Lara y sus juguetes

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LARA Y SUS JUGUETES


Estaba pisando los treinta y mi cuerpo ya no era el mismo, algunos kilitos de más, la gravedad me empezaba a pasar factura, unos rollitos incipientes en la cintura, la pancita típica de la cerveza y demás detalles lógicos de una vida sedentaria
Me daba mucha fiaca hacer gimnasia, me anotaba en un gimnasio y en otro, pero era una abandonadora compulsiva.
Mi médico de cabecera me aconsejó que hiciera algo rápido por cambiar la situación, mi nivel de colesterol estaba demasiado elevado para una mujer joven y me lo estaba advirtiendo en un tono bastante efusivo.
Mas por miedo que por deseo me inscribí en un gimnasio que era bastante reciente, a unas cuadras de casa, porque sabía que la única manera de poder tener una mínima constancia de hacer algo, era pagando y tener la obligación de hacerlo, todas mis promesas auto impuestas de salir a caminar, a correr, ejercicios en la plaza terminaban al poco tiempo en la papelera de reciclaje

Me dieron una rutina mezclada de ejercicios aeróbicos con algo mínimo de pesas, estaciones de trabajo y esas cosas que un tanto conocía, nada nuevo, también una dieta estricta de alimentación, una cosa iba de mano con la otra y los objetivos estaban claros, fortalecer mis piernas, resaltar mis glúteos, aplanar el abdomen y reducir mi cintura, tonificar y armonizar todo mi cuerpo y mi mente, purificar mi sangre y enderezar mi camino
Así empecé a cumplir mis jornadas, conociendo chicas y chicos que el destino había ubicado en el mismo sitio.
Fue donde conocería a Lara, hacía casi dos meses que iba ya al gimnasio cuando me percaté de que 'él' era 'ella', me sentí una estúpida y desubicada total

Es que yo soy muy despistada y ella muy diferente. Lara era esa chica que hubiera querido nacer chico, ella se mezclaba con los varones, siempre lucía remeras y pantalones negros y era obvio que ese color dark era su preferido. Usaba el cabello muy cortito, de nuca rapada, orejas descubiertas, siempre a cara limpia, tenía cuerpo masculino logrado con trabajo de pesas, unos bíceps impresionantes llenos de tatuajes, una espalda enorme, ancha, y sus pechos hundidos casi parecían haber desaparecido.
Lejos de las curvas circulares que definen a una mujer, el físico de Lara era muy de macho, demasiado.
Tal vez, los únicos rasgos femeninos que le quedaban, fueran las cadenitas que rodeaban su cuello y los interminables aros que adornaban sus orejas, sumado a un rostro muy bonito, pero como dije, soy una mujer demasiado despistada para reparar en esos detalles.

Pasaron los días, a pesar de que yo siempre estaba con las chicas en rutinas de chicas y ella con los chicos en rutinas de chicos, no faltaron esos cruces casuales de saludos, palabras, sonrisas y miradas.
Esas cosas no se explican, solo se saben, se sienten, ella seguro percibió con yo era una chica asexuada, me gustaba ser mujer, pero no tenía esa atracción natural por los chicos, yo iba a los tumbos de un lado a otro y ella en cierta manera, a mis ojos era demasiado varoncito, pero sabía que entre sus piernas tenía lo mismo que yo tenía y eso me excitaba y me intrigaba demasiado
Lara empezó a seducirme, a envolverme, a conquistarme y poco a poco se transformó para mí en un deseo irrefrenable

Una tarde tenía una consulta médica de rutina después de mi jornada de gimnasio, por lo que había llevado un bolso de mano con todo lo necesario para darme una ducha entre un sitio y otro, y entre cruces de palabras le deje saber a ella sobre lo que sucedería terminada mi clase.
Ya estaba en la ducha, encerrada en mi lugarcito, bajo el agua, enjabonada y espiando por la hendija que quedaba entre la cortina y la pared noté que ella había ingresado, y se había colado a mi lado, en el receptáculo contiguo y sabiendo que estábamos a solas empezó a hablarme en voz alta

Micaela, sabes que me tenes loca, desde el día que pisaste este gimnasio no puedo quitarte los ojos de encima

Yo sentí morirme en nervios, era un sitio público y solo agradecí sus palabras y las cosas bonitas que empezó a decirme, pero era tan tímida que toda mi atención se fue hacia la puerta de ingreso, si alguien nos hubiera descubierto en ese momento me hubiera muerto en el acto.
Cerré el agua de la ducha, envolví mis cabellos con una toalla pequeña y mi cuerpo con la grande para secarme, me senté a un lado en el banco donde había dejado mis pertenencias, y ella entonces volvió a copiarme, solo que salió completamente desnuda

Traté de evitarla, pero su cuerpo fue un imán a mis ojos y hasta fue vergonzante la forma descarada en que la miré y ella lo sabía. Lara permaneció impúdicamente desnuda a mis ojos, la claridad se colaba por los pequeños ventanales superiores y al traspasar las perladas gotas de agua que aun rodaban por su piel sentía ver en mi palpitante corazón un arcoíris de amor.
Era todo fibra, todo músculo, con una caja toráxica enorme en la cual casi habían desaparecido sus pechos, unos brazos musculados al extremo con tatuajes muy de hombres y una imagen general que no era acorde a su conchita totalmente rasurada, el único vestigio de su sexualidad original

Te gusto? - tiró ella sabiendo la situación que se estaba dando -
Demasiado - respondí -

Solo se acercó y me dio el primer beso, enorme, caliente, perfecto, sentí sus labios en los míos y su lengua invadir mi boca. Lara pensaba hacerlo ahí mismo, pero aún tenía un atisbo de cordura, de pudor y me escabullí como pude, haciéndole saber que no podía demorarme por el turno médico que me esperaba
Y escaparía esa vez, pero no la próxima
Ella me invitaría a pasar por su casa, después de una tarde de gimnasio, para conocernos mejor, y era obvia la parte secreta de esa invitación

Su departamento de alquiler era pequeño pero cómodo, con la tibieza del sol entrando por la ventana norte, en tonos combinados entre claros y oscuros, ella dejó las llaves sobre la mesa, me dijo que me pusiera cómoda y que tomara algo de la heladera si es que me apetecía, ella pasaba un minuto a su cuarto y volvía por mí.
Sabía que iba a coger, era obvio, pero no esperaba que ella fuera tan rápido, volvió de su cuarto completamente desnuda, como la había observado en la ducha del gym, solo que esta vez tenía un arnés de cuero con una linda verga de juguete colgando entre ellas
Yo me quedé un tanto confundida, pero ella me avanzó lo suficientemente rápido como para volver a sorprenderme y volvió a pegar sus labios a los míos de una manera muy dulce y excitante, de una forma avasallante que no me dejaba reaccionar. Era un tanto gracioso, puesto que teníamos la misma altura, pero su espalda era el doble de ancha que la mía

Me giró casi a la fuerza y su frente quedó pegado a mi espalda, una de sus manos sugerentemente se coló bajo mi blusa primero, y bajo el sostén después para ir directo a mis pechos, sentí mis pezones hirviendo en deseos y sus falanges hacían maravillas en mis puntos erógenos, Lara me mordisqueaba dulcemente el cuello y me decía palabras ricas en susurros, al mismo tiempo había colado el juguete entre mis piernas y producía un rozamiento muy rico.
Me sentí mojarme toda, y poco después las calzas rosas con las que me había vestido, estaban empapadas en flujos calientes y habían desbordado incluso mi ropa interior
Era todo demasiado caliente y por si algo faltaba, pasó su mano libre por el frente de la calza, por debajo de la tanga y solo empezó a masturbarme como yo mismo lo hacía, como una mujer sabe hacerlo

Basta Lara... basta por... par fav... favor... no pue.... puedo tol... tolerarlo... - balbuceaba inconexa envuelta en placer -
Vamos mi amor...quiero que llegues para mi - contestó ella sin inmutarse -

No lo pude resistir, tuve mi primer orgasmo en sus manos, aun sin desnudarme, aun sin mucho más, solo por el calor de todo lo que estaba viviendo
Ella era un torbellino, me quitó una a una mis prendas, para dejarme desnuda a su lado, me recostó sobre un sillón, beso mis labios, besó mis tetas, y fue entre mis piernas, empezó a lamer mis flujos, mis labios, fue a mi clítoris, pero estaba demasiado sensible aun, entonces me puso de lado, abrió mis nalgas y solo me dio la mejor lamida de esfínter de mi vida, más y más, su lengua me lo recorría en círculos y me punzaba con la punta de la lengua, estaba encendida, me gustaba tanto que no pude evitar ser yo misma la que buscara ir por un segundo orgasmo, a tocarme con frenesí y diablos, solo no podía...

Lara entonces me levantó en el aire, con una fuerza descomunal para una chica, calzó mis piernas por sobre sus bíceps de acero, me aferré a su cuello, me llevó contra una de las paredes y entonces sí, me enterró en la conchita lo que le colgaba entre las piernas, empezó a cogerme muy rico, la miraba a la cara y tenía esos ojos embebidos en sangre, como un tigre que tiene a su presa, y deseaba que me clavara sus colmillos en el cuello, yo solo gritaba, entregada, poseída, y ya no supe si mis orgasmos salían de mi clítoris o de mi conchita, era todo en uno y solo me estaba matando.
Ella parecía no cansarse, quería devolverle algo de todo lo que estaba haciendo por mí, pero no tenía opción, no tenía dominio
Me llevó en andas hacia el dormitorio y me tiró sobre la cama, luego se quitó el arnés, pensé que tendría mi oportunidad, pero Lara fue sobre su cómoda, a un lado, abrió el segundo cajón y ante mis ojos se desplegó un arsenal de juguetes eróticos, lo que se pueda imaginar, sado, consoladores, vibradores, ropas, anales, geles, y miles de cosas más, al punto que me sacó de eje.

Ella tomó unas bolas chinas con la idea de metérmelas por atrás, pero ya había sido suficiente, por un lado, lo anal no era lo mío y por otro, la curiosidad.



Lara y sus juguetes

Fuimos a la sala principal, ya lejos del sexo, nos vestimos, me preparó una naranjada con gaseosa y jugo de limón, ella en forma muy masculina agarró una botella de cerveza para beberla del pico, tomó una silla, la puso invertida, abrió sus piernas para sentarse sobre ella y apoyar los brazos en el respaldo.
Empezamos a conocernos, le dije que aún vivía con mi madre, le dije de mi hermano mayor, estaba casado y tenía dos hijos, ella en cambio era de otra ciudad, su familia jamás había aceptado su condición y había decidido hacer su propio camino, y en esa charla entendería algunas cosas más, era empleada en un sex shop, era una cadena importante y había buscado la forma de hacerse con un arsenal de juguetes.

Los días siguieron su curso, ella vino a casa a conocer a mamá, y era un poco cómico porque a pesar de que yo le había contado todo a mamá, ella se mostraba confundida y no sabía si tratarla como chico o como chica y a veces en una misma frase mezclaba los dos géneros, es que Lara, apenas guardaba rasgos femeninos en su rostro aniñado y mi madre no tenía inconvenientes con mis elecciones, solo que los años ya le jugaban malas pasadas.
Nos frecuentamos cada vez con mayor asiduidad, le propuse que viniera a vivir con nosotras, pero era demasiado independiente y amaba esa soledad, me propuso que me mudara con ella, pero mi madre estaba grande y yo era su único sostén, así que como nómades deambulábamos de un lado a otro y supimos que podíamos convivir con esa situación

Lara se enamoró de mí, y yo me enamoré de Lara y sus juguetes, porque ella era así, un combo completo, lo tomabas o lo dejabas y solo empecé a experimentar miles de cosas nuevas, aunque lo mejor aún estaba por llegar.
En el entorno del gimnasio todos sabían que éramos pareja, así que a nadie llamaba ya la atención que llegáramos juntas, tomadas de la mano, o que nos fuéramos de la misma manera, incluso, que nos ducháramos al mismo tiempo. Esa tarde Lara estaba pícara, con la mirada perversa y me dijo que tenía una nueva sorpresa, un nuevo juguete que había recibido desde Estados Unidos y que ella se había asegurado de apartar un ejemplar, le dije que me contara, pero ella me evadió y me dijo que, al terminar, en la ducha me lo daría.
Soy una mujer que la puede la intriga, ansiosa, no lo soporto, ella lo sabe y juega con ello y la maldita me tuvo en vilo por casi hora y media.

Nos duchamos, como de costumbre, y en esa ducha, mampara de por medio me dijo que iríamos comer y tomar algo, eran ya cerca de las ocho de la noche, tarde para merienda, temprano para cenar. Salimos, ella miró el entorno para asegurarse que estuviéramos a solas, y por las dudas entornó la puerta de ingreso, fue a su bolso de mano y empezó a hurgar entre sus cosas, al final sacó una caja plástica y un raro juguete en forma de 'jota' quedó a mi vista, era color violeta y suave al tacto, intuí de qué se trataba, pero igual pregunté

Y esto?
Es fácil, respondió, la parte más larga te la metes en la conchita, y la parte más corta queda contra tu pubis, que te parece?
Que me parece? - respondí - eso es enórme!

Tenía unos veinte centímetros de largo y me pareció monstruoso, pero ella apretándolo entres sus dedos para mostrarme su flexibilidad dijo

Mi amor, los yanquis no son improvisados, ves? es un formato anatómico y se adaptará a tu interior, confía en mi

Solamente porque confiaba en ella, porque la amaba, y porque me gustaban sus ricos desafíos, como si fuera un tampón de gran tamaño lo introduje poquito a poco en mi concha, y mi sexo pareció devorárselo, hasta fue risueño, pero en un abrir y cerrar de ojos la parte pequeña de la jota había quedado como adherida a mi pubis
Me puse la ropa interior, caminé de un lado a otro, ella me miraba expectante

Y? - preguntó ansiosa por mi respuesta -
Es cierto, no se nota, no se ve, pero solo vos y yo sabemos lo que tengo dentro.

Me puse las calzas elastizadas, la remera, medias, zapatillas, y fui frente al espejo a secarme los cabellos y a asegurarme que exteriormente nadie notara lo que tenía incrustado en mi ser
No entendía, no me parecía nada extraordinario para que Lara estuviera tan avispada, pero solo le seguí la corriente

Salimos a caminar, y poco después topamos con una heladería, sabe que soy muy golosa así que me pedí un enorme cucurucho con tres bochas, frutilla, mascarpone y el clásico chocolate, ella, apenas un café negro, nos sentamos frente a frente en una de las mesas de la acera, ella de lado, encendió un cigarro y empezó a echar el humo.
En segundos se había tomado su bebida y yo recién empezaba a disfrutar mi enorme helado.
Apagó el cigarro a medio consumir, largó la última bocanada y volvió a su bolso, sacó entonces un pequeño aparatito, apenas más grande que un dedo pulgar, me miró y mi pregunta fue obvia

Y eso? que diablos es?
Esto? es un control remoto inalámbrico, sabes para qué es?
Mmmm.... nop - respondí con una inocencia de principiante
Bueno - dijo haciendo una pausa antes de explayarse - este control activa la vibración de un juguetito sexual que estimula al mismo tiempo el clítoris y el punto G de quien lo esté utilizando

Fue cuando entendí todo y cuando vi la perversidad en su mirada supe lo que estaba a punto de pasar

No Lara... ni se te ocurra - advertí viéndome indefensa ante los casuales desconocidos que me rodeaban en ese momento

Pero Lara... ah! era una maldita perversa y solo accionó lentamente el movimiento del vibrador, tan suave que era imperceptible al oído, pero yo sentí una terrible estimulación en mi clítoris y en el interior de mi conchita, mis terminales nerviosas reaccionaron de inmediato y un placer nuevo empezó a devorarme.

Ella encendió otro cigarro, se puso de lado para mirarme de reojo, como desentendida, dio una pitada y me dijo

Amor, avisame cuando sea suficiente

La situación fue embarazosa, sexual, loca, peligrosa, apasionada, original y miles de calificativos mas
Solo sentí rubor en mis mejillas, me acomodé de lado, apreté las piernas, las crucé, mi respiración estaba agitada, mis pezones duros rozaban la tela delicada del sostén, perdí la concentración en el helado y pronto empezaría a chorrearse por mi mano y por mi brazo, sentía electricidad en todo mi cuerpo, cerraba los ojos, miraba luego el entorno, me desparramaba en la silla y solo le pedía clemencia, pero Lara estaba muy pícara con toda la situación y se reía al verme en el entuerto en el que me había metido.

Volví a rogarle que se detuviera, pero solo logré que ella aumentara el nivel de vibración, me mordí los labios, quería gritar, me iba a acabar ahí mismo, delante de todos, en la vía pública!

Grité un 'ayyyyy' contenido que ya no pude retener y el helado derretido cayó sobre la mesa, atraje la atención de todo el entorno que me miraba sin entender y quise morirme de la vergüenza en ese momento, estaba transpirada, agitada, con la respiración brotando por mis poros, con el rostro desencajado, me había explotado un orgasmo entre las piernas, mezcla de clítoris y punto G, a un lado Lara había detenido la vibración del juguete, se había colocado las gafas de sol y con una sonrisa de oreja a oreja solo dijo

Bonito atardeceres, cierto? mira como cae el sol por el horizonte

Han pasado algunos años, no muchos, era sabido que dejaría de asistir a ese gym poco tiempo después, pero fue el único gym que valió la pena, porque tuve la oportunidad de conocerla
Ella está muy metida con sus cosas, más musculosa, más potente, más todo.
Está aprendiendo artes marciales, sueña con esas peleas de vale todo y yo siempre la acompaño, me río a y suelo molestarla poque cada día está más hombrecito, a veces me pide que la llame Pedro, no sé, locuras...
Mamá está muy contenta con mi pareja, ellas se llevan muy bien, me acepta como soy y soy feliz con eso
Me gano la vida con un local de ropas finas para damas, vestidos, polleras, algo de ropa interior, a unos pasos, está su local, ahora es independiente, es su propia jefa, con letras fluorescentes violetas pude leerse 'sex shop', cada tanto, durante el día nos cruzamos por casualidad, nos regalamos sonrisas, nos comemos con las miradas y esos instantes imagino que juguete nuevo tendrá para mí, para la noche que volverá a juntarnos en la cama


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