Nunca Faltes el Respeto a la Recepcionista - 07 (final)

Finalmente no tenía más opción que darme vuelta y quedar frente a la Dra. Cristina, es especial porque ella se estaba dirigiendo a mi y realmente yo no quería que ella piense que le estaba faltando el respeto nuevamente.
De modo que me dí vuelta (aunque debo reconocer que bastante tímidamente) y ni siquiera simuló mirar mi entrepierna.
- Podés limpiarte con los pañuelos descartables del mostrador - fue todo lo que me dijo.
(Por lo menos puedo decir que no fue la primera vez que yo quedé impresionado por una mujer ya que estoy seguro que la orden que ella me dio de desnudarme caería dentro de la regla de la "Desnudez Inesperada". Lo que operaría como un argumento en mi defensa tan sólido como mi pene en los momentos finales de la revisación médica.... un final satisfactorio para una jornada auspiciosa!).
- Que tengas suerte con tus logros académicos... ya te podés vestir y retirar el Certificado a la salida... ya te lo firmo - terminó la Dra. Cristina.
Supongo que tengo que reconocer que atravesar ésa revisación médica valió la pena: ya que me gradué con un excelente promedio en una carrera muy exigente.
A ésa altura, sea cuál fuera el motivo, yo ni siquiera le estaba prestando atención al hecho de que la Enfermera todavía estaba en el Consultorio conmigo, así que sólo caminé hasta el lugar donde se encontraban mis ropas. Pero en seguida reaccioné sobre su presencia.
- Wow... - suspiró la Enfermera, sin siquiera pensar en que yo respondería en forma de pregunta.
- Wow? - claramente implicando que quería conocer el motivo de su expresión.
- Recién me gradué de la Escuela de Enfermería y nunca antes había visto a un paciente tan excitado - me explicó con sorpresiva franqueza, aunque con un dejo de timidez.
Yo no supe qué decir, así que simplemente me incliné para recoger mi ropa.
- Wow - la escuché exclamar de nuevo, aunque esta vez la Enfermera se explicó sin necesidad que le pregunte - Tampoco nunca antes había visto un ano tan dilatado... supongo que si tenés una novia que quiera intentar penetrarte este es el momento adecuado, eh?
Quiero creer que la última parte de su afirmación simplemente "se le escapó" porque después de ésa declaración se puso colorada y rápidamente terminó de limpiar la camilla y abandonó el Consultorio sin decir nada más.
Pese a que la última vergüenza del día había terminado (o al menos éso pensaba yo tontamente), yo todavía estaba allí con la poco envidiable tarea de intentar meter un pene absolutamente erecto y que parecía que nunca iba a ceder dentro de un par de calzoncillos diseñados para llevar confortablemente uno flácido.
Limpié el fluido de mi glande, y pasé un pañuelo descartable por la humedad que bajaba por mi tronco, (sin provocar que derramara más) y también por lo menos un poco del lubricante que tenía fuera del trasero antes de poder ponerme de nuevo los calzoncillos, aunque no puedo decir que haya sido una sensación muy placentera.
Por supuesto, mi pene seguía dolorosamente erecto, y mi rostro tenía un color rojo sangre; y yo no quería salir del Consultorio así de modo que en mi desesperación miré a mi alrededor y ví algo que podría ayudarme.
La Dra. Cristina había dejado el gel lubricante que había usado para mi examen rectal, así que todo lo que tenía que hacer era bajarme los calzoncillos, agarrar un poco de lubricante y aplicarlo al origen de mis padecimientos para obtener el tan ansiado alivio.
"Sí", me decidí, "éso es lo que voy a hacer!". Mi decisión estaba tomada, me desnudé y apliqué una buena cantidad de lubricante en la palma de mi mano, pero antes de agarrarme el pene, usé mi otra mano para limpiar el líquido pre eyaculatorio que ya se derramaba por el tronco de mi pene. Hecho esto, apliqué lubricante y empecé a masturbarme lentamente imitando los movimientos de los palpitantes dedos enguantados de la Dra. Cristina desde la base y hasta la corona aumentando la velocidad gradualmente, pero todavía lejos de llegar al borde del orgasmo.
Más o menos a ésa altura, se me ocurrió pensar "dónde mierda voy a eyacular sin que nadie lo descubra?". Detuve un poco la intensidad de mi masturbación y de nuevo miré a mi alrededor y vi del otro lado del Consultorio al lado de la puerta, un cesto de desperdicios que se adecuaba perfectamente a mis necesidades.
A medias caminé y a medias me arrastré, mientras me masturbaba y hasta quedar justo sobre el cesto, use mi mano izquierda para sostenerme el escroto mientras aceleraba la actividad de mi mano derecha.
Cada vez más rápido mi mano se deslizaba hacia adelante y hacia atrás a lo largo de mi ultra duro tronco y justo antes de perderme completamente en la abrumadora sensación (mientras mentalmente recordaba mi revisación, debo admitir) se me ocurrió que de todas las cosas que yo podía haber esperado de la susodicha revisación médica, terminar completamente desnudo y masturbándome furiosamente no era una de ellas.
Pero la cuestión era que sólo recordar la revisión no era suficiente para "inspirarme" por decirlo de alguna manera. Pese a ello, mis pensamientos cambiaban a mí "tomando control de la situación" con la Dra. Cristina y la Enfermera Karen en una variedad de situaciones: a los ojos de mi mente, llegaba a un punto dónde tenía a la Dra. Cristina desnuda sobre la camilla mientras yo la abrazaba por detrás, mientras una igualmente desnuda Enfermera Karen sentada tranquilamente esperaba, sabiendo que me ofrecería su vagina en cuanto me recuperara de echarle a la Dra. Cristina un tremendo polvo. La Doctora había empezado a gemir sonoramente, aunque a su pesar (y casi involuntariamente) mientras sus paredes vaginales me atrapaban cuando finalmente, sucedió. Sucedió que sentí mis testículos tensarse y expulsar su contenido mientras yo eyaculaba lo que parecía ser una carga interminable de semen (evidentemente el tacto prostático había tenido su impacto), pero inmediatamente después, escuchar a la verdadera Dra. Cristina aclarándose la garganta a mis espaldas me devolvió a la realidad.
No sé cuando había vuelto a entrar al Consultorio sin que yo me diera cuenta, pero lo había hecho y también me había visto en mi momento de mayor intimidad. Ella estaba haciendo un valiente esfuerzo para no romper en una carcajada, aunque honestamente no puedo decir que estuviera cerca de ser ciento por ciento exitosa.
Pese a todo, la Doctora me entregó un recipiente para muestras.
- Y pensar que yo estaba preocupada por cómo te la ibas a arreglar para darme una muestra de orina en el estado en el que estabas... - me dijo, y le puso la cereza a la torta cuando terminó de darme las instrucciones - Tenés que suministrar la muestra bajo observación, así que tengo que ver cómo la orina sale de tu pene, pero después de lo que acabo de verte hacer, qué problema vas a tener en hacer un poco de pis frente a una amiga?
Sin embargo, pese a que la "torta de la vergüenza" ya tenía su cereza como acabo de mencionar, para seguir con la metáfora el último golpe de horno se lo reservó la Enfermera Karen, como voy a relatar en su momento.
Mientras volvía a casa, no podía evitar evocar mentalmente todo lo que me había sucedido ésa tarde, de modo que en cuanto llegué salté a darme una ducha: para limpiarme y para encargarme de otra erección... sí, tengo que admitir que de nuevo estaba excitado.
Después que terminé de ensuciar la pared de mi ducha con mi eyaculación, decidí mirar el Certificado que había sido el motivo de todos los acontecimientos del día pese a que la gran cantidad de siglas no me permitieron comprenderlo en ése momento.
Meses más tarde, sin embargo, cuando me encontré con una copia que yo mismo hice del Certificado, no pude evitar volver a ponerme colorado mientras recordaba los eventos de la revisación médica, pero esta vez me sonreí porque pude entender las abreviasiones antes me habían confundido.
En el rubro "Genitalia (Masculina)" estaban las letras "DLN 0 Seg y 0 nódulos". Supe que significaba que no había experimentado segregaciones (o por lo menos las relativas a enfermedades venéreas) y que estaba Dentro de los Límites Normales, sin mencionar el hecho de que la Doctora realmente no haya encontrado nódulos durante un examen testicular que duró más que la Guerra de los Siete Años. Pero supongo que no está nada mal que una Prefesional de la Medicina brinde su honesta opinión sobre mi bulto.
Sin embargo, para regresar a lo que estuve evitando debo, para ser completamente honesto, contarles sobre el "último golpe de horno". Cuando finalmente terminé de vestirme y pude salir de ése maldito Consultorio para ir a la recepción y buscar el Certificado que la Dra. Cristina le había dejado a la Enfermera Karen noté algo que no había advertido antes. Por supuesto, lo que noté es que yo era el único hombre en la Clínica. Advertir esto no hubiera significado gran cosa, excepto por los comentarios de la Enfermera Karen, mientras me entregaba el Certificado.
- La Dra. Cristina me informó lo que encontró cuando volvió al Consultorio - dijo para que todas las mujeres en la recepción puedan escuchar - Sos el primer paciente que se excita tanto mientras lo revisamos desnudo que después tiene que masturbarse!
Seguramente imaginarán lo "divertido" que fue tener que atravesar por entre todas ésas descaradas risas femeninas... sin mencionar tener que soportar los más irrespetuosos comentarios, que fue cuando alcancé el momento de máxima humillación.

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