A los cuarenta (1)

En la mesa contigua desayuna una familia muy parecida a la nuestra. El matrimonio debe rondar los cuarenta, tienen dos niñas de siete y diez años respectivamente y bien temprano ya discuten.Nos saludamos educadamente, luego nos observamos con disimulo y curiosidad. Seremos vecinos durante próximos quince días de vacaciones que pasaremos en este complejo hotelero lleno de bungalows.
 
Nuestros hijos ya han hecho los primeros guiños a las niñas. Mi hija mayor creo que hará buena pareja con la pequeña de ellos, y nuestro pequeño Rubén de cuatro años podrá ser el muñeco adecuado para la otra niñita.
Durante la mañana coincidimos con ellos varias veces, con la socorrida excusa de hablar de lo críos entablamos fácilmente conversación y pronto sentimos que hay muchas cosas que compartimos y va a ser muy fácil entablar amistad para estos días de descanso.
 
Supongo que ellos sienten lo mismo por nosotros, mientras estamos juntos se muestran muy alegres y afables en el trato. Los críos han hecho tan buenas migas que apenas si notamos que están por aquí. Eso nos da un puntito de tranquilidad adicional que nos agrada especialmente. A la hora de comer, pedimos a los camareros que monten una mesa para ocho, todos juntos.
 
Los niños toman el postre rápido y nos dejan solos en la sobremesa. ¡Esto sí que van a ser unas buenas vacaciones! Hacía tiempo que no podíamos estar tan libres… sin estar pendientes de nuestros hijos. El pacto con ellos es: “nada de molestar durante la sobremesa y el tiempo de siesta”. A la otra pareja les pasa lo mismo y lo celebramos juntos.
 
El grado de confianza entre las dos parejas crece a tal velocidad que parece que seamos amigos desde hace tiempo. Eso nos permite intercambiar confidencias que solo confiarías a alguien de tu confianza. Nos confiesan que han pasado una mala racha, que empezaban a sentirse “aburridos” de la relación de pareja y que han estado buscando incentivos para mantener encendida la llama de su amor y de su pasión.
Para tratar de superar el bache nos comentan que encontraron una página web donde las parejas de nuestra edad exponían sus experiencias, sus deseos y fantasías, y sobre todo exponían sus tremendas ganas de vivir con la ilusión de cuando tenían veinte años. Nos comentan que la primera aventura que probaron fue hacer unas fotos de Teresa desnuda y publicarlas. Eso provocó una reacción en cadena que todavía no se atreven a contarnos.
- ¿Nos vamos al bungalow? Aquí parece que nos echan - dice JoseMari.
 
Ya en su bungalow nos servimos unas copas de licor para rematar la buena sobremesa.
 
- ¿habéis probado alguna haceros fotos uno al otro? - nos pregunta Josemari enseñándonos su cámara digital. Sonreímos y le dejamos que actúe pues seguro que trama algo.
Teresa se prepara y busca su mejor pose. Su marido hace la primera foto de su mujer de frente, mostrando su atractiva figura. Las siguientes son mucho más provocativas. En una se inclina hacia delante para que se vea el canalillo entre sus dos pechos. En la siguiente se sube la falda hasta donde empieza la braguita. Se da la vuelta y nos muestra el estupendo culo. A todas las posturas su marido responde con una foto.
 
- Luego elegimos las mejores - nos comenta.
- Espero que no os moleste el que lo hagamos delante vuestro. En realidad, nos gusta bastante exhibirnos y esperamos que os guste lo que veis - nos dice Teresa mientras se quita el vestido y se queda en bragas y sujetador.
- Creemos que ya somos mayorcitos para poder decidir el sexo que nos gusta, ¿o no? No lo hemos probado antes, pero creo que nos va a gustar - dice mi esposa Mónica acomodándose mejor en el asiento.
 
- Seguro que nos va a gustar mucho esta experiencia tan nueva para nosotros, a nosotros también nos pasa algo similar a lo que contáis - afirmo a continuación.
Teresa esta algo rellenita, ha tenido dos hijos, una vida acomodada y unas ocupaciones tranquilas, a pesar de todo está muy apetitosa. Tiene unos pechos grandes y un trasero muy suculento. Se quita el sostén y se coge las tetas de varias maneras, cuidándose siempre de tapar los pezones. Mientras su marido sigue haciéndole fotos sin parar. Tras varias poses muy sexy se pone inclinada hacia delante, sin poner las manos para que sus tetas que cuelguen y muestren todo su volumen.
 
Sus pechos tienen la forma de la punta de un obus, gorditos, puntiagudos y tiesos, coronados por una aureola grande con un garbancito en la punta. Que hermosura… ella lo sabe y le encanta lucirlos. La mejor foto es la que le hace por el costado.
 
- ¿has visto, cariño? ¡Que pechos tan bonitos tiene! – me sorprende mi esposa presa de una gran excitación.
 
A su comentario, Teresa responde dándose un masaje desde la base hasta las puntas, para terminar pellizcando el pezón, estirando de él hasta deformar el pecho. No desperdicia la ocasión para sacar nuevas fotos.
 
Teresa se pone a cuatro y nos muestra su culo, para a continuación separar a un lado la braga dejando ver su raja. Josemari le hace más fotos. Le pide que se quite las bragas y le hace unas fotos captando la secuencia. Teresa le muestra orgullosa la hermosa raja que tiene unas buenas dimensiones. ¡Menuda flor tiene la tia!!
 
No me extraña que tengan éxito sus fotos en Internet. Ella se coloca de forma que se le vea bien, y se separa los labios para que salga el capullito que protege su clítoris.
 
- ¿habíais visto algo así?... en vivo me refiero - dice su marido lleno de orgullo y haciendo una foto más.
- Nuestros seguidores dicen que su clítoris es sensacional… cuando tira de la piel hacia atrás sale una perlita dura y brillante que es una delicia – afirma con orgullo.
Para que no quede duda en lo que dice, su esposa con una mano separa los labios y con dos dedos de la otra mano, tira del capullo que cubre el clítoris y así descubrir el brillo de una perlita rosada.
Después se levanta y se coge a su marido hasta bajarle los pantalones. Le baja el slip y le coge la polla con sumo cuidado. La acerca hasta su boca y cuando saca la lengua para lamerla, el tira otra foto.
 
Mónica y yo intercambiamos miradas de asombro, y también de gran lascivia. Estamos descubriendo que nos gusta mucho mirar, y que lo que en otras circunstancias podría parecer inapropiado, ahora es pura delicia para nuestros ojos.
Por sorpresa, nos hace una foto a ambos que nos coge por sorpresa.
 
- Luego os veréis mejor… pero puedo aseguraros que tenéis cara de estar deseando hacer lo mismo que nosotros – nos comenta con una gran sonrisa llena de complicidad.
- No te quepa la menor duda - me apresuro a decirle.
 
 
 
Josemari me acerca con la cámara en la mano al tiempo que me dice:
- Haznos una foto por favor, tengo ganas de vernos a los dos retratados mientras me hace estas cositas tan deliciosas.
 
Hace unos instantes que Teresa se ha dejado de tocar la rajita para ponerse a darle una estupenda chupada a la puntita de la polla de su pareja. Se detiene por un instante para asentir con la cabeza y mostrar así su deseo de salir retratada mientras juguetea con el miembro de su marido.
Se pone el pelo detrás de la oreja para que no estorbe la visión y reanuda sus húmedas lamidas. Con la cámara en la mano, miro a mi esposa muy excitado, me acerco muy inseguro de que lo vaya a hacer bien y me preparo para hacerles las fotos.
 
- Vamos cariño... hazles unas cuantas fotos… la escena es deliciosa... luego lo vamos a hacer nosotros también y que ellos nos las hagan a nosotros - me dice entusiasmada.
Soy capaz de recoger varias instantáneas propias de un profesional (luego todos alabaron mi pericia). Quedan plasmadas las intensas caricias que Teresa proporciona a su marido, y sobre todo la expresión de sus rostros que demuestran que parecen estar al borde del orgasmo.
 
Cambian de postura. Ella se echa sobre la cama y se despatarra mostrándonos sus labios carnosos. Se nota que está orgullosa de su chucha.
 
- Hazle una foto así... de cerca... que se vea bien... me encanta ver luego el brillo de su conchita humedecida - me apremia Josemari.
Luego es el quien se echa sobre la cama boca arriba y hace que su mujer se siente sobre su pubis dándome la espalda. Teresa se mete el pene entre sus labios, después de juguetear un poco con la punta, y se deja caer suavemente sobre él hasta que se pierde totalmente en su interior.
 
- Haz alguna foto desde ahí... que se vea bien su culo y como mi polla se clava dentro - me dice mientras la coge por las nalgas para ayudarla a subir y bajar acompasadamente.
 
Los dos empiezan a jadear intensamente. Les hago algunas fotos más, algunas mostrando el detalle y otras reflejando la postura que tienen. En una de ellas logro captar las tetas de Teresa en su movimiento ascendente consecuencia de los botes que da sobre su marido, (esta foto les gustó mucho). Mientras busco nuevos ángulos desde donde disparar la cámara, siento las manos de mi esposa que me abrazan desde detrás.
 
Continuará.

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