Fabiana me pidió que le dé el gusto...

(Este es un relatoescrito a pedido de Fabiana, una docente amiga)
Hola, les cuento queme llamo Fabiana, soy docente, y detrás de mi espíritu casi angelical y mipostura honesta en la escuela, soy una perra que siempre quiere que la hagangozar en la cama. Después de varios años de fidelidad y amor mutuo, mi esposo,El Tigre, quiso agregarle picante a nuestra relación, y así es que me empezó apedir que agreguemos auno más a nuestras noches de pasión.
La verdad al inicio me incomodaban un poco susfetiches pero me fui acostumbrando, al fin y al cabo mejoraron nuestra vidasexual que se volvió más intensa y sobre todo más frecuente. Mi marido meinsistió en buscar a un cómplice para nuestras travesuras, y sugirió a su amigoJuan.
No era precisamente mi tipo pero al menos no meera indiferente.
Solo un detalle no terminaba de gustarme
- Amor, insisto en que Juan use preservativo -dije con seriedad
- Pero no hace falta, te estás tomando laspastillas anticonceptivas
- Pero pueden llegar a fallar, ¿y si Juan me dejapreñada? a ver, ¿te va a gustar que quede embarazada de tu amigo?
- Es que me calienta mucho pensar que te los echenadentro. Bueno, que use el preservativo pero alguna ocasión déjalo que termineadentro ¿si?
Y fue así como comenzamos una nueva etapa en nuestravida sexual, una etapa que resultó ser muy emocionante.
Mi marido habló con su amigo y le explicó lasreglas del juego:
1. Todos los encuentros siempre en presencia de mimarido
2. Todos los encuentros con preservativo, salvoprevio aviso
3. Todos los encuentros en nuestra casa o donde mimarido y yo decidiéramos
4. No sexo anal
5. No dramas ni celos
6. Solamente nosotros tres, y ni una sola personamás, sin excepciones
7. Cuando alguno de los tres así lo decidiera, eljuego se acaba, sin preguntas ni reclamos
A pesar de que quedamos todos de acuerdo, pasaronal menos tres semanas para que sucediera el primer encuentro.
Eran aproximadamente las diez de la noche yestábamos mi marido y yo en casa ya en pijama.
De repente y sin previo aviso Juan nos tocó a lapuerta. Venía de la oficina y sonriendo nos dijo:
- Buenas noches, ¿interrumpo?
- No, en absoluto amigo, pasa, pasa - dijo mimarido sorprendido porque no lo esperábamos
Pasamos al living donde charlamos brevemente yluego nos pusimos a ver Netflix.
- ¿puedo sentarme yo con Fabiana? - preguntó Juan,con un poco de nerviosismo
Mi marido me miró dejándome a mi la decisión ycontesté: ¡claro! ¿por qué no?
Mi marido se fue al sillón y Juan y yo nos fuimosal love seat, donde casi de inmediato pasó su brazo por mi hombro paraestablecer contacto físico. Sentí que su mano temblaba un poco, quizá por laemoción de lo que ya todos intuíamos que estaba a punto de suceder. Luego deunos instantes, le dije a Juan que quería ponerme un poco más cómoda y merecosté sobre su regazo.
Tuve que encoger las piernas para caber en el loveseat y entonces mi pijama a pesar de ser holgada dejó ver las pronunciadascurvas en mis caderas, trasero y piernas. Pude percatarme de que Juan me mirabade reojo.
Pasaron algunos minutos en los que los tresseguíamos actuando normalito, y entonces supe que si algo iba a ocurrir esanoche, tendría que tomar yo la iniciativa. Así que sin más, comencé a sobar laentrepierna de Juan, quien se relajó y se dejó hacer, correspondiendo con susmanos en mi trasero. Mi marido nos miró cómo nos acariciábamos y sonriósatisfecho. Entonces me aventuré un poco más, y abrí la bragueta de Juan paradejar salir su ya erecto pene, el cual acerqué a mi boca para engullirlo de unbocado tan adentro como lo pude tolerar. Los ruidos de la mamada que le estabadando a Juan estimularon a mi marido a sacar su pene y masturbarse suavemente.
- Nunca imaginé algo así - Pensé al seguir mamandoel pito de Juan mientras los tres veíamos Netflix.
- ¿Quieres ir a la cama? - Pregunté a Juan
- ¡por favor! - contestó ya muy excitado
Me levanté y le dije a mi marido:
- Ahorita venimos amor, vamos un momentito arriba
- está bien, en un momento los alcanzo - contestócon sonrisa de complicidad
Apenas alcancé a escuchar lo que Juan le preguntóa mi marido en voz baja:
- Entonces, ¿puedo acabar adentro de ella?
- Si, ella ya sabe, ¡buen provecho! - contestó miesposo
Subimos las escaleras y entramos directamente a laalcoba. Nos quitamos la ropa y nos metimos abajo de las cobijas.
Juan estaba ya muy ansioso por cogerme, pero yoquería mi juego previo y se lo hice saber.
Nos acariciamos mutuamente con mucha pasión, y élintrodujo sus dedos a mi vagina mientras yo masturbaba lentamente su peneapretándolo fuertemente con mi mano. Nos besábamos y frotábamos uno en el otro.Rodábamos abrazados en la cama de un lado para el otro. Luego hicimos unsesenta y nueve yo arriba de él. Juan estrujaba mis nalgas metiendo su lenguaen medio de mis labios vaginales mientras yo llevaba su pene hasta mi garganta.Mis grandes senos estaban embarrados en su vientre.
Luego se detuvo y me exigió:
- Ya déjate coger Fabiana, estoy bien caliente
Entonces me recosté y abrí mis piernas pararecibirlo en posición de misionero.
Juan se incorporó de inmediato, se puso en mediode mis piernas, nos cubrió hasta arriba con las cobijas y finalmente se hundióde una sola estocada en mi empapada vagina. A pesar de estar tan mojada, y apesar de que su pene no era tan grande, me dolió cuando entró. Solté un - ¡ay!y le clavé las uñas en los hombros, lo cual lejos de disuadirlo parecióexcitarlo aún más. Luego comenzó a cogerme fuertísimo, de una manera violenta,casi como si quisiera lastimarme en vez de hacerme gozar. Tomaba impulsolevantando su cadera para después arremeter con todas las fuerzas de las queera capáz, mordiendo mis senos y apretujando mis nalgas.
Yo no sentía dolor, de hecho me estaba gustando,literalmente estaba siendo dominada, poseída, ni siquiera podía moverme paraempatar el ritmo de sus embestidas. Solo me dejé tomar sumisamente mientrasrespiraba entrecortadamente por la rudeza de la cogida que me estaban dando.
Su pene no era lo suficientemente grande parahacerme gemir, pero me gustaba cómo me piqueteaba el hueco, y de vez en cuandodejaba escapar algún suspiro de placer.
El ruido de la cama pegando contra la pared, delos gruñidos de Juan, y de mi agitada respiración fueron los que hicieron quemi esposo se apresurara y entrara a la habitación. Pensé que iba a quererinteractuar en un trío, pero se quedó en el umbral de la puerta masturbándosemientras veía a su amigo Juan hundiéndose furiosamente en mi. El problema esque mi marido solo nos veía revolcándonos debajo de las cobijas, así que seacercó y nos destapó para poder ver el espectáculo completo. Y lo hizo justo atiempo, porque un poco después Juan no aguantó más y terminó adentro de mí enun ruidoso orgasmo.
Fue entonces que entendí por qué Juan había dejadopasar tres semanas para venir. El muy cabrón había estado acumulando semen elcual descargó en mis entrañas con su pene totalmente encajado en mi vagina. Alterminar su orgasmo salió de mí e inmediatamente una buena cantidad de su semenescurrió empapando la sábana. Mi marido estaba extasiado y entonces se subió ala cama y me penetró sin importarle que estuviera totalmente impregnada de losjugos de su amigo.
Comenzó a cogerme deliciosamente mientras mepreguntaba:
- ¿te gustó princesa? ¿te gusta tener dos pijaspara tí?
- si mi amor, me encanta que me cojan dos pijas -contesté verdaderamente excitada
El pene de mi marido es delicioso y yo delirabasintiendo como entraba y salía de mi con la fuerza y velocidad perfectas paravolverme loca. Yo me sentía mojadísima y ya no supe si era mi humedad o todoese mar de semen que Juan eyaculó dentro de mí. Eventualmente mi marido llegó asu límite y también terminó adentro de mí. Procurando que hasta el últimochorro de su semen quedara dentro de mi vagina. Los tres estábamos en la ampliacama tirados tratando de recuperar nuestros alientos. Entonces Juan que yahabía tenido oportunidad de recuperarse me puso en cuatro y se dispuso aposeerme otra vez en posición de perrito.
Juan no perdió su estilo y me daba unas embestidasinmisericordes haciendo que el impacto con mi carnoso trasero sonaraescandaloso, lo cual prendió a mi marido y le ocasionó una nueva erección. Yoestaba increíblemente excitada, era la primera vez que me estaba comiendo dospijas al mismo tiempo, reales y adentro de mí, uno por la boca y el otro por mivaginita.
Juan me nalgueaba fuerte y me piqueteaba con supene que sentí más grueso que la primera vez que me penetró, ignoro si fue miimaginación o era por la posición en la que estábamos, pero de verdad lo sentíamás ancho.
- Este culote es para cogérselo bien, y no amedias - dijo Juan con morbo
- cógeme Juan, párteme por la mitad - decía yo
- ¿quieres verga putita? pídeme verga y te la doy
- AH, AH, AAAAHHH, DAME VERGA, QUIERO VERGA
- Que rica te ves así de nalgas y recibiendo vergami amor - dijo mi marido
Yo ya no dije nada porque volví a meterme la pijade mi marido a la boca para darle la mamada más lasciva de la que alguien fueracapaz. Luego a mi marido se le ocurrió la idea más genial que a alguien se lehubiera podido ocurrir, y se puso detrás de mí junto a Juan, para luego tomarturnos para cogerme. Se alternaban y yo podía sentir perfectamente ladiferencia en grosor y longitud de sus penes, dándome a saber quién tomaba elturno para hacerme su puta.
Y así con cuatro acabadas en mi interior tuve quepasar la noche. Estábamos ya cansados y decidimos dormir. Juan durmió conmigoen la cama y mi marido fue al cuarto de huéspedes. Yo sé que él hubiera queridoque la acción siguiera durante la noche pero no, solo dormimos. En la mañana,me despertó la sensación de mis senos siendo succionados.
Abrí los ojos adormilada y vi a Juan muy excitadoque ya comenzaba a acomodarse para tomarme en posición de misionero. Yo abrílas piernas para facilitar la faena y entonces sentí mis muslos pegoteados portodo el semen que durante la noche salió y se secó en mi piel.
Tuvimos un mañanero delicioso en el que me penetróenfebrecido por el deseo, gozando con mis formas, besándome y enredando susdedos en mi largo cabello. Se vino adentro de mí descargando semen de maneragenerosa, y yo pensé: ¿de donde demonios saca tanto? Luego de terminar selevantó y me dejó ahí en la cama, inmóvil con la mirada clavada en el techo.Fue entonces cuando entró mi marido a reclamar lo que era suyo y me montótambién en posición de misionero, penetrándome gentilmente mientras me decía:¿cómo amaneció mi princesa?
Lo abracé con brazos y piernas y nos mecimos en lacama con un ritmo delicioso, las lágrimas se me salían del placer y apenaspodía respirar por tanta excitación. Luego mi esposo también se derramó dentrode mí regalándome un delicioso, intenso y profundo orgasmo que pareció duraruna eternidad. Cerré los ojos y cada espasmo me hacía ver lucecitas. Luego deeso mi marido me indicó que ya me había preparado todo para que me diera unaducha. Pero no.... yo quería seguir disfrutando la sensación de estar sudorosay desaliñada. Sudor mío y de ellos en mi cuerpo. Sentir mis entrepiernaspegajosas por tanto semen seco. Sentir el viscoso líquido escurrir desde miinterior.
Y una novedosa pero erótica sensación de vacío enmi irritada vagina. Una sensación de que algo hacía falta adentro de ella, comosi algo grande hubiera estado alojado adentro y hubiera dejado mi carnedilatada. Con esta marea de sensaciones bajé como pude a hacerles el desayuno.

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