Eres adicta al sexo?

Mi Cris, te recuerdo anoche hundiendo tu cara en mi cuello mientras mis dedos bajan por tu espalda desnuda, haciendo que tu piel se erice y tus hermosos senos se acurrucaran en mi pecho, buscando el roce que pusieran más erectos si cabe, a tus pezones. Luego los mirabas mientras los movías viendo cómo se erizaban las aureolas y los pezones me apuntaban provocadores. Y me mirabas con esa cara tan deliciosamente especial que tienes cuando ardes de calentura y deseos, cuando tu inmensa sexualidad se hace dueña de vos y todo te vale para gozar.
Tu respiración es cada vez más agitada, con la boca abierta porque ya estás en tu paraíso de placer y entrega, refregándote entre mis piernas. Siento la humedad de tu concha sobre mi pija, a la que, masturbándote con ella, besan sin parar con movimientos armónicos, tu clítoris y labios.
El movimiento sinuoso de tus caderas me incita a agarrar con fuerza tus nalgas, y me rindo sin condiciones al lujurioso placer de sentir tus dientes clavándose en mi cuerpo como loba en celo que marca su territorio haciéndome tuyo otra vez.
Y así sigues masturbándote sobre mi endurecida verga, gimiendo de placer, perdida en la plenitud de tu desenfrenada adicción al goce sexual, hasta que una de mis manos se aferra a tu hermosa teta presionándola, mientras la otra te agarra del pelo y tiro hacia atrás dejando el cuello al alcance de mi boca, que beso, lamo y chupo salvajemente.
Es el momento en el que ante tantas sensaciones dejas de resistir la venida del orgasmo y explotas en un largo aullido, gritos y palabras obscenas, nada frecuentadas por vos. En el fragor de la calentura, sientes que te viene otro espasmo y te sientas sobre mí, agarras la pija y te la penetras, ahora con movimientos rapidísimos de caderas mientras tus tetas las aprisiono en mis manos masajeándolas sin parar. Disfruto viendo serpentear tu hermoso cuerpo teniendo como eje la verga que acaricia tu interior a tu antojo y placer, hasta que siento como la concha se cierra presionándomela, es tu nueva explosión de fuego venida de tu húmedo y ardiente infierno de placeres infinitos. Tras minutos de quietud y silencio, abres los ojos, ambos nos regalamos una sonrisa de complicidad, nos decimos lo mucho que nos queremos, te colocas entre mis piernas, las acaricias y lames, también los testículos, la pija, la cabeza, te la penetras esta vez en tu hermosa boca y me la mamas…

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