Viaje de un jubilado a la argentina 41

Le pregunté a Lina algún sitio bonito para ver y me dio una lista en un momento, yo la miré y vi que era una pena pero por distancias o por tiempo la mayoría eran imposible verlas en tan poco tiempo, elegí dos opciones, en el centro de Salta una de ella y de forma general era subir en el funicular y desde arriba dar una vista a toda la ciudad y otra ver monumentos o la catedral o edificios de la época colonial pero al momento recibí una llamada de mi hijo, me dijo que no podía venir a por mí y que iría directamente a Tucumán y que ya me llamaría para encontrarnos allí, miré a Lina y me excusé me pareció que le hacía ilusión que me quedara otra noche más en su casa, a mi desde luego me habría encantado, aunque no me gustaba abusar de su hospitalidad, la chica con cara de pena se informó del trasporte para Tucumán, por horarios y rapidez lo que más le convenció fue ir en el colectivo que salía por la tarde, me explicó el sistema de pago con tarjeta y pensé en el tiempo que me quedaba dónde podía ir.
                                                  Lina tuvo una idea, cogió un papel y un rotulador grueso y escribió una nota, luego fue a la puerta y con cinta adhesiva lo pegó al cristal y cerró por dentro, me señaló el cartel y aún del revés pude leer “CERRADO HASTA LA TARDE POR ASUNTOS PROPIOS” apagó las luces de la farmacia y me llevó a su casa, pasamos por el salón de largo y me llevó a su habitación.

Pepe, esperaba darte una buena despedida esta noche pero como te tienes que ir he pensado pasar la última mañana juntos, si es que no prefieres ir a ver monumentos…
El mejor monumento de Salta lo tengo delante de mí y ahora, ¡tú mandas!

                                                  La respuesta fue quitar el cubrecama y la sábana, quitarse la bata blanca y el vestido que llevaba debajo, sólo con el sujetador y las bragas me esperó al pie de la cama, yo creo que tardé menos en quitarme la ropa y saltar a la cama, ella hizo lo mismo y dijo.

¡Vaya, me olvidé de quitarme esto!
No por favor, déjame que te lo quite yo.
Mmm, como quieras.

                                                  Me puse a su espalda, ella estaba sobre el colchón de rodillas y con cuidado le solté el sujetador simplemente con dos dedos pero no dejé que se aflojara, le dije que levantara los brazos sobre la cabeza y sujetándole la prenda fui pasando las manos por debajo de las axilas hasta tocar el nacimiento de las tetas, fui buscando por la curva que formaba el pecho hasta coger por debajo, con las dos manos, las tetas, aunque el sujetador no se caía al estar enganchado por los tirantes las dos tetas estaban en mi poder, los pezones puntiagudos los cogí con dos dedos cada uno y los fui girando para ambos lados.  Lina suspiraba a la vez que notaba cómo me acercaba a ella y en medio de la espalda la apuntaba con mi polla, le sostuve las dos tetas amasándolas y estirándole los pezones hasta hacerlos crecer, cuando bajó los brazos el sujetador cayó a la cama, era muy bonito y de marca, Lina, indudablemente, manejaba dinero y le dije que se tumbara en la cama y que dejaras la cabeza afuera, colgando, obedecía sin rechistar y cuando bajé al suelo me puse delante con su cabeza entre mis piernas, me incliné sobre ella, alcancé la cintura de sus bragas y tiré de ellas.  
                                                  Lina levantó el culo un poco y las bragas pasaron limpiamente entre sus piernas, le separé las piernas y se las plegué dejándole las rodillas separadas, ella había alcanzado mis huevos con la boca y los lamía, ya iba buscando la punta de mi polla cuando la retuve, me separé un poco, estaba bellísima tumbada boca arriba con las tetas duras y coronadas por los dos pezones como pararrayos, entre sus muslos se perdían los labios aún cerrados del coño, me acerqué lentamente con la polla horizontal y cuando estaba casi tocándole la frente le dije que abriera la boca, le puse el capullo entre los labios y di un paso, primero el glande y luego el tronco se metieron en la boca invertida.  Me cogió del culo y apretó metiéndose todavía más la barra caliente, en su garganta se notaba por donde llegaba el capullo, parecía imposible que pudiera tragar aquella polla sobre todo por lo gruesa que la tenía, me incliné y pude alcanzar sus tetas y con ellas en mis manos empecé a mover la cintura, la polla entraba y salía unos centímetros pero en su garganta aparecía y se esfumaba un bulto de consideración, sus manos cogieron mis huevos y los acariciaron y mi polla iba engordando todavía más, los labios no daban más de sí y ya me estaba arañando con los dientes en el frenillo, la chica no podía tragar más, yo me habría corrido a gusto, le hubiera llenado el estomago de semen pero prefería que lo saborease y la saqué.
                                                  Le pedí que se pusiera cómoda sobre la sábana y trepé sobre ella, le mordisqueé los pezones y seguí hasta alcanzar su pubis, su hermana había hecho un bonito dibujo en el vello rizado, un triángulo señalando el camino a seguir, los labios se abrían dos centímetros más allá, seguí y con la lengua lamí la ingle, los labios se abrieron solos mostrando el clítoris brillante y duro, le retiré el prepucio moreno y salió rogando que lo chupara, estaba delicioso mi polla había resbalado por su frente y por sus ojos grises ahora estaba por la nariz y enseguida por el labio superior, al inferior ya no llegó se coló como una pelota de golf en el hoyo del green, yo no me había descargado pero Lina me rodeó la cintura con los brazos y me obligó a meterle la polla otra vez hasta adentro de su garganta, noté como sus gruesos labios llegaban el nacimiento de mi polla y al escroto de los huevos, yo desde que llegué a La Argentina y había empezado a tener mis relaciones con el personal autóctono me había cuidado de recortar mi vello púbico lo suficiente para no molestar a posibles usuarias, a mi mujer en un principio le extrañó era la primera vez que me seudo-depilaba pero le puse la excusa de que tenía “picores” desde entonces se acostumbró el verme la polla completamente desde su raíz e incluso le gustó porque cuando cabalgaba notaba el cosquilleo de los pelillos recortados, ahora Lina lo estaba disfrutando, se estaba tragando el sable con vaina y todo, con la lengua me daba un masaje en el capullo que podría haberme hecho eyacular en su boca si no hubiera tomado medidas y la saqué, ella se resistió y cerró con fuerza los labios, la polla salía como si fuera un caramelo de fresa y sonó al salir con un plop.
                                                  A Lina le gustaba cabalgarme igual que a Dora pero lo que de verdad le gustaba era pasearse sobre mi polla presionando con los labios del coño a lo largo de mi verga, le gustaba rozar el clítoris sobre mis venas hinchadas, a la vez que mis huevos se pegaban en su vagina mojada, llegaba a cubrir por completo mi capullo entre sus labios y al volver hacia atrás estiraba del prepucio dejando el tronco completamente tirante con el glande rojo-morado, ella dominaba la situación yo me mantenía gozando de las vistas, las dos tetas revoloteaban sobre mi cabeza y a veces cazaban algún pezón, mis manos no estaban quietas y le estrujaba la cintura subiendo y subiendo hasta abarcar las dos masa mamarias, las llevaba estrechando hasta hacerles un cono con su pezón en punta, a ella le gustaba notarse deseada y gozaba apretándose contra mí pero tenía muy en cuenta mis palpitaciones, sabía que el frenillo del glande es cosa delicada y provoca una eyaculación imprevista y eso lo cuidaba mucho, yo en desagravio le habría pedido una pastilla azul de las que me había engañado pero después de haberme “enfadado” por haberme engañado no quería insistir en el tema, confiaba en su habilidad y en mi paciencia para poder follarla satisfactoriamente y dejarle un buen recuerdo de mi polla y mío.
                                                  Ya estaba la polla tan brillante por sus flujos y mi tensión que Lina patinaba como en la nieve y decidió que era momento de sentirla adentro, al levantarse mi pija quedó a 45º, ella se inclinó sobre mí, me dio un beso en la boca, me “arañó” el pecho con sus pezones y fue retrocediendo hasta meterse la polla en la vagina suave pero sin pausa alguna, luego se irguió sentándose sobre mí, el triángulo de su pubis y el césped mío coincidían sin dejar ver ni un resto de lo que había guardado dentro de ella.  Lina cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, parecía concentrada y que decía sus pensamientos en voz alta.

Mmm, que gusto me da tu pija Pepe.
Me alegro a mí también me encanta sentir como te entra.
Siiii, la noto suave dura y gruesa, me gusta sentirla adentro, abrirse paso por mi conchita estrecha y cuando llega al final sigue presionando y ella cede al empuje, se adapta como un guante, me roza en cada pliegue, en cada rincón, noto cuando me roza en éste punto tan sensible y me brotan los jugos por todas partes, me gusta coger contigo Pepe, mi hermana tenía razón eras la mejor persona para darle mi virginidad y contigo he empezado a gozar, no olvidaré nunca estos momentos de placer.
Me alegro que me hayas dedicado el honor de hacerte mujer y he de decirte que has aprendido muy pronto, eres una alumna muy aventajada.
Mmm, siii, yo sabía toda la teoría, he leído mucho, mis amigas me contaban maravillas pero no había probado la práctica, todas se han quedado cortas, les habría gustado tenerte como yo ahora.
A Dora también le gusta mucho subirse encima, se transforma, cuando la conocí era tímida y apocada pero cuando subió sobre mí y se clavó la polla cambió por completo.
Sí, me lo contó todo, me dijo lo que había sentido cuando lo hicieron la primera vez, está muy contenta y agradecida de haberte conocido, igual que yo, me gustaría que estuviera aquí con nosotros, que te cabalgara como lo estoy haciendo, ella me enseñó y no se lo agradeceré bastante.

 
                                                  Lina se movía en todas direcciones hasta giraba en redondo, no dejaba ningún rincón sin excitar, se estiraba ella misma los pezones haciendo las tetas como un cono.

A partir de ahora supongo que saldrás y buscarás algún muchacho que te guste y follarás con él sin miedo.
Sí, conozco a uno que me gusta pero no me he atrevido a insinuar nada porque tenía este problema con el himen, de todas formas hay cosas de mí que no me gustan.
¿Qué no te gustan?, ¿qué no te gusta de ti?
No me gustan mis tetas por ejemplo.
¡Pero si son una maravilla, tan blancas y tersas, las tienes donde deben estar y dan ganas de comérselas!
No me gustan porque no tengo areola, solamente un pezón en medio de la teta, me gustaría tenerlas como Dora por ejemplo.
Dora es tu hermana y tiene las suyas y tú las tuyas, cada mujer tiene las tetas diferentes igual que el coño, no tienes por qué pensar así.
Me miro en el espejo y no me gusta lo que veo, me operaría si pudiera para ponerme unas areolas.
Mmm, un momento, se me ocurre una idea… ¿tienes alguna amiga que se haya hecho algún tatuaje?
Sí, mi amiga Milagros, le gusta tatuarse, se ha hecho varios y algunos parecen una obra de arte hasta se hizo uno en la ingle, me lo enseñó, es una fresa y se parece a tu glande.
Jajaja, me gustaría verlo y comparar, jajaja.
Y a ella también, seguro.
He pensado que podías ir con ella al tatuador y que te recomendara unas areolas tatuadas, las haría como tú quisieras, grandes o pequeñas, morenas o claras incluso si es muy hábil te figuraría hasta los gránulos, nadie se daría cuenta y a ti te encantaría mirarte en el espejo.
¿De verdad y crees que no se notarían? ¿cómo te gustarían a ti?

                                                  Sin levantarse de mi polla se inclinó hacia mi cara y me puso las dos tetas juntas adelante, yo alcancé un lápiz labial para perfilar de su mesita y le fui dibujando areolas diferentes desde pequeñas a mayores a cada una comparaba y me felicitaba, lo cierto es que el aspecto del pecho con el pezón que tenía rodeado de una buena areola cambiaba totalmente y cuando encontró una que le favorecía me hizo que le pintara en la otra el mismo círculo, ahora estaba feliz y se levantó, mi polla salió mojada y blanca de espuma pero se sentó otra vez, noté la diferencia era poca la resistencia de su esfínter, cedía con facilidad sobre todo al estar lubricado con sus flujos, cuando le entró el capullo en el culo suspiró y se sentó igual que antes.

Uf, que placer, no es igual que en la concha, es diferente pero me gusta igual.
Sí, yo te noto el culo con un tacto suave, sedoso, como si me acariciaras con un guante de seda.
Siii, me gusta y me correría ya como si tuviéramos prisa.
Aún tenemos tiempo Lina.
Siii pero mi culo no, me voy a correr Pepe, me corroooo, síiii.

                                                  Lina debía estar muy apurada y se echó hacia atrás cogiéndome los tobillos, saltaba metiéndose la polla en el culo hasta llenarse el recto, las tetas decoradas le vibraban sobre su pecho y sus labios abiertos enseñaban el clítoris sólo y duro, lo cogí entre dos dedos y lo retorcí suavemente, la chica saltaba y parecía que no iba a parar nunca, se corrió llenándome el pubis de un blanco viscoso, se estremeció y cayó sobre mí la abracé y le acaricié el pelo negro rizado hasta que se pudo reponer resbalando a mi lado.

¡Dios, que acabada Pepe! creía que no podía soportarlo, te voy a añorar mucho, no es sólo tu polla sino tu ternura, me tratas como a una princesa de cuento mis amigas me cuentan que sus maridos o parejas no las dejan así, la mayoría acaban antes y las dejan a medias, si te quedaras en Salta te presentaría a varias, ibas a poner más cuernos que vacas hay en la Pampa, hay una que está casada y tiene un amante y ni juntando a los dos goza los orgasmos que me das.
No será para tanto, sólo procuro que seas feliz conmigo.
Y yo quiero que tú lo seas, todavía no has acabado y hoy quiero que lo hagas adentro de mí.
Pero dónde exactamente, estás tan buena que me correría hasta en una oreja.
Nooo, te quiero notar en mi concha, quiero sentirme llena de leche caliente que me queme por dentro, quiero sentirme mujer del todo, voy a ser la chica más felizmente cogida de mis amigas.
Jajaja, me gustaría ver cuando se lo cuentes pero por favor… no des detalles que estoy casado…
No te preocupes aunque se lo dijera no se lo creerían pero para mí eres encantador.
Y tú también, tú y Dora me habéis dado la hospitalidad más agradable que podía soñar, nunca os podré pagar el trato que me habéis dado.
Ni pensarlo, en cambio vos nos has cambiado la vida, mi hermana estaba hundida, ha hecho todo lo posible para criar a Dorita y ella no ha vivido y yo como una monja acomplejada en mi pequeña cárcel de oro, ahora podré salir a vivir, espero tener suerte con los hombres.
Seguro que sí pero no le des pastillitas azules, ¿eh?
Nooo, lo siento, no sé cómo pude pensarlo.
Lo sé, era lógico, te llevo muchos años y mi físico no es para echar cohetes.
Jajaja, eres un madurito interesante.
Jajaja y tú una mujer preciosa y ahora si quieres échate de espaldas.

                                                  Lina lo entendió se acostó para que se la metiera al estilo misionero pero yo le cogí las piernas y se las subí en vertical me puse de rodillas frente a ella y le abrí las piernas, cogió las rodillas y las puso sobre su cabeza, a mi disposición tenía el coño y el culo y opté primero por el coño, la cogí de la cintura y la atraje hacia mí, apenas lo notó pero gimió al llegar al fondo, de vez en cuando la sacaba y la paseaba por los labios hasta llegar al clítoris y la volvía a hundir unas veces subía al clítoris y otras bajaba al ano y la metía igual, ella no sabía la próxima “parada” y jadeaba cada metida, cuando estaba en su coño soltó las piernas y las dejó a mi lado, se incorporó y se abrazó a mi cuello, quedamos sentados los dos, ella con las piernas sobre las mías y abrazados como estábamos se apretó a mí, se incrustó la polla y me aplastó las tetas contra mi pecho, me mordió la oreja y gritando se corrió otra vez.

¡Madre mía!  Pepe acabo otra vez y ahora es más fuerte, noto tu pija bien adentro, te palpita,  me llena, acabá por favor, no me hagas sufrir, lléname de leche, no temas, estoy protegida, ya lo sabes.

                                                  Confieso de que en aquel momento me era igual si estaba protegida o no pero la cogí de los riñones y la sujeté para hincarme más en ella, sentí como me vaciaba , le traspasaba mi leche a su coño, seguro que le llenaba la matriz hasta arriba pero era igual Lina se merecía esto y más.

Lina me gustaría tener una polla mucho más larga para ti.
Nooo, me basta y me sobra, la tuya me llena totalmente y está tan dura y caliente…

                                                  Permanecimos abrazados un rato, cuando deshicimos el abrazo nos dejamos caer a la sábana, nuestras piernas seguían entrelazadas y mi polla en su coño, contra todo pronóstico, aún tardé en salirme, mi verga se resistía en rendirse y cuando lo hizo salió acompañada de una masa líquida que manchó la sábana.

Lo siento Lina, no quería manchar la ropa.
No te preocupes, si por mí fuera guardaría esta sábana de recuerdo, tu leche es tu mejor regalo.

                                                  Aún estuvimos un buen rato abrazados, las tetas de Lina no se borraban y ella no dejaba de mirarlas, estaba contenta y yo más, cuando miramos el reloj era tarde ya, nos levantamos y mientras yo me daba una ducha rápida ella preparaba algo de comer, iba de aquí para allá desnuda y cada vez que se pasaba delante de algo que la reflejara se ponía a admirar sus tetas pintadas, comimos los dos desnudos.

Cómo siento que tengas que irte, me gustaría pasar otra noche contigo, no te olvidaré nunca.
Ni yo Lina, es una pena pero la vida sigue y tu eres muy joven y disfrutarás de ella.

                                                  Nos besamos y ella tiraba de mí hacia su habitación, con toda mi fuerza de voluntad sólo llegué hasta la puerta, le iba a chupar los pezones como despedida pero preferí que los admirara en el espejo más tiempo y me contenté en rodearlos con la lengua sin tocar el dibujo, aún así los pezones respondieron creciendo hasta lo impensable.  Lina no quiso ser menos y se arrodilló y se metió la polla blanda en la boca hasta ponerla dura.

Está buena de todas las maneras, cuídate Pepe.
Y tú también, dale recuerdos a tu hermana y dile que no os olvidaré y mándame algún mensaje contándome como os va.

                                                  Para no caer en la tentación me vestí rápido y cogí la bolsa de viaje con mis cosas y salí, Lina se asomó por la ventana, apartó las cortinas y por un momento me enseñó otra vez las adorables tetas.
                                                  Fui a la parada del colectivo pasé la tarjeta que descontaba el importe del recorrido y le pregunté al conductor cómo podía ir a ver el museo Güemes, me orientó, por fortuna pasaba cerca y me dijo que podía coger otro autobús o ir andando, preferí lo segundo y la primera sorpresa que me llevé era que estaba en la calle España, la fachada del museo se veía de lejos, pintada de un marrón rojizo anunciaba en su sencilla fachada el museo, por dentro ya era otra cosa, estaba dotado de todos los adelanto técnicos había traductores para los visitantes de habla no hispana y ya dentro me puse a ver la historia de Argentina, me enteré de muchas cosas, conocí nombres que normalmente no había oído más que en Argentina, el valle de Lerma era de un español que colonizó al principio de la fundación de Salta y en un diorama vi la batalla que decidió la independencia de Argentina, en el patio me llamó la atención unas figuras a tamaño natural de combatientes por la libertad de su tierra, me fijaba en todos los carteles y sin darme cuenta leí los rótulos en voz un poco más alta de lo necesario, a mi lado iba una chica joven, tendía algo más de los veinte aunque su aspecto era de más joven, coincidíamos en casi todos los expositores de interés y en una vitrina donde se exponían armas antiguas la chica me preguntó?

¿Perdone, usted es español?
Sí he venido una temporada a la Argentina y estoy visitando esta parte del país.
¿Y cómo es que le interesa la historia de Argentina siendo español?
Porque la historia es universal, y los españoles no somos ajenos a Argentina precisamente.

 
                                                  La chica en un principio parecía que estaba un poco incómoda porque un español estuviera mirando la patriótica exposición, creía que tenía algún resentimiento y, en realidad, respeto la historia, he llegado a la conclusión que al mundo gira para lo bueno y lo malo y que lo pasado, está pasado y en todo hay un lado bueno y otro malo, como íbamos en la misma dirección la chica se fue calmando al ver que me interesaban las gestas de los generales argentinos y sus ejércitos, me contó que estudiaba historia en Tucumán y que había venido para ver in situ el museo con sus reliquias, poco a poco se convirtió en mi guía, me explicaba los detalles que se me escapaban y al verme como una persona interesada y curiosa perdió cualquier recelo.

¿Sabe una cosa?  Me alegro de haber conocido a un español, siempre había tenido un poco de apatía por la historia antigua.
Pues yo me alegro de haberte conocido a ti, una chica muy inteligente y que se ha dado cuenta de que no todos somos malos ni buenos, en todos sitios hay de todo y dime, ¿de dónde eres?
Soy de Tucumán y estudio en la universidad pero me gusta aprender no sólo de los libros y he venido a ver el Museo y el Cabildo y otros sitios coloniales, en esta ciudad es donde más se han conservado los edificios de la época, ¿sabe que le llamaban Salta la Linda?
No, no lo sabía y me habría gustado ver más cosas pero me tengo que ir esta tarde hacia Tucumán.
A mí me pasa lo mismo, esta tarde salgo de vuelta en el colectivo.
¡Qué casualidad!  Yo también voy en él, desde la Terminal de Ómnibus.
Me alegro, si coincidimos podríamos seguir hablando, me encantaría saber cosas de España, yo te contaré cosas de Tucumán, te gustará.

                                                  La chica ya distendida era muy simpática y se le notaba sincera, cuando estábamos mirando una recreación de la vida en la época colonial por el reflejo del cristal me fijé un poco en ella de cuerpo entero, la chica tenía pelo castaño y lo llevaba recogido con dos trenzas, esto añadía a su cara un toqué más joven, de cuerpo estaba un poquito rellenita, no gruesa desde luego pero se le notaban unos kilitos de más y era un poco más baja que yo pero era muy vivaracha y parecía una chiquilla, llevaba una carpeta en la mano y en la otra el teléfono inseparable.

Perdona que no haya presentado, me llamo Pepe que es el apelativo cariñoso de José.
Sí, ya lo sé en mi clase hay un chico que lo llamamos Pepe también, aunque es argentino, yo me llamo Berta.
Encantado Berta y, ¿qué te parece si vamos a comer algo, aún tenemos tiempo hasta que salga el autobús?
No me gustaría entretenerte pero me gusta hablar contigo.
Lo malo es que como soy mucho mayor que tú no te apetecerá que te vean en mi compañía…
Todo lo contrario, a mí me gusta estar con las personas mayores que yo.
Pero tendrás un amigo o novio, alguien de tu edad…
No creas, no tengo mucho éxito con los chicos.
¡Imposible!  Si eres una chica preciosa, tienes unos ojos encantadores y una boca tentadora…  ¡Oh!  Perdona me he pasado.
Jajaja, no nada de eso, te lo agradezco, nadie me dice nada de eso nunca, sé que estoy rellenita y eso no está de moda ahora, a los chicos les gustan delgadas como las modelos.
Pero las modelos están lisas como tablas y tú aparte de una cara preciosa tienes un cuerpo… muy tentador.
Jajaja, vaya con el español, a ver si tiene mejor gusto que los argentinos…
No creo pero mejor vista… ¿dónde prefieres ir a comer?
No sé, en la universidad me gusta ir a una hamburguesería, me vuelven loca las hamburguesas.
Pues eso tiene muchas calorías y demás, no creo que te convenga.
Ya lo sé pero, no puedo remediarlo.

                                                  Fuimos paseando hacia el centro, estábamos en el barrio al este de la ciudad y callejeando llegamos a una Hamburguesería de una cadena americana, con su imponente marketing atraía a los jóvenes sobre todo, a mí personalmente no me hacía mucha gracia pero la acompañé gustoso y nos sentamos en una mesita al lado del ventanal, pedimos la más grande y un vaso de cola con hielo del tamaño gigante, la chica se lo comía con los ojos, después pedimos un postre y yo un café aunque no tenían al estilo italiano me tuve que conformar con uno “americano”.
                                                  Naturalmente le invité la comida y me lo agradeció mucho, en la universidad sus amigas le recriminaban que no se contuviera a la hora de comer, la chica se sentía feliz y me iba explicando los monumentos que nos encontrábamos por el paseo y cuando llegamos a la parada del colectivo que llevaba hacia la terminal subimos, una vez allí y comprado las tarjetas para el viaje nos sentamos en una mesa y tomamos unos refrescos, a la hora prevista abrieron el autobús y subimos, no había mucho pasaje pero nos dijeron que por el camino irían subiendo más gente hasta llenarlo, por el pasillo entre los asientos la chica se fue hacia la parte de detrás, me dijo que allí habían menos niños si subían, tenía razón en los asiento de adelante dos familia que subieron con niños eligieron los primeros asientos, le di a elegir el asiento y prefirió el de ventanilla, cuando salimos de la terminal nos dimos cuenta que como íbamos en dirección sur el sol nos iba a dar todo el viaje y la chica corrió la cortinilla un poco.
                                                  Por el trayecto me iba contando el paisaje que recorríamos, pasábamos por pueblos donde paraba pero en vez de subir gente se iba vaciando, le dije si quería que nos pasáramos más adelante pero le pareció bien dónde íbamos, al rato apenas se veían cabezas sobre los asientos y en un momento sonó el pio-pio de un mensaje whatsApp, la chica miró en su teléfono pero no había recibido nada pero me dijo.

Te debe haber llegado a ti el mensaje, ¿llevas teléfono, verdad?
¡Oh!  Si claro, perdona como no recibo casi ninguno…

                                                  Abrí la aplicación y vi un mensaje de Corina, en ese momento caí en la cuenta que no había tenido la atención de haber llamado a casa, pesé que podía haber pasado algo o por lo menos interesarme por todos especialmente por mi nieto Javi, habían dos fotografías y un texto, en aquella zona no debería haber mucha cobertura porque tardaron en abrirse las fotografías, en la mano tenía el teléfono esperando cuando se abrió la primera, era la foto de una milanesa, un plato de comida de lo más apetitoso, me reí a carcajadas y llamé la atención de Berta que a mi lado miraba hacia afuera, le enseñé la foto pero al momento se abrió la otra, era una foto en primer pleno del coño de Corina, la chica lo vio tan bien como yo, mi reacción fue de reírme otra vez a carcajadas.  Berta me miró y como explicación le dije que era un amigo que siempre me mandaba cosas de broma, en el texto Corina me preguntaba ¿qué prefieres comerte antes?  La chica miraba sin parpadear la foto del coño de Corina y dijo algo que yo no esperaba.

¡Qué concha tan bonita!  Me da envidia.
¿Por qué dices eso?, todas las conchas son bonitas, cada chica tiene una diferente a las demás pero por eso no hay ni buenas ni malas, todas están buenas.
No lo creo, esa de la foto está muy bien hecha, si yo tuviera una así haría todo lo posible por adelgazar y me lloverían los chicos.
Esta concha está como todas, la verdad es que es una preciosidad pero seguro que la tuya no será menos.
No sabes lo que dices, sólo te diré que estoy condenada a no llevar pantalones nunca.
¿Por qué?, si no te sientan bien los ceñidos puedes llevarlos más holgados, no es preciso ir con legings.
No puedo llevar ningunos, ni los vaqueros ni los anchos.
No lo entiendo por qué, sin querer ofender no estás gruesa, sólo un poco llenita.
No es por eso, es por mi concha.
¿Qué tiene tu concha de raro?
No debería hacerlo pero te ruego sinceridad, te lo voy a demostrar pero no te rías por favor.

                                                  Berta se subió la falda ancha que llevaba por debajo de las rodillas, llegó a los muslos, los tenía bonitos y aunque un poco llenos no estaban nada mal pero cuando llegó a la bragas me señaló, un rayo de sol entraba por el cristal y alumbró, entre las piernas tenía un bulto como si tuviera un conejo agazapado, el pubis le sobresalía exageradamente y los labios se le marcaban como un tajo vertical las bragas que llevaba no le favorecían nada eran de lo más arcaicas, parecían de anciana.

Fíjate que ropa interior tengo que llevar, sino se me sale todo por los lados.
Mujer creo que tiene fácil solución, si te depilaras no se notaría.
¡Qué va!  Si voy depilada completamente lo que ves es lo que hay, tengo un pubis tan hinchado que estoy acomplejada, espanto a los chicos que lo han visto y las chicas se ríen de mi.
Pero eso no debe preocuparte, si fuera por eso yo también estaría acomplejado.
¿Tú, por qué?

                                                  Mientras hablaba con Berta le había contestado a Corina -me comería la milanesa pero la concha la tendría de aperitivo y de postre también- al momento sonó el pitido otra vez y dos fotos se abrieron, una era de una teta entera de Corina y la otra del pezón sólo, la polla se me puso dura y me presionaba en el bóxer y cuando Berta me dijo esto le contesté.

Berta no quisiera que pensaras mal pero sólo para convencerte te lo voy a demostrar, pon la mano aquí.
Dios, que pene tienes Pepe, está muy grueso.
Y eso que sólo ha empezado.
¿Qué ha sido, al ver la concha del teléfono o al ver la mía?
Si te soy sincero ha sido al ver la tuya-le mentí-
Lo dices por contentarme pero si la vieras de verdad se te bajaría.
Imposible, eso que tienes entre las piernas levanta hasta un muerto.
Jajaja, me gustaría verlo.
¿A lo que se levanta o al muerto?
Jajaja a los dos, pon la mano aquí abajo y veremos.

                                                  La mano no cubría el bulto del coño de Berta, no lo podía abarcar con la palma abierta y le pasé el dedo corazón a lo largo de la raja de los labios, la chica suspiró y sin darse cuenta separó las rodillas, aun así las bragas la cubrían totalmente hasta la ingle, ella enseguida quiso comprobar los resultados y notó que algo me había crecido, la miré pidiéndole permiso y me sonrió levantándose la falda hasta la cintura, las bragas blancas subían hasta casi la cintura y pasé la mano por el elástico, los nudillos de mi mano se notaban como bajaban y cubrían con dificultad la concha de Berta, ella abría las piernas para facilitar que llegara mejor y yo hundía mi mano entre sus muslos, Berta calibraba mi polla y notaba como iba creciendo a lo largo y sobre todo a lo ancho.
                                                  Cuando llegué al final del coño de Berta pasé el dedo entre los labios depilados, no raspaban porque debían estar recién repasados, el dedo se hundió entre ellos pero no llegué a tocar nada, ni los labios menores ni mucho menos la vagina, me puse más cómodo para llegar más a fondo y aproveché para dejar la polla prolongarse a lo largo de la pierna, ella palpaba en toda su longitud apretando para comprobar el avance, miré a la chica insinuándole que no podía avanzar más si ella no colaboraba y levantando el culo del asiento se bajo las bragas a las rodillas, cerca de nosotros no se veía a nadie, todos los que quedaban en el autobús estaba más adelante.
                                                  No se conformó con esto porque le impedían abrir las piernas y se las acabó de quitar guardándolas en la carpeta, ahora ya mis dedos podían llegar mejor y pude pasarlo de abajo a arriba y tocar el clítoris que aunque duro apenas podía asomarse.

Pepe por favor, vuélvelo a hacer.
¿El qué Berta?
Tócame el clítoris otra vez, me ha dado mucho gusto, más que cuando lo hago yo.

                                                  Le hice caso y le pasé el dedo varias veces, la chica se escurría del asiento abriendo las piernas más y más, mi dedo ya repasaba el botón duro y ella gemía tapándose la boca para que no la oyeran, cuando pude meterle un dedo en la vagina cerró las piernas de golpe atrapándome la mano, yo creí que se negaba pero al abrazarse a mí comprendí que lo que no quería era dejar escapar mis dedos, como no podía seguir avanzando tuvo que abrir un poco las rodillas y ya seguí, a ese dedo le acompañó el siguiente ya con dos la chica jadeaba y me pasaba cariñosamente la mano sobre mi polla, la cogía sobre el pantalón y la recorría de arriba abajo como si calculara el tamaño.  El autobús seguía su ruta y Berta gemía sin parar, cada vez quería más y volvió a abrir las piernas al ver que yo no podía seguir, mi mano ya separaba los gruesos labios y acariciaba el clítoris sin reservas, estaba tan lubricado con sus jugos que cada vez que lo rozaba daba una encogida, mi mano con tres dedos en su coño cogió velocidad, rozaba con suavidad pero con energía el punto más sensible de su interior y Berta con los ojos cerrados se estiraba de las tetas con una mano porque con la otra no me soltaba la polla, se corrió en mi mano, las gotas de flujo cayeron al suelo del coche, le mantuve los dedos adentro hasta que pudo sentarse otra vez en su sitio.
                                                  Entonces pensó en la polla que tenía sujeta, me rogó que se la enseñara, yo me negaba, imaginaba si adelantábamos a algún camión y el conductor me veía con la polla afuera, no sabía cómo reaccionaría pero Berta insistía, para convencerme me llevó una mano debajo de su suéter, toqué las tetas redondas y abundantes, quiso dármelas todas, se bajó los tirantes y las sacó de las copas del sujetador me llevó los dedos hasta sus pezones, los tenía pequeños como garbanzos pero estaban duros, en cambio se le notaban unas areolas gigantes hinchadas alrededor, tanto argumento me convenció y le dije que corriera la cortinilla del todo mientras me soltaba el cinturón.  Berta no dejaba por nada mi polla y tuve que jurarle que le la iba a enseñar para que soltara, me bajé el pantalón y con el bóxer abultado la chica se inclinó sobre mí, pasaba la mano sobre la tela que cubría el bulto y lo acariciaba. parecía que no se atrevía a destaparlo, me miró como pidiéndome autorización y le sonreí, se agachó y le dio un beso al bóxer, mi polla dio un pequeño salto y ella se asustó, me volvió a mirar y me besó en la boca, yo mientras me besaba le llevé la mano a la cintura elástica, ahora ya sólo faltaba estirar para que la polla asomara, me había colocado la verga hacia arriba y casi asomaba por mi ombligo con el mínimo movimiento saldría afuera.
                                                  Berta con la mano notaba al calor que tenía, le quemaba pero no se decidía mis manos pellizcaba su pezón haciéndola quejarse pero se acercaba más y más a mí para que pudiera alcanzarlos mejor, al fin parece que se decidió y estiró el calzoncillo hasta abajo, con las yemas de los dedos me rozó el capullo y enseguida lo tapó otra vez me volvió a besar en la boca, hizo un acopio de valor y se agachó sobre mi pecho, quería ver lo que salía, ya había notado su calibre pero ver el color y la textura era otra cosa diferente, yo sólo le veía las coletas de su pelo en la nuca y noté como descubría poco a poco la cintura bajando el bóxer, sentí el frescor del aire en el capullo que ya tenía líquido pre seminal y deduje que ya estaba afuera y a su alcance, la chica bajó la cabeza un poco más, ahora la apoyaba en mi vientre y yo no pude aguantar más, se me acabó la paciencia y a mi polla también, con la mano libre que me quedaba le cogí del cuello y la empujé hacia abajo obligándola a llegar a mi polla, noté sus labios sobre el glande pero no los abría, tuve que insistir dos veces más para que abriera la boca, me rozó con los dientes pero le entró todo el capullo adentro, ya no lo dejó salir, me dio la impresión de que acababa de cambiar sus prioridades, ahora ya no eran las hamburguesas su comida preferida ahora era mi polla pues no tuvo bastante y tiró hacia abajo el bóxer hasta sacarme hasta los huevos, chupó con avaricia, lamió y relamió el tronco yo tenía una mano en su teta y la otra había vuelto al coño, le supuraba más que antes todavía, parecía que se iba a correr otra vez pero no le dejé, aflojaba el ritmo cuando la veía peligrar.
                                                  Berta inesperadamente se levantó erguida me miró de tú a tú, estaba decidida.

Pepe quiero que me cojas.
Berta ¿estás loca?  Estamos a la vista de todos en un lugar público, el conductor nos ve por el espejo.
Me da igual, quiero tu pija en mi concha, la quiero desesperadamente ya.

                                                  Además de decírmelo con apremio ya se había soltado la falda y se había puesto de cara a la ventanilla de lado, la estrechez de los asientos no permitía malabarismos y lo único que se me ocurrió fue decirle.

Espera a que pare en el próximo pueblo y si no sube nadie nos vamos al último asiento y cogemos allí con más sitio.
¿Y qué hago yo mientras?
Una de dos o me comes la polla o te como las tetas a ti.
Y ¿por qué no las dos cosas?

                                                  Berta se sacó por una manga el sujetador después soltárselo, las dos tetas se notaban opulentas debajo del suéter estaban sueltas y vibraban con el autobús, se recostó sobre la cortinilla que cubría la ventanilla y se subió el suéter, las tetas de Berta aun siendo muy generosas no se caían, con su juventud las tenía tiesas, grandes pero tiesas y con los pezones y las areolas hinchadas le hacían un poco de punta hacia los lados, me incliné sobre ella y la chica las juntó para mí, pude lamerlas y morderlas con sólo un giro de cabeza, ella aún así no soltaba mi polla y la acariciaba temiendo que se la quitara, no había pasado un cuarto de hora y ya tenía las tetas rojas de las chupadas que le había dado, me incorporé para descansar y ella sin dejar una pausa se inclinó sobre mi y cogió su turno, con las dos manos la sujetaba y se llenaba la boca de carne dura, me estuvo chupando la verga sin prisa ahora ya sólo quedaba esperar a que parara el coche, cuando lo hizo nos pusimos bien sentados, ella se bajó el suéter y yo me subí el pantalón, esperábamos impacientes y cuando ya se cerraba la puerta cambiamos de asiento, en realidad no había subido nadie sino que había bajado una pareja mayor.
                                                  Al abrigo de las miradas del conductor Berta ya no se privó de nada, se quitó la falda y el suéter, se quedó desnuda del todo, hasta los zapatos se quitó, me hizo sentar en el asiento del rincón y me bajó hasta los tobillos el pantalón y el bóxer, se arrodilló sobre mí y paseó entre sus mofletudos labios mi polla, yo notaba como si estuviera arando un campo al separar aquellos labios tan gruesos pero al llegar a la vagina dejé de notar presión, el agujero estaba frente a mí y ella no se lo pensó, se dejó caer dando un gemido que debió oírlo hasta el conductor, aunque la carretera era excelente Berta botaba sobre mí como si hubieran mil baches, la chica se volvió a correr, me mojó los huevos y hasta el asiento, sus tetas se apretaban contra mi pecho y yo sólo podía cogerlas por los lados pero tenía más que suficiente.
                                                  No sé los kilómetros que recorrimos follando, Berta parecía que quería recuperar el tiempo perdido, debía hacer mucho que no follaba y no le importaba ni mi edad ni mi aspecto, le importaba mi polla y su grosor, me besaba y me mordía los labios con fiereza, la dulce chica casi adolescente se había convertido en una fiera, le tuve que decir que frenara porque en un mal salto podía romperme la polla y se moderó un poco.

Berta, quiero tu culo.
Pepe, estoy gozando como nunca pero mi cola…
Sí, quiero tu cola, te voy a romper el culo.
No por favor, Pepe eso no, coger si lo había hecho, poco pero, pero el culo… no lo he hecho nunca por ahí.
Pues recuerda el día de hoy porque te la voy a meter por él, te prometo que no te hare daño o lo menos posible.
Por favor Pepe, te lo ruego no.
Sí Berta sí, estoy loco por meterla en ese culo redondo que tienes.

                                                  A la vez que se lo decía mojaba un dedo en sus jugos y buscaba su agujero oscuro, entre sus nalgas voluminosas lo encontré hasta a mí me pareció imposible que pudiera meterla por allí, apenas tenía agujero, era simplemente unas arrugas reunidas imposible de meter ni el dedo meñique, le dije al oído que se relajara y algo hizo pero no lo suficiente, tuve que amenazarle que le iba a sacar la polla del coño y me la iba a guardar para que cediera un poco más, ya podía meter el dedo con cuidado, lo mojaba a cada momento y entraba un milímetro más, por fin entró todo y lo giré por el entorno interior, lo saqué y lo acompañé de otro dedo, la chica que ya había visto que no le hacía daño accedió pero ya soplaba y respiraba hondo, le dije que se sentara de espaldas a mí mirando al frente y cuando ya calculé de que lo tenía un poco más dilatado le apunté con el fresón de mi polla, le separé las nalgas a la vez que ella se cogía del respaldo de delante y la hice bajar pero ella al notar la presión se resistía, la suerte vino en mi ayuda, el autobús cogió un badén en la carretera, en la parte trasera se acusó más que en todo el vehículo y saltó, con el salté yo y me metí en el culo de Berta, ella gritó y desde delante el conductor sin volverse nos dijo.

Lo siento, no pasa nada ha sido sólo un bache.
Pepe me has partido en dos, tengo la cola rota con tu pija. sacala por favor.
No, ahora no, tienes que dejar que te entre toda.
Es imposible, es muy gorda.
¿Ahora vas a tener prejuicios contra los gordos?
Nooo, que hijo de … que eres Pepe, métela toda ya, tú ganas.

                                                  Le di un  golpe hacia arriba con la cintura y acabé de meterme en el culo de Berta, realmente era estrecha de esfínter y eso para mí era peligroso, la polla me creció aún más adentro de ella cuando sentí que iba a llenarla de leche, se lo dije al oído y ella buscó con la mano su coño y se pellizcó el clítoris, con la otra un pezón y se dispuso a tener el orgasmo más fuerte de su vida, nos corrimos los dos a la vez, de su culo no salió ni una gota de semen, todo se quedó adentro porque cuando mi polla se arrugó ella cerró su culo herméticamente otra vez, en la próxima parada volvimos a nuestros asientos ya se veían las luces de Tucumán porque había anochecido, habíamos dejado el asiento manchado de jugos pero Berta no se inmutó, se puso sus bragas horribles y la falda, se dio la vuelta para que le abrochara el sujetador y aún le chupé los pezones, al ir a sentarse en su sitio se arrepintió y se volvió a quitar las bragas, las metió entre los dos asientos y me dijo.

Ya no me pondré bragas como esta, a partir de ahora voy a coger con quien quiera apreciar mi concha, gracias a ti he aprendido lo que vale y me he corrido como nunca, gracias Pepe.

                                                  Al llegar a la terminal de Tucumán el conductor nos despidió con una sonrisa.
 

Me alegro que hayan disfrutado del paisaje, sobre todo usted señor.
¿Por qué lo dice, es que ha visto algo?
Bueno… lo he visto todo, en la parte de atrás tenemos una cámara de video por si ocurre algo.

Continuará.
Agradezco valoren y comenten el relato.
Gracias.

3 comentarios - Viaje de un jubilado a la argentina 41

viejopna1949
todo muy lindo,para cuando mas post del jubilado y otros que no tienen final
elmasterblog
Queremos más está re buena la serie Man... Saludos desde Chile...