El cumpleaños de mi marido.

Salí temprano de la Clínica y me fui directamente para casa. Era el cumpleaños de mi marido y tenía que preparar todo para esa noche, ya que vendrían algunos amigos a cenar. 
El fin de semana había adelantado algunas compras, así que solo tenía que pedir unas pocas cosas por delivery, y todo estaría listo para cuándo empezarán a llegar los invitados.
Me bajo del taxi y lo veo a Pablo, mi vecino, conversando en la vereda con un amigo. Paso sin saludar, ya que al otro no lo conozco y no quiero interrumpirlos. Pero antes de entrar escucho que le dice:
-Te dejo que tengo un asunto que atender-
Se despide del amigo y entra conmigo. Mientras atravesamos el pasillo vuelvo a sentir ese fuego que volatiliza mi cuerpo cada vez que estoy cerca suyo. Pero hoy no puedo, me digo, tengo muchas cosas que hacer, no puedo subir a su departamento ni aunque sea para un polvo rápido.
Sin embargo él tampoco me lo propone. Camina silencioso tras de mí, mirándome seguramente el culo.
-Chau...- le digo al llegar a mi puerta.
Me distraigo por un momento buscando las llaves en mi bolso, que no me percato de que él sigue detrás mío, que no sube por la escalera hacia su propio departamento. Cuándo me doy cuenta ya es demasiado tarde. Apenas abro, se abalanza sobre mí y estampándome de frente contra la pared, me apoya por detrás, haciéndome sentir en toda la cola el poderío de su erección.
Ya la tiene parada el guacho, la chota le forma una comba debajo del pantalón que, a causa del refriegue, parece aumentar de tamaño a cada instante.
-¡No, acá no...!- le digo, tratando de apartarlo, pero no me hace caso. 
Me agarra de las tetas, y me apoya más todavía.
-¡Acá sí...!- me corrige en un tono lascivo, procaz.
Estoy con el uniforme de la Clínica, camisa blanca, pollera azul, así que mete una mano por debajo de la falda y eludiendo el elástico de la bombacha, me hunde un par de dedos en la concha.
Se me pone todo en blanco cuándo me empieza a masturbar, haciendo ese ruidito húmedo que revela lo mojada que estoy.
En poco tiempo Pablo ha llegado a conocerme mucho más que mi marido, conoce todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo, dónde tocar para volverme loca, para que ya no pueda oponerme a lo que sea que quiera hacerme.
Cuándo me libera puedo darme la vuelta y decirle que no, que se vaya, que es el cumpleaños de mi marido, pero no, me quedo ahí, sumisa y expectante, sin voluntad alguna para resistirme.
Me baja la bombacha, y me hace sentir la verga, piel contra piel, dura, caliente, maciza.
A todo esto estamos en el pallier de mi casa, con la puerta abierta, por lo que trato de cerrarla, pero él me lo impide, abriéndola del todo con un manotazo. Estamos a unos pocos metros del pasillo, por lo que cualquiera que pase, ya sea entrando o saliendo, puede vernos sin problemas. 
Se escupe en la mano y se lubrica con saliva todo el largo de la pija. Me lubrica también el culo y me la mete.
Pego un grito que reprimo enseguida al recordar dónde estamos. Me hunde todo su tamaño, todo, hasta los huevos y me empieza a culear como si no tuviera fondo.
Sigo intentando cerrar la puerta pero él no me deja. Me sujeta entonces del cuello con toda la mano y aprieta, provocándome una leve asfixia. Apenas puedo respirar, pero la sensación me resulta terriblemente excitante.
Me mantiene así, acogotada, arrinconada contra la pared, reventándome a pijazos cada vez más brutales y demoledores. 
No baja la intensidad ni por un instante, siempre fuerte y hasta el fondo.
Me aprieta el cuello de tal forma, que va dosificando el aire que me llega a los pulmones, no me ahorca, pero casi, hasta que en una última arremetida, me acaba adentro.
Siento los lechazos como fuego líquido, disolviéndose en mis intestinos.
Recién cuándo estoy por acabar, afloja el apretón, haciendo que mi suspiro sea más intenso y explosivo.
El alivio que siento, no solo por el orgasmo, sino también por volver a sentir el aire circular libremente por mis pulmones, hace que el placer sea mucho más elocuente.
En ese momento, aún entre la bruma del orgasmo, alcanzo a escuchar que se abre la puerta de calle. Ahora que estoy libre, cierro la de mi departamento justo cuando alguien pasa por enfrente. Quién fuera, por segundos no me vió a mí de cara contra la pared, el culo al aire, chorreando semen por entre las nalgas, y a mi vecino con los pantalones bajos y la pija aún reponiéndose tras la violenta descarga.
Me subo la bombacha, me arreglo la pollera, y mientras él se guarda la pija y se abrocha el pantalón, lo beso en la boca, satisfecha y agradecida por haberme hecho suya una vez más.


 

11 comentarios - El cumpleaños de mi marido.

nicobi1982
Excelente, muy bien relatado y la historia de 10!
portugalo3
tremendo relato.... gracias! (re caliente)
Negromhc
Muy zarpado de bueno!!
Doctorvoyeur01
Ufff q buen relato me gustaria ver a mi novia asi
Mandingo202
Excelente, me leí todos los post
Dejanos shouts de regalo!
Mandingo202
Genial, deberías poner fotos y sensurar tu cara para más morbo
Mandingo202 +1
Será que la descubrieron?
2 meses y nada
patanxxx
Ya van 3 meses... Que lástima...
Necrosfire
cuenta mas te descubrio tu esposo?
tesacotucuro
Los mejores relatos que lei, paso mucho tiempo
ELkarma22
Que genial está recopada!!!😍 Que rica