Jugando con fuego 13

Al día siguiente por la mañana le escribí a Edu preguntándole sobre qué había pasado y me contestó que me llamaría a la salida del trabajo. Yo esperaba más o menos que me contara lo mismo que me había contado María, pero obviamente con aquel tono despectivo y soez con que narraba todo lo relacionado con mi novia.
Efectivamente pasadas las ocho de la tarde me llamó y me contaba con todo lujo de detalles lo morbosa y potente que había estado María mojada en su coche:
-¿Sabes que era lo mejor, Pablito? Buff... lo mejor era que la muy cabrona se había puesto el cinturón de seguridad en entre las dos tetas... Te puedes imaginar las tetazas que le hacía eso... en cada semáforo me decía a mí mismo "alarga la mano y cógesela, aunque te de una hostia, pero tienes que hacerlo" jajaja, es que le salían las dos tetazas hacia adelante como dos misiles... Y cuando aparqué el coche.. menudos pezonazos... yo creo que estaba cachonda, que estaba cachonda y que es una calienta pollas. Tú novia es una calienta pollas, Pablito...
-Ya... no sé... ¿pero intentaste algo?
-Mira... yo estaba tan impactado con cómo se le transparentaban las tetazas... que hasta reconozco que me quedé algo bloqueado, y también es que tampoco quiero dar un paso en falso. Una cosa es meterle mano con unas copas y otra en el coche después del trabajo. Hay que andar con cuidado.
-Ya.. bueno... Me dijo que le apartaste el pelo.
-¿Ah te lo contó? Es que yo no sé qué te cuenta y en que plan te lo cuenta.
-Pues... me lo cuenta en plan sorprendida... pero no en plan mal. Me lo cuenta en plan "Edu me hizo tal... no sé si no querrá tema..."
-Espero que te lo cuente en plan "ojalá Edu quiera tema", jajaja.
-Pues... no sé si tanto... es que eso ella es muy difícil que me lo reconozca así tal cual.
-Bueno... Pablito... pues sí, lo del pelo: le aparté el pelo y joooder... le vi todo el pezón... se le transparentaba como si no llevara nada y ahí casi me lanzo... pero no lo vi claro. A ver si la llevo más días en coche... De todas formas este jueves después de ir a la terraza con los del despacho iré a un bar con unos amigos... si la convenciera de que se viniera ahí... Es que, de las chicas además es la que más marcha tiene... noto a veces que cuando las del despacho se van a casa después de las cervezas en la terraza ella pone cara de que ella seguiría.
-Ya...
-Y qué más... yo sigo con el report de lo zorrita que es tu novia... jeje. Hoy mismo tuvimos reunión por ejemplo pero ahí es jodido.
-¿Los dos solos?
-No, éramos más... y ella se levantó a abrir la puerta para que hiciera un poco de corriente... joder, qué culito... en pantalones así... ufff... nos quedamos todos callados disimulando la polla... jajajaj...
-Sí, en pantalones le hace mejor culo,
-En pantalones y en falda, tío, no sabes la puta suerte que tienes. Pero oye, por mi perfecto que quieras que los demás también disfrutemos de ella... jajaja. Cuando la vi, dije... le tengo que agarrar bien ese culito, joder. Bueno, te dejo que ya llegué al coche, seguro que ya estás empalmado, a qué sí.
No le faltaba razón, no podía evitar acabar empalmadísimo siempre que colgábamos el teléfono tras cualquiera de aquellas conversaciones con él. Y es que Edu hablaba como si no fuera mi novia, como si él y yo fuéramos compañeros de correrías y ella fuera una fulana cualquiera. Pero no, era mi novia, y por eso sus frases me daban un morbo tan especial, tan brutal...
Esa noche María y yo follamos por fin. Aunque más bien habría que decir que habíamos hecho el amor. Sabía que no podía hablar de Edu para nada, así se lo había prometido. No digo que el polvo fuera soso pero después de la excitación a la que llegábamos con la fantasía con Edu... es que no había comparación posible. Yo sentía que ella también tenía que notarlo, quizás no tanto como yo pero es que era tremendamente obvio que los polvos sin hablar de Edu eran muchísimo menos entregados, diría que por ambas partes.
Al día siguiente María y yo fuimos al cine aprovechando que era el día del espectador. No había sabido nada de Edu en todo el día y no hablaba de él con María desde hacía casi cuarenta y ocho horas, que puede parecer poco, pero teniendo yo el tema como lo tenía absolutamente todo el rato en la cabeza, me parecía un mundo.
Estábamos sentados en las butacas y aun faltaban diez minutos para que empezara la película; de hecho a penas había aun nadie en la sala, cuando le pregunté.
-Oye, María, si tuvieras que decir... cinco momentos... o cinco cosas que te pusieran de Edu qué dirías.
-Jajaja, ¿Me lo estás preguntando en serio? -rió.
-Sí, venga, piensa.
-Pues Edu no me pone... así que acabamos pronto la lista, jaja.
-Venga pues... cinco momentos en los que le vieras especialmente guapo.
-Ay, Pablo, yo qué sé.
-Vamos, María...
-A ver... cinco ni de broma, si llego a dos o tres...
-Pues venga, tres.
-Mmm... qué morro... a ver...
Iba entrando gente en la sala pero muy poca y María pensaba.
-Pues a ver, un día en una reunión... estaba guapo, lo vi y dije caray... creo que fue un lunes... es que a veces llega muy moreno del fin de semana, a parte creo que iba de blanco, con una camisa blanca... es que es eso, se pone muy moreno.
-Vale, qué más.
-Pues... el otro día en el coche estaba bien.
-¿Sí? ¿Cuando le miraste la polla?
-Pff... no seas bruto anda. -rió.
-Vale, ¿y tercera?
-Pues... el día ese en el hotel que se estaba vistiendo.
-¿Sí? ¿Para tanto fue?
-A ver, no fue para tanto, pero está bien de cuerpo... tenía... creo que una camisa azul a medio poner... y es que es eso, está moreno... está en forma... y con la camisa abierta así poniéndosela... no sé, a parte yo echándole la bronca y él con su cara de chulito de "por un oído me entra y por otro me sale..."
-O sea que te pone cuando se pone chulito.
-Que no Pablo, no he dicho eso. Digo o he dicho que estaba guapo o atractivo en esos tres momentos. Eres un peliculero de verdad... -me dijo sonriendo y se acercó para que nos diéramos un pequeño beso.
La película empezó y al rato la toqué un poco y le di un beso... cosa que ella aceptó pero me cogió la mano con la clara intención de pararme disimuladamente los pies.
Esa noche, ya tumbados en la cama, a oscuras y listos para dormir, me acerqué a ella y empezamos a meternos mano... Yo pasaba mis dedos sobre sus bragas y nos besábamos... acariciaba sus tetas sobre el camisón... Esos momentos que no sabes si la cosa quedará solo en eso o se acabará follando, cuando sin poder controlarme y mientras pasaba mis dedos con más fuerza sobre sus bragas le dije:
-Quiero tocarte mientras piensas en él... mientras piensas en aquel día que se vestía con cara de chulo.
-Ay, Pablo... ¿No puedes dejar el tema por un día? -me susurró.
-Vale, vale, ya paro. -dije un poco enfadado, pero exagerando un poco mi enfado y retirando mi mano.
Nos quedamos los dos boca arriba. En silencio. Hasta que pasaron los minutos suficientes para ambos deducir que allí no iba a pasar nada más, y nos quedamos dormidos.
Al día siguiente era jueves ya y a mí me salía casi sin querer hacerme un poco el enfadado. En el desayuno apenas hablamos y durante el día no nos escribimos. A media tarde me acabó escribiendo ella preguntándome que si me pasaba algo y le dije que no me pasaba nada. Dieron las ocho y me dijo que se iba a tomar algo con los del despacho y le dije que muy bien. Y como una hora más tarde me escribió:
-Edu me ha dicho de ir a otro bar con él y unos amigos que tiene. ¿Quieres que vaya?
-Sí. Vete con él. -respondí inmediatamente.
-Estaba claro... en fin.
-Bueno, ¿te espero para cenar?
-No.
Cenando en casa estaba en un sin vivir. Por hasta dónde podría intentar llegar Edu aquella noche sobre todo. Y es que lo mismo parecía que cualquier día iba a intentar todo con María como consideraba que no quería precipitarse y no hacía nada. Tampoco sabía muy bien cómo reaccionaría mi novia si él intentaba algo. Estaba hecho un lío, totalmente perdido.
Hice memoria para recordar cómo la había visto a la hora del desayuno. Llevaba una camisa de seda muy delicada, de un color como crema o beige, que le favorecía mucho al estar ya morena. Además siempre la remangaba un poco... llevándola con mucho estilo. Además, la camisa, aunque holgada, le marcaba inevitablemente el pecho, y la llevaba por dentro de un pantalón de traje negro que le hacía una figura esbelta a la vez que potente gracias a los tacones...
Eran las diez de la noche y le volví a escribir a María:
-¿Cómo os va?
Afortunadamente para mi corazón no tardó más de cinco minutos en responder:
-Bien, los amigos son majos. Más que él seguro.
-¿Sí? Oye... ya sabes... si intenta algo...
-No sé, Pablo... estamos siempre igual.
-Vamos... si intenta algo déjate un poco, por favor María te lo pido.
-Para eso si me escribes.
-Vamos, María, se que a ti algo también te pone todo esto.
-No sé, Pablo...
-Venga si te intenta meter un poco de mano déjate y ya le pararás si ves que se pasa mucho.
-Uf... no sé... Pablo, además no creo que intente nada
-Pero si intenta déjate un poco, por favor. Le paras y se queda con las ganas.
Ella no respondió más. Y dieron las once. Y hasta las doce. Me metí en la cama muy sorprendido porque María aun no hubiera llegado... no era normal que trabajando al día siguiente no hubiera vuelto ya.
Finalmente llegó casi a las doce y media... Pasó por el cuarto de baño y encendí la luz de la lámpara de la mesilla. Entró en la habitación y le pregunté:
-Bueno, ¿qué tal?
-¿Qué tal? No te vuelvo a hacer caso, joder. Se nos ha ido de las manos.
-¿¡Poor!? ¿¡En serio!? ¿¡Ha vuelto a intentar algo!?
-Sí.
-¿¿Mucho?? ¿¿Y te has dejado un poco??
-Mira, Pablo, esto no tiene ni pies ni cabeza. Mañana te cuento. Ahora no estoy de humor.
-No, en serio, María, cuéntame ya. -dije poniéndome de pié... ya tenía la polla durísima. Mi novia se dio cuenta en seguida.
-Eres un cabrón, Pablo. Ya estás empalmado... No sé cómo me pides hacer esto, joder... Eres un cabrón. Tú un cabrón y Edu un puto aprovechado. Pero está bien, ¿quieres saber qué pasó? ¿Quieres saber cómo me metió mano el muy cerdo?
-Sí...
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-Claro, para ti es muy fácil pedir. Pedirme que me deje meter mano por un idiota al que mañana le tengo que ver la cara en el trabajo.
-Venga María, no te pongas así, le dije acercándome a ella. Le di un beso en la mejilla y cuando quise dárselo en los labios apartó un poco la cara.
-No tienes remedio, Pablo. No ves que esto no nos lleva a ninguna parte, no nos lleva a más que a yo pasarlo mal, tú sabes qué vergüenza mañana.
-Vamos, cuéntamelo... no creo que haya sido para tanto.
María se apartó un poco de mi y comenzó a desvestirse mientras me contaba.
-Pues estaba con él y sus amigos en el bar y le dije que me iba al baño. Llegué allí y había una chica dentro y me quedé esperando. Cuando noto que alguien se me pone detrás y me pone las manos en la cintura. Me giré y era Edu, que me dijo algo así como que a ver cuando me llevaba en coche otra vez. Y... no sé, volví a mirar hacia adelante y le dije que el baño de chicos estaba libre... y me dijo algo en plan... no tengo prisa, o algo así. Es que aun encima tengo que aguantar sus gilipolleces de ligón...
María ya se había quitado los zapatos y también los pantalones que doblaba con cuidado mientras yo, empalmado, seguía allí de pie, escuchando.
-Y nada... el muy cabrón acabó bajando un poco las manos...
-No jodas...
-Sí, Pablo, me empezó a tocar el culo, es lo que querías ¿no? Y yo estaba entre aguantar para contártelo o mandar todo a la mierda inmediatamente.
-¿Pero cuánto bajó las manos?
-Pues al culo, Pablo. Estaba detrás de mí, muy pegado, sobándome el culo, como si fuera una fulana de esas que se ligará cada noche.
María se quedó delante de mi en ropa interior y camisa. Camisa que empezó a desabrochar y yo cada vez más cachondo sin saber qué decirle.
-Y lo peor fue que apareció un amiguito suyo que se quedó como sorprendido y Pablo le dijo que pasara, que estaba libre, sin sacar sus dos manos de mi culo. Y yo solo pensaba que tan pronto intentase bajar un milímetro sus manos le pararía... pero él se quedó ahí. Su amigo pasó por delante y después Edu empezó a decirme cosas en el oído... gilipolleces como... que si estaba muy buena y cosas así.
María se había abierto la camisa completamente y se quitaba el sujetador que no tenía tiras... Le vi entonces sus tetas desnudas... grandes... perfectas, y con lo que me contaba... Me bajé un poco el calzoncillo, me cogí la polla y comencé a tocarme, aun sabiendo que a María eso no le iba a gustar.
-Dios... es que alucino que te pongas así, Pablo...
-Vamos... María, a ti también te pone algo...
-A mi no me pone... pero a ti últimamente te pone todo... Te pone que me meta mano, te pone imaginar que me folla... te pone que tenga la polla mucho más grande que la tuya...
No esperaba aquello, pero no solo no me pareció mal si no que me excitó aun más.
-En fin... Pablo, y acabo. La chica que estaba en el baño salió y entonces el muy cabrón me apretó el culo con fuerza y como que medio me dio una palmada para que entrara en el baño. ¡Dioos...! ¡Qué rabia me dio! ¡Qué hijo de puta...! Entré en el baño con ganas de matarlo... y también de matarte a ti.
María contándome eso en bragas y con la camisa abierta enseñándome las tetas... aquellas tetas maravillosas y firmes... que apuntaban hacia adelante... esos pezones y areolas enormes... Me imaginaba siendo sobada por Edu... joder... apenas llevaba uno o dos minutos pajeándome y sentía que ya me podía correr. De nuevo me acerqué a ella y viendo que no aceptaba mis besos en la boca comencé a besarle el cuello.
-No, Pablo... no estoy de humor, en serio.
-Vamos... sé que no estás tan enfadada... sé que algo te pone...
María se quedó en silencio. Yo le besaba el cuello y me seguía pajeando pegado a ella.
-Dios, Pablo... en serio te estás masturbando así... pero tú te ves... no sé que te pasa, de verdad...
Ella se dejaba besar el cuello y me seguía hablando al oído.
-Es que te pone todo... te pone imaginar que me folla... joder... Eso es que te pone... que te pone ser un cornudo... ¿te pone eso de verdad?
Cuando dijo eso creí que me corría... me dio como un espasmo por todo el cuerpo al escucharle decir aquello... pero ella insistió.
-¿En serio te pone ser un cornudo, Pablo? Joder... es que es muy fuerte esto... Pero es que además te pone que tenga una buena polla... te pone que él folle como un animal... te pone que se hubiera follado a aquella chica durante tres horas... cuando tú y yo... nuestros polvos duran diez minutos... es que empiezo a pensar que te pone cachondo la comparación...
-Joder, María...
-Qué...
-Que si sigues... me voy a correr... -le dije en su oído.
María llevó su mano a mi polla y yo la dejé. Llevé mis manos a su cintura y ella comenzó a pajearme.
-Pablo... es que te digo cosas que te deberían molestar y mira como te pones... -dijo pajeándome ya con firmeza.
-Ya... María... Dios, en serio estoy a punto...
-¿Tengo razón entonces? ¿Te pone cachondo por ejemplo que él tenga una buena polla y tú... esto?
-Ufff... Sí... -yo a penas podía responder del morbo que me daba lo que me decía y además como me sacudía la polla cada vez más rápido... Subí mis manos a sus tetas y respiraba agitadamente mientras ella me seguía pajeando y me seguía preguntando:
-¿Te pone que él folle no se cuantas horas y nosotros follemos diez minutos...?
-Joder... María... me estás matando...
-¿Sí?
-Sí... María...
-¿Y lo de eso que me dices de masturbarte imaginándome que me folla...? Joder... es que voy a empezar a creer de verdad que quieres que me acabe follando....
-Uf... María... me corro... dios...
-¿En serio?
-¡Síii...! ¡Uufff...!
-Pues córrete en el suelo -dijo de forma despectiva, apartándose de mí, disponiéndose a acabar de desnudarse, sin siquiera mirarme... Yo me cogí la polla rápidamente y con apenas dos sacudidas ya comencé a eyacular descontroladamente... corriéndome sobre el suelo, jadeando rápidamente y pringando todo el suelo... Me corría sin parar, con los ojos entre cerrados en el medio del dormitorio mientras María abría los cajones del armario no queriendo participar de un orgasmo que se prolongaba esparciendo más y más líquido blanco por el suelo...
Fui a por papel higiénico para limpiar todo aquello mientras ella se metía en la cama. Estaba ciertamente avergonzado, pero no lo podía controlar. Si me había puesto así porque le sobara el culo sobre el pantalón... cómo me podría poner si Edu fuera mucho más allá... Pero sobre todo estaba asustado, asustado por cómo me había excitado que María dejase caer aquella palabra... "cornudo", asustado por no saber a qué me enfrentaba, sentía que me adentraba en algo totalmente desconocido para mí, algo sobre lo que no había reflexionado en profundidad... Seguía sin saber exactamente qué quería pero sí sabía que aquella frase de María, aquello de "voy a empezar a creer de verdad que quieres que me acabe follando....", me excitaba tanto... me daba tanto morbo... que podía sentir como si mi corazón estuviese a punto de explotar.
Ya los dos en la cama, sabía que María aun no dormía y le dije en voz baja:
-María, lo siento de verdad, pero es que no lo puedo controlar.
-Yo solo te pido que te pongas en mi lugar.
-Lo sé, se que es una putada que trabajes con él... y que mañana lo tienes que ver...
-No es solo eso Pablo... a veces creo que no entiendes nada, pero mira, es igual, es más de la una, vamos a dejarlo.
 
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No fue hasta la mañana siguiente cuando me di realmente cuenta de qué había fallado. El problema había sido que Edu le había tocado el culo hasta que había querido y había parado cuando había querido sin que ella le hubiera parado antes; si María le hubiera apartado las manos una décima de segundo antes de que lo hubiera hecho él, nuestro plan habría salido bien, pero no había sido así.. De todas formas pensé que lo mejor sería dejarlo estar, prefería que María se calmase antes de, quizás, otro día, contarle eso.
María me escribió ese viernes, medio llegándome a pedir perdón a la vez que confesaba seguir enfadada. Me dijo que me había dicho cosas que no debía haberme dicho. "Acusaciones que se que no son verdad", dijo textualmente. Lo cierto era que ni yo sabía si tenía razón en aquellas cosas que me había dicho.
Edu me llamó a la hora de la comida pues se iba el fin de semana a su casa de la playa según me contaba y no podía llamarme a la salida del trabajo. Yo descolgué el teléfono nervioso, como no podía ser de otra manera... tras decirme que le había sobado el culo un buen rato me dijo:
-Ay Pablito... que novia tienes... menuda calienta pollas... De todas formas es una tía un poco rarita... le estaba metiendo mano y ponía cara de culo... Y cuando salió del aseo pensaba que iba a venir a por más pero estaba toda digna...
-Igual está un poco sobrepasada, no sé.
-¿Sobrepasada? Pero qué coño dices Pablito, si una tía se deja meter mano es porque quiere tema o es una calienta pollas, y si es una calienta pollas no pone cara de culo... es algo un poco raro. No me estaréis vacilando entre los dos...
-Que va, será que no sabe cómo reaccionar -me quedé helado ante aquella frase suya, completamente tenso.
-Bueno... pero es raro que te cuente qué hacemos.
-Cada vez me cuenta menos. De ayer a penas me contó nada.
-Bien, eso es bueno... No tengo mucho tiempo ahora... Pero... te estaba diciendo que le estuve sobando el culo... Joder... qué culito tiene... y con esos pantaloncitos tan finos notaba las dos nalgas perfectamente... noté hasta el relieve de sus bragas debajo de los pantalones... dios... qué gozada... Y le dije que estaba buenísima... que teníamos que repetir lo del coche pero esta vez nosotros haciendo lo que estaban haciendo los del coche de al lado jajaja. Y ella callada... joder, lo mejor fue un momento en el que me pegué más... y encajé mi polla entre sus nalgas... dios... lo notó la cabrona, lo notó seguro... pero no dijo nada... yo estaba medio empalmado encajando mi polla entre sus nalgas mientras la seguía tocando y ella calladita... Dios... me ponía brutísimo. ¿Te contó eso?
-No... -yo estaba empalmadísimo, escuchándole, en un pasillo de mi oficina.
-Bien... eso es bueno, eso es que vamos bien. ¿Qué tal Pablito? ¿Estás empalmado con esto que te cuento.
-Pues... sí.
-Jajaja, ahí empalmado en el curro.
-Sí...
-Muy bien Pablito... pero la he visto esta mañana un par de veces y me gira la cara. Ahora va de digna... pero no sabe que así me pone más jaja. Bueno, te dejo. Hazte una paja ahí en el baño del curro.
-Ya... jaja. No sé... quizás en casa.
-No, no, que te he dicho que te hagas una paja ahí, no te lo he propuesto.

Continuara

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