Eva Arribas, la abusona

Este que me ocurrió no sé si considerarlo un no consentido o una confesión. Me inclino por lo primero.
Todo ocurrió teniendo yo 36 o 37 años. Por entonces estaba un poco gordete pero aún así resultaba atractivo para las mujeres. Me encontraba en un trabajo.
Allí estaba Eva Arribas una chica de un físico impresionante. De aspecto del sur italianoide o andaluz. Con ojos verdes y cuerpo de modelo de fotos porno. De mucho culo y curvas. Su cara muy bella como el de esas chicas de películas italianas aunque quizás un poco rudo. Tenía el pelo teñido de pelirrojo. En cuanto a su temperamento era muy fuerte, demasiado y era mala persona. Era 15 años más joven que yo.
Como era tan explosiva los hombres se acercaban a ella pero no le gustaba tanto porque la trataban como un objeto sexual. Entonces me daba cuenta de que me miraba y decía en voz alta hablando con otras de que yo era muy majo. Yo por mi timidez y caballerosidad la encantaba. Y era mala y yo bueno. Esos extremos se atraen. En nada ya la amaba pero no quería terminar con ella porque sabía que me lo haría pasar mal.
Unas veces la oía elogiarme pero otras me llamaba maricón. No sé si esas loas eran verdaderas o quería sencillamente humillarme.
En una ocasión me miraba, me quedé yo mirándome y de pronto hizo como que ya no le interesaba como si quisiera atraparme. Aquello no me gustó nada.
El caso es que termino dejándole un libro.
Mis compañeros de trabajo solían salir de copas pero a mí no solían invitarme. Pero en una ocasión lo hicieron. Fuimos a un disco pub y por supuesto que fue Eva Arribas. Me tome varios cubatas de más y ella también. Nos llevaban en coche. Ella se sentó a mi lado. La que menos controlaba era ella. Se echó sobre mí y se puso a morrearme. Me encanto y la abracé con fuerza. Pero me di cuenta de que no quería. Como estaba tan buena aceptaba con locura pero me sentía agredido.
Nos llevaron hasta su casa y me subió a su piso. Sus padres y hermanos dormían y me metió en su habitación.
Me empujó sobre la cama. Tiro de mi ropa y se desnudo. Se sentó sobre mí. Se sentó sobre mi polla erecta. ¡Qué fuerza sentía! Esa chica era puro poder. Se movía hacia delante y hacia atrás y arriba y abajo gritando de placer y yo que no suele hacer ruido ninguno jadeaba e incluso también gritaba. Era increíble. Me estaba follando una tía muy buena. Y que tetones tenía. Como se bamboleaban. Luego me obligo a que la diera por detrás “no te corras”, me decía. En esa posición veía su culo y sus pechos abultados. También me la chupaba hasta el fondo de forma voraz y se la metía entre las tetas. Volvió a sentarse sobre mí y no puede aguantar más y me corrí gritando.
Al volver a casa sentí mucho miedo de sentirme atrapado y locamente enamorado de una mujer así. Así que dejé el trabajo.

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