Amorcitos les voy a cumplir el pedido que me vienen haciendo desde que empezó la cuarentena, que vuelva a publicar algún relato nuevo. Como siempre es un recuerdo de mis noches de travesuras. Los chicos del chat me tuvieron entretenida, por eso me demoré más de lo debido. Si les gusta ya saben lo que tienen que hacer, 10+ y comentario. Si quieren que los fije unos días en el chat para hablar primeros pueden compartir el post y arrobarme.
Esta historia es de la época en la que todavía no tenía la fama que tengo entre los hombres. Pero mi supuesta inocencia no significaba que fuera una santa. Lo que voy a contar es de cuando mantenía una aventura con el papá de mi amiga. Él me conocía desde nena pero para ese momento ya había cumplido 18 y tenía los pechos que me conocen más la cola que me formó el deporte. El resto fue simple. Unas sonrisas pícaras a espaldas de su esposa y de mi amiga. Después de que cayera en mis redes mientras él pensaba que yo caía en las suyas, nos empezamos a ver cada vez que mi mamá se iba a trabajar de noche.
Una d esas noches me escribió un día para invitarme a salir y me pidió que me vista bien perra. Seguramente íbamos a ir a uno de esos antros donde nadie nos conoce a bailar un rato y después a algún telo cercano. Lo usual en esas salidas clandestinas. Bastante conocedora de sus gustos me había puesto una tanguita roja muy chiquita y un corpiño que combinaba en el tono pero traslucía la forma de mis areolas y pezones. Eso bajo una remerita lo suficientemente escotada como para que se viera parte del corpiño y obviamente gran parte de mis pechos, pero lo que realmente estaba pensado para él era mi minifalda. Cómo el plan era ir a bailar me puse una que era bastante ligera y se volaba con mis movimientos.
Me estaba terminando de poner las botas cuando me escribió anunciando que ya estaba en camino. Tuve tiempo de dar una última mirada al espejo antes de salir. Estaba como a él le gusta. Un labial de un rojo fuerte para resaltar mis labios pero una base muy tenue para no desvirtuar mi juventud que era mi as ganador con él.
Llegó sin tocar bocina como siempre. Cómo conozco el sonido de su auto estaba atenta. Ya cuando me subí arrancó el auto y me dijo que antes de ir al bar tenía que pasar a saludar a un compañero de su trabajo que cumplía años.
Me pidió que lo acompañe que iba a ser una visita de doctor, entrar y salir y después sí, retomar nuestra noche como si nada. Me imaginé una fiesta familiar, como los cumpleaños de él con su esposa, a las que alguna vez asistí como amiga de su hija. Pensé que íbamos a encontrar matrimonios, algunos nenes corriendo por ahí, la torta cortada ya por la hora. Con ese panorama en mente mi principal preocupación era que yo no estaba vestida para un festejo familiar.
Nada parecido a lo que realmente nos esperaba. Cuando llegamos desde afuera se sentía cumbia fuerte y al entrar cinco tipos que rondaban entre los 35 y los 45 más o menos de sobremesa en una mesa larga en el patio jugando a las cartas, junto a un gran fogón con brasas que lentamente se estaban apagando. Había un montón de botellas y dos estaban en cuero de ellos estaban en cuero, una nube de humo de cigarros flotaba sobre ellos como una neblina que terminaba de graficar lo despreocupados y relajados que estaba.
No había ninguna mujer, solamente yo vestida y maquillada para ir a bailar en medio de toda esa testosterona.
Llegamos saludamos, me presentó por mi nombre y fui uno por uno saludándolos con un beso en la mejilla.
Ya cuando me agachaba a saludar escuché algunas risitas por lo bajo que no me dieron mucha confianza por lo que traté de ser discreta para moverme. Si bien estaba Mario para cuidarme estabamos en un lugar bastante apartado si había algún conflicto entre ellos. Después de todo estaba vestida como una bailarina de programa tropical. Si me hubiera avisado antes por lo menos hubiera traído algo largo para pasar a saludar sin quedar tan expuesta.
A él le sirvieron un vaso de vino y se sentó a beber con ellos. Al parecer, la visita de doctor iba a durar un poco más de lo pensado, supuse que tenía que ver con lo descontracturado del momento. Yo les dije que no me gustaba el vino apenas me ofrecieron pero uno de los que estaba en cuero fue adentro y volvió con una jarra. Me había preparado un trago dulce, con un jugo frutal y vodka. Me sirvió en un vaso de esos trago largo que vienen con algunas bebidas y yo apenas le di el primer trago le dije a Mario
- esta muy fuerte esto -
- tomalo despacio y listo - me dijo como una obviedad y siguió hablando con sus amigos.
Lo miré con cara de culo, apretando los labios y viéndolo fijamente al ver que ya había pedido que le repartan cartas a él también.
- Juego una manito y nos vamos bebé - y me besó para que afloje esa tensión.
Yo estaba al lado de él acomodando mi pollera a cada rato porque cada vez que me besaba también me acariciaba la pierna hasta bien arriba y al ser tan liviana se subía con facilidad dejando casi hasta mi cola a la vista.
La partida de cartas se hizo larga. Yo me agarraba de su brazo y lo acariciaba como para que se acuerde que estaba ahí y que teníamos planes. Cada vez que le hablaba o nos besábamos y perdía de vista mi vaso alguno me lo llenaba de modo que no llevaba muy bien la cuenta exactamente de cuánto había tomado pero si empecé a sentirlo. Me comencé a sentir mareada de a poco. Los compañeros de Mario me cargaban de borracha, algunos de ser floja para tomar. Yo perdía la vergüenza y la presión y me cagaba de risa de las cosas que me decían. Me costaba enfocar la vista de lejos así que en cuanto Mario se paró lo perdí de vista. No se con exactitud en qué momento pasó eso.
Quedé sentada entre los dos que estaban en cuero. Los dos estaban muy bromistas y me hacían reír. A medida que me reía se me acercaban más. Empezaron acomodándome el pelo cuando me sacudía por las carcajadas pero también me acariciaban las piernas. Eso me ponía bastante tensa así que trataban de hacer que pareciera casual. Me asustaba que mi chongo notara lo que estaba pasando bajo la mesa y hubiera alguna situación violenta. Otro de los tipos que era medio grandote y de voz gruesa me agarró los hombros y me dijo
- Tranquila. Tomate tu traguito que ya se van -
Me quedaba como medio vaso. Los dos que estaban a mis lados me decían que haga fondo pero si bien estaba borracha me daba cuenta que no era buena idea.
Le di un trago largo pero cuando ya era mucho empecé a bajar el vaso. Para mi sorpresa uno de los que estaba al lado mío me lo empujó para que siga bebiendo sin parar. El que tenía del otro lado se reía y me abrazó así que no tenía mucho movimiento posible. Tomé hasta que vi el fondo del vaso pero también se me volcó por la violencia del empujón. El liquido helado brotó por mis labios, escurrió por mi pera y bajó por mi cuello hasta mi remera dejando mi escote mojado y mis tetas brillantes. Cuando bajé el vaso mi mareo había aumentado. Empujé al que me había hecho tomar pero la torpeza de mis movimientos era evidente.
Me apoyaron servilletas de papel en el cuello y en el pecho y me secaban con más ansia de manosear que de limpiar. Era tan alevoso el manoseo que las servilletas se humedecían y se rompían y ellos seguían como si nada, supuestamente secando. El que estaba parado atrás de mi me secaba la cara con su camisa para colaborar con la tarea de sus amigos pero me apoyaba toda la erección en la mejilla y oreja al acercarse para que la camisa haga contacto con mi piel. Si bien estaba bajo el pantalón sentía la dureza y hasta el calor de su pija apoyada en distintos puntos de mi cara.
Estaba confundida pero el frío de mi trago volcado más el manoseo en mis pechos me estaba empezando a excitar. Mi juicio no era el mejor por el alcohol y por eso dejé que ese juego continúe. La erección del otro tipo presionada contra mi cara ya era demasiada y parece que para él también porque la sacó y la puso en mi boca. Mis reacciones venían con demora y para cuando tuve reflejos suficientes ya llevaba un ritmo constante metiendola en mi boca, mi resistencia fue más un instinto sorpresivo más que una decisión y duró muy poco. Ya sentía cómo el sabor de su pija se mezclaba con mi saliva. Al ver que cedía los otros dos que estaban al rededor mío no dudaron en sacar las suyas también. Sentía las risas a lo lejos pero no sabía si Mario era parte.
Al poco tiempo uno de los dos que se masturbaban junto a mi cara quiso formar parte también. Me agarró fuerte del pelo. Di una bocanada al tener la boca libre pero fue sólo unos segundos antes de que esa nueva pija se entierre en mis labios. Un gemido fuerte precedió a otra fuerte cogida a mi boca que estaba en un estado de sumisión absoluta. Entre los tres alternaron mi boca. Una tras otra sentía sus pijas recorrer mi lengua hasta la garganta. Mi remera cayó hasta mi cintura. Me apretaban las tetas con tanta fuerza que me hacían doler y enseguida mi corpiño voló también. Los cinco me rodearon pero eso no fue todo. Mario también era parte de esa ronda. Tenía seis pijas al rededor mío. Yo sentada viendo pijas a donde mirara. Todos disfrutaban de mi boca y sentía manos en mi nuca en mis hombros y sobre todo en mis pechos
Me pusieron de pie y me inclinaron sobre la mesa. Sentí mi tanga bajando por mis piernas hasta mis rodillas. El aire rozándome las nalgas desnudas cuando me levantaron la falda y una mano que se internó entre mis piernas y empezó a sobar los labios de mi concha. La humedad se adueñó de todo. Sentía sus dedos entrando y mojándose me hacían sacudir como choques eléctricos. No sabía de cuál de todos eran porque en el otro lado de la mesa había varios que seguían alternandose mi boca. Motivada por ese placer chupaba cada vez con más ganas y sentía como todos los hombres festejaban mi actitud con ovaciones. Era su juguete. El atractivo de la fiesta y me sentía la puta de todos. Fue entonces que sentí la redondez de su glande entrando en mi. Quería gritar pero justo en ese momento otro de ellos me tenía de la nuca y me la hundía en la boca haciendo la garganta profunda de su vida. Mi grito acallado sólo los calentó más y sea el que sea que me la estaba metiendo, me la terminó de clavar.
Desde ese momento me cogió como un animal. Supongo que a todos los calentaba enfiestar a la pendeja que se cogía su amigo. Todos se movían y sentía como las pijas de distintos tamaños y formas iban entrando una tras otra en mi. Ya me estaba hirviendo la sangre y ellos se daban cuenta por lo mojada que tenía la concha. Me acostaron boca arriba y a medida que uno me cogía los demás metían sus pijas en mi boca, con las dos manos pajeaba diferentes vergas y mis pezones que estaban absolutamente duros recibían una tras otra sus bocas y sus lenguas. Algunos mientras me cogían hasta me chupaban las piernas y los pies. Todo mi cuerpo estaba estimulado a niveles que hasta entonces desconocía. Así fue como el primer orgasmo llegó con la potencia de una explosión. Salpiqué al que me estaba dando en ese instante desde el pecho hasta la cara. Todos se sorprendieron y entre los gritos de sorpresa y aplausos fue la única pausa que me dieron.
Enseguida me pusieron en cuatro sobre un banco para continuar con su fiestita. En ese momento un poco más liberada vi la cara de lujuria de Mario que veía como el dueño d casa se estaba acomodando tras de mí para cogerme como una perra. Me miró con un gesto que oscilaba entre placer y ternura
- Te estás portando muy bien putita. Que bien me haces quedar - me felicitó y me puso su pija en frente. Los otros amigos se masturbaban viendo y les dimos un buen espectáculo. Me puse a chuparsela para hacerlo "quedar bien". Los dos me cogían por boca y concha al mismo ritmo. En medio de los dos me sentía tan puta y tan entregada que llamé a los otros con mi mano. Él me tenía del pelo. Su amigo me tenía de la cintura y se animó también a pegarme unas nalgadas fuertes. A Mario parecía calentarlo que en medio de eso yo mirara de reojo a nuestros espectadores.
Su amigo no pudo con la calentura. La sacó de mi concha y acabó sobre mi cintura. Su leche se resbalaba por cola que estaba parada para ellos. Los otros cuatro se acercaron nuevamente. Así en cuatro me fueron cogiendo de a uno. Mi chongo me miraba recibir una tras una las pijas de todos sus amigos mirándolo fijamente mientras le daba una de las mejores mamadas que le había dado. Me hacían sentir la más puta. Entre lo borracha y lo caliente que estaba podían hacerme cualquier cosa y eso los calentaba más. Era más que sexo. Era la locura por verme recibir tanta pija. El segundo en acabar fue Mario que llenó completamente mi boca de leche. Parte de la leche entró por mi paladar hasta mi nariz. Fue una sensación extraña pero sentí la espesa acabada chorrear no solo por mis labios sino por una de mis fosas nasales.
Los cuatro que seguían en carrera fueron por todo. Uno de los que me recibió en cuero se acostó y me pusieron sobre él para montarlo. Mario ya se había prendido un cigarrillo y miraba satisfecho. Empecé a montar a su amigo mirándolo como buena putita. El de voz gruesa se puso detrás de mí y me empujó para adelante. Mis tetas se pegaron al pecho del que me estaba cogiendo. Me separó las nalgas y pasó sus dedos por la rayita de mi cola. Me dio un escalofrío cuando me di cuenta lo que quería hacer y del susto se me pasó parte de la borrachera. Lo miré seria y le dije
- lo que quieras pero por ahí no - a pesar de cierta decepción volvió a sonreír enseguida y respondió
- bueno ya que ofreces lo que quiera - muy caliente y tal vez un poco tentado por mi oferta puso su pija pegada a la del que montaba. Sentí la presión. Estaban tratando de meter dos juntas
Nunca me habían hecho una doble vaginal antes. Sentía que me iban a partir. No porque fueran extraordinariamente grandes sino porque las dos juntas me estaban matando. Después de un poco de lucha entró. Él desde atrás y el otro desde abajo. Los dos dieron gemidos muy profundos mientras yo daba un grito desgarrador que calentó el ambiente aún más. Los otros dos que aún no acababan se pararon al lado mío y al verme tan pero tan sometida me metían las pijas en la boca. Se turnaron un rato mis labios pero capaz motivados por ver a sus amigos cogerme de esa forma tan brutal en un momento me metieron las dos pijas a la vez a la boca. Tenía cuatro pijas a la vez dentro de mi cuerpo y fue una sensación totalmente deliciosa. Movía mi lengua en medio de las dos pijas para que gocen más mientras era cogida como nunca antes.
- Creo que ya tiene ganas de tomarse toda la leche - sugirió risueño Mario. Sus amigos no dudaron mucho en aceptar esa propuesta. Me acomodaron arrodillada entre los cuatro y me metieron cada una de sus pijas a toda velocidad. Apenas podía respirar pero sentía como se iban poniendo y cerré los ojos adelantándome al diluvio blanco que se venía. No me equivoqué. Unos segundos después vino la primer descarga. Cruzó mi cara de izquierda a derecha. Otra bien de frente desde mi boca hasta mi frente. Yo estaba regalada, con la boca abierta y la lengua para afuera. Todos apuntaban a mi boca pero apenas un poco de cada acabada tocaba directamente mi lengua. Las otras dos llegaron juntas, una desde mi mejilla derecha hasta mi boca y la otra desde mi frente cubriendo uno de mis ojos y casi toda mi mejilla. Me habían dejado totalmente bañada en leche. Algunos flashes de lejos retrataban el momento.
Después de unos momentos me limpié el ojo que tenía lleno de leche y pude abrir los dos. Juntaba la leche con mis dedos y los chupaba para no desperdiciar nada. Todos me felicitaban irónicamente y agradecían a Mario por el "caramelito" que les había llevado. Él ya se había vestido y mi presencia ahí era nada más para eso así que me vestí rápido y nos despedimos. Entramos al auto y arancó. Yo aún tenía un poco pegajoso el pelo. Se dio cuanta apenas me vio tocarlo. Se rió y yo igual. Me mordí los labios y Mario se me quedó mirando mientras reducía la velocidad y me acariciaba la nuca. Entendí lo que había que hacer. Me incliné sobre su falda y comí la última pija de la noche, después de todo ya me había enfiestado el papá de mi amiga
Esta historia es de la época en la que todavía no tenía la fama que tengo entre los hombres. Pero mi supuesta inocencia no significaba que fuera una santa. Lo que voy a contar es de cuando mantenía una aventura con el papá de mi amiga. Él me conocía desde nena pero para ese momento ya había cumplido 18 y tenía los pechos que me conocen más la cola que me formó el deporte. El resto fue simple. Unas sonrisas pícaras a espaldas de su esposa y de mi amiga. Después de que cayera en mis redes mientras él pensaba que yo caía en las suyas, nos empezamos a ver cada vez que mi mamá se iba a trabajar de noche.
Una d esas noches me escribió un día para invitarme a salir y me pidió que me vista bien perra. Seguramente íbamos a ir a uno de esos antros donde nadie nos conoce a bailar un rato y después a algún telo cercano. Lo usual en esas salidas clandestinas. Bastante conocedora de sus gustos me había puesto una tanguita roja muy chiquita y un corpiño que combinaba en el tono pero traslucía la forma de mis areolas y pezones. Eso bajo una remerita lo suficientemente escotada como para que se viera parte del corpiño y obviamente gran parte de mis pechos, pero lo que realmente estaba pensado para él era mi minifalda. Cómo el plan era ir a bailar me puse una que era bastante ligera y se volaba con mis movimientos.
Me estaba terminando de poner las botas cuando me escribió anunciando que ya estaba en camino. Tuve tiempo de dar una última mirada al espejo antes de salir. Estaba como a él le gusta. Un labial de un rojo fuerte para resaltar mis labios pero una base muy tenue para no desvirtuar mi juventud que era mi as ganador con él.
Llegó sin tocar bocina como siempre. Cómo conozco el sonido de su auto estaba atenta. Ya cuando me subí arrancó el auto y me dijo que antes de ir al bar tenía que pasar a saludar a un compañero de su trabajo que cumplía años.
Me pidió que lo acompañe que iba a ser una visita de doctor, entrar y salir y después sí, retomar nuestra noche como si nada. Me imaginé una fiesta familiar, como los cumpleaños de él con su esposa, a las que alguna vez asistí como amiga de su hija. Pensé que íbamos a encontrar matrimonios, algunos nenes corriendo por ahí, la torta cortada ya por la hora. Con ese panorama en mente mi principal preocupación era que yo no estaba vestida para un festejo familiar.
Nada parecido a lo que realmente nos esperaba. Cuando llegamos desde afuera se sentía cumbia fuerte y al entrar cinco tipos que rondaban entre los 35 y los 45 más o menos de sobremesa en una mesa larga en el patio jugando a las cartas, junto a un gran fogón con brasas que lentamente se estaban apagando. Había un montón de botellas y dos estaban en cuero de ellos estaban en cuero, una nube de humo de cigarros flotaba sobre ellos como una neblina que terminaba de graficar lo despreocupados y relajados que estaba.
No había ninguna mujer, solamente yo vestida y maquillada para ir a bailar en medio de toda esa testosterona.
Llegamos saludamos, me presentó por mi nombre y fui uno por uno saludándolos con un beso en la mejilla.
Ya cuando me agachaba a saludar escuché algunas risitas por lo bajo que no me dieron mucha confianza por lo que traté de ser discreta para moverme. Si bien estaba Mario para cuidarme estabamos en un lugar bastante apartado si había algún conflicto entre ellos. Después de todo estaba vestida como una bailarina de programa tropical. Si me hubiera avisado antes por lo menos hubiera traído algo largo para pasar a saludar sin quedar tan expuesta.
A él le sirvieron un vaso de vino y se sentó a beber con ellos. Al parecer, la visita de doctor iba a durar un poco más de lo pensado, supuse que tenía que ver con lo descontracturado del momento. Yo les dije que no me gustaba el vino apenas me ofrecieron pero uno de los que estaba en cuero fue adentro y volvió con una jarra. Me había preparado un trago dulce, con un jugo frutal y vodka. Me sirvió en un vaso de esos trago largo que vienen con algunas bebidas y yo apenas le di el primer trago le dije a Mario
- esta muy fuerte esto -
- tomalo despacio y listo - me dijo como una obviedad y siguió hablando con sus amigos.
Lo miré con cara de culo, apretando los labios y viéndolo fijamente al ver que ya había pedido que le repartan cartas a él también.
- Juego una manito y nos vamos bebé - y me besó para que afloje esa tensión.
Yo estaba al lado de él acomodando mi pollera a cada rato porque cada vez que me besaba también me acariciaba la pierna hasta bien arriba y al ser tan liviana se subía con facilidad dejando casi hasta mi cola a la vista.
La partida de cartas se hizo larga. Yo me agarraba de su brazo y lo acariciaba como para que se acuerde que estaba ahí y que teníamos planes. Cada vez que le hablaba o nos besábamos y perdía de vista mi vaso alguno me lo llenaba de modo que no llevaba muy bien la cuenta exactamente de cuánto había tomado pero si empecé a sentirlo. Me comencé a sentir mareada de a poco. Los compañeros de Mario me cargaban de borracha, algunos de ser floja para tomar. Yo perdía la vergüenza y la presión y me cagaba de risa de las cosas que me decían. Me costaba enfocar la vista de lejos así que en cuanto Mario se paró lo perdí de vista. No se con exactitud en qué momento pasó eso.
Quedé sentada entre los dos que estaban en cuero. Los dos estaban muy bromistas y me hacían reír. A medida que me reía se me acercaban más. Empezaron acomodándome el pelo cuando me sacudía por las carcajadas pero también me acariciaban las piernas. Eso me ponía bastante tensa así que trataban de hacer que pareciera casual. Me asustaba que mi chongo notara lo que estaba pasando bajo la mesa y hubiera alguna situación violenta. Otro de los tipos que era medio grandote y de voz gruesa me agarró los hombros y me dijo
- Tranquila. Tomate tu traguito que ya se van -
Me quedaba como medio vaso. Los dos que estaban a mis lados me decían que haga fondo pero si bien estaba borracha me daba cuenta que no era buena idea.
Le di un trago largo pero cuando ya era mucho empecé a bajar el vaso. Para mi sorpresa uno de los que estaba al lado mío me lo empujó para que siga bebiendo sin parar. El que tenía del otro lado se reía y me abrazó así que no tenía mucho movimiento posible. Tomé hasta que vi el fondo del vaso pero también se me volcó por la violencia del empujón. El liquido helado brotó por mis labios, escurrió por mi pera y bajó por mi cuello hasta mi remera dejando mi escote mojado y mis tetas brillantes. Cuando bajé el vaso mi mareo había aumentado. Empujé al que me había hecho tomar pero la torpeza de mis movimientos era evidente.
Me apoyaron servilletas de papel en el cuello y en el pecho y me secaban con más ansia de manosear que de limpiar. Era tan alevoso el manoseo que las servilletas se humedecían y se rompían y ellos seguían como si nada, supuestamente secando. El que estaba parado atrás de mi me secaba la cara con su camisa para colaborar con la tarea de sus amigos pero me apoyaba toda la erección en la mejilla y oreja al acercarse para que la camisa haga contacto con mi piel. Si bien estaba bajo el pantalón sentía la dureza y hasta el calor de su pija apoyada en distintos puntos de mi cara.
Estaba confundida pero el frío de mi trago volcado más el manoseo en mis pechos me estaba empezando a excitar. Mi juicio no era el mejor por el alcohol y por eso dejé que ese juego continúe. La erección del otro tipo presionada contra mi cara ya era demasiada y parece que para él también porque la sacó y la puso en mi boca. Mis reacciones venían con demora y para cuando tuve reflejos suficientes ya llevaba un ritmo constante metiendola en mi boca, mi resistencia fue más un instinto sorpresivo más que una decisión y duró muy poco. Ya sentía cómo el sabor de su pija se mezclaba con mi saliva. Al ver que cedía los otros dos que estaban al rededor mío no dudaron en sacar las suyas también. Sentía las risas a lo lejos pero no sabía si Mario era parte.
Al poco tiempo uno de los dos que se masturbaban junto a mi cara quiso formar parte también. Me agarró fuerte del pelo. Di una bocanada al tener la boca libre pero fue sólo unos segundos antes de que esa nueva pija se entierre en mis labios. Un gemido fuerte precedió a otra fuerte cogida a mi boca que estaba en un estado de sumisión absoluta. Entre los tres alternaron mi boca. Una tras otra sentía sus pijas recorrer mi lengua hasta la garganta. Mi remera cayó hasta mi cintura. Me apretaban las tetas con tanta fuerza que me hacían doler y enseguida mi corpiño voló también. Los cinco me rodearon pero eso no fue todo. Mario también era parte de esa ronda. Tenía seis pijas al rededor mío. Yo sentada viendo pijas a donde mirara. Todos disfrutaban de mi boca y sentía manos en mi nuca en mis hombros y sobre todo en mis pechos
Me pusieron de pie y me inclinaron sobre la mesa. Sentí mi tanga bajando por mis piernas hasta mis rodillas. El aire rozándome las nalgas desnudas cuando me levantaron la falda y una mano que se internó entre mis piernas y empezó a sobar los labios de mi concha. La humedad se adueñó de todo. Sentía sus dedos entrando y mojándose me hacían sacudir como choques eléctricos. No sabía de cuál de todos eran porque en el otro lado de la mesa había varios que seguían alternandose mi boca. Motivada por ese placer chupaba cada vez con más ganas y sentía como todos los hombres festejaban mi actitud con ovaciones. Era su juguete. El atractivo de la fiesta y me sentía la puta de todos. Fue entonces que sentí la redondez de su glande entrando en mi. Quería gritar pero justo en ese momento otro de ellos me tenía de la nuca y me la hundía en la boca haciendo la garganta profunda de su vida. Mi grito acallado sólo los calentó más y sea el que sea que me la estaba metiendo, me la terminó de clavar.
Desde ese momento me cogió como un animal. Supongo que a todos los calentaba enfiestar a la pendeja que se cogía su amigo. Todos se movían y sentía como las pijas de distintos tamaños y formas iban entrando una tras otra en mi. Ya me estaba hirviendo la sangre y ellos se daban cuenta por lo mojada que tenía la concha. Me acostaron boca arriba y a medida que uno me cogía los demás metían sus pijas en mi boca, con las dos manos pajeaba diferentes vergas y mis pezones que estaban absolutamente duros recibían una tras otra sus bocas y sus lenguas. Algunos mientras me cogían hasta me chupaban las piernas y los pies. Todo mi cuerpo estaba estimulado a niveles que hasta entonces desconocía. Así fue como el primer orgasmo llegó con la potencia de una explosión. Salpiqué al que me estaba dando en ese instante desde el pecho hasta la cara. Todos se sorprendieron y entre los gritos de sorpresa y aplausos fue la única pausa que me dieron.
Enseguida me pusieron en cuatro sobre un banco para continuar con su fiestita. En ese momento un poco más liberada vi la cara de lujuria de Mario que veía como el dueño d casa se estaba acomodando tras de mí para cogerme como una perra. Me miró con un gesto que oscilaba entre placer y ternura
- Te estás portando muy bien putita. Que bien me haces quedar - me felicitó y me puso su pija en frente. Los otros amigos se masturbaban viendo y les dimos un buen espectáculo. Me puse a chuparsela para hacerlo "quedar bien". Los dos me cogían por boca y concha al mismo ritmo. En medio de los dos me sentía tan puta y tan entregada que llamé a los otros con mi mano. Él me tenía del pelo. Su amigo me tenía de la cintura y se animó también a pegarme unas nalgadas fuertes. A Mario parecía calentarlo que en medio de eso yo mirara de reojo a nuestros espectadores.
Su amigo no pudo con la calentura. La sacó de mi concha y acabó sobre mi cintura. Su leche se resbalaba por cola que estaba parada para ellos. Los otros cuatro se acercaron nuevamente. Así en cuatro me fueron cogiendo de a uno. Mi chongo me miraba recibir una tras una las pijas de todos sus amigos mirándolo fijamente mientras le daba una de las mejores mamadas que le había dado. Me hacían sentir la más puta. Entre lo borracha y lo caliente que estaba podían hacerme cualquier cosa y eso los calentaba más. Era más que sexo. Era la locura por verme recibir tanta pija. El segundo en acabar fue Mario que llenó completamente mi boca de leche. Parte de la leche entró por mi paladar hasta mi nariz. Fue una sensación extraña pero sentí la espesa acabada chorrear no solo por mis labios sino por una de mis fosas nasales.
Los cuatro que seguían en carrera fueron por todo. Uno de los que me recibió en cuero se acostó y me pusieron sobre él para montarlo. Mario ya se había prendido un cigarrillo y miraba satisfecho. Empecé a montar a su amigo mirándolo como buena putita. El de voz gruesa se puso detrás de mí y me empujó para adelante. Mis tetas se pegaron al pecho del que me estaba cogiendo. Me separó las nalgas y pasó sus dedos por la rayita de mi cola. Me dio un escalofrío cuando me di cuenta lo que quería hacer y del susto se me pasó parte de la borrachera. Lo miré seria y le dije
- lo que quieras pero por ahí no - a pesar de cierta decepción volvió a sonreír enseguida y respondió
- bueno ya que ofreces lo que quiera - muy caliente y tal vez un poco tentado por mi oferta puso su pija pegada a la del que montaba. Sentí la presión. Estaban tratando de meter dos juntas
Nunca me habían hecho una doble vaginal antes. Sentía que me iban a partir. No porque fueran extraordinariamente grandes sino porque las dos juntas me estaban matando. Después de un poco de lucha entró. Él desde atrás y el otro desde abajo. Los dos dieron gemidos muy profundos mientras yo daba un grito desgarrador que calentó el ambiente aún más. Los otros dos que aún no acababan se pararon al lado mío y al verme tan pero tan sometida me metían las pijas en la boca. Se turnaron un rato mis labios pero capaz motivados por ver a sus amigos cogerme de esa forma tan brutal en un momento me metieron las dos pijas a la vez a la boca. Tenía cuatro pijas a la vez dentro de mi cuerpo y fue una sensación totalmente deliciosa. Movía mi lengua en medio de las dos pijas para que gocen más mientras era cogida como nunca antes.
- Creo que ya tiene ganas de tomarse toda la leche - sugirió risueño Mario. Sus amigos no dudaron mucho en aceptar esa propuesta. Me acomodaron arrodillada entre los cuatro y me metieron cada una de sus pijas a toda velocidad. Apenas podía respirar pero sentía como se iban poniendo y cerré los ojos adelantándome al diluvio blanco que se venía. No me equivoqué. Unos segundos después vino la primer descarga. Cruzó mi cara de izquierda a derecha. Otra bien de frente desde mi boca hasta mi frente. Yo estaba regalada, con la boca abierta y la lengua para afuera. Todos apuntaban a mi boca pero apenas un poco de cada acabada tocaba directamente mi lengua. Las otras dos llegaron juntas, una desde mi mejilla derecha hasta mi boca y la otra desde mi frente cubriendo uno de mis ojos y casi toda mi mejilla. Me habían dejado totalmente bañada en leche. Algunos flashes de lejos retrataban el momento.
Después de unos momentos me limpié el ojo que tenía lleno de leche y pude abrir los dos. Juntaba la leche con mis dedos y los chupaba para no desperdiciar nada. Todos me felicitaban irónicamente y agradecían a Mario por el "caramelito" que les había llevado. Él ya se había vestido y mi presencia ahí era nada más para eso así que me vestí rápido y nos despedimos. Entramos al auto y arancó. Yo aún tenía un poco pegajoso el pelo. Se dio cuanta apenas me vio tocarlo. Se rió y yo igual. Me mordí los labios y Mario se me quedó mirando mientras reducía la velocidad y me acariciaba la nuca. Entendí lo que había que hacer. Me incliné sobre su falda y comí la última pija de la noche, después de todo ya me había enfiestado el papá de mi amiga
32 comentarios - Así me enfiestó el papá de mi amiga
Excelente como siempre.
qué buena fiesta!
Fue cómo si hubiera estado ahí....
Divino....