Joder, Elena. ¡Pero que desperdicio! 2/2

Cuando llegó al pubis, Maite abrió sus piernas, ofreciéndose a aquellos mágicos dedos. Estaba muy excitada. Elena vio el brillo de los labios del lindo coñito.
-Estás muy mojada.
-Estoy muy cachonda.
-Me encantó la pajita que me hiciste en el pub. ¿Quieres que te haga yo una rica paja?
-Agggg....no...no.
-¿No? ¿Qué quieres?
-Que me lo comas...ya... por favor...cómeme el coño...
Elena acercó su boca a una de la orejas de Maite y le susurró.
-Ummmm, estoy loquita por lamerte y probar tu sabor... pero....no hay prisa.
El camino que había recorrido antes con los dedos, lo repitió ahora con su boca, pero más despacito, recreándose en cada paso. Se entretuvo en el cuello. Sus labios fueron de pezón en pezón, lamiendo, chupando, mordiendo. Maite con los ojos cerrados, gemía de placer y su coño se mojaba más y más. Sintió unas agradables cosquillitas cuando la lengua de Elene jugueteó con su ombligo. Cosquillitas que se transformaron en un continuo estremecimiento cuando la lengua bajó, sin despegarse de su piel, desde el ombligo hasta el pubis.
Elena se llenó de aroma a mujer de Maite. Era un olor que le gustaba, que la excitaba. Olor a hembra en celo.
-Qué bien hueles... Ummmm
-Agggg, Elena...por favor....no seas mala.... sigue.
-¿Quieres que siga?
-Siiiiiiiiiiiiiiiii.
Le dio un beso en el pubis. Otro más, más cerca de la rajita. Un tercero, casi casi al inicio. Y cuando ya Maite creía que el siguiente sería justo en la rajita de su coño, sitió el siguiente beso en la ingle derecha.
-Aggggggggg, eres mala....
-Ummmm... No soy mala.
Otro beso, en la otra ingle.
El cuerpo de Maite estaba en tensión. Elena la miró a los ojos, que estaban fuertemente cerrados. Sonrió, sacó la lengua y le dio a aquel brillante coño un lametón, comenzando en la entrada de la vagina y terminando justo sobre el clítoris. Maite se corrió en el acto, arqueando su espalda sobre la cama, con los dientes apretados. Elena recibió un chorrito de flujo sobre la cara. Abrió la boca y su lengua recogió más de aquel rico manjar.
El orgasmo de Maite fue largo e intenso. No era del tipo escandaloso. No se corría gritando de placer. Segundos después, entreabrió los ojos.
-Me tenías loquita...ya no podía más.
-¿No? Pero si apenas he empezado a comerte el coño.
-Ummmmmm
Y entonces, empezó. Se acomodó entre las piernas de Maite y su lengua recorrió todos y cada uno de los pliegues del sabroso coñito de Maite.
-Que bien sabes. Estás riquísima.
-Agggg, Elena... no me engañaste.... eres...eres una comecoños de primera.
Elena se empeñó en demostrarle lo buena que era. Le separó los labios vaginales con los dedos para descubrir el clítoris y describir círculos a su alrededor con la lengua, para después atraparlo entre sus labios y chuparlo, arrancando un nuevo orgasmo a Maite. Un nuevo orgasmo y más juguitos.
Pero no paró. Siguió besando, lamiendo, chupando. Le metió dos dedos en la vagina, y buscó la zona rugosa. La encontró y la frotó, haciendo que Maite se retorciera de placer.
-Aggggg me vas a matar... pero no pares.
-No voy a parar
A veces se lo comía rápido, con ganas, restregando su cara, impregnándose de su olor. Otras, más lento, apenas rozando. En pocos minutos de intenso placer, Maite se volvió a correr. Su propio coño estaba como el de Maite, mojado, chorreando, deseando una lengua que lo lamiese.
-¿No eras tú también una come coños? - preguntó, mimosa, Elena.
-Sí...
Sin despegar la boca del rico manjar que Maite tenía entre las piernas, Elena se fue colocando. Movió sus piernas, se puso encima de Maite y le acercó su coño a la boca. Las dos mujeres formaron un perfecto 69.
Maite le demostró a Elena que también sabía lo que era dar placer a otra mujer con la boca. En poco tiempo la hizo correr intensamente, mientras ella lamía sin cesar.
-Agggg Maite...que boquita tienes.
Compartieron varios orgasmos, hasta que terminaron agotadas de tanto placer. Elena se dio la vuelta y se acostó junto a Maite. Se abrazaron y se besaron, probando cada una en la otra el sabor de sus sexos. Sentían cada una los duros pezones de la otra clavados en sus tetas. Se acariciaban el cabello.
-Uf, Elena... eres fantástica. Ni sé las veces que me he corrido.
-Ummmm, y tú.
-¿Sabes? Desde que entré en el pub me fijé en ti. En cómo rechazabas a todos. En como mirabas a las chicas.
-¿Tanto se me nota?
-Para quien sabe mirar, sí.
Estuvieron unos minutos sin hablar, solo acariciándose. Maite fue la primera en hablar.
-Tu amigo está bueno.
-¿Quién? ¿Luis?
-Sí. ¿Qué tal folla?
-Pues no lo sé. Algunos de sus ligues gritan bastante. Jajaja.
-¿No te lo has tirado?
-Claro que no. Sólo somos amigos
Elena recordó la paja que le hizo a Luis, pero no le dijo nada a Maite.
-Si yo tuviese a un guapo mozo de compañero de piso....Uf.
-¿Eres bi? - preguntó Elena.
-Sí. ambidiestra. Me gusta la carne y el pescado. Aunque prefiero el pescado, no le hago ascos a un buen chuletón! jajajaja
-Jajaja
-¿Tú no?
-No. Yo soy sólo de pescado.
-Dicen que el mar está lleno de peces. Pero el campo lleno de... toros.
-Jajajaja, sí.
-Así que nunca te han... corneado.
-Nop.
-Jeje, tú te lo pierdes. ¿Y Luis no te acosa?
-Claro que no. Si lo hiciese no podría vivir con él. Es mi mejor amigo. Me respeta.
-Vaya. Es extraño en un hombre.
-¿Es que tú no tienes amigos?
-Claro que sí. Pero no vivo con ellos. Y más de uno me ha echado un buen polvo.
-Pues mi Luis no. Es un tipo maravilloso. ¿Sabes lo que me dice siempre para chincharme?
-¿Qué te dice?
-Me dice: Vaya desperdicio.
-Jajajaja. ¿Ves? Te quiere follar.
-Que no.
-Que sí. Es un hombre. Y tú una mujer. Muy guapa, por cierto.
-¿Sí? ¿Te parezco guapa?
-Preciosa.
Se miraron. Se besaron. Se acariciaron. Gimieron y volvieron a hacer el amor. Ahora, más suave, más tierno, sin prisas. Hasta que les venció el sueño y se durmieron abrazadas.
+++++
La luz de la mañana que entraba por la ventana despertó a Maite. A su lado seguía durmiendo Elena. Se levantó con cuidado y desnuda como estaba, salió de la habitación. Se estaba orinando. Encontró sin problemas el baño.
Luis se despertó, con ganas de orinar. Medio adormilado, se levantó y se dirigió al baño. Vio la puerta de Elena cerrada. Se imaginó que aquella linda morena que Elena se había traído se habría ido ya, y cuando abrió la puerta del baño y se la encontró sentada en la taza de wáter orinando, se quedó petrificado. Estaba desnuda y más buena que el pan.
-Hola Luis - dijo la chica, sonriendo y sin hacer el ademán de taparse.
-Ho...hola.
-¿Tienes pis?
-Sí.
-Un segundo, que ya termino.
Luis se quedó quieto, mirando como la chica cogía papel higiénico, se lo pasaba entre las piernas y se levantaba.
-Bien, todo tuyo. Oye. ¿Te levantas siempre así o es que te alegras de verme?
-¿Eh?
Luis bajó la mirada. Tenía la polla dura y formaba un gran bulto en su holgado pijama. No llevaba calzoncillos.
-¿Podrás orinar así? Jajaja.
Mirándole a los ojos, y cimbreándose sensualmente, Maite se acercó al asombrado Luis, que seguía sin moverse en la puerta del baño. Cuando estuvo junto a él, miró descaradamente hacia la polla, y después con una sonrisa, hacia sus ojos.
-Ummm, parece que escondes algo interesante ahí debajo.
Maite siguió su camino hacia el cuarto de Elena. Luis la miró. El culito era precioso, y se mecía sensualmente.
-¿Cómo te llamas?
-Maite.
Ella desapareció tras la puerta. A Luis le costó bastante hacer pis con la polla tan dura. Cuando terminó, se fue a la cocina a desayunar antes de volver a su cuarto a estudiar.
Maite tenía los pezones duros y el coño se le empezaba a mojar. Aquel chico estaba bastante bien. Se metió en la cama y se abrazó, por la espalda, a la durmiente Elena.
Le empezó a dar besitos en el cuello. Llevó una de sus manos a las tetas de la chica y empezó a acariciarla. Enseguida, Elena se despertó.
-Ummm, buenos días, Maite
-Buenos días, Elena. Estoy caliente.
Elena se dio la vuelta y Maite la besó. Sintió como le acariciaba las tetas, y poco a poco se empezó a excitar también. Cada una llevó su mano hasta el coño de la otra y se masturbaron mutuamente, gimiendo la una en la boca de la otra.
Esta vez fue Maite la que se movió, la que llevó su boca hasta el coñito de Elena y le puso el suyo al alcance de la suya. Se lamieron y chuparon la una a la otra. Maite no tardó en correrse intensamente contra la experta boca de Elena, que la siguió al poco. Después se besaron tiernamente.
-¿Sabes una cosa? - dijo Maite.
-Dime
-Antes fue a hacer pis y cuando estaba orinando entró Luis. Estaba desnuda. Jajaja. Puso una carita...
-Jajajaja. Ya me lo imagino.
-Y se le puso la polla dura.
-Jajajaja. No me extraña. Estás muy buena.
-Parece que tiene una buena polla.
-Jeje, yo no entiendo mucho de pollas, pero la de él parece grandota.
-¿Eh? ¿No dijiste que no te has acostado con él? ¿Cómo lo sabes?
-Pues... - pensó con rapidez - una vez se la vi.
-¿Cómo que se la viste?
-Entré en su habitación sin llamar y estaba desnudo.
-Con la polla tiesa
-Sí.
-Jajajaja. ¿Qué cara puso?
-Se dio la vuelta. Creo que pasé más vergüenza yo que él.
-Seguro que se iba a hacer una paja.
-Puede ser.
Maite seguía caliente. Pensaba el Luis, ese guapo chico, y en su prometedora polla.
-Oye, Elena. ¿Te importa si voy a ver a Luis?
-¿A verlo?
-Sí, ya sabes. Me está apeteciendo un poco de... carne.
-¿Te lo vas a follar?
-Jeje, si él quiere, sí.
-Jajaja, pues claro que querrá. Ve, claro que no me importa.
-¿Vienes?
-¿Yoooooooooooo? Quita, quita. Por supuesto que no.
-Tú te lo pierdes. Chao.
Desnuda, como estaba, salió de la habitación y se acercó a la cerrada puerta de Luis. Tocó
-¿Sí?
Maite abrió la puerta sólo un poquito, lo justo para poder asomar la cabeza.
-Hola Luis. Me siento un poco mal.
-¿Mal? ¿Por qué?
-Porque antes por mi culpa se te hinchó una cosita.
La cosita se empezó otra vez a hinchar.
-¿Hay algo que yo pueda hacer? - dijo Maite, abriendo del todo la puerta para que la viera desnuda.
Los ojos del sorprendido Luis se abrieron como platos. Se quedó sin mover un sólo músculo mientras ella, lentamente, se acercó a él. Cuando Maite miró entre sus piernas, la erección había vuelto.
-Ummm, pobrecito. Aún te dura la hinchazón. ¿Me dejas hacerle mimitos?
-S...sí.
-Gracias.
La silla de Luis era giratoria. Maite la giró un poco, y se arrodilló entre las piernas de Luis. Él abrió, instintivamente, las piernas. Se quedó, casi sin respirar, mirando como aquella desnuda chica ponía sus manos sobre sus rodillas y lentamente las empezaba a subir por sus muslos, hasta que las dos confluyeron sobre su polla.
-Ummmm, pero que cosa más dura tenemos aquí. ¿Qué es?
-Uf...No sé. ¿Por qué no lo sacas y lo miras?
-Vale. A ver a ver....
Tiró del pantalón, exponiendo la dura polla.
-Ummm, mira lo que escondías, pillín. Una linda polla.
Maite le dio un beso en una rodilla. Otro beso en la rodilla vecina. Un beso a medio muslo. Otro para su compañero. La polla de Luis daba saltitos sola, llena de excitación. La boca llegó a la polla y le dio un beso justo en la mitad.
-Buenos días, pollita. Siento haberte puesto dura. Déjame calmarte un poco.
Sin tocarla con las manos, usando sólo la boca, Maite empezó una soberbia mamada, que hizo que Luis se agarrara con fuerza a los apoyabrazos de su silla mientras miraba como Maite subía y bajaba su cabeza a los largo de su polla. Aquella chica era una experta.
-Aggggggg, Maite....baja boquita que tienes
-Eso mismo me dijo Elena.
Luis se quedó varios minutos disfrutando de la experta boca de Maite, que lo estaba llevando sin remedio hacia un poderoso orgasmo. Pero Maite no deseaba eso. Cuando notó que el chico se iba a correr de un momento a otro, dejó de chupar.
-¿Tienes condones? - le preguntó a Luis.
Siempre tenía condones a mano. Metió una mano en el cajón y sacó uno. Se lo dio a Maite, que lo abrió, lo sacó y lo desenrolló sobre la polla. Luego, se levantó y lo llevó a la cama. Antes de acostarse, se besaron con pasión. Las manos de Luis apretándole el culito, para restregarle la polla por la barriga.
-¿Notas el sabor? Mi boca sabe al coño de Elena.
-Joder - dijo Luis, volviendo a besarla.
La tiró sobre la cama. Maite abrió sus piernas, en una clara invitación que Luis aceptó. Se subió sobre ella, acercó la polla a aquel abierto coño y se le empezó a meter, despacito pero sin parar hasta que sus pelvis chocaron.
-Ummmmm, como la siento... fóllame...fóllame.
Entrelazaron sus manos. Luis empezó a follarse a aquella caliente mujer. Con movimientos suaves al principio, pero que poco a poco se fueron intensificando, haciendo que los dos gimieran de placer.
Ninguno de los dos vio como, desde la puerta, Elena asomaba la cabeza. Observó como Luis, entre las piernas de Maite, subía y bajaba. Vio como se besaban, como gozaban. Pero enseguida se dio la vuelta y se fue a la cocina. Tenía hambre.
En la cama, Luis y Maite se revolcaban. Ella se quedó encima, sin que en ningún momento la dura polla abandonara su cálido nido. Lo cabalgó, sin descanso, mientras Luis le acariciaba las tetas.
-Agggg, sí, sí... que polla Luis...como la siento dentro de mí.
Luis seguía asombrado. Esa chica no sólo era guapa. Era ardiente, caliente, directa. Le pellizcó los pezones y ella sólo gimió.
No iba a aguantar mucho aquello. Ella seguía subiendo y bajando sobre su polla. Sentía su apretadito coño abrazarle la dura estaca. Tenía que aguantar. No podía quedar mal. No podía correrse antes que ella.
Maite también estaba próxima al orgasmo. Dejó de subir y bajar. Se quedó con toda la polla enterrada dentro y empezó a frotarse, a moverse adelante y atrás, haciendo que su clítoris se rozara con la base de la polla. Y así, estalló. Levantó la cabeza, se tensó y su coño empezó a tener espasmos. Luis, al ver como ella empezaba a correrse, dejó de retenerse y dejó ir.
Cuando el orgasmo de Maite acababa, sintió claramente el repentino calor del semen del muchacho. Abrió los ojos y le miró. Luis, con los ojos cerrados se corría intensamente dentro de ella, llenando el preservativo con varios chorros de espeso semen. Maite se dejó caer sobre él y le se besaron. Enseguida se acostó a su lado y él se quitó el condón.
-Bueno, creo que te he compensado por ponerte dura la cosita, ¿No?
-De sobra.
-Me muero de hambre. ¿Desayunamos?
-Yo ya lo hice.
-Vale. Voy a ver si Elena me invita a desayunar.
Le dio un último beso en la boca y salió corriendo por la puerta. Luis, acostado en su cama, aún no se creía lo que había pasado. Pero había sido fantástico.
Maite, al ver que Elena no estaba en la cama, la buscó y la encontró en la cocina, tomándose unas tostadas.
-Ummm, yo también me muero de hambre. ¿Me invitas?
-Claro. Sírvete tu misma. Hay pan de molde, embutidos, mermelada.
Elena se había puesto el pijama. Maite seguía desnuda. Cuando puso un par de rebanadas de pan en la tostadora, le preguntó.
-¿Qué tal con Luis?
-Ummm, muy bien. La cosa fue rápida, porque yo estaba que ardía. Pero bien. Tenías razón. Tiene una buena polla. Jajaja. Deberías probarla.
- Y dale. ¿Por qué todos quieren que me meta una polla?
-Mujer, era sólo un decir. ¿Eres virgen?
-¿Cómo virgen?
-Coño, ya sabes. Me refiero a que tienes el himen roto o no.
-Pareces tontita, Maite. Que no me acueste con hombres no quiere decir que no me guste sentir cosas dentro. Tengo juguetitos, pero los uso yo misma o dejo que otra mujer los use.
-jajajaja. Pues una polla es como un juguetito de esos. Pero caliente.
-Sí, igualito. Pero la polla tiene un hombre pegado.
-Jajajajaja sí, eso sí.
-Alguna vez lo he hecho con uno de esos consoladores tipo arnés, que se atan a la cintura.
-¿Sí? ¿Poniéndotelo tú o la otra?
-Ambos. Ummmm, es rico. Me encanta que me follen así, mientras me besan. Pero una mujer. Siento sus tetas contra las mías. Me excita. Con un hombre no sería lo mismo. No me excitan los hombres, ¡Qué le vamos a hacer!
-Pues vaya desperdicio - dijo Luis desde la puerta de la cocina.
-Jajajaja., ¡A que sí! - dijo Maite.
-Capullo - dijo Elena, a punto de tirarle la tarrina de margarina. - ¿No estabas estudiando?
-Sip, pero me apetece un cafelito - dijo, mirando el desnudo cuerpo de Maite.
-Sí, sí, un cafelito. Tú lo que quieres es mirarle el culo a Maite.
-Precioso culo - respondió Luis.
-¿Tú crees? - dijo Maite, girándose e intentando vérselo.
Los tres rieron.
-Me siento rara, desnudo y vosotros en pijama. Ahora vuelvo.
Maite salió corriendo. Luis y Elene se miraron.
-Vaya chica, ¿Eh? - dijo Luis.
-Sí, un volcán.
-¿Cómo la conociste?
-Anoche, en el pub. Un tipo me molestaba y ella lo echó. A partir de ahí fue todo.... rápido. Me atrajo enseguida.
-Coño, pues no veas como me quedé yo cuando esta mañana me la encontré orinando.
-Jajaja, sí, me lo dijo. Y que la polla se te puso dura.
-Como para no ponérseme.
-Me pidió permiso para acostarse contigo.
-¿Te pidió permiso?
-Sí.
-Coño. ¿Se lo diste?
-Te la follaste, ¿No?
-Bueno, más bien me folló ella a mí.
-¿Quién te folló a ti? -Preguntó Maite, entrando en la cocina ya vestida.
-Tú - dijo Luis.
-¿Yooooooooooooooo? ¿Por quién me has tomado? No me follo al primero que pasa.
Maite los miró a los dos y rompió en una sonora carcajada. Los otros dos se contagiaron.
Las dos chicas terminaron de desayunar mientras Luis se tomaba un café. Empezaron a hablar y se fueron conociendo. Maite también seguía estudiando, como ellos. Al rato, Luis se volvió a su cuarto a estudiar. Las chicas fueron al salón.
-Bueno, guapa. Me voy a casa. Quiero cambiarme de ropa y estudiar un poco también.
Se despidieron con un tierno beso.
-¿Nos volveremos a ver? - preguntó Elena
-Aunque no lo creas, no soy tan loca como parezco. Lo que le dije a Luis es verdad. No me voy a la cama con el primero que aparece. Pero desde que te vi supe que tenía que estar contigo. Lo de Luis ha sido una sorpresa. Una agradable sorpresa. Por supuesto que nos volveremos a ver.
-Me gustas, Maite.
-Y tú a mí, Elena. Voy a despedirme de Luis.
Intercambiaron sus teléfonos y al cuarto del chico. Tocó a la puerta y entró.
-Bueno, guapo. Me voy ya.
Él se levantó y se acercó a la chica.
-¿Quedamos para otro día? - le preguntó Luis
-Ummmm, no sé. Ya veremos
Maite le dio un beso en la boca, lleno de posibilidades y se marchó. Enrique siguió estudiando.
Ese medio día, durante el almuerzo, hablaron de Maite.
-Elena... espero que no te moleste. Pero le pedí salir a Maite.
-¿Qué te dijo?
-Bueno, ni que sí ni que no.
-No me molesta.
-¿Seguro? Tú la viste primero, jeje.
-Que no, tonto.
Un poco si le molestaba. Pero tanto Luis como Maite eran libres de hacer lo que quisieran. Al fin y al cabo sólo la había visto una vez. No había compromiso alguno. Sólo una gran atracción.
+++++
El jueves por la noche, Elena y Luis estaban viendo la tele. Habían hecho un alto en el estudio para despejarse un rato viendo una película. Sonó el teléfono de Elena.
-¿Sí?
-Hola guapa
-Maite. Hola, ¿Cómo estás?
Luis 'extendió las antenas'.
-Muy bien. Cansada de estudiar. Y con ganas de verte.
-Y yo. He pensado mucho en ti.
-¿Sí? ¿Y qué has pensado?
-Cositas.
-Jajaja. Yo también he pensado en ti. ¿Salimos mañana? Necesito despejarme un rato.
-Y yo. Vale. Salgamos.
-Perfecto. Te paso a buscar sobre las 10 a tu casa. Tomamos algo por ahí y nos vamos de copas y a bailar un poco.
-Vale. Hasta mañana.
Elena colgó.
-Era Maite - dijo
-¿Saldréis mañana?
-Sí
-Ah, bien.
No dijeron nada más. Luis se dijo que estaba claro que Maite prefería a Elena. Pensó en salir él también a ver si ligaba, pero decidió que no. Ya habría tiempo de salir cuando terminaran los malditos exámenes.
Al día siguiente, sobre las 10 de la noche, mientras Elena se arreglaba en el baño, sonó el timbre.
-Luis, ¿Puedes abrir la puerta?
-Vooooy.
Sabía que tenía que ser Maite. Abrió y allí estaba. Guapísima.
-Hola Maite. ¿Qué tal?
-Muy bien - dijo, entrando.
-Elena se está terminando de arreglar. Enseguida sale.
Luis cerró la puerta y cuando se dio la vuelta, Maite de dio un beso la boca.
-¿Y tú no te vistes? No pensarás salir así.
-No voy a salir.
-¿Cómo que no? Nos vamos los tres a pasarlo bien.
-¿Los tres?
-Claro.
A Luis se le iluminó el rostro. Salir con Maite sería maravilloso. Y con Elena. Pero no quería que su amiga se molestase.
-Por mí, encantado. ¿Pero que dice Elena?
-Pues no sé. A ver.
Resuelta, se dirigió al baño. Elena se estaba maquillando los ojos.
-Hola guapa.
-Maite. Hola
Pegaron sus cuerpos. Se besaron con pasión.
-Le he dicho a Luis que venga con nosotras. ¿No te importa verdad? Me gusta.
Elena dudó unos instantes.
-¿Qué dijo él? - preguntó.
-Qué depende de ti. Si no estás de acuerdo, no vendrá. Pero di que sí, di que sí.
Maite la miró con sus lindos ojos, parpadeando. No podía decirle que no. Además, no era la primera vez que salía con Luis. Era su amigo.
-Claro que puede venir.
-Chachi.
Le dio otro beso y dejó que terminara de arreglase. Volvió al salón.
-Todo arreglado. A vestirse.
-Jeje, volando.
Luis se vistió en un periquete. No tenía que embadurnase la cara con potingues. Sólo necesitaba una afeitado rápido, un poco de perfume y listo. Cuando entró al baño, Elena terminaba de retocarse los labios.
-¿Seguro que no te importa que las acompañe?
-Ay, que tontito eres. Claro que no. Además, nos servirás de espanta moscones. Jajajaja
Compartieron el espejo mientras Luis usaba la maquilla eléctrica. Después, salieron al salón, en dónde estaba esperándolos Maite.
-Vaya, estáis muy guapos los dos. ¿Nos vamos?
Maite se puso en medio de los dos, les pasó a cada uno un brazo por la cintura y se marcharon. Luis tenía coche y las llevó a comer algo antes de irse de copas.
Mientras cenaban, entre risas y bromas, Luis miraba a las dos preciosa chicas. Estaba encantado de estar con las dos. Maite se había sentado en medio de los dos.
Sobre las 12 de la noche, salieron a la calle. Maite, siempre en medio.
-Bueno, ahora a tomarnos unas copichuelas y a menear el esqueleto. ¿Dónde vamos? - dijo Maite.
-Aún es temprano y todo estará vacío - indicó Luis.
-¿Vacío? ¿Es que no tienes suficiente con este par de pibones y necesitas más gente? - respondió Maite.
-Más que suficiente.
-Pues Ah. Vamos, conozco un sitio tranquilito.
Los llevó a un pequeño local, con ambiente tranquilo y buena música. Como dijo Luis, aún había poca gente, pero entraron. Se sentaron en unos cómodos sillones circulares en un tranquilo rincón y pidieron las primeras copas.
Hablaban entre los tres, muy animados. Se reían de las ocurrencias de Luis. Maite, siempre en medio.
A esa primera copa le siguieron una segunda y una tercera. Se encontraban muy a gusto los tres. Poco a poco, el local se fue llenando.
Luis giró la cabeza para mirar a la gente que entraba, los que bailaban. Cuando volvió a mirar a las chicas, las dos se estaban besando. Maite tenía una mano en la cara de Elena y la besaba con pasión. Luis se quedó mirando.
Cuando se separaron, las chicas se miraban a los ojos. Se sonreían. Maite miró a Luis. Vio su carita de perrito abandonado.
-Ummm, pobrecito. Para ti también hay.
Como hiciera con Elena, le puso la mano en la cara de Luis y acercó su boca a la de él. Lo besó, abriendo la boca. Ahora, la que miraba, era Elena, que vio como Maite le ponía la otra mano sobre el muslo de Luis, muy cerca de su entrepierna.
Se separó de él. Cogió a Elena de una mano y tiró de ella.
-Vamos a bailar preciosa. Y tú Luis, reserva el próximo baile.
Cogidas de la mano, las dos mujeres fueron a la pequeña pista y empezaron a bailar, sensualmente. Mirándose a los ojos, deseándose. La música era lenta e invitaba al acercamiento, al roce, que ninguna de las dos rehuyó. Luis, dándole un sorbito a su copa, observó cómo Maite rodeaba la cintura de Elena con un brazo y como le ponía una de sus piernas entre las piernas de Elena. Las dos se movían tan sensualmente... Era como si hicieran el amor sobre la pista. No podía apartar los ojos de ellas.
La polla le latía entre los pantalones. Y más cuando Maite bajó la mano con la que sujetaba a Elena hasta su culo y la besó en el cuello. Elena cerró los ojos.
El resto de la gente iba a lo suyo. Bailar, hablar, reír. Pocos se fijaban en el erótico espectáculo que las dos bellas mujeres estaban dando.
La canción terminó y cogidas de la mano, volvieron a la mesa. Elena se sentó y Maite le tendió la mano a Luis. Lo sacó a la pista. La nueva canción también era lenta. Ella le pasó los brazos por el cuello y él la cogió por la cintura. En cuanto se pegaron, Maite notó la dureza de la polla. Sonrió.
-Ummmm, veo que ya estás contento.
-Veros bailar ha sido lo más erótico que he visto.
-¿Sí? Me Encanta bailar así. Con gente que me gusta. Me pone... cachonda.
-Uf, y mí.
-Jajaja
Maite le acarició la nuca con los dedos. Acercó su boca y le besó. Se restregó contra la dura polla. Él llevó sus manos al culito de la joven y lo acarició, atrayéndola hacia él.
Elena, desde la mesa, los miraba. Bailar con Maite la había excitado. Sentía los pezones duros, el coño húmedo. La deseaba.
Maite y Luis volvieron a la mesa. Maite se acercó a Elena y le susurró.
-A Luis se le puso la polla dura al vernos bailar - y la besó en el cuello, haciéndola estremecer
Llevó una de las manos hacia el muslo de Elena. La acarició y fue subiendo lentamente, metiéndola por debajo de la falda.
-¿Y a ti? ¿Te puso cachonda bailar conmigo, Elena?
-Ummm, mucho...estoy toda mojada.
-A ver...
La mano se metió más dentro, llegando a la entrepierna. Elena abrió separó los muslo, dejándose acariciar. Sintió los dedos recorrer sus bragas.
-Ummmm, sí que estás mojadita.
-¿Y tú? ¿Cómo estás tú? - preguntó Elena.
-Compruébalo.
Luis no se podía creer lo que estaba viendo. Aquellas dos preciosidades acariciándose. Al amparo de la semioscuridad y la situación de la mesa, que ocultaba lo que pasaba al resto de la gente, las dos chicas se acariciaban la una a otra. Con los ojos cerrados, gemían y sus bocas ahogaban esos gemidos.
-Tú también estás mojadita, Maite.
Maite se separó de Elena y se giró hacia Luis. Se acercó y le besó. Le puso la mano sobre la polla y se la apretó.
-Elena también esta cachonda, como tú. Si vieras como tiene el coñito. Ummmm, mojadito, como el mío. ¿Quieres oler el coñito de Elena?
Sin esperar la respuesta, llevó la mano que con que había acariciado a Elena hasta su nariz. Luis aspiró.
-Que rico huele.
Miró un segundo hacia Elena. Ellos los miraba.
-El mío también huele rico. Huélelo.
Como hiciera Elena, Luis llevó su mano por debajo de la falda de Maite y le acarició el coño. Se atrevió incluso a apartar la braguita y pasarle los dedos por la húmeda raja. Maite se tensó y se dejó.
Mirando fijamente a los ojos de Elena, Luis se llevó los mojados dedos a la nariz y aspiró el aroma de la chica que le estaba apretando la polla sobre el pantalón.
-Uf, cómo estoy. Será mejor que nos vayamos o vamos a dar el espectáculo - dijo Maite.
Luis fue a pagar las consumiciones. Maite se acercó a Elena, nuevamente.
-Qué ganas tengo de lamerte de arriba a abajo.
-¿Y él? - preguntó Elena.
-¿Qué pasa con él?
-¿También lo harás con él?
-Sí. Os deseo a los dos.
Elena se resignó a compartirla con Luis. Él volvió. Maite cogió a cada uno por la cintura y salieron del local, dirigiéndose al coche. Se giraba hacia la derecha y se morreaba con Luis. Se giraba hacia la izquierda se morreaba con Elena.
Cuando llegaron al coche, las chicas se subieron detrás mientras Luis conducía. Por el espejo retrovisor veía como se besaban. Las manos de Elena abarcaban las tetas de Maite, que le lamía y chupaba el lóbulo de una de sus orejas.
Cuando Elena empezó a gemir, Luis supuso que Maite le estaba acariciando el coño, pero o podía verlo.
-Será mejor que mires hacia adelante, Luis, no nos vayamos a dar un tortazo - dijo Maite.
Elena empezó a gemir más fuerte. Luis no pudo evitar mirar, atendiendo también a la calle. A esas horas no había mucho tráfico y no iba deprisa. Vio como su amiga se ponía tensa, enterraba su cara contra las tetas de Maite y su cuerpo tenía espasmos. Luis estaba mirando, por primera vez, como Elena se corría. Le pareció hermoso.
Después, ellas se besaron con ternura, hasta que fue Maite la que empezó a gemir, y al poco, también se corrió. Pero lo hizo mirando a Luis a través del espejo, con los ojos entornados de placer.
Sin tener ningún accidente, llegaron a su casa. Luis aparcó y los tres se bajaron. Entraron en el edificio y en el ascensor volvieron los abrazos, los besos. Mientras las bocas de las chicas estaban pegadas, Luis se atrevió a besar el cuello de Maite. Como respuesta, la chica llevó una mano hasta su polla y la acarició sobre el pantalón.
Cuando el ascensor se paró, Maite estaba siendo besada, a la vez, por Elena y Luis. Cuando Luis besaba su boca, Elena besaba su cuello. Y cuando era Elena la que besaba sus labios, Luis bajaba hasta el cuello.
Salieron y los tres pegados, entraron al piso.
Luis se separó. Ellas siguieron pegadas. Ahora se irían a la cama de Elena. Lo harían entra ellas y él tendría que esperar a que Maite viniese a buscarlo. Era lo justo. Elena la conoció primero.
Elena se moría de deseo. Cogió de la mano a Maite para arrastrarla a su cama.
-Vamos.... te deseo...te deseo... no puedo más.
Maite miró al desconsolado Luis.
-¿Es cierto que a los hombres os gusta mirar como dos mujeres lo hacen?
-Uf, ya lo creo.
Maite cogió a Elena por las mejillas, con ambas manos. La besó con pasión.
-¿Le dejamos mirar? - le preguntó a Elena.
-Yo...no sé.
-Venga...me gusta que me miren. Me pone muy cachonda. Él no te tocará. Olvídate de que nos mira.
Elena miró hacia Luis. Él parecía pedirle que dijese que sí con los ojos.
-Está bien.
Besándose, entraron al dormitorio. Luis las siguió y se sentó en la silla de estudios.
Entre besos y caricias, las chicas se desnudaron la una a la otra. Por fin Luis vía el cuerpo desnudo de Elena.
-A que es preciosa - le preguntó Maite acariciándole las tetas.
-Es muy hermosa. Las dos lo sois.
-Vas a romper los pantalones. ¿Por qué no te los quitas?
Luis se los quitó al tiempo que Elena y Maite caían sobre la cama. Se llevó una mano hasta la babeante polla y se empezó a hacer una lenta paja mientras en la cama, con las bocas pegadas, restregándose las tetas entre ellas, Elena y Maite abrían sus piernas y buscaban cada una el coño de la otra.
Luis, maravillado, miró aquellos dos preciosos coñitos. Mojados, brillantes. Maite le miró un segundo.
-No se te ocurra correrte. Resérvate para mí.
-Uf, no sé si aguantaré. Veros es tan excitante.
-Jeje, pues acabamos de empezar, guapo.
De vez en cuando Luis tenía que parar, que soltar su polla o reventaría en una explosión de leche. Como gemía Elena mientras Maite le comía el coño era demasiado como para no correrse en el acto. Como arqueó su querida amiga la espalda sobre la cama cuando se corrió contra la experta boca de Maite.
Y después, como Elena hizo correr a Maite de la misma manera, acostada boca abajo entre sus piernas mientras, boca arriba y con las piernas abiertas. Maite gozaba de la íntima caricia.
Cuando terminaron los espasmos del orgasmo, Maite le dijo algo a Elena que Luis no escuchó, pero si vio como Elena se levantó y acercó su coño al coño de Maite. Entrelazaron sus piernas y empezaron a frotarse el coño contra el coño de la otra. Era un placer suave, que la llevó poco a poco hacia otro intenso orgasmo, que mezcló los jugos de ambas mujeres.
Luis no pudo tocarse durante todo ese tiempo. Hubiese sido tocarse y correrse en el acto.
Agotadas por el placer, Elena y Maite se abrazaron y se besaron, ahora con ternura.
-Ahora quiero que me folle él. Y quiero que te quedes a mi lado. ¿Lo harás verdad?
-Sí, me quedaré contigo.
-Pídeselo tú. Pídele que me folle.
Elena miró a Maite. Si alguien le decía que esto pasaría, lo habría tomado por loco. Pero esos ojos... No podía decirle que no. Miró hacia Luis. Lo vio sentado, mirándolas, con su polla dura apuntando al techo.
-Luis....fóllate a Maite.
-Dile que me clave su polla - dijo Maite, bajito.
-Clávale la polla hasta el fondo de su coño.
La polla de Luis dio un respingo. Aquello no se lo esperaba. Maite se abrió de piernas, ofreciéndose. Él se levantó.
-Un segundo, voy a por un condón.
-No...No...Fóllame ya Luis...lo necesito...fóllame
Sin preliminares. Sin besos previos. Luis se subió a la cama, se puso entre las piernas de Maite, apuntó su polla y se la clavó de un solo golpe hasta el fondo del coño y empezó una profunda follada.
-Aggggggggggggggg siiiiiiiiiiiii
Elena, medio sentada en la cama, pudo ver como la polla entraba y salía del coño de Maite, brillante de jugos. Los ojos de Luis iban de Maite a Elena. Ellos se miraban de vez en cuando.
-Ummm, así, así, no dejes de follarme...cómo siento tu polla dentro de mí...Elena...bésame...bésame
Mientras Luis se la follaba, Elena llevó su boca hasta la de Maite y se besaron. Buscaron sus lenguas. Los gemidos de Maite eran sofocados por la boca de Elena. Gemidos provocados por la polla de Luis. Provocados por un hombre.
Él quiso participar de aquel beso. Sin dejar de entrar y salir, acercó también su boca y besó la mejilla de Maite. Ella giró un poco la cabeza para que la besara en la boca.
Elena no se movió. A los pocos segundos, Maite giró la cabeza y las chicas volvieron a besarse. Un nuevo giro y le lengua de Elena fue sustituida por la de Luis.
Cada vez estaban más cerca. Los labios de Luis y Elena empezaron a rozase. Poco después, sus lenguas se tocaron.
Finalmente, aquello se convirtió en un beso a tres bocas. Las lenguas se entrelazaban entre sí.
Maite estiró el cuello, rota por el placer. Durante unos segundos, las bocas de Elena y Luis continuaron pegadas, hasta que ella se separó. Él le sonrió.
-Aggg, me corro...me corrooooooo - gritó Maite
Se quedó sin aire, totalmente quieta, crispada. Sólo se movía su coño, presa de placenteros espasmos. El intenso placer se acrecentaba gracias a la dura polla que no dejó de martillearla.
Todo hombre tiene un límite. Y Luis lo sobrepasó. Con el último hálito de lucidez antes del éxtasis del orgasmo, salió de Maite. Su polla empezó a lanzar enormes chorros de blanco y espeso semen que caían sobre el cuerpo de Maite. algunos chorros llegaron hasta sus preciosas tetas.
Maite seguía arqueada, aún atravesada por el placer. La única totalmente lúcida ere Elena, que miraba los cuerpos de sus dos amigos estallando de placer.
Luis cayó, boca arriba, a la derecha de Maite. Elena estaba a la izquierda. El pecho de Luis subía y bajaba, como el de Maite. Se miraron, acercaron sus bocas y se besaron. Maite miró hacia el otro lado y besó a Elena.
Ninguno habló. Se quedaron largo rato así. Luis apoyó su cabeza en el hombro de Maite. Ella le acarició el cabello. Elena apoyó la suya en el otro hombre. Su cabello también fue acariciado.
Poco después, los tres dormían
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Elena abrió los ojos. Ya era de día. Oyó gemidos. Se dio la vuelta.
Luis estaba acostado boca arriba. Boca abajo, entre sus piernas, Maite le chupaba la polla. Su cabeza subía y bajaba a lo largo de la dura estaca. Maite se dio cuenta de que Elena los miraba. Se sacó la polla de la boca.
-Buenos días, preciosa.
-Buenos días.
Luis también miró hacia Elena.
-Hola Elena.
-Buenos días, Luis
Maite recomenzó la mamada. Elena se puso cómoda y se quedó mirando. Era la primera mamada en vivo que veía. Entonces, Maite se sacó otra vez la polla de la boca y le dijo a Elena.
-Eres una mentirosilla.
-¿Yo? ¿Por qué dices eso?
-No me contaste la verdad sobre tú y Luis. Me dijo que le hiciste una paja.
-Capullo - dijo Elena dándole un codazo a Luis en las costillas.
-Ey!
-Sólo fue por curiosidad. Y sólo una vez - dijo Elena en un intento de disculpa.
-Hazle una ahora, mientras yo se la chupo. Haz que se corra en mi boca.
Elena miró a Luis. Sabía que él lo deseaba. Era leal. No había vuelto a sacar el tema desde aquel día. Hasta que se fue de la lengua con Maite. La noche anterior había presenciado como se la follaba. Habían llegado incluso a besarse.
-Pliiiis... -imploró Luis.
Elena se incorporó y se quedó sentada al lado de las caderas de Luis. Éste se apoyó en los codos para poder verlo todo bien. El corazón le latía con fuerza mirando como la mano de su querida Elena se acercaba a su polla. La agarró con delicadeza y empezó a hacerle una lenta paja. La punta de polla estaba dentro de la boca de Maite, que la lamía con lengua.
-Agggg, dios...que gusto... esto es...
Elena miraba la boca de Maite. Maite la miraba a ella. Las dos oían los gemidos del afortunado Luis.
-Más...rápido...joder...más...que...me voy a correr....aggg
Elena movió su mano más rápido arriba y abajo a lo largo de la polla. Y lo sintió. Recordó aquella primera paja que le había hecho. Como después del espasmo salió el primer chorro de semen disparado. Ahora, tras ese primer espasmo, no salió nada de semen. Todo cayó dentro de la boca de Maite.
Ese primero y todos los demás. Luis, tenso, tenía espasmo tras espasmo, y tras cada uno de ellos, un chorro de leche se estrellaba contra el paladar o la lengua de Maite. Ella, cuando sintió la boca llena, se tragó lo que tenía dentro para hacer sitio para los que vinieron después.
Dejó de salir leche, pero la polla tuvo un par de espasmos más. Hasta que el cuerpo de Luis perdió su rigidez. Maite se tragó el resto del semen antes de sacarse la polla de la boca y darle un sonoro beso en la punta.
-Ummm, nada mejor que un buen trago de leche para empezar el día. Jajaja. Pero me he quedado con hambre. Luis, ¿Por qué no vas a la cocina a prepara el desayuno para los tres mientras yo... le doy los buenos día a Elena?
-Claro. Yo también me muero de hambre
Se levantó, y desnudo como estaba, y fue a su cuarto a por un pijama. Cuando salía por la puerta, miró atrás. Elena y Maite estaban abrazadas y se besaban.
Los buenos días consistieron en un placentero 69 que hizo que las dos mujeres se regalasen la una a la otra un riquísimo orgasmo.
Cuando regresó, con el pijama puesto y se dirigió a la cocina, del cuarto de Elena le llegaron los gemidos de las dos chicas.
-¿Vamos a desayunar? - preguntó Maite, con los alrededores de la boca brillantes de los jugos de Elena.
-Ummmm, sipi. Me muero de hambre, Maite.
-¿Me prestas un pijama?
-Claro.
Luis se quedó maravillado cuando las dos chicas entraron en la cocina. Los pijamas no podían ocultar la belleza de sus cuerpos. Muy al contrario, la resaltaban.
-Chicas, sois las cosas más lindas del mundo.
-Gracias guapo - dijo Maite - A... comeeeeer
Desayunaron entre risas. Después, Maite les pidió permiso para darse una duchita rápida antes de marcharse a su casa.
-¿Quién se quiere duchar conmigo? - preguntó Maite, con cara inocente.
-Yo - dijeron al unísono Elena y Luis
Luis enjabonó a Maite. Maite a Elena. Luis y Elena, a Maite. Entre besos y caricias
Minutos después. el agua caliente caía sobre los cuerpos de los tres. Elena sentada en la parte alta de la bañera, con las piernas abiertas, gemía de placer mientras Maite le comía el coño. Maite, a cuatro patas dentro de la bañera, gemía al ser follada intensamente por Luis. Lo golpes de él hacían que la cara de Maite se apretara más contra el coño de Elena.
Cuando las chicas se corrieron, Luis pudo dejarse y se corrió, a su vez, sobre la espalda de Maite. El agua limpió su piel.
La acompañaron a la puerta. Maite los besó a los dos.
-Bueno, chicos. A estudiar. Y a reponer fuerzas. ¿Esta noche a la misma hora?
Elena y Luis, a la vez, dijeron que sí. Los tres rieron.
Una vez la despidieron, fueron al salón.
-Oye, Elena. Tenemos que hablar.
-¿Sobre qué?
-Sobre Maite.
Se sentaron, el uno frente al otro.
-Tú dirás.
-Te gusta ella, ¿Verdad?
-Mucho. Me gusta mucho. Es una chica tan...intensa.
-Uf, ya lo creo. Nunca había conocido a nadie como ella.
-Ni yo, Luis.
-Sabes que te aprecio, Elena
-Lo sé.
-Eres mi mejor amiga. Y no quiero que eso cambie. Por eso, si quieres, me apartaré de las dos. No quiero interponerme entre ambas.
-Bueno, ya te has interpuesto.
-Sí. Coño, sí. Pero el deseo es tan grande que no pude resistirme.
-Lo sé. Me pasa lo mismo. ¿A ti te gusta ella?
-Claro que me gusta. Me encanta esa chica.
-¿Y por qué tienes que ser tú el que se aparte? ¿Por qué no yo?
-Bueno, tú la encontraste. Es lo justo.
-Eres tonto. Esa no es una razón.
-Es la que se me ocurre.
-La podríamos compartir. A ella parece que le gustamos los dos.
-¿Compartirla?
-Sí, como buenos amigos. Si fueses cualquier otro hombre, sentiría celos de ti. Al principio los  tuve, no te lo voy a negar. Pero ya no.
-Yo no tengo celos de ti. Me gusta verlas a las dos juntas.
-Ya, porque eres un salido, como todos los hombres. Jajajaja.
-Jajaja. Debe ser eso.
-Bueno, pues me voy a estudiar. Nos vemos en el almuerzo.
-Chao.
El resto del día lo dedicaron al estudio. Sólo lo interrumpieron para un rápido almuerzo.
Sobre las nueve de la noche, se empezaron a preparar para salir a pasarlo bien en cuando Maite llegara.
En cuanto la chica llegó, los dos a la vez la abrazaron y la besaron.
-Ummm, chicos, vaya recibimiento.
Maite cogió a Elena de la mano y la llevó a su cuarto.
-Tengo que contarte algo. Luis, espera aquí un segundo
Elena no sabía lo que era. Cuando entraron, Maite la besó con verdadera pasión, buscando su lengua.
-Umm Elena, estoy muy cachonda. Mira.
Le cogió una mano y le llevó hacia su coño. Las bragas estaban empapadas.
-Vaya...estás ardiendo, Maite
-Llevo toda la tarde así.
Elena le pasó un dedo a lo largo de aquella rajita mojada.
-¿Y eso por qué?
-Por ti. Por Luis. Me gustáis mucho los dos.
-Tú nos gustas también a nosotros. Uf, cómo estas... Tu coñito está babeando.
-Es que no dejo de pensar en una cosa.
-¿En qué?
-En algo que deseo ver.
-¿Pero qué es?
-Quiero ver como Luis te folla.
Elena se separó de Maite.
-No. Eso no.
-¿Por qué no? Le hiciste una paja. Bueno, dos.
-La segunda lo hice por ti.
-Haz esto también por mí.
-No Maite. No voy a hacerlo.
-Bueno, no importa. Olvídalo.
Maite notó que Elena estaba un poco molesta.
-Perdóname. No tenía que habértelo pedido.
-No. No tenías que habérmelo pedido.
-¿Me perdonas? - dijo, con voz mimosa y parpadeando rápido.
-Sí... te perdono.
-Jeje, gracias. Y bueno, vamos a cenar.
Después de la cena, se fueron de copas. Risas, besos, caricias. Se fueron encendiendo hasta que el calor era tal que decidieron irse a casa.
Mientras subían en el ascensor, Maite fue besada por los dos. Una mano de Luis y una de Elena coincidieron en el mojado coñito de la chica. Uno acarició su clítoris mientras el otro la penetraba con dos dedos. Cuando el ascensor se paró, Maite se corrió agarrándose a sus dos amantes.
Los tres cuerpos parecían uno cuando entraron en la habitación de Elena. Las chicas se desnudaron la una a la otra. Después, Elena miró como Maite desnudaba a Luis. Después, se abrazó a Elena y se tiraron sobre la cama. Luis se tumbó junto a ellas, dejando a Maite en el medio. La  fueron besando por turnos.
Le chuparon los pezones a la vez, uno cada uno. Maite no dejaba de gemir. Llevó su mano izquierda hasta el coño de Elena. Con la derecha, agarró la polla de Luis.
-Ummmm, esto es lo mejor. Tengo lo mejor de los dos. Una polla dura. Un coñito mojado. Mira Luis. Mira que mojado tiene el coñito Elena
Soltó la polla y le cogió la mano. Besó con fuerza a Maite para que no dijese nada y llevó la mano de Luis hasta el coño de Elena.
-Mírame a los ojos, Elena. Piensa en mí. Sólo en mí.
Elena besó a Maite, y sintió los dedos de Luis empezar a acariciarla. Se olvidó de él. Eran sólo unos dedos. Delante de ella estaba la preciosa Maite.
No pudo evitar gemir de placer. Abrió más sus piernas. Luis no lo hacía mal
-¿Te gusta? Tú le hiciste una paja a él. Es justo que él te haga una.
-Aggggg, eres una...
-¿Una qué?
-Una cabrona...
Elena se estremeció. Las caricias de Luis eran suaves, placenteras. No había diferencias entre sus dedos y los dedos de una mujer. No sentía deseos hacia él. Todo su deseo se enfocaba hacia Maite. La besó con ganas, casi con rabia, notando que su orgasmo se aproximaba.
Luis siempre recordaría ese orgasmo que le provocó a su querida Elena. Como se tensó, como cerró con fuerza los ojos, como se mordió el labio inferior y como le llenó los dedos de flujo.
Retiró la mano y se quedó mirando a su amiga. Ella abrió los ojos lentamente y se miraron. Elena sonrió.
-No lo haces mal... para ser hombre.
-Jeje, gracias.
-¿Quien me quiere follar a mi ahora? - dijo Maite.
Se puso de lado, cara a Elena. Luis se puso detrás de ella y ella misma guió la dura polla hasta su coño. Entró despacito.
-Tócame Elena...tócame...ummm como siento la polla.
Elena llevó una mano hasta el coño de Maite y la empezó a masturbar, frotando su clítoris. Notaba como la polla de Luis entraba y salía. Las dos chicas se besaron. Luis, sin dejar de follar a Maite, besó su cuello, su nuca.
Entre los dos hicieron que Maite se corriera con gran intensidad. Quedó rota, sobre la cama, con los ojos cerrados. Luis le sacó la polla y se quedó unos minutos mirando la ternura con al que las dos mujeres se besaron y se acariciaron, olvidando que él estaba allí. Hasta Maite se dio la vuelta y le miró. Vio su polla dura.
-Oh, pobrecito. Luisito aún no se ha corrido. ¿Qué quiere mi niño? - preguntó la chica.
-Uf, no sé.
-Elena. ¿Qué te parece si le hacemos una buena paja hasta vaciarle esa preciosa polla?
Elena se aceró a la oreja de Maite y le susurró algo. Maite escuchó con atención.
-Vale, jeje. Oye, Luis. ¿Es cierto lo que me cuenta Elena?
-No sé. ¿Qué te dijo?
-Pues que una vez le dijiste que no te gustaba correrte en la cara de las chicas.
-Hey, que la cosa no fue así.
-¿Te gusta o no te gusta?
-Claro que me gusta. Me encanta. Pero...jeje, en aquel momento no me pareció adecuado decirlo. No era...digamos, políticamente correcto.
-Jajajaja. ¿Cómo te dice Elena? Ah, sí... Capullo
-Hey.
Las dos chicas rieron con ganas. Luis se contagió.
-Ven aquí, Luisito.
Maite hizo que Luis se levantara de la cama y se arrodilló delante de él. Elena también se levantó y se puso detrás de él. Se pegó a su espalda. Luis notó los pezones de su amiga clavarse en su piel. Y con asombro y el corazón latiéndole con fuerza, vio como Elena llevaba su mando derecha hacia adelante y le cogía la polla.
Le empezó a hacer una paja, apuntando con la polla hacia la carita de Maite, que esperaba, sonriente.
-Aggg, chicas. Sois maravillosas. El sueño de cualquier hombre.
Maite le susurró.
-Córrete en su cara. ¿Lo deseas, verdad?
-Ummm, sí...sí. Lo deseo.
-Pues hazlo. Llénasela de tu leche caliente. Ella también lo desea. Mira como lo espera.
-Agggg, Elena...Maite...
Elena movió la mano más rápido. En pocos minutos notó como el cuerpo de Luis se empezaba a tensar.
-Se va a correr, Maite.
-Ummmm, sí, sí, en mi carita. Que me deje guapa.
Maite cerró los ojos y esperó. Un fuerte gemido de Luis le indicó que el momento había llegado. Sintió el primer golpe caliente cruzarle la cara. Y después de ese, varios más. Elena los dirigía para que cubrieran la mayor parte posible. Para ella era una especia de venganza contra Maite por las cosas que ésta le había hecho hacer.
Una venganza que llenó de placer a Luis. Una venganza que le encantó a Maite, que abrió los ojos lentamente cuando dejó de recibir la corrida.
Elena y Luis la miraban.
-¿'Toi guapa?
-Estás... preciosa - dijo Luis.
Elena la miró, sin comprender por qué los hombres sentían tanta fascinación por hacer eso. Era algo sucio, no en el sentido religioso, sino en el físico. Pero se dijo que no lo entendía al igual que muchos no entendían que a ella no le gustasen los hombres.
-Voy a lavarme, chicos
Maite se levantó y se fue al baño. Se miró al espejo. Elena no entendía por qué a los hombres les gustaba hacerlo. Maite no entendía por qué le gustaba mirarse así, pero no se lo planteaba. Le gustaba, y punto. Se lavó y regresó con Elena y Luis.
Como la noche anterior, los tres durmieron abrazados.
Siempre, Maite en medio.
+++++
Poco tiempo después, Maite se mudó a vivir con ellos. Convenció a sus padres diciéndoles que allí estaba más cerca de la facultad y que allí tenía más tranquilidad para estudiar.
Unos días dormía en la cama de Luis, abrazada a él. Otras en la cama de Elena. Pero como más le gustaba era en medio de los dos, sintiendo sus cuerpos pegados a ella.
Se convirtieron en una extraña pareja. Una pareja de tres.
FIN


3 comentarios - Joder, Elena. ¡Pero que desperdicio! 2/2

Sergiocorno +1
Exelente relato lleno de sensualidad y sexualidad ,lo leimos juntos y nos re calento aunque esoerabamos que luis follara a Elena aunque sea una vez.Un relato sun desperdicio van pts.
Maeztred
😀😀😀
jorvac164 +1
Esperaba que Luis lo hiciera con Elena,pero que no sucediera, no le quita erotismo y morbosidad al relato.Van 10 y saludos!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!