Mucama sensual me dio buen sexo en casa

Está bien que cualquier mujer me viene bien para darle, pero la que hice esta semana superó todo. Nunca hubiera pensado que una mucama fuera tan gaucha, que aparte de limpiar hiciera otros servicios por el mismo precio. Pero sí, así fue nomás el jueves en mi departamento de acá de Carapachay.

Como yo ando de acá para allá y aparte no soy experto en limpieza, llamé en la semana a María Teresa y a Estela y les pregunté si conocían alguna señora que limpiara y acomodara, que mi casa estaba media patas para arriba, como mis mujeres, bah. Nomás fue Teresa que me mandó a una tal Victoria, no la hija de Estela, ojo, una mina de unos 40  y pico, más o menos mi target, y parece con buenas referencias, que cobraba normal, que era ubicada, correcta, simpática. No me dijo nada si aparte era de lo más ligeronga. Obvio que siempre estoy al acecho por si está buena y demás, pero no creía nada, así que la cosa era poner en orden la casa.

Pero al toque cambié de opinión y de planes. El jueves vino esta chica Victoria tipo dos y media de la tarde. Qué te digo, castaña de pelo lacio largo, saco negro, pollera, tacos, maquillada, carterón fino de cuero, un perfume espectacular. Soy pajero, sí, pero acá me la cogía con sólo haberla visto. Pero bueno, me hice el boludo todo lo que pude, la saludé con un beso y luego de hacerla entrar, le expliqué lo que necesitaba, que haga esto, aquello, lo otro. Victoria decía "sí sí" con su voz demasiado suave y sensual para una empleada doméstica. Y mientras laburaba, lavaba, limpiaba, barría, me charloteaba y yo le hablaba también animadamente, me contó que tenía cuatro hijos, eso me daba cosita, pero nada de cosas fuertes.

Hasta que ella terminó (su laburo, ojo) y como me hizo el trabajo perfecto, resolví agasajarla con café con leche y tostadas. Para mi sorpresa, fue Victoria quien me dijo que dejara, que ella hacía todo. OK dije, ella hizo todo y me excitó moviendo su cuerpo delgadito pero lindo, lindas piernas, culo, todo. Trajo todo  y merendamos nomás. Y mientras seguíamos la charleta, Victoria me hacía las tostadas, me las untaba con queso blanco y mermelada, mientras ella se untaba las suyas. Y me empezó a hablar suavecito, y me empezó a hacer mimos en las manos. Y yo empecé a volar de ratones. Pero paremos, es una mucama, encima amiga de María Teresa, no puedo propasarme, se va a enojar.

¿Qué? La que se propasó fue Victoria. Apenas terminamos la merienda, me avisó que se iba a cambiar, agarró su cartera y fue a mi pieza, pero en lugar de cerrar la puerta la dejó media abierta. Estimulado por la merienda, fui despacio y me atreví a entrar. Y ahí la vi a Victoria en bombacha y corpiño, pasándose cremita re provocativa. "Amor, vení, quedate un ratito acá mientras me visto", me dijo sensual y calentita. Obvio, ni llegó a cambiarse: por respuesta, primero le dije "uy, qué fuerte que estás", y luego, tras sentármele al lado, la empecé a manosear, primero suave y luego más fuerte. "Ah, ah, así, así, cómo me gusta", decía media jadeando. Bueno bueno, la mucama era algo más, ofrecía servicio completo, chicas. "Ay, así, así, acariciame toda, amor", seguía.

Y bueno, qué más: exploté de sexo. Nomás terminé de pasarle mis manos a Victoria por la espalda que, excitado por la merienda, la mujer y su aroma a crema, le saqué el corpiño, ella se dejó y tras pararse se sacó suave y genial su bombacha. Ah, qué ocasión. Ni esperé más nada, la sujeté, la volví a manosear y apreté bien sus tetas perfectas, la acosté brutamente en mi cama, me quité todo de una y tras pelar un pene largo y firme, me le subí potente y se lo metí por su ancha  y preciosa vagina. Y acordándome de que tiene cuatro hijos, le di durísimo para adelante y para atrás con una furia de locos. Encima el olorcito a cremita de ella era más y más persistente, recién se había puesto. Y entre todo, los gemidos de Victoria y demás, exploté y eyaculé tremendo monstruoso semen en su vagina. Pero ella quiso más: " Ah, amor, ah, qué bien, dame por la cola", pidió loca. Le di nomás, la penetré fuerte y eyaculé mi espeso semen de nuevo.

Y tan firme me quedó la poronga de la calentura que yo fui quien le pidió uno más. "Ay, sí, dale, por la concha, llenámela bien", resoplaba. Mirá qué servicial, che: se puso en cuatro, me le zambullí y tras darle con más furia y salvajismo que antes, la volví a llenar de mi inmenso semen a borbotones. Victoria largó buen flujo, me dejó chupar su vagina, me chupó y tragó lo que quedó de mi semen, nos hicimos mimos y besamos como si fuéramos novios. Al fin sí se vistió, pero con mi ayuda, claro: la ayudé a ponerse la bombacha y el corpiño y el resto de la ropa. Y para rematar, le pedí si tenía otra bombacha y me dio nomás la que trajo por las dudas o para cambiarse. Mirá vos, eso es tener amigas como María Teresa, que te mandan mucama de primera. No sé si con cama adentro, pero sí con un pene adentro.

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