El portero de la calle Helguera 2 (trans)

Gracias por los comentarios y los puntos, prosigo entonces con mi historia:
Después de haberle hecho la paja al portero, volví a mi casa, y aprovechando que no estaban mis viejos, entré a su habitación a buscar la revista porno que guardaban debajo de la cama.
Aunque ya la había visto varias veces, volví a hojearla con renovado interés. Ya había sentido entre mis dedos una pija de verdad, por lo que las fotos adquirían una nueva dimensión frente a mis ojos.
Pero cuánto más miraba, más me lamentaba, ya que veía como las bocas de las mujeres se comían esos terribles chotazos, y aunque yo había tenido ganas de hacer lo mismo, no me había atrevido.
Quizás si él me lo hubiese pedido, pero no me lo pidió. ¿Acaso no le gustaría?
Me pasé todo ese día y el siguiente comiéndome la cabeza, lamentándome una y otra vez por no animarme a dar ese paso.
Unos días después volví al edificio, a la misma hora, a las ocho de la mañana.
Él estaba barriendo la vereda, pero al verme, me hizo un gesto para que lo siguiera, y entramos, volviendo a recorrer el mismo camino que aquel primer día.
Ésta vez, sabiendo ya lo que iba a ocurrir, sentía como un millar de mariposas en el estómago.
-Sabía que ibas a volver- me dice ya en el pasillo, tomándome de la cintura, como lo haría cualquier hombre con una chica. Eso me encantó.
Entramos al mismo cuarto, me convida un mate, y mientras me lo tomo,  comienza a desprenderse el pantalón.
-Empezá vos y y después si me animo también te la hago- me dice.
Pero antes de que pueda agregar nada más, se la saco afuera yo mismo, e hincándome de rodillas, como lo hacían las modelos de la revista, me la meto en la boca.
Eso sí que lo sorprendió, pero superado el estupor inicial, puso las manos en la cintura, dispuesto a disfrutar de lo que vendría a continuación. 
Era la primera vez que hacía algo así, que tenía una parte importante de un hombre dentro mío, solo sabía lo que había visto en la dichosa revista de mis padres, pero por alguna inspiración divina, se la empecé a chupar como si mis labios ya tuviesen un amplio entrenamiento al respecto.
Por como lo gozaba el tipo, entre exaltados suspiros, la cara como en trance, lo estaba haciendo más que bien.
Será que cuándo hacés algo que te gusta, no hay forma de hacerlo mal.
Yo seguía chupando y chupando, sin saber cómo continuar de ahí en más. Por suerte, él decidió por mí.
Me levantó de un tirón, arrebatándome tan delicioso pedazo, y tras mirarme brevemente a los ojos, me besó en la boca. Pero no con un pico, sino con un chupón intenso, profundo, como en las películas. ¡Mejor que en las películas!, porqué era yo el que lo disfrutaba.
Mientras nos besábamos, me baja el pantalón, el calzoncillo, y pegando su pija a la mía, agarra las dos juntas, y las masturba en bloque.
¡Que delicia por Dios! Sentir su lengua entrelazada a la mía, y su sexo junto al mío, creí nada podría superar eso, pero estaba muy equivocado.
Me vuelve a mirar en esa forma en qué nadie me había mirado jamás, y dándome la vuelta, me reclina sobre la mesa.
Me acaricia las nalgas, deslizando sus dedos por toda la raya, haciéndome estremecer.
Giro la cabeza y lo veo parado tras de mí, la pija combada hacia arriba de tan dura que la tiene.
Primero me mete los dedos en el culo, para dilatarme, tras lo cuál se escupe un par de veces en la mano, extendiendo toda esa saliva en torno a la punta de la pija.
Cuando siento que me la apoya, creo que voy a morirme. 
-¿La querés? Pensalo bien, porque una vez que empiece no voy a poder parar- me dice, dándome unas cabeceaditas que me vuelven loco.
Lo veo a él, tan excitado, le veo la pija, tan bellamente enhiesta, ¿cómo podría decirle que no?
-¡Sí, la quiero...!- le aseguro con todas mis ganas, estirando una mano para acariciarlo.
¡Ay, cuando lo siento por entre los cachetes de la cola! No me olvido nunca de esa sensación. Cómo me acomoda la pija y presiona hacia dentro, con fuerza, tratando de vulnerar ese orificio todavía virgen de mi cuerpo.
Obvio que me duele, pero me la aguanto, no vaya a ser que se arrepienta y me la saque.
-¡Ahh... Ahhhh... Ahhhhh...!- me empiezo a quejar cuando consigue meter la puntita del glande.
¡Que placer, por favor! No me había metido casi nada y yo ya estaba que me meaba del gusto.
Por supuesto que sigue empujando, con más firmeza cada vez, abriéndome, calzándome todo ese paquete, pedazo por pedazo.
-¡Pará, pará...!- le digo en un momento, cuándo me va metiendo apenas poco menos de la mitad.
Sentía que me iba a reventar las tripas de tanta carne que me metía.
Eran un montón de sensaciones mezcladas, confusas, algunas más intensas que las otras. 
Por un lado quería que me la saque, para que ya no me lastime más, pero por el otro, la quería más adentro todavía.
-¿Te duele?- me pregunta con un dejo de preocupación, aunque sin retroceder ni siquiera lo mínimo.
-Un poco...- le digo, tratando de dilatar el esfinter, para que ese primer impacto fuera lo menos traumático posible.
-Pero seguí que me gusta...- lo aliento de inmediato, no vaya a ser que por compasión se retire y me deje con las ganas.
Por suerte no resultó ser de los compasivos, por qué ahí mismo me agarró bien fuerte de la cadera, y con un empujón que de verdad me hizo ver las estrellas, me metió todo el resto.
Me mordí el labio inferior para no gritar, hasta me lo lastimé, de eso me di cuenta después, sintiendo un ardor irresistible en toda esa zona.
Más allá del dolor, que de a poco iba menguando, me volvía loco sentir sus huevos y pelos contra mi cola. 
Ese hombre estaba dentro mío, me lo repetía una y otra vez, y me parecía irreal, algo que le pasaba a otro y no a mí.
-Ahora me voy a empezar a mover..., decime si te duele...- me avisa con una dulzura que era miel para mis oídos.
-¡Mmmmhhhh...!- asiento, incapaz de pronunciar ni siquiera un monosílabo.
No creía que me pudiera doler más, pero cuando empieza a moverse, el ardor se intensifica, se vuelve apenas soportable, pero eso es lo que quiero, lo que busco, lo que empecé a anhelar apenas descubrí esa revista porno debajo de la cama de mis padres. Que una de esas pijas me rompiera bien el culo.
Ni me di cuenta cuándo ese terrible escozor que sentía comienza a diluirse, volviéndose apenas perceptible.
Sigue doliendo, claro, pero no tiene ni comparación con el placer que me proporciona, entrando y saliendo, haciendo un ruido que se mezcla sutilmente con mis suspiros.
Por supuesto que él tampoco se queda callado, gruñe, jadea, resopla, sin detenerse, fluyendo ahora sí con relativa comodidad por mi convulsionado interior.
Me sostengo de los bordes de la mesa y cierro los ojos, disfrutando de esa primera cogida, tratando de guardar en mi memoria corporal cada una de esas sensaciones que estoy gozando por primera vez.
El placer que siento es demasiado, un tumulto de emociones que explotan e impactan con mayor intensidad cada vez.
En eso siento que me la saca, hasta me parece advertir el ¡PLOP! que hace mi culito al vaciarse, y enseguida algo tibio y espeso derramándose por mis nalgas.
Me acabó en la cola y les aseguro que enloquecí del gusto.
Mientras él se repone del impacto, me doy la vuelta, me echó a sus pies y se la vuelvo a chupar, saboreando ahora, por primera vez, la leche de un hombre.
-Sí fueras una chica me caso con vos- me dice luego del sexo, levantándose ya el pantalón.
Me encanta ver cómo se lo sube y se lo abrocha.
-¿Y con tu mujer que hacés?- le pregunto subiéndome el mío.
-La dejo- responde sin el menor asomo de duda -Nunca cogí con ella como te acabo de coger a vos-
Con eso me enamoró. Volví a mi casa creo que sin pisar el suelo, iba como flotando, con una sonrisa de oreja a oreja. Me acababan de romper el culo, y yo feliz, chocho de la vida.
Sin embargo había un pero...
Lo que me dijo, "si fuera una chica...", se quedó dando vueltas por mi cabeza todo ese día.
Yo, más allá de haber nacido hombre, me sentía mujer, y más aún estando con él, actuaba como si fuera una chica, pero por lo que había dicho, él no me veía así. Por eso decidí que para la próxima, (porqué sí habría una próxima), le iba a preparar una sorpresa. Algo que desde hacía rato tenía ganas de hacer.













1 comentario - El portero de la calle Helguera 2 (trans)

Kronostdf
que buen relato !! como me dieron ganas de ser ese portero !! pone fotos para verte hermosa !!