7Al regresar mi esposa de fiesta VI

Seguimos descubriendo, lo que parece imparable: Carlas es puro fuego, y a Jorge le encanta verlo

CARLA
        Recuerdo que el camino al hotel fue particularmente excitante. Jorge invitó a Óscar a una copa, y le pidió que nos diese veinte minutos antes de presentarse. El hotel estaba a cinco minutos andando, le dio el número de habitación y dejamos a Óscar atrás.
        De camino, abrazados, cruzándonos con parejas de fiesta, recuerdo que lo pensé: seguramente alguna de estas mujeres era como yo… ¿una afortunada?. Una mujer que esa noche no solo haría el amor con su marido o su novio, si no con quién eligiera. Mujeres… ¿liberales? No… ese no debía ser el término correcto. Yo me consideraba celosa, Jorge lo sabía. Jamás podría ver a mi marido con otra mujer… ¿Cómo lo había llamado Jorge…? ¿Cor…?
        -¿En qué piensas tan absorta…? –Se paró a besarme- ¿En los ojos de Óscar?...
        Las palabras de Jorge volvieron a transportarme a esa mirada, a esos ojos… de repente sentí de nuevo la humedad entre mis piernas….
        -No, ahora no pensaba en eso –contesté- pensaba en el tipo de relación que parece que ahora tenemos. ¿Cómo lo definiste en la discoteca?
        -Cornudo consentido –Jorge no vaciló en su respuesta, se ve que lo tenía estudiado-
        -Háblame del tema…
        -A ver, no hay una pareja igual en el mundo cariño. Cada uno tiene sus límites. Pero recuerda lo que hablamos al día siguiente de nuestro encuentro con Luis. Lo que te confesé que me puso más cachondo de ese encuentro…
        -No recuerdo muy bien, la verdad, refréscame la memoria…
        Entramos en el hotel, directos al ascensor que llevaría a nuestra planta…. Jorge me atrajo hacia él de la cintura, empezó a besarme el cuello… me susurro al oído:
        -Te recuerdo mirándome, mientras ese animal te penetraba con furia. Recuerdo la imagen de su polla clavándose en ti, penetrándote… se me pone dura al pensar como gozabas, como te entregabas…
        Salimos del ascensor, directos a la puerta; sus palabras me habían puesto más cachonda aún…
        -O sea –dije mientras Jorge se dedicaba a abrir la puerta – que te gustaría básicamente verme follar con el chaval, te gusta más eso que participar…
        Jorge se entretuvo unos segundos en poner música de fondo, luz apropiada, en “ambientar” la habitación…
        -¿Es eso lo que te gustaría, Carla? –me preguntó después- ¿Qué no participara esta vez?
        Recuerdo que en ese momento sentí una punzada de angustia, quería (y quiero) demasiado a Jorge, jamás lo dejaría al margen. Me acerqué a abrazarlo, a besarle…
        -No, cariño, por dios no digas eso, yo jamás te dejaría de lado…
        Jorge, excitado, me apretó contra él y me besó apasionadamente:
        -Tonta, ya lo sé. Me tienes a mil. El chaval tardará un rato en llegar aún… ¿recuerdas esos ojos que tiene, te pone cachonda pensar en follar con él esta noche…? Porque a mí me pone muchísimo pensar en que te lo vas a tirar….
        Sus palabras me pusieron malísima. Empecé a descender por su vientre, buscando abrirle el vaquero, con su ayuda. En cuclillas, lo bajé, y vi su polla que iba a reventar el bóxer. Le bajé los bóxers y apareció tiesa, apunto, reluciente, la polla de mi maridito. La agarré con fuerza, deseándola, y empecé a mamarle, con ganas. Sus palabras solo provocaban aumentar más mi ansia de sexo, me sentía muy excitada, deseaba que llegara Óscar, deseaba volver a verle los ojos, deseaba hacerlo con él….
                        
                                       JORGE
        -Oh, sí, que bien la chupas amor, joder…. –me notaba a mil, iba a explotar…- Óscar va a disfrutar con tu boca, tienes una boca increíble… ¿estás deseando probar la polla del muchacho verdad…? Joder, estoy deseando verlo….
        Carla seguía mamándome con fruición, notaba como me iba a venir….
        -Oh, sí, cariño, vas a conseguir que me corra ya...
        Carla se apartó, mi corrida cayó en sus labios, en su escote, mientras me miraba con deseo…
        -Uffff… joder… -exclamé.
        Llamaron a la puerta…
        -Voy al baño –dijo Carla…
        -Ok, ya atiendo yo a nuestro invitado –le dije.
        Me subí el bóxer y el pantalón como pude. La polla aún me palpitaba por la increíble mamada recibida. Abrí la puerta, e invité a pasar a Óscar.
        -Hola Jorge, ¿cómo estás?
        -¿La verdad? Me acaban de dar una mamada espectacular…
        -¿No me digas? Jajajaja. ¿No me habéis esperado? –El chaval, muy seguro de si mismo como en la discoteca, se fue a la mesita con el agua y se sirvió un vaso –con tu permiso….
        -Por su puesto…
        -¿Y Carla?
        -En el baño…
        -Jorge, ¿te gusta que te humillen?
        -¿A qué te refieres? –no entendí la pregunta-
        -Si te gustaría que mientras me follo a Carla, te dijera que eres un cornudo, te humillara….
        -Joder… no, no quiero eso. Quiero ver gozar a mi mujer pero no me va ese rollo…
        -Ok, no te preocupes.
        -¿Hay gente que le gusta eso?
        -Sí, no lo creerías, hay de todo…
        Mi mujer salió del baño, interrumpiendo nuestra charla. Llevaba solo la falda, se había quitado la camisa (supongo que algo manchada por mi corrida) y se había puesto la torera. Eso la hacía muy sexy, pues sus tetas apenas se tapaban con la chaquetilla. Vino directa a mí, y me besó:
        -¿Qué quieres que haga…?
        Para mi sorpresa, pese a la mamada de hacía unos minutos, seguía excitado, no me había bajado la libido para nada….
                                CARLA
        Jorge bajó a besarme un pezón, apartándome la chaqueta un poco. Estaba duro. Una corriente de placer me recorrió la espalda… y subió a susurrarme al oído:
        -Quiero que atiendas a nuestro invitado…. Pórtate bien, pequeña….
        Sus palabras me dieron el último empujón que necesitaba. Me acerqué a Óscar, que me esperaba al lado de la cama, de pie… sonriente.. tan guapo… con esa mirada, esos ojos que me desnudaban, que me excitaban tanto, esos ojos tan claros… joder, lo recuerdo ahora y me vuelvo a mojar, que guapo era…
        Me atrajo hacia él cuando llegué a su altura. Cerré los ojos. Sus manos recorrían mi cuerpo con ansia. Su boca pasó de mi cuello rápidamente a mis pechos, ahora uno, ahora otro, comiendo, lamiendo mis pezones. No tardó en despojarme de la torera, dejándome con la faldita de vuelo y los zapatos solamente. Su boca descendió por mi vientre, sus manos bajaron mi falda. Me volteé, a petición de sus manos, y noté como recorría mis nalgas con sus caricias, con sus besos, ahora tapada solamente por el tanga. Abrí los ojos, y vi a mi marido, sentado, en un sillón a escasos metros, observándonos. Le sonreí. Me sonrió. Las manos de mi amante me tumbaron en la cama, boca abajo. Se colocó encima de mí, noté su torso desnudo, se había quitado la camiseta. Noté el bulto de sus pantalones sobre mi culo, su boca comiéndome la espalda… Fue bajando cada vez más, y sus manos tiraron de mi cintura, dejándome con el culo en pompa. Noté sus manos bajándome el tanga. Y no tardé en notar su lengua… o… dios… lamiéndome, succionándome, mi coñito palpitante que reclamaba hacía rato su atención…
                                JORGE
        Era glorioso. Ahí estaba mi hembra, con ese culo que tiene redondito, que me vuelve loco, en pompa, y la cabeza de Óscar lamiéndolo todo desde atrás. Me levanté, y me fui despojando de mi ropa, mientras no perdía detalle. Mi polla, pese al orgasmo de hacía escasos minutos, ya estaba reaccionando de nuevo. 
        De repente, Óscar dejó de prestarle atenciones al coñito de mi esposa, y la volteó, dejándola boca arriba. Carla, extasiada, ardiente como solo lo es ella, lo agarró del cuello y lo atrajo hacia sí. Óscar quedó encima de mi hembra, como si fuera a penetrarla pero no podía porque el pantalón se lo impedía. Vi como sus lenguas se entrelazaban, y para mi sorpresa, pese a siempre haber hablado con mi mujer de que los besos eran algo intimo y no los íbamos a compartir, no sentí celos, entendí la excitación del momento.
        Carla tomó la iniciativa, y Óscar, ahora de pie en la cama, dejaba que mi mujer le despojara de sus pantalones y de su bóxer. Para mi sorpresa, una polla enorme saltó frente a la cara de mi esposa. Carla no dudó en cogerla con la mano, empezar a pajearla, y hundirla en su boca, empezando a mamar con ganas. Óscar miró al techo, con los ojos cerrados. Recordé la mamada que me había dado hacía un rato, y pensé en lo afortunado que era en ese momento ese cabrón, catando las maravillas de la boca de mi esposa. No me había dado cuenta, pero mi mano ya estaba acariciando mi polla, morcillona. Carla, sin sacarse aquel pollón de la boca, me miró. Vi el deseo, el vicio, en sus ojos. Aquello fue suficiente como para que mi polla terminara de levantarse de nuevo.  
        Óscar bajó de la cama, a ponerse protección. Aproveché para acercarme a mi esposa, que se tumbó boca abajo. Nuestros labios se juntaron y nuestras lenguas se unieron…
        -¿Preparada, vida? ¿Estás cachonda? ¿Quieres que te follen? –le susurré al oído-
        Noté su excitación, noté como mis palabras la encendían aún más, y, tal vez por complacerme, tal vez porque lo sentía, me respondió….
        -Oh, si. Quiero sentir esa polla dentro de mí...
 Me aparté un poco, cuando Óscar se situaba entre las piernas de mi mujer. Pero me quedé encima de la cama, sujetándole la mano a mi Carla. Pude ver la polla de Óscar entrando, poco a poco, en el coñito de mi esposa. Noté la mano de Carla, agarrándome la mía con fuerza. Estaba con los ojos cerrados, y gimió profundamente…
                                CARLA
        Noté como aquel semental me partía. Agarré la mano de mi marido con fuerza. Se alojó en mi interior, y en verdad os digo que jamás me había sentido tan llena. Empezó a moverse, despacio, y me relajé. Noté como Jorge dejaba de darme la mano, y me centré en mi amante. Abrí los ojos, y mientras recibía sus embestidas, vi aquellos ojos claros mirándome fijamente. Un escalofrío de placer me recorrió la espalda. ¿Era posible? Jamás solía correrme con tanta facilidad, pero notaba como me venía….
        -Oh, si, si, joder, no pares –le dije, y nuestras bocas volvieron a encontrarse. –Sigue joder, que bueno….
        No suelo ser tan habladora en la cama, pero aquel muchacho me volvía loca. Me estaba llegando, era demasiado tiempo aquella noche ansiando (me di cuenta en ese momento) sentir a Óscar dentro de mi.
        -Ohhh, siiii, mmmmmm –me corrí, un orgasmo intenso que me recorrió desde la nuca hasta la punta de los pies…
        Oscar seguía bombeándome, y el placer me invadía, una, otra vez, y otra vez, el corazón desbocado, me iba a salir por la boca…. Hasta que por fin salió, dejándome exhausta. Pero no había acabado conmigo. Sus manos me pedían que me diese la vuelta, que me pusiera en cuatro. Así lo hice, no era cuestión de dejar a mi amante insatisfecho, aunque necesitaba recuperarme. Al notar de nuevo su miembro llenándome por completo desde atrás, se me olvidó el cansancio del orgasmo. Quería más, y aquel semental me lo estaba dando. Mis jadeos se vieron interrumpidos por las voces de mi amante y mi marido:
        -Oh, joder, que culo tiene tu mujer Jorge, como folla. ¿Te gusta lo que ves?...
        -Oh, si, fóllatela, hazla gozar. ¿Te gusta cariño? –La voz de Jorge sonó como un susurro, lo noté a mi lado, hablándome al oído. –¿Te gusta su polla?
        Me giré, abrí los ojos, nos besamos, aunque no podía parar de gemir con las embestidas de mi amante, que se movía cada vez más rápido, agarrándome con fuerza de las caderas….
        -Ohhh…. Si… si… me encanta, es enorme….
        Mi marido se puso de rodillas, y me ofreció su polla dura otra vez. Abrí la boca, y dejé que me la metiera.
                                JORGE
        Era bestial. Allí estaba mi Carla, gozando de nuevo como una perra, mientras aquel tio parecía que la iba a partir por la mitad con semejante pollón. Su boca recibía mi polla, y acompasaba la mamada al ritmo de las embestidas de Óscar. Era glorioso, volver a ver a mi mujer con dos pollas, una follándola desde atrás, y otra en su boca.
        -Uffff. Joder… que rico… -era Óscar quien gozaba penetrándola cada vez con más dureza.
        Mi mujer abandonó mi polla, y no le insistí, seguí tocándomela pero me eché un poco para atrás. Recuerdo sus tetas bailando, al compás de la follada que le daba su amante. Carla abrió los ojos, y me miró. Se mordió el labio inferior. Dios, aún lo recuerdo me puso a mil, aquel tio le estaba dando mucho placer, mi reina estaba disfrutando, y yo más de verlo.
        -Ahhh…. Si… si… -exclamaba Carla sin dejar de mirarme- jodeeeer….
        Volvió a cerrar los ojos y enterró la cabeza entre las sabanas. Las agarró con fuerza. Desconocía si se iba a correr de nuevo, definitivamente habíamos acertado trayendo al muchacho a nuestra cama. Me acerqué de nuevo, le ofrecí mi mano, ella la agarró con fuerza, aunque sin abrir los ojos y sin parar de gemir cada vez más fuerte.
                        CARLA
        Dios mío, era increíble. Si me había corrido hacía poco,¿ sería posible alcanzar un segundo orgasmo tan pronto?... pero me venía… tenía los ojos cerrados, centrada en el placer que me estaban dando. Notaba como el muchacho me llenaba, se movía como ningún amante se había movido detrás de mi nunca. Notaba la mano de mi marido, agarrándome, acompañándome en el placer. Me venía. Si.
        -Ohhhh, dioooooos…. –apreté con fuerza la mano de mi marido, me mordí el labio con fuerza, pues si el primero había sido intenso, aquel iba a acabar conmigo….- Siiii, ahhhhh…..
        Fue increíble, y no acababa, el muchacho seguía y seguía y si no paraba, me iba a morir, ahí mismo, iba a acabar conmigo. Pero acabó. Noté sus contracciones en mi palpitante coño, noté su descarga. Eso intensificó más si no cabe mi placer.
        -Ohhhh, jodeeer –era Óscar quién se corría- buuuuffff…..
        Noté como mis caderas se movían, engullendo con mi sexo aquel pollón inmenso una y otra vez, disfrutando sus espasmos…. Hasta que Óscar me agarró fuerte de las caderas, y empujó con fuerza, en su última descarga, dejándola totalmente enterrada en mi interior. No podía abrir los ojos. Pero en aquel momento, pensé en Jorge. Me había entregado a mi placer, me había olvidado de él. Abrí los ojos y lo vi, a mi lado, de rodillas, con su polla dura en la mano pajeándose. Me sonrió. Le sonreí.
        Mi amante se salió de mi interior.
        -Joder Carla eres increíble. Disculpadme un minuto –dijo, marchando al baño, suponía.
        Jorge me agarró de la cintura…
        -Ven aquí –me dijo-
                                JORGE
        Ahora sí. Era mi turno. Quería follármela. Aún desconozco porque, me apetecía penetrar a mi hembra más que nunca, en cuanto aquel semental la abandonó. Carla estaba exhausta, pero se tumbó a recibirme. Me puse encima de ella, y la penetré con más ganas que en toda mi vida. Estaba muy húmeda, muy abierta, pero no me importaba. La besé, mientras la embestía con furia:
        -Joder, nena, eres una diosa… te quiero…. –nuestras lenguas se fundieron en un apasionado beso…
        -Oh, sí, fóllame cariño, si…
        -¿Has gozado nena? ¿Te ha gustado la follada que te han pegado esta noche?...
        -Mmmmm… si, joder, claro que si… ¿ya ti?... ¿te ha gustado ver cómo me follaba?
        -Mmmm, nena, si, me ha encantado. Joder, estoy a mil….
        -Oh, si, si, dame tu leche amor, dámela..
        Sus palabras dieron su efecto, no necesitaba mucho más, me corrí, me corrí de nuevo intensamente.
        Nos quedamos abrazados, me tumbé a su lado, nos besamos.
        -Mmmmm.- dijo ella- estoy exhausta…
        -Y yo… -le dije-
        Apareció Jorge de nuevo, desnudo, y recogió su ropa.
        -Os voy a dejar, pareja –dijo mientras se vestía…
        -¿No te quedas a dormir? –me sorprendió preguntando Carla-
        -No, debo irme. Pero podemos repetir cuando queráis. Tienes una mujer increíble, Jorge.
        -Apúntate mi número –le dije al chaval. Este cogió su móvil y lo apuntó.
        El muchacho, ya vestido, se acercó a Carla y le dio un piquito. Esta lo recibió sonriente.
        -Nos vemos pareja… -y se fue.
        Carla y yo nos besamos. Nos quedamos profundamente dormidos.
CONTINUARA

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