Fany, la cornuda. Cap 1. Parte 1.

Nota para los lectores: Debido a las limitantes de poringa con el número de caracteres, tendré que publicar los capítulos por partes. Así que está sería la parte 1 del capítulo 1. Simplemente busquen la segunda parte en mi perfil. Disfruten.

Fany, la cornuda. Cap 1. Parte 1.

Fany gimoteaba y gemía a todo volumen cómo loca, cómo siempre. Mario se esforzaba, también cómo siempre, aunque Fany terminaba poniéndole la mano en el pecho y haciendo esa cara histérica que él ya sabía que significaba que bajara la velocidad un poco, él lo hacía. Cómo quiera no importaba, él ya estaba en la orilla, solo tuvo que empujar su enorme verga un par de veces más dentro de ella delicadamente, pero por completo y comenzó a llenar el condón. Fany ponía los ojos en blanco, él obviamente disfrutaba teniendo su orgasmo y ella amaba sentir ese enorme pedazo de carne dentro de ella palpitando descontroladamente.

—Te amo — le decía el guapo semental a la chica, dándole un beso en los labios, mientras regresaba de villa orgasmo.

—Yo más — le decía honestamente la enamorada adolescente.

Él sonreía dulcemente, se levantaba e iba al baño, ella admiraba a su hombre, blanco como el papel, un culo muy lindo para ser un chico, amaba sus hombros fuertes y espalda ancha, había algunas rayas por ahí, cuando él regresaba de tirar el condón por el retrete, la vista era aún mejor de frente. El torso firme y un poco marcado, digamos que podías notar el cuadro grande en su abdomen, pero no el six pack, con sus pectorales lo mismo, firmes, pero no parecían crecidos, aunque sin duda sellaban el trato, junto con su bien parecido rostro de rasgos firmes y viriles, sin despreciar para nada ese enorme pedazo de carne colgándole entre las piernas.

—¿Vemos algo o vamos por algo de comer? — decía el contento chico, nunca ningún hombre más contento que aquel que acaba de tener un orgasmo.

—Ninguna de las 2, me veré con mis amigas, no te dije, lo siento — decía Fany levantándose y yendo al baño, él seguía su pequeño trasero de cerca.

La chica se ponía al espejo arreglándose un poco el maquillaje, él se le repegaba por detrás, con la esperanza de que su verga floja en la espalda, le hiciera querer otro round, pero ella solo arreglaba su maquillaje. Retocaba su rímel, se pintaba los labios y lo atrapaba a él en el reflejo del espejo mirándole el trasero, ella aún se sentía un poco cohibida ante sus lascivas miradas, pero era más una cuestión de complejo que de pudor, se miraba en el espejo, la nariz un poco aguileña, los ojos algo saltones y los labios pequeños, no entendía como había atrapado a Mario.
El chico miraba atentamente el pequeño trasero de su novia, caderas delgadas y nalgas algo planas, Fany no era precisamente la chica sexi del salón de clases, la falda de tablones le quedaba floja y larga, igual ella no hubiera querido recortarla, no es que sus escuálidas piernas fueran un espectáculo digno de mostrar, en el apartado de tetas lo mismo, y sin embargo, ahí estaba el guapísimo Mario mirando atentamente sus morenas y pequeñas nalgas.
El chico descendía y ella se ponía nerviosa de inmediato.

—Mario — decía ella con voz suave, pero dicción firme.
El chico empujaba la espalda de su delgada chica un poco para que ella echara el coño hacía atrás, ella se resistía con fuerza, pero él hundía aún así la cara y abría las piernas de la chica un poco y metía la boca para lamerle el coño a su chica entre la selva que había ahí.
—¡Mario! — dijo Fany molesta y dándose la vuelta, apenas sintiendo el aliento de su novio y la lengua apenas rozarle el coño y los vellos púbicos.

—Quiero hacerlo — dijo él nervioso levantándose, sonriendo tontamente.

—No sé, tal vez luego — decía ella avergonzada de haberse molestado — Además que tú lo hagas, no significa que yo vaya a chuparte la verga — dijo alzando la voz de nuevo, aunque sin mirarlo, ellos no dominaban eso del sexo oral.

—Yo nunca dije eso — respondió él ofendido.

—¡Ya lo sé! Solo que... Tengo que irme en serio — dijo ella acercándose a él, lo besó dulcemente en los labios y todo estaba bien en un segundo — Podríamos experimentar eso después, ¿Ok? — dijo ella intentando convencerse a sí misma y sonriéndole.

—¿¡Y por qué carajos no dejaste que te comiera el coño!? — preguntaba Gabriela incrédula, casi molesta.

—¡No sé! — respondía Fany con el mismo tono que su cruel amiga y las demás reían — Apenas estamos experimentando — agregaba la chica excusándose.

—Yo mataría porque Julián me comiera el coño — agregaba Eliza rápidamente y reían más.

—Tú estás enferma — respondía Fany.

—A todas nos gusta que nos coman el coño, la rarita eres tú — agregó Gabriela rápidamente — Creo que hasta Paulina quisiera eso — dijo empujando a la más tímida a la conversación, todas la miraron, amaban molestarla con esas cosas.

—Mi niño no haría esas cochinadas, es niño bueno e inocente — decía Paulina sin mirarlas, un poco de sarcasmo, un poco de hablar en serio, se comía un maki para no hablar más.

—Ni el mío... y de inocente no tiene nada — remataba Eliza decepcionada, pero con tono cómico y las 4 reían — ¿Creen que deba pedírselo más claramente? — de pronto agregaba con tono serio, no las miraba.

—Sí — respondía Gabriela sin dudar — Te la pasas chupándole la verga y según dices, él ni por error se baja ahí — agregaba con autoridad la nalgona.

La jerarquía siempre estuvo clara desde el principio de la amistad en ese pequeño grupo de 4. Gabriela dominaba con puño de hierro en la parte superior, muy lejos de Eliza y Fany que peleaban siempre por el segundo podio y al fondo la tímida Paulina, aunque no le molestaba ser la última.

—Me gusta mamársela — decía Eliza pícaramente y reían un poco — Pero ya pasó casi un año desde que lo hacemos y él no parece captar lo que quiero — decía la chica devorándose un maki de un bocado hábilmente usando los palillos.

—¿Que más está mal aparte de que no te come el coño? — preguntó Gabriela sin pudor.

—Nada está mal — decía Eliza rápidamente — Pero me depilo por completo a ver si él se atreve y nada, se la chupo un chingo y a veces... — dijo la linda morena parando a media frase.
Todas se dieron cuenta de que venía lo realmente importante, hasta Paulina la miraba, la convención social la obligó a seguir.

—Bueno, ya saben… le digo que más fuerte o esas cosas y él no parece entenderme.
Dijo Eliza honestamente avergonzada, bajando la mirada, devorando un maki y haciendo como que no dijo nada.

—¿¡Julián es un "folla—quedito"!?
Dijo Gabriela riendo cruelmente, Paulina agachó la mirada al ver la expresión de Eliza, Fany rio un poco, sintió que eso era mejor que callarse con lástima.

—¡No! ¡No es eso! — dijo Eliza molesta, Gabriela reía — ¡Lo hace muy bien! Pero yo a veces quiero más fuerte, es todo — finiquitó molesta.

—Yo siempre tengo que detener a Mario, es una máquina sexual — dijo Fany, haciéndose la guay, riendo con sorna, todas la miraron ahora a ella en silencio — ¿Qué? — preguntó bajando la velocidad en un segundo.

—Déjame entender — dijo Gabriela, alzó las manos en un gesto melodramático pidiendo atención — No le chupas la vergota, no lo dejas lamerte nada y... ¡¿Lo limitas cuando te folla?! — dijo sarcásticamente y mirándola al final, riendo un poco.

—Bu-bueno — balbuceó Fany nerviosa, todas rieron, incluida Paulina, eso dolió — ¡Pues así lo hacemos nosotros! — dijo molesta — Que Eliza sea una guarra traga-corridas no es mi problema — dijo aún molesta, miró a Gabriela, quiso agregar "y que tú seas una zorra sin pudor tampoco", pero claro que no lo hizo — ¡Yo que sé! Cada quien tiene sus cosas — finalizó molesta.

Gabriela aún sonreía, Eliza no se atrevió a responder la agresión de Fany, porque no lo consideraba hiriente, ella alardeaba de chuparle la verga a su novio todo el tiempo, ya sabes, a veces es incluso más divertido contarlo que hacerlo, además, Fany parecía dispuesta a presionar el botón rojo, el botón rojo que lanza una ojiva nuclear, parecía dispuesta a pelear de verdad, Eliza mantuvo la calma, todos nos hemos detenido en ese punto alguna vez.

—Y no digas "vergota", no hables así de mi novio.
Agregó Fany aún molesta, bajaba la velocidad, pero aprovechaba el mood, sabía que había dado un manotazo sobre la mesa lo suficientemente fuerte como para imponerse.

—No es un insulto.
Dijo Gabriela con sencillez y la miraba de ese modo que ellas 3 odiaban, como si fueran niñas idiotas, Gabriela pensaba que era un gesto amable.

—No importa — dijo suavemente Fany — Además yo nunca dije eso.
Se excusaba la chica, sabía que no era un insulto, lo sabía desde el principio, es obvio, igual le molestaba por alguna razón.

—¡Claro que sí lo dijiste! — dijo Gabriela incrédula, Fany la miró confundida, ella definitivamente no usó esa palabra, claro que lo pensaba, lo sabía bien, pero ella no se expresaba así — Recuerdo perfectamente que hace como medio año que ustedes empezaron con eso, dijiste... — decía Gabriela comenzando y dejando una pausa, apuntando a sus makis.

—¡Ah sí! — dijo Paulina rápidamente, Fany la miró aún confundida.

—¡¿Que dije?! — preguntó molesta.

—Nos presumiste que la tenia del tamaño de un maki coreano — dijo Eliza riendo un poco, era claro que les quedaba claro a las 3.

—¡No les presumí! — argumentó Fany rápidamente — Ustedes estaban fregando que les dijera de que tamaño la tenía, había un kimbap en la mesa y les dije que así y ya.
Dijo Fany rápidamente, cuando ella lo dijo originalmente no fue por presumir, pero sí qué gozó con que todas parecieran sorprendidas, incluso Gabriela.

—Se me antojó un maki coreano, pidámoslo — dijo Gabriela cómicamente, alzando la vista por el restaurante buscando un mesero.

—Kimbap, se llama kimbap — dijo Fany de mala gana y las demás reían.

Las preparatorianas comieron el kimbap, ninguna se atrevió a hacer ningún comentario mas sobre la verga de Mario, incluso Gabriela solo se atrevió a abrir los ojos con sorpresa sarcástica cuando sirvieron el enorme rollo de arroz sobre la mesa, pero ni Paulina ni Eliza se atrevieron a hacerle segunda, Fany fingió no darse cuenta del estúpido gesto de Gabriela.
Al final de la tarde esperaban sus taxis, no hubo más charla incómoda y parecían ser las mismas. Paulina subió en el primero como siempre, era alguna clase de protección de las demás hacía la más ingenua e inocente del grupo, luego Gabriela en el segundo porque ella siempre lo tomaba sin preguntar, mientras Eliza y Fany esperaban algo incómodas el tercero, vivían cerca, siempre compartían.

—Perdón por llamarte así — dijo Fany mirando a su amiga y torciendo la boca en un gesto melancólico y de reconciliación con Eliza.

Ellas 2 eran las más cercanas, Paulina era la más inocente y pura, virgen aún según sus propias palabras, las 3 le creían, su novio Jonathan definitivamente no parecía del tipo "follador" ni Paulina del tipo "sedienta de verga". Gabriela estaba en un nivel por encima al de ellas 2, soltera por elección propia, ninguna de las 3 se atrevía a decirlo, pero sabían que no tenía novio para darle el culo a quien quisiera sin dramas, no sin culpa, solo sin dramas. Además, ella se sentía superior y se los dejaba claro, tenía el imponente culo enorme y redondo, y las lindas toronjas para sentirse así, las 3 la envidiaban un poco por eso, sí, incluida Paulina, que no fuera una zorra no significa que no quisiera verse más sabrosa.
Pero Fany y Eliza estaban al mismo nivel. Eliza más linda de rostro que Fany y con el culo más relleno de carne, además ese lindo par de nalgas tenían una agradable forma redonda y respingada, nada comparado con las planas y desabridas nalgas de Fany. Eliza tenía un culito lindo, algo pequeño, pero que lucía de infarto con algún buen short, sin mencionar que le llevaba una copa entera de sujetador a Fany. Pero tenían la misma estatura, el mismo tono de piel aperlado, seguro solo había un kilo o dos de diferencia entre ellas, bien acomodado en el culo y tetas de Eliza, ambas tenían el pelo negro intenso, si las vieras a lo lejos, dirías que ambas eran "del tipo", pero claro, el diablo está en los detalles. Y si te fijabas bien y de cerca, sí podías notar esos "detalles". Pero también se parecían en la experiencia, no eran unas santurronas como Paulina ni tenían una lista enorme como Gabriela, ambas habían tenido un novio y con ese novio habían perdido la inocencia, se lo contaron una a la otra cómo primicia por llamada antes de contarlo en grupo, primero Eliza y un mes después Fany. Les emocionaba darse notas más detalladas entre ellas de las que le contaban a Paulina, que no parecía querer escuchar más como quiera, o a Gabriela, que quería escuchar demasiado. Ellas 2 se conocieron primero en la preparatoria, luego llegó Paulina y Gabriela se unió al final, lo dicho, ellas 2 siempre fueron más unidas.

—¿Llamarme cómo? — preguntó Eliza — ¿"Traga-corridas"? — remató riendo un poco.

—En serio lo lamento — dijo Fany avergonzada.

—No te preocupes... Sí lo soy — dijo Eliza cómicamente y ambas rieron — No tomemos taxi, quiero contarte algo.
Dijo la más guapa, lo hacían seguido, se quedaban tiempo extra ellas solas, nunca se lo contaban a las otras 2.
Le servían su late grande a Eliza en la mesita de esa cafetería, las chicas se miraban emocionadas, siempre hacían eso, esperaban a los cafés para soltarse la lengua, no querían ni esa mínima interrupción.

—Mira lo que conseguí.
Dijo Eliza emocionada y le daba una cajita a Fany, cuidando que nadie viera.

—¿Qué es? — preguntaba Fany mirando y tomando la cajita.

—Una pastilla del día siguiente — dijo Eliza emocionada, Fany la miró igual.

—Guarra de mierda — dijo Fany y carcajearon ambas.

—Odio los condones, esas mierdas irritan — decía Eliza justificándose un poco.

—¡Claro que no! Quieres sentir la verga de tu wey al natural, guarra — insistía Fany riendo más.

—Bueno, a lo mejor un poquito también eso — decía Eliza sarcásticamente y reían ambas.

—Jamás me atrevería a pedir una de estas en la farmacia — decía Fany entregándole la cajita con la misma discreción que le fue dada — Mario compra los condones o los consigue en la enfermería, no sé.
Agregó Fany rápidamente, era verdad, no tenía idea de dónde los sacaba su hombre, pero él siempre estaba preparado, la cachondez le podía más que la vergüenza al chico.

—Me la dio una prima... A veces le platico, es enfermera, súper liberal ya sabes — decía Eliza emocionada y bebía un poco.

—¿La dejarás guardada o...? — preguntaba Fany.

—No, se caduca, mejor la usaré el jueves — decía Eliza y ambas reían.

—¡Lo tienes planeado! — respondió riendo.

—El jueves tendré la casa sola tooooodo el santo día — decía la aperlada sonriendo con picardía.

—Bueno, al menos la aprovecharás.

—¡Obvio! — respondía Eliza y reían.

—Mmmm ¿Cómo te depilas bien? Tengo miedo de cortarme — preguntaba Fany de golpe.

—Cuando me baño, un rastrillo, mucha espuma de jabón, delicadeza y paciencia — respondía Eliza encogiéndose hombros.

—Mmmm me da miedo — decía Fany y reían en voz baja.

—Depílate bien y deja que Mario te coma el coño, te envidio la verdad — dijo Eliza con sencillez, pero Fany lo sintió como una granada.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Por Mario?
Preguntó Fany histérica a súper velocidad, era mucho más celosa de lo que le gustaría admitir, sus complejos y miedos la acosaban, siempre supo que estaba una (o dos) liga por debajo de Mario.

—¡No! Porque quiere comerte el coño... ¡Puta madre, Fany! ¿¡Otra vez!? — dijo Eliza rápidamente con fastidio evidente, aunque se arrepintió un segundo después del gesto, miraba su vaso avergonzada.

La gente idiota no sabe que lo es, la gente alrededor de los idiotas son quienes lo sufren, pasa lo mismo muchas veces con los celosos, no lo saben o no se limitan, no les importa, solo son idiotas con sus seres queridos. Eliza había sufrido eso siempre con Fany. Cómo aquella ocasión que Eliza y Mario se quedaron a solas 10 minutos en aquella fiesta, Julián, el novio de Eliza, se había ido temprano y Fany fue al baño, cuando regresó su mejor amiga y su novio reían, Mario hacía mofa de Esteban, un chico de su clase que estaba ahí y era evidente que no sabía bailar, Fany enfureció. Tomó de la mano a Mario y se lo llevó a bailar, ni siquiera le dijo adiós a Eliza, no le habló por 2 días y no folló con Mario por una semana, tanto Mario como Eliza sabían la razón, pero decidieron no pelear. También esa otra vez que Eliza buscó a Mario por una tarea, Eliza lo hizo tan sencillo como mandarle mensaje a cualquier conocido suyo en Facebook, cómo a cualquier conocido con el que no tienes una confianza de años de amistad, pero sí con quién tienes una relación cordial, cómo ella la tenía con Mario. Estaban en aquella misma clase, Eliza siempre fue algo distraída y Mario era básicamente "el niño de los pinceles de colores", con todo ordenado con obsesión preocupante. Así que Eliza le envió un mensaje, lo saludó, platicaron por 3 minutos y la chica le pidió la tarea, Mario se la dio por simple amabilidad y no volvieron a cruzar palabra, ni siquiera se despidieron muy emotivamente. Cuando Fany revisó el celular de Mario, hubo problemas. Aunque más problemas para Fany, porque Mario evidentemente se ofendió por la ofensa de violar su privacidad, Fany hacía eso constantemente y nunca había encontrado nada digno de reclamar, así que Mario jamás se había enterado, ella creyó que esa insípida conversación sobre nimiedades y tarea, era digna de reclamo, por supuesto que no salió bien para ella, solo causó una pelea enorme con su amado Mario y que ahora el chico no dejara su celular ni a sol ni a sombra cerca de ella, y aún así, Fany tuvo el descaro de decirle a Eliza que no "buscara" a su novio y le pidiera la tarea a alguien más, también hubo una pelea entre ellas por eso.
Pequeñas escenas de celos como esas, de algún modo Fany era una pequeña tirana de los celos, Mario y Eliza se saludaban de lejos alzando la mano solamente cada vez que ella o él llegaban y Fany estaba con el otro, nada del fraternal beso en la mejilla que era la normal, lo hacían por no hacer enfadar a la dictadora que siempre parecía mirar atentamente cuando ellos se saludaban, aunque comenzaban a cansarse de la situación.

—Lo siento — decía Fany débilmente dándose cuenta de su torpe e incómodo error.

—Fany... Yo te amo, ¿Sabes? Más que a Julián — decía Eliza cálidamente, Fany asentía avergonzada — Pero de verdad, tienes que parar con tus celos — decía un poco más firmemente la chica, se miraban a los ojos.

—No sé que me pasa, te lo juro — respondía Fany avergonzada bajando la mirada — Solo sé que me pongo como Hulk con ese tema — seguía y Eliza esperaba, por fin Fany mostraba arrepentimiento por esa actitud, mejor no interrumpirla — La otra vez casi nos corren de un restaurante, le pregunté a la mesera porque hablaba con mi novio y no conmigo — dijo sin levantar la mirada, Eliza reía un poco, más por aligerar todo que por burlarse.

—Obvio él te ama, organizó esa fiesta sorpresa, nunca olvida los aniversarios, te dio ese ramo gigante de flores el último San Valentín... — enumeraba Eliza, Fany sonreía melancólica sin mostrar los dientes y alzaba la mirada — Y quiere comerte el coño — remataba la amiga y reían — Yo quisiera que Julián hiciera al menos una de esas cosas... Ya sabes cuál — alargaba el chiste y reían más.

—No sé cómo quitarme estos pendejos celos, desde antes de ser nada, ya lo celaba.
Decía Fany y miraba a Eliza buscando respuestas, constantemente se lanzaban bolas así una a la otra, buscando consuelo o consejo.

—Yo que sé — decía la amiga con sinceridad y riendo — Terapia de electroshocks wey, deja que hable con putillas en las fiestas y sopórtalo — dijo Eliza riendo.

—Esa amiguita suya, Carolina, ¿La ubicas? — decía Fany de mala gana, Eliza asentía — Siempre lo está invitando a hacer cosas, que si a hiking, que si a correr, que la acompañe al museo — enumeraba Fany, Eliza solo seguía asintiendo — A veces me siento mal de ser tan perra y no dejarlo ir con ella nunca — finiquitaba la chica.

—Bueno, pero una cosa es ser perra y otra es ser pendeja — decía Eliza con seguridad — Esa wey se ve que se muere por tu novio — decía Eliza, porque realmente lo creía y porque quería darle una pequeña victoria a su amiga.

—¿Verdad que sí? ¡Lo sabía! — decía Fany apretando los dientes.

—La foto que subió con él comiendo boneless hace una semana... — negaba Eliza con la cabeza — Demasiado obvia la piruja esa.

—Ah, pero Mario dice que ni al caso, que ella lo ve como a un hermano — decía Fany rabiosa.

—Pues tal vez como a uno de esos hermanastros del porno, con los que se folla cuando los papás no están — decía Eliza ingeniosamente y hasta Fany reía un poco, bajaban la velocidad — Pero... Tal vez no con ella, pero si deberías dejar que él salga con amigas, como algo normal, ¿Me entiendes? — ella esperaba y Fany asentía débilmente sin mirarla — Julián siempre quería salir con la mensa de Daniela, yo siempre me ponía como furia — ahora Fany la miraba atentamente — Pero un día le dije que estaba bien, salieron y no pasó nada, luego salieron otra vez y lo mismo, la verdad siento que él lo agradece, al menos ya no peleamos por eso y cuando le cancelo para salir contigo, ya no me echa los ojos para arriba con fastidio — finiquitaba la amiga, Fany miraba su café y luego a ella.

—Pues con Carolina no, eso seguro — decía Fany bebiendo de su café.

—¿Cómo se llama la otra? ¿Mayte? — preguntaba Eliza intentando recordar a esa chica de la clase de Mario.

—Menos, esa perra se ve desesperadísima por verga — decía Fany rápidamente, Eliza reía con ironía, Fany la miraba confundida.

—Wey, tienes que hacer algo con esos celos, en serio — decía Eliza aún riendo.

—¿Tú...? — dijo Fany sin terminar y buscándole la mirada a su amiga.

—No, no, no — dijo Eliza rápidamente, negando con la cabeza y manoteando.

—Solo ir al cine o eso, confío en ti, obvio — dijo Fany rápidamente, Eliza seguía negando con la cabeza y manos — Solo era una idea — dijo de mala gana y sintiéndose estúpida.

—Nah, no quiero arruinar nuestra amistad — dijo Eliza con seguridad.

—No la arruinarías, solo sería salir y ya — insistía Fany, de algún modo no quería insistir, pero tampoco desistir.

—Nah, que flojera el interrogatorio después — decía riendo la amiga.

—No preguntaría nada, podrían hacer lo que quisieran — dijo Fany rápidamente, Eliza la miró sorprendida, luego sonriendo con sorna y burla.

—¡¿Qué significa eso?! — preguntó Eliza y rio fuertemente.

—¡No! O sea que no preguntaría nada, nada de nada — dijo Fany rápidamente y reía nerviosa.

—No pienso caer en la trampa, no gracias — dijo Eliza sarcásticamente y reían.

Eliza condujo la conversación por otro lado, cómo quiera no era que Fany quisiera insistir, lo que le pareció una buena idea por un segundo, le pareció atroz al siguiente, se sentía estúpida por haberlo propuesto y jodidamente celosa de imaginarlo. Y así terminaron sus cafés, hablando de tareas y emocionadas por la siguiente fiesta, viajaron en taxi a sus casas y se avisaron cuando estuvieron a salvo cada una en sus casas.

—¿Por qué surgió esa conversación? — le preguntaba Julián algo molesto a Eliza, al otro día desayunando en el receso en la escuela.

—Sí te había dicho que la wey es súper celosa, tuvo la idea de que saliera con Mario, algo así como terapia de electroshocks — decía Eliza con desinterés.

—¿Y por qué precisamente tú? — preguntó Julián sin ocultar su molestia, ah los celos, ¿Quieres ver las inseguridades de alguien? Intenta ponerlo celoso.

—Pues estábamos hablando de eso, yo que sé — dijo Eliza igualando el tono.

—Obviamente no te dejaría salir con ese idiota — dijo el chico a la defensiva, Eliza lo miró furiosa.

—¿Disculpa? — preguntó irónicamente.

—Tú siempre me prohibías salir con Dany, yo te prohíbo salir con él — dijo firmemente el adolescente.

—¡Pero ya sales con la idiota de Daniela! — reclamó fuertemente Eliza, lo miraba incrédula.

—¡Después de meses de insistirte! Además, ese wey es un pendejo, es insoportable.
Decía Julián sonriendo nervioso, no sabía cómo salir de ese pantano, y claro que por " pendejo e insoportable" quiso decir "es ridículamente guapo y eso me pone inseguro".

—Daniela me caga la madre y lo sabes, si yo quiero salir con Mario o con cualquier otro amigo, lo haré — dijo Eliza con tono firme, no lo miró, Julián negaba con la cabeza.

Los adolescentes no dijeron mucho más, terminaron su desayuno en silencio y cuando Fany apenas asomó la cabeza en el comedor estudiantil, Eliza corrió con ella sin despedirse de su novio, la chica fingió que todo estaba bien con su amiga, a nadie nos gusta hablar de las mierdas cuando aún están frescas, siguen apestando. Cuando la chicharra final sonó, las amigas caminaron del brazo a su salón de clases, Eliza se detuvo en la puerta y Fany entraba, pero Eliza lanzó la granada antes de que su amiga fuera a su banco.

—Oye... Si lo de Mario era en serio, podría salir con él al cine o algo... Tú me dices.
Dijo la aperlada de lindo trasero sin mirar a su amiga, con desinterés aparente, el resentimiento con Julián habló por ella, Fany solo asintió nerviosa y huyó de ahí.

Pasaban las clases, Eliza olvidó el asunto tan rápido como Julián le enviaba emojis cursis y se disculpaba con un enorme texto en WhatsApp, lo disculpó en un minuto, como disculpan los adolescentes, tan apasionada y rápidamente como se enfadan. Diciéndose que se amaban, que había sido una pelea estúpida y que no pelearan más por celos, Julián quiso confirmar si ella saldría con Mario, estaba desesperado por saberlo, pero claro que no preguntó, cómo quiera Eliza ya ni siquiera pensaba en eso realmente.
Fany estaba nerviosa, pasó las siguientes clases algo ausente con Mario, el chico lo notó, pero él siempre tuvo la sensibilidad de saber cuándo preguntar, sabía que en ese momento ella no respondería o que no lo haría bien, sabía que debía esperar, le dio su espacio, siempre buscándole la cara, esperando que ella lo mirara y sonriera, sabía que entonces debería preguntar, no antes. Pero cuando Fany lo vio riendo con Mayte entre clases, se puso furiosa, estuvo a punto de ir, sentarse en las piernas de su macho y lanzarle esa mirada a Mayte que siempre le lanzaba, un firme gesto territorial que Mayte pensaba que era infantil y Mario odiaba, pero no lo hizo, se quedó sentada y por primera vez no se dejó dominar por sus celos, tenía que parar.
La chica no pensó en otra cosa, la cabeza le dolía, ya habían pasado 3 horas y Mario esperaba, sabía que había algo en la mente de su chica, por eso cuando alzó la cara por fin y le vio fijamente, él sonrió cálidamente, se sentía aliviado de que ella por fin fuera a decirlo, no le gustaba cuando ella estaba distante.

—¿Sabes? Tuve una plática interesante con Eliza — dijo Fany nerviosa, la boca seca.

—¿Sobre qué? — preguntó suave y cálidamente el muchacho.

—Sobre ti — dijo Fany nerviosa, intentaba no mirarlo.

—¿Qué hablaron?
No pudo evitar ponerse nervioso, no había nada que decir, ellos ni siquiera hablaban, pero nunca nos gustan las charlas "serías" con nuestra pareja.

—Platicábamos sobre mis celos — dijo Fany riendo nerviosa, aligerando el tema, Mario esperaba — ¿Ya ves la vez que te pidió la tarea? ¿O cuando se quedaron platicando solos en la fiesta de Raúl? — dijo Fany alzando la mirada.

—Solo fue eso, lo juro de ve-
Respondió el chico nervioso, aunque su espectro rápidamente gravitó al enojo a media frase, ella lo interrumpió.

—¡Lo sé, lo sé! — dijo ella con tono conciliatorio, le tomaba la mano.
Fany miró hacía la linda jardinera de la escuela donde estaban, pasar ahí el tiempo tranquilamente era la segunda cosa favorita de ellos 2, obviamente después de estar desnudos y follando, él esperó a que ella terminara su mirada contemplativa.

—Hablamos sobre que me pongo bien loca con mis celos y que debería parar — decía la chica, el joven no diría una palabra, nadie interrumpimos a alguien cuando nos da la razón — Incluso hablamos de una posible solución — él asintió emocionado, expectante, nervioso — Mmmm pensamos que tal vez podrías salir con ella — dijo Fany sonriendo tontamente, el corazón a tope.

—¿Qué?
Expresó él, genuinamente sorprendido y confundido, no sabía que vendría, pero definitivamente nunca espero eso.

—Sí, con Eliza — dijo Fany aún sonriendo, una sonrisa falsa y evidentemente forzada.

—¿Cómo en una cita? — preguntó aún confundido, ella se sintió aliviada de que él no pareciera recibirlo bien.

—Pues ammm sí, algo así, no cómo una cita romántica — decía nerviosa, casi tartamudeaba — Solo sería como salir normal, ¿Me entiendes? Cómo una cita, pero sin que fuera romántica — dijo torpemente.

La chica dijo eso y Mario la miró fijamente, como intentando ver a través de ella, hacía eso con regularidad, intentando mirar cada gesto por más mínimo que fuera.

—Solo fue una idea — dijo Fany sintiéndose estúpida ante su mirada — Por eso de los celos, pensamos que podría funcionar — agregó rápidamente.

—¿Por qué con ella? — preguntó el joven sin ordenar sus ideas aún.

—Bueno, fue su idea — respondió nerviosa sin pensarlo realmente, mintió por prisa, no por malicia.

—¿Fue su idea que yo saliera con ella? — formuló explícitamente la pregunta sin creerlo.

—Sí, o sea, fue su idea, sí — respondió desesperada y rápidamente, intentaba recordar la conversación, sabía que no era verdad, pero prefirió eso a alargar la explicación.

—¿Y tú estarías bien con eso?
Preguntó sin mirarla, mil ideas y preguntas lo golpeaban, simplemente dejaba salir la primera que llegaba.

—Es la idea — respondió ella de igual manera, con la misma premura sin pensar, demasiadas respuestas, simplemente daba la primera que venía — Es como terapia de electroshocks, ¿Entiendes? — dijo ella sintiéndose inteligente por el termino, copiando lo que dijo su amiga.

—Sí, es como mmmmm hacer que algo te deje de doler exponiéndote a ello, ¿No? — respondió él sin comprender bien, no podía pensar claramente, demasiado ruido en su cabeza.

—Exacto... Y yo confío en ella, así que con ella estaría bien, su idea es buena, ¿No?
Dijo Fany, terminando de echarle la culpa a Eliza, esta vez conscientemente, así era mejor, si él se ponía raro con la idea, era la loca idea de su amiga, no de ella.

—Pero ella sigue con Julián, ¿No? — decía intentando recordar al gris novio de Eliza, no se hablaban mucho.

—Sí, pero emmm... nadie tiene que enterarse — respondió su novia, ambos supieron que eso sonó raro y turbio.

Ambos se quedaron en silencio 2 segundos ante la turbia declaración de ella, y como si fuera cosa del diablo, sonó el celular de él, miró la pantalla y se levantó a contestar la llamada. Fany lo miraba ansiosa sentaba en esa linda banca artesanal, cuando el chico volvió, dijo exactamente las palabras que ella no quería escuchar:

"Era mi papá, tengo que irme".

Se tomaron de la mano y caminaron en silencio mientras ella lo acompañó a la parada del autobús urbano, ninguno de los 2 dijo nada, ambos pensando en la extraña circunstancia, ambos analizando delicadamente las palabras del otro, cada frase y cada entonación, queriendo decir tantas cosas, él queriendo negarse, era demasiado extraño, ella queriendo retractarse. Pero no dijeron nada, el padre de Mario llamó en el peor momento posible y cortó la charla a medias, de no haber sido interrumpidos, él se hubiera negado riendo y diciéndole que era una mala idea, que la amaba incluso siendo así de celosa y ella hubiera aceptado gustosa su negativa con ánimos renovados, pero no lo hicieron, solo lo pensaron y así se pasaron toda la tarde, mientras el viajaba a casa y luego le ayudaba a su padre con el auto, y ella se atormentaba en su habitación con la charla que quedó abierta.

—Ahí déjalo, Mario, vete a hacer tarea o lo que sea, a veces no puedo creer lo inútil que eres.
Dijo el mal humorado hombre de 40 años a su hijo sin mirarlo.

—Cómo quieras.
Respondió el joven fingiendo pereza, pero ardiendo de furia por dentro, dejó la lámpara sobre el piso y entró a casa.

Fueron 3 malditas horas y media de esa tortura, su padre pidiendo las cosas de mala gana, Mario resistiendo como un campeón intentando hacer lo que el hombre pedía de la mejor manera, pero su padre era un idiota, y por supuesto que el cuarentón pensaba lo mismo de su hijo.
El guapo joven entró, se lavó las manos, ignoró cuando su madre le preguntó que sucedía, tomó el teléfono inalámbrico de la casa y subió en silencio a su cuarto, marcando el número de su chica de memoria mientras subía las escaleras.

—Hola, niño guapo — respondía Fany la llamada, sonriendo inconscientemente del otro lado.

—Hola, niña bonita — respondió él intentando con todas sus fuerzas dejar su mal humor atrás.

—¿Qué haces? — preguntó ella tendida en su cama, mientras él cerraba la puerta de su cuarto.

—Ya sabes, el maldito carro de mi padre que no funciona — respondía de mala manera, odiaba ese auto — Oye, sobre lo de Eliza...
Comenzaba él, estaba en el humor perfecto para descartarlo con desinterés y hablar con su chica para renovar fuerzas, solo eso le importaba en ese momento, solo eso quería hacer, solo eso iba a hacer.

—Mejor ya no hablemos de eso — respondió Fany histérica, sentándose en la cama, mal tono.

—No, es qu-
Mario intentó hablar con calma, ella siempre lo interrumpía demasiado, él odiaba eso, cancelaron muchas citas anteriormente por eso, cuando ella se ponía nerviosa ni siquiera lo dejaba hablar, irónicamente él siempre iba a darle la razón cada vez que ella hacia eso, por supuesto que después de que ella lo interrumpía, él ya no le daba la razón.

—No, no quiero hablar de eso, Mario, mejor cuéntame q- — decía ella de mala gana, él resopló fuertemente y ella se calló a media frase.

—¡Pero fue tu idea! — dijo él molesto.

—No, fue idea de ella — dijo ella, torció la boca al darse cuenta de que le seguía echando la culpa fácilmente.

—¡Pero tú lo aceptaste! — insistió él.

—Bueno, sí, algo así — respondió nerviosa — Pero no quiero hablar de eso, ¿Por qué quieres hablarlo tú? — preguntó molesta, los celos, malditos celos.

—¡Déjame hablar! — dijo él furioso, se levantaba de la cama, caminaba por su cuarto.

—¡Ok! — respondió furiosa, él esperó un segundo — ¿No que no te dejo hablar? — dijo ella, se golpeó la frente con la palma sabiendo que estaba siendo una perra.

—¿Cuando sería? — preguntó él, buscando hacer daño, sabía que ella odiaba la idea, era evidente en este punto.

—No sé, el jueves — respondió rápidamente, intentando lucir inmutada.

—Ok, dile que sí — dijo él siguiendo la discusión que ambos aparentaban que no lo era.

—Vale — respondió rápidamente.

—Tengo que irme, me voy a bañar — respondió él.

—Ok — respondió ella, se sentó en su cama, bajó la velocidad — Te a- — intentó decir con tono suave, conciliar en el último segundo, él colgó.

—¡Te amo también! — dijo él regresando histéricamente el teléfono a su oído, vio el teléfono, presionó el botón, nadie ahí, "¡Imbécil!" Pensó furioso consigo mismo.

Sacó su celular rápidamente, desbloqueó la pantalla y entró rápidamente a la conversación con su amaba novia y comenzaba a escribir, se disculpaba, pensaba decirle que su padre había sido un idiota, que estaba cansado, fastidiado, que no quería colgar, que le dijo que la amaba cuando se dio cuenta de que había colgado, pero que ella no pudo escuchar eso y, sobre todo, decirle que no saldría con Eliza. Él escribía, pero había llamado desde su casa y ella había recibido la llamada en su celular, los valiosos segundos que él perdió sacando su celular, desbloqueándolo, abriendo WhatsApp y entrando a la conversación. Esos segundos, ella no los perdió, solo entro a la aplicación y comenzó a escribir furiosamente cuando él colgó, por eso llegó primero el sarcástico y cruel mensaje de la chica mientras él aún escribía:

"No sabía que tuvieras tantas ganas de salir con Eliza, ok, se lo diré, me ocuparé, te veo mañana"

Él dejó de escribir, leyó y resopló furioso, bloqueó el celular y se fue a bañar.

Por supuesto que ambos se espiaron por WhatsApp, viendo si el otro estaba conectado, pero ninguno de los 2 cedió ni escribió nada y así durmieron pensando en el otro, ambos sin decidirse si estar furiosos o sentir compasión con el otro.

—¿Problemas en el paraíso?
Le preguntaba Gabriela a Fany riendo un poco, al ver qué Mario pasó por tercera vez frente a ellas en el recreo y Fany lo ignoraba.

—No, todo bien — respondió Fany haciendo una buena pokerface que hasta Gabriela se creyó — Es el cumpleaños de Fausto, creo, quería pasar el rato con él — agregó hábilmente.

—¿Por qué Mario es amigo de Fausto? Fausto es súper pendejo, ¿Se acuerdan lo que dijo la semana pasada? — dijo Gabriela riendo.

—¡Que si los hombres no eyaculan les da cáncer de próstata! — dijo Paulina y las 3 reían, menos Fany.

—De hecho, creo que es verdad, ¿No? — dijo Eliza bajando la velocidad.

—Eso te dice Julián para que le chupes tanto la verga — respondió Gabriela y volvían a reír.

—No me dieron el pan.
Dijo Fany aún sin reír, levantándose de la mesa, dirigiéndose a la barra del comedor estudiantil, Eliza la siguió de cerca.

—Holi — decía infantilmente acercándose a su mejor amiga y tomándole del brazo — Gabriela te cree, porque no te conoce tanto como yo, ¿Pero que pasa con Mario? — preguntó Eliza, sin imaginarse ni por un segundo que ella era "la causa".

—Ayer me colgó — decía la chica rápidamente, alcanzaba la barra — Oiga, no me dieron el pan.
Decía la chica sonriendo, la mujer de la barra le alcanzaba la pieza de pan dulce y se la entregaba, Eliza miraba esperando.

—¿Qué sucedió? — preguntó Eliza parando a Fany en su camino de regreso, el chisme señores, el chisme.

—Nada, discutimos, una pendejada la verdad — dijo nerviosa, sabía que Eliza no lo dejaría ir, nunca lo hacía.

—¡Pues cuéntame! — dijo sonriendo tontamente.

—Le dije tu idea, lo de salir con él.

—¿¡Mi idea!? ¿Le dijiste que era mi idea? — la sonrisa se le fue de inmediato.

—No exactamente, le dije que lo habíamos hablado y pensamos en eso — recompuso rápidamente, Eliza esperaba — Cómo que se puso tensa la cosa y medio discutimos — agregó rápidamente.

—Bueno, no importa, no salgo con él, pero si deberías ser menos celosa — dijo tranquilamente la otra chica.

—¡No! Le dije que sí, que el jueves.
Dijo Fany desesperada, Eliza literalmente sacudió la cabeza para aclararse, de pronto esa frase la golpeó fuertemente.

—A ver, a ver — decía ordenando sus ideas — ¿Pelearon por qué él sí quería salir conmigo y te enojaste?
Preguntó confundida, pero mentiría si no te digo que se emocionó un poco, solo un poquito, no por Mario exactamente, pero a todos nos gusta sentirnos la manzana de la discordia, aunque nadie lo admitamos en voz alta.

—Sí, algo así.
Respondió Fany, ya no estaba segura de porque había peleado con Mario, pero lo que decía Eliza sonaba coherente.

—No lo haré, no te preocupes, ¿Ok?
Respondió Eliza aparentando empatía, se sentía miserable por sentirse guay por supuestamente haber causado la discusión, aunque no se sintió miserable por ser tan condescendiente.

—En serio le dije que el jueves, no puedes quedarme mal — dijo Fany presionando, Eliza la miró confundida.

Fany estaba en ese punto en qué no quería ceder, quería aparentar que controlaba la situación. Cómo cuando un niño hace un berrinche, le dijeron que no le comprarían 3 videojuegos, solo uno, pero se aferra a su berrinche, por último sus padres desesperados y avergonzados en el centro comercial le ofrecen 2 videojuegos, pero como es un niño idiota, prefiere no tener nada para supuestamente probar un punto, prefiere seguir haciendo berrinche y avergonzar a sus padres e intentar hacerles sentir mal. Eso le pasaba a Fany presionando a Eliza, no quería nada de eso, pero estaba dispuesta a llevar su berrinche hasta las últimas consecuencias, los adolescentes y los niños no son muy diferentes cuando hacen berrinche.

—Es que, ¿Jueves? ¿O sea mañana? Veré a Julián, sí te dije, lo de mi casa sola y la pastilla…
Respondía la linda colegiala divagando, los adolescentes son un caos porque no pueden enfocarse en un solo sentimiento, no tienen la madurez emocional, eso le sucedía a Eliza, confusión, emoción, enojo, frustración, todo atacaba junto.

—Pero él va a sus clases de inglés, ¿No? Lo ves como a las 7 de la tarde — argumentaba Fany.

—Sí… Podría ir al cine o algo así con Mario, no sé — decía Eliza aún confundida, emocionada.

—Sí, lo que sea — respondió Fany molesta.

—¡Tú estás insistiendo! — dijo Eliza molesta.

—¡Lo sé! No estoy enojada — respondió la chica, bajaban la velocidad — Pero mejor no me cuentes nada de lo que hagan, ¿Ok? Le diré lo mismo a él.
Dijo Fany caminando de regreso a la mesa después de que Eliza asintió débilmente.

Las chicas no dijeron más del tema. Ambas se dedicaron a hacerse idiotas, fingiendo que no sucedía nada, que no estaba ese retorcido y extraño tema sobre la mesa, fingiendo reír con naturalidad e incluso se obligaron a quedarse juntas haciendo esa tarea a final de clases en la biblioteca, tarea que ambas sabían sería entregada dentro de una semana, jamás hacían eso, forzaban la naturalidad.
Cuando charlaban por la tarde en WhatsApp, más de lo mismo, ambas compartiéndose memes cómo siempre, platicando cualquier estupidez e incluso Fany etiquetó en una foto en Facebook a Eliza y está la comentó como hubiera hecho cualquier otro día. Ambas queriendo hablar del tema, Fany desesperada por hacer que su amiga se arrepintiera, incluso pensó en causar una pelea y así cancelarlo. Eliza ansiando preguntarle un millón de veces a Fany si ella en serio estaba bien con eso o al menos aclararle que solo irían al cine, incluso pensó en bromear diciéndole que compraría los boletos separados por un asiento. Pero Fany era demasiado cabezota y Eliza se sentía extrañamente emocionada, ninguna dijo nada, mientras Mario sufría por estar peleado con su chica, pero tampoco cedió.

La mañana siguiente una deidad con un sentido del humor muy ácido, hizo que los 3 se encontraran sin darse cuenta en la fila para entrar a la preparatoria, un prefecto revisaba que las chicas llevarán la falda a la altura establecida y pedía que los chicos abrieran su mochila para buscarles cigarros o algún otro contrabando, la fila se hacia larga y lenta cada mañana.

—Hola.
Saludaba Eliza nerviosa a Mario, Fany sentía que la sangre se le iba a los pies al darse la vuelta y ver a quien saludaba su amiga.

—¿Qué tal, Eliza?
Dijo cálidamente Mario, comenzaba de nuevo el juego de hacerse idiotas, en cuanto Mario lo comenzó, Fany lo siguió.

—Hola, amor.
Dijo la chica con un tono casi cálido al chico y se dieron el pico más incómodo de toda su relación.

—Odio estas filas.
Agregó Eliza rápidamente apenas la pareja dejó de besarse, no permitiría ni un solo segundo de silencio incómodo.

—Desde que el idiota ese de otro salón metió ese tequila, nos tratan como terroristas — dijo Mario recibiendo el pase.

—La vez pasada el prefecto Ruiz me hizo sacar todo de mí lapicera, “porque podía estar escondiendo cigarros” — siguió Fany, la fila avanzaba gracias a Dios.

—¿Supieron de la chava del grupo D? Le encontraron un dildo.
Dijo Eliza y los 3 rieron a carcajadas recordando el turbio chisme, pero bajaron la velocidad y el temido silencio incómodo llegó.

Eliza agachó la mirada, Fany la alzaba buscando desesperada a cualquier otro conocido que pudiera sacarlos de ahí, Mario solo miraba a su Fany esperando algo, ni él sabía qué, sus miradas se cruzaron, el chico sonrió cálidamente, extendiendo una disculpa y buscando perdón, ella dio otra sonrisa de regreso, se acercó un paso y se besaron honestamente.

—Eliza… — dijo Fany en voz baja y sin mirarla directamente, la otra chica solo alzó las cejas esperando — Entonces… ¿Ustedes se van saliendo de aquí? — dijo la chica con la boca seca.

Mario y Eliza sintieron que el alma se les iba del cuerpo al escuchar a Fany, ambos lo notaron en el otro al mirarse involuntariamente de inmediato, pero ambos fingieron no notarlo, por no avergonzar al otro ni a sí mismos.

—Sí o tú dime — le preguntó Eliza fingiendo calma y desinterés a Mario.

—Sí, vamos al cine o algo — dijo Mario rápidamente fingiendo el mismo desinterés.

—Hagan lo que quieran, pero no me digan, no quiero saber nada — dijo Fany intentando reír, no los miró, ellos no respondieron.

La fila avanzó, la última frase marcó el fin de la retorcida charla, así que Eliza estuvo feliz de voltearse y alejarse metafóricamente de ellos, aunque siguieran detrás de ella, Fany miró a Mario, ninguno de los 2 sabía que pensar, solo se sonrieron y él tomó su mano con fuerza.
Los 3 adolescentes nunca tuvieron clases más largas que ese día, parecían de 200 minutos en vez de 55. Fany sabía que no podía echarse atrás, solo causaría peleas en ese punto, quiso decirle a Mario que se portara bien, era evidente que debía hacerlo, ¿No? ¡Claro que era evidente! Igual ella quería dejárselo claro. Mario quiso dejarle claro también eso a Fany, eso de que ella le dijera que hiciera “lo que quisiera”, pero que no quería saber nada, le incomodaba demasiado al adolescente, quiso dejárselo claro, aunque también para él fuera evidente. Eliza quiso decírselo a su novio Julián, en el recreo, cuando por mensajes le decía que la amaba cada media hora y sobre todo cuando su novio confirmó emocionado la cita para follar de esa tarde. Eliza quiso aclararle a su novio que fue una idea loca de Fany, que presionó hasta el hartazgo y que únicamente iría al cine con Mario y lo vería a él a tiempo a las 7 de la tarde en su casa para follar toda la tarde. Incluso pensó que si Julián se molestaba, le diría de la pastilla y el sexo a pelo, era una sorpresa, Julián odiaba los condones y se quejaba cada vez, pero era un caballero y se lo ponía todas las veces, así que era una buena sorpresa, ella lo sabía, pero estaba dispuesta a quemarla para calmar el posible berrinche del chico. Y aunque parece que los 3 tuvieron una eternidad para decir lo que querían, al final, ninguno lo hizo.

Llegó la hora de la salida, los 3 sintieron un escalofrío al escuchar la chicharra final. Mario volteó a ver a su chica, Fany a Eliza, se miraron al mismo tiempo y sonrieron aparentando naturalidad. Lo único que pudo decirle Eliza a su novio Julián, fue que iría a casa de Fany saliendo de ahí, por fortuna el chico no preguntó nada, así que el retorcido trio caminó hasta casa de Fany, en silencio. Acortando cada paso más y más mientras se acercaban, ahí. En la puerta, la insípida Fany se detuvo a modo de despedida.

—Bueno… Pues ya váyanse — dijo Fany sonriendo torpemente.

—Te mando mensaje cuando llegue — dijo Mario rápidamente.

—No, ya les dije que no quiero saber nada — dijo Fany casi molesta, se resistía a hacer un berrinche en el último segundo y quedar como idiota — Hagan lo que quieran, está bien — agregó moderando el tono y sonriendo falsamente.

—Solo te mandaré mensaje cuando llegue a casa — dijo Mario insistiendo.

—Sí, solo para decirte que ya nos despedimos — agregó Eliza nerviosa.

—No… — dijo Fany y pensaba, los otros 2 esperaban — Mejor no me manden mensaje ya hoy, así no sabré ni siquiera cuando se hayan despedido, ni cuánto tiempo hayan estado juntos, ni nada — dijo la chica rápidamente — Y mañana, hacemos como si nada hubiera pasado y jamás volvemos a hablar del tema.

Finiquitó Fany convencida, lo notaron los otros 2, entre todas las débiles e inseguras declaraciones, preguntas y afirmaciones que se habían hecho los 3 esos días, eso parecía lo único realmente consciente.
Los otros 2 asintieron, no sabían si era peor o mejor lo que Fany propuso, pero ellos tampoco estaban seguros de nada, cuando un grupo de gente no está segura de algo, seguirán al que parezca seguro, aunque los lleve directo a un barranco, la gente seguirá al que parezca que tenga certeza, aunque no tengan la más mínima idea ellos mismos. Eliza se dio medio vuelta fingiendo atender su celular, Mario tomó de la cintura a Fany y la besó apasionadamente, los adolescentes se miraron y sonrieron.

—Tengo que ir al baño — dijo Fany riendo un poco y entró sin mirar atrás.

Al entrar Fany y dejarlos solos, Mario y Eliza se encontraban en territorio virgen, algunas veces se habían quedado solos por casualidades de la vida, pero está vez era obviamente diferente y esta única vez era por convicción propia. Eliza fingía seguir viendo cosas en el celular, Mario la miró y la chica devolvió la mirada.

—¿Cómo ves? ¿El cine está bien? — preguntó Mario nervioso.

—Sí, suena bien — respondió Eliza sin alzar la mirada.

Los jóvenes caminaron sin decir nada a la esquina, él paró un taxi, cuando el auto paró, Mario abrió la puerta por reflejo para que Eliza entrara y así lo hizo la chica, quién definitivamente notó el caballeroso gesto. Viajaron prácticamente sin hablar, ni siquiera se miraban, se comportaban en efecto como si fuera su primera cita, él a veces intentaba mirar hacia ella, hacer charla, romper el hielo, una charla torpe no podía ser peor que ese asqueroso silencio, pero Eliza nunca alzó la mirada y cuando llegaron a la plaza comercial, él bajó primero y le sostuvo la puerta de nuevo, se negó a que ella pagara el taxi y caminaron en silencio a la taquilla.

—2 boletos por favor.
Dijo Mario en la taquilla al muchacho detrás del mostrador, apenas unos 2 años mayor que él.

—Buenas tardes, bienvenido, ¿Para que función quiere sus boletos, joven? — preguntó de memoria.

—Emmmm — expresaba Mario mirando detrás del cajero, hacía la cartelera digital — La que sea, la que sigue más pronto — dijo nervioso.

—Ok, serían 2 boletos para pasión de verano, en la sala 3, comienza en 20 minutos — decía el chico presionando botones — Serían 180 pesos por favor, disfrute su función.

Dijo el joven de memoria entregando los boletos sonriendo cálidamente. La nueva parejita se formaba en la fila de los dulces, Mario preguntó una vez si el combo de palomitas grandes, refrescos y 2 chocolates estaba bien, Eliza dijo que sí, se ofreció a pagar la mitad y fue toda la charla que tuvieron mientras estaban en la fila y entraban a la sala de cine.

—¿Qué película es? Ya vi la última de Superman — preguntó Eliza, por curiosidad genuina y porque se sentía estúpida sin hablar.

—Emmm se llama — decía Mario revisando el boleto — “Pasión de verano” — dijo sintiéndose estúpido.

—Oh — expresó ella con vergüenza, se lamentó de abrir la boca.

—Solo le dije al cajero que me diera la siguiente función — se excusó rápidamente.

—Sí, sí, está bien — respondió Eliza.

Pasaron 15 eternos minutos antes de que la maldita película comenzara. Ambos intentaban tomarse en serio lo que tenían delante, pero era imposible. La película parecía escrita por una adolescente cursi que nunca había tenido novio, tan idealista y ridícula, tan incómoda, por fortuna cuando el protagonista masculino lanzó el enésimo diálogo estúpidamente cursi, ella rio con fuerza y él le siguió, una pareja de cincuentones varios asientos adelante los calló y eso solo los hizo reír más intentando no hacerlo, se sintieron liberados, se miraron por un segundo, ella sonrió cálidamente y él correspondió, se ponían cómodos por fin.
La película avanzó, él hacía ingeniosos comentarios en voz baja, ella se mordía los labios para no reír a carcajadas y le golpeaba el muslo, la pasaban bien, se sentían a gusto, olvidaron por algunos minutos la retorcida situación y simplemente eran adolescentes en una linda cita amistosa.

—Odio estos asientos — murmuraba Eliza, Mario la miraba intentando acomodarse — ¿Son para gente pequeña o qué? — decía realmente frustrada la chica en voz baja.

—Si quieres me cambio aquí a lado y te dejo los 2 asientos
Murmuró el chico, la sala no estaba precisamente llena, Eliza prendía la lámpara del celular para ver quién sabe que cosa en el asiento.

—No, no, ¿Cómo crees? No.
Respondió Eliza rápidamente, lo miró desparramado en el asiento, se miraron a los ojos y ambos pensaron lo mismo, un segundo de silencio.

—¿Si quieres…? — insinuó él aún murmurando.

—Sí, estaría bien — dijo ella sin mirarlo a los ojos.

Mario se acomodó nervioso, se arrepintió de haber cachado el pase y devuelto el balón, ella también. Pero el jovencito se acomodó en el mullido asiento echando el cuerpo un poco para un lado y ella se recostó nerviosa sobre su pecho, los hombres somos unos idiotas, estamos ciegos, pero las mujeres son las reinas de las sutilezas, ella notó el fuerte pecho del joven, lo recordaba saliendo del gimnasio escolar para irse con Fany, sí que se ejercitaba el chico. La chica disfrutaba sentir el firme pecho de él, sin darse cuenta ya le tenía una mano encima de los pectorales y también sin darse cuenta, él la abrazaba por los hombros, él se convencía a sí mismo de que era lo más cómodo, ¿Dónde más pondría ese brazo con ella encima? Ella pensaba lo mismo sobre su mano encima de él, pero claro que ambos disfrutaban la fisicalidad de eso.
Ambos estaban más en silencio ahora, no sabían que decir, tampoco tenían golosinas ya para distraerse y mientras la película avanzaba, ambos tenian pavor de que llegara una incómoda escena de sexo, ¿Pero que película romántica estaría completa sin eso? Claro que llegó. Los protagonistas en pantalla se entregaban a los falsos besos pagados por la película, se quitaban la ropa y ambos miraban la pantalla usando todas sus fuerzas para no mirar uno al otro. Los personajes en pantalla se desvestían y comenzaban a simular una escena de sexo, de esas que son dulces al principio y terminan siendo bastante apasionadas, tuvieron que pasar por esa tortura por 7 largos minutos, por fortuna la película terminó pronto después de eso y pudieron salir de ahí.
Caminaron fuera, ambos quedándose parados ante la inmensidad de la plaza comercial, Eliza miró su celular, 4:30pm, aún quedaban 2 y media eternas horas antes de que pudiera llegar a casa con su amado Julián.

—¿Vamos a comer algo? — preguntó la jovencita.

—Emmm sí — dijo él dudando y buscando su cartera de inmediato.

—Tú invitaste el cine, yo la comida — dijo riendo relajada la chica, el joven sonrió aliviado.

Esperaron sus enormes hamburguesas en silencio, ¿Qué decir? ¿Preguntar sobre la pareja del otro? ¿Hablar sobre la escuela? ¿Sobre la película? ¿Hacer chistes sobre esa incómoda cita? No tenían idea, pero cuando les sirvieron la comida, ella decidió atacar el problema.

—Sí está raro, ¿Verdad? — dijo sonriendo nerviosa.

—¿Qué cosa? — preguntó el joven desenvolviendo su comida.

—Esto, esta “cita” — dijo aún riendo nerviosa.

—Perdón, no debí aceptar — dijo él riendo un poco.

—No, no, está bien, tal vez sí le funcione a Fany, debe cambiar en eso, es tóxico para ustedes — respondía la chica desenvolviendo también su hamburguesa.

—Mmmm — expresó dramáticamente él, haciéndolo evidente, ella lo miraba esperando — ¿Puedo preguntar algo? — dijo nervioso.

—Sí, yo también tengo dudas — dijo ella aliviada, rieron.

—¿Por qué lo propusiste? No me molesta, pero me sorprendió un poco — preguntó nervioso sin mirarla.

—Emmmm bueno, no fue exactamente mi idea… O sea, sí, fue una plática confusa con Fany jajaja — la nerviosa chica intentaba articular, recordar si realmente había sido su idea, se avergonzaba de que él lo tuviera tan claro — De pronto ya estaba comprometida a una cita contigo y no me di cuenta — decía riendo, estaba algo roja.

—Yo no iba aceptar — dijo él nervioso, ella sintió la puñalada, créeme, ella no pensaba ni quería nada de eso, igual no es agradable que te rechacen — Pero estuvo bien, que bueno que acepté — recompuso desesperado, notó el pequeño dolor de la chica.

—¿Por qué aceptaste?
Preguntó nerviosa, pero le daba un bocado a la hamburguesa para no mirarlo y hacerse la desinteresada.

—Emmm bueno, no sé — dijo nervioso — Quería ver qué pasaba, supongo — respondió nervioso.

—¿Qué pasaba de qué?
Preguntó ella sin saber porque quería saber eso de pronto.

—Bueno, con esto, “la cita”, ya sabes — respondía tan rápido como pudo.

—Sí, yo también, o sea como curiosidad solamente — dijo nerviosa.

—No sé porque ella nos dijo tantas veces eso de que no quería saber nada de lo que pasara — dijo él sin pensarlo demasiado.

—¡Ni yo! — d

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