Capitulo 1: la isla de los muchachos

En mitad del océano, nadie sabía donde estaba ubicada, estaba ‘la isla de los chicos’. Era un paraíso tropical donde cientos o miles de chicos disfrutaban desnudos de la playa y del agradable clima tropical.
En mitad de un denso bosque, lindando a unas montañas rocosas se encontraba ‘el complejo’. ‘El complejo’ eran una grandes instalaciones. Edificaciones de todo tipo y tamaño, donde los niños dormían, comían… En mitad de todo el complejo había una gran piscina al aire libre, pero ‘el complejo’ tenía piscinas climatizadas dentro entre muchas instalaciones, algunas subterráneas ocultas. 
 
Lo primero que sorprendería a cualquiera que llegase a esta isla es la juventud de los chavales. Parecía que ninguno pasaba de los 38 años. 
Los chicos, de todas las razas y edades, disfrutaban en total libertad de las maravillas de ‘el complejo’ y pasaban todo el día disfrutando del sol tumbados en hamacas o en un bien cuidado césped, la arena que rodeaba un lago bordeado de palmeras, preciosos jardines y un cuidado bosque. Unos saltaban al agua desde trampolines o la catarata, otros se bañaban en la piscina, donde había una zona de chorros y jacuzzi.
 
Los chicos estaban como agrupados en clanes. Cada clan tenía una diferente edad. Los más pequeños nunca llevaban ropa. Sin embargo cuando alcanzaban esta edad había un código de vestimenta compuesto por un bañador, speedo o calzón, de un color diferente según años del chaval. Los de 18 años dejaban su total desnudez de infancia y la cambiaban por un bañador o speedo ajustado de color carne o beige que llevaban hasta los 18 años. A los 19 el color del bañador era naranja, a los 20 amarillo, a los 21 blanco. Blanco significaba pureza y ‘madurez sexual’. Es decir, hasta que un chaval no vistiese el color blanco no podía ser tocado por ningún mayor (ello no impedía que los niños pudiesen tocar a los mayores). 
El código de color era respetado por todos los clanes y había una serie de normas o reglas de conducta muy marcadas. 
Los chavales de 22 pasaban a vestir de verde, de 23 violeta, 24 marrón, 25 rojo, de 26 azul claro, 27 azul oscuro y 28 años en adelante llevaban (cuando llevaban porque podían estar desnudos los chicos de cualquier edad, el bañador sólo era para darles acceso a determinadas instalaciones restringidas para otros grupos de edad), un speedo, tanga o jock strap de color negro. El color aclaraba a los que estaban a tu alrededor tu madurez sexual y llevaba implícito qué y con quien podía mantener relaciones.
He de aclarar que algo que muy sutilmente no se apreciaba pero que tenían todos los bañadores a partir de color beige hasta el negro, es una raja tapada por dos pliegues de la ropa o un agujero en la zona del culo, que sólo exponía el ojete al desnudo cuando el chico se agachaba y se ponía en cuclillas. Es decir, no hacía falta que nadie se quitase el bañador para tener acceso anal cuando el chico flexionaba su cuerpo unos 90 grados o más. Aunque luego os explicaré para qué servía y se utilizaba esta sutil abertura de todos los trajes de baño.
 
En la zona interior del complejo si bien había instalaciones comunes en las que se podían relacionar los clanes de cualquier edad, había zonas o áreas específicas de acceso restringido a cada grupo o clan de edad. También había zonas comunes en las que se podían juntar clanes de edad próxima, identificados claramente por el color de sus bañadores. Las zonas comunes solían ser piscinas o espacios de agua. 
Si bien el bañador te daba código de acceso a determinadas áreas, una vez traspasadas las puertas podías, si lo querías, disfrutar del agua y del sol totalmente desnudo y nadie se asombraba.
 
AREAS PRIVADAS
Dentro de las zonas privadas estaban los vestuarios. En los vestuarios había zonas de taquillas para dejar los speedos o las toallas, y recónditos pasillos daban acceso a secciones de duchas comunes detrás de las cuáles había un laberinto de agua que era un sinuoso pasillo con curvas en ángulo que te hacían volver hacia atrás, y hacia delante, pero siempre avanzando por estos largos y estrechos pasillos de apenas un metro de ancho en los que poco a poco el agua, que empezaba a cubrirte por los tobillos, te cubría media cintura y hasta el cuello. El tramo final era sólo para valientes, ya que el ancho te impedía nadar y solo lo atravesaban quienes demostraban suficiente valor (y estatura) lo cual impedía que se fuesen a ahogar. Después el nivel del agua que te llenaba los ojos cayendo de duchas, amainaba y descendía. Y el ávido valiente se encontraba en otra zona de edad, ascendiendo de nivel. Como la zona de laberintos se atravesaba completamente desnudo (para eso los vestuarios), la gente de la zona contigua no sabían si eras de su edad o uno o dos años menos. Y podías follar con ellos: chicos un año o dos o tres mayores, con mejores penes, más largos. 
 
VESTUARIOS
Lo que no os he dicho es por qué todo el mundo vestía jockstrap o por qué los bañadores tenían unas sutiles costuras en la zona anal, que se quedaban abiertas cuando el niño se ponía sentado, en 90 grados o se sentaba en cuclillas. Y es que en estos vestuarios especiales en los bancos o asientos había una especie de agujeros por los que salían dildos de diferentes tamaños. Y así se te podían meter por el culete sin necesidad de que te los bajaras.
 
Tampoco os he contado es que a partir de los 18 años de edad, cuando los niños pasaban a ser mayores de edad, aprendían la necesidad del jugo vital, y que sus vidas dependían totalmente de adquirir esos jugos cada día, cada varios días o cada semana, de diferentes maneras (dependiendo tus reservas y el número de corridas y volumen de lefa que tragaras, necesitabas más a menudo o menos. Es decir, si encontrabas unos huevos gordos, cargados de semen, con una super corrida ya te bastaba para varios días.)
Los chicos tenían que aprender a embaucar con sus encantos a los productores de semen , y bien podían llevárselos a reservados o bien mamarles sus pollas en zonas comunes. Pero en los vestuarios siempre había zonas privadas un poco apartadas para que los mas retraídos pudieran libar nectar con total tranquilidad (duchas y cambiadores individuales).
Si no conseguían chupar una polla ese día había glory holes donde podían probar suerte. No sabían quien estaba al otro lado, sólo podían ver los miembros que asomaban a veces por estos agujeros. Y había un sustituto del sémen que eran estos dildos de los que os he hablado que estaban en los bancos o asientos de los vestuarios. Los había en unos vestuarios comunes y en cambiadores individuales de azulejos blancos. En los comunes el dildo salía del agujero del banco donde se sentaban y no ofrecían resistencia a la entrada porque para ello se habían diseñado aquellos bañadores con la costura que dejaba la raja del ojete abierta nada más que el niño se sentara o agachara. Los niños se sentaban y podían verse mutuamente en un vestuario, habitación cuadrada con bancos todo alrededor en forma de U, y notar cómo disfrutaba el niño de enfrente cuando tras sentarse en el banco aparecía súbitamente por debajo el dildo y le taladraba. 
Cada vestuario de cada zona o sector, como hemos dicho, al estar divididos por grupos de edad, poseía dildos de tamaño diferente. Para los más menores 18 años, empezaban con pequeños cilindros tamaño, y para los mayores ya estábamos hablando de pollas gruesas en tamaño y más largas.
Lo que tenían todas esas pollas mecánicas en común (estamos hablando de unos mecanismos que con la presión del niño al sentarse en el banco o asiento de los vestuarios emergían hacia arriba por un agujero) eran en su interior varios complejos mecanismos que ahora vamos a explicar.
 
LOS DILDOS
La punta del dildo parecido a un pene, pero de silicona, tenía un agujero en el glande del que emanaba un líquido como una crema cuya función era hacer resbaladizo y fácil el acceso de todo el consolador al ano de niños, recordemos, vírgenes en sus primeras etapas, por lo que la lubricación era extremadamente importante en las primeras etapas. Dicho líquido lubricante sito en la punta del consolador tenía otro efecto: relajarte y dilatador, con lo cual no había dificultad de acceso alguna de estos consoladores en los culos vírgenes y jóvenes. Y al contrario, lo que experimentaban los chicos por primera vez, era un gran placer que les hacía que cada vez quisiesen repetir más y más con uno y otro consolador. De hecho había consoladores de distintos tamaños en cubículos individuales diferentes. Algunos de estos dildos lucían en la pared, a una altura, y estaban fijos, con lo cual el chaval se debía doblar en ángulo de 90 grados (agachar su cabeza a la altura de su cintura y dar marcha atrás para autopenetrarse poco a poco o profundamente, como ellos desearan, porque había mucha libertad de elección). En los cubículos individuales de paredes y suelo blanco impoluto y reluciente, había pollas en el suelo. Estos consoladores fijos eran de un poco superior tamaño y la forma de metérselos en el ojete era ponerse en cuclillas y sentarse sobre ellos.
Los muchachoisde 20-21-22 años tenían en sus vestuarios unos más largos, tanto de lo mismo ocurría en los vestuarios de los chicos de 18-19 .
Cuando el culo tocaba suelo taladrado por cualquiera de estos consoladores se liberaba, dentro del culo, sin que los usuarios lo supieran, un líquido viscoso en una cantidad determinada salía una droga de efecto sedante relajante que hacía del acto de autopenetración indoloro (esto era común en todos los dildos de todos los vestuarios.)
Tecleando en una pantalla táctil (no disponible en los vestuarios para niños de edades inferiores ya que para estos todo era automático, los niños ya a partir del vestuario 21, podían autoinyectarse dentro de su culo un supositorio blanco y azul que tenía un doble objetivo. La parte blanca era un borrador mental. Te dejaba la mente blanca, y te sumía en un estado de relajación cuando se disolvía en tu ano y era absorbida por tus paredes intestinales. Esto duraba unos 3 minutos. Es decir, durante 3 minutos, después de la autopenetración con estos penes o dildos de goma, los chicos no se acordaban muy bien de todo lo que había pasado. La zona azul del supositorio era viagra y facilitaba las erecciones. Esto era útil sobre todo para los chicos de edades más avanzadas: 20-30 años cuyos consoladores no tenían tanto lubricante como los del vestuario 21
Lo que no os he dicho es que esta eyaculación del consolador anal, con varios líquidos y drogas en su interior, creaba una adicción, por lo que, dependiendo de las veces que se usasen, cada vez te obligaban a más y más dependencia, y a ir más y más veces a autofollarte.

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