Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (FINAL - I)

Y bueno, llegamos al final de este relato.

Muchas gracias por todos los puntos y comentarios.

A los que recién se engancharon, revisen mi perfil para encontrar el resto de los capítulos.

El relato está dividido en dos partes, así que no se olviden de revisar la otra mitad.

Ahora sí, los dejo con el final de la historia:

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Capítulo 18 – Final

Hermanito, te hago una pregunta
DÓNDE CARAJO SE METIERON????
A VER SI VIENEN PARA ACÁ DE UNA PUTA VEZ ANTES DE QUE LOS MATE!!!!


Revisé mi celular para leer el relajado mensaje que me había enviado Clara y luego lo dejé tirado sobre la cama sin haberle respondido. Era al pedo. La única forma en la que mi hermana se iba a calmar sería cuando nos viera llegar allá.
-¿Y, Pedro? ¿Los encontraste?
-¡NO!
Jessi y yo revolvíamos todo el departamento en busca de mis zapatos, los cuales estaba seguro de haberlos dejado guardados en el armario, ya listos para llevar.
Pero no estaban ahí. ¿Cómo hacía un par de zapatos para perderse en un departamento como el mío? Era ridículo.
Había dormido pocas horas, gracias a un par de turnos no planeados de los que Érica me había avisado recién una vez que había llegado al laburo, lo que me dejó bastante más cansado que en otras ocasiones.
Tal y como había anticipado Diana en su momento, Érica había ido aumentando paulatinamente la cantidad de turnos que me asignaba, y últimamente prácticamente los días en que no tenía clientela para atender eran muy escasos.
Lo peor de todo era que, como bien me había anticipado Diana también, lo que ganaba había aumentado, sí, pero en mucha menor medida que la cantidad de trabajo.
En palabras sencillas, Érica me estaba explotando cada vez más, y de no haber sido por las advertencias de Diana, posiblemente ni me habría dado cuenta de que la forma sutil en que la rubia veterana me estaba metiendo un dedo en el culo.
-¡Acá están! -Exclamé en tono triunfal desde el sofá.
-¡Por fin! -Replicó Jessi, dejando escapar su frustración. -¿Dónde estaban?
-Les pusiste tu vestido encima.
-¿Qué? No puede ser…
-Acá estaban. -Dije, levantando la funda de su vestido que se hallaba encima de mis zapatos, demostrándole que no mentía. -Y yo no puse el vestido ahí.
-Vos dijiste que habías dejado los zapatos en el armario. -Comentó con irritación. -Y ese no es el armario. -Agregó, señalando con su índice al sofá.
-Bueno, ya está. Ahora no voy a pelear con vos con esto porque no nos vamos más… Pero es tu culpa. -Añadí desde la puerta de mi habitación, mientras iba en busca de mi traje.
-¡No fue mi culpa, pendejo! -Gritó todavía en el living, medio irritada y medio divertida. -¡Más te vale que te hagas cargo VOS de explicarle a Clara que llegamos tarde por TU culpa!
Todavía riéndome de su enojo, corrí algo de la ropa que Jessi tenía guardada en mi armario y descolgué mi traje, ya en su funda, listo para ser trasladado.
Jessi tomó su vestido, también protegido por su propia funda, junto con una bolsa en la que llevaba sus zapatos, además de maquillaje y otras cosas que necesitaba llevar con ella, y nos dispusimos a salir del departamento.

---

-¡Ya era hora! -Exclamó mi viejo desde la vereda cuando nos vio estacionar delante de la casa. -¿Qué pasó que tardaron tanto?
-No encontrábamos mis zapatos. -Respondí, molesto por el hecho de que me estuvieran cagando a pedos sin siquiera haber entrado en la casa. -Apenas los encontré, salimos para acá a las corridas.
-Demasiado rápido, diría yo. -Acotó Jessi, que en más de una ocasión me había pedido que bajara la velocidad.
-¿Qué te dije de andar pisando tanto? -Me reprochó mi viejo, quien, al igual que mi vieja, nueve de cada diez veces se ponían del lado de Jessi cuando había alguna mínima discusión. -Está bien que tenían que apurarse, pero eso no significa que tengan que matarse de camino hasta acá.
-¿Ya tenés preparado nuestro velorio, entonces? -Pregunté, fingiendo sorpresa. -¡Puta madre! ¡Y yo que pensaba que veníamos porque hoy era la fiesta de casamiento de Clara!
-¿Pueden entrar de una vez por todas? -Gritó Clara desde la puerta, antes que mi viejo tuviera tiempo de responder a mi sarcasmo.
-¡Bueno, che! -Protesté al cruzar la puerta. -¿Tanto lío por una poco de tardanza? Ya llegamos, ya estamos acá. Además, tenemos todo el día para prepararnos para la ceremonia… ¿Tanta diferencia hay si llegamos un rato más tarde?
-¿Qué parte no entendiste de que nos vamos a encontrar con la familia de Tomás allá? -Los ojos de Clara destellaban de una forma que hacía parecer que en cualquier momento saldrían rayos láser y me carbonizarían al instante. -Tenemos que ser PUNTUALES.
-Y bueno, ¿qué estamos esperando entonces? -Pregunté, irritado. -Nosotros tenemos todo listo ya. ¿Vamos o qué?
-¡Lo que faltaba! -Exclamó mi hermana, poniendo los brazos en jarra en señal de hastío. -Encima que llegás tarde, nos querés apurar a todos.
-Bueno, bueno… -Mi vieja apareció bajando de las escaleras, también con su ropa lista para ser trasladada hasta el lugar donde se haría la fiesta. -A ver si dejamos las discusiones para otro día. Yo entiendo que estamos todos ansiosos, pero eso no es motivo para andar aliviando las tensiones con peleas. Clara, agarrá tus cosas y salgamos rápido.
Y así mi vieja se las ingenió para cortar la tensión y ponernos en movimiento. Un par de minutos después ya estábamos todos en los autos (Clara en el auto de mis viejos, Jessi viajando conmigo), saliendo en dirección al salón donde se haría la fiesta.

Media hora más tarde estábamos arribando por un camino secundario hasta la entrada de una estancia. A pesar del reproche de mi viejo al llegar a casa, en esa ocasión me vi forzado a pisar el acelerador en más de una ocasión para seguirle el paso.
De esa forma, apenas habíamos llegado unos diez minutos pasados del mediodía, que era la hora a la que se suponía que deberíamos habernos encontrado con la familia del novio.
Y ahí estaban nomás, el pelotudo de Tomás con su familia.
Apenas los había visto algunas veces, para un par de cumpleaños y una ocasión en que nos habíamos juntado las dos familias para una Navidad, pero sabía que se trataba más o menos de una familia bastante numerosa. De todos modos, en aquel momento sólo estaba él con sus padres y su hermana.
Tomás era el fiel reflejo de su padre, no podía haber dudas de dónde habían provenido los genes. Aunque lo poco que conocía del padre me hacía creer que el gen de pelotudo que dominaba a Tomás no lo había heredado de él.
La madre era una mujer de cabello color castaño con hermosos ojos marrones, casi dorados, aunque con un aspecto bastante serio, especialmente cuando se dirigía a mi hermana.
Tenía la expresión clásica de la suegra que no se banca a la novia del hijo, y se la pasa haciendo comentarios que rayan en la falta de respeto. Pero se veía que en ocasión del casamiento de su hijo había hecho un esfuerzo para mentir una sonrisa.
El hermano mayor de Tomás, Luciano (aunque absolutamente todo el mundo lo llamaba Lucho), también había arribado con su esposa. Al igual que su hermano, era un calco casi perfecto de su padre, aunque de alguna forma no se parecía tanto con su hermano. Además, a diferencia de Tomás, aquel tipo sí era alguien agradable, que sabía caerle bien a las personas, por lo que fue a quien saludé con mayor simpatía.
Completaba el grupo la hermana de Tomás, que si mal no recordaba se llamaba Natalia. Flaquita, al igual que su madre, también había heredado el resto de sus rasgos, resultando tan distinta de sus hermanos como sus padres lo eran entre ellos.
Todos íbamos vestidos con un estilo elegante sport. El padre de Tomás y mi viejo llevaban unas camisas de tela liviana con unos pantalones de color marrón claro. En mi caso, así como el de Tomás y su hermano, habíamos optado por llevar unas chombas de algodón.
Las mujeres de ambas familias se decidieron por vestidos estampados, más largos en el caso de las madres, y más cortos en el caso de la mujer de Lucho y la hermana de Tomás, como también lo habían decidido Clara y Jessi.
En un arrebato bastante infantil de mi parte, no pude evitar pensar que, si había que poner en una balanza la belleza de las mujeres de ambas familias, la mía ganaba por goleada.
Por fortuna para todos nosotros, especialmente para mí, ya que evitaba la furia de mi hermana por haber provocado la tardanza, Tomás y su familia habían arribado apenas un par de minutos antes, por lo que nadie había quedado mal parado.
Tuvimos los saludos de rigor, algunos comentarios a la pasada, y finalmente entramos todos al salón, donde los encargados del lugar habían preparado unas entradas para nosotros, antes de que iniciara el almuerzo.
Al menos los del salón estaban empezando con el pie derecho. Yo no me había mostrado muy de acuerdo con utilizar ese lugar para la fiesta, pero Clara había convencido a nuestros padres de realizar el gasto, y su futuro esposo había hecho lo mismo con los suyos.
Realmente se trataba de un gasto bastante importante, así que todos cruzábamos los dedos para que no vernos decepcionados.
Por fortuna, incluso el día parecía conspirar a nuestro favor. Se trataba de un domingo soleado, pero no necesariamente cálido, lo cual nos permitiría hacer la ceremonia de casamiento al aire libre, tal y como habían planeado durante días mi hermana y Tomás.
Al ser fin de semana largo, la fiesta se prolongaría toda la noche, por lo que al día siguiente nadie tendría obligaciones que cumplir con sus trabajos.
Un par de horas más tarde ya habíamos terminado la comida y nos fuimos a descansar un poco en las habitaciones reservadas para nosotros.
El servicio que habíamos pagado incluía toda una sesión de preparación para la fiesta que tendría lugar cerca del atardecer. Empezando por la recepción y el almuerzo, seguía un período de reposo para luego poder elegir entre distintas opciones de spa y relajación que había disponibles para la pareja y sus familiares más próximos.
Finalmente, la mayoría de las mujeres de la familia, y algunos hombres que también quisieran tomar parte, tendrían una sesión de belleza, que incluiría maquillaje y peluquería, además de manicura y pedicura.
En resumen, los dueños del salón prometían una experiencia fenomenal por usar sus instalaciones, y tanto Clara como mi vieja, así como la madre y la hermana de Tomás, y también Jessi y la pareja de Lucho, pensaban aprovechar al máximo todo lo que se les ofrecía para las preparaciones previas al casamiento.
Jessi me había insistido para que yo también me sumara a las sesiones de belleza, pero el cansancio me ganaba por goleada, por lo que decidí usar la cama de la habitación para descansar mientras ella se iba con mi hermana y las demás a disfrutar de una buena atención profesional.
Mi celular sonó, avisándome que había recibido un mensaje. Era de Érica.

Martes. Dos turnos. Preparate.

Cortito y al pie, como siempre. ¡Qué ganas de mandarla a la mierda!

OK

Era mejor contenerse, responder de manera sencilla y dejarlo pasar. Al menos no me estaba pidiendo que laburara un feriado.
Lo último que quería era pensar en el trabajo, pero ese mensaje de mi jefa tenía que llegar para romper las pelotas. Algo molesto, me tiré en la cama y cerré los ojos para descansar un rato.

---

-Pedro, despertate. -La voz de Jessi me llamaba con suavidad.
-No. -Dije, medio en broma, girando para seguir tapado.
-Dale, es importante. -Insistió, sacudiendo mi hombro. -Tenés que ir a hablar con Clara.
Abrí los ojos de golpe y me incorporé en la cama. Cuando observé el reloj, me di cuenta de que apenas faltaban dos horas para que empezaran a llegar los invitados.
-¿Qué pasó?
-Clara quiere hablar con vos. -Respondió, sin darme más pistas. -Dale, que te espera ahora. No des más vueltas y vestite.
Resultaba obvio que Jessi no iba a soltar más información y que se trataba de algo importante, así que no me quedó otra que hacerle caso. Me vestí lo más rápido que pude y salí con ella de la habitación.
Nuestros pasos resonaban por el lugar mientras avanzábamos por puertas y pasillos que relucían al estar iluminados por el sol de la tarde. Durante el camino una fragancia se había colado por mis fosas nasales, y tardé un rato en entender que provenía de mi novia.
-¿Qué es ese perfume? Me gusta mucho. -Comenté mientras seguíamos caminando.
-¡No sabés de lo que se perdieron todos los hombres! -Dijo alegremente. -Tuvimos sesión de masajes, tuvimos un rato de sauna, también jacuzzi… Todo con música relajante. Me podrían dejar acá un mes y saldría renovada.
-Ah… ¿me querés dejar solo, triste, y abandonado durante un mes? -Pregunté, fingiendo sentirme completamente desconsolado.
-¿Un mes de spa, masajes, jacuzzi y relax? ¡Pero más bien! -Exclamó sonriendo de oreja a oreja ante mi falso desconsuelo.
-Bueno, tendré que ver si alguien se quiere ocupar de mí durante ese mes.
-¡Ja! -Dijo Jessi, mezclado el tono bromista con un toque de orgullo y seguridad. -¡Como si fueras a encontrar a alguien que te atienda mejor que yo!
-Bueno en eso tenés razón… Aunque…
-¿Aunque qué? -Preguntó Jessi, volteándose.
-Había alguien que no me atendía mejor que vos… -Comenté. -Pero me atendía bastante bien, eso seguro.
-¿Quién? -Sus ojos se cerraron de manera sospechosa. -¿A quién tengo que matar para que ni se te ocurra que te atienda alguien más que yo?
-Igualmente, no te preocupes tanto, que no hay forma en que me atienda de nuevo. -Aclaré para tranquilizarla, por las dudas.
-¿Ah, no? ¿Y eso por qué lo decís? -Todo su cuerpo se había empezado a tensar mientras preguntaba eso.
-Porque ya se casó por civil el viernes y hoy tiene la fiesta de casamiento. -Dije, sonriente. -Además, no creo que quieras matar a una de tus mejores amigas. -Cerré, ampliando aún más mi sonrisa.
-¡Hubieras empezado por ahí! -Exclamó Jessi, relajando su postura. -¡Vos sabés que con ella no habría drama! Yo te compartía sin problemas con Clarita.
-Y bueno, pero ya quedó en el pasado. -Comenté, encogiéndome de hombros.
Doblamos una última vez y arribamos finalmente a una puerta doble ubicada a la mitad de un pasillo. Jessi se acercó y golpeó tres veces la puerta con suavidad.
-Abran, que ahí lo traje a Pedro. -Anunció en voz alta.
La puerta se abrió y la cara de Betty asomó detrás.
-¿Qué hacés vos acá? -Pregunté, sorprendido. -Pensé que llegabas más tarde.
-¿Hay alguien por acá? -Ignorando mi pregunta, Betty miraba constantemente de un lado a otro, algo nerviosa.
-No, solamente nosotros dos. -Respondió Jessi, mirando también hacia ambos lados.
-Pasen, pasen.
Betty se corrió de la puerta y nos indicó con su mano que entráramos rápidamente. Apenas habíamos traspasado el marco de la puerta que Betty cerró la puerta al instante y echó la traba.
Paseé mis ojos por la habitación. Se trataba de un lugar muy bien amueblado, con una cama que en apariencia prometía el mejor descanso del mundo una vez que uno se dejara caer ahí. Había algunos cuadros colgados en las paredes con imágenes de paisajes de campo, y debajo de cada cuadro se ubicaba un mueble de madera finamente adornado.
Una puerta se observaba a un costado, que supuse que conducía a un baño, donde al parecer se encontraba mi hermana.
-Pensé que ibas a llegar para cuando empiece la ceremonia. -Comenté, sin terminar de entender qué hacía ahí.
-Honestamente, yo pensaba lo mismo. -Contestó sonriente. -Pero desde que salimos del aeropuerto que no tuvimos ningún problema con el tránsito. Y cuando vimos que teníamos tiempo de sobra, le preguntamos a Clara si no había drama en que llegáramos un par de horas antes para prepararnos acá para la fiesta. Clara consultó con los del lugar y le dijeron que no era ninguna molestia, que tenían lugar disponible. Así que con Guille agarramos el auto y nos vinimos para acá.
-¡Qué suerte! -Comenté con alegría, sabiendo lo mucho que mi hermana y Jessi la habían extrañado durante los meses que no se habían visto.
Lo que en su momento había parecido una relación pasajera entre Betty y un conocido de su trabajo, Guillermo, terminó convirtiéndose en una relación en toda regla. Pero el problema se había dado cuando la empresa donde ambos trabajaban abrió una oficina regional en Córdoba, y los dos habían sido elegidos para trabajar allá, con una sustancial mejora salarial.
Cuando Betty les anunció a sus amigas que se iba a vivir a otra provincia, tanto Clara como Jessi estuvieron deprimidas por un mes prácticamente. La noticia les había pegado muy mal, pero realmente era una oportunidad que su amiga no podía dejar pasar.
Por suerte, durante el último año se fueron adaptando a ese cambio tan importante y se las ingeniaron para no perder el contacto. Incluso ella vino de visita cada vez que podía hacer una escapada de fin de semana, y sus dos amigas también hacían lo mismo en cada oportunidad que se les presentaba.
Al final de cuentas, a lo sumo habían llegado a pasar un mes sin verse, así que el daño no había sido tan grande como si Betty se hubiera mudado a otro país.
-¿Y Guillermo?
-Dormido. La verdad que no paramos en todo el día. -Betty dejó escapar un bostezo que confirmaba lo que acababa de decir.
-¿Y por qué no te fuiste a dormir vos también?
-Porque no quería perderme del regalo de bodas que le vas a hacer a Clara. -Respondió mientras sonreía con picardía.
-No tengo la más puta idea de lo que estás hablando. -Dije, con total honestidad. -Ya le hicimos un regalo de bodas: le pagamos el vestido de novia.
-Ya sé, pero me refiero al otro regalo de bodas.
-Ahora sí que no entiendo un carajo.
-¡Clara! -Llamó Jessi en dirección a la puerta que se ubicaba al costado. -Vení para acá, que ya está Pedro.
-¿Ya? ¡Pero la puta madre! -Dijo la voz de Clara, que sonaba sorprendida. Se escucharon unos ruidos como si algo hubiera caído al piso. -¡La que me parió! ¡Ahí voy!
Después de unos segundos de demora, finalmente abrió la puerta del baño y apareció usando su vestido de novia en todo su esplendor.
Ya había visto el vestido en fotos primero, y luego también en persona cuando lo compramos, pero era la primera vez que la veía con eso puesto.
Desde la cintura hacia arriba tenía todo un diseño con transparencias, lleno de bordados con forma de hojas y flores blancas, decorado con algunos cristales, que emitían pequeños destellos con cada movimiento. Los bordados continuaban por las tiras que sostenían el vestido por sus hombros, y se volvían aún más intrincados al llegar a su pecho, el cual estaba expuesto por un generoso escote que bajaba casi hasta su ombligo, pero hecho de tal manera que no se veía vulgar, sino sumamente elegante.
La mitad de abajo, en cambio, estaba compuesta por una tela lisa que se pegaba a su cuerpo, libre de detalles, salvo por el tajo que corría por el costado de su pierna derecha, llegando hasta la mitad de su muslo, y un poco más también.
-¿Y? ¿Qué opinan? -Preguntó Clara, algo nerviosa. -¿Me veo bien?
Dio la vuelta para que pudiéramos apreciar el otro lado del vestido. Mantenía la misma idea, con la parte bordada llegando hasta su cintura. En este caso, en cambio, había menos tela, ya que tenía la espalda sumamente descubierta. Apenas sí se podía adivinar un cierre que se encontraba apenas unos centímetros por encima de su culo, que la tela del vestido envolvía marcándoselo a la perfección.
-Estás preciosa. -Dije, una vez que recuperé el habla. -En serio, hermanita, te ves hermosa.
-Ay, ¿en serio lo decís?
Su cara se puso de un tono sonrosado que la hizo ver aún más linda. Encima se pasó las manos por la parte de atrás del vestido, y cuando llegó a su cola, aplastó la tela para que se le marcara aún más.
Empecé a sentir un leve hormigueo en mi entrepierna, una sensación que había tenido reprimida durante los últimos dos años, desde aquella vez que Clara presentó a Tomás en la casa de mis viejos.
Aquel día había sido prácticamente la confirmación de que Clara no iba a tener nada conmigo nunca más, y a pesar de que alguna que otra vez la visión de mi hermana por la casa me hacía recordar momentos muy calientes, tanto ella como yo habíamos retornado a una relación de hermanos común y corriente. Especialmente la clase de hermanos que no se acostaban entre ellos.
-Che… Clara… -Empecé, algo nervioso por las sensaciones encontradas que había en mi cabeza en ese instante. -¿Qué hago acá?
-Es… complicado de explicar. -Dijo suspirando. -Mejor sentate acá. -Agregó, sentándose en el costado de la cama y dando una palmada al colchón con su mano derecha en un lugar ubicado a su lado.
-De verdad que entre vos y Betty no me están haciendo entender una mierda. -Comenté con honestidad, revoleando mis ojos.
-¿Por qué das tantas vueltas, Clara? -Intervino Jessi, impaciente. -Bueno, mejor te cuento yo algo de la historia, pero Clara la va a tener que seguir porque hay cosas que no conozco bien del todo. -Agregó, apoyándose contra uno de los muebles.
-Sí, mejor, antes que nos quedemos sin tiempo. -Agregó Betty, parada junto a la puerta.
-La cuestión es que el jueves, como sabrás, tuvimos la despedida de soltera de tu hermana. -Inició Jessi su relato. -Fuimos a un lugar en el centro, nos disfrazamos, vinieron unas amigas de la facu, del secundario también, la pusimos bien perra a Clara…
-¿Ah, sí? -Comenté. -No me quisiste mostrar ninguna foto. -Le dije a Jessi, con una leve nota de reproche.
-Sí, bueno, no importa ahora. -Replicó, sin inmutarse. -No me interrumpas, por favor, que estoy tratando de explicar algo.
Jessi me fulminó con su mirada hasta que murieron mis ganas de continuar haciendo comentarios. Ya había aprendido que cuando ponía esa clase de expresiones, era mejor mantenerse callado. Además, si era cierto lo que había dicho sobre Clara, realmente no teníamos tiempo que perder.
-Como te decía antes de ser interrumpida, habíamos salido con Clara para su despedida de soltera y la estábamos pasando de maravillas, ligamos buenos tragos, nos reíamos de boludeces… En fin, lo de siempre, hasta que vino el stripper.
-¿El qué? -Si hubiera tenido algo de líquido en la boca, habría volado por todos lados.
-¿No te acabo de decir que no me interrumpas? -Preguntó Jessi, irritada. -Sí, un stripper. ¿Acaso habría sido la primera despedida de soltera que tiene un stripper? ¡En todas las despedidas de soltero hay una o más minas en pelotas! ¡Vos mismo me contaste que atendiste a más de una futura esposa en tu laburo! Así que no empieces con boludeces si tu hermana vio a un stripper. -Me fulminó una vez con su mirada y luego prosiguió con la historia. -Cuestión que vino el stripper, bailó, todas jodimos con el tipo, alguna que otra que estaba medio en pedo metió una mano, y nosotras la jodimos a Clara con que el tipo la tenía re grande, que tenía que aprovechar que era su última noche de soltera.
Contuve la respiración, esperando que continuara. ¿Jessi estaba a punto de relatar cómo mi hermana le había chupado la pija a un desconocido? Ya bastante me rompía las pelotas cuando se aparecía en mi cabeza la idea de que el pelotudo de Tomás se acostaba con Clara, no necesitaba saber algo más por el estilo.
-Cuestión que el tipo agarra viaje, sin que Clara responda nada, y se queda completamente en pelotas, y sigue bailando con la verga a centímetros de la cara de tu hermana, hasta que… -Jessi tomó aire, como si estuviera preparándose para contar algo muy importante. -Clara niega con la cabeza, se levanta y se va al baño casi corriendo.
Me había mordido la lengua tan fuerte para no comentar nada cuando Jessi mencionó lo del tipo bailando en pelotas delante de Clara que casi me hago sangrar. Fue una suerte que revelara eso, o casi seguro la pudría ahí mismo con algún comentario fuera de lugar.
-¿Y por qué pasó eso? -Pregunté, intrigado por saber cómo continuaba la historia.
-Preguntaselo a ella. -Respondió Jessi, haciendo un movimiento de cabeza en dirección a su amiga.
Clara tenía la cara cubierta por sus manos, pero al escuchar el comentario de Jessi, se vio forzada a retirarlas. Se la notaba tremendamente nerviosa, como si hubiera vuelto a ser una nena de primaria que se había mandado una cagada y tuviera que confesárselo a mis viejos.
-La puta madre… ¿En qué mierda me metí? -Suspiró, levantando su mirada hacia el techo.
-Sin vueltas, Clara. -Le remarqué, impaciente. -¿Qué pasó el jueves?
-Ahí va, no te pongas denso. -Tomó aire una vez más antes de dar su versión de los hechos. -Lo estábamos pasando lo más bien esa noche. Era una noche de amigas como las que siempre habíamos tenido, hasta que trajeron al stripper. No era como si alguna de nosotras hubiera pensado que iba a pasar algo con ese tipo, más bien se trataba de una cosa más para seguir jodiendo y matarnos de risa. Pero no sé quién fue la que dijo que el tipo tenía que sacarse todo, y se ve que él sí pensó que yo o alguna de las chicas iba a agarrar viaje, porque se bajó la sunga y ahí nomás dejó la verga al aire.
Notaba cómo me hervía la sangre lentamente. Por más que Jessi acababa de decir que no había pasado nada, me costaba mucho controlarme al imaginar a un desconocido poniéndose en pelotas y restregándole la verga por la cara a mi hermana.
Una vez más me mordí la lengua y dejé que Clara siguiera hablando.
-No te enojes por lo que voy a decir, pero la verdad que el tipo la tenía grande. Y capaz era el alcohol, o las chicas que celebraban todo y alguna que otra chica medio en pedo decía que había que tocársela… Pero algo me empezó a excitar, y cuando estaba por tocársela a ese tipo, justo pensé “no está mal, pero la de mi hermano es más grande”. Casi me pongo a llorar ahí mismo, así que me fui al baño lo más rápido que pude, porque no aguantaba más. Quería gritar, putear, irme a la mierda, todo junto…
Se quedó en silencio, con los ojos vidriosos, como si estuviera luchando por contener las lágrimas. Yo simplemente me mantuve expectante, tratando de entender a dónde iba con lo que me estaba contando.
-Pedro la cosa es simple: tu hermana quiere coger con vos de nuevo, y lo quiere hacer ya mismo. -Dijo Betty, sin paciencia para que su amiga siguiera dando rodeos.
El silencio que se hizo a continuación de esa frase duró siglos. Me quedé mirando a Betty, esperando que estallara en carcajadas en cualquier momento, porque eso tendría que haber sido una broma de mal gusto.
-Dale, boluda. -Dije, irritado. -No digas boludeces. ¡Mirá si a Clara se le va a ocurrir meterle los cuernos a Tomás el día que se casan!
Giré para ver a mi hermana, y me di cuenta que se estaba cubriendo el rostro con las manos.
-¿Me estás cargando? -Pregunté, mientras mi mandíbula amenazaba con caer al piso. -¿Por qué…?
-¡Porque no aguanto más! ¡Porque lo amo a Tomás, pero no hay forma en que me haga acabar como lo hacés vos! -Exclamó de golpe, dejando salir algo que tenía evidentemente atragantado desde hace tiempo. -Al principio no me parecía tan importante, porque tenemos buena cama con él, pero los últimos meses la cosa fue cambiando. No te das idea de lo que fue este último tiempo, sabiendo que Jessi podía disfrutar siempre que quería de tu verga, y yo tenía que aguantarme las ganas de volver a estar con vos.
-Pero… Y… Acá… ¿Ahora? -Balbuceé mientras trataba de ordenar mis pensamientos.
-No hables, Pedro. -Me interrumpió Clara, con expresión decidida. -Callate. Cogeme. Es una locura, lo sé. Ni tendría que pedirte esto en este preciso momento. Pero extraño acabar a lo bestia como lo hacía con vos. Y si no lo vas a hacer ahora mismo, mejor que te las tomes de acá antes de que te ate y te viole.
Desesperado por una idea, giré mi cabeza para mirarla a Jessi. Mi novia sólo sonreía, divertida al verme tan desconcertado. Todavía apoyada contra el mueble, me dedicó un guiño. El mensaje estaba prácticamente tatuado en su rostro, en la forma en que brillaban sus ojos y en la forma en que su boca se curvaba en una traviesa sonrisa, casi demoníaca.
Dale pelotudo, pegale un buen garche, no te hagas rogar.
¿Mi hermana me estaba pidiendo coger conmigo? Sí. ¿Mi novia me estaba dando su bendición para hacerlo sin culpa? Sí. ¿Lo iba a hacer momentos antes de que Clara se casara con el pelotudo de su novio? Sí. ¿Tenía alguna clase de razón para decirle que no? Miles.
Pero no me importó una mierda eso último.
Durante dos años había mantenido bajo llave esa parte de mi mente que deseaba abalanzarse sobre Clara cada vez que me percataba de lo hermosa que se veía, o de lo bien que le quedaba algún pantalón ajustado.
De no haber sido por Jessi, quizás no habría aguantado tanto tiempo. Y, a decir verdad, no sé qué habría pasado si ella no hubiera estado de acuerdo con lo que estaba a punto de hacer. Pero por suerte no tenía que hacerme esa pregunta, porque los planetas se habían alineado a mi favor.
-Vos estás loca, ¿sabías? -Pregunté, al tiempo que tomaba su cara entre mis manos y besaba su boca con suavidad. -¡Las tres están locas! -Dije en voz alta, volteándome para dirigirme también a Betty y Jessi, riéndome de lo inesperado de la situación.
-Loca por tu pija, hermanito. -Contestó Clara, sonriendo de oreja a oreja. -Ahora bajate el pantalón así la saludo, que hace mucho tiempo que no la veo.
Obediente, me puse de pie y me coloqué delante de mi hermana, que continuaba sentada en la cama, con la misma expresión expectante de alguien que llevaba mucho tiempo contando los segundos hasta la llegada de un regalo y finalmente lo tiene entre sus manos.
Solté mi cinturón y desabroché mi pantalón para permitirle a mi verga saltar felizmente frente a mi hermanita, cuyos ojos brillaban de placer al verla en toda su extensión.
-¿La vas a saludar o qué? -Pregunté con voz socarrona.
-¡Tanto tiempo sin vernos! -Exclamó Clara alegremente, mientras estiraba la mano y estrechaba mi pija por el tronco, como si se tratara de la mano de otra persona.
-¿Ya está? ¿Se saludaron entonces? -Retruqué, mientras Betty y Jessi se reían. -¿Entonces me voy? -Pregunté, amenazando con volver a esconder mi pija dentro del pantalón.
-Vos te quedás ahí donde estás parado, pendejo. -Ordenó mi hermana, sujetando con más fuerza, por si intentaba escaparme realmente. -Ahora la voy a saludar como se lo merece.
Cumpliendo al pie de la letra con lo que acababa de decir, acercó su boca y e introdujo mi glande en su interior.
Lo más acertado que podría decirse desde la última vez que mi hermana me había chupado la pija, era que sin dudas había mejorado su técnica.
Su lengua estaba haciendo maravillas tan sólo jugueteando con mi glande, y sus manos se paseaban tanto por mi tronco como por mis bolas, ayudando a generar una deliciosa mezcla de sensaciones, que me nublaba la cabeza y me hacía cerrar los ojos de placer.
-Las manitos quietas, Pedro. -Me advirtió Jessi desde donde se encontraba apoyada, justo cuando las estaba acercando a la cabeza de Clara. -Ya vas a ver lo que puede hacer sin tu ayuda.
Como si esa fuera la señal que estaba esperando, los labios de mi hermana comenzaron a avanzar lentamente por mi verga. Centímetro a centímetro, Clara continuó permitiendo que se metiera por su boca y por su garganta, hasta que, casi sin esfuerzo, su nariz hizo contacto con mi cuerpo.
-Hija de puta… -Fue lo que alcancé a decir entre dientes, controlándome para no colocar mis manos sobre su cabeza para cogerme su boca con furia.
Tanto Jessi como Betty comenzaron a aplaudir para felicitar la actuación de su amiga, que ahora empezaba a desplazarse hacia atrás con lentitud, dejando que mi verga sintiera todas las texturas del interior de su boca.
Sonriendo, una vez que liberó mi verga de su boca, Clara se inclinó hacia sus amigas e hizo una pequeña reverencia, como una artista que recibe el aplauso de su público.
Una vez terminada su demostración de habilidades, mi hermana se puso de pie y me dio la espalda.
-¿Me ayudas a bajar el cierre? -Pidió con inocencia, como si no fuera a pasar nada una vez que la desnudara.
-No.
-¿Cómo que no? -Preguntó desconcertada. -¿Me vas a coger o no?
-Obvio que sí.
-¿Y entonces?
-Entonces te voy a coger con el vestido puesto, hermanita.
Acto seguido, me agaché hasta quedar de rodillas, con su magnífico ojete a centímetros de mi rostro. Bajé mis manos hasta el piso y las volví a subir por debajo de su vestido, manteniendo el contacto con la suavidad de su piel.
-¿Vos estás en pedo? -Mi hermana se notaba sumamente nerviosa. -¿Qué carajo hago si le pasa algo al vestido? Sos un desubicado de mierda, esperá que me lo saco y… ay dios…
No había nada que mi hermana pudiera hacer o decir para hacerme cambiar de idea. La situación era demasiado excitante como para dejar pasar semejante oportunidad. ¿Cogerme a una chica que estaba a punto de casarse, hacerlo mientras usaba su vestido de novia, que su novio me cayera mal y que encima esa chica fuera mi propia hermana?
Me la iba a coger, y ella iba a permanecer todo ese tiempo con el vestido de novia puesto, fin de la discusión.
Clara se vio forzada a dejar escapar un buen gemido cuando subí su vestido, corrí su tanga a un costado, coloqué mis manos sobre sus nalgas para separarlas y allanarme el camino, y dejé que mi lengua se internara en aquel brillante y rosado rincón que tanto tiempo hacía que no visitaba.
-¡Qué rica que está tu conchita, hermanita! -La alabé entre lamidas.
-¿Más rica que la mía? -Preguntó Jessi con una sonrisa que me advertía que tenía que tener mucho cuidado con lo que iba a responder.
-La tuya es la más rica, ya lo sabés. -Repliqué, guiñándole un ojo para luego continuar con mi labor.
Clara había dejado de protestar hace un largo rato, y en ese momento sólo levantó aún más su culo y se resignó a dejar que mi lengua volviera a explorar cada rincón de su entrepierna, como si se tratara de un viejo amigo que visita una casa a la cual hace mucho no iba y ahora miraba todo, intentando descubrir si algo había cambiado en ese tiempo.
Pero en el caso de Clara era como si no hubiera pasado ni un día. Ese tesoro seguía igual de húmedo, igual de caliente, igual de sabroso. Como lo había pensado la primera vez que la probé, podría quedarme pegado a ella hasta que se me cayera la lengua a pedazos.
-Jessi, la puta que te parió… -Exclamó mi hermana de repente, interrumpiendo un gemido.
-¿Yo qué hice ahora? -Jessi se reía desconcertada ante la situación.
-Mi hermano… hijo de puta… siempre te la chupa así… suertuda de mierda… ay, sí… así, la puta madre… -Fue todo lo que alcanzó a explicar Clara mientras mi lengua jugaba un poco con su culo y mi dedo índice exploraba su rajita.
-Vos sos la que dijo que quería serle fiel a Tomás. -Replicó su amiga con malicia. -Y yo soy la que te dije que no tenía problema si querías sumarte… Ya sabés lo mucho que me calienta verlos coger a ustedes dos. -Concluyó, con un tono que confirmaba lo excitada que se sentía en ese instante.
Me puse de pie y levanté la falda de aquel blanco vestido hasta que terminó sobre la espalda de mi hermana, dejando completamente al descubierto todo de la cintura para abajo. Su rajita ya chorreaba de lo mojada que estaba, al punto que en el piso ya podían verse brillar una o dos gotas.
Me acerqué a mi hermana y coloqué la punta de mi verga justo sobre su entrada. Ni siquiera la había penetrado, pero podía percibir el calor que brotaba de aquel rincón.
Logrando mantener el control sobre mi lado más animal, que estaba desesperado por mandarle mi verga hasta el fondo, froté mi glande entre sus labios, provocándola aún más.
-No seas hijo de puta. -Suspiró Clara, desesperada. -Por favor, no aguanto más… Cogeme, Pedro. ¡Cogeme ya!
Lentamente, tomándome todo el tiempo (que realmente no teníamos), presioné hasta que mi verga comenzó a abrirse paso dentro de mi hermana.
-Por favor… lo que extrañaba tu pija…
-¿La extrañaste mucho?
-Sí… mucho… -Respondió entre jadeos.
-Estás muy apretada, hermanita. -Señalé, mientras notaba cómo su interior daba pelea a mis intentos de ingresar por completo en ella.
-Es que… hace mucho… que no me cogés.
-Vamos a hacer que eso cambie, entonces. -Comenté, tomando su cintura con mis manos para ejercer más presión con mi verga.
Ahora sí podía avanzar como yo quería. Podía notar cómo me envolvía con su calor y con su humedad. Clara resoplaba, pero no emitía ninguna queja, y yo aprovechaba para seguir presionando, acercando mi cuerpo al suyo, hasta que finalmente hice contacto con su cola.
-Ahí la tenés toda adentro, hermanita. -Anuncié, aunque resultaba obvio siendo que nuestros cuerpos estaban pegados. -Como vos querías.
-Ay sí… ¡qué lindo… estar tan llena de pija! -Exclamó con un sonoro resoplido de por medio.
-Mordé algo bien fuerte. -Ordené luego de darle unos segundos para acostumbrarse. -O nos…
-¿Qué? -Clara se volteó como pudo para mirarme con gesto casi de desesperación. - ¿Ya? Dame un segundo para…
-Mordé algo bien fuerte, Clara. -Repetí con voz firme, dándole a entender que no estábamos negociando. -O nos van a escuchar.
-La concha tuya, pendejo. -Dijo mi hermana, resignada, antes de enterrar la cara en el colchón para ahogar los sonidos que estaba a punto de emitir.
-No, pendeja, la tuya. -Contesté, mientras me retiraba hasta que sólo la punta de mi verga permaneció en su interior.
-¿Qué vas a hacer? -Preguntó Clara, todavía con la cara pegada al colchón, presa del pánico.
-Te voy a hacer mierda la argolla, obviamente.
-¿Qué? ¡No! ¡Aguantá, por favor! -Suplicó con desesperación.
-Te estoy jodiendo, hermanita. -Anuncié, disfrutando de la situación y tratando de contener la risa ante su reacción.
-La re puta madre que te parió, pendejo… -La desesperación se fue de su voz, para dar lugar a la furia. -¡Dejá de boludear y cógeme!
El tono de voz de Clara me dejó bien claro que hasta ahí había llegado el tiempo de bromear y ya era hora de pasar a la acción.
Lento al principio, fui avanzando y retrocediendo, dejando que ella sintiera toda la extensión de mi miembro recorriendo su interior. Los resoplidos de mi hermana, que intentaba volver a acostumbrarse después de tanto tiempo, se hicieron presentes en la habitación.
Giré mi cabeza para ver en qué andaban las amigas de Clara y no me decepcioné para nada: Jessi sólo estaba con la vista clavada en mí, pero se mordía el labio de una forma tan sensual que tenía que luchar por contener mis ganas de que decirle se arrodillara al lado de mi hermana y alternarme entre cogerme su boca y a Clara.
Betty, por su parte, ya había entrado en calor. También sonreía y se mordía el labio de una forma muy similar a la de mi novia, pero su mano derecha ya había bajado hasta su entrepierna. Si bien no se podía ver mucho desde donde yo estaba, me parecía bastante obvio que se estaba estimulando de lo más bien mientras nos miraba coger.
Sonriendo con satisfacción por encontrarme en semejante situación, comencé a aumentar la velocidad de mis penetraciones. Clara estaba tan mojada y caliente que una vez más volví a pensar que era como meterse en aguas termales.
Los gemidos de mi hermana se escuchaban cada vez con más fuerza y más seguidos, mi respiración se empezaba a dificultar, y pocos segundos después ya estábamos metidos en un ritmo fuerte, que le complicaba a Clara hacer algo más que luchar por respirar y por no gritar.
Me agarré con más fuerza de su cintura y decidí darle con todas mis fuerzas. Quería volver a escuchar la música de sus gritos cuando alcanzaba el éxtasis.
-¿Tomi no la tiene así? -Pregunté, refregándole en su cara el hecho de que estaba metiéndole los cuernos a su pareja.
-No… Ay, hijo de… No, no la tiene… así como vos. -Respondió Clara entre gemidos, tratando de controlar el volumen de su voz.
-Te encanta mi pija, ¿no?
-Ay sí… me encanta… -Respondió de manera entrecortada. A duras penas se podía entender algo de lo que decía.
-No te escucho, putita. -Dije, estrellando mi mano derecha contra una de sus firmes nalgas. -Decilo fuerte y que te escuchen tus amigas.
-¡AY SIIIIIIIIIII! ¡ME ENCANTA TU PIJA! ¡DIOS! ¡CÓMO ME GUSTA TENER LA CONCHA LLENA CON TU VERGA! -Aulló, dejándose llevar por la excitación.
-Así me gusta. -Dije entre dientes. -Ahora te voy a llenar la argolla como a vos te gusta.
-¡Boluda! -Intervino Jessi, cagando a pedos a mi hermana. -¡Bajá la voz o nos van a escuchar todos!
Antes que mi hermana pudiera dejar escapar otro grito como ese, me incliné hacia adelante y puse mi mano sobre su nuca para obligarla a enterrar la cara nuevamente contra el colchón.
-No saques la cara de ahí, Clara. -Ordené, mientras recuperaba un poco el aire. -O te van a escuchar gritar.
No le di tiempo a preguntar nada, ya que retrocedí hasta que nuevamente sólo la punta de mi verga se mantuvo dentro de ella, y luego me lancé hacia adelante hasta chocar contra su cuerpo.
¡Cómo me gustaba cogerme así a mi hermanita! Una y otra vez embestí con todas mis fuerzas, a tal punto que en más de una ocasión Clara terminaba despegando sus pies unos centímetros del piso.
A pesar de la violencia de mis penetraciones, se agarraba de las sábanas para no despegar su cara del colchón. Eso sí, aunque ahogados por la tela, sus gritos todavía podían escucharse en la habitación.
-¿Viste lo que es una pija de verdad? -Pregunté, en medio de mis embestidas, canalizando la bronca que tenía contra el pelotudo de Tomás. -Nada que ver con lo que tiene tu maridito, ¿no?
Por culpa de ese estúpido habíamos perdido dos años de poder coger sin problemas, y pensaba desquitarme contra la pobre argolla de Clara, que ya chorreaba tanto que podía sentir cómo las gotas mojaban incluso mis muslos.
De repente, mi hermana pareció perder el control de sus piernas, señal que aproveché para retirar mi verga y permitir que su acabada brotara de su interior en todo su esplendor.
Fiel a lo que recordaba, Clara dejó escapar un abundante chorro que fue a parar directo al piso, salpicando todo lo que estaba cerca. Para cuando terminó, mi hermana se estaba dejando caer en la cama, respirando agitadamente.
Sus manos cubrían su rostro, pero a pesar de eso los temblores que recorrían su cuerpo me informaban que una vez más la había llevado a un orgasmo tan fuerte que se encontraba sollozando ligeramente.
-¿Hace mucho que no acababas así de fuerte? -Dije en su oído, una vez que me acosté a su lado, rodeándola con mis brazos.
-Desde la… última vez. -Murmuró, al tiempo que todavía luchaba para recuperarse. -Desde que estuve con vos.
-¿Querés acabar de nuevo? -Pregunté, mientras sentía cómo mi verga se ponía una vez más al palo, dispuesto a complacer a mi hermana de la forma en que el pelotudo de su marido nunca lo había conseguido.
-Por favor, dame pija de nuevo. -Pidió Clara, con un hilo de voz, completamente entregada.
Me encontraba nuevamente de pie, preparado para mandarle mi verga de una hasta atravesarla de lado a lado, cuando escuchamos unos golpes en la puerta. Todos nos quedamos paralizados, mirándonos entre nosotros, sin entender qué pasaba. Los golpes se volvieron a repetir, en esa ocasión con un poco más de fuerza.
-Clara, ¿estás ahí? -Preguntó una voz de mujer que no pude reconocer.
-¿Ya vino? ¡Pero la puta madre! -Exclamó Clara en voz baja mientras se levantaba de la cama y se iba disparada al baño.
Mientras apuraba el paso, le hizo una seña a Jessi, que se encontraba cerca de la puerta, que se aproximó para atender y ganar algo de tiempo.
Desesperado, me apresuré a vestirme y agarré una toalla que estaba cerca para secar el piso, aunque tenía mis dudas sobre si eso alcanzaría para que nadie sospechara lo que había estado sucediendo en ese lugar hasta ese momento.
-Hola, ¿sí? -Dijo Jessi, en un tono que demostraba que la recién llegada estaba interrumpiendo algo muy importante. -¿Qué necesitabas?
-¿Se encuentra Clara? -Repitió la chica, sin inmutarse ante el tono de Jessi.
-Está ocupada, estamos teniendo una charla importante.
-Bueno, pero traten de ir terminando porque Clara tiene que ir a terminar de prepararse para la ceremonia.
-Sí, ahora le aviso, no te preocupes. -Aseguró Jessi, tratando de terminar esa conversación cuanto antes. -Gracias por avisar.
Jessi finalmente cerró la puerta y dejó escapar un suspiro de alivio. Eso había estado cerca. Demasiado cerca. Lindo quilombo se habría armado si la chica llegaba unos minutos antes, cuando Clara estaba gritando a lo bestia.
-Gracias. -Dijo mi hermana, asomando la cabeza por la puerta del baño. -Te debo una.
-Bueno, te presté a mi novio, así que yo diría que me debés dos. -Replicó, fingiendo reflexionar.
-Claro, porque no te gustó para nada vernos garchar, ¿no?
-¿Cómo que “me prestaste”? ¡Ni que fuera un juguete sexual! -Protesté, fingiendo indignación.
-A mí me consolás todos los días. -Dijo Jessi con una sonrisa. -Sos un gran consolador para mí. -Agregó, estallando en una carcajada.
-Especialmente lo de grande. -Acotó Betty, sumándose a las risas junto con Clara.
-Bueno, mejor me voy antes que vengan de nuevo a llamar a Clara. -Dije, ya vestido y listo para salir de ahí, sonriendo a pesar de que tendría que abandonar el cuarto sin haber podido acabar. -¿Ahora que van a hacer? -Pregunté, volteándome hacia mi hermana.
-Ahora las chicas van a buscar sus vestidos y después nos vamos a preparar la fiesta. Vos te vas a tu habitación y te preparás lo mejor que puedas. Y más te vale que te veas bien, nada de parecer un vagabundo hoy. -Agregó en tono amenazador, señalándome con su dedo índice.
-Ya vas a ver. -Dije en tono desafiante. -¡Todos se van a acordar de mí cuando aparezca en ojotas y bermudas! ¡El centro de atención voy a ser yo! -Exclamé, sumando una risa malvada digna de cualquier película de Hollywood.
-Mejor que te vayas a tu pieza antes que te tire con algo. -Amenazó mi hermana, clavándome sus ojos verdes con tanta intensidad que parecía que en cualquier momento saldría un láser mortal.
Riéndome a carcajadas, me escapé por la puerta justo cuando mi hermana agarraba un almohadón de la cama para lanzármelo. Estaba a punto de irme por el pasillo vacío cuando la puerta volvió a abrirse y Jessi salió de la habitación.
-¿Qué pasó? ¿Te olvidaste de algo?
Jessi no dijo ni una palabra, sino que se colgó de mis hombros, me abrazó con sus piernas y me comió la boca con desesperación.
Fue un subidón de adrenalina que murió a los pocos segundos. Jessi volvió a apoyar los pies en el piso, aunque no se separó de mí, sino que apoyó su cabeza contra mi pecho.
-Por favor, pendejo… ¡cómo me hiciste calentar! -Dijo en un suave murmullo. -Estoy re mojada.
-A ver…
Bajé la mano hasta llegar a su pierna, y luego volví a subirla por debajo de su vestido hasta alcanzar su entrepierna. Efectivamente, estaba muy mojada, cosa que ya se podía notar por la cara interior de su muslo, e incluso más en su empapada rajita, la cual acaricié con uno de mis dedos por encima de la tela de su ropa interior.
-Sí, sí… Estás muy mojada. -Confirmé, retirando mi mano y llevando el dedo a mi boca para lamerlo.
-No me hagas esto ahora, por favor. -Suplicó, su respiración agitándose.
-Clara me dejó con las ganas, todavía no acabé.
-Te llegás a hacer una paja en tu habitación y te corto la pija. Aguantá que más tarde me la tomo toda. -Prometió, con una mirada cargada de lujuria.
-La vas a tener toda para vos, no te preocupes.
Le di un beso rápido y me di la vuelta, escapándome antes que la idea de cogérmela en medio de aquel pasillo, sin importar las chances de que alguien nos viera, me dominara por completo.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

No se olviden de la segunda parte. Ahí les dejo el link:

http://www.poringa.net/posts/relatos/3855017/Como-descubri-que-mi-hermana-adora-mi-pija-FINAL---II.html

0 comentarios - Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (FINAL - I)