Con trans rubia

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Me considero el hombre tipo macho, educado únicamente para follar a mujeres. Ni se me había pasado por la cabeza alguna otra relación sexual que no fuese con ellas. Pero he aprendido que no se puede decir de esta agua no beberé y de ahí el motivo de este relato, para que el que se sienta aludido y tentado por otras experiencias, cuente con la mía por si le resulta provechosa.
En el barrio donde habito, muy cerquita, tiene Tomás su bar.  Casi todo el barrio pasa por allí, ya que da un buen servicio, muy limpio todo, y mucha amabilidad con la clientela.  Yo me llevó muy bien con Tomás, porque también está hecho un buen mujeriego y me tiene muy bien informado de todos los chismes que circulan por el barrio, si fulana es facilona, si la otra le pone el cuerno al marido, etc.
Era una mañana de sábado, sobre las 13,00 horas. Yo me tomaba un vermut en la barra, leyendo la prensa.  Tomás se acercó a mí y me hizo un movimiento con la cabeza, para que prestara atención a mi derecha. Así lo hice y me encontré con una chica que terminaba de entrar, despampanante, exquisita. Una mujer joven, alta, guapa, muy bien proporcionada, exquisitamente vestida, cosa que no abundaba por el barrio. Vestía un abrigo ligero de entretiempo, abierto, lo que le permitía lucir una atrevida minifalda que dejaba libre unas piernas perfectas, embutidas en medias negras y zapatos de tacón. Rubia, muy bien peinada y discretamente maquillada.
Aparentaba unos treinta años y desde luego, toda una mujer de bandera, de las que forzosamente tienes que volver la vista al pasar.  Yo, desde luego, cuando tengo una mujer así cerca, no le quito ojo, porque si no se puede otra cosa, al menos que la vista se nos alegre. Así que aparté un poco el periódico y recorrí con la vista la espléndida silueta de la mujer, deleitándome con tanta belleza.  Ella se dio cuenta perfectamente y no se molestó por ello, ya que movió un poco la cabeza para mirarme y me hizo un breve movimiento de cabeza a modo de saludo, con una ligera sonrisa.
Me encantó su reacción. Una mujer que sabe estar, que sabe agradecer la admiración que un hombre le manifiesta, no como algunas otras estrechas, que las miras (sin faltar al respeto, claro, es decir, sin que sea una mirada insistente, grosera), y se molestan. Pero tiene que haber de todo, claro.
Era además simpática. Se dirigió a Tomás (ya era clienta habitual), pero con mucho desparpajo y amplia sonrisa.
-         ¿Tomás, está ya preparada mi paella?
Tomás también tenía servicio de comida para llevar. Entregó a la chica una bolsa con un recipiente, ella pagó y se despidió amablemente. Al pasar junto a mí, nueva sonrisa y una leve despedida.
-         Hasta luego, buenas tardes - dijo-.
-         Adiós, guapa -contesté, mientras la seguía con la mirada al salir-.
Cuando Tomás se liberó algo del trabajo y quedaron menos clientes, se acercó a mí, apoyándose en la barra, para hacerme confidencias.
-         Está buena, eh
-         Buenísima, joder, menudo polvo tiene la chiquilla…
-         Jajajajaajajaja…..
-         ¿De qué te ríes?
-         Porque lo de chiquilla…ajajajaja…. Es un decir.  Es un transexual….
-         ¡¡¡ Joderrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr …¡¡¡ No me lo puedo creer.  Es toda una mujer. ¿Seguro que tiene polla?.
-         Sí, la tiene, sin duda, me he informado bien.
Si Tomás lo decía, no había dudas. A él nada se le escapaba, controlaba perfectamente a toda la vecindad.  
-         ¿No decías que le echabas un buen polvo….jaajaja?
-         Leches, ahora ya no… sabiendo que es un tío.
-         Nooooooooo, no te confundas. De tío, nada, es una transexual y guapísima, no la insultes con eso de tío, no seas antiguo. En la cama posiblemente sea una mujer excepcional.
-         Ya, ya, pero…  Mira, Tomás, le he dado por el culo a casi todas las mujeres con las que me he acostado. Pero no me imagino dando por culo a una persona, echar la mano adelante y encontrarme un pollón en lugar de un coño….  Ni me lo imagino, vamos.
-         Cuestión de gustos. Hoy día ya estos temas se ven con mucha más libertad y naturalidad.
Me despedí de Tomás para irme a comer, sin saber que al día siguiente, domingo, me esperaba una sorpresa.
Estaba en el parque, con los dos niños. Habitualmente los llevo una horita antes de comer, mientras mi mujer aprovecha para salir a alguna compra.  Sonó mi teléfono móvil. Al otro lado, me hablaba una suave y dulce voz de mujer.
-         Hola… ¿eres?.
-         Sí, soy yo… dígame.
-         Bueno, yo soy Elvira. Mi nombre no te dice nada.  Pero creo que enseguida sabrás quien soy.
-         Ahora no caigo, perdona.
-         Claro, normal.  Acuérdate de ayer a mediodía, en el bar de Tomás ¿vale?.
-         Sí, allí estuve, ciertamente.
-         Claro. Y entró una señorita, rubia, a retirar una paella…
En eso momento ya caí en la cuenta. Estuve a punto de meter la pata y decir…Síiiiiiiii, la transexual……. Afortunadamente me mordí la lengua a tiempo.
-         Sí, sí, ya se quien eres. 
-         Perdona que te llame, si te molesto me lo dices. Ha sido Tomás, quien me ha dado tu teléfono.
Pensé para mí que Tomás era un gran cabronazo. Le ha dado mi teléfono para cachondearse de mí, el muy mamón, verás cuando lo vea. Ella continuó hablando, con su voz dulce, melodiosa. Yo bastante apurado, a pesar de presumir de ser un hombre de mundo.
- Bueno, supongo que Tomás te ha informado ya de que tipo de mujer soy.  Me ha hablado de ti, de tus gustos por las mujeres, etc.   ¿Has estado alguna vez con una mujer como yo?
Pronunció la palabra mujer con acento distinto, como recalcando su condición distinta a la habitual.
-         Pues no, no he estado nunca… Creo que no me atrevería, no sé….
-         Mira, la vida nos regala una sexualidad muy variada. Pero nos han encorsetado con la educación reprimida, nos han cargado de tabús.
Yo escuchaba, sin decir nada.
-         Y créeme, que tras verte en el bar, me has gustado, me has parecido un hombre muy interesante. Y de veras, no es que yo me dedique a la caza y captura de tíos, pero esta vez he hecho una excepción, y hablando con Tomás él también me dijo que tú podrías estar interesado en algo distinto… ¿Es así?.
-         Bueno…. Yo creo que eso es un poco una tomadura de pelo de Tomás, es muy guasón y para divertirse un poco, te ha dado mi teléfono -yo no sabía por donde salir-.
-         Bueno, mira.  Yo conozco a muchos hombres. Me relaciono con normalidad con ellos y no forzosamente tengo que acabar en la cama. A veces tomamos unas copas, hablamos, etc.   ¿Te apetecería intercambiar opiniones en un ratito de charla conmigo?
-         Ehhhh, esto…. Bien, vale… lo pensaré. Te llamaré.
-         Gracias por pensarlo. Te espero. Hasta luego….
No quise darle un no rotundo, porque no soy descortés. Pero colgué el tfno con la seguridad de que no volvería a hablar con ella. Pero durante la semana me fue despertando la curiosidad. No quise ir por el bar, para no tener bronca con Tomás. Pero no se me quitaba de la cabeza la chica.  ¿Y si me atreviera? ¿Qué podría perder? Si no me gusta –me decía, para convencerme- con no volver, pues todo arreglado. Me sentía realmente atraído por su condición de transexual, en el fondo yo la veía como una mujer extraordinaria, de esas mujeres que si puedes conseguirlas pasan a formar parte de tu vida, aunque sea solo en un encuentro.
Tras un largo rato de indecisión, al final en un arranque de voluntad, hice la llamada. Descolgó el teléfono y me habló sin darme tiempo a decir nada.
-         Holaaaaaaaaa……….gracias por llamar.
Tenía mi número grabado con mi nombre y enseguida supo que era yo. Su contestación a la llamada, tan natural, tan amable, me envalentonó un poco.
-         Bueno, solo quería saludarte, saber como te va.
-         ¿Sabes? Esperaba tu llamada, de veras, lo he pensado en toda la semana y no tenía claro si al final te ibas a decidir, muchas gracias.
Hablamos un largo rato de cosas intrascendentes.  Yo sin atreverme a ninguna petición concreta, y tuvo que ser ella quien se decidió.  Y yo ya me dejé llevar, sin pensarlo muy bien.
-         ¿ cuándo tomamos unas cervezas?.
-         Vale… cuando tú quieras. ¿Nos vemos en el bar?.
-         No, no… No es discreto, ni para ti ni para mí. Mejor en mi casa, estoy en el edificio de al lado del bar de Tomás.  ¿Te espero mañana, en la tarde?.
-         Vale….
Me dio la dirección y quedamos a las cinco de la tarde.
Llegué a casa de Elvira a la hora concertada. Me recibió muy sexy, con un camisoncito corto blanco, bastante escotado y sus zapatos de aguja. Realmente exquisita. Deliciosamente perfumada.  Al entrar en pequeño vestíbulo del apartamento, dos puertas abiertas mostraban el salón a un lado y al otro la cocina.
-         ¿ Quieres un café…? ¿Sí?.. Pues ponte cómodo, pasa al salón que ahora te lo sirvo.
-         No, si no te importa, prefiero en la cocina, así no te molestas en ir y venir.
Me gustan las cocinas, me parecen más personales, menos frías que los salones, especialmente claro si no están revueltas. En este caso era un ejemplo perfecto de limpieza, todo recogido e impecable. Me senté en la mesa mientras ella calentaba el café. Pude darme cuenta de su cuerpo perfecto, las piernas torneadas, unas caderitas y un culito redonditos.  El camisón que aunque corto era de tejido poco transparente, no permitía adivinar sus atributos íntimos.
Sirvió los cafés y charlamos un largo rato. Mujer culta, de conversación muy agradable, sabiendo estar. Se notaba su buena preparación. Le pregunté de donde era, tenía entonces veintinueve años.
-         Soy de una ciudad pequeña de provincia
Siguió comentando cosas de su vida.
-         Tuve claro muy pronto que me sentía muy mujer.  
Se movió de un lado a otro, coqueta, mostrando su belleza radiante. 
-         Mi figura es la de una auténtica mujer. Mira….
Se bajo descarada un tirante del camisoncito y dejó libe el pecho izquierdo. Un seno delicioso, totalmente redondo, firme, con un pezón bien desarrollado.
-         Nada de silicona, eh… Totalmente natural. Se desarrollan así con las hormonas. Ya verás después que tacto tan agradable tienen. 
- Caray –dije para mí- no se corta un pelo, ya me está anunciado que le tocaré las tetas.
-         Y mira las piernas…¿que te parecen?
Se subió un poco el camisón, mostrando unos muslos perfectos, ni un atisbo de vello, piel reluciente, perfectamente hidratada.
-         Perdona, Elvira, que te pregunte… ¿Cobras por tus encuentros?.
-         No, cariño, no soy una puta. Tengo un buen trabajo, dependiente en una tienda de ropa. Gano lo suficiente para mí misma. Pero no te voy a negar, que alguna vez, si un hombre se encaprichó mucho conmigo, y me cogió en un momento de apuro económico, si le cobré bien. Pero solo en contadas ocasiones
-         ¿Dime, y eres activa o pasiva?
-         Puedo hacer lo que me pidan, no tengo problemas.
-         ¿Mujeres también?
-         Claro, la mayoría de los transexuales somos bisexuales. Al fin y al cabo tenemos órganos masculinos y las hormonas de hombre no desaparecen del todo.  Y nos gusta por ello meterla en un coño, no hay problema, por lo menos a mí.
-         ¿Y con que tipo de mujeres has quedado?
-         La mayoría compañeras de trabajo que buscan algo de morbo en su vida rutinaria. Suelen ser mujeres casadas, algunas con algo de inclinación lésbica. Quieren algo distinto y conmigo satisfacen dos deseos, uno, el de tener dentro una polla diferente a la de su marido, y otro, acostarse con una mujer. Todas quedan encantadas.
Apuramos el café y también una copa.  Luego ella se levantó, me agarró del brazo y me condujo hacia el fondo del apartamento, sin decir nada, pero con una sonrisa muy tierna y tranquilizadora.
-         Ya verás como estás a gusto conmigo…Tranquilo.
La cama estaba ya abierta, con sábanas blancas impecables, planchadas. El dormitorio con luz muy tenue, casi en penumbra.
Se metió en la cama, al tiempo que me invitaba a desnudarme.  Se tapó con la sábana hasta la cintura y se despojó del pequeño camisón. Luego, sin apartar la sábana, también se sacó una braguita blanca de encaje, que dejó caer a un lado de la cama.  Entendí que esa forma de desnudarse no era por su propio pudor, sino por el mío, ya que quería evitar el impacto negativo que podrían producir en mí sus genitales masculinos. 
Tras desnudarme también, entré en la cama, tapándome también hasta la cintura. Mi miembro estaba flácido, producto del nerviosismo. 
-         Que mal rollo –me dije-, verás como pego gatillazo y quedo fatal.
Ella se echó un poco sobre mí y comenzó a obsequiarme con una larga tanda de besos. Nunca los olvidaré, jamás otra mujer me había besado con tanta maestría. Manejaba como ninguna el cojín interior de sus labios carnosos y la lengua suave. Tenía un aliento fresco que me encantaba.
Me dejé hacer, ya algo más relajado. Tal era la delicia de aquellos besos que me empalmé totalmente, pero sin darme siquiera cuenta.  Caí en la situación cuando ella me echó la mano al miembro.
-         Ayyyyyyyyyyyy….. que bien…ajajajaa, que pollón más duro…..¡¡
Siendo ya consciente de mi erección, comencé a actuar, menos preocupado.  Le eché las manos al culo, respingón, carnoso, suave.  Se notaba que era amiga de gimnasio. Y las tetas…uuuuffff. Tenía razón, un tacto muy agradable, un poco más duras que lo habitual. Me eché los pezones a la boca, mamando largo rato, mientras ella seguía con un suave masaje a mi polla.
No sé cuanto tiempo pasaría con esos preliminares. Ella decidía el momento siguiente, y así lo hizo.
-         Cielo, creo que ya tengo que ser tuya…No puedo esperar más.
De la mesilla sacó una caja de preservativos y me calzó uno. Seguidamente se puso de espaldas a mí, echada de lado sobre su costado izquierdo, encogiendo las piernas dobladas y quedando el culo bien expuesto. Apartó ya la sábana para que tuviera una visión completa de ella desnuda. Yo me coloqué pegado a su espalda, un poco atravesado sobre la cama, para un acoplamiento mejor.
Aparté con una mano la nalga superior de Elvira.  No era por supuesto la primera vez que me enfrentaba a un agujero oscuro. Pero esta vez era distinto. En otras ocasiones, aparecía también una raja femenina jugosa. Esta vez no. En su lugar aparecieron dos hermosos testículos, redonditos, gordos. Toda la zona estaba exquisitamente depilada.  No me produjo ningún tipo de rechazo la presencia de las glándulas. Al contrario, era como un atractivo nuevo. Aparte de eso, la visión de la chica desde atrás era algo fuera de la común. Una silueta de mujer perfecta. Una espalda de piel exquisita, sin mancha alguna, suavísima, tersa. Los glúteos redondos y respingones y los muslos cálidos. Dediqué un buen tiempo a acariciar todo el cuerpo, con mi mayor interés y con comentarios aduladores de su físico. Ella se dejaba hacer, halagada.
Sin ánimo de penetrarla todavía, estuve largo rato con mi polla encajada entre sus nalgas, frotando arriba y abajo.  Cuando lo he hecho otras veces, tras frotar así la parte anal, el miembro seguidamente se encaja en el coño mojado, atrás y adelante. Ahora la punta de mi polla hacía tope con los testículos, que impedían seguir más adelante.  Yo presionaba fuerte contra ellos, encantado de la nueva sensación y volvía atrás para repetir el movimiento. Ella gemía dulcemente. Yo tenía la estaca como un poste, se habían terminado mis miedos.
Consideré que el momento había llegado.  Pero me daba un poco de apuro iniciar la penetración sin un lúbricamente adecuado. 
-         Cariño… ¿no quieres que te ponga algo de crema?.
-         No cielo, no hace falta. Me tienes muy excitada, me noto muy abierta por detrás. Además, el preservativo tiene ya lubricante, no te preocupes. Pero por supuesto, ten cuidado, no seas brusco, por favor…
Volví a levantar la nalga superior con una mano y con la otra me agarré el cipote, llevándolo a su entrada.  Ella tenía razón, fue bastante fácil. Apreté con suavidad, pero con firmeza y le encajé medio miembro sin dificultad alguna. 
-         ¡¡ Qué rico, cariñoooooooooooo… - exclamé, sincero-.
Sería la novedad o no sé qué. Pero la sensación era mucho más deliciosa que la que había sentido al encular a las mujeres que habían sido mis amantes. Ella agradeció mis cuidados.
-         Eres un hombre muy delicado… Ya fuesen todos así, de veras…Gracias. Me encanta también de que estés dentro de mí y que lo disfrutes tanto.
Ella había levando ligeramente su pierna derecha para facilitarme la penetración. Ahora yo podía ver ya sus testículos al completo y su miembro viril. Tenía Elvira un miembro más o menos normal, quizás un poquito más grande de lo habitual, pero sin salirse de la media.  No tenía una erección completa, estaba solo morcillona.
Apreté un poco más y muy despacio, le introduje todo lo que faltaba, sin la más mínima queja por su parte.  Inmóvil, se dejaba hacer sin protestas.  Yo gozaba también silencio. La tenía muy bien abrazada. Mi brazo izquierdo pasaba debajo de su cuello y esa mano agarraba una de sus tetas. Con la otra mano seguía acariciando el culo, los muslos y todo lo que podía de su cuerpo.
Aún tímido por mi parte, no me atrevía a llevar la mano a sus genitales. Tuvo que ser ella otra vez la que actuara. Me agarró la mano y la llevo a su pene.
-         Tócame ahí, cielo, me apetece mucho…
Manoseé el miembro que me ofrecía. Era una sensación extraña, estaba tan clavado a ella que al masturbarla parecía que estaba tocando mi propio pene. Tampoco tuve sentimiento de rechazo.  Al tiempo que la estimulaba yo bombeaba despacio en su recto, disfrutando del estrecho conducto. Ella entró en una erección completa, cosa que me complació en gran manera, pues me sentí satisfecho de hacerla disfrutar.
Pasó otro largo rato, de mutua complacencia.  Ella entonces me apartó a un lado.
-         Descansa un poco cielo, estoy a punto de correrme y es pronto todavía.
-         Pues menos mal que lo has dicho, a mí tampoco me faltaba nada.
Ahora me hizo tumbarme boca abajo.
-         Relájate, te daré un buen masaje.
Me quitó el preservativo. Extendió una generosa cantidad de aceite hidratante sobre todo mi cuerpo y llevó a cabo un concienzudo masaje, muy erótico. Los hombros, el cuello, la espina dorsal, los trabajaba con gran experiencia.   Fue bajando después a mi culo y mis muslos, que me los hizo abrir todo lo posible.  Untó bien mis testículos, los apretó con cuidado. También untó bien la raja del culo y frotó el agujero virgen.   
Con las manos bien engrasadas introdujo un dedo en mi ano y lo movió en círculos. Cuando lo tuvo algo dilatado, introdujo dos dedos y volvió a repetir. La sensación era sumamente placentera. 
Tras unos quince minutos, me hizo dar la vuelta y me puso boca arriba. Repitió el masaje en mi pecho y vientre. También en la polla, pero de forma muy breve, ya que yo tenía una tremenda erección y ella, experta, sabía que podía correrme en cualquier momento.
Después me hizo levantar el culo para poner la almohada bajo mis caderas. De esa forma quedó levantado mi pubis.  Me hizo ahora abrir bien las piernas, como si yo fuese una hembra. Y se colocó entre ellas, totalmente echada encima de mí, toda su piel encima de mi cuerpo.  Los genitales de ambos se frotaban y sentir su polla rozar con la mía fue la sensación más extraña que he tenido, pero sin duda una de las más placenteras. Sentía bien sus testículos bambolearse sobre los míos, después subir frotándolos a lo largo del fuste de mi polla. No puedo apenas describir tan excitante situación, me faltan palabras.
Me hacía gozar muchísimo.  Ya tuve que avisarla que el fin era próximo.
-         No puedo más, Elvira, no puedo más….
-         Eh, eh… no, no. Quieto, quieto, aún nos falta mucho.
Se retiró sin tocarme y dejó pasar un par de minutos, mirándome socarrona.
-         ¿Estás bien, cielo?
-         En la gloria, Elvira, no lo sabes bien, eres una maravilla.
Colocado de rodillas entre sus piernas abiertas (parecía una auténtica puta en esa postura), apoye en un brazo estirado y con la otra mano agarre el miembro erecto, dispuesto a atacar sin más preámbulos.  
-         Relájate, no pienses en nada, déjate llevar…Ábrete un poco las nalgas, por favor.
Me agarré a su cintura, para llevar mejor el trance y al mismo tiempo sentir que era ella, para sentir su cuerpo y su calor.  Seguía sin abrir los ojos, tímido, entregado. Ella me regaló por mi buen compartimiento un largísimo beso, al tiempo que sacaba casi todo mi miembro, dejando solo la estricta punta dentro para evitar que se cerrara. El leve movimiento de vaivén contribuía a que yo empezara a gozar. Y ahora volvió a empujar con decisión.
Ella echó un vistazo a mi bajo vientre, para comprobar la situación.
-         Joder, cariño, como estás, tienes la polla a reventar…
-         Pues sí, para que negarlo, estoy a gusto.
Me relajé ya totalmente. Gozaba sintiendo la dura carne en su interior.Abrí un poco los ojos y pude ver su cara radiante. Ella seguía muy atenta a mis reacciones. Es más, la situación era tan sorprendente, que incluso me hallaba satisfecho, orgulloso, Ella se dio cuenta de mi buena disposición y ahora el empujón fue tremendo, con toda la fuerza de mis caderas, ya la delicadeza podía dejarse a un lado, Elvira sabía que ya podía follarla casi de forma despiadada, dando sueltas a una pasión que se desbordaba. 
-         Ohhhhhhh, Ayyyyyyyyyyyyyy, ayyyyyyyyyyyyyy, no tanto, no tanto
Pero ella ya sabía que a pesar de esas molestias podía seguir, sabía que yo era ya un hombre entregado a su lujuria, que podía hacer conmigo lo que quisiera. Así que los fuertes empujones siguieron.
-         Estás buenísimo, cariño…Tienes un culito  estrecho, riquísimo, muy caliente. Me haces disfrutar mucho.
Nos quedamos los dos casi inmóviles, sintiendo el íntimo contacto de los cuerpos. Para que esas sensaciones fuesen más intensas, la sacaba hasta la mitad y la volvía a meter hasta el fondo, con movimientos suaves unas veces, otras volvía a los fuertes empujones. 
No sé cuánto tiempo pasó. Perdí la noción de ello.  Estábamos tan a gusto que ninguno hacía intención de dejarlo.  Ambos con una terrible erección, yo notaba mi miembro durisimo.   La sensación era que estaba a punto de eyacular, pero sin llegar a ello, en un estado de pre-orgasmo continuo que nunca había sentido.
Los testículos empezaron a dolerme.
-         Elvira, mi amor… No puedo más, ahora sí, ahora ya tengo que terminar.
-         De acuerdo, cariño, terminaremos juntos.
Inició otra vez un bombeo más rápido y potente en su culo, ya sin compasión.   Casi me desmayo de placer.
-         Ahhaaaaaaaaghhhhhhhhhhhhhh, ayyyyyyyyyyyyy, síiiiiiiiiiiiiiiiiiiii….
Las exclamaciones eran de los dos, simultaneando nuestros respectivos orgasmos.  Yo abrí esta vez bien los ojos, para mirar su cara radiante. Ella en cambio los había cerrado, concentrada. Más bella aún. Sentí perfectamente las contracciones de su culo que se transmitían a través de mi miembro viril.
Se volvió a dejar caer, exhausta sobre mí, los dos seguimos bastantes minutos más disfrutando de tan íntima unión. Al final el miembro salió ya solo,  flojo, agotado, exprimido.
-         Uffffff, me has quedado seco. Que delicia, creo que ha sido el mejor polvo que he echado.
-         Pues también digo lo mismo
-         Yo le iba a echar la bronca a Tomás, pero creo que tengo que invitarle a compartir una botella de buen vino…ajajajaa.
-         Jajajajaaja, sí, sí. Sin duda, tuvo buen acierto al darme tu teléfono.
-         Me voy rápido, Elvira, se me hace tarde.
Me di una ducha y me despidió en la puerta, con el más cálido de sus besos.
-         ¿Volverás?
-         ¿Tú que crees?
Fui amante de Elvira durante un año. Son los recuerdos más bellos que puedo tener. A ella la trasladaron de ciudad por cuestiones de trabajo y le perdí la pista. Tuve después algún encuentro con alguna otra trans...
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8 comentarios - Con trans rubia

Kronostdf
que buen relato te felicito !! que lastima que no tengas mas fotos de ella !!
morbosin35
uffff que delicia de experiencia amigo........te envidiooooooooooooo..jajajaj
Cazandry +2
Muy bueno me gustó mucho 💋💋💋
tenshi_5 +1
Magnífico relato 😉