Domando a la Zorra de mi Cuñada 7

Domando a la Zorra de mi Cuñada 7
Con El Sello De Placer y Morbo…
Una vez en la tranquilidad de nuestro alojamiento, abrí una botella de champagne para celebrar con mis acompañantes el éxito de nuestra velada. Aunque para nada se parecía a lo que había planeado, no podía negar que nuestro jefe se había visto encantado porque jamás en los años que le conocía, se había tirado a nadie. Como mucho había permitido que le hicieran alguna que otra mamada. En cambio, esa tarde se había follado a la inglesa.
--¡Por vosotras! -brindé levantando mi copa. --Estoy orgulloso de las dos putas que son.
Las mujeres recibieron mi felicitación con una sonrisa y mirándose entre ellas llegaron a un acuerdo tácito. Supe en qué consistía al verlas llegar a mí y pegando sus cuerpos al mío, comenzar a desnudarme.
--¿No estáis cansadas? -pregunté soltando una carcajada. Mi cuñada me contestó.
--Todavía no. -Tras lo cual me empujó sobre la cama.
Entre las dos me quitaron los pantalones y la camisa, dejándome casi en pelotas. Con mi bóxer como única vestimenta, creí que había llegado la hora en que tuviera que satisfacer a ambas. Cuando ya creía que como una jauría se lanzaría contra mí, Natalia puso música y cogiendo de la mano a la rubia, se pusieron a bailar. No tardé en observar como, con sus cuerpos totalmente unidos, las dos muchachas iniciaban un sensual baile, teniéndome como testigo. Sus movimientos cada vez más acusados me demostraron que ambas los deseaban. Mi cuñada tomando la iniciativa, cogió la cabeza de su acompañante y aproximó sus labios a los ella. El brillo de los ojos de María me informó de su excitación cuando su dueña, abriendo la boca, dejó que la lengua de Natalia entrara en su interior. Con sus dorsos pegados mientras se comían los morros una a la otra, siguieron bailando rozando sin disimulo sus sexos. Para aquel entonces, los corazones de ambas estaban acelerados y más se pusieron cuando oyeron mi siguiente orden.
--¡Quiero ver como os amáis las dos!
Actuando al unísono, Natalia desabrochó la blusa de la rubia. Me encantó disfrutar del modo en que sus pezones ya duros se clavaron en los pechos de la mujer que tenía enfrente. La inglesa no pudo evitar que de su garganta brotara un gemido de deseo al sentir la mano de la que ya consideraba su amiga recorriendo su trasero.
--Mmnnnnn, haaaaaaaay…
Aunque su entrega se iba desarrollando según lo planeado, comprendí al ver el nerviosismo de la rubia que como se había quedado insatisfecha, estaba sobre excitada. Por eso, para facilitar las cosas, me acerqué a mi cuñada y le susurré al oído.
--¡Fóllatela rápido!
La morena comprendió mis razones y mientras rozaba con su pierna la encharcada cueva de la otra, cogió uno de sus pechos. Antes de seguir, la miró a los ojos y al vislumbrar deseo, decidió seguir. Desde mi posición, la observé bajar por su cuello y con suaves besos acercar su boca al pezón erecto de su víctima. Completamente excitada, la rubia experimentó con placer la lengua de esa fémina recorriendo su rosada aureola.
--¡Hay Mi Diosssssssss!- exclamó en voz baja.
Durante un rato, Natalia se conformó con mamar esos pechos que había puesto a su disposición. Con la destreza que da la experiencia pasada, chupó de esos dos manjares sin dejar de acariciar la piel de su partenaire. Viendo que había conseguido excitarla y que María estaba preparada para dar el siguiente paso, siguió bajando por su cuerpo dejando un húmedo rastro camino a las bragas infantiles de la mujer. Arrodillándose a sus pies, le quitó con ternura esa mojada prenda, tras lo cual la obligó a separar las piernas. Incapaz de negarse, ella obedeció y fue entonces cuando se apoderó de su sexo. Con suavidad retiró a los hinchados labios de la rubia, para concentrarse en su botón.
--¡Me encanta! -suspiró.
Esa confesión dio a Natalia el valor suficiente para con sus dientes y a base de pequeños mordiscos, llevarla a una cima de placer nunca alcanzada. De pie, con sus manos apoyadas en la cabeza de mi cuñada y mirándome a los ojos, se corrió en la boca de la mujer arrodillada. Ella al notarlo, sorbió el río que manaba de ese sexo, y profundizando en la dulce tortura, introdujo un dedo en la empapada vagina.
--Haaaaaay, ha, hay, ha, ¡Por favor! Mmm Mmmmnn… ¡Sigue! ha, ha, ha hay, hay hayyyyyy…
La maniobra de Natalia hizo que María diera un chillido de deseo y sin dejar de mirarme, siguió masturbando a la morena, metiendo y sacando su dedo de ese coño.
--Ohhhhhhhhh uhmm Ahhhhh haaaa, haaaaa, haaaaa Mmmnnn… haaaaaaaaaaaaa…
Desde la cama, observé a la morena separar aún más las piernas de la rubia mientras le lamía la parte interna de los muslos. La humedad que encharcaba el sexo de la rubia me avisó de la cercanía de su orgasmo.
--Ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaa…. haaaaaa ha, ha… ha, ha, ha, ha, haaa…
Con su respiración entrecortada, esperó las caricias de la lengua de mi cuñada. Al sentir la acción de su boca sobre su clítoris, pegó un grito y se corrió dando gritos.
--Haaaaaaaaaaaaaay, Haaaaaaaaaaaaaaay, haaaaaaaaaaaaaaaaah…
Os reconozco que me encantó ver que su cuerpo temblaba mientras Natalia no daba abasto a recoger el flujo que brotaba de su sexo con la lengua pero mas aún observar que una vez cumplida su promesa, Natalia se levantaba del suelo y poniendo cara de puta, me decía.
--Ahora, ¡Quiero mi ración de leche papi! -Nada más llegar a mi lado, me quitó los calzoncillos y frotando su cara contra mi sexo, me informó que pensaba dejarme seco.
--Tu misma perra. -Le respondí muerto de risa.
Habiendo obtenido mi permiso, mi cuñada abrió sus labios y mientras me acariciaba la extensión con sus manos, se dedicó a besar mis huevos. Una vez había conseguido crecer a su máximo tamaño, la engulló y succionó hacia arriba, humedeciéndola por completo. No satisfecha con ello, lamió mi glande y viendo que ya estaba listo, se dirigió a la inglesa diciendo.
--¿No me vas a ayudar?
La rubia sonrió acercándose se sentó a su lado. Comprendí que iba a ser objeto de una mamada a dos bandas por lo que separé mis piernas para facilitar sus maniobras. Ambas mujeres ya se habían agachado entre mis piernas cuando mi móvil empezó a sonar en la mesilla. Al ver que era mi mujer, antes de contestar, le dije.
Interesante. -Dije. --Es Irma, tu hermana.
Mi cuñada no pudo ocultar su disgusto y tras unos momentos quieta, decidió que le daba lo mismo y haciendo una seña a María, le dijo que empezara. A la rubia esperó a ver que ocurría pero al observar que su compañera con la lengua empezaba a lamer mi extensión, decidió no quedarse atrás y recogiendo en su boca mis testículos, colaboró con ella mientras yo seguía hablando por el teléfono.
--¡Será Puta! -Pensé tratando de seguir la conversación con Irma.
Mi esposa ajena a que su marido estaba siendo mamado en ese momento por su hermana, quería saber cómo había salido el congreso.
--Estupendamente. -Le contesté. --Me han nombrado director para Europa y supervisor de América.
La noticia, lógicamente, la agradó y tratando de saber más, me insistió que siguiera contándole como había sido. Explicarle mi ascenso era lo último que me apetecía hacer porque en ese momento y entre mis piernas, Natalia y María competían entre sí para ver cuál de las dos era capaz de absorber mayor superficie de mi miembro.
--¿Te importa que te llame luego?- le respondí poniendo por excusa una supuesta cita. Mi mujer aceptó pero antes de colgar, me interrogó por su hermana. --No te preocupes por ella. –Contesté. --Sé que tiene algo grande entre sus manos.
La puta de Natalia al oírlo sonrió y ganándole la partida a la inglesa, se incrustó mi miembro hasta el fondo de su garganta. Al sentir sus labios en la base, me quedé pasmado por su maestría. María viendo que mi cuñada se había apoderado de mi polla, cambió de posición y colocándose detrás de su oponente, le separó las nalgas y con la lengua le empezó a comer el ojete. Afortunadamente, había colgado antes porque al sentir la morena la incursión en su entrada trasera, se dio la vuelta gritando.
--¿Qué haces perra?, ¡Mi culo es de Emmanuel!
Que esa mujer me diera en propiedad su trasero era atrayente pero comprendí que de alguna forma tenía que demostrarle quien mandaba por eso, tirando de ella le obligué a retornar a la mamada mientras le pedía a la inglesa que me acercara la bolsa que había traído. Embarcada entre mis piernas, Natalia no se percató de que su amiga había vaciado el contenido en el suelo ni que siguiendo mis deseos había recogido y se había puesto un arnés con un enorme aparato. Viendo que ya lo tenía ajustado a sus caderas, le dije.
--Fóllatela. -Al oír mi orden, se giró pero nada pudo hacer porque la inglesa ya le había metido semejante instrumento hasta el fondo de su sexo.
--Haaaaaaaaay ¡Joder! -gritó la morena al experimentar cómo su conducto era forzado brutalmente. --Mmmnnnn Haaaaaaaah…
Tardé en advertir que María había malinterpretado mis palabras y que en vez de forzar su culo, estaba usando la vagina de mi cuñada. Cuando por fin me di cuenta, cabreado, me separé de las dos y les ordené que intercambiaran las posiciones. Si creía que eso iba a molestarlas me equivoqué porque María necesitaba que alguien se la follara y para Natalia, que nunca había usado uno, le resultó tremendamente morboso. Por mi parte confieso que, al ver a mi cuñada desnuda y con ese pedazo de herramienta, también me calentó.
--Vamos a hacer un trenecito. -Les solté. María no entendió mi frase, por lo que tuvo que ser la morena quien se lo aclarara diciendo.
--Emmanuel me va a follar mientras yo hago lo mismo contigo.
--¡Te equivocas perra! -Respondí corrigiéndola. --¡Te voy a dar por culo mientras té se lo rompes a ella!
Mis palabras le sonaron a música celestial y antes de que me diera cuenta, había obligado a la inglesa a ponerse a cuatro patas y sin preparación alguna, la sodomizó de un solo empujón. Como el culo de la inglesa ya había sido usado por mi jefe, no le costó absorber el impacto y desde el primer momento empezó a disfrutar como una perra. Gritando de placer le pidió que acelerara.
--Uffff, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haa, ha, Mmmmnnnnn, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaa… Mmnmnnn, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaa… Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac… Ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaay... -Mi cuñada que jamás había usado ese instrumento le costó coger el ritmo pero cuando lo hizo, no paró.
Mirándola a la cara, descubrí una luz en sus ojos que antes nunca había advertido y ya totalmente excitado me puse a su espalda. Al meter mis dedos en su sexo para embadurnarlos con su flujo, comprobé que chorreaba como nunca y por eso recogiendo parte, unté con él el orificio trasero de mi cuñada.
--¡Hazlo que no aguanto más!
Su calentura era tal que decidí hacerle caso y sin pensármelo dos veces, le clavé mi pene hasta el fondo de sus intestinos.
--¡Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay! -El grito con el que recibió mi incursión me confirmó que me había pasado.
Pero en cuanto quise esperar a que se acostumbrara a tenerlo dentro, Natalia reanudó sus movimientos metiendo y sacando el trabuco del arnés del culo de la inglesa y al hacerlo, provocó que el mío hiciera lo mismo con su ojete.
--¡Cómo me gusta! -berreó como loca y al escuchar que también María estaba disfrutando, me gritó. --¡Sigue cabrón! haaaaaay… Mmmmnn, ho, ho, ho, haaa Mmm ha… Haaaa, haaaaaaaaa, Haaaaaaaaay… ha, ha, ha, ha, ha, ha, ahhhhhhhh hufffffffff Mmmmnn, Mmnnn, haaaaaaaaaaaaaaaay… ohhhhhhhhh, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaay…
Esa nalgada fue el banderazo de salida y sincronizando nuestros cuerpos, entre los tres formamos una maquinaria perfecta sexual. Al sacar Natalia el aparato del culo de la inglesa, metía mi pene hasta el fondo de sus intestinos y al meterlo, se lo sacaba casi totalmente de su trasero.
Ha, ha, ha, ha, ha, ha, haa, ha, Mmmmnnnnn, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaa… Mmnmnnn, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaa… Plac, Plac, Plac, Plac, Plac… Haaaaaaaaaaaaaaaa... Plac, Plac, Plac, Plac, Plac… ha, ha, ha, ha, ha, haa, Mmmnnn, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha... Plac, Plac, Plac, Plac, Plac… haaaaaaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaay... Plac, Plac, Plac, Plac, Plac… ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaa…. haaaaaa ha, ha… ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaay... Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac… ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaa…. haaaaaa ha, ha… ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haa, ha, ha…. Plac, Plac, Plac… ha, ha, ha, ha, ha, Sigueeeee, ha, ha, ha, ha, haaaaaay, Mmmmnnnnn… Ahhhh ohhh que rico, Siiiiii… Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac, Plac… ¡Dios mío! Haaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa…
Poco a poco, nuestro vaivén se fue acelerando hasta que lo que en un principio había sido pausado se convirtió en un movimiento desenfrenado de tres componentes. La primera en correrse fue María que quizás por ser la que más tiempo llevando siendo sodomizada, se dejó caer sobre la almohada pegando un berrido. Su caída provocó la nuestra, de forma que tanto mi cuñada como yo nos vimos lanzados hacia delante siendo su ojete la víctima inocente de ese accidente.
-- Ahhhh, ohhh…. Uffff ¡Qué bruto eres!- se quejó. --Ahhhhhh ahhhhhhhhh… Haaa, haaaa, ha, ha, ha… Haaaaaaaay… Mnnnnnnnnn, ha, ha, ha, haaaaaaaa…
Haciendo caso omiso a sus gimoteos y sin compadecerme de ella, reinicié con más pasión mi asalto. Mi cuñada al sentir que nuevamente forzaba su maltratado esfínter, me rogó que bajara el ritmo.
--No, no, no… Haaaaaah haaaah haaaah… bájale, haaay… Ah, ahhhh, ah, haaaaa, ha, ha, ha, ha, haaaaaa… haaa, haaaa, duele bájale, haaa, ha, ha, ha hay, hay hayyyyyy haa, hay, haaaaa… Mmnnn, Mmnnn… No... Haaa, haaaa Mmmmnnn… haaaaaaaa… ohhhhhhhhh uhmmmm ahhhhhhhhhhhhh Haaa, haaaa Mmmmnnnnn para… -Pero en vez de hacerlo, le solté una nalgada diciéndole.
--¡Muévete puta!
Mi insulto consiguió mi objetivo y con renovados ímpetus, Natalia movió sus caderas forzando aún más la profundidad de sus penetraciones. Para entonces, la inglesa ya se había repuesto y quitándole el arnés, se introdujo entre sus piernas.
--Haaaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaay... Siiiiii, me gustaaaaaa, Sigueeeee, que Ricooooo, haaaaa me encanta papi haaaaaaa… ¡sigue no pares papi! soy toda tuya, ¡sigue no pares papi! ¡Sigue no pares papi! Ahhhhh… haaaaaaaaaaaaaaaaay…
Mi cuñada para facilitar sus caricias, abrió un poco sus piernas pero a sentir su boca lamiendo con dulzura su clítoris mientras su ojete era violado brutalmente por mí, no pudo más y pegando un aullido empezó a correrse.
--Haaaaaay… Mmmmnn, ho, ho, ho, haaa Mmm ha… Haaaa, haaaaaaaaa, Haaaaaaaaay… ha, ha, ha, ha, ha, ha, ahhhhhhhh hufffffffff Mmmmnn, Mmnnn, haaaaaaaaaaaaaaaay…
María, se ducha prácticamente, en cuanto observó el manantial que salía del sexo de la morena, con más ahínco, fue sorbiendo el maná que el destino había puesto a su disposición logrando prolongar el éxtasis de mi cuñada. Mi cuñada enlazó un orgasmo con el siguiente hasta que no pudo más y desesperada me pidió que me corriera.
--Haaaaaay, ha, hay, ha, hay, haa, ha, ha, haaaa, ¡No aguanto más! Uffff, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haa, ha, Mmmmnnnnn, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaa… ha, ha, ha, ha, haaaaaay, Mmmmnnnnn… Ahhhh ohhh ¡que rico! ¡Siiiiii! ¡Me gustaaaaaa! ¡Sigueeeee!... Mmmmnnn… haaaaaaaa… ohhhhhhhhh uhmm Ahhhhh haaaa, haaaaa, haaaaa Mmmnnn… haaaaaaaaaaaaa… ¡Dale duro a tu hembra! ¡A tu puta! ¡Haaaaaay si Ricooooo!... Ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaaaaaaaa…
Sus palabras fueron el acicate que necesitaba y con un último empuje, exploté dentro de ella rellenado su culo con mi esperma. Agotado, me dejé caer en el colchón. Las dos mujeres satisfechas se colocaron cada una a un lado de mi cuerpo y abrazándome, descansaron durante unos minutos. Os juro que en ese instante, me sentí como un sultán rodeado de un harén sin importarme que una de sus miembros fuera la hermana de mi mujer. Al cabo de un rato, Natalia se desperezó y mientras me daba un beso en los labios, me preguntó con voz picara.
--Emmanuel, ¿Qué otros juguetes me has traído? -Le enseñé las esposas y el látigo todavía sin estrenar. Muerta de risa, me soltó.
--¡Hay Dios! ¿A qué esperas para usarlos? -Tras pensarlo durante unos segundos….
--“¡Comprendí que había creado un monstruo! ¡No estaba seguro de que esto seria malo! ¡Pero debía de controlarlo!”
Continuara…

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