Secretos en la familia. Capítulo final:

“Los nuevos secretos”

Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/4485799/Secretos-en-la-familia-Capitulo-l.html
Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/4594976/Secreto-en-la-familia-Capitulo-XI.html

Han pasado 2 meses desde que Agustina y yo comenzamos a vivir juntos. Despertarme todas las mañanas y contemplar esa sonrisa caprichosa, esos preciosos ojos verdosos y esa brillante melena rubia, me llena de felicidad. Algunas veces pienso que es un sueño, uno eterno, porque esa chica, parece un ángel y es que realmente ha sido una bendición que cayó desde el cielo, sin ella, tal vez jamás hubiera abierto los ojos y seguiría siendo un títere de mi madre. A pesar de estar feliz y a gusto con Agustina, hay un pequeño secreto que le he estado ocultando y no me atrevo a confesárselo.  

Sé que debería contárselo a ella, sin embargo, temo que a ella no le guste y nos genere problemas. En fin durante estos 2 meses han pasado muchas cosas, por ejemplo, cada miembro de que componía “mi familia”, ha tomado un camino diferente. Daniel hoy vive en un apartamento, desde que se divorció de mi mamá, se ha dedicado a beber y al parecer es el que más le ha afectado que nuestra familia de mentira, se haya separado. Emma, por otro lado, está más feliz que nunca, vive junto a su padre, que resultó ser Eduardo, algo totalmente inesperado. 

Después de que Agustina reveló aquel secreto, Emma quiso ir inmediatamente donde su padre, sin embargo, la detuve, le dije que no era el momento, que sea un poco paciente y que al otro día, yo la acompañaría. Estoy seguro que esa noche ella no durmió, ya que yo tampoco pude hacerlo, me pase pensando en la reacción que iba a tener Eduardo al saber que Emma era su hija, además de lo que diría Romina o mi tía, mientras imaginaba las miles posibilidades de esa escena, Agustina como en el pasado entró por mi ventana. 

Acostándose a mi lado, apoyó su cabeza en mi pecho y me abrazó, sentir su calidez de nuevo era algo especial. Habíamos intercambiado muy pocas palabras cuando irrumpió soltando aquella bomba. Ya que todos quedaron helados, mamá no dijo nada, pero Tomás le preguntó cómo estaba segura de aquello. Agustina miró fijamente hacía donde estaba mi madre y relató que cuando estuvo encerrada en el hotel, antes de irse, estuvo pendiente a cada conversación que tenía Daniel. 

Obviamente él sabía quién era el padre de Emma y en una discusión por teléfono con Gerardo, permitió a mi vecina descubrir la identidad de aquel hombre. Después de ese día huyó en búsqueda de unas pruebas que confirmaran aquello, al mismo tiempo, averiguaba el secreto más oculto de mi madre, el cual era básicamente que no era hijo de Daniel. El rompecabezas para ella fue complejo de armar, más al no saber qué pasaba conmigo, así que se centró primeramente en lo de Emma, porque le pareció complejo lo de mi madre. 

Para aquello, Agustina se comunicó con su padre, le explicó todo lo que había pasado y le pidió que mantuviera la calma, para ayudarla. Lo primero que le solicitó fue una muestra de cabello de mi hermana, sorpresivamente para todos, Vicky le ayudó a Samuel al darle un mechón de Emma, quizás ella sospechaba que mi hermana ocultaba algo y con eso iba a esclarecerse. Luego de tener esa muestra, Agustina se enfocó en conseguir una de Eduardo, para aquello viajo a donde este y al final obtuvo lo que buscaba. 

Al hacer la prueba de ADN, confirmó que eran padre e hija, después de oír la historia y ver el documento, Emma se entusiasmó y como dije antes, quiso ir donde Eduardo, entonces tuve que calmarla. Ese había sido el motivo por el cual al final Agustina y yo, no habíamos hablado tanto. En ese instante a solas, no pude evitar consultar, cómo se las ingenió para conseguir la muestra de Eduardo, vagamente en mi cabeza la primera idea que se formuló fue que hubo algún coqueteo. 

Me coloque nervioso, sin mencionar que me desagradaba la idea de escuchar que quizás pasó una noche con él. No la iba a juzgar por no haberse resistido a la tentación, porque debo reconocer que Eduardo es un hombre bastante guapo, por algo tiene a tantas mujeres detrás de él. Ella notó mi nerviosismo y mi ansiedad por conocer los detalles de ese encuentro. No obstante, antes de que abriera la boca, soltó una ligera carcajada. 

Luego se acercó a mi oído y con su lengua comenzó a jugar con él, posteriormente me mordió el lóbulo y su mano derecha fue descendiendo desde mi pecho, hasta mi entrepierna. –“Bastante atractivo es el ex de tu tía, apenas lo vi quedé anonadada y mi cuerpo travieso, se encendió”- murmuró, pese a lo que había pasado con mi madre, ella mantenía esa personalidad juguetona de siempre, no había cambiado en nada y eso para mí fue una alegría, la cual duro poco al captar lo que sucedió. 

–“Sinceramente, no entiendo cómo pudo dejar a ese hombre libre, porque aparte de guapo, tiene un garrote increíble”- declaró con picardía, dejándome claro que entre ellos si hubo algo. A pesar de que fue doloroso escuchar esas palabras, no dejé de tenerla dura, más si ella me rasgaba con sus uñas la polla sobre la tela del pantalón. Agustina al percatarse de esto, sonrió, –“Estudie su agenda y busqué el momento idóneo para encontrarme con él a solas. Mi oportunidad se dio cuando Eduardo tuvo una reunión en el hotel en donde yo me estaba quedando”- susurró. 

–“Ellos tendría su junta en un hall del hotel, astuta me disfracé como una trabajadora más de ese edificio, una que se estaba encargada del mantenimiento de la electricidad. Precisamente ese día había tormenta, por lo que se justificaba mi presencia, ya que podría haber una falla eléctrica. Al principio me dio vergüenza aproximarme a Eduardo, porque no sabía cómo iba hablar con él con naturalidad, sin que se me notara que lo estaba devorando con mis ojos”- añadió, haciendo que me sumerja en mi imaginación para que recreada todo lo que me decía. 

«Sí, aunque no lo creas me coloqué tímida, quería calmarme sin embargo, mientras más lo veía, más me cachondeaba. Nunca me había excitado así por un hombre, menos por uno maduro. En mi época como Summer 24, con el hombre más adulto con el que estuve fue con ese jardinero negro y no era alguien que superaba los 30. Por eso no comprendía qué tenía el ex de tu tía que me parecía irresistible, sin mencionar que cada segundo que pasaba mi cuerpo entero temblaba de calentura»


«Trataba de mantener la calma y que mis miradas hacía él no fueran tan descaradas, no obstante, no podía dejar de desearlo y quedarme perdidamente observándolo. Con el paso de los minutos, él volteó donde mí y yo rápidamente giré mi mirada hacía la pared, nerviosa me mordí las uñas. No sé cuándo tiempo pasó, pero cuando me viré de nuevo, para mirarlo de perfil, me percaté que no era la única que estaba atrapada por ese tío, la mujer con la que negociaba estaba igual o peor que yo»


«Me sentía sofocada y con ganas de hurgar mi coñito con mis dedos, para tranquilizarme. Mi corazón se aceleró, cuando me di cuenta que la reunión había llegado a su final. No me sentía preparada para hablar con él, sin embargo, no tenía otra opción si quería tener una muestra de su cabello. Respiré hondo y me obligué a mí misma dejar de pensar en obscenidades y centrarme en mi misión, pero como te imaginaras, me quedé en blanco, al tenerlo frente de mí»


«Él rio y no apartó sus ojos de los míos, parecía estar perdido en ellos y yo me quedaba hechizada con su fragancia, que mezclaba entre su perfumen y el sudor, después de estar trabajando. Ese aroma hizo que otra vez mi cuerpo delire, no pude resistirme a la tentación de darle un buen vistazo de pies a cabeza. Tenerlo así de cerca, resultó mal para mí, ya que no podía concentrarme y notar que tenía unos botones de su camisa abiertas, solo causaba más libido en mí» 


«–“¿Pasa algo… Yoriko?”- dijo leyendo el nombre que salía en el uniforme que me había colocado. –“¿Yoriko?”- exclamé de manera ingenua y confundida, –“Así te llamas, ¿no?”-, contestó él con una sonrisa en la cara que lo hacía lucir más atractivo. Las palabras nuevamente dejaron de venir a mi cabeza y solo solté una sonrisilla nerviosa, él me tomó desde la barbilla, sin dejar de sonreír y se despidió. –“Oohh, Dios”- susurré, mordiéndome el labio inferior, tratando de no perder la cabeza»


«Suspiré y al darme cuenta que estaba dejándolo ir, sin haberle quitado un pelo, salí corriendo detrás de él. Eduardo se sorprendió y a la vez le causó algo de gracia, volverme a ver, me consultó que quería y yo algo fatigada por la corrida que había dado, lo invité a comer. Él me quedó mirando fijamente cómo si aquello se tratada de una broma, pero al darse cuenta que estaba hablando seriamente, soltó una breve carcajada. –“Ok, acepto”- afirmó, paseando su mirada por toda mi figura»


«Yo me fui a sacar ese uniforme y me coloqué un vestido rojo que me llegaba hasta los muslos y tenía un escote de forma “v”, regalando así una vista preciosa de mis pechos. No sabía por qué me había vestido tan coqueta, hasta que salí y me reuní con Eduardo. Ver como sus ojos se clavaron en mí y parecía desnudarme con su mirada, me llenó de satisfacción. Él se quedó en silencio y yo me puse colorada al sentir su deseo por mí, el hormigueo en mi coño se hizo más intenso»


«Durante la comida, intercambiamos algunas palabras, pero él tenía su visión centrada en mí y en mi escote. Fui impacientándome al tener esos ojos tan penetrantes, olvidándome completamente de mi objetivo, ya que pude haber aprovechado que lo tenía atolondrado para poder quitarle un pequeño mechón de pelo, sin embargo, me coloqué a presumirle aún más mi cuerpo. Me encantaba cómo me observaba y más cuando gentilmente pasaba a tocar mi pierna desnuda con sus dedos»


«En ese instante dejé de pensar con claridad, todo se nubló en una llama intensa de lujuria, mi cuerpo extrañaba esas acaricias, al igual que los besos intensos que nos dábamos. Por eso cedí ante mi apetito sexual, sin darme cuenta pasamos de esa mesa en donde comíamos, a mi dormitorio. Nos devorábamos las bocas con vehemencia, con sus manos apretó mis nalgas y yo recorría su ancha espalda, disfrutando de ese intercambio de saliva tan ardiente»


«Él fue apegando su cuerpo al mío, tenerlo tan cerca y que me abrazada con esos fuertes brazos me enloquecía. Gracias a que estábamos tan juntos, pude sentir su duro y enorme mástil, quedé impresionada por el tamaño de esa cosa sin haberla visto, pues con cada roce sentía que era un buen trozo de carne, uno que me apetecía comer y tenerlo muy profundo en mi coño. Poco a poco, nuestras prendas fueron desapareciendo, quedando así ambos completamente en pelotas»


«Quedé alucinando al apartarme de él y observar su cuerpo desnudo, parecía una escultura tallada por Miguel Ángel. Su figura tan fibrosa y trabajada, con unos pectorales firmes y preciosos, unos abdominales marcados, unos brazos anchos y fuertes, al igual que sus piernas. Aunque sin duda lo que más dejó embelesada fue esa gran y hermosa tranca encorvada que apuntaba hacia mí, lucía tan dura que se me derritió la boca y en ese momento solo quería agacharme para tenerla en mis labios»


«Eduardo se me fue acercando y me hizo reaccionar de un apasionado beso, tras eso, descendí besando ese cuerpo tan duro y perfecto, pasando mis manos sobre él, hasta llegar a esa polla. Me relamí y no podía dejar de asombrarme por el tamaño de esa cosa, la cual incluso me parecía que no estaba en todo su esplendor. Tras mirarla perdidamente por unos segundos, decidí tomarla entre mis manos y masajearla a la vez que me embriagaba de su hedor»


«Totalmente extasiada, comencé a darme unos ligeros golpes en los labios con ese pollón, similar a cuando jugaba contigo, algo que le gustó. Sonreí de manera burlesca, él no entendió el motivo, hasta que empecé a darle unas lamidas a la cabeza de ese tronco. Ahí comprendió que estaba feliz y me entusiasmada por tener ese trozo de carne entre mis labios y disfrutando de su sabor como olor. Eduardo soltó unos ligeros chillidos, alabando mi forma en la que trazaba su glande y la chupeteaba»


«Pero lo que más loco lo dejó, fue mi comida de huevos, ya que luego de jugar con la punta de su pene, bajé hasta esas pelotas que para mi sorpresa lucía bien redondas y grandes. –“Wow… Son como los huevos que me encanta desayunar”- manifesté pícaramente, mientras él vio y sintió como mi boquita traviesa, se hizo cargo de esas dos preciosas bolas. Las cuales terminaron completamente embadurnadas por mis salivas y al alejarme de ellas ese fierro caliente parecía más inmenso»


«Al mismo tiempo que alucinaba por ese miembro, no paraba de saborear mi boca, ya que esos huevos fueron una delicia, la mezcla entre su sudor y semen hacía que fueran más que apetitosos. Él muy caballero me pidió que me recostada en la cama, que me iba a devolver la experiencia, sin dudarlo me eché y me abrí de piernas, permitiendo que ese hombre se me allegada y juegue con mi chochito. Sentir sus dedos por mis labios vaginales y su respiración cerca de mi órgano sexual, me hizo soltar un gemido de desesperación»


«Eduardo chupó sus dedos con los que había tocado mi coño, saboreando mis juguitos, me observó con fogosidad, su boca se fue aproximando cada vez más, hasta que finalmente la zampó en mi vulva. Lo único que pude decir en esos minutos fervientes, fue llamar a Dios, porque ese hombre, sabía muy bien cómo enloquecer a una mujer. Entre todos los amantes que había tenido, ninguno había comido mi vagina de una manera tan obscena y estimulante»


«Mi cuerpo entero se regocijó, me agarré de las sabanas y en ocasiones, acariciaba su cabello, estaba tan perdida en la lujuria, que ni por tocar su pelo, recordé mi objetivo. Él no dijo nada, solo se dedicó a darme placer, a mordisquear mi coñito, a jugar con mi clítoris y hacerme ronronear de gusto. Cuando me vine en su boca, Eduardo se apartó, pasando su lengua por sus labios y mordiéndolos, eso me hizo feliz, pues me daba a entender que le había gustado mi elixir»


«Nuestros labios volvieron a juntarse, a luchar de manera fogosa y mezclar nuestras salivas de la manera más cerda y guarra posible. Todo aquello, mientras su enorme paquete se sobaba con mi vagina, cada roce era más una tortura que un gusto, porque solo aumentaba nuestra ansiedad de empezar con el show principal. Tras un ligero intercambio de miradas y que yo le murmuraba que me follada como la perra que soy, él fue hundiendo la punta de ese maravilloso y gran mástil en mi interior»


«Temblé entera, ya que después de una semana, volvía a sentir la satisfacción de tener una verga explorando mi vagina. Sin mencionar que mis paredes abrazaron con fuerza y disfrute esa gran herramienta que me penetraba. Parecía interminable el recorrido de esa polla en mí y no exagero cuando digo que con solo la mitad, ya me sentía llena. A pesar de eso, mi deseo era tenerla completamente en mi interior, quería sentir esa enorme tranca golpeando mi útero, una y otra vez»


«Como mis piernas rodearon su cintura, Eduardo apoyó sus manos en la cama, sentirme apresada por esos gruesos brazos me cachondeó mucho. Otra vez sus labios quedaban a centímetros de los míos, era como si me estuviera provocando o más bien retando, para ver quién de los dos terminaría buscando consuelo en la boca del otro. Sofocada y perdida en esa fantástica penetración que me estaba dando, llevé mis manos hacía su espalda y resistiéndome a no besarlo»


«Clavé mis uñas en su piel, al mismo tiempo que él terminó de meter todo su miembro en mi coño. Mi barbilla tiritó, a la vez que solté un gemido lleno de libido y deleite, Eduardo sonrió y continuando en silencio, fue bombeando en mi interior, cada estocada era una maravilla y mi cuerpo solo temblaba de gusto, nunca había experimentado semejante placer y tampoco pensé que existía. Lo mejor de todo es que Eduardo fue aumentando el ritmo de sus penetraciones, haciendo que esa follada fuera salvaje y dura»


«No me pude aguantar más y terminé besándolo, tener su lengua enredada con la mía, mientras su pene golpeaba constantemente mi vientre, resultó muy placentero. Terminé corriéndome, pero él no detuvo su ritmo, siguió dándome de esa forma tan ruda, incluso cuando sonó su móvil y cogió la llamada. –“Dime, Romi”- expresó colocando su mano izquierda en mi cintura, mientras yo me cubría la boca con mis manos, para ahogar mis incontrolables gemidos»


«A Eduardo esa situación lo encendió todavía más de lo que ya estaba, su vigorosa verga pareció hacerse más grande en mi coño y sus estocadas fueron más fuertes. Todo eso me resultó una tortura, ya que no podía chillar como me hubiera gustado y expresarle que quería más de su maravillosa polla. –“Oh mi pequeñita, no te exasperes, sé que me echas de menos, pero se paciente, estoy terminando unos negocios y voy para la casa”- afirmó con chulería»


«Después de esa llamada telefónica, Eduardo me agarró de la cintura y me besó, extraviada en sus labios y en esas letales penetraciones, no me di cuenta, que cambiamos de posición. Yo era la que estaba arriba, montando ese empinado miembro que me estaba enamorando, mis piernas temblaban cada vez que descendía, para tener ese trozo de carne en lo más profundo de mi chocho. Mis manos se apoyaron en sus firmes pectorales, al mismo tiempo, que él empezó a jugar con mi ano»


Secretos en la familia. Capítulo final:


«Quería controlar mis jadeos, no obstante, era incapaz de hacerlo, con la voz entre cortada, le comunique a ese semental, que jamás me había cogido esa manera tan bárbara y majestuosa. Él sonrió de manera fanfarrona, sabía que me tenía entre sus manos, que estaba embrujada por su enorme verga y de la forma en que me follaba, –“Nena, desde ahora eres mi zorrita y vas a disfrutar de un buen polvo cuando quieras”- me susurró, engatusándome más»


«Mi cabeza daba vuelta con tanto deleite y me aproximé a su boca, de la cual ya era adicta, como su tranca. –“Eduardo, me encantaría ser tu puta, pero tengo novio”- murmuré, mordiendo sus labios. –"Ya veo, pero él no parece satisfacerte como corresponde”- me dijo, –“Tú te mereces un buen macho, que te haga delirar de placer, no un buen chico que te trate bien. Así que te doy dos opciones, dejar esto como una cogida casual o terminas con tu novio y eres una de mis gatita”- expresó»


«Yo me quedé en silencio, experimentando otro regocijo increíble y soltando una vez más mis jugos. Finalmente él me cubrió el cuerpo con su leche y me besó por última vez. Cuando abrí mis ojos, Eduardo, todavía estaba a mi lado, en ese momento, un sentimiento de culpa me invadió, no obstante, rápidamente recordé mi objetivo y le saqué unos pelos, los cuales guardé en una pequeña bolsa. Pude irme en ese instante, pero tener a ese hombre muy cerca, hacía que estuviera aún cachonda, así que me metí entre las sabanas y le di una última probada a esa verga»

Tras escuchar su relato, yo tenía la polla toda empalmada y había soltado un par de chorros pre seminal. No sabría decir, el motivo por el cual me había excitado tanto oír como la chica que me gustaba, había tenido sexo con el hombre que consideraba amigo y hasta un hermano. Ella pasó su dedo índice por la cabeza de mi verga y se lo llevó a la boca, degustando esa esperma que siguió brotando, luego de aquello sonrió y se aproximó a mi oído, –“¿Me perdonas por haber sido una chica traviesa?”- me consultó. 

Me quedé en silencio, lo que ella aprovechó para morderme la oreja, después de unos segundos sin decirle nada, abrí los labios y en un murmullo le señalé que sí, que no tenía culpa de haber caído en la tentación, la comprendía. Quizás a otro eso le hubiera descojonado y molestado, no obstante, habría sido muy sinvergüenza, si al final yo también estuve con otras mujeres en su ausencia. Entonces Agustina soltó una risa burlona, lo que me dejó desconcertado, –“¿En serio te lo creíste?”- susurró. 

Yo: ¿Qué? 

Exclamé inquieto, ella sin dejar de sonreír apretó mi pene con su mano y allegó sus labios finos a los míos.
 
Agustina: Me ofende que pienses que soy una cualquiera, pero como estoy muy necesitada y quede muy cachonda, tras inventarme esa historia, voy a premiarte con un buen polvazo. Espero que estés en condiciones, porque si no, me voy a enojar mucho.

Murmuró, mordiendo mis labios e introduciendo su lengua lasciva a mi boca que anhelaba tenerla enroscada con la mía.    

Yo: Pu… Puedo saber, ¿cómo conseguiste la muestra de su cabello entonces?

Agustina: Claro, pero antes déjame colocarme cómoda. 

Ella se colocó encima de mí y fue retirándose sus prendas, ver como esos preciosos senos danzaron al quedar desnudos, me excito mucho. Quería amasarlos, pero con la mirada juguetona de mi vecina me quedó claro que no me lo iba a permitir, por ese momento. Ella colocó de manera precisa su coño contra mi erecta verga, aun cuando no hacían contacto de manera directa, ya que nuestros pantalones se interponían, sentir cómo flotaba esa húmeda vulva con mi tronco me enloquecía. 

Agustina: Nos conocemos hace muy poco, no obstante, hemos hecho de todo. Me conoces perfectamente, así que deberías imaginar que truco use. 

Murmuró, allegando sus labios a los míos y abriendo la boca para lamer mis labios. Por más que quería era incapaz de razonar en ese instante, lo único que anhelaba era dejarme llevar y volver a tener sexo con esa chica. Sin embargo, ella se colocó seria, más bien extremadamente juguetona, cuando intenté besarla, Agustina colocó su dedo en mi boca y luego me hizo chupar la punta, todo aquello sin dejar de sobar su ardiente coño con mi desesperado miembro. 

Agustina: Me estás decepcionando Bruno, pensé que lo ibas a descubrir de manera rápida. 

Señaló, clavando todo su dedo dentro de mi boca, tardé unos segundos hasta captar lo que ella quería decirme. Todo ese rato, ella estuvo moviendo su dedo como si fuera una llave, abriendo una cerradura, así que le expresé lo que pensaba, que se había metido a la casa de Eduardo, obviamente por tener su dedo dentro de mi boca aquello no sonó de forma clara, pero Agustina lo entendió y una sonrisilla coqueta se le trazó, retiró su dedo y se me acercó.  

Nuevamente tenía sus labios delgados a unos centímetros, sin embargo, no podía hacer nada más que deseárselos. –“Exacto, me metí a su casa, pensando que en ese horario no había nadie, pero me equivoque”- manifestó, levantándome la camiseta para sacármela y dándome unos besos en el cuello que me calentaron. Veía la lujuria en sus ojos, a pesar de aquello, se mantenía firme y no se dejaba llevar por ella, quería seguir jugando conmigo. 

Pasando su lengua por sus labios, comenzó a jugar con mis pezones, yo con cada movimiento que hacía ella, me impacientaba más, solo quería, que consumiéramos nuestros deseos y volviéramos a follar. –“Bruno, te mereces muchos castigos, ya que mientras yo me resistí a la tentación y no estuve con nadie, tú te divertías con tu mamá, con tu hermana y con esa tal Vanessa”- declaró algo molesta, yo por mi parte quedé atónito. 

Agustina: (Ríe) Olvidaste que habían cámaras en tu casa, ¿verdad?

Tras escuchar esas palabras, recordé las cámaras que todavía estaban instaladas y un escalofrió descendió por mi espalda. Agustina había visto que mi madre y yo habíamos quebrado el tabú, no sabía cómo responder a eso, no obstante, a ella pareció causarle risa mi silencio y que buscara una justificación. –“Cuando tu madre te visitó a tu cuarto, aquella noche en donde te confesé mi identidad, supe que ella no te veía tan solo como su hijo, así que no me asombré al verlos follar en la cocina”- murmuró. 

–“Solo tuve celos, porque yo te entrené y te hice un buen amante. Que esa perra disfrutara de ti y tu sabrosa polla, era algo injusto, sin embargo, lo terminé aceptando, porque después de todo, quería que tuvieras experiencias con otras, para que aprendieras algunas cosas”- dijo esa chica, la cual metió sus manos dentro de mi pantalón y agarró mi miembro, que volvió a estar duro entre sus dedos y ansiando esa vagina mojada. 

–A… A… Agus-Agustina…- balbuceé y ella gozando de esa tortura, expresó, –“Perdón, me desvíe de mi tema, estábamos hablando de cómo conseguí el cabello de Eduardo”-, no comprendía a qué jugaba mi vecina, lo único que estaba claro es que me estaba castigando. –“Me metí a esa casa creyendo que no había nadie y no fue así, en realidad estaba Eduardo y sus gatitas”- dijo con cierta picardía, ingenuo pensé que literalmente hablaba de unas gatas, aun sabiendo que él no tenía mascotas. 

Agustina: Mi plan era básicamente, entrar a su baño a buscar su peine y rescatar cabellos, pero cuando quise ir a su baño que está en su habitación, me encontré con una escena, que hizo hervir mi cuerpo en libido.

Afirmó, comenzando a aumentar la velocidad de su paja. 

Agustina: Él estaba cogiendo con una chica, la cual se llamaba Romina. Para mi sorpresa, no era la única chica de ahí, ya que había otras tres, las cuales estaban durmiendo. Solo había visto por fotos a Eduardo, en ese instante al verlo desnudo, si quedé anonada, pues me impresionó lo sensual que era y la anaconda que poseía. 

Yo fui sintiendo cómo unas burbujitas fluyeron de la cabeza de mi pene, aquel liquido pre seminal, Agustina volvió a retirarlo y degusto. 

Agustina: No tuve otra opción más que quedarme ahí espiándolos, sintiendo el fervor de los dos y la pasión en cada una de las estocadas que él le daba y los besos que compartían. No te niego que mi cuerpo ansió recibir una cogida así, pero me controlé, aunque no pude evitar tocarme. 

Nuestros labios se rozaron y sus manos continuaron pajeándome, no obstante, tras ese ligero contacto de nuestras bocas, mi vecina fue bajando y tal cómo aquella noche cuando se metió por primera vez a mi habitación, pasó su lengua sobre el pantalón, sintiendo la calidez de su saliva y humedeciendo mi entrepierna. 

Agustina: Pensé en ti y en nuestro divertidos encuentros, también aquella tarde en donde me hiciste tuya, dejándome claro que nuestros cuerpos son muy compatibles. 

Agustina siguió lamiendo de forma lenta, algunas veces lo hacía en forma de círculo y mordisqueaba, causando que suelte unos pequeños bramidos.   

Agustina: Terminé corriéndome y ahogando un fuerte gemido, por suerte, ellos también acabaron y se recostaron en la cama. Tome eso, como mi gran oportunidad de infiltrarme en ese dormitorio y entrar al baño de ese hombre. Lo hice, de la manera más sigilosa posible, con el corazón entre las manos, porque podían descubrirme, suspire aliviada al llegar al baño, pero… 

La muy guarrilla se detenía en los mejores momentos, dejándome con la intriga por unos minutos. Lo peor es que me encantaba tanto sus lamidas como lo que me relataba, así que ella aprovechaba todo ese escenario, para seguir torturándome. 

Agustina: Pero, apenas solté ese suspiro, escuché que se levantaron y se dirigían al baño, pensé en lo peor, que me habían descubierto. Exasperada me metí dentro de la ducha y me oculté con la cortina de baño que tenía. Cuando abriendo la puerta y entraron, me coloqué muy nerviosa, ya que se trataba de Eduardo.

Yo: ¿E… E-Edu… Eduardo? 

Pregunté, a la vez que ella aprovechaba esa pausa para arañar mis huevos. 

Agustina: Sí, lo que hizo que me colocara más inquieta y mi corazón se aceleró al ver que él se acercaba a la ducha. En esos breves segundos, imagine que él abría la cortina y me encontraba ahí metida. Mi lado más fetichista le encendía aquello, pues la adrenalina de ser encontrada por ese hombre desnudo, resultaba muy cachondo, incluso fantaseé que me preguntaba quién era y yo le respondía que una de sus gatitas, tomando ese paquetazo en mis manos y chupando su sabrosa punta.    

Yo: Si la oportunidad se daba, ¿hubieras estado con él? 

Agustina: No lo sé, mi cabecita imagina cosas muy locas y ardientes algunas veces, si bien mi cuerpo estaba cachondo, lo que siento por ti, me hace resistir a fuertes tentaciones, como esa. 

Expresó mirando fijamente la glande de mi capullo y relamiendo sus labios. 

Agustina: Bueno, al final él solo orinó y luego se fue, aunque me dejó muy asustada y excitada. Esperé unos largos minutos, hasta que presentí que podía moverme libremente, busque alguna muestra de su cabello, sin embargo, no encontré ninguno pelo en el baño. Me sentí tonta y salí de ese lugar, por suerte estaban como piedras y aproveché para sacarle unos pelos a un dormido Eduardo y luego huir de ahí. 

Yo: Ya veo… Luego hiciste el examen ¿verdad?

Agustina: Así es, después me tomé unos días extras, porque no sabía cómo verte y explicarte las cosas, hasta que vi el vídeo de Vanessa, nunca imagine que tú ibas a interactuar con una modelo, no obstante, como el vídeo se viralizó, fue imposible no verlo y supe que podía volver sin miedo. 

Manifestó rodeando la cabeza de mi verga con su boca. 

Agustina: Y aquí me tienes, amor. 

Tras esa afirmación, envolvió la punta de mi pene y empezó a mamar, había pasado unas semanas desde la última vez que ella me dio una de esas chupadas, pero joder, parecía que mi polla la había extrañado por años, ya que apenas sintió esa lengua, soltó unos chorros de semen, los cuales Agustina con gusto saboreó y tragó. Poco a poco mi pene fue entrando a esa cálida boca, al estar toda dentro, ella se la retiro de forma lenta para volver a repetir el proceso. 

Agustina mostró su experiencia y maestría, sabía perfectamente como comer mi polla, recorrerla y embadúrnala. Cuando apartó definitivamente sus labios de mi miembro, varios hilos se desprendieron, ella simplemente los cortó, al saborear su boca. Con su sonrisa picarona se me aproximó, yo solo la observaba, sin hacer absolutamente nada, ella se fue retirando su pantalón, quedando totalmente desnuda en mi cama, sobó su hambrienta vagina con mi verga, la cual palpitó como loca ya que solo quería entrar en esa cueva. 

La chica de al lado, pareció no importarle mis deseos, porque empezó a flotar su coño con mi falo, sentía que mi pene se hacía más grueso y duro, la desesperación me estaba consumiendo. Pero antes de que dijera algo, ella allegó sus labios y se zampó mi boca. Era nuestro primer beso desde nuestra separación forzada, mi boca había probado otros labios, sin embargo, ninguno parecía hacerle competencia a los dulces y ardientes besos que me daba con mi vecina. 

Vagamente, recordé a Vanessa, aun cuando ella fue la única que en realidad no me besó con pasión, mi memoria guardaba el recuerdo de su melosa saliva, tal vez por el morbo de que ella era mi sobrina. Tras ese intercambio de babas, volví a reaccionar, dejé de ser un espectador y agarré esos firmes glúteos mientras mordí sus labios. –No te imaginas cuanto extrañaba esto, chica de al lado- le susurré, ella soltó una escueta risa, sin dejar de mover su sexo contra mi tronco y en cada roce parecía que ya iba a enterrar la punta. 

–“Pensé que tu mami, te había hecho olvidarte de mí”- contestó, clavando finalmente la cabeza de mi polla en su interior. Solo ese ligero contacto me hizo temblar y noté lo ansiosa que estaba esa vagina por recibirme dentro de ella. –Hacerlo con mamá no estuvo mal, pero no se compara a ti, nadie me hace sentir lo que tú me provocas- afirmé, sujetándola firmemente de sus caderas, para que ella fuera descendiendo sobre mi miembro, no obstante, la muy guarra, fue bajando de manera muy lenta.

Su coñito se sentía muy ajustado y sus músculos se aferraron a mi polla, a pesar de que quería gritar de placer, se aguantaba y solo soltaba pequeños bramidos. Yo callaba mis gemidos, besando su delgado cuello de cisne. No sé el porqué pero en ese instante, presentí los ojos penetrantes de mi madre, la sola idea de que mi mamá estuviera viendo eso me cachondeó todavía más, para cuando Agustina había metido toda mi tranca, yo ya estaba sumergido en una fantasía. 

–“Uuhhg… Bru-Brunito… En verdad me extrañabas, apenas me clavé tu verga, tú la sacas y me la metes completa otra vez”- balbuceó, abrazándome y rozando nuestros labios, a la vez que yo imaginaba a mi madre espiándonos. Esa bobería en verdad me cachondeó demasiado, al grado que no paré de darle estocadas profundas a Agustina, ella solo trataba de callar sus suspiros a través de besos, los cuales fueron fogosos e interminables. 

Mis dedos no se quedaron quietos, mientras mi polla disfrutaba de ese coño húmedo y caliente, ellos fueron acariciando con delicadeza el ano de la chica de al lado. El rostro de ella era de sorpresa y satisfacción, después de todo estuvo unas semanas resistiendo a la lujuria. –“Que, guarro”- me susurró, colocando uno de sus dedos en mis labios, yo lo chupé tal cual como lo había hecho hace unos minutos antes, mi vecina al ver aquello sonrió y luego ese mismo dedo lo llevó a su boca. 

Al quitárselo, pensé que nuevamente me lo iba a dar, pero en vez de eso, llevó aquel dedo directo a su culo. Enterrándoselo, soltó un suave jadeo, –“¿Quieres darme por este hoyito?”- consultó con un rostro vulgar y sediento de placer. –Cla-claro…- contesté, viendo cómo ella abrió su boca y sacó su lengua, la cual toqué con la mía, haciendo sonidos lascivos. Ambos nos detuvimos y ella sacó mi miembro de su interior, para darse vuelta y levantar su preciosa cola, la cual me la meneó de lado a lado. 

Agustina: ¿Qué pasa? Te estoy dando lo que quieres y no me has tocado aún. 

Señaló sin dejar de presumir su maravilloso trasero, mi mente eclipsada de manera breve imaginó que se trataba de Vanessa. Me había transformado en un degenerado, deseando a mi sobrina, cuando adelante mío tenía a la chica que me gustaba. No sabía si era apropiado seguir con eso, es decir, coger con Agustina pensando en otra, no me parecía correcto. No obstante, ella estaba esperando que la complaciera, así que con toda mi voluntad, traté de olvidarme de mi sobrina y satisfacer a mi vecina.

Con solo sentir mis manos en sus glúteos, ella ronroneó y antes de que dijera algo, abrí esas nalgas para poder darle una comida de culo, sin embargo, quedé asombrado al ver que esa esa chica traviesa todo ese tiempo tuvo un plug anal incrustado en su ano. Del deslumbramiento pasé a la risa, una que me relajó y me permitió sacarme a Vanessa definitivamente de la cabeza. Rápidamente comencé a jugar con ella, sin quitarle ese plug lo fui moviendo y con mi boca me concentré en hacer disfrutar esa vulva chorreante. 

Mi lengua se paseó por esos labios, degustando ese sabor tan obsceno después de haber tenido mi pene dentro de ahí. Agustina tuvo que morder sus labios para callar sus gemidos, aquello solo fue el inicio de una noche mágica, porque luego de lamer tiernamente y mordisquear ese chochito, comencé con mis dedos a explorarlo, al mismo tiempo que destapaba su orificio anal y lo volvía a tapar con ese plug. Las piernas de Agustina fueron tiritando y después fue todo su cuerpo, cada vez le resultó más difícil ahogar sus suspiros.
 
Su cuerpo completo ardía, su vagina era como una hoguera y su ano si bien todavía no lo tocaba de forma directa, sabía que estaba igual de caliente. Su respiración se le aceleró y en un gruñido buscando consuelo en mi boca, terminó por correrse. Una hermosa cascada fluyó por su coño, ella quedó echada en mi cama, pero dejando levantado ese exquisito culito, el cual decidí probar. Primero pasé mi pulgar alrededor de ese perfecto hoyito circular que se había formado por ese tapón anal. 

De forma paulatina se me venían a la mente lo que vivimos en la casa de los padres de Eduardo, cuando igual tenía un plug y su ano quedó así de bello. Los jadeos de Agustina se fueron haciendo más constantes e intensos, tras tocar ese agujero, metí mi pulgar dentro de este, causando un fuerte chillido de la chica del lado. Ella empezó a rogarme para que metiera mi verga por su culo, no obstante, preferí seguir clavando mi dedo dentro de ese hoyito. 

Fue mi momento de torturarla, sin embargo, más que una tortura se transformó en un deleite para ella. Le encantaba que no fuera tan simplón y obediente, que me atreviera a tomar mis decisiones a la hora de intimar, pero lo más importante, que ambos disfrutáramos. Después de tanto, terminé penetrándola por el culo, algo que se sintió jodidamente bien, su orificio anal era tan estrecho y a pesar de eso, se fue moldeando de la forma más adecuada para mi pene. 

Una vez dentro de ese fogoso hoyo, fui moviendo mi pelvis de manera lenta y ella con su cabeza apoyada en el colchón, mordía las sabanas. Mis manos se fueron directamente hacía sus tetas que se tambaleaban con cada estocada que daba. Pellizcando sus pezones comencé hacerla aullar, –“Uuufff… Bruno, que rico”- expresó, alentándome para que siguiera reventando su cola, –“Aaahh, Dios mío… Me encanta Bruno, me encanta”- añadió apretando aún más mi verga con ese delicioso culito. 
     
Observé su espalda sudorosa y luego de taladrar un par de veces, me acerqué a su oído, sentir mi peso y mi respiración cerca de ella, fue algo que la estimulo mucho más. Con mi lengua fui trazando por su oreja y mordisqueaba su lóbulo haciendo que cada vez Agustina se fuera más perdiendo en el placer. –Ronronea mi gatita, ronronea- le manifesté, allegando mi boca a la suya, nuestros labios se abrazaron por ternura y de a poco esos piquitos se transformaron en un beso largo y vehemente.  

–“De… ¿De-des-desde cuando te volviste tan bueno en esto?”- interpeló, maravillada por mi forma de jugar con su cuerpo y complacerla. Solté uno de sus senos para acariciar su húmedo coño y tras unos pequeños roces, toque su clítoris, provocando que perdiera la cabeza. Mientras seguía metiendo y sacando mi polla de su ano, le pregunté si creía que mamá me había enseñado muy bien en su ausencia. Agustina no dijo nada entre tantos gemidos, pero supuse que su respuesta fue sí. 

Nuevamente me acerqué a su boca y la besé fogosamente, los dos empezamos a sentir nuestros cuerpos convulsionando. No podía resistir más, había hecho todo lo que mejor sabía hacer y esperaba haber satisfecho de la mejor manera a la chica de al lado. Rellene su culo y ella soltó otra gran cantidad de su dulce néctar. Ambos nos quedamos en esa misma posición descansando por unos minutos, –“Bru… Bruno, te amo”- murmuró, –Yo también te amo, Agustina- le contesté mordisqueando esos labios. 

Agustina: Fue mucho mejor de lo que esperaba. 

Yo: Me alegro, supongo que desde ahora, podemos ser novios, ¿verdad? 

Agustina: Pensé que ya lo éramos.

Yo: Ah, ¿sí?

Agustina: Sí, ya sabes, después de esa mágica tarde que compartimos.   
    
Al otro día, tal como se lo prometí a Emma la acompañé donde Eduardo, durante el viaje me comuniqué con mi tía y le di la noticia a ella primeramente, pues necesitaba la ayuda de ella para saber cómo revelarle aquello a ese hombre. Vicky se quedó en silencio y tardó en responder, no supo que decir, no obstante, nos prometió su ayuda. Al llegar a esa casa, Eduardo todavía no llegaba del trabajo, mi tía se encontraba con Romina y me dio la impresión de que las habíamos interrumpido. 

Ya que ambas andaban prácticamente desnudas, Vicky de hecho solo tenía un delantal de cocina que la cubría y luego de recibirnos se fue a cambiar, mientras tanto Romina llevaba un pantalón de lycra y un sostén deportivo. Emma pareció no percatarse de eso y no la culpo, si en su cabeza solo debía pasar el encuentro que iba a tener con Eduardo para confesarle que era su hija. Ese hombre tardó en llegar, mi hermana se desesperó y no podía ocultar sus ganas de verlo. 

Yo le dije que debía mantener la calma y a la vez que me imaginaba la razón de la demora de ese maduro. Lo más seguro que él estuviera haciendo hora extras con Gabriela y Valentina. Cuando finalmente llegó acompañado con su prima, me quedó mirando sorprendido y luego me saludo, Emma de lo ansiosa que estaba quedó roja y fue incapaz de hablar. Sin embargo, ahí fue que mi tía se le acercó y le explicó que estábamos ahí porque queríamos hablar algo con él en privado. 

Eduardo quedó intrigado, así que rápidamente nos invitó a pasar a su despacho, en eso vi que Romina sonrió y le murmuró algo al oído de su hermana la cual abrió los ojos como un par de platos. Supuse que mi tía le había dicho aquello a Romina y está en ese momento se lo había dicho a Vale que clavó su mirada en mi hermana. Emma no podía modular una palabra, lo que fue complicando un poco las cosas, por lo que tuve que yo ir construyendo la conversación. 

Cuando llegó el momento, Emma miró a los ojos a Eduardo y le dijo que era su hija, eso fue algo impactante para ese hombre que quedó perplejo. Mi hermana pensó que no le había creído, entonces sacó el examen de paternidad, mencionando que no tenía ningún problema en hacerse otro, para que él este seguro de eso. Él me miró, como si buscada alguna declaración en mí, no obstante, Emma se levantó de su asiento y fue donde él a abrazarlo. 

Yo los dejé a solas, para que pudieran hablar, no tenía nada más que hacer en ese lugar, para mi sorpresa, cuando salí de esa oficina, tanto Romina, Valentina como Vicky estaban apegadas a la puerta y detrás de ellas se encontraba Agustina. Esta última se me arrimó y después de un apasionado beso, me consultó si ya estaba listo para que nos fuéramos, antes de viajar con Emma, la chica de al lado y yo habíamos acordado de hacer un viaje ese día.

Le dije que sí, antes de irnos mi tía nos felicitó por nuestra relación y que esperaba que fuéramos muy felices. Tras eso, nos despedimos, esa noche Agustina me llevó a mirar las estrellas, jamás había contemplado el cielo de esa manera y sin el ruido de la ciudad, así daba inicio mi nueva vida. Pensé que los secretos en mi familia se habían acabado, no obstante, fue una efímera idea. Ya que al día siguiente, cuando nos reunimos con mi hermano para ir a su casa, su esposa me envió un mensaje. 

April me escribió pidiéndome que le ocultada a mi hermano la existencia de Camila y Blanca, al principio aquello me dejó descolocado y no le tomé mucha importancia, pero luego, Tomás durante el trayecto a su casa nos solicitó a mí y a Agustina que mantuviéramos el secreto de que era su hermano, la razón era simple, él no quería enfrentarse aún a Enrique que estaba complicado de salud.

Entiendo que para él no es algo simple que de la noche a la mañana le dijeran que tenía un hermano, además que no quería que sus hijos se vieran igual involucrados en problemas ajenos, acepté callar. Al llegar me quedé completamente embelesado mirando a Vanessa, la cual estaba sentada jugando ajedrez con su madre, estaba usando ropa casual, una camiseta negra, una camisa roja con cuadros negros y un short de mezclilla, no entendía el motivo por el cual esa chica me tenía hipnotizado. 

Ella al verme sonrió y rápidamente agachó su mirada, estaba muy concentrada en el duelo que estaba teniendo con su madre en ese momento. Agustina de seguro se molestó al verme que no le quitaba los ojos a esa chica, poco a poco fui calentándome con ella, desde que supe que era mi sobrina, Vanessa se había transformado en una especie de afrodisíaco. –“Bien jugado hija, pero jaque mate”- expresó April con una sonrisilla de chulería y satisfacción.    

Vanessa: Eres mala mami, ni siquiera me dejas ganar en el ajedrez. 

April: Princesita, en la vida no todo te cae del cielo, debes esforzarte para conseguir lo que quieres. 

Vanessa sonrió y se acercó a su madre, susurrándole algo, que provocó una pequeña risa cómplice entre las dos. Luego de eso ambas se nos aproximaron para saludarnos y quedé como estatua, pues tener a mi sobrina tan cerca, me colocaba nervioso. Todo se hizo más complejo para mí, cuando April se apartó para ir a ver a Simón, –“Vaya Bruce, no imagine que nos volveríamos a ver después de todo, aunque me alegro que hayas encontrado a tu chica de al lado”- manifestó con su tono coqueto. 

Ella le sonrió a Agustina, parecía emocionada por tenerla ahí cerca, –“Disculpa que te la robe por un momento, pero necesito hablar con tu chica”- me dijo tomando de la mano a una Agustina sorprendida, que no alcanzó a decir nada. Suspiré aliviado, pero aquello duraría muy poco, porque casi inmediato, Axel apareció junto a su prometida. A primera vista pensé que se trataba de Josefina y mi cabeza se armó un gran lio, sin mencionar que esta atolondrado con ella, porque no me había percatado de su hermosura y maravilloso físico. 

–“Vaya amigo, que sorpresa, te llamabas, Bruno ¿verdad?”- me preguntó él, mientras yo trataba de razonar y dejar de mirar a su prometida. –“¿Y él quién es?”- consultó la chica, dejándome más abrumado, –“Es un amigo de Vanessa y creo que mi padre lo atendió en su consulta”- afirmó, mientras oía otras voces detrás de mí, –“¿Bruno?”- dijeron, al darme vuelta me di cuenta que era Benjamín y estaba acompañado con Josefina quien resultaba ser igual a la prometida de su hermano, mi cabeza definitivamente en ese momento estalló. 

Quedé flipando, no por enterarme que la prometida de Axel, Ignacia y la novia de Benjamín, Josefina, eran hermanas gemelas, sino que eran las hermanas de April. Rápidamente fue captando que la familia de mi hermano era bastante peculiar y que cosas tan tabú como el incesto parecía algo que no importaba, debí haberlo imaginado, si era evidente que Vanessa amaba a Axel. Pero aun así si me quedaba dudas de aquello, todo se desvaneció esa misma noche.  

Tras cenar y compartir con Tomás y su familia, Agustina y yo nos fuimos a dormir. Ella se colocó extremadamente juguetona, sin embargo, yo no le seguí el coqueteó, por lo que buscando llamar mi atención, se metió al baño que había en ese cuarto y salió con un body rosado. Observarla con ese trajecito puesto, me hizo temblar, se veía divina, mis ojos se pasearon por ese escote en los senos, queriendo agarrarlos, ella con una sonrisita traviesa se fue allegando. 

Agustina se sentó en mis piernas y zampó sus labios con los míos, luchar con esa lasciva lengua y saborear esa baba tan melosa y fogosa me encendía a más no poder. Mi verga dura y empinada, quería solo salir, no obstante, antes de que pudiera bajarme los pantalones, para sobar mi polla entre esos muslos y luego penetrarla, sentí un ruido que me descolocó y la sensación de una mirada que me puso nervioso. Me aparté de ella, algo que no le gustó para nada a Agustina, yo traté de calmarla y explicarle que solo iría a dar un vistazo, para poder estar seguro de que podíamos continuar. 

Ella quedó con el ceño fruncido, a pesar de que entendía su enojo, yo no me sentía cómodo de tener sexo en una casa ajena y en donde paroicamente pensé que nos estaba espiando. Obviamente pensé que se trataba de Vanessa, así que caminé hacía su habitación sin hacer mucho ruido, con pasos delicados y sigilosos. Al estar en frente de su cuarto, escuché otro ruido, pero esta vez más bien era una especie de gemido. Confundido abrí su puerta, tratando de que no sonada, al abrirla quedé asombrado y deleitado. 

En ese momento me quedó claro que en la casa de mi hermano no había miedo de disfrutar del sexo, menos de hacerlo entre parientes. Vanessa estaba completamente desnuda, si con ropa ya alucinaba con su figura, verla en pelotas me dejó sin respiración por un momento y la polla durísima. Sus dos redondas y grandes tetas eran preciosas, su torso esbelto una maravilla y sus caderas sin ser tan anchas, eran perfectas para ese cuerpo de la propia afrodita. 

Mi bella sobrina, estaba en ese instante, montando nada menos que la verga de su padre. Para ser sincero nunca esperé que mi hermano, hiciera aquello, pues se mostraba como un hombre intachable y recto. No obstante, para que la escena fuera más morbosa aún, al lado de ellos, estaba April, en pelotas y masturbándose, mientras veía a su hija y esposo, coger. Vanessa ahogaba sus gemidos, aunque era muy difícil, ya que dejaba salir siempre algún chillido. 

Sus senos rebotaban con cada estocada que le daba Tomás, quien con sus manos acariciaba el ano de su hija. –“Oooohh pa-papi… Me vas hacer correr ya”- balbuceó Vanessa, acercando su boca a la de él, –“Princesita, veo que estás muy necesitada”- expresó Tomás, mordiendo los labios de ella. –“Sss-sí… Papi, no sabes cuánto me hacía falta una follada”- murmuro ella apartando su boca de él y estirando una hilaza de saliva entre sus labios. 

–“Bueno, papi se disculpa por no haberte atendido como corresponde, pero he estado muy ocupado”- manifestó mi hermano, clavando sus dedos dentro del ajustado orificio anal de mi sobrina, haciendo que suelte un par de jadeos y delire en placer. –“Uuufff Dios míooo… Papá si sigues así me vas hacer tener múltiples orgasmos”- afirmó Vanessa apoyando sus manos en los hombros de su padre, a la vez que su cuerpo entero temblaba, entonces sus ojos se desviaron hacía donde April y en un murmullo expresó –“Ven aquí mami”-

Oírla decir eso, me dejó más atónito, no obstante, no podía ocultar la erección que tenía por estar viendo aquello, estaba tan cachondo que sin pensarlo tanto, comencé a pajearme mirando ese acto de incesto entre padre e hija, en donde la madre se unió. Por tras esas palabras, April se acercó a ella y la besó, ambas parecía completamente locas de placer, sus bocas transmitían el deseo y la lujuria que se estaba viviendo en ese momento, Tomás con solo verlas se emocionó. 

Sus penetraciones se hicieron más intensas y traslado su mano derecha hacía el coño húmedo de su mujer. Estaba alucinando, en vez de cuestionar a mi hermano, lo envidiaba, tenía algo que yo quería pero en ese momento era incapaz de aceptarlo, que era tener una relación de ese tipo con mi madre y Agustina. Cuando April se separó de Vanessa, la muchacha soltó unos gemidos, mientras dejaba un rio en la cama con sus jugos, luego de venirse le pidió a su madre que le permitiera jugar con su vagina. 

–“Vaya, ¿por qué quieres comerle el coño a mami?”- preguntó la mujer excitada, –“Po… Porque, me encanta cuando lo hacemos los tres”- respondió mi sobrina. April con una sonrisa llena de libido, colocó su chocho maduro en la boca de su hija, la cual afanada empezó a devorárselo. En tanto, los labios de esa sensual Milf fueron a los de su esposo y besaron con vehemencia. Sentí un gran cachondeo verlos gozar de esa manera, sin poder aguantar más la calentura regresé a mi cuarto. 

Solo pensaba en follar con Agustina, pero al entrar a la habitación, me encontré con ella extendida en la cama y con los ojos cerrados. Sin duda la situación fue lamentable, no podía creer que mi novia se había quedado dormida y yo con la pija dura. No tenía otra opción más que buscar la calma, sin embargo, entre más pasaban los minutos más exasperado por recibir un tipo de consuelo me sentía. Además de que Agustina en ese body era jodidamente ardiente.  
   
Por más que quería no hice nada más que quedarme acostado en su lado, fantaseando que ella, mi madre y yo, compartíamos la relación que tenía mi hermano con su hija y su mujer. Fantasear que mamá envolvía mi miembro entre sus senos por un costado y al otro Agustina hacía lo propio, era una jodida exquisitez, era consciente que todo era producto de mi imaginación y que mi polla era consolada por mi mano, pero se sentía espectacular simplemente imaginar aquello. 

–“Bebé, mami aprendió a compartirte con Agustina, así que ¿ahora podemos vivir juntos de nuevo?”- exclamaba mi madre moviendo sus tetas de arriba abajo y su lengua paseando por mi glande, haciendo contacto con la lengua de mi novia que trazaba mi tallo. –“Oohh, sí ma… Mamá… Desde ahora viviremos los tres juntos”- murmuraba. Continué acariciando mi verga, hasta que no lo soporté más y acabé, soltando una gran cantidad de semen y me quedé dormido. 

Al otro día, cuando me desperté, Agustina no estaba al lado mío, yo tomé una ducha y luego bajé al primer piso. Al pasar al lado del cuarto de Vanessa, las imágenes de esa noche incestuosa pasaron fugazmente por mi cabeza y mi pene se colocó duro. Pensé que iba a encontrarme en la cocina a mi novia, pero en vez de ella, se encontraba mi sobrina, verla hizo que mi polla se empine totalmente. –“How you doin' today, champ?”- dijo, dejándome desconcertado. 

Ella al observar mi rostro se largó a reír, –“Sabes Bruno, algunas veces hablamos en inglés aquí, porque por si no te has dado cuenta mi madre es inglesa”- declaró, –“No sé qué tanto manejas la lengua inglesa, pero con gusto te enseñaría”- agregó, rodeando mi cuello con sus brazos. No supe que decir, tenerla así de cerca era una horrible tortura, Vanessa nuevamente soltó una carcajada y sobando su boca con la mía expresó, –“Es broma, de que hablamos en inglés algunos días, porque mi madre si es inglesa”- 

Ese leve contacto me hizo colocarme inquieto y sin apartar su sensual mirada de mí y esos labios de mi boca continuó diciendo, –“De seguro buscas a tu noviecita, ¿verdad? Bueno, ella salió con mi padre a entrenar”-, no sé por qué, pero escuchar esa afirmación, hizo que en mi mente imaginada a Agustina siendo penetrada por Tomás, y, en vez que me moleste, pensar eso me excito todavía más. Literalmente me la imaginé con su pantalón rosado de lycra, entre sus muslo, con su colita levantada, mientras mi hermano perforaba su coñito, haciéndola chillar y regocijarse de placer. 

–“Ooohh Dios mío, Tomás…”- se quejaba ella y esa polla madura salía y entraba de su interior, haciendo brincar sus tetas. –“Perdón cuñada, pero te veías tan urgida y con esta ropa deportiva te ves tan sexy que no pude controlarme”- le susurraba él, tomando la barbilla de ella y allegándola a sus labios, –“Uufff, no te disculpes, lo haces de maravilla y justo lo que necesitaba, ya que anoche tu hermanito me dejo con las ganas”- le contestó Agustina, abriendo su boquita para intercambiar sus lascivas salivas. 

–“Bruno, Bruno… Hey Bruno, despierta”- señaló Vanessa chasqueando sus dedos e interrumpiendo mi fantasía. –“Di… Disculpa, estaba sumergido en mis pensamientos”- le respondí, tratando de mirar a otro lado y apartarme de ella para que no viera mi erección. Ella solo soltó una breve carcajada, después me pidió que la acompañada a la empresa en donde trabajaba, yo desorientado le pregunté para qué, a lo que mi sobrina me hizo recuerdo de que había firmado un contrato.

Aquel día empecé a trabajar haciendo retratos y lienzos, al principio me dio intriga de saber a quién tendría que dibujar, al mismo tiempo, trataba de ignorar a Vanessa, ya que cuando mis ojos la observaban recordaba lo que había visto en la noche y mi polla se erguía. Mi sobrina no dejaba de hablar, lo que resultaba un poco complejo para mí, el hecho de querer evitarla, cuando llegamos a la empresa, sentí un cosquilleo por todo mi estómago, lo peor es que todavía seguía pensando en obscenidades y temía que aquello afectada en mi trabajo. Vanessa abrió la puerta en donde se encontraba el jefe y la modelo que iba a retratar.  

Vanessa: Hello there. 

Tras decir esas palabras, ella se voltea para mirarme con una sonrisa y yo contemplo adelante mío a mi chica de al lado. Resultó que el día anterior, cuando Vanessa se fue a hablar en privado con Agustina, fue para ofrecerle el trabajo de modelo, todo aquello me lo ocultaron y me dieron la sorpresa. Desde entonces, Agustina y yo trabajamos en esa empresa como pareja laboral, ella es mi musa y yo el artista que resalta cada uno de sus atributos y cualidades.  

Así ha sido nuestra vida en estos meses, trabajando y viviendo juntos, algunas veces visitamos a mi hermano y otras a mis hermanas, las cuales aún no han podido acercarse a Tomás, porque April nos solicitó que mantuviéramos el secreto. Al principio para ellas fue difícil aceptar, sin embargo, al final comprendieron que no era el momento adecuado para decir la verdad. Suena hipócrita que al final de todo, haya terminado transformándome en un mentiroso y ocultando secretos como mi madre.

Hablando de ella, lo último que supe es que comenzó a ir al psiquiatra, vive sola en la casa y de acuerdo a algunos comentarios que me han llegado, mamá no es la misma de antes. Aquella mujer que le gustaba lucirse y llamar la atención de hombres, se ha desvanecido, es alguien apagada y prácticamente se la pasa encerrada en casa, obviamente saber eso me lastima, pero después de todo, lo mejor para ambos es que estemos lejos por un tiempo, porque yo sigo deseándola, y espero que un día, pueda cumplir mi anhelada fantasía, como poder confesárselo a Agustina. 
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Os pido perdón a todos los que han seguido este relato, más que nada porque este capítulo debió salir la semana pasada. Sé que no les importa, pero de todos modos les diré por qué no subí la semana pasada el capítulo. En mis tiempos libres me dedique ver nuevamente las películas de Star Wars, para luego mirar con tranquilidad la serie de Obi Wan y, me arrepiento por haber perdido el tiempo con esa serie. 

En fin luego de excusarme, les doy las gracias a todos los que siguieron este relato, espero que la historia haya sido de su agrado. Ahora me voy a tomar una o dos semanas, para escribir con tranquilidad las otras dos historias con las cuales planeo concluir toda esta saga de relatos. 

2 comentarios - Secretos en la familia. Capítulo final:

JukUik
La verdad, esta serie de historias entrelazadas son espectaculares, con sus altas y bajas pero en general muy bien escritas! Espero que te sirvan esas semanas de descanso que te tomarás para que culmines todo este enredo de una forma maravillosa! Espero con ansias las siguientes historias, un saludo bro!
GuasaveSoy +1
Te comprendo esta la verga la serie de Obi wann