Domando a la Zorra de mi Cuñada 6

Domando a la Zorra de mi Cuñada 6
Con El Sello De Placer y Morbo…
Al llegar a mi cuarto, miré el reloj y me percaté de que había perdido mucho tiempo con Jazmín, y solo me quedaba un cuarto de hora para tener que ir a recoger a las dos mujeres. Por eso, me metí rápidamente a duchar para no llegar tarde, gracias a ello, diez minutos después, estaba listo y recogiendo una bolsa donde se encontraban los juguetes que había comprado en el sex-shop, salí en busca de Natalia. Lo que no había previsto es que como la coqueta que era, mi cuñada no estuviera lista cuando toque a su puerta. Su retraso me permitió repasar mis planes, aunque sabía que la supuesta aceptación de esa zorra de mi ascenso era fingida o al menos interesada, iba a aprovecharla. Por parte de Alberth, no me cabía ninguna duda de que ese pervertido iba a disfrutar con ellas y en cuanto a María, la rubia, no tenía nada que temer por que no solo era una calenturienta sino que además estaba de mi parte. Estaba todavía meditando sobre ello, cuando Natalia salió de la habitación. Confieso que me cogió despistado y por eso, me sorprendió verla salir vestida así. Os juro que si esa guarra hubiese salido medio desnuda o incluso si hubiese aparecido encorsetada en un vestido medieval, no me hubiese sorprendido tanto como verla disfrazada de colegiala. No le faltaba nada del estereotipo que adjudicamos a las niñas de un colegio. Lo creáis o no, Natalia salió luciendo gafas de pasta, una camisa blanca, falda escocesa a cuadros y medias blancas a mitad del muslo. Nada más verla comprendí que gran parte de lo que había adquirido esa mañana no me servirían de nada y por primera vez, temí que ese engendro del demonio fuera capaz de sacarme la delantera. Sonrió al ver mi embarazo y tratando de profundizar en él, giró sobre si misma mientras me modelaba su conjuntito.
--¿Estoy guapa? -me preguntó coqueteando descaradamente.
Fue entonces cuando me percaté de un detalle que me había pasado desapercibido.
--¡Esa zorra llevaba pantys de encajes infantil, “de bolados como dices algunos”!
Aunque ese complemento le iba al pelo, no pude dejar de pensar como lo había obtenido porque las madres de hoy en día, ya no obligan a sus hijas a llevar semejante prenda y si alguna lo intenta, tenía seguro que en cuanto lo intentara su retoño se revelaría.
--¿No te gusto? -insistió haciendo un berrinche.
--Mucho. --Respondí. --Se te ve muy…. Como decirlo… juvenil.
Encantada por haberme sorprendido, se agarró a mi brazo y juntos fuimos a por María a su cuarto. Al salir mi segunda acompañante, comprendí que no era casual y que ambas putas lo tenían planeado, porque la rubia salió vestida exactamente igual que mi cuñada.
--Mierda. -Maldije. --En cuanto las vea, a Alberth se le va a hacer la boca agua. -Si una ya era de por sí, excitante, dos colegialas unidas eran una tentación difícil de soportar. --Cualquier miembro de la especie humana se excitaría con esa imagen.
Tratando de encontrar una salida y que esas dos no marcaran el ritmo de esa noche, comprendí que aunque no lo supieran esos disfraces en nada cambiaban mis planes porque podían ser complementarios. Más tranquilo, cogí a la hija de la gran puta de Natalia y a la hija de la Gran Bretaña de María y abrazado a ellas, me dirigí hacia el ascensor. Aprovechando el momento, dejé caer mis manos por las cinturas de ambas y con descaro, empecé a manosear esos dos esplendidos culos. Mi cuñada, contra todo pronóstico, se pegó a mí y mientras me daba un beso en la mejilla, me dijo.
--¡Quita inmediatamente la mano del trasero de María! ¡Esta noche eres mío!
Mi desconcierto fue todavía mayor al cerrarse las puertas, porque aprovechando que estábamos solos los tres en ese estrecho habitáculo, dándose la vuelta, empezó a restregar sus nalgas contra mi entrepierna, diciendo.
--¡Qué ganas tengo que repitas lo de esta mañana!
Como podréis suponer y sobretodo perdonar, la imagen que di al salir al hall del hotel fue francamente ridícula. Franqueado por dos tremendos ejemplares de mujer, disfrazadas de niñas, y yo con el pito señalando al norte. Para colmo, tanto Natalia como María no dejaron de saltar y de pegar chillidos imitando a una fans mientras cruzaba el salón rumbo a la salida.
--Dejad de hacer las tonta las dos o las castigare. -Les ordene al advertir que todo el mundo nos miraba. --Y no les gustara para nada el castigo.
Pero ellas, contagiándose una a la otra, se dedicaron a atraer todavía más la atención, bailando mientras salían. La vergüenza que pasé fue inmensa y tirando de ellas, les amenacé a darse prisa. Los doscientos metros que nos separaban del embarcadero donde mi jefe tenía su barco, me parecieron kilómetros y por eso no descansé hasta llegar a la pasarela que daba acceso al yate. Alberth nos esperaba en la cubierta y tal y como había previsto y temido, al contemplar a esas dos con semejante disfraz, se excitó y perdiendo la compostura, les ayudó él mismo a subir a la embarcación. El entusiasmo del anciano les hizo saber que habían acertado y sacando ambas de sus bolsos, la empezaron a lamer en plan obsceno. Mientras el viejo las llevaba dentro, me quedé pensando en la actitud posesiva que mostraba mi cuñada y sin llegármela a creer, empecé a dudar de si me convenía estar con ella. Los gritos de alegría de ambas me hicieron salir de mi ensoñación y entré a reunirme con ellos. La escena con la que me encontré no pudo ser más elocuente de cómo se iba a desarrollar esa noche. Alberth estaba regalándoles una joya a cada una, mientras estas se arremolinaban a su alrededor.
--¡Estoy jodido! -pensé temiendo incluso que mi nombramiento fuera papel mojado. Natalia al verme llegar, se pegó aún más al anciano y sin dejarme de mirar, le dijo.
--Profesor… ¿Qué lección va a explicarnos hoy?
Totalmente inspirado en su papel, Alberth en vez de explicarles algo, las obligó a sentarse en dos taburetes y comenzó a hacerles preguntas de todo tipo. Ambas mujeres fueron contestando acertadamente pero en un momento dado, Natalia respondió mal a una de ellas y entonces el tipo la cogió del brazo y colocándola en sus rodillas, le empezó a azotar suavemente.
--Plazzzz, Plazzzz, Plazzzz, Plazzzz, Plazzzzz… -Curiosamente, la cara de mi cuñada no era de satisfacción y viéndolo María, intervino diciendo.
--Profe, ¿Si fallamos o nos portamos mal, usted nos castigará?
--Por supuesto. -Respondió nuestro jefe. --Así debe de ser.
Entonces, poniendo una cara de zorra desorejado y a propósito, tiró nuestras copas. Alberth comprendió que era parte del juego y sustituyendo a Natalia por la rubia, le propinó una serie de duras nalgadas en su trasero.
--Plazzzz, Plazzzz, Plazzzz, Plazzzz, Plazzzzz… -Mí cuñada una vez liberada y sin pedir mi opinión se sentó sobre mis rodillas, mientras me decía.
--Aunque apenas la conozco, María es una buena amiga.
--No me digas. -Dije con ironía.
--Si… Me ha salvado de ese cerdo porque sabe que esta noche quiero ser nuevamente tuya, solo tuya y de nadie mas.
Reconozco que aunque con esa frase, me acababa de confirmar mis peores augurios, el sentir su piel contra mis piernas me hizo calentar y empecé a acariciarla por debajo de la falda. Natalia al percibir que debajo de su cuerpo, iba creciendo un bulto que segundos antes no estaba, sonrió y pegando sus nalgas contra mi entrepierna, se empezó a frotar como hembra en celo.
--Eres una puta. -Le susurré mientras con una mano, acariciaba sus pechos.
Mi cuñada, más alborotada de lo que se suponía debía estar, dejó que mis dedos desabrocharan su camisa sin dejar de hacerme una paja con su culo. Su insistencia consiguió que mi miembro se alzara hasta su máxima extensión y sabiendo que había logrado, llevó su mano hasta mi bragueta.
--¿No vas demasiado rápido puta? -le pregunté al sentir que bajándola, sacaba a mi miembro de su encierro.
--¡¿Tú crees?! -contestó separando con dos dedos sus bragas y colocando mi pene entre los labios de su sexo sin meterlo. --¡Es que ya no aguanto! ¡Estoy que me derrito!
La humedad que envolvió mi verga me alertó de que esa zorra estaba totalmente cachonda y antes que lo pudiese evitar, se empezó a mover haciendo que se deslizara rozando todo su sexo por el exterior. Al sentirlo, comprendí que estábamos dejando a un lado a la otra pareja y aunque lo que realmente me apetecía era follarme a esa mujer, decidí hacer partícipes a los otros de nuestra calentura, diciendo.
--Jefe, ¡Su pupila está bruta! ¡No se comporta como debería! ¿Que se hace cuando eso pasa?
Alberth nos miró de reojo y al descubrir lo que estábamos haciendo, cogió a María del pelo y la obligó a colocarse entre nuestras piernas. La inglesa supo cuál era su cometido y por eso, nada más arrodillarse a los pies de Natalia, le sacó por los pies las tan nombradas bragas de niña, y sin más hundió su cara en su entrepierna.
--¡Haaaay! ¡Dios! -gimió la morena al sentir la lengua de su amiga recorriendo los pliegues de su sexo y sin esperar a nada más, se ensartó usando mi pene como herramienta.
El modo tan lento en que se empaló, me permitió sentir cada centímetro de su conducto abriéndose para dejar pasar mi polla dentro. Con auténtica urgencia, mi cuñada consiguió embutírsela completamente y solo cuando sintió que mi glande chocaba contra la pared de su vagina, se quedó satisfecha y dejándose caer sobre mí, me dijo.
--¡Hooo Dios! ¡Desde anoche sueño con esto! ¡Estar siendo follada por ti mientras tu antigua amante me mama!
Lo extraño, no fueron sus palabras sino que se quedará quieta mientras la rubia daba cuenta de su coño.
--Ha, ha, ha, ha, ha, Mmmmnn, Mmnnn, Sigueeeee, ha, ha, ha, ha, ho, ho, haaa Mmm, ha haaaaaay, Mmmmnnnnn… Ahhhh ohhh que rico, Siiiiii… haaa Mmm haaaaaaa…
--¡Quien dice que es mi antigua amante! -Dije empezándome a moverme suavemente.
--Haaaaaaaay… Mnnnnnnnnn, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmmmnnnnn, ha, ha, ha, Mmnnnnn…
--¡Ella es aun mi amante! lo será hasta cuando yo diga. -Dije con autoridad.
Decidido a participar de algún modo, terminé de quitarle la camisa y con mis manos me apoderé de sus pechos. Si en un principio mis caricias fueron suaves, poco a poco fui elevando su intensidad y llevando mis dedos hasta sus pezones, fui incrementando la presión de mis yemas hasta que el pellizco la hizo gritar de placer.
--¡Uy! ¡Así, así, así, así! ¡¡Me voy a veniiiir!! Haaaaaaaa… ohhhhhhhhh uhmmmm ahhhhhhhhhhhhh Haaa, haaaa Mmmmnnnnn
Sé que también influyeron los lametones de María pero lo cierto es que mi cuñada, involuntariamente separó sus rodillas, momento que aprovechó la inglesa para torturar su clítoris con un mordisco. Ese triple ataque demolió sus defensas y pegando un berrido se corrió sobre mis pantalones.
-- Haaa, haaa, haaaa Mmmmnnn… haaaaaaaa… ohhhhhhhhh uhmmmm ahhhhhhhhhhhhh Haaa, haaaa Mmmmnnnnn… ¡Me encanta! -aulló y dando vía libre a su lujuria, comenzó a moverse usando mi pene como montura. --Mmmmnnnnn, ha, ha, ha, Mmnnnnn, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmnnnn, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmmmm, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmmmm, ho, ho, ho, haaa Mmm haaaaaaa… ¡Nooo no pares! ¡Nooo! ¡Pares por favor! ¡No pares! Haaaaaaaay que rico amor, ¡Papi no me dejes de dar! Haaaaa, ha, ha, ha, haaaa, haaaaa no… haaaaaaaaaa…
Su cabalgar impidió que María siguiera lamiéndole el coño y queriendo seguir colaborando en el placer de mi cuñada, se incorporó y sustituyó con su boca a mis dedos en los pechos de la morena. Alberth que hasta entonces se había quedado en un segundo plano, aprovechó la feliz circunstancia para bajarle las bragas a la rubia y de un certero pollazo desflorar su culo.
--¡¡¡Haaaaaaaaaaaaaaaaaay!!! -La inglesa gritó al sentir la herramienta del anciano forzando su ojete.
Pero en vez de quejarse, besó a mí cuñada en la boca. Natalia respondió con pasión y sacando la lengua, jugueteó con la boca de la rubia mientras su sexo nuevamente se licuaba.
--Haaaaaaaay… Mnnnnnnnnn, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmmmnnnnn, ha, ha, ha, Mmnnnnn, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmnnnn, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmmmm, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmmmm, ho, ho, ho, haaa Mmm haaaaaaa…¡HAAAAAAAAAAAAAY!... -Al sentir que por segunda vez, la zorra de mi cuñada se había corrido y que yo todavía no lo había hecho, cogiéndola de los hombros la empalé con más fuerza.
--¡Qué gusto! -Pregunto.
--Haaaaaaaaaaaaaaaay… -chilló la morena confirmando a los cuatro vientos que le encantaba ser follada por mí y convirtiendo sus caderas en una batidora, buscó mi placer antes que el suyo.
Para ese momento, la edad de nuestro jefe le pasó factura y derramándose en el interior de María, eyaculó dejándola insatisfecha. La rubia comprendiendo que no debía ni podía echárselo en cara, berreó como si hubiese llegado al clímax aunque luego me reconocería que se había quedado insatisfecha. La verdad es que el viejo se lo creyó y separándose de ella, se sentó en un sofá a observar como seguía follándome a mi cuñada.
--Haaa, haaa, haaaa Mmmmnnn… haaaaaaaa… ohhhhhhhhh uhmmmm ahhhhhhhhhhhhh que delicioso haaaaaa, haaaaa, haaaaa Mmmmnnnnn… haaaaaaaaaaaaa… ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haa, ha, Mmmmnnnnn, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa… Mmnmnnn, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaa… ha, ha, haaaaaa, Mmnnn, Mmnnnnn… ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, Haaaaaaaaay...Haaaaaay… Mmmmnn, ho, ho, ho, haaa Mmm ha… Haaaa, haaaaaaaaa, Haaaaaaaaay… ha, ha, ha, ha, ha, ha, ahhhhhhhh hufffffffff Mmmmnn, Mmnnn, haaaaaaaaaaaaaaaay… ohhhhhhhhh, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaay… -Ya liberada de sus obligaciones, la rubia se concentró en Natalia y cogiendo sus pezones entre los dedos, los pellizcó mientras le susurraba al oído.
--¡Me debes una!
Mi cuñada que para entonces estaba absolutamente poseída de la lujuria, le prometió que en cuanto acabara se dedicaría a ella. Al oír que entre esas dos iban a regalarnos un show lésbico fue más de lo que pude soportar y pegando un alarido, eyaculé dentro de su vagina.
--Haaaaaaa, haaaaaaay, haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay…
La que ya consideraba mi morena, al ver rellenado su sexo con mi semen, buscó ordeñar mi miembro con mayor énfasis hasta que agotada se dejó caer sobre mi cuerpo. Después de descansar unos minutos, me fijé que Alberth estaba realmente cansado, sus ojos se le cerraban producto de dos días de juegos morboso, y acercándome a él, le pregunté si estaba bien. El anciano se incorporó en su sillón y con gesto fatigado, me contestó que estaba hecho trizas.
--¿Quiere que nos vayamos? --pregunté un tanto preocupado. --Para que así descanses mejor.
--¡Para nada, hoy sois mis invitados! -Tras lo cual nos enseñó un gigantesco camarote, diciendo. --Quedaros hoy a dormir aquí. -Y saliendo hacía el suyo, me dejó con esas dos mujeres sin saber qué hacer.
Continuara…

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