La noche de ayer...

Mi marido llegó eufórico aquella tarde, con un ramo de rosas rojas (mis favoritas) y una botella de champán.
-¡Se hace, lo del Malbec se hace...!- exclama, como si hubiera convertido el gol de su vida.
-Los gallegos están chochos, ya estuvieron haciendo números y es un negocio redondo- me explica, mientras descorcha el champagne y llena dos copas.
-Este año si que nos vamos a poder ir de vacaciones, adonde vos quieras...- me promete, tendiéndome una.
No le quiero pinchar el globo con lo de la pandemia y todas las posibles restricciones, así que brindamos por la buena nueva, sellando la promesa con un beso.
Beso que comienza con un pico, para continuar con un chape en toda regla.
Dejamos las copas y nos abrazamos, dejando que nuestras lenguas nos indiquen el camino a seguir.
¿Un polvo con mi marido un día de semana a las tres de la tarde?
A esa hora, un jueves, me imagino en un telo con cualquier otro, Cacho, Víctor, o alguien del momento, pero mi marido está especialmente motivado. 
Los éxitos laborales impulsan su hombría, sobre todo aquellos que involucran generosas comisiones.
Sentía su erección frotándose contra mi entrepierna y agradecía no haberme encontrado con Víctor aquella misma tarde, sino tendría toda esa parte sensibilizada de tanto coger, por lo que hubiese tenido que recurrir a la más común de las excusas: "Hoy no, estoy indispuesta...", y con el entusiasmo con el que venía, no se merecía que le bajara la libido de esa manera.
Cogimos en el sofá del living, rodando luego por la alfombra. Ahí nos echamos el primero, el segundo fue en la cama.
-Lo malo es que me voy a tener que ir el fin de semana a Mendoza- me dice luego de hacer el amor.
Las oficinas de la bodega están en Mendoza, así que lo lógico era que el contrato se firmara allí.
-Viajo el viernes en la tarde, el sábado firmo y el domingo ya estoy de vuelta- 
El Ro todavía está en lo de los abuelos, por lo que un fin de semana para mí sola, relajada, mirando películas en Netflix, no me parece mala idea.
Hasta ahí todo pintaba normal, mi marido viaja, tal como dijo, el viernes por la tarde. A la noche me llama desde Mendoza para avisar que llegó bien, sin contratiempos. Nos quedamos charlando un rato, tras lo cuál nos despedimos, por mi parte deseándole éxitos y más éxitos.
Mientras hablábamos había dejado llenando la bañera, para darme un relajante baño de inmersión.
Cierro la canilla, agrego al agua sales y aceites, enciendo un par de velas aromáticas, y... me falta algo. ¡La música!
Voy a buscar mi celular, y cuando estoy volviendo al baño, tocan el timbre.
Son las nueve de la noche, ¿quién puede ser a esa hora?
-¿Quién es?- pregunto por el portero eléctrico.
-Yo, Víctor- me responde con su inconfundible voz.
Tardo un momento en asimilar la sorpresa.
-¿Vos no tendrías que estar en Mendoza?- le pregunto sorprendida.
-Sí me invitás a pasar, te lo explico- me dice.
-Ah sí, perdón...- me disculpo, presionando el botón que abre la puerta de calle.
-Ya firmé todo lo que había que firmar, de lo demás se encargan mis abogados- me aclara cuando le abro la puerta del departamento.
Me rodea la cintura con un brazo, me pega contra su cuerpo y me besa en la boca. Bueno, a decir verdad, nos besamos, porque yo misma me entrego mansamente a los designios de su lengua.
-Se me ocurrió que podríamos brindar por ésta nueva sociedad- me dice mostrándome una botella de champán, pero no uno terrenal como había traído mi marido, sino un "Dom Pérignon", de los que tienen precio en Euros.
-En realidad el brindis lo tendrías que hacer con mi marido- le aclaro.
-Creo que la voy a pasar mejor con su esposa- repone, volviéndome a besar.
Luego habría de enterarme que en realidad no hacía falta que mi marido viaje a Mendoza, que le podrían haber mandado todos los documentos, el tema era que Víctor quería tenerme toda una noche para él.
Que un tipo se tome todas esas molestias, solo para encamarse con vos, realmente es digno de admiración.
Abre el champán, lo sirve en sendas copas, y tras brindar por nosotros, le digo:
-Justo estaba por darme un baño de inmersión...- y yendo hacia el baño, agrego incitante: -¿Querés venir?, hay lugar para dos...-
Por supuesto que viene, agarra su copa, el champán y me sigue, como perro alzado tras la hembra de su jauría.
Nos desnudamos y entramos a la bañera, cada uno en un extremo, enfrentados, nuestros cuerpos rozándose por debajo del agua.
Deslizo una mano por sobre sus piernas y le agarro la pija. Obviamente que ya la tiene parada.
Él también desliza sus dedos en torno a mi sexo, acariciándolo solo por fuera, sin llegar a entrar.
Nos masturbamos en forma mutua y acompasada, sin apurarnos, ya que no buscamos el orgasmo inmediato, solo entrar en clima.
-Este es el mejor contrato que he firmado en mucho tiempo...- suspira, relajado, dejándose embriagar por el afrodisíaco aroma de las sales de baño.
-¿Ya celebraste así con otras esposas?- le pregunto sin dejar de menearle la pija.
-Aunque no lo creas ésta es mi primera vez...- me asegura, metiéndome ahora sí los dedos dentro de la concha.
-Tenés razón, no te creo- replico, apretándole la pijota.
Se estremece, soltando un gemido.
-Es que no me pude resistir- me halaga, intensificando sus caricias.
Me levanto de pronto, chorreando espuma fuera de la bañera, y me siento prácticamente sobre su cara, de forma que mi concha le queda servida en bandeja, para que me la chupe a su antojo.
Lo primero que hace es meterme la lengua y lamerme toda por dentro, punteándome en esos lugares en dónde la sensación resulta más exquisita.
Luego me muerde el clítoris y los labios, provocándome un estremecimiento en todo el cuerpo.
Víctor en verdad sabe cómo usar su boca para dar placer, matizando entre chupadas y mordidas, para que no resulte tan monótono.
Mientras él me chupa, yo lo sigo pajeando, sintiendo como la verga se le endurece cada vez más. Me resulta tan tentadora que me aparto de su boca y me acomodo encima de ella.
No me la meto todavía, sino que me la refriego por entre los gajos, los que al sentir esa vibración cercana, se abren con ánimo de devorarla. Pero, como buen amante, él se anticipa a mi deseo, y agarrándome de las nalgas, empuja hacia arriba, mandándomela  a guardar bien adentro. Todo mi interior se ciñe en torno a tan vital elemento, apretándolo, engulliéndolo, alimentándose de su energía.
Arqueo la espalda, y echando la cabeza hacia atrás, me libero en una catarata de placidos y exultantes gemidos.
Víctor me suelta las nalgas y aprisiona mis pechos, apretándolos, amasándolos, haciéndome gemir más todavía.
-¡Puta... puta hermosa!- exclama mientras su pija empieza a moverse en mi interior, llenando hasta el último rincón con su consistencia.
Me muevo yo también, yendo al encuentro de esa potencia demoledora que me captura y me mantiene de rehén sin brindarme escapatoria alguna. Escapatoria que, por otra parte, no busco ni quiero.
PLAP PLAP PLAP... 
El agua con espuma salpica para todos lados a causa del agite de nuestros cuerpos.
PLAP PLAP PLAP...
No nos damos tregua, mirándonos fijo mientras nos embestimos, desafiantes, jugando a aguantar el orgasmo hasta el último momento. Yo no puedo, acabo en medio de un estruendo, derrumbándome sobre su cuerpo, empapada y no solo por el agua.
Me levanto y salgo de la bañera, necesito un respiro, una pausa, pero Víctor se levanta tras de mí, y estampándome de frente contra la mampara, las tetas contra el vidrio, me la mete por el culo.
Dos, tres, cuatro arremetidas y me acaba adentro, cálido, violento, impetuoso.
La cabeza me da vueltas, el corazón me golpea en el pecho, el culo me arde, pero la satisfacción que me proporciona es mucho más intensa, más reconfortante.
Cuándo salimos del baño, los dos ya estamos más calmados, con esa relajación que viene después del sexo, del buen sexo.
Nos vestimos mínimamente, él apenas con un calzoncillo, yo con su camisa. En la cocina preparo una ensalada para la cena, que compartimos con un buen vino.
Hablamos de todo un poco, compartiendo anécdotas de vida y de trabajo. Por un tácito acuerdo ninguno menciona a su pareja ni a sus hijos, solo importamos nosotros, y ese momento, como si estuviéramos en una burbuja que nos mantiene alejados de lo mundano.
Luego de la cena vuelven los besos, las caricias, su mano deslizándose por entre mis piernas. No me puse bombacha, así que la mano accede sin traba alguna a mi intimidad.
-¡Estás mojada...!- susurra.
-Siempre lo estoy...- asiento en un suspiro.
Nos besamos. La mano que no me está explorando, me acaricia las tetas, mientras yo le amaso el paquete por encima del slip.
Se lo bajo y le doy una sacudida. Entre mis dedos alcanza su plenitud. Glorioso, omnipotente.
Me inclino y me lo meto en la boca, dejándome llenar el paladar con el sabor de su virilidad. Jadea cuándo se la empiezo a chupar, comiéndomela toda, hasta los pelos, manteniéndola un largo rato adentro, succionando, empachándome, para luego soltarla, entumecida, ensalivada, y lamérsela por los lados, llenándola de besos, de caricias, de lamidas.
Me vuelvo a atragantar con todo ese pedazo, sorbiendo con fuerza, sintiendo cómo se le hinchan las venas con cada chupada. Pero aunque lo disfruta intensamente, me aparta, me hace a un lado. Me mira embelesado y me besa. Se levanta y agarrándome de la cintura, me sienta sobre la mesa. 
Mientras se saca el calzoncillo, me abro de piernas y me acaricio la concha. La humedad se impregna en mis dedos.
Viene hacía mí, la pija como un ariete, y me penetra, haciéndome soltar un suspiro rebosante de placer y emoción. Me coge con un ritmo lento, pausado, disfrutando de esa resbalosa fluidez que nos permite estar plenamente unidos, al completo, sin fisuras.
Me alza en sus brazos, y sin sacarme la pija de adentro, me lleva fuera de la cocina.
Así, en upa, atravesamos el pasillo cuyas paredes están cubiertas de retratos familiares. Es ahí, al ver una foto de mi marido y del Ro en un día de camping, que me acuerdo que al otro día, temprano, tengo que ir a buscar a mi hijo a lo de los abuelos.  
Entramos a mi cuarto. Víctor aún me sostiene entre sus brazos, moviéndose dentro mío mediantes hábiles movimientos de su pelvis. Yo también me muevo, ansiosa por sentirlo en toda su inmensidad, lo más adentro posible, llenándome, impregnándome de su ser.
Cuándo me deposita de espalda en la cama, me entrego a él sin renuencia, sin guardarme nada. Toda abierta, húmeda, lubricada.
Echado encima mío me garcha con más fuerza, ya sin tanta delicadeza, dejando asomar el instinto primitivo, primordial, la verdadera naturaleza de un hombre.
Nos besamos con avidez, con fruición, chupándonos, mordiéndonos, resbalando, fluyendo el uno dentro del otro.
Cuándo él se aleja, voy en su búsqueda, impulsando mi pelvis hacia arriba, cuándo soy yo la que se aleja, él viene a mi encuentro, golpeándome, buscando siempre el encastre perfecto.
Se revuelve dentro mío, haciéndome sentir en pleno esa fuerza magnánima que se potencia en mi interior.
Lo abrazo, lo beso, lo chupeteo, embriagándome con su sabor, sintiendo que podría estar toda la noche disfrutando de ese delicioso retumbar en mis entrañas.
Víctor sale de mí y se tumba de espalda, soltando una retahíla de suspiros. Está en ese punto en que la excitación es tanta, que no puede acabar, así que me subo encima suyo, y metiéndomela con la habilidad que otorga la experiencia, lo empiezo a cabalgar.
Arriba, abajo, una y otra vez, mis pechos sacudiéndose libres y pesados, la verga del socio de mi marido hundiéndose completamente en mí, fluyendo hacia mis profundidades más recónditas.
Su respiración se vuelve más agitada, también sus jadeos, las señales resultan claras e inequívocas, así que acelero el ritmo, saltando prácticamente sobre su cuerpo, hasta que siento como todo su cuerpo se tensa, se estremece, y una humedad desbordante se extiende por toda mi entrepierna. Acabo yo también, uniéndonos los dos en un disfrute de esos que te dejan una marca en el cuerpo.
Tardamos un rato, un buen rato, en recuperar la calma, en volver a respirar con normalidad. El polvo, ese terrible, alucinante y espectacular polvo, nos había dejado inmersos en una reconfortante bruma de la que fuimos emergiendo poco a poco.
Durante un momento ninguno dice nada, los suspiros todavía prevalecen por sobre las palabras, pero solo mirándonos y tocándonos nos expresamos lo que sentimos.
Dormimos abrazados, de cucharita, sintiéndonos durante toda la noche, aún oliendo a sexo, compartiendo el calor del otro.
Por la mañana, con los primeros rayos del sol filtrándose por los postigos de la ventana, nos despertamos. Nos damos los buenos días y nos besamos, sintiendo que esa pulsión todavía está ahí, latente, indisoluble.
Nunca me había resultado tan placentero un mañanero en domingo.
Luego nos duchamos, desayunamos juntos, y de a poco vamos volviendo a la realidad. Él debe tomar un vuelo para volver a Mendoza, yo debo ir a San Justo a buscar a mi hijo.
Nos despedimos con una larga sucesión de besos y caricias, y aunque no nos prometemos nada, sabemos que volveremos a estar juntos como esa noche, quizás ya no en mi casa, pero sí pernoctando en un telo o en su departamento de las torres " El faro".
Antes de salir para lo de mis papás, limpio toda la casa, deshaciéndome de cualquier posible evidencia que me incrimine. Dejo todo inmaculado, con ese aroma a hogar que hace imposible notar el menor vestigio del sexo desenfrenado vivido allí mismo unas horas antes.
"La pasé muy bien anoche...", me escribe Víctor, seguramente ya desde el aeropuerto.
Leo el mensaje, lo borro y salgo hacia San Justo a buscar a mi hijo...




La noche de ayer...


putita




 


















 





















21 comentarios - La noche de ayer...

dantraloco
YO tambien quiero hacer negocios con tu marido jajajaa
Van diez puntos.
MIsko-Jones +1
te llevaste una buena comision por ayudar a cerrar el trato
¿es la primera vez que tenes un amante durmientdo en tu casa?

besos Misko
blituXXX09
Te leo desde que estuviste con Diego el amigo de tu marido y estos relatos son lo mejor del mundo
gerardoriker +1
que envidia le tengo a victor y la suerte de póder tenerte, fantaseoc con vos diosa, y con llenarte bien la copnchita de mi leche y embarazarte desde que lei el anterior relato con tu otro amante



cuernos
Desert-Foxxxx
Al final tu marido es medio inutil con los negocios y vos le haces todos los tratos jaja
Calculo eras vos la otra vez en la plaza cerca de tu casa que tiene el hospital y estaban con un conjunto negro y verde medio flúor no?
voyeur18
que putita ..hermosa concha ..marita
celta05
Que tetotas Marita. Por fin algo que merece ser leído. No es lo que se relata si no como lo haces. Coger con vos debe ser genial. Tanto como pasar un rato.
Sute41
@Maritainfiel, no me canso de decirlo. Tus palabras me transportan, es como si estuviera viendo todo lo que relatas. Me volas la cabeza... Van 10 puntos... y no pierdo la esperanza de ser algun amante ocasional... besos en ese hermoso par de tetas.
catrro
Me volaste las dos cabezas..... te quiero conocer!!!
catrro
Me volaste las dos cabezas..... te quiero conocer!!!
DIEGOTE19X5
Infernal relato nena sos una bestia cogedora
DnIncubus
La estratega de los negocios eres tú, si tu esposo le va mal ya estas asegurada en otro lado, buena esa Jajajaja, dizque limpia la casa para no dejar la evidencia, grande bandida, solo 2 fotos, muestrate completa para ver bien esa mercancia
chelocabito
Excelente relato!!!lo malo que no se puede dar mas de 10 puntos.
Sin dudas se firmo un buen contrato y vos te encargaste de cerrarlo y asegurarlo
Loza_Kyle
Siempre tan contundentes y expresivos tus relatos son un obra de arte es hermoso leerte diosa... Ojalá cuando valla te cruce o vengas a Cordoba y nos crucemos saludos diosa!!!
Pervberto
Grande, Marita, asegura placeres literarios y erecciones.
Guiyote07
Tre-Mendo...cada vez relatas mejor tus aventuras....mortal. salen +10
criselkpo
Muuuuuuyyyy hot.... 🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥👍💦💦
manuser1
Imagino que vas a quedar embarazada de la forma más morbosa posible bb... 😈😈😈