El arte del pete.

    Un día como cualquier otro me llega un mensaje por facebook.

Iza: -Hola Fede. Vi que la tenés clara con la edición de imagen. Está muy bueno lo que hacés.
       Después de un rato charlando sobre la edición, qué me inspiraba y demás, me cuenta que ella estaba interesada también y quería aprender ciertas cosas. Quedamos en que podría darle clases. Unos días después, definimos un encuentro en mi departamento para la clase de edición digital.
       No la conocía personalmente, ni recuerdo quién agregó a quién en Facebook pero tengo más gente desconocida que conocida en la lista de amigos.
       Ya lo tenía premeditado. Cuando viniera, si pintaba onda le entraba de una. En las fotos de Facebook no se mostraba mucho, solo había algunas fotos en primer plano pero el físico de una persona nunca fue impedimento para mí, siempre encuentro algo que me gusta en la mayoría de las personas.
       Sonó el timbre, atendí y bajé a abrirle. Me llevé una sorpresa al verla. Podía leerse a simple vista, Iza era una gorda puta. Pero tenía que encontrar el momento oportuno para caerle encima. Tengo algo por las gordas, siempre me calienta tan solo verlas, son mis preferidas.


       Empezamos la clase, al mismo tiempo en mi mente buscaba la forma de cómo arrancar la situación. Yo tenía esa idea fija de que era una gorda putona. Ella se prestaba un poco, estaba sentada al lado mío y hablábamos de cerca.
       Ya habiendo finalizado la clase, nos quedamos charlando. Tenía mi notebook sobre la mesa y la conversación se fue hacia temas más personales.
Iza : -Me dijiste que no estabas trabajando. ¿Qué hacés todo el día?
Yo: -Chateo y miro porno. Le contesté a modo de chiste no tan chiste.
Iza se rió, pero no fue lerda tampoco. -Yo también hago lo mismo.
       Fueron 2 o 3 segundos de silencio luego de su respuesta, esas palabras me habían dado un shot de adrenalina tremendo y me di cuenta que ese era el momento perfecto para actuar.


Yo: -¿Y qué porno mirás?
Iza: -Me gusta lo que es diferente, no el clásico meta y ponga.

       Siempre coleccioné porno. Desde que tengo memoria. Me inició mi papá en ese mundo, de chico me hacía ver porno con él, nos sentábamos a comer golosinas, y tomar gaseosa como si estuviéramos viendo una peli de Disney pero esa es historia para otro relato.
       Hoy en día debo tener unos 6 terabytes de pornografía almacenada, cuidadosamente organizada por género. Hay gente que colecciona estampillas, latas de cerveza, y miles de cosas más pero yo... yo colecciono porno y me siento orgulloso de mi pornoteca.

Yo: -Tengo un montón de porno. De todo tipo.
Iza: -Me calienta ver mucho a dos tipos chupándose la pija. Dijo y me clavó la mirada esperando mi reacción.
Yo: -No tengo mucho porno gay. Pero si te gusta ver tipos chupando pija tengo un montón de videos de trans y bisexuales. Dije con toda tranquilidad como si hablara de si va a llover o no. Estaba en mi zona de comfort, y todo era muy relajado en ese momento.
Iza: -A ver, mostrame.


       Mi teoría de que era una gorda puta se estaba confirmando, Iza me estaba pidiendo que pusiera porno. Ni lo dudé, enseguida busqué entre los archivos que había descargado los últimos días y puse una peli trans.
       En la pantalla había una trans con una pija enorme, un sujeto se la estaba chupando como si fuera una nena. El morbo se disparó, yo estaba excitado pero tranquilo hasta ese momento. Mirando la escena se me endureció totalmente la pija.
       Yo tenía puesto un pantalón corto de basket, sin boxer abajo para que fuera más fácil acceder a mi pija, ya sea por si ella quería tocarla o porque yo quisiera hacerlo, como hice durante toda la clase que estuve acariciándome la verga aunque no sé si ella lo notó ya que nunca se hizo mención de eso.
       Estábamos en silencio mirando el video bien atentos, sentados a la mesa. Me acomodaba la pija una y otra vez, ya sin verguenza, ella lo notó y me sonrió. Me arremangué la pierna del pantalón y dejé asomar mi verga dura que posaba sobre mi pierna. La miró unos segundos, me miró a los ojos y nos besamos, al tiempo que ella comenzaba a acariciarme la pija. Le apreté las tetas y sus caricias ya eran una tremenda paja, lo hacía rápido y fuerte.

       Nos pasamos al sillón. Seguíamos besándonos, manoseándonos, su lengua se entrelazaba con la mía y en ningún momento me soltó la verga. No hizo falta que le dijera nada, se puso de rodillas delante mío y empezó a chuparme la pija.
       Encendí un cigarrillo. Me relajé al cien por ciento y disfruté la que posiblemente fue la mejor chupada de pija que me han dado en la vida.


       Iza estaba como poseída por 200 putas demoníacas. Ni siquiera chupaba, tragaba la pija entera, levantaba la cabeza dejando un hilo de saliva entre sus labios y mi pija para otra vez enterrársela en la boca por completo. No hizo falta que le dijera nada, en esos momentos suelo indicar verbalmente como quiero que me la chupen pero sus acciones evidenciaban una experiencia formidable.
       Esa garganta profunda era exactamente la chupada de pija que muy pocas mujeres saben dar. La persona que se trague la pija como si dejara la vida en cada cabeceo es la que te está entregando todo. No le importa si se le corre el maquillaje o se le desprende una pestaña postiza, está poniendo todo su empeño en mostrarte lo puta que es, y eso no tiene precio.
       La gorda estaba ahí, totalmente divina, arrodillada chupando pija sin parar y haciendo contacto visual. No eran necesarias las palabras, su actitud, sus gemidos y gestos lo decían todo: "puta". Y en esa posición de poder en la que yo me encontraba, con ella haciendo exactamente lo que a mi me gustaba sin siquiera haberlo pedido, me sentía glorioso.
       La muy puta no paraba, habrá estado chupando como desquiciada por más de veinte minutos. Pensé en hacer otra cosa, chuparsela yo, cogerla, pero esos pensamientos fueron descartados. Nada de lo que hiciera podría superar la magnificencia de semejante chupada de verga.


       La admiraba mientras lo hacía, cada movimiento, cada arcada, la saliva que chorreaba por el sillón ya había hecho un pequeño charco en el piso. Era como ver a un artista creando una obra de arte, simplemente te detenés a admirar como trabaja.
       Ya no podía resistirlo más, la leche estaba a punto de salir despedida pero no quería que terminara el momento sublime que estaba viviendo. Pero era demasiado buena, por más esfuerzo que hice habré aguantado unos 20 o 30 segundos más. Generalmente aviso cuando estoy a punto de acabar, soy conciente de que no a todas las personas les gusta recibir el lechazo en la boca pero no dije nada, seguí observándo cómo hacía lo suyo y largué ese chorro de leche espesa incontenible. No sabía cómo iba a reaccionar, tal vez no le gustaba o quería hacerme acabar de otra forma, en sus tetas, el piso o donde fuese pero para mi sorpresa, apenas empecé a acabar comenzó a chupar con más intensidad al ritmo de nuestros "hmmm". Tosió y salpicó un poco de leche pero no se detuvo, le tuve que sujetar la cabeza porque no paraba.
Yo: -Me vas a matar hija de puta. Dije entre risas.
Iza: -Me encanta chupar pija.
Yo: -Ya me di cuenta.
Iza: -Que rica pija tenés.

       Charlamos un rato más y se fue, a la otra semana volvió a la siguiente clase. Repetimos el final y si bien hoy en día seguimos en contacto, no volvimos a estar juntos. Ella se mudó bastante lejos pero seguimos jugando por mensajes cada tanto y eso no es todo, le he mostrado los relatos que estoy escribiendo acá y me dijo que a ella también le gustaria compartir sus historias. Lo primero que voy a hacer cuando suba este, será mandarle el link. El día de mañana tal vez puedan leer esta misma historia pero escrita por ella.

FIN.

Relato dedicado a Iza, probablemente seas la persona que más me comprende en este mundo.