Amor de hijo a madre

Lo quesigue a continuación tenía que compartirlo con alguien. 


Son viviencias de hacemás de veinte años. Espero no aburrirlos. Esto era un secreto entre miprogenitora y yo, Federico y María Eva: Teníamos una familia como cualquiera,papá, mamá, mi hermana menor y yo. Mi padre se dedicaba al negocio de lasimportaciones. Un buen día, de repente mi papá decidió que tenía un viaje alexterior a ver unos clientes y así lo hizo. A la semana de haberse marchadoestaba yo en su oficina con el empleado de su confianza cuando habló porteléfono y me dijo que probablemente ya no regresaría y que cuidara de lafamilia. Yo me quedé sorprendido y atónito. Luego habló con el empleado y yoestaba escuchando por otra línea cuando le ordenó que de su escritorio sacaraun bote de medicinas para mujeres embarazadas y que lo tirara a la basura.Después colgó y el empleado me contó toda la historia, que mi papá tenía unaamante, que estaba embarazada y para evitar mayor escándalo mejor se iban.Cuando llegué a la casa todo era un revoltijo. Mi hermana nerviosa, mi mamállorando, sin saber qué hacer. Luego de un rato y ya calmados hicimos unrecuento de las cosas, de lo que había sucedido. Mi mamá me abrazaba y llorabaqueriendo encontrar una respuesta al acontecer de su vida y sencillamente medijo que desde ese día en adelante yo tomaría el papel de mi papá, que yo seríael hombre de la casa, que tendría que ser más responsable con todo y quellevaría la rienda de la oficina. De hecho así sucedió. Hasta ese momento yosolo era un joven de 20 años, estudiante universitario a tiempo completo. Deallí en adelante tuve que hacer tiempo para estar en la oficina de mi padre, laUniversidad y las demás actividades de esa edad. Los meses transcurrieron sinmucho sobresaltos. Mi mamá acudía todos los día a la oficina, siempre vestidabien elegante, zapatos de tacón, con medias, tendría en ese entonces unos 40años. Es de tez morena, nalgas grandes, buenas caderas, gorda pero no obesa,sino rellenita, buenas tetas, muy guapa, en fin, una hembra hermosa. Yo mefijaba como otros empleados del edificio la miraban, sobraban clientes que lainvitaran a comer y más de alguna vez aceptó la invitación de un señor amigo deella de hacía años, cuyo nombre es Rafael. Siempre me saludaba muy amablementey platicaba conmigo acerca de los negocios. Era viudo con buena posición social,vendedor profesional de una compañía extranjera. Cuando estaba de vacaciones enla Universidad me quedaba a tiempo completo en la oficina y ya como a las 5 dela tarde de vez en cuando Rafael aparecía con pan dulce para tomar café yplaticar con mi mamá. Esto lo hacía por lo menos dos veces a la semana. Despuésde una media hora mi madre me decía que terminara lo que estaba haciendo y quelo continuara el siguiente día, que descansara y que si lo deseaba que meretirara que Rafael la llevaría a la casa. Todas las veces entendía yo elmensaje y optaba por retirarme. Nunca mostraron malicia frente a mí, Rafaelsiempre fue muy atento y educado con mi madre. Jamás hicieron algo que yosospechara su relación fuera más que amistad entre ellos.
Una tarde en la Universidad nos dejan una tarea urgente para el día siguiente ymis demás compañeros sabiendo que yo tenía acceso a máquina de escribir,fotocopiadora, etc. me dejaron a mí encargado de hacerla y llevarla el díasiguiente. Ya eran casi las 7 de la noche cuando llegué a la oficina. Como erade esperarse todas las luces estaban apagadas, excepto la oficina de mi madre.Me quedé sorprendido. El corazón me latía fuerte. Mi mente sospechaba algo peroquería confirmación afirmativa. Me imaginaba a mi madre y Rafael. Comencé acaminar despacio y sigilosamente y a medida que me acercaba comenzaba aescuchar gemidos de placer y que alguien hablaba. Yo no sabía si confirmar micorazonada. Tenía sentimientos encontrados como de enojo, miedo y también demorbosidad. Yo oía claramente las voces y las reconocía pero me negaba aaceptarlo. No voy a negarlo pero el corazón me palpitaba y dudaba pero decidíasomarme por la puerta y voy viendo aquel cuadro: ambos completamente desnudos,mi mamá subida en un sillón agarrada del respaldo viendo a la pared, las nalgasen pompa y las rodillas apoyadas en el asiento y Rafael parado dándole por elculo.


-Dame más, dame más, daaaaaaame maaassss!!! Decía mi mamá mientras movía lacabeza para arriba y hacia atrás. Ella contorsionaba el cuerpo, movía el culohacia atrás pidiendo más verga sin soltarse del sillón. Rafael no hablaba sólose esforzaba en meterle más la verga. La tomaba de la cadera y le sobaba lasnalgas morenas. Las tetas de mamá sólo se movían de arriba para abajo.

Por mi parte me quedé quieto, no sabía qué hacer, pero la morbosidad erainmensa. Tenía una erección bárbara.
-Qué rico! Me acuerdo que yo decía en mi mente. De repente me estabamasturbando viendo aquel espectáculo. No le despegaba la vista a las nalgas demi mamá. Nalgas grandes, morenas, llenas de carne. Me gustó lo que veía. Meexitó demasiado ver que a mi madre se la metían y ella gozando como loca.

De repente, Rafael dejó de penetrarla, se agachó y comenzó a mamarla. Le metíala lengua por todos lados. Le besaba los cachetes, se los abría y cerraba, lemetía un dedo en el culo y le daba masajes en el clítoris.

-Qué delicioso papito! Qué riiiico! Ay, ay, ay papito! Ay, ay! Repetía a cadamomento.
Yo continué pajeándomela hasta que terminé. Creo que ha sido una de las vecesque más leche he tirado. Al terminar decidí retirarme y dejar que continuarancogiendo. Camino a casa no dejaba de pensar lo que acababa de ver. Volvía atener erección y sentía deseos de ser yo quien le metiera la verga a mi mamá.No eran celos sino lujuria. Me daba risa nerviosa de recordar a mamá, de cómola tenían, jamás me la hubiera imaginado así. No estaba enojado sinosorprendido. Sentía morbo y deseo de hacerlo con ella, después de verla desnuday cómo gozaba con la verga de Rafael. En mi mente pasaban una y otra vez lasimágenes de mi mamá pidiendo más verga, de esas nalgotas ricas y tetas grandesmoviéndose de una lado a otro disfrutando el sexo.

Después de ese día la forma cómo veía a mi madre cambió del todo. Sin embargo,ella no era muy dada a andar por la casa en camisones transparantes ó mostrarsesemi desnuda ó llamarme cuando estaba en la ducha. Sencillamente ella no eraasí. Pero yo por lo que había presenciado no me quitaba de la mente el hecho devolverla mi amante. Pensaba cómo poder hacer el amor con ella, cómo tocarla,besarla y acariciarla. De cómo yo podía lograr ese acercamiento inocente ymorboso. La miraba como mujer madura deseable y apetecible. Mi trato hacia ellacambió, era más servicial, cariñoso y cuando se daba la oportunidad le rozabalas nalgas ó las tetas, la abrazaba y le pegaba mi bulto. A veces la abrazabapor atrás y le pegaba la verga a sus nalgas. Nunca me dijo nada. Ni siquiera séhasta hoy si se dejaba hacer por placer ó por amor maternal. El tiempo seguíatranscurriendo. Los meses pasaron casi siempre con la misma rutina. Una movidadel destino hizo que Rafael tuviera que salir del país, tenía que acompañar auna de sus hijas enferma de cáncer. Mi mamá sintió su ausencia. Pasaba triste,decaída; se le notaba que extrañaba a su amigo y las cogidas que se daban. Undía la encontré sollozando en su oficina, estaba con los ojos rojos, bastantepensativa, sentada en el sillón donde gozaba con Rafael. Me acerqué y lapregunté qué le pasaba y ella comenzó a decirme:


-No me he sentido bien estos días. Primero tu papá nos dejó, gracias a Dioshemos salido adelante. Luego Rafael que me hacía a veces compañía y yo teníacon quien platicar tuvo que irse. Pero así es la vida hijo. Como sea hay queseguir adelante. Después de esto se levantó y siguió hablando cosas por elestilo. Yo continuaba sentado escuchándola y observando su cuerpo.


-Así es mamá –le respondí mientras me paraba y la abrazaba. -Tenemos quecontinuar nuestras vidas. Mi mente estaba en conflicto, pero pudo más mimorboso deseo. La abracé fuerte. Podía sentir sus tetas apretujadas en mi pechoy mis manos se bajaron casi hasta sus nalgas, pero no tuve valor de continuar.


-Gracias por tu apoyo, hijo. Tú siempre has estado pendiente de todo. Al deciresto se dio vuelta, la solté pero volví a abrazarla y esta vez le rodeé lastetas con mis brazos y la verga estoy seguro que la sentía en sus nalgas.


-No te preocupes mamá- le dije. Cuando se fue mi papá tú me dijistes quetomaría su lugar y he tratado de hacerlo. Pero de hoy en adelante quiero queconfíes más en mí y me tengas más confianza. Quiero que te sientas protegida yapoyada por tu hijo. Poco a poco yo había movido una de mis manos y la teníasobre una de sus tetas y podía percibir claramente que estaba exitada, sentíael pezón parado y bien duro. Yo continuaba hablando pero también le apretaba lateta. A los segundos ya ni coordinaba bien mis palabras de lo exitado queestaba. Ella tampoco y no se movía sino seguía pegada a mí.
Luego reaccionó y se retiró, dándome un beso en la mejilla:
-Voy a seguir tu consejo Fede. Ya eres todo un hombre y la persona que tengomás cerca. Tú eres mi único apoyo. Mientras me decía esto nos habíamos tomadode las manos. Una la tenía abajo y le tocaba su pierna cerca de su monte devenus y con la otra le aplastaba una teta. Pude ver que estaba exitada y legustaba lo que sucedía. Disimuladamente volví a abrazarla solo con una manoreiterándole mi apoyo mientras que con la otra, me armé de valor, y la acerquéa su chocha y se la apreté. Siempre teníamos las manos entrelazadas. Con eldorso de mi mano pude sentirla: era grande y esponjada. Senti perfectamente elcolchoncito de su vulva. Esta situación duró unos pocos segundos, pero para mífueron una maravilla. Mamá por supuesto se dio cuenta que la toqué.

-Gracias hijo por tu apoyo –me dijo y volvió a besarme en la mejilla. Esta vezme apretó tanto que tuve que sacar la mano de abajo y la rodeé de la cintura.-De hoy en adelante Fede las cosas cambiarán y seremos más unidos, tú y yo! Tequiero mucho! Gracias! Me dijo esto y me soltó. Estaba agitada, sus ojos lebrillaban, no coordinaba bien sus palabras y sus pezones se traslucían en lablusa. De reojo me veía el paquete. Con disimulo me miraba como se notaba la vergaen mi pantalón.. Yo no sabía si lanzarme en el momento ó esperar. En mi mentecorrían muchas cosas, pero tenía miedo, sentía temor y sobre todo aquellaangustia del rechazo y el escándalo. Eran unos segundos cruciales. Todo cambiócuando de repente me dijo –Bueno hijito, hay que trabajar! y comenzó a ver unospapeles en su escritorio haciéndose la desentendida. Me retiré directamente albaño a darme una señora pajeada. Me la jalé como tres veces y terminé comoloco. Me quedé con ganas. Me quedé con deseos de meterle la verga, demanosearle el culo y las tetas. Tenía ganas de regresar a su oficina y seguirel juego. Quería más, pero no de forma asolapada, sino sabiendo ambos lo queestabamos haciendo. Sin embargo pensé que hasta mucho había logrado. La habíatocado prácticamente todo lo que yo quería y ella había sentido mi exitación yno había dicho nada. Mi mamá que era muy seria y tradicional estaba cayendo sinquererlo, ella por lo menos creo, en una situación de amor filial.
Después de esta iniciación las cosas de verdad cambiaron, era más comunicativa,más cariñosa y me tomaba más en cuenta. Se acercaba seguido a mi oficina achequear como andaban las cosas. Yo mantenía las sillas para los clientes a unadistancia siempre prudencial por si llegaba alguna mujer poder verle laspiernas. Una tarde como a las 6 estaba bastante ocupado, yo creía que todos sehabía marchado cuando mamá se apareció y se sentó frente a mí:


-Parece que estás preocupado por esos reportes Federico –me dijo. Me dí vueltay allí estaba sentada frente a mí, con las piernas cruzadas. No pude ocultar mialegría y mis ojos fueron directamente a sus piernas. Se veía lindísima. Lafalda le llegaba arriba de la rodilla, sobre sus muslos, dejando ver su hermosapierna. Ella por supuesto notó que la miraba y pretendió no haberse fijado.Siguió en su posición y tomó uno de los folders del escritorio y comenzó a“leerlos”.

-Quería terminarlos para estar tranquilo el fin de semana –le dije ydisimuladamente le veía la pierna. Seguimos platicando cosas de trabajo y derepente cambió la pierna, pero esta vez sé que lo hizo con deseos que yo laviera y así fue por que le alcancé a ver el calzón blanco que vestía.

-Yo estoy algo cansada hijo. Aaaah! Quiero relajarme un rato! dijo estirandolos brazos hacia arriba.

-Vamos a ver! –le dije mientras me levantaba y me ponía atrás de ella. Te voy adar un masajito para que te relajes. Vení, pasate a esta silla.
-Ay, gracias qué cosiderado Fede. Y comencé con los hombros. Donde estabasentada me facilitaba acercarle mi paquete que ya estaba pronunciado. Ella otravez lo había notado y lo miraba de reojo.
-Ahora te voy a hacer en el cuello –le dije, y me acercaba topándole la vergaal hombro.

-Aaay qué rico! Seguí así! Qué rico se siente Federico. Así continué unosminutos cuando me sorprendió que me dijera:
-Mirá y por qué no me lo hacés en mi oficina. Vamos, allí está aquel sillón yasí me acuesto, OK? Se levantó y yo la seguía por el pasillo. No dejaba deverle las nalgas y me tocaba la verga. No creía lo que estaba pasando, estababien empalmado y me disponía a tocar a mi madre, mi diosa.
-Me voy a poner boca abajo –me dijo. Se quitó los zapatos y una chaqueta queusaba y se acostó en el sillón. El mismo donde Rafael la cogía. Esto no escasualidad me dije. Me voy a aventar y que todo me salga bien. La falda se lehabía subido y podía verle los calzones. Estaba que la verga me reventaba y yaen el pantalón se notaba lo exitado que me estaba poniendo. Comencé otra vezpor los hombros, le daba masaje y se los acariciaba. Ella solo respondía congemiditos de aceptación.


-Sabés qué? Y por qué mejor no te quitás la falda y la blusa? –le pregunté. Asívas a estar más cómoda y yo voy a hacer mejor mi trabajo.


-Tenés razón –me dijo y se quitó la blusa sin mirarme. Vestía un brassiereblanco con encaje, las copitas transparantes que dejaban ver el inicio de susaureolas. Qué espectáculo. Luego le ayudé a desabrocharse la falda y quedó contodo el culote moreno a mi disposición. Las medias eran pantaletas como otrocalzón encima del ya puesto. Rápido se dio vuelta y no pude apreciar nada soloel gran monte de venus y lo oscuro de la mata de pelos púbicos.


-Uuuy! Me da vergüenza que me veas asiiiií! Mientras se acostaba otra vez bocaabajo. Yo no sabía por donde empezar. Se veía tan buena, tan deseable, tancogible.


-No te preocupés. Relajate que de eso se trata –le dije y esta vez empecésobándole la espalda. Le daba masaje y la acariciaba. Subía mis manos hasta sucuello, hombros y bajaba por su espalda hasta la frontera con las nalgas. Leapretaba la cintura fuertemente las orillas de las piernas hasta llegarle atocar los pies que también se los apretaba.
-Verdad que te gusta? le pregunté. Le daba masaje en un lado y después en otropara no despertar sospechas ó rechazo.


-Aay Fede hijo! Qué rico se sieeente! Ummm, ummm, uuumm!-me decía y yo seguíaconcentrado en mis caricias y masajes. Es hoy ó nunca me dije. Ya no hay vueltaatrás y comencé a tocarla más en forma: le apretaba la pelvis y con el dedogordo le sobaba lo que podía de sus nalgas. Me subía a su espalda y regresaba asus piernas se las agarraba toda y topaba mis manos a su culo. Le flexionabalas piernas para que su chocha quedara a mi vista, cuando le escuché decir:


-Hi....jo! Hi...jo! Aaaay! Hace tiempo hubieras comenzado a darme estosmasajes! Qué ri...co se sieeente.
Yo no contesté sino que comencé a desabrocharle el brassiere y le levanté unpoco para que los tirantes quedaran sobre el sillón. Mi mamá no dijo nadasolamente se dejó hacer.
Me quité los zapatos, me subí al sillón y le daba masajes en la espalda, letocaba la orilla de las tetas y mamá no decía nada solo daba gemiditos deplacer. Le topaba mi verga al culo. Le arrimaba todo mi paquete y ellacontinuaba saboreando el placer que su hijo le daba. Empecé a masajearle lasnalgotas morenas sin protesta alguna de ella. Se las acariciaba fuerte. Toda lanalga hasta donde terminaban y así estuve un buen rato. Le pasaba las manos porlas nalgas apretándoselas sin ningún miramiento, pasaba por las piernas yterminaba en sus pies flexionándolos. Comencé a bajarle las pantymedias queandaba, pero lo hice l-e-n-t-a-m-e-n-t-e. Recuerdo perfectamente que le metílas manos por su barriguita para agarralas y no bajarle el calzón por equivocación.Se las iba bajando y la iba tocando. Le acaricié todas las nalgas sin reparo niremordimiento, seguí con sus piernas hasta que llegué a sus pies. El calzón queusaba no le cubría toda la nalga. Sentía el olor a sexo. Sentía que la vulva latenía húmeda. Se percibía aquel olor inequívoco de semen y líquido femenino. Nopuso objeción. Se mantuvo callada. Solo levantó la cabeza y me volvió a ver concara de “quiero verga”, con cara llena de lujuria y deseo. –Ponelas en elescritorio –me ordenó. -Y si querés quitate vos también los pantalones para queestés más cómodo –me dijo y volvió a recostar la cabeza hacia el lado dondepodía verme. Me veía mientras me quitaba la ropa y cerraba los ojos por unosmomentos. Creo que en este punto ya ambos sabíamos que no había marcha atrás.Ambos sabíamos en qué iba a terminar todo este juego. Mamá no decía nada. Solome miraba mientras me quitaba los pantalones y me quedaba en calzoncillo queestaba todo mojado. También me quité la camisa. Mi erección era evidente. Elcorazón me latía a mil. Ya no tenía vergüenza. Arreglé mi ropa y la puse juntoa la de mi madre. Ella tampoco dijo algo. Eramos dos amantes todavíaasolapados, que se deseaban pero no terminaban de dar el paso definitivo. Meacerqué a mamá y ella solo me miraba a los ojos y observaba como tenía elcalzoncillo, estaba inflado por mi verga parada. Estaba mojado de laeyaculación en seco que había tenido. No pronunciaba palabra.Comencé aacariciarle la parte descubierta de las nalgas. Quería sentir en mis manos suspiernas desnudas y se las tocaba hasta los tobillos, le acariciaba sus pies ydedos. Ella sabía que ya no era masaje, era calentamiento para hacer el amor.Qué sensación más rica. Qué delicioso ver a su madre vencida ante el hijo apunto de ser poseída. No tengo palabras para expresar lo intenso de esaexperiencia. Aún hoy, muchos años después, no he tenido erecciones como la deese día.


-Hiii...jo! Fe...eede -gemía. -Ah. Ah... qué estaaamos haciendo? decíasuavemente. Le abrí un poco las piernas y me acerqué como si ya estuvierapenetrándola y le metía la mano para tocarle lo que podía de las tetas. Bajabamis manos por su cintura y regresaba sobándole las tetas. Mi mamá ya cómplice yanuente a mis caricias se levantaba un poquito para darle más campo a mismanos. –Hiii..jo, hiii...jo! repetía y yo seguía. Me quité el calzoncillo ycomencé a bajarle el blumer. Se lo dejé a la altura de las rodillas. Estaba tanmojado como mi calzoncillo y comencé a besarle las nalgas. Le mamaba las nalgasy le daba besos sonoros. Se las abrí e hice que se pusiera de perrito y comencéa mamarle la chocha. La agarraba de las piernas e incrustaba toda mi cara enmedio de sus nalgas. Le tomaba los cachetes del culo y se los abría para darlelengua en el culo.


-Hiii..iiijo, nooo! Fee..de esto nooooo eee..stá bi...eeen! No o o o o!–repetía mientras se contorsionaba gozando de la mamada que le propinaba. Leagarraba las tetas, le besaba las nalgas, casi se las mordía de la exitación.Era increíble. Era como un sueño.


-Te gusta mamita? le preguntaba. Aaaaaay, Feeederico! Síii ...hii..jooo!Daaame, daaaame riiico papi! Qué hemos Hecho? –preguntaba con la vozentrecortada mientras le metía toda la lengua en su vulva. Le saboreaba todossus líquidos. Me quedaban pelos en la lengua y boca. Me puse de pié y comencé ameterle la verga. Qué delicia! Qué sabroso sentía! Ella se acomodó como laponía Rafael y sólo daba gemidos. Con un dedo le tocaba el ojete y más seretorcía. Le apretaba las nalgas y con los pulgares le masajeaba el hoyo delculo.


-Metéeeemela mi amoooor! Quiero sentirte hiiijo!
Ay Feede! Feee...eeede! Comencé a chuparle el culo y la chocha. Le pegaba enlos cachetes y comencé a penetrarla por el culo. Qué ricura. Ver a tu madrepidiendo más, y más, y más, y saboreando la verga de su hijo.


-Me veeengo, mamaaaá! Me veeee...eengo! le advertí cuando ella aceleró elculeado hacia atrás y terminé dentro de ella. Fue una explosión de placer. Elladio un grito como nunca lo había escuchado. Solo se dio vuelta y comenzamos abesarnos como locos. Me metía la lengua hasta la campanilla, casi me mordía. Yola abrazaba fuerte y le sobaba las nalgas, se las apretaba y seguíamosbesándonos. Nos tiramos al suelo. Mamá me besaba, me tocaba y me miraba. Mevolvía a besar y a abrazar.

-Gracias hijo! Gracias mi hombre!-me decía.

-Gracias a ti mamá! le contesté.
Después de esa tarde, nuestros encuentros fueron seguidos. Al inicio lohacíamos todos los días en la oficina. Mi hermana jamás se enteró de nada.Después conocí a la que hoy es mi esposa con quien hemos procreado 3 hijos. Alcabo de unos años llegó a Costa Rica un vendedor de una fábrica de cementoblanco, se enamoraron y hoy viven en Barcelona, España. Gracias mamá! 

1 comentario - Amor de hijo a madre

AldinGomez
Van.dos relatos en donde los hijos no le maman los senos a sus mamas eso.le falto al.relato aparte nada fuera de lo comun chafa