Papá me convirtió en su hembra

Desde hace tiempo he tenido la tentación de escribir sobre mis experiencias sexuales y por fin me animé. Aquí les comparto cómo fue mi primera vez con papá, espero les guste. 😊

En ese entonces, yo tenía 16 años y mi papá 37 años.
Mis padres ya estaban separados, pero seguían y siguen viviendo en la misma casa, así que yo podía convivir con los dos, sin resentir la ausencia de alguno.

No recuerdo el momento exacto en que me di cuenta de que él ya no me veía sólo con amor paternal, su mirada a veces era evidentemente morbosa.
Al principio creí que yo lo estaba malinterpretando, pero en cuanto fui más consciente de su actitud me sentí intranquila, no estaba segura de cómo sentirme al respecto. Con el pasar de los meses descubrí que no me sentía tan amenazada; tenía cierto temor y conflicto moral, pero también curiosidad por saber hasta qué nivel le atraía sexualmente a mi papá.

Al ser tetona y algo culona fue relativamente fácil comprender la atracción instintiva que mi papá sintió por mí.
Físicamente me desarrollé rápido, sobre todo del busto. Desde mis 12 años fui la más chichona del salón, desde la secundaria y hasta la universidad; también de mi familia lo soy.
Uso una talla de brasier 36-GG, más o menos 145cm de pechuga, que resaltan a primera vista y aunque alguna vez me avergoncé, actualmente adoro tenerlas de este tamaño.

Saber que le atraía mi cuerpo me dio otra perspectiva de su persona y me gustó. Papi es atractivo para mí, un hombre maduro, corpulento, fornido de brazos y espalda, más alto que yo por 14cm, castaño, de facciones masculinas y ojos color miel, que yo heredé, aunque los suyos reflejan más experiencia.

Así que empecé a usar minifaldas, vestidos provocativos, escotes pronunciados y apretados. Me vestía para darme gusto, pero también me interesaba atraer la atención de papá y lo conseguí. Me encantaron sus primeras reacciones al verme con falditas que revelaban más de lo que deberían y escotes a punto de reventar por estar aguantando el peso de mis tetas.

Eso provocó que a veces soltara frases con doble sentido y se mantuvo así por un tiempo, sólo mirándome con morbo, sin intentar manosearme, ni por accidente. No estaba segura si en algún momento se atrevería a tocarme de más, pero mi padre en ese aspecto es impulsivo y lo aprendí bien desde la primera vez que me hizo suya.

Lo que iba a ser un día común, terminó siendo memorable para los dos. Me desvirgó salvajemente, dejándome muy claro que así me trataría a partir de ese momento. Implacable, dominante y orgulloso de poder excederse con mi cuerpo, sin que nadie pueda impedírselo, ni siquiera yo. Sobre todo porque me encanta atender a mi papá.
-❤-
Ese día creo que era jueves, yo estaba de vacaciones y tenía el plan de hacer nada. Después de mi rutina y otras actividades simples, me dediqué a ver series y películas, hasta la hora en que mis padres regresaban de trabajar. Generalmente, después de las cinco de la tarde, a veces llegaba primero mi mamá y otras veces mi papá.

En cuanto recibí un mensaje de mi mamá, diciendo que llegaría pronto, subí a ducharme; esa noche elegí usar un camisón rosa, muy corto y escotado y me puse unas braguitas de encaje, también me pinté los labios y fue todo. No necesitaba más, ya sabía cuáles eran las razones por las que mi papá estaba anteponiendo su instinto de hombre.

Cerca de las seis de la tarde llegó mi mamá y las dos comenzamos a cenar, platicando de varios temas, como normalmente lo hacemos. Cuando terminamos de comer, mi mamá subió a su habitación y yo me quedé lavando los trastes. Casi a los diez minutos escuché el portón automático abriéndose, supe enseguida que mi papá se estaba estacionando.

Continué lavando sin problema, hasta que entró a la cocina y me saludó con un besito en la mejilla como siempre, pero lo sentí diferente esa vez. Le regresé el saludo y seguí con lo mío, viendo de reojo que estaba curioseando en el refrigerador, después se acercó a la estufa, en donde estaba su porción de la cena. Al ver que no se sirvió nada, giré mi cara para verlo, sonrojándome cuando hicimos contacto visual.

Es cierto que yo quería captar su atención, pero no dejaba de sentir pudor. No había estado con nadie en ese nivel de tensión y tampoco había tenido novio, nada que pudiera usar como referencia para saber cómo actuar y disimular mi pena.

¿No vas a comer? —le pregunté, intentando ignorar la tensión entre los dos y no sentirme tan intimidada.

No recuerdo con exactitud todas las palabras que dijo ese día, pero sí las que tuvieron mayor impacto en mí, por ser la primera vez que lo escuché hablarme de una forma tan depravada.

Tengo antojo de algo más rico —respondió, acercándose por un lado, viendo directo a mi escote y posó su mano derecha en mi espalda baja— Una buena carnita fresca —dejé de lavar los platos e intenté alejarme un paso.

Por un momento pensé en irme y refugiarme en mi habitación. Una cosa eran las miradas coquetas y otra pasar a un nivel mayor de perversión, sin darme tiempo a asimilarlo. Como sea, no pude escapar. Se colocó detrás de mí y, sin decir nada, apretujó mis senos con ambas manos; me sobresalté e intenté apartarlo, pero chistó en mi oído como advertencia y su fuerza en las manos me hizo entender una amenaza implícita si me resistía. Yo estaba en desventaja y no quería hacerlo enojar; sentí que la mejor opción era dejarlo manosear un poco, inocentemente creí que no me haría nada más ese día.

Me acarició por encima de la tela y delineó con sus dedos el borde de mi escote, luego repitió la acción por dentro de mi brasier, casi alcanzó a rozar mis pezones, que de inmediato se estimularon. Comencé a temblar nerviosa cuando intentó sostener todo el volumen de mis pechos entre sus manos.

No caben, mi tetona —se burló por no poder cubrirlos por completo. Pegándose más a mi espalda, elevó mi busto para dejarlo caer y al instante agaché mi cara, avergonzada por ver mis tetas rebotando en sus manos— Tetotas tan ricas, mi amor, para ordeñarlas como ubres de vaca, es lo que son —sus palabras me pusieron más nerviosa y de repente bajó los tirantes de mi camisón y mi brasier, restregando su entrepierna en mi trasero— Me gusta que te exhibas delante de mí, princesa, pero andar enseñando las tetas y el culo delante de papá es peligroso, no soy de piedra —me advirtió, besando mi nuca—Me provocas follarte duro, chichona. Quiero una hembra hermosa, de carnita joven y virgen para estrenarla como se me antoje —volvió a burlarse, tallando una mano sobre mi vulva, acción que me hizo apretar las piernas y jadear inquieta— Vas a servir de depósito para la lechita de papá —indicó, jaloneando fuerte mi cabello con su otra mano para intimidarme y yo asentí, aunque algo insegura.

Ante su amenaza me sonrojé y me asusté más, era compresible mi temor. Había imaginado cómo sería al hacerme suya, pero empecé a entender que mi fantasía era más tierna de lo que papá me tenía preparado.

De un jalón, me bajó el camisón, dejándolo caer al piso y me hizo girar para quedar frente a frente. Sus ojos y sus manos se posaron en mis tetas, apretándolas, antes de hacerlas rebotar para que se salieran de mi brasier; uno de mis pezones se asomó y mi papá mostró una expresión tan depravada como nunca se la había visto. Yo sólo pude jadear, inquieta y a la expectativa de sus acciones.

Se entretuvo rebotando mis ubres hasta que se salieron por completo, redondas y abundantes para deleite de papá; me quitó bien el brasier y hundió su rostro en medio, antes de besuquearlas por todo su volumen. Al mismo tiempo, manoseó mi cuerpo de arriba abajo y de lado a lado, haciéndome sentir vulnerable, pero acepté y entendí a papá.

Como hombre, está en todo su derecho de permitirse ver y tocar mi cuerpo para evaluarme; a nivel instintivo como macho busca una hembra a su gusto que se someta a él para ser preñada; al ser mi padre puede ejercer su autoridad para hacerme cumplir mi deber. Un deber que adquirí en el momento que papi me detectó como una mujer atractiva para saciarse, una hembra ideal para fertilizar su esperma y, siendo su hija, vio en mí un afrodisiaco prohibido.

Tú misma vas a ir entendiendo cuáles son tus deberes —no tenía idea de todo lo que implicaba, pero anticipé que deseaba completa obediencia de mi parte. Sin soltar mis pechos, me guío hacia atrás para acorralarme en una esquina, juntó mis senos para unir ambos pezones y los lengüeteó al mismo tiempo, haciéndome gemir ansiosa—Críame con tus ricas mamilotas —exigió caprichoso, chupando y succionando mis pezones duritos, hambriento de teta grande; y casi enloqueció— ¡Magnificas tetotas-Chichotas ricas! ¡DAME TETA MAMI! —gritó sin preocupación, lo que me hizo angustiar por un momento; no éramos los únicos en casa, pero eso no lo detuvo y yo no lo detendría, había conseguido excitarme y empecé a lubricar— Estas perfecta para que papi se desleche.

Mientras me ordeñaba las ubres, comenzó a apretujar mis glúteos, jugueteando sus dedos sobre mis entradas. Yo estaba extasiada por la seguridad que él mostraba al tocarme, como sintiéndose dueño de mi cuerpo. Mis gemidos empezaron a ser más ruidosos, gracias a la sensibilidad de mis senos.

Poco a poco, me animé a abrazarlo y a acariciar su rostro para mostrar lo receptiva que estaba ante sus demandas de placer. Tan receptiva que gimoteé de gusto cuando clavó de golpe dos dedos en mi vagina, sentí un ligero ardor, pero me gustó cuando jugueteó sus dedos dentro de mí.

Ya estás mojada, mi amor —dijo con ternura y dejó de saborear mis senos para besarme.

Eso me derritió, el beso de papá fue perfecto, exploró mi boca durante varios minutos, hasta dejarme sin aliento. Luego descendió por mi cuerpo haciendo un camino de besos en mi vientre, mi pubis y mis muslos. Desabotonó su camisa, se puso en cuclillas y elevó una de mis piernas sobre su hombro, quise moverme para evitarlo porque papá empezó a acercar su cara y yo sabía lo que iba hacer, pero tenía pudor de sentirlo y me tapé los ojos, esperando su siguiente acción. Sin importarle mi conflicto, besuqueó mi vulva, ocasionándome un temblor en las piernas.

Quieres que papi te ensarte, ¿Cierto? —en cuanto dijo eso, abrió mis labios vaginales y deslizó su lengua por en medio varias veces, adentrándola en mi cavidad— Sabes a hembrita en celo, mi amor, exquisita —afirmó extasiado, lengüeteando mi entrada; yo apenas podía sostenerme de las encimeras y empecé a gemir más alto cuando su lengua rozó mi clítoris— Que rico coñito voy a estrenar, podría meterte hasta los huevos en cada hoyo.

Los recibiré —me atreví a hablar. Quería intentar provocarlo, como él lo hacía conmigo— Lléname con tu lechita, papá —dije provocativa, aguantando la vergüenza de hablarle así.

Al escuchar eso dejó de atenderme y se levantó, con una sonrisa burlona. De pronto, jaló fuerte mi cabello para manipularme brusco y arrodillarme ante él. Abrió su bragueta y bajó un poco su pantalón para liberar su erección, una rica y gruesa verga de 17cm de largo, que me encanta, aunque veces duele… duele muy rico. 😍

Primero muéstrame respeto, tetona, pon a trabajar esa boquita —ordenó, manoseando su miembro.

Sabía lo que debía hacer, al menos en teoría. Acerqué mi rostro a su miembro y comencé a estimularlo con las manos, insegura, pero atenta a sus reacciones. Jadeó complacido cuando lamí, chupé y succioné su longitud, su glande y sus testículos varias veces; sabía amargo y salado, pero le agarré gusto e intenté deslizar todo su miembro dentro de mi boca, aunque no pude engullirlo por completo. Entonces papá me reprendió y posicionó mi cabeza de forma adecuada para lograr metérmela hasta la garganta, primero lo hizo despacio un par de veces y de pronto repitió la acción con fuerza, asustándome cuando llenó de golpe mi boca y obstruyó mi faringe unos segundos. Poco le importó que yo no tuviera experiencia y, tomándome de la cabeza, me hizo a su antojo, ahogándome en cada embestida mientras mi saliva y mis lágrimas escurrían; apenas me daba un segundo para respirar. Me sentí algo violentada, pero nada podía hacer para detenerlo, sólo seguir chupándosela a papi y verlo gozar, incesante y sin compasión por mí.

Cuando ya estaba acostumbrándome a sentir su falo jodiendo mi boca, papá interrumpió el acto y volvió a jalarme del cabello, levantándome para acorralarme en la esquina, en donde recargó mi espalda sobre la encimera. Se inclinó un momento para besarme, antes de abrir y levantar mis piernas, sosteniéndolas en sus brazos; enseguida acercó su pene para frotarlo en mi vulva.

Papi va a preñarte, princesa. La verga de papá quiere vagina, quiere culo —anunció y yo asentí, sonrojada por sus palabras y por estar haciendo contacto visual. Jadeé asustada al sentir su miembro restregándose entre mis labios vaginales, pero también estaba ilusionada por sentirlo dentro de mí. Sentí que presionó su pene en mi entrada y elevó mis piernas un poco más— ¡Un coñito tan apretado y virgen se revienta ASI! —gritó, embistiéndome fuerte y, acto seguido, chillé y gemí de dolor al ser ensartada de golpe. Pero no entró por completo en los primeros dos intentos, se emocionó y lo sacó para tomar más impulso— ¿Cómo que no? Que buen hoyo para violarlo, ¡TOMA! —se desquitó y me clavó con más brutalidad, hasta topar con mi cérvix. Volví a gritar entre gemidos y me mostró sus dedos manchados con sangre que resultó de mi himen—Sangrita virgen, me encanta. !Exquisito coño! ¡APRETADO-RICO-NUEVO! —vociferó, sacando todo su miembro para introducirlo con fuerza varias veces, desvirgándome cruelmente para su propio placer.

Espera... ¡Duele-duele, papi! —reproché, lagrimeando y con quejidos llorosos, pero sólo se burló y, sin dejar que me acostumbrara a su pedazo de carne, siguió ensartándome, sosteniendo mis muslos en alto— Bestia.

!DELICIOSO AGUJERO! —ignoró mi queja y me penetró con más saña, observando con orgullo su falo hundiéndose en mi cavidad— Sólo tienes una opción, chichona, abrirte más para papi —se mofó, sabiendo que tenía razón; no se iba a detener, le estaba gustando mi coñito y quería destrozarlo— A taladrarte, puta tetona —anunció, listo para disciplinar a su hembra.

Mis gemidos llorosos resonaron con eco por toda la casa, me dolía, pero también había algo rico en esa sensación y el morbo pudo conmigo. Mientras entraba y salía a su gusto, mis tetas rebotaban en círculos, hipnotizando los ojitos de papá, quien no dudo en criarse con ellas.

Medio acostada sobre la encimera, con mi trasero y piernas sostenidas en el aire, se mantuvo perforándome un rato. Cada vez se escuchaba más el sonido húmedo y viscoso de nuestros fluidos, mezclándose en mi interior, haciendo más fácil que su falo gordo entrara a profundidad en mi vagina. Papá estaba extasiado, rodando sus ojos de placer mientras estrujaba mis pechos y me embestía con furia.

¿A quién le perteneces, tetona? —enseguida entendí lo que él quería escuchar. Era suya.

A papá —sonrió ante mi respuesta y aceleró el ritmo, haciéndome gemir agudo por él— ¡AH-PAPI-PAPI-AH!

Aún si me dolía, estaba siendo un momento ideal; sus expresiones lo decían todo, me gustó verlo así y mientras más fuerte me penetraba, más deseaba su aprobación y satisfacerlo como él lo quería y lo merecía. Hombre dominando mujer, macho preñando hembra, papá abusando de hija.

En eso estábamos cuando, de repente, alcancé a ver que se asomó mi mamá por la puerta; la noté pálida y en shock, yo sentí que mi estómago se hundió por el susto de verla ahí. Pero es tan extraña la perversidad del ser humano, el poder del sexo puede transfórmanos. Papá no lo supo, él estaba de espaldas a la puerta, ignorando todo lo que no tuviera que ver conmigo.
Ante la mirada de mi mamá, besé a papá y abrí las piernas en exceso, provocándole jadeos roncos al sentir que lo estaba incitando a ser más rudo y así lo hizo. La vi irse y regresé mi atención al caballero que estaba reventando mi agujero. No tengo idea de qué me pasó, sólo sé que no quería que nada arruinara su excitación, ese momento era nuestro, pero dedicado solo a él. Volví a besarlo y acaricié su rostro, admirándolo, dispuesta a consentirlo más.

Así, bien abierta y venerando a tu macho —dijo excitado, haciendo movimientos circulares con su pene y acercó su mano a mi clítoris para estimularlo.

En pocos minutos, esa fricción me provocó gemidos ahogados, desesperándome por la sensación y papá detuvo las penetraciones al ver que estaba a punto de tener un orgasmo, sólo bastó otro minuto de caricias en mi clítoris para perderme. Gemí fuerte y me estremecí como nunca lo hice, crispando mis dedos mientras mis piernas temblaban y mi coño se mojaba con mi propio fluido. Fue mi primer orgasmo provocado por un hombre.

Estaba tan feliz, que no me importó ser follada como una puta. Apretando mi cuello, me acostó sobre el piso y arqueé mi espalda por lo frio que estaba. Rápidamente colocó mis piernas sobre sus hombros y me ensartó sin cuidado; como si estuviera haciendo flexiones continuó abusándome mientras yo deslizaba mis manos por su cara y entre su pelo. Pronto se sobre excitó y reclamó en voz alta su dominio sobre mi cuerpo.

¡SI-CARAJO- SI! ¡AGUJEROS Y TETAS! —gritó, taladrándome sin piedad hasta donde topaba mi cérvix. Aguanté su brutalidad, gimiendo y casi chillando por el abuso— HERMOSA HEMBRA, OBEDIENTE Y SUMISA, FERTIL PARA PREÑARLA

Aprovechó mi flexibilidad para doblarme un poco, levantando mi cadera y cintura del piso, mis rodillas casi tocaron mis hombros, algo incómodo para mí, pero papá lo disfrutó mucho, dando violentas embestidas hasta que llegó al clímax. Se corrió dentro de mí entre jadeos roncos y yo gemí inquieta al sentir su lechita fluyendo en mi cavidad. Sin sacar su pene, buscó mis labios para ahondar en mi boca durante casi un minuto.

Por tu culpa, papá te ha preñado —eso me preocupó, pero entendí que su instinto lo exigió así y él tenía todo el derecho de hacerlo. Sonreí y lo abracé con cariño, correspondiendo a sus besos— ¿Te gusta que papi te folle, que te use como depósito de leche?

Me gusta mucho… Gracias por darme lechita, papá —dije sinceramente, moviendo mi pelvis para apreciar su falo y su semen contenido en mí, adoré la sensación calientita y más por tratarse de él.

De algún modo agarró fuerzas 10 minutos después y, con la primera corrida aun dentro de mí, volvió a taladrarme ahí mismo, durante menos tiempo, pero con el mismo vigor y eyaculando de nuevo en mi interior. Cuando abandonó mi cavidad se escurrió su semen entre mis glúteos, el cual recolectó y esparció por mi cara.

Son unas buenas tetas, hermosa —halagó y lengüeteó mis pezones. Introdujo dos dedos en mi vagina para revolver el caldito de nuestros fluidos y me hizo saborearlo. Luego se levantó y mientras cerraba su pantalón observó con burla la escena que dejó en el piso— Así se deja una hembra como tú después de usarla —sin decir más, se desentendió de mí.

Salió de la cocina, dejándome tirada en el piso, con las piernas abiertas y temblando por sentirme usada y abusada. Mi coñito quedó dilatado, rozado y aun expulsando la semilla de papá, que intenté volver a meter con mis dedos. Estuve un rato así en lo que me tranquilizaba, antes de ir a bañarme, aunque no sirvió de mucho, porque en la madrugada volvió a hacerme suya, siendo más severo conmigo.

Me despertó a las cinco de la mañana, ni para ir al colegio me levantaba a esa hora, pero mi papá ya podía darse un gusto antes de ir a trabajar. Recuerdo que me desperté cuando él empezó a quitarme el camisón y no le importó que yo estuviera medio dormida, enseguida me quitó las bragas e intento acomodarse sobre mí. Quise empujarlo a un lado, no me agradó que me despertara así, pero cometí un error y no tardó en reprenderme. Tironeó mi cabello y me hizo recostar a lo ancho de la cama, dejando en el aire mis glúteos y mis piernas.

Ignorando mis quejas, se sentó a horcajadas sobre mi abdomen y apretó mis senos, aún sensibles y con los pezones irritados. Colocó su pene entre ellos y comenzó a hacerse una paja; dejé de resistirme cuando lo escuché gemir mientras bombeaba mis tetas. Minutos después se levantó y volvió a tirar de mi cabello, girándome para quedar de espaldas a él, con mi pecho recargado en la cama y mis rodillas en el suelo. Lloriqueé cuando me somató dos fuertes nalgadas en cada glúteo y, sin soltar mi cabello, apretó mi cuello con la otra mano.

¡No quiero desplantes! Estás para servirme, tetona. Yo decido cómo y cuándo te ensarto, y mientras me divierto preñándote, tu obligación es abrir las piernas, gemir como perra y recibir toda la semilla que yo te dé. Voy a usarte como se me antoje, las veces que quiera —sentenció, dando otro jalón a mi cabello y asentí asustada por lo que dijo.

Sin más por decir, elevó mi cadera para facilitar su acceso a mi abertura. No intenté llevarle la contra, su regaño fue suficiente para entender mi lugar en esa situación; cerré mis ojos y esperé por papá. Restregó su pene entre mis glúteos y presionó mi entrada vaginal, atravesándola cruelmente; enseguida resonaron mis gemidos llorosos y sus burlas de triunfo. Mientras su erección iba creciendo en mi cavidad, comenzó a embestirme y de nuevo anunció en alto su dominio sobre mí.

¡COÑITO TAN RICO, HECHO PARA MÍ! ¡PARA REVENTARLO-VIOLARLO! —recitó extasiado, penetrándome sin pausas y sin atenciones para mí.

Me dolió menos que la primera vez, pero aún dolió y a pesar de las ya brutales embestidas me obligó a mover mi cadera atrás y adelante para intensificar la penetración; me estaba enseñando a disculparme por hacerlo enojar y a ser una mejor hembra para él. Completamente dócil mientras me taladraba ferozmente, manoseándome por todos lados y jalando mi cabello para someterme aún más.

A papá le gusta echártelos adentro —dijo entre jadeos. Apoyó sus manos sobre mi espalda para erguirse, recargando en mí todo su peso mientras me follaba, hasta que papi eyaculó una buena cantidad, lo que me hizo gemir de gusto, aunque preocupada— Listo, bonita —me dio una nalgada y salió lentamente, recolectando su semen para esparcirlo en mis glúteos— Cada vez que terminé de follarte me darás las gracias y cuando me vaya podrás encargarte del resto.

Gracias por educarme, papi —dije de manera sumisa, al tiempo que jugueteó sus dedos en mi vagina, rozando mi clítoris levemente. Deseaba sentir mi orgasmo, pero no me lo concedió, ambos sabíamos que no me lo gané.

Si te portas mejor, haré que me la mojes con tu agüita de hembra —se levantó, apoyándose en mi cadera y, sólo por ser cabrón, me empujó con su pie, provocando que casi me cayera de la cama— Te veo más tarde, princesa —se despidió, usando su voz paternal y no ese tono degenerado que usa cuando me está follando.

Después de que se fue, acaricié mi coño recién violado, aun caliente y palpitando, con su leche escurriendo. Me levanté como pude y me acosté, reflexionando sobre lo que hicimos y asumiendo que no había paso en retroceso. En apenas diez horas, papi ya me había preñado tres veces y yo no sabía que apenas era una muestra de lo que haría conmigo más adelante.
-❤-
Luego de esa primera vez, los encuentros con papá se volvieron parte de mi rutina y aun seguimos haciéndolo y me encanta.

En cuanto a mi mamá, nunca me ha recriminado nada, ni ha mencionado el tema, simplemente se retira cuando papá está rondando cerca de mí de forma sugerente. Sabe que no haré ni diré nada en contra de él, mientras papi quiera más de mí seguiré agasajándolo.

Fui aprendiendo a satisfacerlo cómo a él le gusta, siguiendo siempre sus reglas impuestas para disfrutar nuestra perversión. Reglas que lo favorecen a él, dándole toda la ventaja para aprovecharse de mí. Cuando se trata de atender a papi mi posición queda clara, su personalidad dominante y lo dócil que soy con él es una combinación perfecta cada vez que lo hacemos.

- Papá es primero. Como su hembra, sirvo y obedezco para satisfacerlo en cualquier momento que él desee, sin importar las circunstancias o lo ocupada que este. No debo cuestionarlo, quejarme, ni sugerir algo diferente de lo que papi exige, sólo estar dispuesta a atenderlo en el instante que quiera usarme. Cuando papá quiere sexo, dejo todo para dedicarme a él.

- Debo mostrar sumisión durante todo el acto. Siempre entendiendo que su placer es más importante y que puede someterme a su voluntad. Tan fuerte como quiera follarme y si llega a dolerme será porque papi así lo quiere, mi deber es motivarlo a seguir clavándome y nunca interrumpirlo en medio de su éxtasis. Además, él puede dirigirse a mí como quiera, pero yo debo mantener un tono servicial y sólo puedo llamarlo “papá” o “papi”.

- Sólo él tiene derecho a elegir qué agujero taladrar. Uno por uno o mezclarlos a su antojo, en las posiciones y velocidad que más le complazca; tiene libertad absoluta de hacer y escoger todo a su gusto. Cuando quiere partir mi culo me lo anticipa para que yo misma me preparé y papá no pierda tiempo en dilatarme, sólo puedo usar dos dedos y el resto lo parte él, aunque a veces cambia de opinión y de un momento a otro ya está reventando mi culito.

- Papi es un semental. No hay restricciones para él si quiere correrse dentro de mí, al terminar de follar, el resto es mi responsabilidad; fue así desde la primera vez, tal como empezó, papá siguió llenándome con su leche casi todos los días, sin ningún remordimiento, ni tregua para regularizar algún anticonceptivo. Y aunque le gusta usar todas mis cavidades, él prefiere mi coñito para dejarme preñada, es la mejor forma de mostrar dominación sobre mí y es parte del morbo.

-Debo ganarme mis orgasmos. Mi obligación es garantizar el máximo placer de papá, mínimo 15 veces durante el mes, mientras que él no está obligado a nada. Todos los esfuerzos siempre están enfocados en el placer de papi y me gusta que así sea; claro que disfruto mis orgasmos, pero incluso me emociona más cuando él está a punto de correrse. Escucharlo jadear desesperado, sentir su rica verga chocando en mi útero, el calor de su lechita llenándome, todo mientras veo su cara de satisfacción, relajado y feliz, hace que valga la pena darle ese gusto a mi semental.

- En presencia de papá, mis escotes deben ser generosos y sólo puedo usar faldas o vestidos; ropa fácil para todo lo que quiera hacerme cuando él lo desee. Vistiendo así he provocado que hasta mi abuelo y mis tíos reaccionen por instinto, a veces metiendo mano y un poco más cuando se lo han propuesto. También debo ir depilada, conservando un triangulito de bellos en mi pubis, bien recortado.

- Castigo y disciplina. Cualquier desplante o rechazo de mi parte será corregido por papá, de la forma que crea conveniente, aun cuando yo sienta que no cometí un error; él sabe cuándo es momento de darme una lección. Generalmente, abusándome más de lo ya lo hace, con juguetes para experimentar conmigo durante horas seguidas.

Esto es apenas un resumen de lo papá me ha hecho. Lo nuestro fue muy predecible por todo lo que hubo antes, aunque resultó más salvaje de lo que yo imaginé, pero no lo querría de otra forma. Por todo lo que papi dedica para mí, lo mínimo que merece es su fantasía como la imaginó, él dominando y yo rendida a sus órdenes.

Espero les haya gustado lo que compartí, quizá, más adelante contaré otras experiencias que he tenido.

Les dejo unas fotitos. 😙😋

Papá me convirtió en su hembra

tetona

papa

20 comentarios - Papá me convirtió en su hembra

AldinGomez +1
con esos senos si fueras mi hija hasta yo te los mamaba y porque no te los puedo mamar pero en vida porque soy chilano mi vida
Chryskyng +1
Van 10 chichona hermosa!
Mariluda +3
Que lindo ese papi😍
Mariluda +2
@plomo992 si
Finalblacknao
@Mariluda Puedo ser tu papi
nicojaca37 +2
muy buen relato!! queremos saber mas de esos tios y que paso.. +10
Mariluda +4
Papis siempre tan lindos
destroyer37 +1
Me encantaría ser tú papá, abusarte cuando quiera, excelente relato, me dejaste demasiado caliente
WataUwU +1
Aquí esperándo la segunda parte
tiburon6238 +2
Q ricas tetas . Q daría por poder besarlaS
Si-Nombre +1
Excelente Post muy bueno gracias por compartir
felipenexon +2
que putita mas complaciente y que hermosas tetas
BBluma +3
Gracias, que bueno que te gusto. 😊 Es lo minimo que papi se merece.
Gariel0012 +1
Que tetas tan preciosas 😍
Hyuga1999 +2
Sube la segunda parte. O como te ordenaron tus tios
rukhailo +3
Espero que viendo mi hija crezca sea igual de agradecida que tú conmigo