y el culo abierto.


“Bueno, Lorena, preparaste porque ésta vez sí que te van a romper bien el orto —me dije—. Y te lo tenés muy merecido, por andar haciéndote la putita”.


Me aferré al respaldo del sillón, con ambas manos, y apreté bien los dientes. La verga empezó a entrar y yo creí que me partiría al medio. Resplé y gemí y luego me escuché decir:


—Sí, clavame toda la pija. Rompeme el orto.


“No, Lore… ¿qué te pasa? —me dijo al voz de mi consciencia—. ¿Estás loca?”


Pero dentro de mí había una mujer que era pura lujuria y quería sentir toda esa pija bien metida en el orto. 


Juan Carlos logró meter más o menos la mitad, cosa que ya me permitió disfrutar de todo el ancho de esa verga. Era impresionantemente morboso. Me encantaba. Se movió rápidamente, como si fuera un conejo. Yo gemí un montón y supliqué por más, estaba como poseída. 

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Después de unos largos minutos entre el placer y el dolor, Juan Carlos se detuvo y sacó la pija.


—Paro porque evidentemente no te entra toda —me dijo—. Voy a dejar que algunos de mis amigos te abra bien el orto, después te la vuelvo a meter.


—¡Ay, no! ¿Me van a romper el orto entre todos?


—Vos te lo buscaste —dijo Esteban. Mi novio ya había sacado su pija del pantalón, y me la ofreció para que la chupara.


—A esta ya la conozco bien —dije. Abrí la boca y me la tragué toda. 


Mientras Mauro se acomodó detrás de mí. Aprovechó que mi culo ya estaba medio dilatado, y me clavó sin misericordia. Me dolió tanto que casi le muerdo la pija a mi novio; pero ese dolor pronto se transformó en placer.


Él sí fue capaz de clavármela entera, ya que no la tenía tan ancha como la de Juan Carlos. 


Mientras me daban por el orto, mi novio me quitó la poca ropa que me quedaba dejándome completamente desnuda. 


Cuando Mauro le cedió su lugar a César, ya me quedó completamente claro que así iba a ser toda la noche. Me había pasado de la raya haciéndome la puta y ellos no iban a dejar de cogerme por todos los agujeros… y mi novio se los permitiría.


Después de que César me dio durante un buen rato, mi culo ya estaba listo para probar la pija más grande… completa. Juan Carlos me la clavó toda, luego me agarró de los pelos y empezó a cogerme con mucha fuerza.



pija




Mientras tanto Mauro cambiaba de lugar con mi novio, metiéndome la pija en la boca. 

Esteban sonrió y me dijo:

—Feliz cumpleaños, mi amor. Espero que te guste el regalo.

Si no hubiera tenido una poronga bien metida hasta el fondo de la garganta, hubiera sonreído. El muy desgraciado no se había olvidado de mi cumpleaños, y al parecer mi regalo eran las pijas de todos sus amigos. Éste sí que es un novio considerado. 

Debo reconocer que no se me ocurre un regalo mejor que éste. Amo la pija y tener cuatro para mí solita me vuelve loca. 

—¿Te tomás la leche? —preguntó Mauro.

No le contesté. Me limité a chupársela con fuerza mientras su amigo me seguía taladrando el culo. Su leche empezó a llenarme la boca y me la tomé como buena niña. Me pareció muy rica, una de las más ricas que había probado… y probé mucha.

Luego de este gran momento, César me pidió permiso para sentarse en el sillón. Yo sabía lo que se venía, y me emocioné mucho. 

También creí que mi primera doble penetración sería con Esteban y alguien más; pero no fue así.

Me senté sobre la verga de César y Juan Carlos volvió a clavarme el orto. Ahora podía entender a mi amiga, Débora, cuando me contaba de lo mucho que disfrutaba las dobles penetraciones. A mí siempre me pareció ir demasiado lejos; pero ahora lo estaba haciendo. Tenía una pija metida en cada agujero… menos en la boca. Tenía que ponerle solución a eso, urgente. 

Le hice señas a mi novio para que se acercara y empecé a chuparle la pija. Esto sí que es una verdadera partuza de cumpleaños. 

Luego de un rato Esteban le pidió permiso a Juan Carlos y cambiaron de lugar. Ahora era mi novio quién me culeaba. Juan Carlos se paró delante de mí y me metió la verga en la boca; no tuve necesidad de agarrarla, él solo se encargó de meterla y sacarla. Con una mano comencé a frotarme el clítoris, estaba muy acelerada y súper caliente. 

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Cuando los tres me dieron un respiro y me permitieron ponerme de pie, me dirigí hacia el cuarto de mi novio, no sin antes hacerles señas para que me siguieran. 


Entré a la pieza, con mi séquito de machos en celo, y me puse en cuatro sobre la cama.


—¿Se pueden turnar para romperme el orto? —Pregunté—. Siempre me dio morbo que me cogieran el culo entre varios.


Esa confesión solo se la hice alguna vez a Esteban, estando muy borracha. Era una de mis mayores fantasías, y tal vez fue lo que lo motivó a darme este espectacular regalo de cumpleaños.


Los chicos cumplieron mis deseos. Uno a uno fueron pasando por mi culo, y me la metieron con tanta fuerza como les fue posible. Les agradecí eso, me encanta que me garchen bien fuerte. 


En un momento vi a César a mi derecha, con su miembro en la mano, de inmediato supe cuáles eran sus intenciones. Abrí la boca y casi al instante grandes chorros de leche empezaron a llenarla. Como buena putita obediente, me la tomé toda. 


Tuve el primer orgasmo de la noche mientras Juan Carlos me taladraba el orto con su gruesa poronga.


Los cuatro pasaron por mi culo, y luego empezó el ciclo de las dobles penetraciones. Se fueron turnando para metérmela por la concha y por el culo, a la vez. Mientras tanto yo hacía lo posible para chupar las otras dos pijas que quedaban disponibles… y si alguno estaba por acabar, me daban de tomar toda la lechita. 


Mauro se puso boca arriba en la cama y yo rápidamente me monté sobre él poniendo las manos en su pecho, comencé a saltar con fuerza castigando mi concha-. Mi novio apareció detrás de mí y apuntó su verga a mi culo, el cual cedió fácilmente. La doble penetración me parecía lo máximo; una experiencia sumamente excitante. Busqué con mis manos las vergas de los otros dos y empecé a chuparlas. Al poco rato un contundente chorro de leche saltó de la verga de Juan Carlos. Fue el que más acabó. Su semen me cayó en toda la cara; me dibujó una línea en diagonal que comenzaba en mi frente y terminaba sobre mi barbilla pasando por arriba de mis labios, los cuales lamí con mi lengua y me comí el semen que había en ellos. 


Seguí mamando su verga cuando sentí un líquido caliente llenándome el culo, era mi novio acabando adentro. Me dejó el culo chorreando leche y César, sin darle importancia a esto, tomó su lugar y me la metió por atrás, cada vez entraba con más facilidad pero igual sentía el roce de su verga por dentro. Chupé los restos de semen de la verga de mi novio que nunca llegó a quedar flácida, sino al contrario, se puso dura otra vez. 
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A Juan Carlos le tomó unos pocos minutos recuperarse. Le pedía César que se apartara y me tendí en la cama, mirando al techo; dejé mi cabeza colgando del borde tirada hacia atrás, así que ahora veía todo de cabeza. César volvió a metérmela, pero por la concha, y Mauro se puso de pié delante de mi cabeza y acercó su verga, me gustaba chuparla de esta forma, así podía sentir como se hundía casi hasta mi garganta. 


Esteban y Juan Carlos se pusieron a chuparme una teta cada uno, me las mordieron y apretaron; pero sin llegar a hacerme daño. El que sí me lastimaba un poco era César que me cogía con mucha fuerza, pero no me importó, yo quería que me den bien duro.


Comencé a tener el segundo orgasmo, me saqué la verga de la boca porque me estaba costando respirar. Disfruté mucho de todos los manoseos y penetraciones, tanto que otro orgasmo siguió al anterior. Me estremecí sobre la cama, de repente sentí como su me fuese a hacer pis, estuve a punto de decirle a César que se detuviera pero emití un fuerte gemido que me impidió hablar. Un fuerte chorro de flujo salió disparado de mi concha salpicando toda la cama, y al pobre César, que no dejaba de cogerme. Su verga seguía entrando y saliendo, eso hacía que yo soltara aún más líquido. Se trataba de mis propios fluidos vaginales que saltaban para todos lados. Me temblaron las piernas, gemí fuerte y cuando termino de saltar líquido fuera de mi concha, César largó lo suyo bien adentro, llenándome las entrañas de leche. 


Me puse en cuatro sobre la cama y uno a uno fueron pasando por mi culo, otra vez. Estaba decidida a ser usada como puta durante toda la noche. Tenía el orto bien abierto y gozaba mucho con la sensación de succión que me provocaban, era como si todo mi cuerpo quisiera escaparse por ahí. Mi culo rechazaba la verga que entraba, intentando forzarla a salir, pero era inútil, ésta se metía más adentro aún, esto me producía muchísimo placer. 


Apoyé la cabeza en la almohada, para estar más cómoda. Como los cuatro se iban turnando, no daban muestras de agotamiento. Me sorprendí a mi misma al notar que yo tampoco estaba cansada, sino todo lo contrario: quería verga… mucha verga.


Después de un rato me dijeron que ya tenía el culo rojo y me dejaron descansar un poco. Me acosté boca arriba y mi novio me empezó a chupar la concha, los otros se pusieron a mis lados pajeándose y empezaron a tirar leche sobre mí. Caía en mi cara, sobre mis tetas, mi panza, también dentro de mi boca. 


Durante el transcurso de la noche siguieron cogiéndome, sólo parábamos un rato de vez en cuando para recuperar el aliento, tuve muchas dobles penetraciones, todos entraron por todos mis agujeros, a veces cuando me montaba a uno solo alguien traía cervezas y me ponía a tomar mientras tenía verga bien metida en la concha. 


Todos agradecieron a Esteban el haber conseguido una novia tan puta y que la compartiera con todos.



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Tus amigos, son leales si soy tu hembra?🤔2

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Pero la más agradecida de todas era yo, tuve la mejor fiesta de cumpleaños que una amante de la pija pueda desear.


FIN.

3 comentarios - Tus amigos, son leales si soy tu hembra?🤔2

Diego1987v
Desconfiaria de ellos si no te cogieran
Tartanico
Que buena fiesta.como te habra quedado por dios! Sos un fuego
raltafulla
El relato es bueno; pero deberías darle el crédito a su autora original, la cuál es: Nokomi