Me di el gusto con un pendejo_B

No soy budista ni nada que se le parezca, pero esta experiencia, hace tambalear mi convicción sobre la reencarnación.
Con sus escasos 21 años, el pendejo, no puede, por si solo, haber acumulado tanta habilidad y vocabulario, para hacer, que una mujer que se acueste con él, goce lo inimaginable.

Era la tarde avanzada cuando escuché el sonido de llamada entrante de mi celular. La pantalla mostró que llamaba:
Peque Kemeco
A la salida del telo, 6 días antes, habíamos intercambiado los números de celulares. En mi lista de contactos agendados, así lo había nombrado.
In mente, tengo guardada la G mayúscula, que completa, lo que aparece en pantalla, esto es:
Peque Kemeco + G = Peque Kemeco G.

-¡Hola Ignacio! ¿Cómo estás?-
-¡Bien! La idea de mañana me tiene, “al palo”-
-¿Qué idea?-
-¡Inés, no te hagás la boluda! Mañana va a ser una semana que prometiste “la semana que viene”, así que te espero en el bar a las seis y media. ¿No me fallés!-
No le fallé.
En el bar, la conversación fue agradable, repleta de halagos de él,
-¡Estas espléndida, resplandeciente!! –
-Gracias, sos muy amable-
-Es la pura verdad-
……………………………………
……………………………………
No hubo segundo trago, como la semana anterior.
-¿Vamos te parece, reina?-
Asentí con l cabeza. Nos besamos, pagó la cuenta, me tomó de la mano y rumbeamos para el hotel alojamiento.
Al entrar al cuarto, noté, sobre una pequeña ménsula pegada a una ventanilla, cerrada, que daba al pasillo, una hielera con una botella de champagne y dos copas.
Me sorprendió y halagó el detalle romántico. El muchacho debe haber gastado un buen plus al de a la reserva del turno.
Sirvió dos copas, me dio una, levanto la suya y:
-¡Por lo que sigue! Un viaje alucinante-
Dejó la copa, a medio tomar, en la mesita de luz, nos comimos los labios y manoseamos un buen rato, luego me desnudó, me acostó boca arriba, se quitó toda su ropa y se acomodó a mi lado.
Yo, desnuda, y entregada.
Apoyó dos dedos sobre mi boca, tenían gusto a champagne, los retiró y me besó apasionadamente. Luego me acercó un dedo a la nariz, olía a champagne, lo pasó por mi cuello y lo “secó” con su lengua.
Repitió la sutileza en cada uno de mis pezones duros, ombligo y barriga. Ahí me agarró la mano izquierda y la apoyó sobre la suya, cercana a mi sexo. Entendí que quería ser guiado
Se la llevé a la chocha. Al clítoris ¿Dónde si no?
Se arrodilló entre mis piernas abiertas y, con delicadeza, con el dedo lo rozó, con la lengua lo lamió.
Mi calentura era ya, hoguera.
Volvió a arrodillarse.
“¡ahora, por fin, me la pone!!!” pensé.
Pero, llevó sus dos manos, hacia atrás, a altura de mis tobillos, fue deslizándolas y acariciando mis piernas, la derecha por adelante, la izquierda por atrás. Cuando la derecha llegó a mi nalga, sentí que un dedo hurgaba el agujerito de mi culo y un dedo de su izquierda, entraba, poco a poco, en la concha, se movía buscando distintas profundidades.
No tardó en invadirme una descarga de sensaciones placenteras. El pibe, había localizado mi punto G.
Acabé, con un dedo en el culo y otro en la chocha y con el máximo de placer y excitación.
No sé si, mi orgasmo, fue squirting (no creo) pero tuvimos que cambiar de lado en la cama, de dos plazas, debido a la mojadura de la sábana, donde había estado mi trasero.
A mi chocha no le importo que ya hubiera tenido un orgasmo fabuloso, quería sentir la verga dura adentro. E Ignacio, por fin, cedió a mi salvaje atracción, me empaló
Sentí cómo se llenaba toda mi chocha de su carne dura. Estaba bien dotado.
Comenzó entrando y saliendo suavemente, de repente, el bombeo se volvió frenético. Sus ensartes eran salvajes, hasta el fondo. De no creer el goce que me estaba dando. Jadeante, entre besos ardientes, manoseos de tetas y de culo me murmuraba, dulzuras y frases soeces por igual.
Me llevó a que soltase mi lujuria, no me importo comportarme como puta, sólo el placer que me ocasionaba la vergota entrando y saliendo de mi concha.
Disfruté otro orgasmo intenso y largo. Mientras aún seguía atrapada por el torbellino de los sentidos percibí que el pendejo, entre dientes , decía algo así:
-¡ooohhh, mmmm, oooohhhhhh, tomá… mi leche……!-
y chorros calientes chocaron en el fondo de mi concha. Fue halagador comprobar que provocaba tanta lujuria y deseo en el joven.

La segunda parte fue otra salvajada, otra cogida con múltiples orgasmos por “multitarea” de Ignacio: doble estimulación simultánea, verga mete y ponga y dedos en el clítoris.
Fueron, para mí, y sospecho que para él también, los minutos más intensos del día.

Nadie sabe realmente lo que quiere hasta que lo ve… o en este caso lo prueba.
Es sorprendente cuántas (a veces impensables) cosas nos gustan sin que una/uno lo sepa.
En el sexo, una de las mejores fue Ignacio, el pendejo.

3 comentarios - Me di el gusto con un pendejo_B

Pervberto
Es maravilloso cuando uno encuentra sabiduría que trasciende la corta edad. Viva tu experiencia y felicitaciones por contarlo tan bien.
Osval2233
Que lindo como gozaron t v los 10
leloir2010
Que lindo difrustate del pendejo y vos entregada a todo lo que te dio. Van puntitos