Sabado de gloria con papa pt.1

Mi nombre es Alexandra, tengo 27 años, mido 1.68 m. Soy de piel clara, tengo el cabello castaño claro, me gusta traerlo largo, me llega hasta la mitad de la espalda, soy delgada, tengo una cara bonita y ojos color café claro me gusta maquillarme y usar labiales rojos. En esta ocasión les quiero relatar una excitante experiencia que tuve con mi papá, cuando era una chica de tan solo 18 años. Como se podrán imaginar a esa edad yo estaba en plena flor, tenía bonita figura ya que desde chica me ha gustado hacer ejercicio solo para tonificar mis piernas y glúteos, mis senos medianitos y redondos, mis pezones son rositas y como montañitas. La cintura definida, el abdomen plano y un culito muy bien formado sobre todo cuando uso jeans se me marcan muy bien mis nalgas levantaditas y al juntar las piernas se me forma un huequito apretando mi zona íntima, tengo piernas estilizadas que me gusta mostrar cuando uso minifaldas pues tengo la piel muy suave. Me gusta ser muy femenina, seductora y vestir provocativa, aunque siempre procurando mantener una buena imagen ante las personas que me conocen.
En aquel entonces habían transcurrido aproximadamente 7 meses desde que perdí mi virginidad en manos de un albañil que vigilaba una construcción solitaria, lo que ya les conté en el relato titulado “fui desvirgada brutalmente por un albañil”. Desde aquella experiencia sentí el deseo de explorar más en mi sexualidad, así que cada que tenía oportunidad compraba juguetes, y lubricantes en una sex shop, me gustaba usar un plug anal con adorno de corazón, había investigado en internet como practicar el sexo anal de manera limpia, por ello compré un enema para lavados anales; que aprendí a utilizar con la práctica. Me encontraba cursando el primer semestre de la licenciatura en administración, aunque en esos días estaba de vacaciones por motivo de la semana santa y me la pasaba todo el día en casa. Mis padres estaban divorciados y yo pasaba la mayor parte del tiempo en casa de mi mamá en Zapopan, Jalisco. Ya que ahí se encontraba la escuela donde estudiaba. Mi mamá trabajaba como enfermera en una clínica, y tenía un horario muy extenso, se iba desde las 7 de la mañana y regresaba aproximadamente a las 8 de la noche.
Un día por la noche al bajar las escaleras escuché a mi mamá hablando por teléfono en la sala con Eduardo (mi papá). Estaban discutiendo algunas cosas sobre mí, ya que mi mamá le reprochaba que él no se hacía cargo de sus obligaciones como padre, y prácticamente no convivía conmigo, habiendo transcurrido dos años desde la última vez que nos vimos. El único contacto que teníamos era por teléfono y muy esporádicamente. Le comentó que yo había entrado a la universidad, pero estaba de vacaciones y que en lugar de que me quedara todo el día en casa, sería mejor que aprovecháramos el fin de semana santa para que conviviéramos. Él se encontraba viviendo en Morelia, Michoacán. Tenía una bodega de aguacate en una central de abastos y no quería descuidar su negocio, así que le dijo a mi mamá que me mandara en autobús y el me recogería en la terminal de autobuses. Cuando mi mamá terminó de hablar por teléfono regresé a mi habitación y fingí no haber escuchado nada. A la mañana siguiente cuando mi mamá regresó de trabajar me comentó sobre la plática que tuvo con mi papá. Me preguntó si me gustaría pasar el fin de semana con él, y yo le contesté que sí, me parecía divertido ir a Morelia y pasar el fin de semana con mi papá.
El día viernes santo, me levanté muy temprano por la mañana, me bañé con un shampoo con aroma de coco y depilé todo mi cuerpo, al salir me puse una tanguita y un brasier negros de encaje, un short de mezclilla azul muy cortito y ajustado que dejaba descubiertas mis deliciosas piernas de jovencita, me levantaba mi culito bien formado dejando un huequito en mi zona íntima. Me puse una blusa ombliguera de tirantes color negra, que me quedaba muy escotada y permitía ver entre mis senos. Me alacié el cabello, maquillé ligeramente, puse labial rojo y mis arracadas de plata 925. También me puse un perfume muy fino y dulce. Me miré al espejo y me sentí muy fresca y hermosa, así que me tomé algunas selfies.
Tomé mi maleta que ya había preparado la noche anterior, incluí un lubricante íntimo, el plug y enema anal, ya que pensaba que tal vez podría aprovechar mi salida y tener alguna experiencia en Morelia sin que nadie se enterase. Mi mamá me llevo hasta la terminal de autobuses, se esperó hasta que me vio abordar el autobús con destino a Morelia, Michoacán. Tomé asiento en el lugar que me correspondía junto a la ventana, después de un minuto un hombre de unos 50 años se sentó junto a mí, por lo que sería mi acompañante durante todo el trayecto. Él sujeto no dejó de mirarme los senos y las piernas durante todo el viaje, y constantemente fingía que se quedaba dormido para ir acercando su mano y dejarla pegada a mi pierna, poco a poco iba acariciándome hasta dejar su mano por completo sobre mi suave piel. Eso fue algo que me excitó increíblemente, sabía que era solo un hombre que iba de paso y jamás volvería a ver, así que no le dije nada y disfruté que me fuera acariciando durante el largo trayecto. Bajé uno de los tirantes de mi blusa y dejé mi pezón excitado saliéndose del brasier para que él lo viera. El hombre comenzó a frotar su verga sobre el pantalón, después de un rato se levantó y fue al baño, tardo unos minutos, me imaginé que fue a masturbarse pues noté que al regresar a su asiento estaba algo agitado y suspiraba de relajación.
Después de algunas horas, ya estaba a punto de llegar a mi destino, así que le llamé por teléfono a mi papá para avisarle. Él me contestó con su voz varonil, y me dijo que ya iba en camino a la terminal y estaría esperándome al bajar del autobús. Yo estaba muy excitada por lo ocurrido durante el viaje, sentí mi vagina muy lubricada y mi cara ruborizada. Tenía dos años sin ver a mi papá, durante ese tiempo muchas cosas en mi vida habían cambiado, la más importante para mí era que había sido desvirgada, ahora mi forma de ver a los hombres era muy distinta, irradiaba una sensualidad y lujuria que inquietaba a cuanto hombre me veía pasar, me gustaba coquetearles y ponerles nerviosos con la mirada cachonda que se me daba de forma natural. El vínculo que yo tenía con mi papá era más como de un familiar lejano, le tenía mucho cariño, pero no sentía el apego que una hija puede sentir para con su padre con naturalidad, era algo más distante y quizá por ello cada que lo veía me sentía nerviosa, con un fuerte anhelo por abrazarle y convivir con él. Al bajar del autobús, mientras me entregaban mi maleta, pude ver a un hombre de 44 años, tez clara, aproximadamente de 1.78 m. de estatura, muy fornido, peinado hacia el frente con un copete estilizado que le daba un toque de juventud y con barba de tres días. Vestía una playera negra casual de manga larga, la que llevaba ligeramente arremangada y los tres botones del pecho los llevaba sueltos, también vestía pantalón de mezclilla azul oscuro y botas cafés casuales. Él hombre que se me quedó viendo directo a mi culo bien formado, sentí como si quisiera meter su mano por el huequito que se me forma en la entrepierna, recorría mi cuerpo con una mirada lasciva, desde mis tacones altos y negros, pasando por mis deliciosas piernas, mirándome el culo como si me penetrase con la mirada, observó mi abdomen plano y mi ombligo descubiertos, los senos casi se salían de mi blusa, sentí mis pezones rositas muy duros y excitados, mi cabello un poco alborotado por el viaje y mis labios carnosos con labial rojo. Sí, ese hombre que me estaba viendo con unas tremendas ganas de meterme la verga era mi papi. Me puse muy nerviosa y con mi voz dulce y sensual me acerqué y lo saludé.
—¡Hola papá! —Él se me quedó viendo un poco extrañado, como si le costara trabajo reconocerme, quizá por lo provocativa y maquillada que me veía.
—¡Hola princesa! ¿Cómo estás? ¡Cuánto tiempo sin verte hija! —Me dijo mientras nos dábamos un cálido abrazo y un beso en la mejilla, manchándolo con mi labial rojo.
—Deja te ayudo con la maleta.
—Sí, gracias papá, vengo un poco cansada del viaje y tengo hambre.
Entonces él me propuso que fuéramos a un restaurante de comida china, ya que me gusta mucho y quería consentirme.
Llegamos a la camioneta de mi papá, y me abrió la puerta muy cortésmente. Nos dirigimos al restaurante, pude notar que él no dejaba de mirarme las piernas y los senos, cada que yo apartaba la vista para admirar la ciudad por la ventana de la camioneta, él aprovechaba y se deleitaba viendo mi hermoso cuerpo de jovencita en plena flor, en más de cuatro ocasiones lo atrapé mirándome y él se sonrojaba y se ponía nervioso.
—Has cambiado mucho papá, me costó trabajo reconocerte cuando bajé del autobús, ya hay que vernos más seguido. —Quise dar lugar a que él dijera algo sobre mi apariencia.
—Sí, la verdad que yo tampoco te reconocía, has cambiado mucho. —Me dijo mirándome a los senos.
—¿Por qué lo dices papá? ¿Tan fea me puse que, ya no quieres que sea tu hija? —Él no podía resistir su lujuria y volteaba a verme los senos constantemente.
—Nada de eso hija, al contrario, te has puesto muy guapa, estás muy hermosa. Te pareces mucho a tu mamá cuando tenía tu edad.
Yo me sentí muy apenada y nerviosa pues noté que él se estaba comiendo mis senos con la mirada. Yo no podía creer que mi padre estuviera deseándome, estaba confundida y me sentía excitada, pues a decir verdad él es un hombre muy varonil y atractivo.
Llegamos al restaurante, se estacionó y se bajó de la camioneta para abrirme la puerta.
—Llegamos hermosa, espero que te guste el lugar.
—Sí, se ve que es un buen restaurante, desde aquí puedo oler la comida.
—Sí, ya he venido antes princesa, está muy rica la comida.
—¿Y con quien has venido antes eh? —Mi papá sonrió.
—Con unas amigas.
—O sea que has traído a otras chicas en lugar de a mí. —Le dije seriamente.
—No te enojes hija, de ahora en adelante solo vendré contigo.
—Eso espero eh, porque me pongo celosa. —Le dije mirándolo muy cachondamente.
Entramos al restaurante, el mesero tomó nuestra orden y mientras nos servían, le dije que tenía que ir al baño retocar mí maquillaje. Me levanté y caminé muy sensualmente contoneándome, ya que sabía que mi padre deseaba cogerme, pues me veía como si yo fuese mi madre de joven y no su hija. Así que quise comenzar a seducirlo para calentarle la verga, ya que a pesar de que era mi padre y le tenía mucho cariño, yo había crecido y me había sido arrebatada la virginidad de una forma violenta y a la vez deliciosamente excitante, hace algunos meses, lo que desató en mí una fuerte lujuria y atracción por los hombres maduros. Estando en el baño me ajusté más el short que traía puesto, lo levanté un poquito más para ajustar mi entrepierna y que se marcaran mis labios vaginales, mis piernas quedaron más expuestas y mis nalgas comenzaban a descubrirse un poquito, me retiré el brasier y bajé uno de los tirantes de mi blusa, descubriendo un poquito más mis senos, me rocié una loción con aroma a frutas exóticas de mi marca favorita victoria´s, y arregle mi cabello castaño claro y largo para verme muy, muy, muy provocativa, lo suficiente para levantarle la verga a cualquier hombre. Cuando Sali del baño y camine hacia la mesa, mi papá se me quedó viendo como si quisiera lanzarse sobre de mi para cogerme sobre una de las mesas, puso una cara morbosa y se levantó para acomodarme la silla de manera cortés, pero con un trasfondo de lujuria.
El mesero sirvió nuestros platillos, la gente no dejaba de vernos, los hombres de las otras mesas me veían morbosamente y sus esposas les reprendían, yo moría de risa por dentro, pues disfrutaba ser traviesa. Comenzamos a comer mientras platicábamos sobre nuestras vidas y en especial sobre el hecho de que mi mamá y él se divorciaron desde que yo era muy pequeña, y en su momento decidieron que lo mejor era que mi custodia quedara en favor de mi mamá, ya que mi padre como es evidente era un irresponsable. Después de tal fracaso marital, decidieron no volver a casarse por lo que vivían solos y eventualmente salían con algunas personas sin que formaran alguna relación formal. Me preguntó si yo tenía novio y le dije que aún no, que ciertamente había algunos chicos que me pretendían, pero ninguno se atrevía a declarárseme, le aseveré que seguramente me tenían miedo.
—y cómo quieres que no tengan miedo, te ves muy guapa —Me dijo el muy lujurioso—. Yo tardé mucho tiempo en decírselo a tu mamá.
¿Es enserio te parezco guapa, o solo lo dices para hacerme sentir bien porque soy tu hija? —Le pregunté mirándolo muy coquetamente.
—Es enserio, te has puesto muy hermosa hija.
—A ver y según tú ¿Qué es lo más bonito de mí? —El no pudo evitar mirar mis senos de nuevo—. Ah ya me di cuenta que es lo que te gusta de mí papi.
 Él se puso rojo de la cara y me cambió de tema, para platicar sobre cómo me iba en la escuela. Terminamos de comer y salimos del restaurante para subir a la camioneta, nuevamente disfrutando de su manera tan caballerosa de tratarme. Al paso de unos minutos escuché el timbre de mi celular, era mi mamá.
—Hola mami ¿Cómo estás?
—Hola hija, me tienes con pendiente ¿Por qué no me habías hablado, para decirme que ya llegaste?
—Ay perdón mami, se me olvidó, pero estoy bien. Ya hace un rato que llegue. Mi papá me llevó a comer comida china, estaba muy rica.
—Y ahorita ¿En donde están? —Me preguntó curiosa.
—Vamos en la camioneta mami.
—Ah ¿Ya van para la casa de tu papá?
—Papi me pregunta mi mama que ¿para dónde vamos?
—Tu dile que ya vamos para la casa que no se preocupe y que le mando saludos. —Dijo mi papá en voz baja, un poco misterioso.
—Dice mi papá que ya vamos para la casa mami, tu no tengas pendiente.
—Ah bueno hija, cuídate mucho y me llamas más tarde. ¡Te quiero! Salúdame a Eduardo.
—Papi, te manda saludar mi mamá.
—Salúdamela también hija. —Me dijo mi papá muy risueño.
—Dice mi papá que también te manda saludos mami.
—Bueno hija cuídate mucho.
—Sí mami, ¡Te quiero! ¡Bye!
—Bye —Dijo mi mami terminando la llamada.
Cuando íbamos sobre una avenida, vi que se cambió de carril para entrar a un centro comercial,
—¿Qué no íbamos para tu casa papi? —Le pregunté intrigada.
—No princesa, primero vamos a un centro comercial porque quiero consentirte, ahí hay unas tiendas de ropa muy buenas y quiero comprarte lo que tú quieras, para que te veas bien guapa como te gusta.
Yo me sentí muy extraña por que él había sido muy irresponsable, es decir, sí le mandaba dinero a mi mamá, pero nunca me había llevado de compras cuando era chica, y ahora resultaba ser un hombre preocupado por su hija y quería vestirme. Obviamente supe que lo que él quería era verme esa ropita puesta.
Llegamos al centro comercial y al caminar por los pasillos la gente se nos quedaba viendo, las mujeres murmuraban y los hombres me miraban lascivamente, pude notar que mi papá lo disfrutaba mucho, pues el de 44 años y yo de 19 añitos, era la fantasía de cualquier hombre. Así anduvimos visitando algunas tiendas.
—Escoge lo que quieras princesa.
—Pero ¿Como de que precios papi?
—Tú no te fijes princesa, yo me encargo de eso.
Yo sabía que él ganaba mucho dinero. Así que elegí lo que me gustaba, jeans y shorts muy ajustados y con rasgaduras, blusas escotadas, tacones altos y de correas, minifaldas, vestidos ajustados, estábamos en primavera y yo quería ropa que me dejara muy descubierta. Cada que me probaba algo salía para modelarle muy cachondamente, sobre todo cuando eran minifaldas, descubría poquito mis nalgas para que me viera y se le ponía roja la cara, él me miraba con mucha morbosidad y yo lo abrazaba y le daba besos en la mejilla, a veces, al besarlo me acercaba a sus labios de manera accidental, el llevaba puesto un perfume cítrico muy varonil que me derretía. Estábamos metidos en un juego de seducción muy peligroso, nos estaba llevando a un callejón sin salida, donde no habría marcha atrás. Y lo peor de todo es que lo estábamos disfrutando mucho, comenzamos a tomarnos más confianza, caminábamos abrazados, como si fuésemos novios, tal parecía que él fuese mi sugar daddy. Al caminar por el centro comercial pude ver una de mis tiendas favoritas de victoria´s, así que le pedí que entráramos, aunque a él le dio un poco de pena, porque era pura lencería. Yo estaba muy excitada y quería portarme traviesa con él, y ser muy descarada, entonces comencé a ver lencería muy erótica, unas tanguitas y brasieres lindísimos, y yo con mi voz sensual y dulce le pregunté cual creía que se me vería más lindo dándole algunas opciones a mi papi, él se sonrojaba y elegia los más eróticos. Yo lo abrazaba y cuando fuimos a pagar al conversar con la chica que atendía en caja, ella de forma imprudente comentó sobre una promoción en cremas y lociones.
—¿Le gustaría comprar algo más para su novia señor? — Mi papá se puso rojo de la cara.
—No es mi novia, es mi hija. —La chica no sabía dónde meter la cara.
—Qué lástima que es mi papá verdad, está bien guapo, si no fuera su hija sí sería su novia. —Dije empeorando la situación. La chica sonrió muy ruborizada.
—Sí, me gustarían unas lociones y cremas si mi papá-novio me da permiso. —Dije mientras abrazaba a mi papá con ternura.
—Sí, elige las que quieras. —Me dijo acariciándome del hombro.
La chica nos cobró y salimos riéndonos de la tienda, mi papá apenas podía con las bolsas. Subimos a la camioneta y nos fuimos a casa, ambos estábamos muy nerviosos y nos sentíamos extraños por lo que estábamos haciendo, lo que sentíamos no era amor de padre e hija, era más bien una fuerte atracción entre una jovencita y un hombre maduro.
Cuando llegamos a casa, noté que mi papá tenía su casa muy ordenada, los muebles eran rústicos, típicos de la región de Michoacán, por lo que la casa tenía un aroma amaderado, la sala era muy cómoda, tenía un tapete grande en el centró y una televisión enorme. En la esquita había una cantina con botellas de vino tinto, tequila, vodka, whisky, etc. La casa era de dos pisos, así que subimos y llegamos a una habitación, para mi sorpresa era la suya, me comentó que como él vive solo, la única habitación amueblada es la suya, así que yo podría instalarme ahí ese fin de semana y él se quedaría a dormir en el sofá de la sala. La cama era muy cómoda y la habitación olía a su perfume, lo que me hacía sentir abrazada por él, me sentí ridícula, pero era lindo estar en la habitación de papá y saber que dormiría en su cama. Entonces yo de manera juguetona y cachonda me subí a la cama, me recosté con mi cabello largo esparcido en el colchón y le dije con voz dulce y riéndome:
—Que rica esta tu cama papi, de seguro aquí traes a tus novias verdad, para hacerles travesuras ¡Jajaja! —Dije esto mientras abría mis piernas para excitarlo.
—A veces. —Me contestó riéndose el muy cínico, mientras me miraba lascivamente la zona íntima.
—Lo bueno es que yo no soy tu novia, como dijo la chica de la tienda de lencería ¡Jajaja!
—Que ni se entere tu mamá, que te dejé comprar ese tipo de lencería, está muy provocativa, se vaya a enojar conmigo, y menos de lo que dijo la cajera, sobre que eras mi novia, por que tu mamá me mata, que quede entre nosotros ¿ok?
—Sí, no te preocupes, eres muy lindo conmigo no te voy a meter en problemas —Le dije sonriendo muy sensualmente.
Aunque por dentro yo estaba pensando cuanto me gustaría que mi papá me cogiera y como iba a hacer que eso sucediera, me sentía muy cachonda. Le comenté a mi papá que estaba algo cansada por el viaje, y que me gustaría descansar un rato, él me dijo que le parecía muy bien y que me dejaría sola una hora aproximadamente porque tenía que ir a la bodega para verificar que todo estuviera bien con los empleados y hacer el cierre del día.
Al quedarme sola comencé a desempacar y me dio curiosidad por saber que cosas tenía mi papá en su habitación así que traviesamente hurgué en sus cajones y encontré algunas cosas personales y algo que me llamó mucho la atención, había condones y tabletas de viagra, junto con revistas y películas pornográficas. Al ver eso me puse muy excitada, de inmediato vinieron a mi mente pensamientos lujuriosos, me imaginaba a mi papá cogiéndome en las posiciones que veía en las revistas. Así que comencé a idear un plan para que eso ocurriera, tomé la tableta de viagra y la puse en un vaso con jugo de naranja que había en el refrigerador, subí a la habitación de nuevo y dejé el vaso en el mueble con la tableta remojando. Tomé mi plug anal y el enema para limpiezas anales que tenía en mi maleta, me desnudé y entre al baño para aplicarme los enemas hasta quedar muy limpia, me bañé de prisa con mi shampoo favorito, yo seguía depilada, así que salte ese paso, me salí de la ducha y apliqué en todo mi cuerpo una de las cremas victoria´s que me compro Eduardo (mi papá) elegí la de aroma a vainilla, me dejó la piel deliciosa, como si yo fuese un dulce de vainilla. Después me rocié un poco de loción de vainilla también. Tomé el lubricante íntimo de mi maleta y me lo apliqué vaginal y analmente, después con mucho cuidado y estimulándome coloqué el plug en mi ano, se me veía lindísimo. Me puse una tanguita y un brasier negros muy eróticos que mi papá había elegido para mí en la tienda. Me alacié el cabello y maquillé con tonos cálidos, usé labial rojo, me puse de nuevo mis arracadas de plata 925 que me son inseparables. Para vestirme quise estrenar una minifalda negra muy ajustada, que me quedaba muy cortita justo debajo de las nalgas, también estrené una blusa ombliguera blanca de tirantes, ajustada que se transparentaba un poco mostrando mi brasier. Me puse unos tacones nuevos color rojo y me miré en el espejo, me veía preciosa, estaba segura que a mi papá se le pondría durísima la verga en cuanto me viera, aun así, le daría una ayudadita con una tableta de viagra, ya que estaba decidida a entregarme a mi papi durante horas, quería que me gozara mucho ya que había sido muy lindo conmigo. Así que ya con la tableta remojada en el jugo sería más fácil disolverla en la licuadora, ya se, soy muy traviesa. Cuando vi que se disolvió muy bien todo, lo dejé en el refrigerador de nuevo.
Después de una hora y media aproximadamente, escuché que mi papá llegó, así que decidí crear una situación excitante pero que pareciera accidental, para provocarlo más y comenzar a formar un ambiente erótico. Así que dejé abierta la puerta de la habitación y esperé a que el subiera. Rápidamente me quité la blusa de nuevo, y simulé que me estaba abrochando el brasier, y cuando él llegó y se asomó a la habitación, descubrí por completo uno de mis senos mientras acomodaba el brasier, tenía mis pezones rositas durísimos por la excitación de que por vez primera mi papá me mirara desnuda siendo una jovencita muy atractiva, en ese instante volteé a la puerta y lo vi a los ojos, su mirada morbosa se hizo presente, él estaba mirando fijamente mi pezón excitado yo solté un pequeño.
—¡Aayyy! ¡Ah! Me espantaste papá,
—Perdón princesa, no sabía que te estabas cambiando.
—No te preocupes papi, que bueno que llegaste ¿Me puedes ayudar a abrocharme es que no puedo?
Entonces él se acercó a mi espalda y abrocho mi brasier mientras yo lo miraba por el espejo levantando mi cabello, fue un momento tan excitante que mi vagina comenzó a lubricar, sentí como mojé mi tanguita, me giré frente a él y tomé mi blusa para vestirme.
—¿Cómo te fue en la bodega papi?
—Muy bien princesa, fue un buen día, regresé con hambre ¿te gusta la pizza?
—Sí, me encanta.
Así que me dio la libertad de elegir los ingredientes y que ordenara a domicilio, mientras él se daba una ducha, pero antes de que entrara al baño le pregunté:
—¿Papi, puedo tomar poquito jugo de naranja que tienes en el refrigerador?
—Claro hija, todo lo mío es tuyo.
—Gracias papi, que lindo eres, te voy a servir juguito también a ti.
Fue entonces que le llevé el jugo hasta la habitación y como me daba pena que fuera a sospechar algo al ver mi cara de escuincla traviesa, solamente le dije:
—Te lo dejó aquí en el mueble papi, voy a pedir la pizza.
Bajé para ordenar la pizza y cuando escuché que mi papá estaba bañándose fui a revisar si se había tomado el jugo y afortunadamente para ambos, se lo tomó todo jajaja. Yo me quede recostada en el sofá de la sala viendo televisión, de pronto escuche que mi papá salió del baño, entonces quise ir a provocarlo. Me bajé un poco más el escote de mi blusa blanca dejando mi brasier negro al descubierto, casi mostrando mis pezones rositas. La minifalda negra estaba muy delgada y se ajustaba perfectamente a la forma de mi culo, las piernas me lucían increíbles con mis tacones rojos. Subí a su habitación y vi a mi papá cubierto con su toalla, que le cubría de la cintura hacia abajo, era evidente que hacía ejercicio pues estaba musculoso y se veía muy sexy para su edad. Su voz masculina y barba de tres días me tenían muy pendeja, entonces me acerqué a él.
—Papi tengo ganas de darte un abrazo ¿Puedo? —Le dije con mi voz de escuincla cachonda
—Claro hija, para eso no me pidas permiso, tu puedes abrazarme cuando quieras hermosa.
Entonces me acerqué y le di un abrazo restregándole mis senos que casi se salían del brasier, y lo rematé con un beso en su pecho que se le quedó marcado por mi labial. Lo miré, le sonreí muy coquetamente y le pregunté:
—Te gusta cómo se me ve la ropa que me compraste. —Mientras le modelaba dándome una vuelta.
—Claro princesa se te ve muy bonita. —Él me miraba libidinosamente el culo y los senos.
—¿Qué es lo que más te gusta de mí? Ya dime o me enojo, no le diré a mi mamá, lo prometo, ya dime papi. —Le insistí caprichosamente.
—Todo hermosa, no hay nada que no me guste, me gusta todo de ti. —Mientras recorría mi cuerpo con su mirada lujuriosa, lo que me hizo sentirme muy querida y halagada.
Me acerqué a él y le di otro abrazo y un beso en la mejilla, solo que esta vez al restregarle mi cuerpo pude sentir como su verga estaba poniéndose erecta bajo la toalla, supe que estaba consiguiendo lo que deseaba. Me aparté y le dije que estaría abajo en la sala esperando la pizza, también le pedí permiso para meter al refrigerador unas botellas de vino tinto ya que mi mamá no me dejaba tomar y quería aprovechar la oportunidad, a lo que el accedió con mucho gusto.
Al poco tiempo escuché el timbre de la puerta, era el repartidor de pizza, mi papá aún estaba en su habitación. Entonces subí y le dije que si quería yo podía recibir la pizza, así que él me dio dinero para pagarle al repartidor. Yo me encontraba muy cachonda, y quise cumplir una de mis fantasías producto de tanto porno que había visto en mi computadora, desde hace meses. Entonces bajé los dos tirantes de mi blusa y el brasier para dejar descubiertos mis pezones rositas y como montañitas, abrí la puerta y el repartidor me entregó la pizza, le quise entregar el billete, pero él no me hacía caso, tenía la mirada clavada en mis pezones rositas, yo estaba lubricando mucho, hasta que el repartidor tomó el billete y me dio el cambio muy torpemente. Yo apenas pude tomar el dinero, me temblaban las manos y el abdomen se me estremecían en ese instante.
—Gracias por traer la pizza tan rápido, me gustaría agradecértelo. —Así que yo bajé mi brasier para dejar completamente descubiertos mis senos ante ese joven repartidor.
—¿Te gusta lo que ves? ¿Te gustaría tocarlos? —Me le ofrecí moviendo mis senos al aire libre, completamente expuesta a que alguien pasara por la calle y me viera.
Entonces el repartidor se quitó el casco y pude ver a un joven con el cabello sudado y despeinado, de piel morena, que se lanzó con sus manos sucias a tocar mis deliciosos senos de jovencita y no siéndole suficiente comenzó a lamerlos como si tragárselos quisiera, traté de hacerme para atrás pero el seguía pegado a mis senos y succionaba mis pezones. Yo tenía la pizza en las manos y no sabía que hacer, ya que si entraba corriendo a la casa mi papá se daría cuenta al verme los senos de fuera.
—¡Espera ya! ¡Aahh! ¡Detente! ¡Aahh! ¡Mi papá se va a dar cuenta! ¡Aahh! ¡Ya por favor! ¡Nos va a escuchar! —Le decía mientras me reía de nervios y excitación.
Como él no se despegaba, lo empujé con la caja de la pizza, él se apartó y me dijo:
—Gracias por la propina mamacita, tienes unas tetas bien sabrosas. —Tuve que cerrar la puerta por que no se iba.
Me dio miedo se diera cuenta mi papá, así que rápidamente acomodé mi brasier y la blusa. Fui a dejar la pizza en la cocina. Esos dos minutos con el repartidor fueron tremendamente excitantes, fue algo que hice sin pensar, solo me dejé llevar, consecuencia de ver tanto video porno en internet.
—Papá ya está la pizza, baja por que se va a enfriar. —Le dije sintiéndome muy excitada por lo que acababa de suceder.
Entonces mi papi bajo con una playera negra, unos boxer para dormir y sus pantuflas. Me dijo que podíamos servirnos y comer en la sala viendo la televisión, él puso un canal de deportes para ver futbol. Recordé que había dejado las botellas de vino tinto en el refrigerador, así que fui por el vino, unas copas y por un descorchador, como yo no pude descorcharla mi papá se encargó de eso como un experto, sirvió dos copas, cenamos y bebimos hasta terminarnos la botella. Yo comencé a sentirme alcoholizada, y con la cara muy ruborizada por el vino, me sentí muy desinhibida y cachonda. Pude notar que mi papá también estaba rojo de la cara. Yo estaba muy deseosa de sentirme amada por mi padre, era el primer día que lo veía después de dos años, ahora yo era una mujer desvirgada y estaba junto a un hombre que me ponía muy estúpida. Estábamos a solas en su casa, sin nadie que pudiera ser testigo de lo que ahí ocurriera, era la ocasión perfecta para cometer incesto con mi progenitor. Estaba muy mojada de mi zona íntima, me sentía muy nerviosa y temerosa de insinuarme a mi papá, ya que no sabía cómo reaccionaría. En ese instante pasó por mi mente la idea de mostrarle más de mí, pero sin ofrecerme directamente, así que me levanté y fui al baño para revisarme el plug anal, lo retiré por un momento de mi ano, sentí un ardor delicioso, estaba muy dilatada, apliqué un poco más de lubricante en el plug y me lo coloqué nuevamente en el ano. Retoqué mi maquillaje y me alboroté un poco el cabello, refrescándolo con mi loción de vainilla. Bajé un tirante de mi blusa dejando visible mi brasier, y con mis manos acomodé mis senos para levantarlos más y que las areolas de mis pezones rositas alargados y excitados como montañitas, quedaran saliéndose del brasier. En cuanto a la minifalda la jalé un poco más arriba, era muy elástica y no dejaba arrugas o pliegues evidentes, así que la pude levantar casi a la mitad de mis nalgas sin que se viera demasiado forzada. Sali del baño temblando y con el estómago hecho nudo de los nervios, mi corazón estaba latiendo de prisa, me iba a exhibir ante mi papá, su princesa hermosa iba caminando por la sala cual si fuese una puta buscando cliente.
Caminé muy sensualmente, hasta llegar a la sala, permanecí de pie para servir vino en mi copa, volteé a ver a mi padre quien observaba fijamente mi suave y hermoso culito bien formado con la minifalda a media nalga.
—Gustas que te sirva más vino. —Le ofrecí dulcemente.
—Sí, por favor princesa. —Yo sabía que él estaba mirándome el culo, con ganas de tocarme.
Me giré un poco dándole la espalda para tomar su copa y darle una mejor vista de mis piernas y culo ardientes. Acto seguido, le entregué su copa inclinándome un poco, sentí como uno de mis pezones rositas duro como montañita salto fuera del brasier, invitando a mi padre a chuparlo, me ruboricé mucho y de inmediato me senté de nuevo en mi lugar cruzando las piernas de forma sensual, la falda quedo tan cortita que se veía mi zona íntima, mostrando mi linda tanguita negra de encaje. Estaba esperando una reacción de su parte, antes de dar el siguiente paso, o me mandaba de nuevo a casa, o me cogía esa noche, yo deseaba fervorosamente esto último. Entonces noté que mi papá me volteaba a ver constantemente los senos. Esa fue la señal determinante, por tanto, me cerqué para sentarme pegada junto a él.
—Papi siento ganas de que me des un besito en la mejilla. —Le dije muy tiernamente.
Él se aproximo y me dio un besito muy cariñoso.
—Papi ven acércate a mi cuello, para que huelas la loción de victoria´s que me compraste, tiene aroma de vainilla. —Él se acercó y me olió el cuello durante algunos segundos, yo me estremecí y mis pezones se me pusieron más duritos.
—Huele muy bien preciosa, tienes muy buen gusto.
—¿Me das otro besito? —Le pedí nuevamente fuera cariñoso conmigo.
—Claro que sí preciosa, te doy todos los besos que quieras. —Él se acercó y me dio muchos besitos para consentirme.
—Dame otro, pero ahora en el cuello —Le señale con mi dedo, ofreciéndole mi cuello perfumado.
 Él titubeó un poco, por el morbo que le causó ver mi pezón rosita, alargado y duro fuera del brasier, se acercó lentamente y me dio un beso en el cuello, lo que me hizo lubricar mi zona intima.
—¡Ay, que rico papi! —Yo lo tomé de la mano.
—Me gustan tus manos, las tienes muy grandes y toscas, tus brazos fuertes te hacen ver muy varonil. —Él me sonrió y yo le pedí tocara mis manos.
—¿Verdad que tengo mis manos muy suavecitas? Mira, tócalas. —Él acarició mis manos a la vez que desviaba su mirada para ver mis piernas.
—Sí princesa, tienes unas manos muy suavecitas. —Acto seguido coloqué su mano en mi pierna.
—¿Te gustan mis piernas papi? ¿Verdad que están muy frescas y suavecitas? ¿Verdad que la crema que me compraste me dejó la piel oliendo muy rico a vainilla? —Mi papá tenía la cara roja de lujuria, me miraba los senos y las piernas con un fuerte deseo de cogerme, pero se resistía, entonces él comenzó a acariciar mi pierna.
—Sí princesa, tienes una piel muy suave y hueles muy rico.
Cuando me dijo eso tomé su mano y la coloqué en mi zona íntima mientras cruzaba mis piernas dejando su mano aprisionada en mí huequito, pude ver como su verga levantó la tela del boxer, era un bulto enorme, recuerdo que mi mamá se había divorciado de él por infiel ya que muchas mujeres lo seguían, ahora entendí por qué Eduardo (mi progenitor) era tan buscado por las mujeres. Tremenda verga la que tenía, y con la tableta de viagra que le di a tomar, había conseguido una máxima erección.
Podía ver como su verga latía levantando cada vez más la tela del bóxer hasta dejarla tensa, era como si su verga quisiera crecer más, pero estuviera siendo reprimida por el boxer. Yo no pude resistirme y empecé a frotar con mi mano su enorme verga sobre la tela del boxer, la empuñé fuertemente, estaba tan gruesa que no podía cerrar mi mano al agarrarla, su verga latía en mi mano y se movía como una cobra erecta. Mi vagina comenzó a lubricar más y se me hizo agua la boca. Mi papá comenzó a frotar mi zona íntima con su mano.
—¡Sí papi, me gusta, se siente muy rico! ¡Mmjjj! ¡Te quiero mucho papi, bésame y hazme el amor! ¡Aaahh! ¡Estoy aquí para ti papi, hazme tu mujer! ¡Aahhh! ¡Quiero ser tuya!
—Sí princesa, también yo te quiero mucho hermosa. Sé que eres mi hija, pero me gustas mucho. Desde que te vi bajar del autobús me gustaste, te pusiste bien buena hija. Me pusiste bien dura la verga princesa ¿Segura que es lo que quieres? ¿No le vas a decir nada a nadie, mucho menos a tu mamá? Esto tiene que quedar entre nosotros hermosa.
—¡No papi, te prometo que no le diré a nadie! ¡Aaahhh! ¡Será nuestro secreto! ¡Mmm! ¡Yo solo quiero ser tuya papi, porque sé que me vas a hacer el amor con cariño, porque me quieres y yo a ti! —Le sugerí de forma muy cachonda.
Una vez que dejamos claro que nos deseábamos y que nuestra relación incestuosa, quedaría para siempre en secreto, tomé el control de la televisión y la apagué. Me puse de pie frente a mi papá y me quité la blusa blanca muy lenta y sensualmente para él, continué bajándome la minifalda negra por completo, permanecí solamente con mi lencería negra y mis tacones rojos altos, tenía el cabello alborotado y mis labios rojos carnosos combinaban con mis tacones, me sentí como la lujuria hecha carne.
—¿Te gusta lo que ves papi? —Le pregunté muy excitada.
—Me encanta hija estás guapísima.
—Hazme tuya papi, quiero que me hagas el amor. —Le supliqué.....


Continuara....

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