¡Mi hermanito me rompió mi culito!


¡Mi hermanito me rompió mi culito!


Mi hermanito me rompió mi culito
A continuación les voy a relatar una historia verdadera. Unahistoria que me ocurrió siendo yo una joven polluela, en una pubertad tardía,donde cierto día me encontraba sesteando en mi cuarto cuando de repente unamano tocó mi hombro y gran susto me dio.
—¡Joder qué susto! ¿Qué quieres hermanito? —le dije a lasombra que me puso los pelos como escarpias.
Con un siseo me hizo callar y entre susurros me invitó alevantarme y seguirle.
—¡Ven, he visto algo! —dijo en voz muy bajito.
Tenía sueño aún, pero tras el susto ya me desperté, así quedecidí seguirle a ver lo que tenía que mostrarme. Mi hermano en realidad es mihermanastro, su madre se casó con mi padre al enviudar este prematuramente trasmi nacimiento. Una nunca se recupera de esto, de no haber tenido una madre enla que apoyarse.
A él le pasaba lo mismo pero por parte de padre, no es quesu padre muriese como en mi caso, simplemente les abandonó a su madre y a él alnacer. ¡Sí, por ahí hay joputas que son capaces de tamañas tropelías!
Anduve en bragas y top por los pasillos, siguiendo a mi queridohermanito, como yo cariñosamente le llamaba. Aún no llevábamos conviviendo másde un año, tras el reciente casamiento de nuestros progenitores. Pero hicimosbuenas migas y como éramos de la misma edad a veces nos confundían conmellizos, lo cual no era sino divertido. Y me gustaba fingir de tal fantasía,aunque ya no éramos chicos, lo que más en falta eché desde mi infancia, apartede una madre, fue un hermanito.
Llegamos pronto al cuarto de nuestros padres, donde unosquejidos guturales alertaron a mi hermanito. Así que me puso delante y me hizover lo que allí tenía que acontecer.
Todo estaba en penumbra, pero al acostumbrarme a la tenueluz, fui vislumbrando una figura, la de su madre y mi padre. Que no estabansino chingando, aunque lo obsceno de la escena me hizo interesar por seguirespiando.
Ella estaba en cuatro, y él pegado a su gran culo, desdeatrás, nosotros los veíamos de lado ocultos tras la rendija abierta en lapuerta. Ella se quejaba de algo y entre susurros pudimos oír lo que maquinaban…
—¡Te digo que no entra! —dijo su madre a mi padre.
—¡Tranquila hay que dilatar! —respondió mi padre.
Y acto seguido bajó su cara y la puso en su culo, ¡sin dudala estaba lamiendo! Y esto sí que gustó a mi madrastra que ahora pasó delquejido al alarido. Con un siseo la mandó callar, y mi padre siguió lamiéndolezafiamente aquel punto. Algo que yo desconocía que se pudiese hacer, pues aúnno era experta, ni mucho menos en las artes amatorias adultas.
Únicamente había tenido algunas prácticas onanísticas, queme enseñaron el placer que se esconde bajo mis braguitas, acariciando midelicada conchita. Y un buen día fui descubierta por mi hermanito, quien lejosde recriminármelo, le gustó lo que observó. Él era muy sigiloso, el mamón, asíque me estuvo observando desde detrás de la puerta de mi cuarto. ¡Y luego fueel bribón y me contó todo!
Pero también es buen hermano y sabe guardar un secreto.Total que a partir de ese día comencé a confesarle mis más íntimos pensamientosy él también hizo lo propio con los suyos. De modo que el incidente no hizosino reforzar nuestro vínculo incipiente.
Así el socarrón, se paseaba a veces desnudo delante de mí. Oentraba en el baño para hacer un pis, mientras yo me duchaba. De modo que acabéacostumbrándome a su pija morcillona y desnuda. Aunque a veces me ofrecía“jugar juntos”, yo siempre decliné, pues no me parecía correcto. Después detodo nuestros padres estaban casados y eso nos convertía en hermanos.
Y así fue hasta aquella tarde, donde en la siesta nuestrospadres se entregaron a un vicio prohibido, el que en aquellos momentos hacíagozar a ella, con la lengua de mi padre en lo más oscuro de su intimidad.
—¡Esto ya está! —susurró mi padre a continuación eincorporándose agarró su pija y apuntándola en la penumbra volvió a insistir enaquel cerrado agujero.
—¡Uf! —dijo mi madrastra.
—¡Que no entra! ¡Que si quieres por el otro lado, si nonada!
Y bien frustrado, mi padre abandonó al parecer aquel lado.Pues mi madrastra a continuación soltó un nuevo quejido, ahora sintiendo supija entrar, pero seguramente por el otro agujerito, el que está ahí mismo peromás bajito.
Solté una risita histérica, ¡aquello era porno en directo!Lo que no podía sospechar es que la pija de mi hermanito comenzó a clavársemeen el culito…
Me removí nerviosa y traté de apartarlo, sin quitar la vistade la impactantes imágenes que estábamos espiando.
Pero él insistió y el insolente coló su pija entre mismuslos y allí sentí su caliente contacto, carne contra carne, y con mis musloscerrados comenzó a moverla con descaro. ¡Uf! ¡Qué sensación, pero como sólo eraeso, le dejé coger de aquella manera, pues no era peligroso.
Y su atrevimiento tuvo también efecto en mi calentura, puesya estaba yo caliente viendo aquello delante, ¡como para encima sentir su duravara entre mis muslos!
Tal vez mi error fue consentir aquel primer paso, pues acontinuación el insolente hincó sus rodillas en el suelo y bajándome lasbragas, ¡clavó su lengua en mi trasero!
Aquello era ya pasarse y traté de zafarme de nuevo de suabrazo con lengua clavada en mi culito, pero esta se movía rápidamente, pasandode mi hoyito a mi culito, a través del puente del perineo en pleno forcejeo. Yyo no sabía si lo hacia a posta, o era fruto de mi resistencia. El caso es queel bribón, con su acción sorpresiva y sorprendente, consiguió que me mojaramás, ¡y que buscara su lengua en mi hoyito caliente!
Así que puse mi culito en pompa y éste lamió, pero no mihoyito, ¡el bribón se centró en mi culito!
Y he de admitir que su obsesión con mi poco explorada parte,terminó por hacerme sentir sensaciones nunca antes sentidas. Me metía la lenguaen mi culito y me lamía el perineo, y las cosquillas que me hacía me hicierondesear masturbarme, así que metí mi mano bajo mis bragas y comencé a acariciarmemi clítoris, mis labios hinchados y a sacar jugos de mi hoyito con las yemas demis deditos.
Tras un rato de comida de culo el bribón pasó a algo más eintentó clavarme su pija en mi cerrado ojal. ¡Uf! ¡Ahora sí que entendía a mimadrastra! Aquello no entraba de ninguna de las maneras.
—¡Ay! —grité sin poder contenerme.
Y ese “¡Ay!” nos delató, pues inmediatamente la pareja delcuarto supo que estábamos expiando y preguntándome mi padre si estaba allípresente, me tapé la boca terriblemente avergonzada y corrí de vuelta por elpasillo a mi cuarto. Y detrás de mí, ¡corrió mi insolente enculador!
—¡Vete! Le dije sin dejarlo entrar en mi cuarto.
—¡Déjame entrar! —me pidió entre susurros—. ¡Me has puestomuy caliente! —dijo el insolente.
Entonces con su fuerza venció mi resistencia detrás de lapuerta. Le dejé pasar, más por no formar más escándalo, que por otra cosa. Yuna vez dentro el bribón me hizo girar y ponerme en cuatro en la cama. Yo ya mehabía subido las braguitas en la huida, pero él las bajó de nuevo y volvió acolocar su pija entre mis cachetes, pero resta vez la paseo simplemente entreellos dejándola escurrir y saliendo por encima hacia mi espalda y aquel coitoimprovisado, de nuevo me tentó e incrementó mi excitación.
—¡Te he dicho que por ahí no entra! ¡Pero por el otro ladoni se te ocurra! No quiero quedar preñada, ¿vale? —le advertí severamentegirándome.
Así que él obedeció y de nuevo su lengua volvió a mi culo ycon ella me lamió, ¡y esto se sentía delisioso! Más luego volvió con su durapija a intentar entrarme por detrás.
Ahora su presión era más intensa y mi culito, aunqueexcitado, estaba muy cerradito. Pero él no cejó en su empeño: “¡Uf!” —me quejéde nuevo, al sentir como la presión fue venciendo mi culito y este comenzó aceder y dejar que su glande lo fuese ensanchando y una vez abierto, ¡ya sólofue cuestión de segundos el tenerla toda dentro!
¡Aquello dolía! Pero era un dolor raro, pues yo seguíacaliente y excitada, así que me entregué a mi conchita mojada y me acariciéfrenéticamente olvidándome casi de mi culito y su estaca clavada en mí. Alentrar, ¡quedó loco de contento! Y aunque al principio me lo hizo lento, poco apoco se fue acomodando y cuando ya se sintió como en casa, ¡me folló fuerte ycon ganas!
Ahí fue donde fui presa del dolor y el placer, ya no sabíaqué hacer, pero era tarde para pararlo así que me entregué al placer y sindejar de acariciarme mi conchita, le dejé coger por mi culito, que ahora ya noera virgen.
El muy bribón no tardó mucho en darme su regalito, en formade corrida culera y yo allí debajo, con la cabecita pegada a las sábanas,aguantando sumisa, me vi de repente precipitándome a un orgasmo culero que mehizo perder el sentido.
Caí de bruces contra la cama y él me siguió con su pija sinsacarla de mi culito. Así sentí las contracciones finales, sin que él la sacaray yo sintiendo mi culito palpitar con ella clavada. ¡Ay, que dolor! ¡Ay! Quéplacer tan extraño sentí aquella tarde cuando, ¡mi hermanito me rompió elculito!
¡Espero que la presente historia os haya gustado! Es descarada, es tierna, es caliente, ¿verdad? 😃 Tanto más caliente lo es mi última novela: El extraño caso de Mr. Bottom; os dejo aquí su sinopsis:
Joe vive en un pueblo de la América profunda, tiene una cabaña en el bosque, donde cuida caballos, más que nada para entretenerse y de vez en cuando vende algún potro, con el que complementa su escasa pensión.
Aislado, vive solo desde que murió su mujer, la abuela de Ros. Una buena mujer que dejó a Joe solo con su soledad.
De carácter reservado, es hombre de pocas palabras, a veces un poco gruñón, tal vez por llevar tanto tiempo viviendo solo.
De vez en cuando va al pueblo y bebe para recordar el contacto humano con algún amigo que aún le queda.
La llegada de su nieta y su bisnieto supondrán un punto de inflexión en la vida de Joe, al principio sentirá rechazo, pero poco a poco demostrará que es un buen tipo y cuidará de ambos hasta el punto de defenderlos con su vida si es necesario.

2 comentarios - ¡Mi hermanito me rompió mi culito!

Mrporongamdp
Yo te romperia toda y quiero cogerte hasta llenarte de mi lechita
D_M_8
¿Hay 2da parte?