La historia completa (capítulo 1)

Este tendría que haber sido mi primer post, porque aquí relataré los comienzos de nuestra historia, que se inició cuando ella era una adolescente y yo, un joven estudiante universitario. Trataré desde aquí, de ser más cronológico en mis relatos y hacerlos en orden.

La conocí cuando fui preceptor en la escuela donde ella estudiaba (tenía 14 años) y yo hacía mi primer trabajo mientras cursaba mi carrera de derecho en la facultad. La veía como una atractiva niñita, pese a que en el ambiente escolar lucía como una flaquita que no atraía mucho a los chicos de su edad, ya que no tenía las tetas que suelen buscar los muchachos en las primeras calenturas de su revolución hormonal, pero con una sensualidad indescriptible. No obstante, su carita angelical y pálida y una aparente timidez, me hacían incurrir en ideas "pecaminosas" que no correspondían a una autoridad escolar y menos ante tanta diferencia en edad (yo, 21 años). Por añadidura, la nena se veía frecuentemente en arrumacos y besos, con un compañerito de curso, de quien no se despegaba jamás. Ese chico, formará parte de nuestras aventuras hasta el día de hoy, en que él comparte conmigo cuando viene al país (vive en España donde también vivimos unos años), el cuerpo exquisito de mi mujer en un secreto que se mantiene entre los tres (lo contaré cuando sea oportuno).

Esta chica (que alimentaba mis fantasías, pero no pasaba de eso), vivía cerca de mi casa y, su mamá y la mía, tenían amistad de vecinas. Yo había cursado mi secundaria en la misma escuela. Mi hermana, tenía su misma edad, también estudiaba ahí pero en otro turno y eran amigas. Así pasábamos la vida, cada uno en su actividad, pero siempre la miraba con algún deseo, aunque la diferencia etárea me inhibía de cualquier intento. Yo era un "viejo" a esa altura para ella (7 años era la mitad de su vida), pero me excitaba verla en brazos de su novio y un hecho que me convirtió en cómplice involuntario de ambos, me trastornó: Fue cuando entré a un salón de la escuela, depósito de material didáctico, y los descubrí detrás de un tablero portamapas tipo caballete en el que se veían por debajo los pies del pibe con los pantalones caídos, los zapatitos de ella en el suelo y la dueña no se alcanzaba a ver, ya que la había apoyado sobre un escritorio. Hice silencio (no sé por qué) y escuché durante unos segundos su jadeo diciendo "sí, sí... así..." Dejé irresponsablemente que terminaran, me volví en silencio para simular que abría la puerta con el ruido del picaporte y avancé trasponiendo el tablero. Ella estaba levantando su bombachita con la falda arriba y él abrochando su cinturón, anonadados los dos ante mi presencia. Los reprendí por estar en ese lugar, ellos muertos de vergüenza no sabían qué decir y con la mirada rogándome guardar el secreto. Nunca reporté esa transgresión (entre caliente y envidioso) y desde entonces ellos dieron por tácito su agradecimiento.

Pasaron los meses y algunos años, con un trato más que amable entre los tres, agudizando yo cada vez más, las fantasías que me seducían de aquella mocosa con carita de ángel, cuerpo blanco como la nieve, delgadito en extremo, pelo cortito y un flequillo sensual que soplaba a través de su naricita ligeramente aguileña. Con el correr del tiempo, mis ideas me hacían ver que ella (tal vez por mis propios deseos) se comportaba cada vez más seductora, exhibicionista e histérica (no solo conmigo, sino con todos) como disfrutando de ser mirada. Frecuentemente tenía "descuidos" mostrando sus piernas sin inhibiciones o tocando más de la cuenta a los varones (incluido yo) en el trato cotidiano. Notaba por ejemplo, que también le fascinaba lucir zapatos o sandalias muy provocativas, así como ropas livianas o translúcidas en las reuniones bailables, fiestas y excursiones, en las que por mi función, yo también participaba.

Una vez, en una fiesta de fin de curso, me enloqueció verla con un vestidito amplio y muy corto, que permitía ver, al final de sus piernitas, unas sandalias tipo aborigen, altas, que envolvían sus pies con tiritas de cuero y terminaban encima de los tobillos con unos flecos en el mismo material, que se balanceaban divinamente mientras bailaba con su novio. Tal vez eso, fue el comienzo de mi debilidad por los zapatos femeninos provocativos, que hasta el día de hoy (siendo mi esposa) encienden mis instintos si la veo lucir los que le regalan algunos de sus habituales amantes y me piden que yo mismo le ponga los que eligen, para luego poseerla en la cama. En cierta forma, me convirtió en fetichista. Lo que nunca aceptó, es ponerse medias o portaligas, de esos que a tantos hombres les apasiona. Siempre supe que no cambia por nada, el placer de sentir unas manos (o una boca) masculinas deslizarse sobre la piel tersa de sus piernitas completamente desnudas.

Tratando de resumir la historia, diré que ella egresó de sus estudios, había roto con su novio (pero conservando la amistad) y comenzó el profesorado de educación física, donde también ingresó mi hermana. Fue entonces cuando empezó a frecuentar mi casa. Incluso muchas veces subía a mi auto, ya que yo era con frecuencia el que iba a buscar a mi hermana al instituto, porque ya muerto mi padre, oficiaba de "protector" cuando salía en horarios inseguros y Eva venía con nosotros, dado que seguíamos viviendo en el mismo barrio. Fuimos creciendo en confianza, y en ocasiones comía o hasta dormía en casa. Yo me recibí de abogado, tenía una novia y con el título, comencé a ejercer la docencia en materias para las que estuve habilitado, tarea que hasta hoy sigo manteniendo pero a nivel universitario. También habilité mi estudio dedicado más que nada al negocio inmobiliario, administrando entre otras, varias propiedades que mi padre había dejado.

Una tarde sucedió una cosa que daría un vuelco a nuestra historia. Ella estaba en casa, mi mamá ausente y mi hermana bañándose. Yo leyendo en el living y ella, cruzada de piernas frente a mí, me pidió que colaborara pintándole las uñas de los pies. Al hacerlo, me mostraba íntegramente sus piernas abriéndolas en actitud desfachatada bajo la minifalda. En eso estábamos, cuando poniendo una mano sobre la mía, me dijo "Nunca te agradecí el secreto que tanto me guardaste". Le contesté con algún chiste, pero ella fue más lejos diciéndome "A mí me gustaría verte hacer lo mismo con tu novia". Quedé atónito. "¿Por qué te gustaría eso?" le pregunté. "Qué se yo...¿Vos no ves porno?" me dijo encogiendo los hombros. Por aquel entonces, apenas empezábamos con internet, YouTube no era frecuente, ni hablar de redes sociales y WhatsApp. Los chicos eran más adelantados al lado nuestro y nos enseñaban. Le contesté "Sí, a veces, pero no de esos..." Y avanzó "Está bueno, es excitante. ¿A vos no te calentó verme?" Mientras lo decía, me tomó la mano y la deslizó por sus piernas hasta hacerme tocar su húmeda bombachita y, acercando su cara, abrió la boca y metió su lengua en la mía. Podía sentir sus brackets, que me desilusionaban un poco, ya que le harían perder esa saliente de los incisivos que me recordaban a Araceli González (que andaba por la tele publicitando los Philip Morris) y que por idéntico corte de pelo me mataba a pajas en aquellos años adolescentes. El sonido de la puerta del baño, con mi hermana saliendo y entrando al dormitorio, nos interrumpió. Volvió a sentarse normalmente en el sillón y me dijo "Ahora vos y yo, tenemos dos secretos para guardar... Pensalo..." La otrora tímida niñita, comenzaba a mostrarme una personalidad de "femme fatal".

Me costó dormir en las noches siguientes. Me atrajo la idea, aunque sabía que mi novia ni loca accedería a algo así. Pero a partir de ahí, me las arreglé para tener algunos encuentros con ella y cogérmela sin que nadie se entere. Seguimos manteniendo esa doble vida por varios meses. Cuando creí que se había olvidado de su loca propuesta, me dijo que estaba enamorada de mí, pero que no me exigiría terminar con mi novia, "porque también me excita la trampa", fue su expresión. Mantuvimos esa relación hasta que mi noviazgo terminó, pero por otras razones ajenas a esa "trampa".

Tiempo después, mi hermana, sospechando algo, me preguntó si Eva me gustaba. Con un poco de vergüenza le dije que sí y ella me dijo "Entonces está todo dicho, porque ella está loca con vos. Yo te ayudo a que sea mi cuñada" y se largó a reír, ignorando que yo me cogía a su amiga hacía rato.

Comenzamos a "blanquear" de a poco nuestra relación. A mi vieja no le cerraba del todo ("¡Es muy chica para vos..!") pero la aceptaba. Tampoco a los padres de ella, que tanto querían al "ex de la nena" (según me enteré) y así, nos pusimos de novios. Ella con 19 años y yo con 26, iniciamos nuestra aventura como cualquier pareja, pero no tardarían en reaparecer esos "condimentos" que ella me había insinuado una vez. Conversamos muchísimo e imaginamos miles de fantasías, que terminaron por seducirme y aceptar ir una noche a un boliche swinger. En la barra, conocimos a una pareja, casados ellos y mayores que nosotros, con quienes tímidamente accedimos a un privado donde hicimos intercambio. Lo pasé muy bien con la señora, pero no podía dejar de atender a lo que gozaba mi novia con su recién conocido compañero. Nos hicimos amigos. Con los años, supimos que eso no es una práctica conveniente entre swingers, pero no nos fue mal y por su intermedio conocimos a otras parejas, pero viajando a otras provincias.

Eva se recibió, su cuerpo ya dibujaba curvas más "torneadas" y excitantes gracias a la práctica física intensiva, pero manteniéndolo siempre flaquito. Al poco tiempo, siguiendo tradiciones familiares más que convicciones, nos casamos. Nos frecuentamos con este matrimonio hasta que ellos se separaron. Poco después, apareció el hombre solo a visitarnos como amigo y lo siguió haciendo con cierta frecuencia. Me hice muy compinche de él, íbamos juntos a ver partidos de básquet o veíamos fútbol por tv en la casa de alguno.

Conté todo lo anterior un poco rápido, porque quería detenerme aquí con ciertos detalles, que fueron los que derivaron en la transformación de nuestra actividad swinger en la que, hasta el presente, disfruto como un consumado cornudo y muy feliz de serlo.

Si bien al comienzo de esta nueva situación, me inquietaba un poco la relación amistosa con el hombre que se había cogido a mi esposa (aquí le llamaremos Luis), me "autojustificaba" con haber poseído a la suya, aunque ésta ya estaba viviendo en otro país. Con mi mujer se trataban con mucha confianza, se saludaban con piquitos, se reían con chistes, pero nada más (hasta donde yo sabía), hasta que una noche, después de cenar en casa, estábamos los tres viendo tele, Eva sentada al medio en el sillón grande, yo me había levantado a traer unos whiskys y al volver, ví que se estaban besando y, con toda naturalidad al verme, la abrazó más, pasando una mano sobre el hombro hasta alcanzar la tetita bajo el escote y, con la otra mano debajo de la falda, ya le arrancaba gemidos corriendo la tanga con los dedos. Lo tomé con el mismo silencio de aquella vez con su noviecito, solo que ahora era mi esposa y sentí correr por mi cuerpo casi el mismo placer. De pronto parecía yo el invitado en mi propia casa y la noche se prolongó en conversaciones en las que ellos eran la pareja. El pico de la situación, llegó cuando Tinelli cerró su programa y ellos, con asombrosa "normalidad" se despidieron de mí, ella con un beso y él con un "nos vamos a dormir". Se fueron a nuestra cama yo pasé la noche en el sillón, pensé muchas cosas, los escuché gozar y, a mitad de la noche, ella se levantó, desnuda y vino a besarme y preguntarme si me sentía bien. Le contesté que sí, si ella lo estaba. Ahí me confesó que lo venían haciendo a mis espaldas desde la separación de la pareja, pero que ansiaba que yo fuera testigo, como había sido "aquella vez". Me invitó al dormitorio, porque él quería que lo viera haciéndole la colita. Preferí quedarme sólo, le dije que pensara en mí mientras gozara, asintió y se fue a disfrutar...

Me levanté temprano, preparé desayuno para tres, él apareció primero, charlamos como si nada. Él es diez años mayor que yo (17 más que ella), podría ser casi su hija. Nos sentamos a tomar café y, en un momento dado, me dijo: "Amigo, tu mujer es mía, es preciosa, la quiero para mí y que seas el cornudo, me encanta cornearte, ¿estás de acuerdo?" (estas no son palabras extrañas en el mundo swinger). En realidad, aunque no supe qué decirle, le dije que sí. Después se levantó mi amor, me saludó con un besito a mí, pero a él... le partió la boca.

La relación siguió como siempre, pero con ese "agregado". Con mi esposa, en la cama, nuestro disfrute se "reforzó". Hablábamos de él mientras hacíamos el amor y eso, tenía un erotismo muy zarpado. Con Luis, cuando compartíamos esos partidos, él solía acentuar los comentarios entre graciosos y humillantes hacia mi condición, en plena platea de un estadio. Y ni hablar de cuando venía a casa a estar con ella o a llevársela con él a pasar noches que después me contaban. Por ahí le llamaba "Doña Flor" (en alusión a sus "dos maridos" y a mí Teo (referido a Madureira, el marido "virtual" en la novela). Se me hizo casi cotidiano que entrara a mi casa, me pidiera cocinarles, que me hiciera vestirla a su gusto antes de llevarla a su casa, o hasta encapricharse con que yo me siente a verlos en el dormitorio. Siempre tuvo a Eva como cómplice de cualquier ocurrencia. Todo eso, hasta que tuvimos las mellizas (que ante las dudas hasta de ella misma, confirmamos por ADN que son mías). A partir de ahí, los encuentros de ellos se complicaron (por razones obvias de maternidad), pero siguieron más esporádicamente hasta que se diluyeron en la rutina y quedaron en el recuerdo, dejando el lugar a nuevos "hallazgos" nuestros.

Así comenzaba mi periplo por el mundo cuckold, que me (nos) deparó momentos sublimes y algunos "tropiezos" con personas que no llenaron nuestras expectativas y que descartaré en los relatos. Pero sirva la referencia para señalar que en esta práctica, no todo sale siempre como los deseos anhelan y para recomendar a los iniciados, que se extremen los cuidados y las precauciones al elegir candidatos. Se hizo más común el uso de internet y las redes y con ello, los riesgos aumentaron. Pero no negaré que somos muy felices de seguir teniendo cada día nuevas experiencias, sobre todo en los viajes (tres meses por año pasamos en el exterior) o en incursiones de fin de semana paseando por otras provincias, donde las cosas se hacen más fáciles por alejadas del ambiente de trabajo y familia y nadie te conoce.

Aquí seguimos siendo un matrimonio común, económicamente acomodado, con vida social y laboral en la docencia que nos permiten viajar y con eso, dar rienda suelta a nuestros sueños secretos, al tiempo que disfrutar de una doble vida (con una de ellas tabú y prohibida). Tengo numerosas historias para contar, muy calientes todas, desde las experiencias swinger hasta el sexo grupal, pasando por los sueños cumplidos de mi esposa con negros, con hombres muy mayores, con pibes jovencitos, con policías, con su ex novio (que se mantiene hasta hoy) y hasta con un artista muy, muy famoso (que jamás voy a nombrar). Sólo tres casos de todos estos, incluyen a hombres que viven o han vivido en nuestra misma ciudad. Uno es el que mencioné recién, otro es el ex novio (ese de la escuela, que todavía no conté lo que sucede con él hasta hoy) y un tercero, colega y amigo mío, que no sabe que yo lo sé. Pero trataré de hacerlo en el orden en que se produjeron, salvo los que perduran hasta la actualidad, que puedo relatar en cualquier momento.

Ustedes me dirán si comienzo desde la próxima con las de la época swinger (no son muchas) o directamente desde la que sigue a esta, ya como cornudo definitivo. Hasta pronto.

4 comentarios - La historia completa (capítulo 1)

gabrielmiriam +1
Exelente relato, segui contando amigo!
swingcuckold
Gracias chicos. Sí, voy a seguir
subcomarcos2 +1
Me encantan tus relatos y me recalientan. Ojala seas el sucesor de cornudoafull
swingcuckold
http://m.poringa.net/posts/relatos/3395462/La-historia-completa-capitulo-2.html
nissan +1
muy buen relato, segui contando cronologicamente
swingcuckold
http://m.poringa.net/posts/relatos/3395462/La-historia-completa-capitulo-2.html
Upi-Kan +1
"Con los años, supimos que eso no es una práctica conveniente entre swingers", me explicas este párrafo por favor
swingcuckold +2
Sí, cómo no. Me refiero a que, entre swingers, no se suele aconsejar hacerse amigos con quienes se comparten esta experiencia. Se dice (con cierta razón) que las "dos vidas" que se practican, no deben tener ningún punto de contacto entre sí...
swingcuckold +2
...para evitar complicaciones. La familia, el trabajo, los amigos, pertenecen a otro ámbito que no debería correr el riesgo de involucrarse. No ha sido nuestro caso, pero por suerte no tuvimos problemas hasta ahora. Gracias por comentar y por los puntos