Intriga Lasciva - El Instituto [15]

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Intriga Lasciva - El Instituto [15]



Capítulo 15.

La Hija del Decano.

La habitación de Erika era un completo desastre, como de costumbre. Siara estuvo tentada a acomodar un poco, al menos juntar la ropa que estaba tirada en el piso; pero sabía que era inútil. Esa ropa no tardaría ni quince minutos en volver al suelo. Siara le dijo a su amiga en más de una ocasión: “Es como si una fuerza sobrenatural impidiera que tu cuarto esté ordenado por más de diez minutos”. 
Erika dejó su mochila sobre una silla, se quitó el pantalón y se tiró en su cama. Separó las piernas y comenzó a acariciar su vagina por encima de la bombacha blanca de algodón en la que se podía ver una pequeña mancha de humedad en el centro.
―¡Ay, no aguanto más! ―Exclamó―. Perdoname por ser tan directa, amiga, pero… necesito hacerme una paja, urgente. Sé que vos estuviste dándote duro anoche, mientras mirabas porno; pero yo… llevo como tres días sin tocarme. Y después de lo que vi hoy…
―Sí, te entiendo ―dijo Siara, acostándose a su lado―. Hoy tuvimos… muchos estímulos. Aunque no sé si alcanza para hacerse una paja…
―Amiga, seamos honestas… ¿me vas a decir que no te está pasando lo mismo que comentó Oriana? Ella al menos tuvo la decencia de admitir que con estas investigaciones tan cargadas de material sexual, se tiene que hacer la paja para poder calmarse un poquito. Sé que a vos no te gusta admitirlo, pero no podés negar que, de vez en cuando, te harás alguna paja… y anoche te hiciste más de una.
―¿Más de una? ¿Por qué estás tan segura? 
―Porque revisé el historial de tu compu. Estuviste mirando videos porno… y no solo los que subió Julián, desde las diez de la noche. Y el último que miraste fue como a las dos de la madrugada. Estoy segura de que hubo más de una paja en ese interín.
―¡Hey! ¿Quién te dio permiso de revisar mi historial?
―Vos podés revisar el mío cuando quieras.
―Claro, seguramente lo decís porque lo borraste.
―No borré nada, lo digo en serio. Revisalo cuando quieras. Sos mi mejor amiga, no tengo nada para ocultarte, ni siquiera mis mayores vergüenzas. 
―Eso no es cierto, sé que hay algo de tu vida que no me estás contando… y sé que tiene que ver con una convención de manga y anime. 
―También te dije que te voy a contar eso cuando esté lista. Vos todavía no me contaste quién te dio de tomar la lechita, así que estamos a mano. ¡Uff…! ―Los toqueteos de Erika sobre su ropa interior se volvieron más intensos y estaban centrados en la zona del clítoris―. A mí me gustaría que fuéramos esas amigas que se cuentan absolutamente todo, sin prejuicios ni pudores ni nada. 
―Está bien ―dijo Siara, reconociendo que ya había quedado expuesta. Se quitó el pantalón y mostró que en su bombachita celeste también había una pequeña mancha de humedad―. Lo admito. Sí, anoche me hice la paja mientras miraba el material de Julián… y algunas cositas más. No me gusta hacerme la paja, me hace sentir… como una boluda. 
―Claro, porque a vos te gusta tener control sobre todo.
―¿Y eso qué tiene que ver?
―Y… cuando te calentás, te hacés la paja, aunque no quieras. Eso significa que perdés el control sobre tu propio cuerpo y sobre tus propias acciones. 
―Mmm… es una forma interesante de verlo. Sí, puede ser que me moleste por eso. ¿Y vos? ¿Por qué no te matás a pajas todos los días? ¿Qué te lo impide? ―Siara también comenzó a acariciar lentamente la zona de su clítoris.
―Porque mi mamá me educó para ser una chica buena, y las chicas buenas no se hacen la paja.
Siara se rió y miró a su amiga a los ojos… en ese momento se dio cuenta de que Erika estaba hablando en serio.
―¿Qué? ¿De verdad pensás que las chicas buenas no se masturban?
―No exactamente. No es que piense que me voy a ir al infierno por hacerme la paja. Intenté cambiar mi forma de pensar, pero me cuesta mucho. Son años de crianza atornillados en el cerebro. Es increíble como funciona la mente. Ahora me estoy tocando y siento que estoy defraudando a mi mamá y que estoy “portándome mal”. Por eso intento evitar la paja, dentro de lo posible. ―Erika se quitó la remera y a continuación se desprendió el corpiño, sus grandes tetas rebotaron, mostrando que sus pezones estaban erectos―. Uf… no aguantaba más el corpiño, tenía que sacar a las gemelas para que respiraran un poco… vos deberías hacer lo mismo. 
―¿Por qué?
―Porque no quiero ser la única con las tetas al aire en la habitación. 
―Está bien, lo entiendo. Yo me sentiría igual en tu posición.
Siara comenzó a quitarse el corpiño cuando alguien golpeó la puerta de la habitación. 
―Erika ¿estás ahí? ―Preguntó una voz femenina.
La aludida se sobresaltó. Erika empujó a Siara con tanta fuerza que la hizo caer de la cama, justo del lado contrario a la puerta.
―¡Me estoy cambiando, mamá… me estoy cambiando! ―Empezó a chillar Erika mientras intentaba cubrir su desnudez con lo que tuviera a mano. La puerta se abrió y una mujer rubia y regordeta asomó la cabeza dentro―. ¡Haydé! ¡Te dije que me estoy cambiando! ―Erika lanzó una zapatilla que rebotó contra la puerta. La mujer retrocedió atemorizada.
―¡Ay, perdón! No te escuché. Creí que habías llegado con tu amiga Siara… ―dijo, parada del lado de afuera, intentando mirar hacia adentro.
―Creíste mal. Estoy sola. ¿Qué querés, mamá? 
―Nada, solo quería avisarte que a tu hermana acaban de darle un premio a la mejor streamer del año…
―¿Y a mí qué me importa? ―Erika se puso de pie muy erguida, con los brazos en jarra. No le importó que su cuerpo estuviera completamente desnudo y que su madre pudiera verlo. 
―Ay… solo te comentaba. Creí que te ibas a alegrar de que a tu hermana le vaya bien.
―Me alegraría si Kamila no fuera tan forra conmigo. 
―No entiendo por qué ustedes dos se llevan tan mal ―la mujer entró a la pieza. Detrás de la cama Siara se puso tensa, no quería explicarle Haydé qué hacía semidesnuda en la cama de su hija―. Gracias a Kamila podemos llevar esta vida, que no se te olvide.
―Preferiría ser pobre antes que tolerar a Kamila. 
Erika se sentó en la cama, cruzó sus brazos bajo los pechos y las tetas se le inflaron como globos. Haydé se sorprendió al ver este espectáculo, estuvo a punto de pedirle a su hija que se tapara con algo. No lo hizo porque entendió que ella había puesto a Erika en esta situación. Ella había irrumpido en el cuarto mientras su hija se estaba cambiando. Se sentó a su lado en la cama e intentando aparentar normalidad, le puso una mano sobre la pierna.
―Ya sé por qué estás así ―dijo con tono calmado y comprensivo―. A vos también te gustaría ser una streamer exitosa, como tu hermana.
―No es cierto ―los cachetes de Erika estaban inflados y muy rojos.
―Sí, es cierto. A mí no podés engañarme. Soy tu madre. Sé mejor que nadie todo el entusiasmo que pusiste en cada una de tus transmisiones en vivo. No te olvides que yo era tu fan número uno, no me las perdía nunca, aunque no entendiera nada de las series japonesas de las que hablabas. Sé que debe ser muy doloroso para vos aceptar que a Kamila le haya ido tan bien, prácticamente sin esfuerzo, y vos… que te esforzaste tanto…
Erika rompió a llorar. Habían punzado una parte muy frágil de su ser. Abrazó a su madre con fuerza y dejó que el llanto saliera. 
Debajo de la cama Siara también lloró. Ella también fue testigo de las largas noches que pasó Erika haciendo transmisiones en vivo en las que nunca pudo superar los veinticinco espectadores. Y esas fueron las noches más exitosas, porque en la mayoría de las ocasiones transmitía solo para ocho o nueve personas. Incluso hubo noches en las que transmitió solo para dos espectadores: una era Siara y la otra Haydé. Y aún así Erika mostró todo su entusiasmo, toda su simpatía y las mantuvo entretenidas durante horas. Siara tampoco entendía el éxito de Kamila; pero lo que más le costaba entender era el fracaso de Erika. Era una de esas grandes incógnitas de la vida para la cual, tal vez, nunca encontraría respuesta. Ese era el sueño de su vida. No había nada que Erika anhelara más que ser una streamer exitosa… y fracasó estrepitosamente. Y lo peor de todo era que alguien tan cercana a ella hubiera conseguido realizar ese sueño, sin siquiera buscarlo. 
Siara tuvo que quedarse bajo la cama, con los ojos llenos de lágrimas, en completo silencio, durante más de veinte minutos. Cuando Haydé se marchó, abrazó a su amiga y lloraron juntas hasta quedarse dormidas.   

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Xamira se estaba haciendo tremenda paja en el piso del gimnasio instalado en su casa. Estaba con la espalda apoyada en una pared, se había quitado la calza y la ropa interior, solo conservaba el top deportivo. Sus dedos se movían a toda velocidad, castigando el agujero de su concha y frotando su clítoris. Frente a ella, la pantalla del celular. Estaba admirando las nuevas publicaciones de su amiga Dalma en Twitter. Esta vez la pequeña inocente (quizás no tan inocente) había subido, sin dar explicaciones, una serie de fotos donde se veían primeros planos de su concha, a ella muy sonriente enseñando las tetas, y en cuatro, abriéndose las nalgas, como si quisiera que todo el mundo viera el agujero de su culo. 
Cuando la puerta del gimnasio se abrió, Xamira se sobresaltó, pero al ver que se trataba de su madre se tranquilizó y continuó con su masturbación. 
―¡Ay, hija! ―Exclamó Juliana―. ¿Es necesario hacer esto acá? 
―Perdón, mamá… creí que tendría más tiempo… ¿te molesta?
―No sé… esto es un acto muy personal. Creo que deberías hacerlo a solas, en tu cuarto. Para vos no debe ser muy agradable que tu mamá te sorprenda haciéndolo.
Xamira se encogió de hombros y continuó acariciando su húmeda vagina.
―Sinceramente no me molesta. Sos mi mamá y… a ver, el otro día estuvimos hablando de esto… y me sacaste fotos en concha. O sea…
―Sí, lo entiendo ―Juliana se acercó a su hija pensando que quizás Xamira solo intentaba reforzar la relación entre ellas. La última charla que tuvieron se encargó de romper varias barreras, le había contado a su hija lo mucho que le gustaba sacarse fotos desnuda. Debió sospechar que el siguiente paso sería hablar de la masturbación―. ¿Y se puede saber qué estás mirando que te calentó tanto? ¡Apa! ¿Esa es…?
―Sí, es Dalma. ―Xamira le mostró la pantalla a su madre. Allí aparecía Dalma, resplandeciente, con sus tiernos pezones erectos y una sonrisa cargada de ternura. Luego pasó a la imagen en la que se le veía la concha en primer plano―. No pienses nada raro, mamá… no soy lesbiana ni nada parecido. Lo que pasa es que… a ver cómo lo explico. Me resulta morbosa la forma en que se expone ante tantos desconocidos y no sé por qué. Hasta me pasó con la foto que subí a Twitter, fue más… erótica de lo que me imaginaba, y… no sé… me pasó algo raro al saber que la foto recibió tanta atención por parte de mucha gente. Y a mí nunca me gustó llamar la atención, por eso no lo entiendo.
―Bueno ―Juliana se sentó junto a su hija―. Eso lo puedo comprender, porque a mí me pasa hace años… a mí sí me gusta llamar la atención con mi cuerpo. Pero ahora mismo no estoy pensando en eso… me quedé sorprendida con la foto de tu amiga. No puedo creer que Dalma haya subido eso a Twitter… con lo… angelical que es esta chica.
―Está cambiando mucho ―aseguró Xamira―. Y no sé si es para bien o para mal. Me tiene preocupada. Me gustaría decirle que quizás se le está yendo un poco la mano con la exposición en las redes sociales, pero… sé que no soy la más apropiada para decirle eso después de las fotos que publiqué.
―¿Fotos? ¿En plural? ¿Subiste otra?
―Em… sí, hace un rato me saqué esta foto…
En la pantalla del celular Juliana pudo ver el culo de su hija usando una tanga deportiva color gris. Por debajo de esas imponentes nalgas, se marcaba bastante la división de los labios vaginales.
―Upa… 
―¿Te molesta, mamá?
―No, para nada. Al contrario. Así no te vas a enojar conmigo cuando veas que subí una foto muy parecida a la tuya ―sacó su celular y le mostró. El culo de Juliana aparecía adornado con una tanga color verde flúor y a ella también se le marcaba la división de los labios vaginales.
―Se te marca bastante el papo ―dijo Xamira, con una sonrisa.
―Sí… y me dio mucha vergüenza subirla. Por eso me sorprende tanto tu amiga. Dalma parecía una mosquita muerta, una santa… y mirá la ventaja que nos lleva. ¡Ella directamente muestra la concha!
―Así es… pero según sus propias palabras, no se exhibe con un sentido erótico, sino de “pureza”. Ya te hablé de que ella ve al cuerpo femenino como algo puro que no debe ser considerado una obscenidad. 
―Es una forma muy particular de verlo, en especial hoy en día, con tanta cantidad de pornografía en internet. Me alegro por ella. Si realmente ese el motivo por el cual lo hace, entonces la admiro.
―Yo no estoy tan segura de si ese es el verdadero motivo ―comentó Xamira, con pesar―. Estoy comenzando a sospechar que, en realidad, lo hace por puro morbo. Porque le gusta que la gente le diga barbaridades y que se exciten con su cuerpo.
―¿Y eso tendría algo de malo? 
―No exactamente. Lo que me molesta es que no sea sincera conmigo, que soy su mejor amiga. 
―Ah, ok… bueno, ese es un asunto que tienen que arreglar entre ustedes. Yo no puedo intervenir. Y en cuanto a esto de… hacerte la paja mientras mirás fotos de tu amiga, no te preocupes, lo entiendo perfectamente. Porque yo hubiera hecho lo mismo… y no me considero lesbiana.
―¿Qué? ¿De verdad?
―Claro que sí, hija. Más de una vez me masturbé mirando fotos de mujeres en internet, en especial mujeres que, igual que a nosotras, nos gusta mucho el fitness. Al principio me sentía rara. Pensaba: ¿No me estaré volviendo lesbiana? Después me di cuenta de que no era así… y vos lo explicaste muy bien. Lo que me da morbo es la seguridad con la que se exponen en internet… me pongo a fantasear con que esa podría ser yo, subiendo fotos de mi concha… aunque sé que nunca me voy a animar a hacerlo, ni quiero. 
―¡Claro! ―Xamira sonrió―. Me pasa lo mismo. Es como una loca fantasía que se me metió en la cabeza y cuando veo que Dalma sube estas fotos… no sé… me caliento. 
―Además yo siempre digo que no está mal que una mujer sepa apreciar la belleza de otra. No me gusta cuando las mujeres compiten o se ponen celosas del cuerpo de las demás. Yo me mato en el gimnasio para tener este cuerpo y entiendo cuáles son mis estándares de belleza, los que quiero alcanzar, y sé que hay otros tipos de belleza femenina… y me gusta poder apreciarla, sin celos, sin competencia. Disfrutar de que esa mujer es preciosa y que yo también puedo serlo. 
―Gracias por esta introducción al superficialismo, mamá ―dijo Xamira, riéndose.
―Soy superficial, lo sé. No voy a pedir perdón por eso. Me gusta apreciar la belleza. Yo te veo a vos desnuda y me siento la madre más orgullosa del mundo. Me encanta que tengas ese cuerpazo. 
―¡Ay, qué dulce! Gracias, mamá. De verdad necesitaba que me levantaran el ánimo, y lo conseguiste. Y Emilia piensa lo mismo de su hija. Me dijo muy clarito que le encanta tener una hija tan linda.
―Dalma es preciosa. Yo también estaría orgullosa de tener una hija tan linda. Emilia también es hermosa.
Xamira se preguntó qué opinaría su madre si supiera que nada más ayer estuvo chupándole la concha a la madre de su mejor amiga y que, en parte, su calentura actual tiene mucho que ver con lo que ocurrió en la cama de Emilia. Aún puede recordar vívidamente cómo esa mujer le metió la lengua en la concha luego de pedirle que se le sentara en la cara. Xamira tuvo un potente orgasmo en el que dejó salir sus flujos sexuales directamente hacia la boca de Emilia. De solo pensarlo, se estremece.
Sin embargo, hoy no tiene ganas de atormentarse. Siente que logró otro pequeño avance en la relación con su propia madre. Eso le da gusto porque le encantaría tener una relación de confianza tan grande con Juliana como la de Emilia y Dalma… aunque sin lamidas de concha de por medio, eso sería excederse. 
Antes de ponerse la ropa y reanudar su rutina de ejercicios, Xamira se preguntó qué estarían haciendo las chicas del club. ¿Tendrían un nuevo caso entre manos? ¿Ya habrían conseguido a alguien para reemplazarla? Estuvo tentada a llamarlas, para preguntarles cómo iba el proyecto del club de detectives, pero no quería que la interrogaran acerca de Dalma y Emila… en especial porque no sabría qué decirles. ¿Se había equivocado en confiar en su mejor amiga? Solo el tiempo lo diría.  

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Oriana se concentró en la investigación. Eso la ayudaría a calmar el tsunami de emociones que la estaban invadiendo. El solo hecho de pensar en la sesión pseudo-lésbica en la que participó con Mariela ya la ponía incómoda. Lo mejor era tener la mente ocupada. Tenía un dato muy importante del que podía sacar un provecho. Ahora sabía que la rubia tan bonita que participó junto a Mariela en varias sesiones porno era María Fernanda Dalessi, la hija del decano del instituto. 
Preguntó por ella en varios salones y le fueron dando algunas indicaciones. “Cursa en aquel salón”, “Es amiga de aquella chica”, “Suele estar en la cafetería a eso de las cuatro de la tarde”, “Forma parte del equipo de volley del instituto”. 
La encontró, efectivamente, en la cafeteria del instituto, pasadas las cuatro. Estaba sentada sola, tomando algo mientras miraba la pantalla de su celular.
―Hola ―se presentó Oriana con timidez―. Disculpá que te moleste. No sé si te acordás de mí…
María Fernanda levantó la vista y tardó unos segundos en reconocer las facciones asiáticas de la chica.
―Ah, hola… sí, me acuerdo de vos… aunque no sé cómo te llamás.
―Mi nombre es Oriana Takahashi, quería pedirte disculpas por mi reacción de la última vez, sé que habré parecido una loca, pero todo tiene una explicación. ¿Puedo hablar con vos durante unos minutos?
―Sí, claro… toma asiento. 
―Em… ¿podemos hablar en otro lado? Tengo la llave de la sede de un club al que pertenezco, ahí no nos va a molestar nadie.
―¿Y por qué no podemos hablar acá?
Oriana miró para todos lados, no había mucha gente en la cafetería, pero algunas miradas curiosas ya se estaban fijando en ella. Se acercó a la rubia y le susurró al oído.
―Porque quiero hablar de los videos que grabaste con Mariela, ya sabés a cuáles me refiero.
María Fernanda se puso muy tensa y pálida, como si hubiera sentido el roce de la parca en su columna vertebral. Luego se puso de pie de un salto, tomó a Oriana del brazo y la arrastró fuera de la cafetería. Se detuvieron en medio del ancho pasillo, en una zona en la que no había ni un alma.
―¿Qué mierda sabés de esos videos? ¿Qué carajo querés? ¿Esto es un intento de extorsión? ―María Fernanda estaba hecha una furia.
―No, no… tranquila. Te pido disculpas otra vez por mi falta de tacto. No quise alarmarte. No pretendo extorsionarte.
―¿Entonces?
Oriana se dio cuenta de que se había metido en un gran quilombo, necesitaba hacer algo urgente para calmar a esa chica y para ganarse su confianza. No necesitaba ser totalmente honesta, con una buena excusa podría lograrlo. Volvió a susurrar en su oído.
―Quiero ser actriz porno ―le dijo, con un nudo en la garganta―. Y quiero pedirte consejos. 
Los ojos de la rubia se abrieron como platos. Se quedó petrificada durante unos segundos y luego comenzó a reírse.
―Ay, boluda… hubieras empezado por ahí ―dijo―. Me diste un susto de muerte. 
―Sí, perdón… no me expresé bien. Soy un desastre cuando me pongo nerviosa.
―Está bien, entiendo que estés nerviosa… ¿de verdad querés ser actriz porno? ―Preguntó, bajando mucho la voz. Oriana asintió con la cabeza―. Bien… sos muy bonita, creo que podrías tener futuro en esa profesión. Vamos a hablar al salón que mencionaste.
―Ok. ¿Ya confiás un poquito más en mí?
―No tanto. Primero quiero saber cómo te enteraste de los videos y qué sabés de Mariela.
―Ah, eso lo puedo explicar mientras vamos caminando.
Durante el trayecto Oriana le explicó que era alumna particular de Mariela y que se hicieron muy buenas amigas. No le contó toda la historia tal cual ocurrió, omitió muchos detalles y cambió otros. La versión que escuchó María Fernanda daba a entender que fue la misma Mariela quien le contó que era actriz porno…
―… y me mostró algunos videos ―dijo mientras abría la puerta de la sede del club―. Espero que no te moleste, pero me mostró varios de los videos en los que salís vos… bueno, varios no… creo que me los mostró todos.
―Uy, eso quiere decir que Mariela confía mucho en vos. Está bien, eso me deja más tranquila. Confío en Mariela y si ella te tiene tanto aprecio como para contarte todo, debe ser por algo. 
―¿No te jode que haya visto tus videos?
―No, claro que no… siempre y cuando no le cuentes a nadie. 
―Ah, por eso quedate tranquila, no soy chismosa. Solo curiosa. 
―Bien, ahora podemos hablar tranquilas ―dijo María Fernada mientras tomaba asiento―. ¿Exactamente qué tipo de consejos buscás?
―Emm… no estoy muy segura. Hablé de este tema con Mariela y ella me ayudó mucho a soltarme. De no ser por ella ni siquiera me habría animado a hacer una sesión completamente desnuda. Pero bueno, me imagino que vos ya sabrás de sobra lo que se siente, ya pasaste por tus primeras sesiones en ropa interior y desnuda…
―No exactamente. Entré al mundo del porno con todo. A Mariela la conozco porque el año pasado me ayudó a aprobar algunos exámenes, es una chica muy inteligente. Al igual que vos, entablé una linda amistad con ella y un día le confesé que mi fantasía sexual más loca era grabar una película porno. No te imaginás la sorpresa que me llevé al enterarme que ella ya lo había hecho.
―Sí, a mí también me sorprendió un montón. Mariela no parece la típica actriz porno.
―No, para nada. Ella me impulsó a hacerlo, pero le dije que era imposible. Como ya sabrás, mi papá es el decano del instituto. ¿Te imaginás cómo afectaría a la institución si la gente supiera que la hija del decano es actriz porno? Y de las que hacen contenido totalmente explícito… ahí fue cuando Mariela me habló de…
―De Uvisex ―la interrumpió Oriana, quería demostrar que ella estaba al tanto del asunto.
―Así es. Esa página porno tan… particular. Me aseguró que nadie que yo conociera vería mi contenido, mucho menos mi papá. 
―¿Te puedo hacer una pregunta personal? ¿Cómo creés que reaccionaría tu papá si se enterase? Y… no te pregunto esto por metida, sé que ni siquiera nos conocemos, pero… yo vengo de una familia muy conservadora. Si mi papá supiera, dejaría de hablarme, y mi mamá… uf… ni siquiera quiero pensar cómo reaccionaría ella. Si ni siquiera le gusta que use escote.
―Te entiendo. Mi papá es super celoso y posesivo. Soy su única hija. Él me adora, soy “la nena de papá”. Cualquier cosa que le pida, él me la da. Soy una malcriada, no te lo voy a negar. Él no se da cuenta de qué tan celoso es, pero hasta se enoja si me ve con algún chico. No le gusta que tenga novio. Si por él fuera, yo me moriría virgen.
―Para mis padres yo debería ser virgen hasta los ochenta años, como mínimo.
Las dos se rieron.
―Creo que por eso nos calienta tanto hacer porno ―dijo María Fernanda―. Nos criaron en ambientes muy herméticos… y la pornografía viene a ser como ir de lleno a lo peor. ¿No quieren que coja? Ok… me voy a hacer porno. 
―No lo había pensado de esa manera ―algo se movilizó dentro de Oriana, sintió un cosquilleo en su clítoris. Ella había saboreado ese dulce sabor de lo prohibido cuando posó para Alexis y, en especial, cuando posó para Julián.
―Cuando entendí esto, me decidí a hacerlo. Pensé que iría de a poco, como vos. Sesiones de foto en ropa interior e ir subiendo de a poquito. Pero no. Mariela tenía otros planes para mí. En el estudio de grabación me enteré que en mi primer día ya grabaría algo totalmente explícito… ella y yo teniendo sexo con el mismo tipo. 
―Ay, vi ese video… no pensé que fuera tu primera experiencia en el porno. O sea, te noté muy decidida, con mucha confianza, como si ya tuvieras experiencia.
―Eso es porque vos viste el material editado, donde conservaron las mejores escenas. Pero la realidad es que me costó mucho. Mi experiencia en el sexo no iba más allá de alguna cogida en un hotel con algún tipo que conocí por ahí. Esto estaba a otro nivel, me metieron una pija re grande y, para colmo, tuve que chupar concha… yo no tenía ni idea de cómo hacer eso.
―¿Y te molestó?
―No, para nada. A mí no me molesta hacer lo que haya que hacer frente a las cámaras, porque entiendo que estoy actuando. Yo no soy puta, ni lesbiana, ni me vuelve loca el sexo anal… pero frente a una cámara soy una actriz interpretando un personaje. Mariela me ayudó mucho a diferenciar entre mi personalidad real y la que uso frente a las cámaras, y quizás ese es el mejor consejo que te puedo dar. En el momento en que se prende la cámara, olvidate de quién sos. Hacé lo que haya que hacer y listo.
―Pero… ¿al proceso lo disfrutás? Es decir… ¿te excitás?
―Claro que me excito. No soy de madera. Me permito esa calentura, me permito disfrutar, porque así el resultado es mejor. Se nota mucho cuando lo estoy disfrutando de verdad. 
―¿Y cómo hacés para no sentirte puta después de que te cogieron entre dos tipos? Porque vi videos en donde hacías eso…
―Es muy sencillo. Cuando empiezo a grabar porno, me meto en una burbuja. Dentro de esa burbuja me permito ser todo lo puta que sea necesario. Hago lo que hay que hacer. En el momento en que se termina la grabación, vuelvo a ser yo misma. 
―Mmm… suena interesante. No sé si yo podría lograr ese nivel de separación. Todavía me siento culpable por haber hecho una sesión desnuda junto a Mariela… y eso que solo nos tocamos un poquito, nos chupamos las tetas y nada más.
―¿Y a vos te gustan las mujeres?
―No. Aparte tengo novio… ―Oriana se acordó de que llevaba tiempo sin ver a su novio. Se había olvidado de él prácticamente por completo. Eso la hizo sentir aún más culpable.
―¿Entonces por qué lo hiciste?
―Porque Mariela me ayudó a relajarme… y porque era solo una prueba de cámara. Eso no lo va a ver nadie. 
―Pero a pesar de eso te animaste a chuparle las tetas. La primera vez que le chupé la concha a Mariela pensé: “Uy, esto le va a gustar mucho a quien vea el video”. Sé que soy linda y Mariela es preciosa, quien quiera que vea ese video, va a disfrutar al ver cómo nos comemos la concha la una a la otra. Cuando entendés el morbo que podés causar, te animás a hacer esas cosas.
―Claro… siempre y cuando lo vea como un trabajo.
―Así es. Tenés que verlo como algo ajeno a tu vida personal. Te doy un ejemplo. Si en este preciso momento vos me invitaras a un hotel, a coger, te diría que no. Sin ánimo de ofender, sos muy linda; pero a mí no me entusiasma eso de acostarme con mujeres.
―Entiendo.
―Sin embargo, si me dijeras que ahora vamos a grabar un video para esa página porno, te chuparía la concha sin ningún problema.
―¿Así sin más? ¿A pesar de que no me concés?
―Si no te conozco, es más fácil. Lo veo más como algo laboral. Vas a ver, con el tiempo lo vas a entender de la misma forma que yo. 
―A ver, a ver… pará. ¿Me estás diciendo que si ahora mismo yo te pido que grabemos algo para Uvisex, vos me chupás la concha?
―Te juro que sí. ¿Por qué? ¿Querés grabar algo para Uvisex?
―No… para ellos no. Pero… ―a Oriana se le ocurrió una idea que, en ese momento, le pareció brillante―. Me enteré que están por abrir una página nueva que le va a hacer la competencia a Uvisex. Están buscando actrices porno y… pensé que podrías postularte. Las pruebas que hicimos con Mariela fueron para esa página. 
―¿Y es de confianza? 
―Sí, hay gente… importante detrás del proyecto. Si supieras quién la financia, te caerías de culo.
―¿Quién lo hace?
―Ah, no… perdón, me dijeron que no cuente nada sobre ese temita. Es confidencial. A mí me lo contaron porque soy amiga de… em… no te puedo decir. Digamos que soy amiga de la persona que dirige el proyecto. Solo necesitás saber que hay alguien con mucho capital detrás del proyecto y que la cosa va en serio. Al principio se va a ganar poco, porque está en sus inicios; pero prometen que después se va a ganar incluso más que en Uvisex. Si querés hablá de esto con Mariela. 
―Mmm… suena interesante. El dinero no me interesa tanto, no lo necesito. Lo que yo busco es la experiencia. Me gusta jugar a la actriz porno. El único problema que tengo con Uvisex es que no me dejan elegir el contenido que quiero grabar. Es decir, a mí se me ocurrieron algunas ideas, pero ellos ni siquiera las quieren escuchar.
―Estoy segura de que en este nuevo proyecto sí te escucharían, porque, justamente eso es lo que buscan. Nuevas ideas. Experimentar un poco. Hacer material porno distinto al de Uvisex. Algo que llame la atención de un público selecto. 
―Ay, me encanta. ¿Podrías ayudarme a entrar? Ya que tenés tan buenos contactos.
―¡Claro! Estoy segura de que si ven material tuyo, enseguida te contratan. Con lo linda que sos y con la experiencia que tenés, no te van a querer soltar. ―A Oriana se le encendió la lamparita una vez más―. ¿Y sabés qué otra cosa podría ayudarte a entrar? Si conocés más chicas dispuestas a grabar videos porno. Me imagino que habrás grabado con alguna otra que no sea Mariela.
―Sí, claro. Grabé con varias… y creo que tengo justo lo que necesitás. Tengo una lista de chicas de este mismo instituto, algunas ya no cursan acá, otras sí. Todas están dispuestas a grabar porno. 
―¿De verdad? No sabía que hubiera tantas actrices porno en el instituto.
―Digamos que es un secreto. 
―¿Y no creés que a estas chicas les va a molestar que me des sus nombres?
―No lo creo, porque todas buscan trabajo. Uvisex paga bien, pero no suelen contratarlas todo el tiempo. Algunas solo grabaron una vez y no volvieron a llamarlas.
―Ah, excelente. Con esa lista y una pequeña muestra de tu talento, estoy segura de que vas a conseguir un puesto importante en este proyecto. Y como te van a deber favores, te van a dejar aportar ideas. Vas a tener mucha libertad creativa. ―Oriana se sintió un poco mal, las palabras que salían de su boca parecían las de una estafadora, todo lo que le contaba a la chica era demasiado bueno para ser verdad. Decidió que lo mejor era mencionar algunos puntos negativos, para compensar―. Pero bueno, como dije, al principio no te van a pagar mucho y… no hay tantas actrices y actores. Este proyecto todavía está en pañales. Le falta mucho para despegar. Vas a tener que poner mucha paciencia de tu parte.
―Mientras la pase bien y me divierta, no me importa todo lo demás. Como te dije, soy “la nena de papá”. No necesito plata. Si yo quisiera, podría vivir toda la vida con el dinero de mi papá y él no pondría ni un solo pero.
―¡Qué suerte! Si yo quisiera hacer eso con mi papá, terminaría en la calle.
―¿Y? ¿Qué decís? ¿Querés que hagamos una pequeña grabación para que me presentes con tus contactos?
―Em… bueno, puede ser. Dame tu número de teléfono y un día de estos coordinamos para…
―Te doy mi teléfono, pero a la grabación la podemos hacer hoy.
―¿Qué? ¿Ahora? ¿Estás segura? 
―Sí, claro. ¿Por qué esperar? Acá tenemos un lugar privado donde nadie nos va a ver.
―Pero… ni siquiera me conocés. Todo lo que te conté puede ser mentira. 
―Si Mariela confía en vos, yo también. Si Mariela accedió a participar en una sesión con vos, puedo hacer lo mismo. 
El corazón de Oriana comenzó a acelerarse, nunca pensó que llegaría a este punto con María Fernanda… y tan rápido. 
―No sé, todavía no estoy segura…
―Dale, dame el gusto ―insistió la rubia―. Hacemos este videíto y te mando por correo la lista de todas las chicas que estarían dispuestas a grabar una película porno. 
Necesitaba esa lista. Era oro puro. Con esos nombres podría corroborar si las chicas habían recibido una beca o no. Era un gran avance en la investigación, y solo tendría que…
―¿Qué tengo que hacer exactamente? ―Preguntó Oriana.
―Nada, yo me encargo de todo. Vos solo tendrías que filmar… y bueno, ya sabés… ropa fuera. Al menos la parte de abajo.
―Pero… ¿lo grabo con mi celular?
―Sí, claro. Tengo la teoría de que los videos grabados con celular pueden funcionar muy bien en una página de contenido exclusivo. Porque parecen más reales. No digo que todo el contenido sea así; pero…
―Entiendo. Si se graba con el celular no parece algo actuado. Creo que podría funcionar. ―No le quedaban muchas alternativas, necesitaba ganarse la confianza de María Fernanda para conseguir esa lista―. Está bien, lo voy a hacer. Voy a intentar aplicar tu método. 
―Dale, y mientras lo hagas, pensá que la primera vez que grabé algo porno terminé toda cogida y enlechada. Esto, en comparación, es un trámite.
―Sí… lo entiendo… 
Esas palabras de verdad tranquilizaron a Oriana. Ella no tendría que interactuar con la verga de un desconocido, solo debía… quedarse quieta y dejar que la rubia hiciera todo el trabajo. Cerró los ojos, pensó en los consejos de Mariela y se quitó el pantalón junto con la ropa interior.
―Uy, qué linda concha Oriana ―dijo la rubia con una radiante sonrisa―. Así da gusto trabajar. 
―Ay, gracias… todavía no me acostumbro a recibir este tipo de halagos, pero te lo agradezco de verdad. Me hace sentir más confianza en mí misma. Mariela me explicó que debo estar orgullosa de mi propio cuerpo, y lo intento… aunque me cuesta mucho.
―Mariela tiene toda la razón del mundo. Sos preciosa. No soy lesbiana y aún así puedo decirte que esa concha la chupo con mucho gusto. ¿Estás lista?
―No, pero… no creo que vaya a estarlo, así… arrancá nomás. No permitas que me arrepienta.
―Entendido.
María Fernanda se puso de rodillas y Oriana abrió las piernas. Ella siempre creyó que si alguna vez llegaba a darse una situación como esta, con una mujer lamiéndole la vagina, sería con Mariela. Sin embargo, la vida había dado un giro brusco y acá estaba, con una chica que no conocía, brindándole su primera experiencia de sexo lésbico. ¿Se podría considerar sexo lésbico aunque ella solo recibiera las lamidas? 
Mientras divagaba con estas dudas, la lengua de María Fernanda inició su trabajo. Oriana se sobresaltó. Su clítoris no estaba acostumbrado a recibir ese tipo de tratamiento. Y para colmo, debía concentrarse en grabar todo. Ni siquiera había preparado la cámara de su celular. Se apresuró a hacerlo y enfocó hacía su propia concha. Eso también le resultó extraño. Ella no es de las chicas que se graban la concha. Solo lo hizo una vez, por pura curiosidad, quería saber cómo se veía su vagina desde otro punto de vista. Esta situación era muy diferente. Ahora estaba grabando a una mujer mientras le practicaba sexo oral… ¡y de qué manera! Quizás fuera cierto que María Fernanda no tenía tendencias lésbicas, ¡pero qué bien lo hacía! 
“¿Qué estoy haciendo? ¡Carajo! ¿Qué estoy haciendo?”, se preguntó mientras todo su cuerpo se estremecía ante la potencia de la chupada que estaba recibiendo directamente el clítoris. En ese momento se le cruzó por la mente algo que le había dicho María Fernanda. Todo cambiaría cuando entendiera el morbo que podía generar. Y ya estaba experimentando una pizca de eso. Vio cómo la lengua de la rubia hacía maravillas entre sus labios vaginales y pensó que cualquiera que viera ese video lo encontraría muy excitante, no solo porque María Fernanda es preciosa y porque mira a la cámara con ojos de gata en celo, sino también por su propia concha.
“Tengo linda concha”, se dijo Oriana. No había nada de malo en admitirlo. Su vagina podría ser motivo de excitación para muchos hombres… e incluso mujeres. No le molestaría que una mujer se masturbara mirando este video. Lo tomaría como un halago, de la forma en que ella se masturbó mirando los videos de Mariela. Su profesora se puso contenta cuando se lo dijo. 
Cerró los ojos, sostuvo el celular frente a la acción, acarició el sedoso cabello de María Fernanda y disfrutó. Esto era mucho mejor que hacerse la paja. No tenía idea de que una mujer fuera capaz de brindarle tanto placer a otra. Todo su cuerpo estaba vibrando y le pedía más. Esa lengua se le metió por el agujero y un instante después sintió un fuerte chupón en el clítoris. Soltó un gemido de placer que quedaría inmortalizado en el video. De su sexo manaban flujos como nunca antes había ocurrido. 
Instintivamente levantó más las piernas y ahí fue cuando se llevó una gran sorpresa. Esa lengua atrevida comenzó a lamerle el culo. ¡Sí, justo ahí! 
Oriana abrió los ojos y miró hacia abajo con la boca abierta, como si no pudiera creer lo que estaba ocurriendo. ¡Esa chica le estaba lamiendo el orto!...
¡Y se sentía de maravilla!
No era capaz de entender por qué este acto tan obsceno le brindaba tanto placer. Sus niveles de morbo se habían disparado. Estaba deseosa de saber hasta dónde llegaría María Fernanda… cuando la puerta se abrió.
Oriana casi sufre un infarto. Su corazón dio un vuelco tan brusco que llegó a pensar que, de no ser por su juventud, hubiera muerto en ese preciso instante. 
Por la puerta se asomaron Erika y Siara. Esto la tranquilizó un poco, al menos esas chicas ya la habían visto desnuda… aún así se sentía sucia. 
―¡Ay, qué susto! ―Exclamó María Fernanda―. ¿Y ustedes quiénes son?
―Las creadoras de este club ―dijo Erika―. Ori… ¿por qué esta chica te está chupando la concha? Creí que tenías novio.
―Sí… y lo sigo teniendo ―dijo Oriana, mientras se vestía rápidamente―. Esta chica es María Fernanda. ¿Se acuerdan que les hablé de ella?
―¿Les hablaste de mí? ―La rubia la miró con ojos asesinos.
―Sí, pero no te enojes. Ellas son las que están organizando la web que te comenté. 
―¿Ellas? Pero… ¿no son muy pendejas para eso? ¿Estas son las que quieren competirle a Uvisex?
―Puede ser ―dijo Siara―, pero tenemos recursos y estamos convencidas de que podemos darle competencia a Uvisex. 
―Mmm… bueno… si tienen los recursos suficientes… quizás puedan lograrlo. Aunque debo admitir que ahora mi confianza en el proyecto disminuyó mucho. 
―Tu confianza va a aumentar otra vez cuando veas la calidad del material que podemos hacer ―se apresuró a decir Oriana. 
―Está bien… está bien. Ahí tienen mi video de muestra ―María Fernanda señaló el celular de Oriana―. Yo me retiro antes de que esto se ponga más raro.
―¿Me vas a pasar la lista que te pedí? ―Preguntó Ori.
―Sí, te la mando por mail dentro de un rato. Ahora mismo necesito hablar con Mariela.
―Dale, preguntale sobre la sesión de fotos de la otra vez ―dijo Oriana―. Ella está muy entusiasmada con este proyecto. 
―Si ella está entusiasmada, será por algo ―dijo María Fernanda―. Bueno, me retiro. Chicas, un gusto conocerlas, y siento mucho que haya sido en estas circunstancias. Si el video no termina de convencerlas, puedo hacer otra prueba, en la que espero que no haya interrupciones.
―Estoy segura de que con esto va a ser suficiente… chau, gracias, que te vaya bien…
Oriana dijo estas últimas palabras asomando la cabeza por el pasillo mientras María Fernanda se retiraba a toda velocidad.
―¿Podés explicarnos qué carajo fue todo eso? ―Preguntó Siara.
―Se los explico después, ahora estoy un poco… confundida. Lo importante es que gracias a María Fernanda puedo conseguir la lista de las chicas que actuaron en videos porno de Uvisex.
―¡Uy, eso es genial! ―Exclamó Erika―. Mirá las cosas que se pueden conseguir si una entrega la concha. ¿No es fantástico? ―Las otras dos la miraron en silencio―. Ay, no entienden la ironía cuando la tienen enfrente.

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