Nueva vida con mi hijo 5

Desde nuestra primera cita, todas las noches dormía con mi hijo. Había pasado un mes y cada rato que pasábamos juntos estábamos follando. Los días que mi hijo tenía que ir a clase por la mañana y por la noche a trabajar eran un calvario para mi. Éramos adictos el uno al otro. A veces, yo tomaba la iniciativa y follábamos como amantes, pero cuando él me llamaba puta, yo me transformaba en su esclava sumisa. Necesitaba su polla cerca de mi todo el tiempo posible, por eso cuando hace dos semanas me dijo que iba a descansar de sus estudios hasta el curso próximo y, de paso, vivir más relajado económicamente, como madre no me gustó la noticia, pero como amante me encantó tenerlo más tiempo para mi.
Cada día preparaba mi alarma para despertarme poco antes de que volviera del hotel para recibir mi ración de rabo. Los días libres seguimos saliendo como novios. Había llegado a amar aquella ciudad extraña. Después del desfase de la primera cita, nos relajamos en nuestras salidas y salíamos como una pareja de novios normales, con alguna que otra escapada al baño de alguna discoteca.
De todas formas, las mañanas se me hacían eternas, ya que Raúl se las pasaba durmiendo para descansar de su trabajo nocturno. Pensé en volver a buscar trabajo para apuntarme a un gimnasio, echaba de menos hacer ejercicio y además quería mantener mi cuerpo lo más firme y sexy para mi hijo. Un día se lo comenté a Raúl:
- No te preocupes Elena.- Me dijo acariciando mi cara.- Tú ya tienes un trabajo. Déjame que lo piense y ya encontraré una solución.
Por supuesto, yo no necesitaba su permiso, pero me excitaba la idea de que mi amo controlara mi vida igual que controlaba mi cuerpo.
Aquel día, acababa de salir de la ducha después de una intensa follada antes de que Raúl se fuera a trabajar y me dirigía a la cocina, cuando mi hijo salía con una taza de cafe. Me pellizcó un pezón, mientras le sonreía y gemía de gusto. Tengo que deciros que rara vez usaba ropa mientras mi hijo estuviera en casa, quería estar siempre disponible. Raúl me pasó la taza de cafe.
- Vas a necesitar energías esta noche puta.- Joder como me emocioné sólo con escuchar la palabra clave.- Vistete que te vienes conmigo al hotel.
No me puse nada fuera de lo común, zapatos, vaqueros y una camiseta verde de tirantes.
Llegamos al hotel cerca de las diez de la noche, ya conocía su hotel por haberlo visto en alguna de nuestras citas. Era un hotel muy bueno y estaba muy bien situado, por lo que mi hijo tenía muy buen sueldo aunque lo justo para pagar un piso, mantener a su madre y poder permitirse algún capricho. Poco antes de llegar a la entrada me sujetó del brazo.
- Entra delante de mi, al fondo están los ascensores, sube a la cuarta planta y espérame allí.
Claramente mi hijo no quería que nadie supiera que íbamos juntos. Le esperé en el pasillo de la cuarta planta y pronto apareció saliendo del ascensor. Le seguí y fuimos a una habitación. Era una habitación bastante grande, con una cama enorme, un armario con un espejo en una de las puertas, aire acondicionado, televisión, minibar, etc.. Toqué las sábanas y encontré el tacto muy agradable. Me asomé a la ventana y gozaba de unas vistas espectaculares de la ciudad por la noche.
- ¿Te gusta?- Me dijo mi hijo, que había estado observando como inspeccinaba la habitación.
- Me encanta mi amor- Le dije besándole en los labios. No  veía el momento de que me follara.
- Muy bien, desnúdate ahora, puta.
Empecé a desnudarme de inmediato. Pensaba que mi amo subiría cuando hubiera menos actividad en el hotel, pero al parecer, iba a darme un adelanto. Cuando estuve completamente desnuda, Raúl se descolgó una mochila que había llevado al hombro y me dio una bolsa que llevaba.
- Ponte esto.
Mi amo me había comprado algo de lencería, un conjunto negro de sujetador y tanga muy sexy, con transparencias en la parte del coño en el tanga y unos adornos preciosos en el sujetador. El cabrón tenía buen gusto. Además de unas medias negras muy suaves que hicieron endurecer mis pezones al ir subiéndolas por las piernas. Cuando terminé de prepararme, mi amo me dio su aprovación.
- Estás increible, zorra. Ahora túmbate en la cama.
Cuando me eché en la cama, mi hijo sacó su móvil para hacerme unas fotos, adopté una pose sensual para su recuerdo mientras le sonreía. Guardó su teléfono y empezó a sacar algo de su mochila que no logré identificar al momento. Luego me di cuenta de que eran unas cámaras pequeñas. Sin decirme nada, empezó a colocarlas en algunas esquinas de la habitación, tenía tres en total. Yo pensaba que quería grabarnos follando, lo cual me excitó muchísimo. Cuando terminó de colocarlas volvió a sacar su movil y me mostró mi propia imagen tumbada en la cama en tres ventanas distintas.
- Muy bien puta. Pronto llegará tu primer cliente- Me quedé mirándolo sin saber que decir.- Yo estaré todo el tiempo vigilando con mi móvil por tu seguridad. Aquí vienen muchos hombres de negocios y se que pagarán muy bien por un poco de compañía. Les enseñaré tu foto y les daré un duplicado de la llave. Yo les explicaré en que consiste el servicio para que no se sobrepasen contigo, asi que cuando lleguen, compórtate como la buena puta que eres, no quiero que ninguno me reclame el dinero, ¿entendido?
Estaba lívida, mi hijo iba a prostituirme. Me encontraba muy nerviosa. En un primer momento pensé en decirle que esto había llegado demasiado lejos pero, por otro lado, también pensé que yo había aceptado este trato y además, me intrigaba probar a ser una puta con otros hombres y satisfacer aquel fetiche de mi hijo, además si no me terminaba de gustar el tema, lo hablaría luego con mi hijo y no lo repetiriamos.
- Entendido amo- cedí finalmente.
- Una cosa más, ni se te ocurra hacer con ellos nada que no hagamos tu y yo, como sexo anal. Da igual cuanto insistan, auque yo les diré que el anal no está incluido, desvirgar ese culo es algo que estoy reservando para mi. Por supuesto no les diré nada de los abusos a los que te someto, eso también es sólo para mi.
- Si amo.- Me excitó mucho saber que mi amo tenía planes para mi culito virgen.
- Bien, pues me voy a trabajar. Que lo disfrutes, puta.- Y dándome un beso se fue.
Me quedé allí sola entre el nerviosismo y la excitación de saber que en cualquier momento, un desconocido iba a entrar a follarme. La cabeza me daba vueltas y finalmente puse el televisor para distraerme. Sobre la medianoche llegó un mensaje a mi móvil: "ya sube el primero puta, procura que se vaya contento o me enfadaré"
Inmediatamente me puse de pie, guiñé un ojo a una de las cámaras y me puse en la entrada de la habitación. 
Entró un hombre, de unos cuarenta años, muy atractivo. Pelo corto, barbita muy cuidada, ancho de hombros y vestido de traje. Me quedé sonriéndole, ya pasados mis temores de como sería el cerdo al que tendría que follarme.
- Buenas noches preciosa. Me llamo Esteban- Dijo mientras se aproximaba.
- Yo soy Elena- Le dije mientras le echaba los brazos al cuello y empezaba a comerle la boca.
Joder que bien besaba, puso sus manos en mi culo y lo acariciaba mientras nuestras nuestras lenguas se buscaban. Al terminar aquel beso delicioso, abrió el minibar.
-¿Ron o whiskey?- Me preguntó.
-Ron.
Tomamos una copa sentados en la cama mientras hablabamos. Estaba de viaje de negocios y venía de Barcelona. Mientras hablábamos y bebíamos me acariciaba mis piernas, rozando la parte interior de mis muslos. Yo estaba ya cachonda perdida, sólo pensaba en cuando aquel desconocido iba a follarme, pero parecía que le gustaba tomárselo con calma.
Finalmente, cuando apuró su copa, empezó a lamer mi cuello mientras con su mano me desabrochaba el sujetador. Pronto mis tetas fueron libres. Esteban se quedó mirándolas mientras pasaba sus dedos por mis pezones.
- Joder nena, estaba deseando ver estas preciosidades desde que el recepcionista me enseñó tu foto.
- Y ahora que las has visto, ¿no te parecería mejor comértelas?
Inmediatamente su lengua lamía mis pechos y sus dientes mordisqueaban suvamente mis pezones. Alargué mi mano y empecé a sobar su polla, estaba deseando saber lo que pronto iba a tener dentro de mi. Esteban se puso de pie cogiéndome de la mano y empezó a desabrocharse la camisa. Pronto, sus fuertes pectorales estuvieron a la vista y empecé a lamer su pecho mientras iba bajando lamiendo sus abdominales. Fui bajando hasta quedar de rodillas frente a él, mirándolo mientras mordía mi labio. Lo entendió a la perfección y desabrochó su pantalón quitándoselo junto al boxer mostrandome una polla bastante grande,apetecible y totalmente erecta. Sonrei mientras la cogía y me la metí en la boca. Empecé a mamar aquella polla extraña usando toda mi habilidad adquirida con mi hijo.
- Joder, Elena, menuda mamada.- Suspiraba mi cliente.
Disfruté aquellas palabras, orgullosa de estar haciendo bien mi trabajo, mientras alojaba aquella polla cada vez más adentro de mi garganta.
Al rato, me dijo que parara, me cogió y me puso en la cama mientras abría mis piernas, agachaba la cabeza y empezaba a lamer mi coño. Joder con el putero, vaya arte tenía con la lengua. Cuando me dejó bien húmeda, acercó su cipote a mi coño y empezó a follarme, suavemente al principio para ir acelerando poco a poco dándome una follada bastante aceptable. Esteban no paraba de agarrar mis tetas mientras me la clavaba, se notaba que eran lo que más le gustaba de mi, pero yo estaba acostumbrada a unas folladas más violentas y esto me sabía a poco. Saliendo de su polla me di la vuelta y me puse a cuatro patas mostrándole mi culito.
-Vamos campeón. Dame caña que estoy muy bien acostumbrada.
Esteban se puso tras de mi y empezó a follarme más rápido, pero yo no quería rapidez, yo quería violencia.
- Vamos joder, fóllame bien fuerte, destrózame el coño como a la puta que soy.
Mis palabras le envalentonaron y empezó a follarme en condiciones mientras me daba unos azotes en el culo. Aquellas embestidas ya eran otra cosa y mi cuerpo empezaba a reaccionar y notaba como mi coño se encharcaba.
- Eso es Esteban, sigue así, fóllame, estoy a punto de correrme.- Le dije jadeando.
- Eres una puta espectacular, te voy a machacar el coño.- Me decía ya dejándose llevar- Voy a llenar tu cara de puta de leche.
- Si, mi cuerpo es tuyo para correrte donde quieras.
Al poco, empecé a correrme con aquellas tremendas embestidas, gritando y jadeando. Esteban salió de mi y se puso de pie al lado de la cama masturbándose.
- Ven aquí puta, ponte de rodillas y recibe tu premio.
Me arrodillé, abrí la boca y empecé a recibir una buena lefada en mi cara y en mi lengua. Cuando terminó cogí su polla y empecé a chuparla hasta dejarla bien limpia.
Esteban fue al baño y me trajo una toalla. Nos sentamos en la cama mientras me acariciaba y yo limpiaba su corrida de mi cara.
- Joder, ha sido genial, desde luego el precio merece la pena. Estaba un poco nervioso al principio, nunca lo había hecho con una profesional y no estoy acostumbrado a este tipo de lenguaje con las mujeres y no sabía muy bien como tratarte. Has sido una maestra estupenda.
Volvió a besarme, se levantó y empezó a vestirse.
-Vengo mucho a Mallorca, porque mi empresa tiene una sucursal aquí. ¿cómo puedo contactar contigo?
- Habla con el recepcionista.- Le dije sin saber si fuera a ser posible que aquello se repitiera.
- Muy bien preciosa. Ha sido un placer.- Y salió de la habitación dejándome sola.
Miré a la cámara imaginando la cara de orgullo de mi hijo al ver a su puta siendo tan profesional y me fui a la ducha para prepararme para el siguiente. Volví a ponerme mi "uniforme" y me tumbé en la cama a esperar.
Como una media hora después recibí otro mensaje de mi hijo: "buen trabajo puta, ya sube el segundo"
Volví a colocarme en la entrada y se abrió la puerta. Era otro hombre de alrededor 40 años, bastante guapete aunque estaba muchísimo menos bueno que el primero. Tenía bastante barriga sin llegar a ser desagradable y era un poco bajito. "Gajes del oficio" pensé.
- Menuda puta tenemos aquí- me dijo como saludo mientras pasaba sus manos por mi cintura y me metía su lengua en la boca. Después vuelta a lo mismo, no entiendo porque los hombres hablan con las putas, será por relajar un poco el ambiente o algo. Al rato de estar conversando, fingiendo que me interesaba algo de su vida, se quitó un anillo de casado y se desnudó tumbándose en la cama. Se sujetó la polla, bastante más pequeña que el primero, y empezó a menearsela.
- Venga putita. Ven y chupame la polla.
Estaba claro que este cerdo estaba más acostumbrado a las putas y sabía perfectamente lo que quería. Me acerqué por la cama a cuatro patas y empecé a engullir su polla mientras escuchaba los gemidos de mi cliente.
- Joder, puta, que bien lo haces.- Me decía mientras sujetaba mi pelo controlando el ritmo de la mamada.
Poco después abrió las piernas y las levantó, empujando mi cabeza hacia su culo. Yo empecé lamérselo, metiéndole la lengua en su agujero mientras aquel cerdo no paraba de resoplar. Al menos mi cliente era un tipo limpio y aquello no me resultó desagradable. Seguí un rato alternando entre su polla y su culo hasta que empezó a follarme. La verdad es que follaba bastante bien, y a pesar de que su aspecto no me excitaba mucho, yo ya era una adicta a la sumisión y conseguí la segunda corrida de la noche. Aquel tipo, decidió acabar dentro de mi. Me sentí más puta que nunca notando su semen en las paredes de mi coño. Después de que mi hijo me llenara en aquel cine, empecé a tomar anticonceptivos así que no tenía ningún problema. El tipo se vistió sin dirigirme la palabra y se fue. Volví a la ducha y me dispuse a esperar al siguiente.
Sobre las 3 de la madrugada llegó un tercer mensaje: "sube el último". Me relajé un poco al pensar que mi noche como puta llegaba a su fin.
Cuando se abrió la puerta me encontré mirando a un chico joven, de unos 25 años, vestido informal a diferencia de los anteriores. Era un chico bastante delgado y con cara nerviosa. "Joder, otra vez a dar lecciones" pensé. Sorprendentemente aquel joven tenía una polla descomunal y me esmeré especialmente en la mamada, me encantaba el sabor de aquella polla enorme y quería ensalivarla bien para lo que venía despues. Sentir aquel rabo descomunal en mi coño fue una maravilla. Me subí encima de aquel tímido muchacho ensartándome con su polla y empecé a cabalgarlo a lo bestia, con mis tetas botando descontroladas y gimiendo y jadeando escandalosamente. Desgraciadamente, aquel joven no aguantó mucho y demasiado pronto empezó a correrse dentro de mi. Intenté no parecer decpcionada y lo besé diciendole lo mucho que me había gustado.
Cuando se fue, volví a la ducha y esta vez desnuda, me acosté en la cama y me dormí muy cansada.
- Despierta, puta,- Escuché mientras me zarandeaban.
Abrí los ojos y me encontré a mi hijo desnudo y totalmente empalmado junto a la cama. Parecía que me quedaba una última follada antes de dejar aquel hotel. Alargué la mano sonriéndole y empecé a masajear su polla. Mi hijo me apartó la mano y con la otra me soltó un bofetón en el rostro. Gemí dándole mi aprobación. Llevaba toda la noche soñando con la dominación que sólo mi hijo podía proporcionarme. La segunda bofetada me hizo soltar un pequeño grito de sorpresa ya que había sido algo más fuerte de lo normal.
-¿Te lo has pasado bien, puta?
-Si, amo. He disfrutado mucho con mis clientes.
El tercer bofetón hizo que las lágrimas brotaran. Aquello no era nuestro juego habitual, era un castigo.
- Date la vuelta zorra.
Le obedecí y empezó a azotar mis nalgas con bastante violencia. Al principio gemía, luego empecé a soltar pequeños grititos de dolor.
-¿Que tal con tu segundo cliente, puta?- Me preguntó mientras seguía golpeando mi dolorido trasero.
-¿ el tipo gordo?- Respondía entre gritos ahogados- No me gustaba mucho, pero acabó muy satisfecho, amo.
- Ya lo creo que si, seguro que disfrutó mucho de que mi puta le comiera su culo gordo.- Y me soltó un azote tan doloroso que esta vez grité mientras me daba cuenta de mi error. Nunca había chupado el culo de mi amo.
- Perdón, amo.- Le supliqué- No me acordé...yo sólo hice lo que me pidió.
Raúl me agarró del pelo y empezó a tirar de mi arrastrándome hacia el baño. Yo le seguía gateando rápidamente mientras mis lágrimas surcaban mis mejillas. Me puso de pie y volvió a abofetearme.
- Entra en la bañera, ponte de rodillas, las manos a la espalda y no se te ocurra moverte o me enfadaré.
Temerosa, le obedecí, me quede mirándolo esperando a que empezara a follarme la boca y de repente, mi amo empezó a mear sobre mi. Era la mayor humillación que había recibido en mi vida, mi hijo estaba orinando sobre su madre. Cerré los ojos mientras notaba aquel líquido caliente cayendo en mi cara, mi pelo, mis tetas y mis piernas. Mi descubierta adicción por ser humillada no se hizo esperar y mi coño empezó a humedecerse. Tenía la cara y el culo terriblemente doloridos y todo mi cuerpo apestaba a orina. Cuando terminó de mear me ordenó que abriera la boca y, esta vez si, empezó a follar mi garganta como sólo él sabe. Con su mano, restregaba la orina por mi pelo y mi cara mientras no paraba de violarme la boca, mientras mi saliva se mezclaba en mis tetas con su orina hasta que, unos minutos después, empecé a notar los chorros de semen resbalando por mi garganta. Cuando terminó de correrse sacó su polla de mi boca.
- Dúchate, puta. Nos vemos en casa.
Lo escuché yendo hacia la cama y finalmente se fue sin decirme nada más.
Yo seguía de rodillas en la bañera, asimilando lo que había pasado. Mi cara y mi culo me ardían, mi cuerpo olía a orina y yo no había estado más cachonda en mi vida. Me senté en la bañera, me abrí de piernas y empecé a mastrubarme frenéticamente hasta que me corrí entre gritos.
Cuando salí ya limpia de la ducha, vi un sobre encima de la cama. Dentro encontré 500 euros y una nota: "Como ves, eres una puta bastante cara. Vale 150 euros pasar una hora follando contigo y usando tu cuerpo. Te he dejado 50 euros más para que llames a un taxi para venir a casa. Este es tu sueldo, ya tienes para el gimansio y para gastarlo en lo que quieras, los demás gastos seguirán de mi cuenta. Esta noche se repetirá una vez al mes. Y recuerda que este es nuestro juego, y en un juego el que rompe las normas recibe un castigo. No lo olvides."
Recibí el mensaje alto y claro, aunque no estaba segura de no querer volver a romper las reglas...
Continuará...

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