De esposa virtuosa a hembra fogosa.

En la empresa, por directivas de la casa matriz, hubo que cambiar el sistema ERP (Planificación de Recursos Empresariales), para gestionar los servicios, la logística, el inventario, los envíos y la contabilidad.
Del proveedor del software, designaron para prestar soporte para la implementación, a Graciela.
Ingeniera de sistemas.
Cuando entró, por primera vez, a mi oficina, esbelta, casi tan alta como yo -rondaba los 1,75 metros sin tacos- de rostro agradable, ojos grandes claros, cabello rubio intenso recogido en una cola, seno abultado y firme, cintura reducida, buenas caderas. Después de las presentaciones y explicaciones preliminares sobre nuestras futuras tareas, en común, al retirase puso a mi consideración el posterior de su cuerpo. Su culo muy superior a lo común, redondo, relleno, simétrico, me impresionó.
La primer semana vino diariamente, luego, dos veces, por semana.
Ya en la segunda, me había perturbado, alterado mente y conducta. Antes de transcurrido el mes, al invitarla a tomar un café fuera de hora:
-¡Juan, soy casada…… no salgo con nadie más que con mi marido!-
Insistí, en cada ocasión que quedaba a solas con ella, hasta que su negativa se hizo más permeable:
-¡Juan soy casada y no puedo salir estando mi marido en la ciudad!-
Al concluir su siguiente visita, la acompañé a la salida pero, antes que saliese, cerré la puerta de la oficina, la abracé desde atrás, con una mano en las tetas, la atraje hacia mí, metí la otra mano bajo la pollera y, mientras le besaba el cuello le manoseé nalgas y tetas.
Para mí, grata, sorpresa forcejeó para liberarse de mi abrazo, giró el cuerpo y, en lugar de una cachetada, me dio un beso en la boca.
-¡Como tengo que decirte que soy casada,…… que soy fiel?..... ¡Bueno hasta ahora…..!!-
Antes de abrir la puerta e irse:
-Yo te voy a avisar cuando mi marido viaje… -
Como pasaban los días y su marido se quedaba, tras repetir la súplica y la petición, deintimar, e insistir en ella con ahínco, accedió a que dejáramos de trabajar un par de horas antes de la hora de salida.
En el hotel se comportó, a la vez, como modosa y ganosa. En la previa, guardó modo y compostura en su conducta y ademanes, pero, una vez penetrada, cogió con entusiasmo y ardor, en pose misionero, y, si bien pareció querer mostrarse contenida, no pudo disimular el(los) orgasmo(s). Fueron por lo menos dos.
No hubo una segunda vuelta ese día. Alegó que era su primer desliz extramatrimonial y que sentía pesar interno por su mala acción.
La inquietud y pesar que le quedó, la primera vez, no le impidió advenirse a una segunda tardecita en perjuicio del marido. Ahí estuvo más suelta y permisiva. Misionero inicial, conclusión con ella en cuatro, y la alucinante vista de su gran culo.
Muy pocos días después, terminó su tarea en mi empresa. Cada cual tenía el número de celular del otro. Nos mantuvimos en contacto.
Algo más de una semana, después:
-¡Juannn!.... mi marido viaja esta noche a las 20:00. ¿Vos podrás venir, hoy, a mi casa….?-
Armé la farsa de un viaje, súbito e impostergable, con regreso al día siguiente y, salí de casa, con un radiotaxi, bolso de viaje y el maletín de trabajo, en manos. Al despedirme de mi esposa Maru, creí ver en su mirada, desconfianza.
No estaba desencaminada y lo haría valer a mi “regreso”.

Graciela me recibió vestida sucintamente, con una blusa corta y una bombachita que, sin llegar a colaless, era muy pequeña, por lo que su hermoso culo, redondo y firme, aparecía en toda su majestuosidad.
En la sobada de bienvenida me puse en armonía con ella y con la ocasión, esto es, en slip y camisa.
Así consumimos la breve cena íntima.
Luego vinieron horas inolvidables, de sexo salvaje, en su cama, contemplándonos, de vez en cuando, en el enorme espejo que ocupaba toda una pared de la habitación. Durante más de tres horas cogimos en varias posiciones, y algunas de esas variantes que suelen verse en películas porno.
Fue ella que quiso que la enculara, previamente untándose con crema hidratante. No se imaginan el placer de hundirme entre sus glúteos, mirando en el espejo la secuencia de expresiones de su cara: breve semblante de dolor al entrarle, placer y goce pleno, con el valor agregado de ver sus tetas bambolearse con cada una de mis embestidas.
También fue ella quien, por primera vez, me enseñó que el culo de un hombre podía dar placer incluso a aquellos sin la más remota inclinación de convertirse en un maricón. Pasó de lamerme y chuparme la verga y los huevos, a lamerme mi pequeño agujero, causándome una erección fenomenal, y sin pedirme licencia, a meterme un dedo, previamente embadurnado con su crema hidratante, en mi cueva inviolada.
Tuvo su recompensa, gratificándose, una vez más esa noche con la terrible erección que había provocado.

Nos despertamos la mañana siguiente con pocas ganas de ir a nuestros respectivos trabajos.
Nos repusimos al desgano, y nos despedimos….. hasta algún otro viaje del marido.

2 comentarios - De esposa virtuosa a hembra fogosa.

Elpndjomacho
muy buen relato!! te sigo a partir de ahora, gracias por compartir +10
bigdickbahia
Muy, pero muy buen relato!!! Van puntines y te sigo!!!