Las dulces fantasías de mi plomero.

Todo empezó con un simple juego. Como ya les había comentado anteriormente cuento con 22 años de edad, casada aún sin hijos, mi esposo trabaja 15 días seguidos y otros 15 los pasa aquí conmigo en casa, como se han de imaginar en los 15 días que estoy sola no tengo actividad sexual en lo absoluto, como les hable en los dos relatos anteriores decidí hacer un par de actividades a mi plomero, me recostaba en mi cama simulando que estaba dormida, el morbosamente me miraba a escondidas, todo era planeado por mi pero el hasta el día de hoy sigue pensando que yo no sé nada
Después de estos dulces juegos para mí, mi plomero comenzó a actuar de diferente forma hacía mi, me miraba muy fuerte y pareciera que me quisiera comer. Cierto día yo llegue de un desayuno con mis amigas, me fui con el chófer de una de ellas y ahí mismo en casa me dejaron a mediodía, entré a mi casa cuando veo que la puerta del baño estaba entre abierta, me acerque sin hacer absolutamente nada de ruido y ahí estaba mi plomero, con los calzones que apenas había usado unas horas antes en su nariz y con la mano derecha acariciando su pene, inmediatamente me aleje y fui al cuarto, descubrí que ni chofer me deseaba. Al día siguiente el iba a llegar muy temprano, decidí satisfacer su fantasía, justo minutos antes de que llegara coloqué una cámara muy pequeña que uso cuando voy a hacer ciclismo, es casi indetectable, la puse en un lugar donde se apreciará todo a la perfección. Me quité los calzones que había usado todo el día anterior y ademas de eso me lo pasé un par de veces por mi panocha para que quedara más impregnada de mis olores. Al fin llegó mi plomero, me fui a mi cuarto y en cuestion de minutos fue y se encerró en mi baño, no batalló en encontrar la sorpresa que le había dejado pues la dejé encima del cesto de ropa sucia. Mire como se comenzó a bajar el cierre del pantalón, saco su pene, comenzó a acariciarlo lentamente mientras con la otra mano tomo mi calzón, lo desdobló y justo donde va la parte de mi panocha y se notaba una ligera mancha de mis fluidos comenzó a olerlos, miraba yo como cerro sus ojos y suspiraba fuertemente una y otra y otra vez, el no dejaba de hacerlo, no se quitaba mis calzones sucios de su nariz incluso ví como con su lengua lamía suavemente la pequeña mancha amarilla de mi calzón, al final se llevó mi calzón a su pene y en movimientos suaves se siguió masturbando hasta el punto de casi venirse, se volvió a llevar mi calzón a su nariz y fue ahí cuándo un fuerte chorro de semen salió de su enorme pene dejando todo mi baño chispeado, dejó mi calzón hasta la parte de abajo del cesto, tomo un poco de papel y limpio la leche que había dejado regada en el piso. Es así como descubrí que mi plomero es un fetichista que le gusta oler mis calzones sucios.

2 comentarios - Las dulces fantasías de mi plomero.

12eman +1
Teniendo esa cola alfrente cualquiera se pone burro y con ganas de ser diabluras
Tartanico
Que placer ese morbo.es como una adicción y lo mejor es tenerte a vos para jugar