Me entregué a mi vecino (relato cross)

Este relato está basado en la experiencia del usuario @no_pienses_eso , que me contó su historia

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Como solía hacer cada viernes, aquella noche salí a pasear por mi barrio. La diferencia, hacía ya algunas semanas, era que había empezado a vestirme como nena. Ese deseo de ser mujer atravesó toda mi adolescencia, y ahora podía aprovechar la ropa de mi hermana mayor, que se iba de casa todos los fines de semana, para producirme como quería.

A mis 18 años, mi cuerpo flaquito de poco más de 1.60 resaltaba por el culo redondito y bien marcado que me había dejado toda una vida de practicar hockey. A ese cuerpo le ponía lo que me gustaba usar para salir a caminar. Aquel viernes elegí una peluca colorada, mi preferida, y le sumé unos zapatos de plataforma para estar más alta y unas medias de red que resaltaban mis piernas. También una pollera cortita y apretada, que marcaría mi culo, y un top chico arriba, donde usaba un poco de relleno. Sólo me faltaba el maquillaje y ya tenía todo para guardar en la mochila y salir.

Salí con ropa normal: jean, remera, buzo y zapatillas, para que no sospecharan nada en mi casa. Fui en colectivo hasta un barrio más o menos cercano, donde empecé a cambiarme en un lugar por el que no pasaba nadie. Solía vestirme lo más rápido posible para que no me descubrieran.
Me saqué las zapatillas y el jean y me puse la pollerita, las medias de red y los zapatos. También me cambié el top, aunque me puse encima el buzo, porque tenía algo de frío. Me faltaba la peluca y ya estaba lista. Así saldría a caminar un rato por aquel barrio, por el que me gustaba pasear con ropa de nena y donde nadie me reconocería. Disfrutaba sentirme así por la calle y cruzarme con tipos que me miraban o me decían algo.

Después de dar algunas vueltas decidí volver a mi casa. Me subí al colectivo, que estaba bastante vacío, y me senté. Ahí me saqué el buzo porque tenía calor, y aproveché para ponerme el relleno. Solía cambiarme antes de volver, para llegar como había salido, pero esta vez quería caminar así también por mi barrio. Poco antes de bajar se subió un tipo que se puso en uno de los asientos que están de espaldas al resto. Sentí cómo me miraba casi descaradamente, y aproveché para maquillarme un poco y mirarlo cada tanto. Estaba disfrutando de ese juego de miradas vestida así, pero era momento de bajarme del colectivo.

Bajé y empecé a caminar hasta mi casa, que estaba a pocas cuadras. Caminé ese trayecto vestida como nena por mi barrio, algo que solía evitar, pero esta vez me calentaba. Pensaba en la cantidad de veces que había recorrido esas calles y lo distinto que era ahora, de madrugada, en pollerita, zapatos, con un top y una peluca. Me crucé poca gente, pero sentí la mirada de un par de hombres que se dieron vuelta para mirarme. Me encantaba estar vestida así y generar eso, aunque todavía no sabía lo que se venía.

Cuando estaba a una cuadra de mi casa escuché un grito desde lejos: "hola nena, no querés que te acompañe?". Reconocí la voz. Era mi vecino, Sergio, alguien que me conocía bastante bien, o eso creía. Sergio era un hombre de unos 35-40 años que solía molestar en el barrio y buscar problemas con los vecinos, generalmente estando borracho. En ese estado se había peleado varias veces con mi familia. Él me reconocía y solía mirarme mal y putearme, pero ahora yo era una nena y él me estaba persiguiendo.

Andaba en una moto, con la que me siguió durante una cuadra. Yo apuré el paso pero él estaba cerca y me seguía gritando, preguntándome a dónde iba y qué hacía una nena como yo tan sola de noche por ese barrio. Yo lo miraba y seguía caminando, pero me calentaba mucho sentir que un tipo que me habría insultado como nene me estaba hablando de esa manera.

Decidí pasar de largo la puerta de mi casa, porque él sabía dónde vivía y se iba a dar cuenta de quién era. No lo quería asumir, pero también tenía ganas de seguir ese juego con mi vecino. Di la vuelta en la esquina, agitada y con una adrenalina que se apoderó de mí. En ese momento me quedé quieta.

Sergio se bajó de la moto. Lo sentí acercarse y noté que tenía una lata de cerveza en la mano. Medía cerca de 1.80, y tenía panza de borracho. Al lado mío se veía enorme, y esa diferencia de tamaño me hacía sentir una nena indefensa frente a mi vecino. Me imaginé su vista, de una chica bajita de pollera, top, medias y zapatos, parada y escuchándolo acercarse. Lo vi observándome mientras avanzaba, mirándome principalmente las piernas y el culo, y me imaginé todo lo que debía pasar por su mente. Aunque la verdad es que no tenía ni idea de lo que iba a pasar.

Él se pegó a mí, me levantó la pollera y empezó a agarrarme del culo. Me agarró la mano y la llevó a su pantalón. "Ya que no querés que te acompañe, no me querés acompañar vos a mí?", me preguntó, mientras me ponía la mano en su pija.
Con mi pollera levantada estaba agarrándole la pija a mi vecino, en plena calle. La adrenalina de calentar vestida de nena me había puesto en una situación de la que ya no me podía escapar, mientras un tipo que me doblaba en edad y en tamaño me tenía toda para él.

"Cómo te llamás?", interrogó, mientras seguía manoseándome el culo. Había dedicado tiempo a producirme varias veces, y hasta había practicado mi voz de nena, con la que le contestaría, pero nunca había pensado un nombre. "Belén", respondí rápido y casi sin pensar, y aunque no lo sabía, eso fue lo último que necesitaba para dejarme llevar por completo.

Él se bajó el pantalón para dejar su pija al aire, y yo aproveché para darme vuelta. Lo miré fijo, me mordí el labio mientras lo mirava, y me arrodillé. Era la primera vez que iba a chupar una pija, y me moría de ganas de sentirla en mi boca. Levanté la mirada y saqué la lengua para pasarla bien despacito por la punta de su verga. Él levantó la cabeza apenas sintió el contacto de mi boca, y yo aproveché para cerrar los ojos y empezar a chupársela.

Estábamos en una zona oscura y poco visible. Yo me olvidé durante esos primeros segundos de dónde estaba, y del riesgo de que alguien nos viera. Había cerca una fábrica, por lo que de día pasaba mucha gente, pero a la madrugada estaba todo vacío. Igualmente, la adrenalina de que nos descubrieran también me calentaba, y más por el hecho de estar chupándosela a mi vecino a la vuelta de mi casa.

"Ay sí, nena, así", dijo, y con esa aprobación empecé a subir la velocidad. Seguía con los ojos cerrados, concentrada en la pija que estaba chupando. "Belén", pensé, y me recordé que era una nena y que estaba desesperada por la pija de ese tipo. Llena de saliva me empecé a mover más rápido para chupársela toda. Él tomaba cerveza mientras me decía que siguiera así, y que era una nena muy puta. Yo seguía chupando y lo pajeaba con una mano mientras lo miraba. Hasta que me agarró del pelo.

Saqué la mano porque presentía lo que iba a hacer. "Chupala toda, nena", me dijo, aunque la orden la dio con su mano en mi cabeza. Me llevó hasta la base de su pija y empezó a moverse para cogerme la boca. Sentí toda su verga en cada embestida, y entre la saliva y las arcadas me di cuenta de que mi vecino me había convertido en una petera experta. Me fui acostumbrando a sus movimientos y lo dejé usar mi boca a su gusto, hasta que no aguanté más y alejé la cabeza. "Me vas a dejar así?", me preguntó.

No le dije nada. Lo miré fijo, sonreí, me mordí el labio y miré su pija. Sabía que era momento de chupársela otra vez, pero qu ahora iba a ser hasta llevarme mi recompensa. Lo volví a mirar y me tragué toda su pija. Él puso de nuevo su mano en mi cabeza para acompañar mis movimientos, y yo lo empecé a pajear mientras se la chupaba. Me sentí totalmente sucia, entre la saliva que me había producido esa pija y lo que debía ser mi cara y mi maquillaje después de ese pete. Pero todavía faltaba lo mejor.

"Me vas a matar, Belén", me dijo, casi como enojado, y yo volví a pensar en ese nombre, que ahora me definía como la nena que era. Respondí aumentando el ritmo, con mi mano y con mi boca, y él respondió con una respiración cada vez más agitada. Tomó su último trago de cerveza y revoleó la lata.

Sabía que esta nena no lo iba a hacer durar mucho más. Yo levanté la vista, pero él también. La última señal me la dio su pija, que se hinchó toda en mi boca. Unos minutos antes me había calentado con un inocente juego de miradas con un desconocido en el colectivo, pero ahora tenía a mi vecino a punto de acabar por la chupada de pija que le había dado.

"Siiii", alcanzó a decir Sergio, y acompañó ese grito con movimientos contra mi boca. Su pija empezó a disparar varios chorros de leche, que me esforcé en tragar hasta que ya no hubiera más. Me olvidé de toda la situación, y sólo me concentré en lo que esa pija me estaba regalando como premio por lo que había hecho. Después de la última embestida, nos miramos. Mi reflejo fue abrir la boca para mostrarle lo buena nena que era, y cómo me la había tragado toda.

"Ahora sé lo que buscaba una pendeja como vos caminando así por el barrio", me dijo. No le contesté nada. Me levanté apurada y volví a mi casa, que estaba a la vuelta. Miré para atrás y vi que volvía a su moto. Seguramente al otro día nos íbamos a volver a cruzar, pero él no iba a saber que soy yo la que le chupó la pija la noche anterior.

2 comentarios - Me entregué a mi vecino (relato cross)

MechaArgenta +2
Uff mira que no soy muy fan de los relatos cross pero este me dejó con ganas de más!! Sos genial, mis dieces y seguí subiendo