secretos entre amigas (parte II)

Me humedecí los LABIOS ligeramente, con calma…
Me recosté sobre Clara. Notaba el palpitar de su corazón entre sus PECHOS. 
Levanté su camiseta lentamente mientras notaba como se estremecía. 
Pasé suavemente la lengua por encima de uno de sus pezones, luego por el otro. En ese momento, en lo único que podía pensar, era en chupar.
Su respiración golpeaba contra mis labios haciéndome JADEAR suavemente mientras mi entrepierna se HUMEDECÍA aceleradamente.
Ya había amanecido y los primeros rayos de sol daban al ventanal. 
La mano de Clara empezó a bajar más y más y entró en el short de su pijama  dejando entrever su PUBIS depilado. La observé MASTURBARSE suavemente con los ojos fijos en ninguna parte. Sus gemidos se aceleraron al ritmo que yo succionaba sus pezones. Después de eso casi por arte de magia cerró sus ojos y su respiración comenzó a bajar hasta quedarse dormida.

Bien entrada la mañana amanecí con su respiración contra mi cara y sus labios casi rozando los míos. Luego de un par de cafés y sin mediar palabra sobre lo que había pasado me fui a mi casa. Me recosté en mi cama. Aún sentía su AROMA en mi pelo y en mi ropa. La olí inconscientemente y mi mano bajó a mi cremallera para abrir mi jean. Empecé a tocarme lentamente el clítoris sintiendo su olor, primero por debajo de él y luego los labios. Pensaba en cómo se había tocado la noche anterior y trataba de imaginar su humedad que había quedado impregnada en mi short hasta que acabé pensando en su orgasmo. 

Me quedo totalmente desnuda en mi cama y me intento recomponer de una noche que me había dejado absolutamente aturdida. ¿Sería bisexual, lesbiana tal vez? Casi 40 años y no era capaz de identificar ni mis propias emociones.

Todavía desnuda, me dirijo al salón. Una copa de vino blanco y “Ride” de Lana del Rey. Bebo sin prisas. Sin pensar.

El timbre suena. Me pongo un kimono negro de seda y enteabro la puerta. Carlos me mira sorprendido.
- ¿No me invitas a pasar? Traigo comida tailandesa. ¿No era lo que me habías pedido?- Y baja la mirada hacía la bolsa que sostiene en una mano.

Le sonrío fingiendo que no me acordaba de nuestra cita y le invito a pasar…
 


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